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I. Evolución de la Parroquia
Al decaer es espíritu cristiano, s.s. XII y XIII, se impone a los fieles una seria de
obligaciones: Los deberes dominical y pascual, el bautismo quam primum, los
funerales en tierra sagrada, los mandamientos de la Iglesia y el rechazo de las
herejías.
Desde hace mil quinientos años, la parroquia es el baluarte del catolicismo popular
y una fuente del sostenimiento sacerdotal. Hasta los años veinte, la parroquia esta
posesión indiscutible de los canonistas, que conformaron una parroquia legalista. La
visita parroquial codificada, certificaba la exactitud de los registros, la dignidad del
Sagrario, las cuentas, la doctrina ortodoxa y el ordenamiento moral.
Los logros no fueron los esperados: no sólo no inyectó el espíritu misionero en las
parroquias, sino que al parroquializar los movimientos apostólicos, los esterilizó.
Pretendió reactivar el laicado, democratizando la comunidad, pero encontró gran
oposición porque se tachó el movimiento de obrerismo. Fue el tiempo de los
sacerdotes obreros y de la Misión de París.
Llamada en los Estados Unidos “Gran Familia”, intenta crear una atmósfera sana en
los diferentes ambientes: Educativo, cultural, deportivo, etc. La parroquia se
transforma en un gran centro social; Escuela propia, salón recreativo y templo para
administrar los sacramentos. El párroco lo organiza todo, hasta grandes
excursiones y romerías. Es parroquia con grande espíritu de defensa, protege
ciertos grupos de feligreses – inmigrantes – pero no resuelve el apostolado de la
ciudad. Algunos párrocos perfeccionan el sistema, convirtiendo la parroquia, dentro
de la gran ciudad, en un servicio público para quienes la frecuentan, y se vuelve un
supermercado religioso.
La escasez de sacerdotes puede ser, incluso, beneficiosa para que el pueblo de Dios
tome mayor conciencia de sí mismo. Por ser la parroquia, como la diócesis,
institución jerárquica, la autoridad sacerdotal es la clave de la institución. Hoy se
necesita poner más énfasis en los comunitario y en las funciones pastorales.
Que surja en su interior una comunidad cristiana. En la parroquia hay cierta tensión
entre lo institucional (estático, permanente, estadístico) y lo comunitario (dinámico,
carismático, vital). La parroquia ha heredado el estilo de la Iglesia como “gran
institución”, no como red de comunidades. Se dan dos tipos de pastoral, la de los
limitantes, con talento profético y misionero y la del catolicismo popular,
preocupado sólo por el cumplimiento religioso. Es una utopía que todos los
feligreses pasen a formar parte de la comunidad; no obstante, se debe dar primacía
a los militantes que forma grupos o comunidades cristianas en el interior de la
parroquia, por constituir un futuro. En la parroquia actual pueden ser hallados
puntos de arranque comunitarios a partir de los grupos juveniles o de matrimonios
que aspiran a una vida en transformación y en liberación.