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Antropología del desarrollo


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Andreu Viola compilador

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La presente recopilación de artículos pretende ofrecer una

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[lÉEg§iEíÉÉ
visión global de la aportación de la antropología a la com-
prensión de las implicaciones socioculturales de las políticas
y los proyectos de desarrollo. La antropología del desarrollo
surge como especialidad a partir de los años setenta, en un
contexto caracterizado por la crisis de los planteamientos
desarrollistas y por la creciente evidencia de que la dimensión
cultural del desarrollo es una variable crucial para el éxito de
cualquier proyecto, habiendo sido su olvido o su infravaloración
la causa de innumerables fracasos durante las décadas prece-
dentes. Partiendo de esta constatación, durante los últimos
rÉgt [íÉgg
veinte años numerosos estudios antropológicos han sido
flflEigE$áígiB§iá[Ei

consagrados al análisis tanto del discurso y las prácticas de


las instituciones de desarrollo, como de las percepciones y
respuestas de las comunidades locales frente a dichas pro-
puestas. En las páginas de esta obra se presenta al lector
hispanohablante una muestra de las principales líneas de
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investigación seguidas por la antropología del desarrollo,


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abarcando paradigmas teóricos tan diversos como el post-


estructuralismo y la economía política, y comprendiendo tanto ráficos
[E * *g** í$g§

Teorías y estu
estudios teóricos sobre el propio concepto de desarrollo y su
articulación con la diversidad cultural, como estudios etno- en América
gráficos sobre distintos países latinoamericanos, centrados
en esferas específicas como la ecología, las relaciones de
género, la salud y el desarrollo rural, a cargo de diferentes
;lsgrr

especialistas europeos, latinoamericanos y estadounidenses.


Andreu Viola Recasens es profesor del Departamento._ _
de Antropología Social de la Universidad d&Barcelona y del
Master de Cooperación y Desarrollo organizado por la Facultad
de Ciencias Económicas de dicha universidad y MON-3.

ISBN 84-493-4 UNIVERSIDADE DA COAI}ÑA


Se rvlci o de Biblioteca

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Antropología del desarrollo

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Teorías y estudios etnográficos

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99. E. Fromm El humanismo como utopía real Obra póstuma, 7
100. C. Losilla El cine de terror

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101. J. Bassa y R. Freixas El cine de ciencia ficción

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102. J. E. Monterde Veinte años de cine español (1973-1992)
103 C. Geertz Observando el Islam
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*
104. C. Wissler Los indios de los Estados Unidos de América eBy&
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105. E. Gellner Posmodernismo, razón y religión


106. G. Balandier El poder en escenas
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107. Q. Casas El western. El género americano


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108. A. Einstein Sobre el humanismo


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109. E. Kenig Historia de los judíos españoles hasta 1492
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110. A. Ortiz y M. J. Piqueras La pintura en el cine

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111. M. Douglas La aceptabilidad del riesgo según las ciencias sociales

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112. H. G. Gadamer El inicio de la filosofía occidental


*

113. E. W. Said Representaciones del intelectual


o I 6 cD Ñ j op9ojoú= = =

114. E. A. Havelock La musa aprende a escribir


115. C. F. Heredero y A. Santamaría El cine negro
116. B' Waldenfels De Husserl a Derrida

117. H. Putnam La herencia del pragmatismo


119. T. Maldonado ¿Qué es un intelectual?
sSüó l::

119. E. Roudlnesco y otros Pensar la locura


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120. G. Marramao Cielo y tierra


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121. G. Vattimo Creer que se cree


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122. J. Derrida Aporías


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123. N. Luhmann Observaciones de la modernidad


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124 A. Quintana El cine italiano 1942-1961


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125. P. Berger y T. Luckmann Modernidad, pluralismo y crisis de sentido


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126. H. G. Gadamer Arte y verdad de la palabra


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127. F. J. Bruno Diccionano de términos psicológicos fundamentales (R.)


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128. M. Maffesoli Elogio de la razón sensible


o o § óóGió,5ü

129. C. Jamme Introducción ala filosofía del mito en la época contemporánea


130. R. Expósito El origen de la política
§eE il iH

131. E. Rimbau El cine francés 1958-1998


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132. R. Arón Introducción a la filosofía politics


133. A. Elena Los cines periféricos
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134. T. Eagleton La función de la crítica


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135. A. Kenny La metafísica de la mente
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136. A. Viola (comp.) Antropología del desarrollo

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Barcelona•Buenos Aires•México

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La compilación incorpora los siguientes artículos traducidos

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del inglés por Albert Alvarez:

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"Development", de Gustavo Esteva, en The Development
Dictionary. A Guide to Knowledge as Power, 1992, Londres,
Zed Books, págs. 6-25.

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"Culture and 'Economic Development.'", de Conrad Phillip

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Kottak, en American Anthropological Association from

ii:
American Anthropologist 92: 3, septiembre de 1990. Sólo pa-
ra esta edición.

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Introducción

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Sumario

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Democracy without Numbers", de Nancy Scheper-Hughes,

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en D. I. Kertzer y T. Fricke (comps.), Anthropological

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La crisis del desarrollismo y el surgimiento de la

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Demography. Toward New Synthesis, 1997, Chicago,

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University of Chicago Press, págs 201-222. antropología del desarrolo, Andreu Viola

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"The Place of Nature and Nature of Place: Globalization or

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Primera parte: Cultura y desarrollo:

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el punto de vista de la antropología

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También se reproduce el artículo Sistemas de conocimiento,
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metáfora y campo de interacción: el caso del cultivo de la pata-

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67 1. Desarrollo, Gustavo Esteva

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ta en el altiplano peruano", ya publicado en el número 56 de la

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revista Agricultura y Sociedad (págs. 143-166), publicación 103 2. La cultura y «el desarrollo económico»,
editada por la Secretaría General Técnica del Ministerio de

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Agricultura, Pesca y Alimentación. Conrad Phillip Kottak

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Cubierta de Mario Eskenazi

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Segunda parte: Ecología

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129 3. De la economía política: Balance global del

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ecomarxismo y la crítica al desarrollo,

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Eduardo Bedoya Garland y Soledad Martínez Márquez

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169 4. El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar:
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Quedan rigurosamente prohibida sin autorización de los titula-


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globalización o posdesarrollo, Arturo Escobar


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res de copyright bajo las sanciones establecidadas en la leyes,


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la reproduccion total o parcial de esta obra por cualquier méto-


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do o procedimiento, comprendidos la reprografía o tratamiento

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Tercera parte: Género

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informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante al-

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quiler o prestamo público. 219 5. La política de las donaciones alimentarias y la

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respuesta de las recptoras desde el alto (Bolivia),


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© 2000 de todas las ediciones en castellano,


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Editions Paidós Ibérica, S.A.
Mariano Cubf, 92 08021 Barcelona
Lola González Guardiola

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y Editorial Paidós, SAICF, 247
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6. Pobreza y migración en el noreste argentino,

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Defensa, 599- Buenos Aires

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Cristina Biaggi

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ISBN: 84-493-0810-0
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Depósito legal: B-49.424/1999 Cuarta parte: Salud

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267 7. Demografía sin números. El contexto


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Impreso en Novagràfik
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Purgcerdà, 127 - 08019 Barcelona económico y cultural de la mortalidad


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Impreso en españa - Printed in Spain infantil en Brasil,


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Nancy Scheper-Hughes

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Quinta parte: Desarrollo rural

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305 8. Reforma agraria, revolución verde y crisis de lá

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sociedad rural en México contemporáneo,

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Victor Bretón Solo de Zaldívar

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361 9. Sistemas de conocimiento, metáfora y campo de

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Antropología

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La crisis del desarrollismo y el surgimiento

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altiplano peruano, Jan Douwe van der Ploeg de la antropología del desarrollo

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Andreu Viola Recasens

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Universidad de Barcelona

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mentado un mayor crecimiento desde los años ochenta ha sido el
estudio del discurso, las prácticas y las consecuencias sociales de las
instituciones de desarrollo.' Este crecimiento puede ser explicado
tanto por la propia tendencia hacia una progresiva especialización
interna de la disciplina (evidenciada por la consolidación de campos
temáticos relacionados con el desarrollo, como la ecología política, los
estudios de género y la antropología de la salud), como por la cre-
ciente participación profesional de antropólogos en ONGs e institu-
ciones de desarrollo. Esto no significa que el interés de la
antropología por el conjunto de fenómenos que habitualmente aso-
ciamos con el desarrollo sea una tendencia muy reciente; en realidad,
ha estado interesada desde su origen en procesos de cambio cultu-
ral vinculados al colonialismo, la urbanización, la incorporación de las
sociedades tradicionales a la economía de mercado o la adopción de

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1. Para una revisión globalde los distintos intereses y puntos de vista reflejados en la lite-
ratura reciente, pueden consultarse, entre otros: Autumn (1996); Baré (1997); Bliss
(1988); Cemea (1995); Escobar (1991); Escobar (1997); Gardner & Lewis (1996); Grillo
& Rew (1985); Grillo & Stirrat (1997); Hill (1986); Hobart (1993): Hoben (1982); Horowitz
(1996); Kilani (1994); Little & Painter (1995); Mair (1984), y Olivier de Sardan (1995).
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nuevas tecnologías. Sin embargo, con el proceso de institucionaliza-

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ción de esta nueva subespecialidad a partir de los años setenta, ha
nible, puesto que la evidencia histórica y etnográfica demuestra

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aumentado espectacularmente el número de investigaciones sobre

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de forma inapelable que el proceso de modernización aplicado
esta temática específica. La presente obra pretende ofrecer un
durante los últimos cincuenta años en la práctica totalidad del
muestrario de las posibilidades que ofrece actualmente la perspecti-
Tercer Mundo, no solamente no ha conseguido eliminar la pobre-

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va antropológica para el análisis y la comprensión del desarrollo, a

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Antropología

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del desarrollo Introducción za y la marginación social, sino que las ha extendido hasta alcan-

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través de un conjunto de textos teóricos y de estudios de caso etno-
zar una magnitud sin precedentes.

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gráficos sobre diferentes países latinoamericanos, que reflejan la

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Pero si el concepto de desarrollo ha llegado a convertirse en una

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diversidad de paradigmas (desde la economía política al postestruc-


palabra-fetiche, no es porque describa con precisión una categoría

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iü;EiiiÉü;* á3}$5Éi§ áfl [ÉÉ +3[3g
turalismo) y de temáticas abordadas durante los últimos años. Para
coherente de fenómenos socialmente relevantes, sino porque, siendo
introducir y contextualizar los trabajos recopilados, se ofrece a conti-
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uno de los conceptos del siglo xx más densamente imbuidos de ide-
nuación una visión panorámica de algunas de las principales líneas
ología y de prejuicios, ha venido actuando como un poderoso filtro

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de investigación (y de discusión) relacionadas con las distintas temá-

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intelectual de nuestra percepción del mundo contemporáneo. Entre

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ticas abordadas en la obra,
los prejuicios que más han contribuido a sesgar nuestra concepción

rtilr€rrñE; +[+g= 5 gÉ--lsqi*


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del desarrollo, destacarían el economicismo y e[ eurocentrismo, con-
notaciones que Rist (1996, pág. 21) detecta en la mayoría de las defi-

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1. El concepto de desarrollo
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niciones ofrecidas por diccionarios o por documentos de trabajo de


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las instituciones especializadas. En referencia al economicismo, resul-


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La ideología de la modernización
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taría una obviedad referirse a la centralidad que la teoría económica
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neoclásica ha desempeñado en la configuración de las imágenes


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dominantes del desarrollo, entre ellas, la identificación del desarrollo
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tido a revisión y discutido desde diversas perspectivas, que han
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con el crecimiento económico (véase Esteva, en este volumen) y con
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tratado de demostrar que su carga semántica, sus prejuicios cul- qBg.i::.9;61e5sf;. la difusión a escala planetaria de la economía de mercado. Ello ha
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turales, sus sobreentendidos y sus simplificaciones, no han sido


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comportado un notable reduccionismo, al identificar la realidad con un
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en absoluto ajenos a innumerables fracasos, contradicciones y


número muy reducido de variables cuantificables, ignorando todo

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efectos perversos cosechados por tantos y tantos proyectos o


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aquello (desigualdad social, ecología, diversidad cultural, discrimina-


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políticas de desarrollo (Cowen y Shenton, 1995; Escobar, 1995a;

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ción de género) que queda fuera de la contabilidad? El eurocentrismo,
e

Escobar, 1997; Esteva, en este volumen; Rist, 1994; Rist, 1996).


óioPX.<)t2ofr=A)qáil)

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ii+É5iiáfrÉ
ffi[ííi$$[í+
En general, las definiciones usuales de desarrollo suelen recoger
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2. El carácter artificioso y reduccionista de indicadores macroeconómicos como el PIB en

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¡-oFb'=*riiriF
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EqE=iE=;is5
.¡,qoilee*3

—y a menudo confundir— por lo menos dos connotaciones dife- 10


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tanto que =termómetros del bienestar material de una sociedad, ha sido señalado por nume-
''ooñdq-c¡ú-

11
I-.1.

rosos analistas (véase un balance de estas críticas en Moran [1996a1): para empezar, gran
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rentes: por una parte, el proceso histórico de transición hacia una parte de la actividad económica productiva en los países del Tercer Mundo tiene lugar fuera
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economía moderna, industrial y capitalista; la otra, en cambio, del mercado (en esferas como el trabajo doméstico, las actividades agrícolas de subsisten-
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cia, en el sector informal, o a través de relaciones de reciprocidad e intercambio); a menu-


'.. o o¡

identifica el desarrollo con el aumento de la calidad de vida, la do, estos indicadores suelen incluir inversiones estatales en armamento, que en las últimas
0:

erradicación de la pobreza, y la consecución de mejores indicado- décadas han aumentado espectacularmente en todo el mundo, y no tienen ninguna inci-
srj

dencia en el bienestar material de la población; por otra parte, el PIB no ofrece ninguna
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6

res de bienestar material (Ferguson, 1990, pág. 15). Sin embargo, información sobre la distribución del ingreso: las profecías de la trickle-down theory, según
la cual los beneficios del crecimiento económico se harían gradualmente extensivos al con-
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por su parte, es otro rasgo inherente del discurso del desarrollo, que


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Las raíces de esta visión del mundo se remontarían hasta el

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desde sus orígenes ha usado el modelo occidental de sociedad como

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contexto histórico asociado con la consolidación del capitalismo, la

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+iríÉáárÉ$ i iÉÉ í [ *É; Bá
parámetro universal para medir el relativo atraso o progreso de los

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* ; ón:8
expansión colonial europea, la revolución copernicana, los avances

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demás pueblos del planeta (Mehmet, 1995; Rist, 1996).

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técnicos y el nuevo ethos racionalista y secularizado. Todos estos

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Más que limitarse a un repertorio de teorías económicas o de factores contribuirían a ensalzar la capacidad del hombre europeo

E,
í
soluciones técnicas, la ideología del desarrollo constituye (y a la

+; i $ [E Fóq ti r l * &r

E5gÉE
Introducción para dominar y manipular (mediante la ciencia y la técnica) a su

&
&+
Antropología

a.
6=ñ'
d@
vez refleja) toda una visión del mundo, en la medida en que pre- del desarrollo

R
antojo la naturaleza: una naturaleza desacralizada y desencantada,
supone una determinada concepción de la historia de la humani-

a$^;_3
despojada de las connotaciones morales que la envolvían hasta ese
*'4P; ]
dad y de las relaciones entre el hombre y la naturaleza, y también

Il] =
momento, y convertida en mero objeto de experimentación o en

$s
asume un modelo implícito de sociedad considerado como univer-

s H € d ^'- á. §

q
#3:=
mercancía susceptible de ser tratada según las reglas del cálculo
salmente válido y deseable. Para Norgaard (1994, pág. 7), el económico utilitarista Tampoco era nueva la creencia en un progre-

el§{E;E *É".#s.n
qá*ii "Héq a3$; 3 ?=;' r * ;!gá=
*-iÉeBEB*;3
desarrollismo sería indisociable de algunos de los principios fun-

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so unilineal y acumulativo de las sociedades humanas (según la

ig§E'$igIrE
damentales del pensamiento moderno occidental: la fe ilimitada

a ɧ fi ; fi I gi i,§ $
r
+E*e;;ie'*=*q5 ;; qgCüÉ[*fut*
cual, los pueblos descubiertos por la expansión colonial encarnarían
q[€

r; t g s 3 ü i =
en las inagotables aportaciones de la ciencia (en forma de tecno-

[
vestigios vivientes de estadios pretéritos de la historia europea);

=-
logías y sistemas de organización más eficientes) al progreso de

ff ; #; lC ñ $;€
aunque esta argumentación alcanzó sus formulaciones más ambi-

ec;,i+$:[+ÉÉti* $={Ei$;tsiq
i

H B. . É o, _ o d :
nuestra calidad de vida; la combinación del positivismo (esto es,
r aI ciosas en el contexto del evolucionismo victoriano, ya aparecía cla-

ña^+[*t$[é[$$[gg
á:

creer que valores y hechos pueden ser separados nítidamente) y

=
f,i:

=B
ramente esbozada en autores de los siglos xvl y xvII, y durante el

I
el monismo (la creencia según la cual las distintas ciencias con-

A o, á 9
siglo XVIII llegaría a constituir una de las ideas centrales del pensa-


es:¡[f
iú b 3

ducen a una única respuesta cuando se enfrentan a problemas


a+er[5tiq;Ba3-É il 'Fig5

miento socioeconómico de la Ilustración.

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s$;r gÉ ñ =fli:grFrr
-q
§ie+:nirpirÉáe r!or:(D üÉi

complejos), que ha conferido un creciente poder social a los

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+l:$s:

Todos estos prejuicios pasarían a formar parte del núcleo duro

F{
expertos y ha privilegiado un enfoque tecnocrático de los proble- de dogmas sobre los cuales se había de construir el discurso del
mas sociales; y por último, la creencia en una inevitable desapari-
33i

desarrollo, cuya emergencia se produce al finalizar la Segunda


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*É-3=: a*tÉ="eíqfl{

ÉtFflgáÉfrE
ción de la diversidad cultural, a medida que las distintas
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Guerra Mundial, ante la necesidad de redefinir, en base al nuevo

fq
poblaciones del planeta vayan constatando la mayor efectividad
Éá3$íáii[€ÉFlr *s

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;

escenario geopolítico, las futuras relaciones entre las potencias del

9qeáá+lE
de la cultura racionalista occidental.
ÉÉ$aÉi;ráaFflAg
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Ésnt+iHeali!,áá

Norte y sus antiguas colonias del Sur. Aun sin ser la primera vez
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ü' "9[[l
§ÉBnÉÉrÉEsr5EF

que dicho concepto fue utilizado para designar al crecimiento eco-

e:5

crere c ='iflÉ
áɧ'üir'4EE.EÍ"-

junto de la población, han resultado ser una variante del mito de la mano

q-3
invisible, como lo
demuestran los ejemplos de Chile o de los paises del Sudeste asiático, en los cuales se han
nómico,3 diversos autores (Escobar, 1995a; Esteva [en este volu-
registrado durante las últimas décadas elevados índices de crecimiento acumulado, acompa- men]; Rist, 1996, entre otros) suelen tomar como acta fundacional
ñados de un aceleramiento de los desequilibrios sociales; y por último, omite cualquier refe-
P

6 +ó
Ét[É: 1$E
del desarrollo el discurso sobre el «estado de la Unión» pronuncia-

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14i+¿* -O8 I:!- A
E: +; +:q;

0)
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rencia al grado de sostenibilidad ecológica de los patrones de desarrollo adoptados por los

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6 +li = d *P 9r¡ o

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diferentes países, excluyendo de la contabilidad nacional los costes medioambientales. Las 13 do por el presidente estadounidense Harry Truman el 20 de enero
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12
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criticas al economicismo del PIB han dado lugar al planteamiento de indicadores alternativos,
o.9-@a-d9+6'¿í=

a_ 6
como el Indice de Desarrollo Humano elaborado por Naciones Unidas, o el Indice de de 1949, y especialmente su famoso punto cuarto, por considerar
á

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Bienestar Económico Sostenible propuesto por Herman Daly; pero en última instancia, cual-

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-É[É;
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o i P 6 3-

quier intento de establecer unos baremos objetivos que permitan medir el bienestar material 3. Algunos autores consideran que el concepto de •desarrollo económico• ya había sido

^
,o I oa)x
de las diferentes sociedades, deberá enfrentarse inevitablemente con problemas de muy difi- utilizado en Europa desde el siglo xix (Cowen y Shenton, 1995), pero en cualquier caso,

*=i
cil resolución, como por ejemplo, definir unas necesidades básicas de aplicación universal sin el discurso de Truman, edemás de difundir a escala planetaria la retórica desarrollista, pro-

=Eqo
incurrir en las actitudes etnocéntricas que habitualmente han caracterizado este tipo de com- vocó una explosión sin precedentes de nuevas instituciones, profesiones y disciplinas cuyo
=;

paraciones (véase una discusión en Doyal & Dough [1994], especialmente el capitulo VIII) objeto y razón de ser era, explícitamente, el Desarrollo (Watts, 1993, pág. 263).
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BB
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Por otra parte, el progreso y el atraso no son contemplados como

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iifar$EgÉl * §E

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i$fÉiááqIiÉiá*ilÉilsir+ ;fr
que contribuyó decisivamente a universalizar este nuevo lenguaje, a

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el resultado de la desigual correlación de fuerzas en un juego de

nt i a #.h $ ñ; 5: i.l:
iü§r§§§ ; 3+rí +;iÉEi§ár$áÉEr3atflrssi f;
;,
la vez que explicitaba muchos de sus prejuicios y de sus propósitos:

ú?i í i iÉ
suma cero, sino como un proceso difusionista que llevará gradual-

iiÉ
i*3[iá** iiü fi'$ ?3r;;§;q;i=uñsE:1:üsBi,-

§;ilHgeaiÉ;i;{+*iE§§ia:
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j 1*e aeiE3+;qq5,=i3ia;fnH=;E

e ñ'+'[§c++egÉB$§Bi+}[il}üi+
Más de la mitad de la población mundial está viviendo en condi- mente a toda la humanidad a compartir un bienestar material

+ +É á
ciones próximas a la miseria. Su alimentación es inadecuada, son vícti- generalizado. Y por último, podemos percibir con toda nitidez el
mas de la desnutrición. Su vida económica es primitiva y miserable. Su mesianismo etnocéntrico que plantea en términos paternalistas la

itHi=aará gagtsíla$f 3*"ir+:sF[É }3iÉ[Eii+s


Introducción

&
o.
Mtropología

á6'
4>
KE
pobreza es un hándicap y una amenaza, tanto para ellos como para las

}
del desarrollo relación con los países subdesarrollados .5 Este último rasgo apa-
regiones más prósperas. Por primera vez en la historia, la humanidad

I A[ [ [ +§i
rece todavía más acentuado en el clásico texto de Walt Rostow

i
posee el conocimiento y la técnica para aliviar el sufrimiento de esas

3e'-= ; érü rn.A; 5 leq &:


^-RrE=+qEa3E<3pa?pa

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[E;üE3t;iee+r;+É:
(1960) Las etapas del crecimiento económico, considerado como

8 - If
poblaciones. Estados Unidos ocupa un lugar preeminente entre las
naciones en cuanto al desarrollo de las técnicas industriales y científi- la obra emblemática de la teoría de la modernización. Según este
cas. Los recursos materiales que podemos permitirnos utilizar para autor, todas las sociedades del planeta estarían situadas en uno

q i* i;
asistir a otros países son limitados. Pero nuestros recursos en conoci- de los cinco estadios de una secuencia evolutiva, iniciada en la
miento técnico —que, físicamente, no pesan nada— no dejan de crecer sociedad «tradicional» (identificada por el autor como un estadio

á
y son inagotables. Yo creo que debemos poner a la disposición de los
*srÉ+ §=;iiiÉEE;gÉ

ñ$
natural de subdesarrollo caracterizado por su tecnología primitiva

ígíaBÉÍÉÉ[g1t[§iÉi§iIaiÉiffiEEg § i
pueblos pacíficos° los beneficios de nuestra acumulación de conoci-

E
I
y una escasez generalizada)6 y que culminaría en el estadio final
miento técnico con el propósito de ayudarles a satisfacer sus aspira-

*á+c uáí$aSEIEÉEHÉIIíɧíI

iirrH$ns3 rí+[[*ata[$;É*ari§[i
*'irn¡nrr+*ns;§e}iɧ$lñi;iÉ+I.ÉF
iii[EE?E[i¡ai+sáÉüi§itiirrÉl,üiÉ
:rErnnE€=ir5ffi§É$É[§[g¿g§gá§gí

iti*i*ffii$B[ñ§áia;I¡EtÉ5ft$i*á
ciones a una vida mejor (...). Lo que estoy contemplando es un

+tíÉiiÉ;$á§.r*rE+$atiÉF[iÉ[§+é
programa de desarrollo basado en los conceptos de una negociación 5. Uno de los rasgos que delatan la filiación directa del discurso desarrollista a partir de
1945 respecto al lenguaje que habían mantenido las potencias coloniales sobre sus terri-
equitativa y democrática. Todos los países, incluido el nuestro, obten- torios de ultramar, sería la metáfora según la cual los países civilizados (léase desarrolla-
drán un gran provecho de un programa constructivo que permitirá uti- dos a partir de la Segunda Guerra Mundial) estarían moralmente obligados a actuar como
tutores de los pueblos menos favorecidos (es decir, aquellos estancados en el estadio de
lizar mejor los recursos humanos y naturales del planeta (...). Una mayor
la barbarie y/o el subdesarrollo), mostrándoles el camino correcto hacia el progreso. Esta
producción es la clave para la prosperidad y la paz. Y la clave para una retórica paternalista ya fue recogida en el artículo 22 del Pacto de la Sociedad de
mayor producción es una aplicación más extensa y más vigorosa del Naciones, dedicado a la administración de las antiguas colonias alemanas por parte de las
victoriosas potencias aliadas, donde se expresaba la necesidad y el deber de guiar a dichas
conocimiento técnico y de la ciencia moderna (reproducido por Rist,

á
colonias hacia su bienestar y desarrollo", puesto que sus poblaciones todavía no son
1996,4págs. 118-120). capaces de valerse por sí mismas"; la solución propuesta por las potencias aliadas consis-
+iEiq
fltrilÉi+ *[+[: tió en asumir como una 'misión sagrada de la civilización" el tutelaje de dichos pueblos
gi
3§iü+

hasta que alcanzaran su mayoría de edad (Mair, 1984, pág. 2; Rist, 1996, págs, 101-103).
La metáfora del tutelaje constituyó el principal argumento de los ideólogos del imperialis-
i

Resulta fácil identificar en la intervención de Truman muchos


oo(epii o -oi .

mo británico, siendo desarrollada por sir Frederick Lugard en su célebre obra de 1922, The
S,=áF$*$ flñ*4í
Dual Mandate in British Colonial Africa (Stocking, 1996); y posteriormente, la reencontra-
i

de los prejuicios y estereotipos característicos de la retórica desa-


F;Éíg$Éi f€*$"

mos plenamente integrada en el discurso de la modernización desarrollista de la mano de


E.nc
e§q*ei; a;E

rrollista. Para empezar, su discurso rezuma una fe ilimitada en el uno de sus más famosos divulgadores, Walt W. Rostow, quien consideraba que el colonia-
ot

lismo (cuyo móvil, según dicho autor, no habría sido económico o geopolítico, sino el afán
q

progreso, identificado explícitamente con el aumento de la pro-


i'
de "organizar a una sociedad tradicional incapaz de hacerlo por sí misma") habría servido

53 e_\ 9 g--.?( ] q
;€dseBsqí83
ó-

ducción y la introducción de tecnologías modernas más eficientes. de revulsivo para modernizar las sociedades tradicionales.
a)


15 6. Que los criterios de 'escasez" y 'abundancia' tan sólo pueden ser entendidos en tanto

oo
¿Eár;1§

'|-Hq"&]
5;r1süt
g§gÉr+É
i§aí;Éer

14
§

que categorías culturales y/o históricas, puede parecer bastante obvio para un antropólo-
í

4. En los documentos de Naciones Unidas, la expresión peace-loving peoples solía usar-


<

go, sin embargo, resulta difícil de asumir desde el falso universalismo del discurso del
se para designar a los países no comunistas, es decir, los free peoples o aliados de
e o

desarrollo, que preconiza una visión homogénea y reduccionista de las necesidades huma-
§E$iifl

d:f
Eb'soltc

Estados Unidos (Rist, 1996, págs. 1 18-1 19). La retórica y la estrategia geopolítica de la nas. Rostow reflejaba en dicho pasaje de su obra un prejuicio muy extendido en las socie-

3*[-:
Guerra Fría no fueron precisamente elementos insignificantes en la elaboración de la doc- dades industrializadas, aquel según el cual las sociedades primitivas debían vivir
trina Truman sobre desarrollo y cooperación internacional, como se constataría en los permanentemente en el mismo umbral de la inanición, dedicando sus escasas luces a la
6 do

siguientes años con la aprobación de la Public Law 480 y la implementación de los pro- búsqueda desesperada de algún alimento, Pero Sahlins (1974) desmontó este mito con

9l'f
gramas Food for Peace, que llegarían a convertirse en un instrumento fundamental de la un provocador texto, en el cual, basándose en los datos acumulados durante los años
política exterior norteamericana
E.i
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B-+3
Bert F Hoselitz sobre las barreras no económicas al desarrollo

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de la evolución humana, la etapa del consumo de masas. La teo-

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**;'g;In
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§3
=8o
económico, que se convertiría en algo así como una declaración

i[ás;¡áaá[f;á;:§;sEla ; §*=fllgiiÉ+ü r¡ izrÉ¿ e,


r r; á x $ ñ

*'fP ? ] ? ñ
+sci; I aí3jE§+Iñtq,á =r s i s¡ E g' F_á E ó;5 H E3 E+ ü¿ +in
3,;
ría de la modernización ha sido objeto de innumerables críticas,' a

:*iifgÉ:nE-Es,"g?n:+;q
de principios de la teoría de la modernización:

ia[iáíq=
causa de su dualismo (que establece una artificiosa dicotomía

i$É[É[

áÚ31É+Ec
ÉrÉiil]gg
gpacfl_ri;

¡[ilfÉ+ÉE¡$riÉgllErÉg
entre países desarrollados y subdesarrollados, e impide pensar el
Si tratamos de interpretar las aspiraciones de los países económica-

gás ts:B Fei$Efl$


mundo en términos de una estructura de regiones o países inter-

.";Fi€;Ée§ii *--qA=Eg+
;E*Cti*,
mente menos desarrollados en la actualidad, encontraremos en ellos una

nagqgEtg
ó+=iie*d

i_fággü;E
dependientes), y de su naturalización de la historia, que presenta

&
Introducción

a
9-
Antropología

*?

ó_p
del desarrollo extraña ambigüedad que parece ser el resultado de una parcial incom-

r_i+qró':+
ii
g'
el subdesarrollo como un estado originario y endógeno,8 más que prensión de la intensa interdependencia entre el progreso económico y
como el resultado de procesos históricos. el cambio cultural (.-). Por ejemplo, el nacionalismo del movimiento inde-

.q,;
§ *=AAi[§i[l][ 5ál$ea[[;il3il5
pendentista de Gandhi estaba asociado con la reintroducción de tecno-

x <* = § i á E I u * r
Partiendo de estas premisas, no debe sorprendernos que,

ils[; il[iE;

g g I ?;
logías indias tradicionales altamente ineficientes, y actualmente en
durante la etapa de esplendor de la teoría de la modernización, la
Í e*r 3i
Birmania la independencia no ha sido acompañada solamente por la

3
cultura de las sociedades tradicionales fuera percibida como el
recuperación de nombres e indumentarias tradicionales, sino también

gÉiiF;;HE
=
obstáculo fundamental para su desarrollo, en la medida en que

ü:

*qsarási*s:qí5rtÉ[ñi
?eq?*ó=ó-s6
por una revitalización del budismo, una religión que refleja una ideología

*gáiA3qe+B
dichas culturas eran identificadas con actitudes de fatalismo,

r4[ddá§Bl
totalmente opuesta a la actividad económica eficiente y progresiva La

ás;:'Egiqeft
*t

9'á=á5É:E:
inmovilismo y oscurantismo y con estructuras sociales obsoletas. realización del avance económico se encuentra aquí con numerosos
obstáculos e impedimentos. Algunos de estos obstáculos pertenecen a

É¡
Por lo tanto, la única vía hacia el desarrollo pasaba por la adopción

E I d *=§ó

-i;-üÉB'9.:¿t[

lo-iejJE.oi=
la esfera de las relaciones económicas (...). Pero algunos de los impedi-

ñ*=*---'-'B
=-t

=qáiAr+;
del «paquete cultural occidental» al completo: capitalismo, indus-
iiÉ

mentos para el progreso económico se encuentran fuera del área de las

g
trialización, tecnología avanzada, y democracia representativa,

5 ;E ó oó ; _ 9 icD-. *r;[É&rp
E;**iéiléE'p
relaciones económicas. Si observamos que entre los prerrequisitos del
E aE E

ss=
pero también individualismo, secularización, y utilitarismo. Un

i
i§rf
desarrollo económico está el surgimiento de una clase media, la forma-
§*

ejemplo paradigmático de este razonamiento nos lo ofrece la ción de un espíritu emprendedor, o la eliminación de la corrupción entre

ɧ
revista Economic Development and Cultural Change, fundada en el personal oficial, nos estamos enfrentando a cambios en la organiza-
E
qÉa¡iirE,?ilrai;na;:;81 €

1952, que en su primer volumen incluía un influyente artículo de ción social y la cultura de una población, más que en su economía
(Hoselitz, 1952, pág. 19).
,*ui*Eifg*g*i$[§sÉilgÉ
$iá*igE{§[[ii[u[§lf[[

xneri3i+4:iil
j---.úi-§*'É[E[ErE[§E
**s:ire;xr+*$**r[Eíuq

É ::EÁiñ3^:HBPE

sQ=Ye;éB:
sesenta por diversos estudios de ecología cultural, demostraba que las sociedades de

iriiÉíi[[
cazadores-recolectores (identificadas habitualmente como el grado cero de la evolución

*
humana) en realidad conseguían cubrir todas sus necesidades materiales con una menor

§
d
§
I l= qX I ¡ - D 6 3il=rsÉ-isü:, §
inversión de trabajo por persona adulta y día que en cualquier otra forma de subsistencia.

6
La crisis del concepto de desarrollo

S
¡

áa:{fgÉfrE
Esto daba pie al autor para preguntarse, tomando como base la relación entre medios y

aaasIR'+E;
fines, cuál sería la verdadera sociedad opulenta: si el capitalismo, que crea constante-

r=Éo3rs=s
6FE3sa,9;
mente nuevas necesidades y nuevas formas de escasez, o las bandas de cazadores-reco-

á=0¡Dóa a-ox
A partir de los años setenta, las expectativas de un progreso

[6'iñqffü1;
1Eáe=.3'r'-E
:13*é+s¿a
lectores, en las cuales las necesidades materiales han sido ajustadas al máximo para

eh'hñqóq,qB
adaptarlas a una forma de vida nómada y a la capacidad de sustentación de un determi- acumulativo, ilimitado y universal implícitas en el discurso desa-

=G'-"' -.o-E+tqF
¡i3ígB+q;
nado ecosistema. Para una revisión general de los numerosos problemas que plantea la
rrollista comienzan a resquebrajarse. Antes que comenzar a
b' ;->,

-'-(rl'íao.-3=j
definición de las necesidades humanas, véase Doyal y Dough (1994), y para una contun-
o 9.6 iH [tu[É
ó<

:.-o
P=

dente crítica al uso de los conceptos de escasez y necesidad en la teoría y la praxis del
17 cosechar los resultados de décadas de modernización y de una

-{
o

desarrollo, véanse Esteva (1988) y Rist (1996, págs. 270 y siga.). 16

g=.F:fdrñ-'
$esse á

7. Véase Gunder Frank (1971), para las criticas desde la teoría de la dependencia, y creciente extroversión de sus economías, los países del Tercer
q
Ñdou-'=.ilr¡ :

o- §l !
95(D:Él)ñ'c-o-
oN59_r=:tooX:

Banuri (1990) y Mehmet (1995), para puntos de vista más recientes.


Mundo constatan cómo la distancia económica que les separa
tii:+

8. En una obra irritante por su arrogancia y sus connotaciones racistas, nada menos que

!!].-+fNo=-
;[+3s

todo un ex-director de misiones de USAID en varios países de América Latina, se empe- del club de los privilegiados, no solamente no decrece sino que

!olS.oof=
ña en afirmar que el subdesarrollo latinoamericano no tiene ninguna relación histórica con
tÉ:
:g6Pr

el colonialismo (argumento que él califica de "marxista-leninista»), sino que obedecería, continúa aumentando, al mismo tiempo que caen los precios de

='iD
sencilla y llanamente, a run estado mental» (a state of mind) propio de la idiosincrasia cul-
tural del continente (Harrison, 1987).
sus materias primas en los mercados internacionales, se regis-
3gɧF
I
[+a§ 5gÉÉ+[= tg i Iiü*i[+¡ rr +ri:
tra un retroceso de su PIB,° y se dispara su deuda externa (que

=;+t
I*ri*ñÉ [Éri[il§i: §frEÉ*á
isñg li+iEggii§iáF[§t

I +EüE
¿
ÉF ;g[$iÉ fi *31*?E 3+}§Ñ i [4Éá§5Ét;qiÉ;.;*
ryH f ¡=FÉEs+p

EáEtÉt**+$rfñÉ+n*á éli*: Éiii


Hiq;}É+r FErÉÉ*[T3ti$,R*EEs; r;É eáii*
EqiE:á€Ef-¿;[=áosFe sq - 6''n- +á-
IEs Éii

iEiÉÉg+3 iq5;¡=i;.a++;áa*TÉt gaíEi::r


desarrollo; en definitiva, ya no se trataría de buscar un «desarrollo

ó sÉr $q#$ft*?ái[ágÉ[iiiir §e[E1[€ii


IIiEfÉ[i

iÉÉ+[á$5srE:EÉ++ri Iii3rE;I
B
Érrg+*É43*3 [[Ég[[Éá I3'd=YeF[*
3 i g * * 3 n i:

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. : *:ESdai
+ iÉ á qE ¡ F +; I
entre 1970 y 1983 pasa de un total de 64.000 millones de

d - ü; H 5.q e ^ á.P'o:
t;f

tf ñ 9
alternativo», sino alternativas al desarrollo, o un posdesarrollo
dólares a 810.000; véase Walton [1989, pág. 301]); las princi-

i'o-*8 =t 3 -ets + + 3 F'nB


(Apffel-Marglin y Marglin [1990]; Escobar [1995a]; Escobar

eT.gSE6€*
pales ciudades del Tercer Mundo, desbordadas por el flujo con-

*;[-.;;=?:
[1997]; Esteva [1988]; Esteva, en este volumen; Ferguson
tinuo de migrantes rurales empobrecidos, comienzan a verse

tai*tItÉ¡§isEsÉ$1i==1§íf

q
[1990]; Peet [1997]; Watts [1993]). Esta nueva corriente, inspira-

Úo-3^ Y - d - R ?=.*
rodeadas por enormes bolsas de marginación social (bidonvi-

[EiiÉE3rIEÉ*+Érii+i*É#i
Antropología

iIi:i

H; E
8l
da en el pensamiento de Foucault (especialmente, en sus ideas

ó-D
d@
Introducción

o
a.
del desarrollo

É
d
Iles, favelas, pueblos jóvenes, etc.),10 y por si estos factores no

+H = i'; = r ü[É*ÉiáÉirIEgi[[íÍi g
sobre las relaciones entre conocimiento, discurso y poder), formu-
fueran suficientemente delatores, la difusión planetaria de imá-

rr r[*[Ei rIn i [Éiie*€E *Éi sc :'E.s i i


lará una sistemática deconstrucción del concepto de desarrollo y
genes de hambrunas catastróficas, como las del Sahel, Etiopía

g
de su episteme:

=39ggq[3a3añ.iáa$[;s
gE A
y Bangladesh, terminaron de disipar muchas de las esperanzas

;l+

B_a€TSa3€:Ee33ErE+x
rg *re.H
inauguradas por el discurso de Truman. Por último, la crisis del

ü
Desde su origen, se ha considerado que el «desarrollo» tenía una
petróleo y la difusión, en 1972, del informe al Club de Roma existencia real, exterior, como algo sólido y material. El desarrollo ha

Iii§r
f ñ.,^_or*n, ága+fiaoo!¿ord=-, q;-=d
!D
3

sobre los límites al crecimiento, dispararon las primeras alarmas sido utilizado como un verdadero descriptor de la realidad, un lenguaje

ieil
ü 5 € =ó-H'e.-:3 $ i§iTt
neutral que podía ser utilizado de forma inocua y con diferentes finali-
[

sobre el futuro del planeta en caso de mantenerse el modelo

a \
dades en función de la orientación política y epistemológica de quien lo
de crecimiento económico sostenido considerado hasta ese

H
empleara. Ya sea en ciencia política, sociología, teoría económica o eco-
=,q

d
momento como la quintaesencia del desarrollo.
i

3'
nomía política, el desarrollo ha sido debatido pero sin cuestionar su
g+- q$&Ht 3

-o 3 á R.=
Fenómenos como los anteriormente enumerados dieron lugar estatus ontológico. Desde la teoría de la modernización a la de la

qTq
a una atmósfera de pesimismo generalizado y de creciente des- dependencia o de los sistemas mundiales; desde el desarrollo basado
FIaii=

dB-:E
en el mercado hasta el desarrollo autocentrado, el desarrollo sostenible
=taÉ+
confianza hacia la propia idea de desarrollo. Más que la ruina de
:Eq H-eE 5!=q
o el ecodesarrollo, los calificativos del término se han multiplicado sin
un determinado paradigma intelectual (implícito en la teoría de la
que el propio término haya sido señalado radicalmente como problemá-

4 B¡?i¡.9 iE §,ie ñq,d


«modernización»), lo que aquella situación estaba anunciando era
Fi +É[eIg

tico (...). No importa que el significado del término haya sido intensa-
una verdadera crisis del modelo occidental de civilización (Abdel-

x 66=óá.-+óóoaoroo-)aoel'TeüüBBp
o_ co á

R:;.3 =
mente criticado; lo que permanece incuestionado es la propia idea
Malek [1985]; Toledo [1992a]; Norgaard [19941). Mientras el básica del desarrollo, el desarrollo como principio central organizador de

E
:EqHá9s*E x -e o +€

la vida social, y el hecho de que Asia, Africa y América Latina pueden

3 É+;;\
viejo discurso del desarrollo trataba de maquillarse con nuevos
rEE

matices y epítetos, una nueva corriente de pensamiento comenza- [1r+ ser definidas como subdesarrolladas y que sus comunidades necesitan
o, .

indiscutiblemente el desarrollo —sea cual sea su atuendo o su aparien-


3

ba a proclamar la necesidad de una «descolonización de la


Flf

cia (Escobar, 1997, págs. 501-502).


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mente», promoviendo otra forma de pensar y de representar el

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il**Ét[[;
Tercer Mundo, ajena a los discursos y prácticas dominantes del

:o E ^s b'4*á = ó
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Entre las diversas propuestas, ha sido Arturo Escobar (1995a)

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i;3 a;Br:3-
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rÉ Hí+*+*

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3'ríi;ErÉ'
1r ilHr:Ha

quien ha aportado el intento más innovador, a la vez que polémico,

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18
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9. Según los datos del Banco Mundial, en el período comprendido entre 1965 y 1990, 23
zá sí:6i;

q.J.3.+3
19 de disección del discurso del desarrollo, buscando las interrelacio-
a!?

: = ó'6'9 I
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países experimentaron un crecimiento negativo acumulado de su PIB per capita; dicha


-

H-c
6 ü 9'Eo

B.q
:9 !üaóiiU=
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=aYü85

tendencia adquirió proporciones dramáticas durante la década de los ochenta, cuando,


:.Ra'E

nes de los tres ejes que definen dicha formación discursiva: las
E:*5P+

ñP

como consecuencia de la trampa de la deuda externa, numerosas economías del Tercer


= -:!

e*.éd
formas de conocimiento, a través de las cuales son elaborados

Mundo (y muy especialmente en América Latina) sufrieron un retroceso de varias déca-

occYooc

-e
Oa

6
-e

das en sus principales indicadores, siendo en total 43 los países que registraron un des-

-q3-a
sus objetos, conceptos y teorías; el sistema de poder que regula

-oaa
censo de su PIB.
g
q

qR
ri
==
.= é

10. Según diversos cálculos, entre 1950 y 1975, unos 40 millones de campesinos latino- sus prácticas; y finalmente, las formas de subjetividad moldeadas
a
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P!

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q^

6a

americanos migraron hacia las áreas metropolitanas del continente,


por dicho discurso. Para Escobar, el discurso del desarrollo habría
r~^

f E $€ q _ q q-'= g ü ff o,a
§ §*i$
actuado como un nuevo orientalismo, permitiendo la invención del

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tecnología y recursos deben ser inyectados desde el exterior. El sector

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s 3SáE 99l: lá-
Tercer Mundo, en tanto que categoría monolítica, ahistórica y

ÉerAñq S.§rfrae á;E"iF l;q.;i


de la no-pobreza es la sede del intelecto, los recursos y las soluciones',

tq.g.

sáCái, g,l X:ó**


e=I=,
esencialista. Dicha representación, hegemónica desde 1945, se el sujeto pensante que reflexiona sobre los problemas del objeto nece-
habría convertido en una nueva forma de autoridad, que, presen- sitado, idea retenida en la definición de los pobres como «población

J#a€
objetivo» de un proyecto (target group)... (Yapa, 1998, pág. 99).
tada como un conocimiento técnico, permite a las instituciones

S¡ FÉ*¡ ", ¡¡ ?-,-e * Eq,[;

ÉÉqi'+,8éT

fl§á+¿eq
[$e*E

i:qñ&E,E
internacionales de desarrollo diagnosticar los problemas del

'Érri+iE


Antropolcgía

:3
De esta manera, la pobreza pierde su carácter esencialmente

5D
Introducción

*
É
del desarrollo
Tercer Mundo, a la vez que sirve para justificar su intervención

[r4h9;e
político (inseparable de una desigual correlación local y global de

u i i =iei
litái
sobre dichas sociedades."

rtá:+i gIii+g$É;:qi
qAirE$ilFE¡if
fuerzas), para convertirse en un problema técnico, de asignación de

dqó+:,8;
+:É6e
Uno de los rasgos característicos de toda esta maquinaria de
recursos, o de "deficiencias" nutritivas, educativas y sanitarias de un

35

iI#
conocimiento y poder, sería el uso de un lenguaje tecnocrático,
sector de la población. Lo que se construye en tanto que objeto de

Nb::::^i
que abstrae los problemas de su marco político y cultural, para

g;Eó-:§á*qp;i

EáÉ,
análisis y de intervención como el problema social a erradicar, no es

§ ;rf
formularlos como problemas técnicos, y proponer soluciones

r
ya la desigualdad, sino los pobres (Escobar, 1995a, págs. 22-23;

:j

3T
«neutrales». Un elemento recurrente de este lenguaje es el uso
Ferguson, 1990; Yapa, 1998).

á
I
de etiquetas, que sirven para identificar a poblaciones o a seg-
itÉ

E.áá ap d :

llgt[ɧl{'
4

gEÉ

g
mentos de la población como «problemas» que deben ser corre-

ññ'a8<=[3["Fiil;='F[:
;

i$*EA[+Erqü[i*n,i=r F
-.""

qrEs:ü,:*iñf;r3$fl* §
o
gS-5
gidos (Wood, 1985). De esta manera, por citar uno de los

ó,' p

ñI+Bqii$1ITiH€EHHü
i*iit-qe1(íñ§É+qF*a-o "

ó'*+Dpñ;BE.*ñ9,8;g€g
Cultura y Desarrollo

rs
§s ag
+ $E

ejemplos más relevantes, el discurso del desarrollo, despolitiza


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iu=

$qtEgEE-+iá1;tÉ[[É
fenómenos como la pobreza, al definirla como un problema de los

1á r

.:l:.:e§'+iá*i=-"= +9.

- ñ x o ;-^;-= c26':; ü,-=:gB_


Tal vez la paradoja (es decir, una contradicción más aparente que
pobres, y localizarla en un determinado sector de la sociedad,

&'--ñ'1:['9tssrgSgr§,i*
:

q;;e5:íiñ;q[=+--;3=,;I

94¿T4ñfqJ*{g'íÉaeiE
real) más interesante del actual cambio de milenio sea que la

íí¿xg{;É,e¿'31},_B;8
A

sESli:ñ8e343::3[;r
f

cuyas características intrínsecas servirían supuestamente para

qE H-qg E rp0, ? *És á I q


entrada en la era de la globalización (vinculada al proceso de
p.o.á if

lalSE:++j*-i;I38,+*
explicar la pobreza:
i

§áEE$:
[iÉiiá

gÉ*Ci3
mundialización de la economía y a las nuevas tecnologías) no ha
teÉáÉ; §
+;f[át

venido marcada —como anunciaban algunas voces apocalípti-


El pensamiento dualista inspira por completo la noción de un sec-
eoóokrr
áé;-43;;E:i :+ds*E

*='l&EsqqsF ñ€99{a
-Ü'< 5 A? -

TEójáq-o*Tñ..pÉ.di-=b_ñ
{qt?[q,
cas— por una imparable tendencia hacia la homogeneización cul-
6';

tor pobre, que es visto como una entidad distinta, delimitada y mesura-
ble (la parte de la economía en la que residen los pobres) como el tural a escala mundial, sino más bien por una «reculturalización
dEe

ámbito del problema de la pobreza; quienes no son pobres residen en del planeta» (Norgaard, 1994, pág. 5). Las instituciones interna-
D

la esfera ajena al'problema. El sector pobre carece de capital y de


cionales han comenzado a reflejar este cambio de valoración de

=.=(D+ooD=oo==ir.o€.o"o_o
6

recursos. Presumiblemente ésta es la razón por la que es pobre. Capital,


la diversidad cultural: mientras la ONU decretaba en 1988 la

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*3-"{g;$3í=
iigÉffil[ÉE

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:srF"=6*üe.*

í§s?B+i$.r
$s[á;Éi[i$

irsb.o-iú=s=
:sr-qr'n'E§F
§tir;iiiil

:iggi¡**3t
§l*r,iÉi*:

Década para el desarrollo cultural, la UNESCO pasaba a consi-


:pcx:;+qd.

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.8 *s lg ü
11. Los planteamientos de Arturo Escobar han ejercido una indiscutible influencia sobre derar la «dimensión cultural del desarrollo» como una variable
5'

o
ó
ü:,'ñ;[99i+
P

buena parte de la literatura reciente sobre el desarrollo, pero también han sido objeto de
|..]

20

o -.
r
I

esencial de cualquier proyecto, tan relevante como los factores


5 ñ ó 5 Xñ

N]
21

I
aj

contundentes criticas: entre las principales, se le ha acusado de presentar un análisis muy


óE=Püióii+P

.^ (t c (u o:i
=-

dualista, que reifica el Primer y el Tercer Mundo corno entidades monolíticas; de incurrir económicos y tecnológicos (Perrot, 1994), partiendo de la cons-
X ki-P ü 4.:

en una visión excesivamente uniforme y generalizadora de la diversidad de instituciones y

iól+313
#++: qo

oo-o"'cooó
tatación de que una de las principales causas del fracaso de tan-

o o .ii-

=8
agentes de desarrollo de los países del Norte; de ignorar o subestimar el grado real de

YLa¡;='U-^
responsabilidad de las élites del Tercer Mundo en su análisis del proceso de dominación
y dependencia, y por último, de idealizar la autonomía y la capacidad política de los nue-
tos y tantos proyectos de desarrollo en el Tercer Mundo fue su

R.9
ÉFi
vos movimientos sociales de base en el Sur para conseguir alterar el statu quo. Véanse, escasa adecuación al marco cultural de las poblaciones destina-
ooió

l==:ir=
r=.

-s,
entre otros, Autumn (1996); Gasper (1996); Lehmann (1997), y Little y Painter (1995).
tarias. Dicho fenómeno ha estimulado reflexiones teóricas, sien-
'H[É*ifiÉiEÉfi
+áálq +=: ¡ e;3i
Ilo imperante durante los últimos cincuenta años. No se trata de

irtfl+aá€ÉgBI
i
r=; áeoi =: gEi

e 7 P ¡¡ s't ó r r
FqE;:sit=;üáli
=ga]i*3q$qiEái
§iE![§[iÉti.áEÉ
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*+F[Éii[[:qlu;
1iáá : *
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do innumerables las publicaciones que durante la última década

i*i

qllar$.xa i *É*$ü; i+Eátii leiá[l* i; lg t i


a;
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iE1; r $§iüs +rr iÉÉii+*+§ :q +ÉÉá

--i!€ ñ ; eé t-8 dq 9
+É! r-3q;lE;t++[$'c++¡

a*F b ¿E D .' r 5
1
que los pueblos indígenas (en oposición a lo que supone cierto

ñ-o
¡ #Eq$t+t *f § it*[t

; i;

;=53á+aH=i&io i€
han tratado de aportar nueva luz sobre las profundas y complejas
discurso neorousseauniano en los países industrializados) pre-

8rH +]E] " o'o'"i'


relaciones entre cultura y desarrollo.12

ñ o_n
+E
tendan vivir aislados del exterior, sino que, por el contrario, son

+;3+í
*l +q
ñ

Ili;
Aunque una lectura cínica podría interpretar —erróneamen-

[-_-oñ;ó-q
+lÉ 1eiÉiiÉr$Égf g§{ [sE $iri
muy conscientes de la necesidad o la utilidad de incorporar
te— este nuevo protagonismo de la cultura dentro de la agenda

áiilqg**i
—selectivamente— determinadas aportaciones de la tecnología o

&
ó:
blroducción

á

del desarrollo como una moda efímera, una pose políticamente

: ; ; § i+;
arÉ4ri:$E e=xÉ [i§BIiilÉ r€ iÉFgitü+{
Antropología

áa

á
de la sociedad occidental, siempre y cuando no representen una

á:o
*I
del desarrollo
correcta fomentada por el debate sobre el multiculturalism° y las
3g[É¿frIFiiq amenaza para su estilo de vida o se conviertan en un factor adi-

qil qs,íii

$B *SH.5
llamadas «guerras culturales», lo cierto es que la adecuación cul-

? r 5 iE3áiáiA§
=,
cional de dependencia. La verdadera cuestión reside en el con-
tural de un proyecto de desarrollo es una variable crucial que

E:re'ÉilH€

=
trol cultural de todo este proceso, es decir, en la capacidad social

; 3E q+x
suele tener una incidencia directa sobre su éxito o su fracaso

=€
5
de decisión sobre todos aquellos componentes de una cultura

-
final. Así, por ejemplo, Conrad P. Kottak (en este volumen), tras

-o-B
que deben ponerse en juego para identificar las necesidades, los

Uñ:
revisar 68 proyectos rurales financiados por el Banco Mundial,
problemas y las aspiraciones de la propia sociedad, e intentar

-s
constata que los proyectos «culturalmente compatibles» (es decir,

;:
satisfacerlas (Bonfil Batalla, 1982, pág. 134).

q1;R'',+H!il+TE$H
á
aquellos más respetuosos con los patrones culturales locales,

q Ée e? * $áq *.ñBÉ;++
=r;Lepu+áE§§iÉ*iB
3
*d
basados en instituciones preexistentes y que incorporaban prác-

I tÉaÉEE E
É
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e.ó-., 6-0, =áeü i-;[38 A á §


tirliIr9

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e +i: $B +* É
ü=g

-=q ñ 3,+*i +g ñ 3_p= S; ¿ + ñ'


ticas y valores tradicionales en su funcionamiento) resultaron ser

a
+[t;q

i
2. Antropología y Desarrollo
los más exitosos. La necesidad de respetar e incorporar en los

r:
legtl
rt*:::n

?i
;3é?=n:IBa[*f"l€cs
$iiq,+!iaqt

€ii:l3kg*fli+q,,::€
l.'*:$i qEE:ü'=áid-€ $
proyectos de desarrollo la cultura de las poblaciones destinata-

irñ.[ii+a

f 6 É B ='z D e
s'íÉ38

La participación de antropólogos en el trabajo de instituciones de

eg
rias ha llevado a algunos autores a proponer como alternativa al
qE.-:.s desarrollo cuenta con un precedente muy obvio, la llamada antro-

rtñ i.i qeS IC&1=


É [§á"=
modelo de modernización alienante promovido desde la Segunda
pología aplicada, cuyos orígenes se remontan hasta el mismo ini-

is$iiHAIeiáÉi$s
Guerra Mundial el concepto de etnodesarrollo, entendiendo por

=!
&;
cio de la institucionalización académica de la disciplina. De hecho,
++s

tal «el ejercicio de la capacidad social de un pueblo para construir


!..1.

a principios de siglo, un destacado miembro de la administración

:=gñoqa5'-s!siP===
su futuro, aprovechando para ello las enseñanzas de su expe-

Fi
=l
iiiE

colonial británica, Sir Richard Temple, ya había propuesto la crea-



É
^ r.!
sq#EE6rrr eEÉed

riencia histórica y los recursos reales y potenciales de su cultura,


+q+i{

ción de una «Escuela de Antropología Aplicada» que permitiera a


Ep3

de acuerdo con un proyecto que se defina según sus propios d en


€$§s
+qr€

=i
E:tÉiili *¡:;
misioneros, administradores coloniales y comerciantes compren-

< a i iiE+;-ti
valores y aspiraciones» (Bonfil Batalla, 1982, pág. 133). Dicho
der mejor el pensamiento de los «salvajes» (Stocking, 1996, págs.

;'H 4§30 a§E

iE
X *ñ

E3

i p*B Eá "ilpq
sEs=árÉaE :'8

planteamiento refleja el creciente rechazo de las organizaciones


378-379). Pero la antropología, en aquella época aún dominada
q
f*ÉEiEsv6'ó

indígenas hacia la concepción etnocida y excluyente del desarro-

ó 6: ',-= d=
3
por el evolucionismo y el difusionismo, todavía no había obtenido

"&;
-e 3 ;='E
o-s=i
;ÉAitGa$
eá:4;e§{
i§iiHáiáf

lll$FrBɧ
i*iEÉpii§
ɧíifliggÉ

rs*aar*.'

a9'i áB , lf,s,á-
la respetabilidad académica necesaria para convencer a la admi-

(¡)
N)
23
N]
N)

12. Véanse, entre otros, Allen (1992); Banuri (1990); Bliss (1988); Desjeux y Sánchez- 22
nistración de la utilidad de sus aportaciones. Pero a partir de
E+8.[Hgüei
4:o--"=rFÉ:

*8 iáa1áoP

¡?fEe[le:

Arnau (1994); Dube (1988); Dupuis (1991); Hoek (1988); Kellermann (1992);
¿?O_EP<eod

)+É!.,i
§,
Q

oo-oY/.oÉ.
Nederveen Pieterse (1995); Nieuwenhuijze (1988); Rist (1994); Tucker (1996a); 1922, tras la revolución malinowskiana, la burocracia colonial se

.i.o=tor¡)
Verhelst (1990); y Warren y otros (1995). La actual oleada de documentos oficiales y de

q: ñ
mostró más receptiva a la aportación de los estudios antropoló-

oXaY)r
g;;
publicaciones académicas sobre los aspectos culturales del desarrollo también ha susci-

dúci
B
tado, sin embargo, reacciones críticas como las de Perrot (1994), Petiteville (1995) y gicos al funcionamiento del sistema de Indirect Rule (gobierno

a-=:_c
Wallerstein (1995), quienes, con distintos énfasis, han cuestionado algunos riesgos de

ó
este nuevo enfoque culturaliste, como el uso (indefinido en el mejor de los casos, esen- indirecto), y con tal propósito, instituciones como el Rhodes-
cialista en el peor) del concepto de cultura en muchos de estos textos.
F.Y*
ia,

i
años, lo constituye (tanto por su dimensión y sus ambiciosos obje-

áo i q iB

ñ OeT
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Livingstone Institute o el International African Institute (fundado

68§?3Éüii+5:;=ñ3Bg&s3 sñer

ri+É¡ 3 iB€ ñ; B+ig sf FE


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§ $€ i$= iH iiÉE§ 5Ei{i[*qi]Ér§.§arlsÉ

:j. E
'"- = r o x z
tivos, como por su más que discutible filosofía del cambio social)

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§o HiHíq3 =á"+áeÍs,':áe:¿Hsis*3-3'-É ile':

o
en 1926 por Frederick Lugard, el más célebre ideólogo del impe-

á
q
el famoso proyecto Perú-Cornell, experimentado en Vicos (Perú)

[*ñ t +q,q[;iaE
á-= 5 ;; d Bq

:iaÉieft
rialismo británico) comenzaron a financiar estudios sobre el «con-

-+

S qq
Ap$*+;t.=

q:á
entre 1951 y 1966 por un equipo de investigadores dirigido suce-

É
=

igá
tacto de culturas» en las colonias africanas.

=-É_ü;;*i3ilg&:t=itgfi":$
B!3+$;i?rr3áHrá[E;It§


e:á -d* qJ g!3 i4g
sivamente por Allan Holmberg, Henry F. Dobyns y Paul L. Doughty.

á á $;
/i ag'E *tI
En Estados Unidos, el proceso de institucionalización de la an-

ñE
tropología aplicada se remonta hasta la fundación, en 1941, de la Dicho proyecto pretendía demostrar que el factor clave para esti-

a
a.

H ii
Introducción

á§'

5
a5
Antropología

:3

?
l-=,
mular el progreso económico entre los colonos quechuas de una

lÉ;a*l+=§;=:Hs=AERTEÉ
del desarrollo

gg;+[c+c AÉggE iql==


Society for Applied Anthropology. Pero fue al iniciarse la década

b'-:e üs t.lñB-A§49:e1!poD

E.=
d

g:
de los sesenta cuando el contexto sociopolítico abrió nuevas posi- hacienda serrana tradicional era inculcarles confianza en sí mis-

+E
y
mos y espíritu de iniciativa y superación. Con este propósito, los

=Eqtql*gt
: = ü ix iEg
bilidades para la participación de antropólogos en programas de

ii
ég

o) : :+ ¿
e
ñ
E

[;q á-e [3 á:
investigadores arrendaron la hacienda para convertirla en una

:
desarrollo rural. Ante la creciente efervescencia antiestadouniden-

;FE eÉá;EE

"e?

ts

=
d
{
+'" 9 i á I i n i :. s T;=EAE:É
cooperativa campesina, creyendo que así podrían disponer de un

=*É

=;
ñ'E

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se en América Latina y el «mal ejemplo» castrista, el gobierno de

e
É
q
laboratorio social ideal en el cual experimentar un proceso de

3i i'H
Kennedy optó por revisar su política exterior, para lo cual, en el

==

=
0
^'Ie.T É a r & í q r^€ s r áü É E H + * r g
cambio social planificado. En realidad, el proyecto partía de una

aeij = h'-6
?;¡
d5 t +q
marco de la Alianza para el Progreso, desplegó numerosas misio-

E!í

+ 3: n E g 3'E

H
concepción muy simplista de la realidad social de la sierra perua-


tÉ iággrgE*aE
nes de USAID y voluntarios del Cuerpo de Paz por todo el conti-

É
9
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ñ -ü E fr;
na y de sus mecanismos sociales y económicos de explotación, e

^ c 0r ó Xi'"
nente e impulsó los programas de «desarrollo de comunidades».

"_p
q
áfr

]
incurriendo en el viejo estereotipo de la comunidad campesina

p4e3u*
Dichos proyectos, cuyo trasfondo propagandístico era más que

E q e 9' e i::
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"J§Í4Fr Ti;:F3áÉq,E

= =;

$A
á
[
aislada, atribuyó a dicho «aislamiento» de los vicosinos la causa

ü SEia áüg=$; ó ; :
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evidente, pretendían ofrecer a la población rural latinoamericana

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3
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fundamental de su pobreza, cuando más bien ésta era, en reali-

ñ - r r o cn o [ + 5 _il* B É b ]
una imagen reformista y solidaria de la política estadounidense y

gÉ*ili+€É;qéiál

*Ñ-6-
d-.o

IH
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dad, el resultado de su integración en la estructura económica

3I
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una demostración palpable de los innumerables beneficios del

g I r; á I t = r - tq'fr
q =
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capitalista, expresada en forma de precios muy desfavorables
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american way of life. Algunos de los antropólogos que más se

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ñHdo,.=* EI3B6,,:

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q q a *;*oE
para sus productos y de políticas estatales que habían descapita-
q,eü.j

implicaron en dicha ofensiva modernizadora, considerando que el

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3

p Étr
lizado el sector agrícola (Stein, 1987).

=^ 3 ¡ u E B -a

e R.+
antropólogo podía jugar un rol crucial como catalizador de proce-

',
s
5' o
La decepcionante realidad de los proyectos de desarrollo de

|
sos de cambio social dirigido (Adams, 1964; Erasmus, 1961;
i ;=

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o
comunidades, y muy especialmente, el gran escándalo Camelot

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e é's, ..o ; r'*i r4td
$:: iIa qe-3Ed;
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Goodenough, 1963), comenzaron incluso a emplear conceptos de


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0r-
FeáÉ: E[ á* ñq
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(un programa del Pentágono de contrainsurgencia rural en
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resonancias inquietantes, como la llamada «aculturación dirigida» p

-o-

p
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o planificada: América Latina que pretendía instrumentalizar estudios antropoló-
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4á,,so&É

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g { 3 ñ.,_ 5 q=F ü
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gicos), contribuyeron a enfriar durante años el entusiasmo inicial

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ó 6r ó .., =.o-o
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de muchos antropólogos ante cualquier tipo de trabajo aplicado.

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...mientras existan programas para el desarrollo de la comunidad y

i
o ^, +;qqft
óB,r¡i

3
de otra clase de asistencia social, los estudiosos de la sociedad serán Pero esta situación cambiaría paulatinamente a partir de media-

-
*
*igaeEi;
6 - eHñp.o

i-o q.
ó p ; q a'ts
sin duda útiles como ayuda para guiarlos. Son éstos precisamente los

6'5'o
dos de los setenta, momento en que se producirá el definitivo sur-

*

N)
25
§

24
l\)

programas que requieren un alto grado de interacción humana para

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o.:t-o
gimiento de una antropología específicamente aplicada al

[*

i* c o= 6's'
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IoÍrg

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inculcar las nuevas necesidades y persuadir a los pueblos a cambiar
desarrollo. La razón fundamental de este renovado interés, cabría

-
i
sus costumbres (Erasmus, 1961, pág. 297; la cursiva es mía).

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buscarla más que en el seno de la propia disciplina, en la emer-
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gencia de un nuevo mercado profesional o, según algunos auto-

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El intento más interesante de aplicación de la antropología al
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3r
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res, de una verdadera industria del desarrollo. Entre los factores
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desarrollo rural de todos cuantos se acometieron en aquellos


1985, pág. 2). Pero con la institucionalización de la antropología


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que facilitaron la incorporación de los científicos sociales (y de los

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del desarrollo y la creciente participación de antropólogos en

[ÉáE ;É il r.g ; -i H n s+gL; íñ *qár,ii is +g9+§+if


antropólogos en particular) a dicho mercado de trabajo, destaca-

=.p!

3
dichas instituciones, comienza a manifestarse en el seno de la

I
ría el cambio de discurso de las principales instituciones interna-

o
disciplina una marcada polarización de perspectivas, que cristali-

[É:
cionales, motivado por el desprestigio del desarrollismo clásico y

[si]{
dFS,_I
c
zará en dos corrientes diferenciadas: por una parte, la llamada

i
la efervescencia de las corrientes intelectuales y políticas de

.
Development Anthropology (cuya traducción aproximada podría

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1E᧠;
orientación tercermundista: el discurso del Banco Mundial —que

a.
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B
Introducción

ii
a5

aó'
Antropología

í; ;4.,
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en 1974 contrata, por primera vez en su historia, a un antropólo- ser «Antropología para el Desarrollo»), directamente implicada en

[sotÉgE§.+€:q; §:

v,-+8 3 i §'á i[ *á [ t [Éii isátg§gi+


del desarrollo

el trabajo -de las instituciones de desarrollo, a través del diseño,

S
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go-- comienza a reflejar el nuevo enfoque de las «necesidades

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evaluación o asesoramiento de proyectos, y por otra parte, la


i

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básicas», mientras que en 1973, el Congreso estadounidense

i
1
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Iá€E
o
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3
conocida como Anthropology of Development o «Antropología

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I
redefine los criterios prioritarios de sus programas de cooperación
¿&"=FT*-]fi;§,85;

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5
del Desarrollo» strictu sensu, que contempla el desarrollo en

f
internacional (enfatizando la participación de los más pobres y la

3
elección de tecnologías apropiadas), de manera que USAID, que tanto que fenómeno sociocultural, generalmente desde una pers-

q,$;;áü[t
í§i

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pectiva exterior al discurso del desarrollo y mucho más crítica con

:
+I
en 1974 tan sólo tenía un antropólogo en su plantilla, pasará a

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1:ée3tg=de1
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lIiE
$il;üer[E[E
sus enunciados y sus prácticas (Grillo, 1985, pág. 29). La polé-

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tener 22 en 1977, y para 1980 ya eran 50, además de un cente-
3 E.E 6'r¡..,'&3 8:E R

"s-*H.qt9Sei§, F
X X _ P sr

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mica entre ambas corrientes, reflejada en la literatura antropoló-

I
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Fr e.33ó3ü=;ái
nar con contratos temporales (Hoben, 1982, pág. 359). Por otra
o c o o 3

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É:ir§5ás]se

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gica de los últimos años (véanse, entre otros, Autumn, 1996;

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parte, tampoco hay que olvidar la creciente proliferación de ONGs,

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ni el rápido aumento de sus recursos económicos: en 1970, la Escobar, 1991; Grillo, 1985; Johannsen, 1992; Kilani, 1994;

=si
q;:
cooperación al Tercer Mundo canalizada a través de ONGs repre- Lewis, 1995, y Little y Painter, 1995), ha derivado rápidamente

¿. -'

B
en una discusión en torno a los límites de la participación de

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? a: ó ec - I --d gíiSq¿;
sentaba una inversión total de aproximadamente 1.000 millones

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antropólogos en determinados proyectos o instituciones de

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de dólares, mientras que en 1990 ya había aumentado hasta

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ñ .:..

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desarrollo; discusión que, de hecho, no es sustancialmente dife-
o:

7.200. El número total de ONGs existentes hoy en día ha crecido


rente de la generada en el periodo de entreguerras por la inves-

áe;B

ó .,E §H+i¡
hasta límites insospechados, puesto que tan sólo en América

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ü ai I

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Central ya estarían operando unas 4.000, que manejarían en con- tigación al servicio de burocracias e institutos coloniales, como
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j constataba Raymond Firth, en su calidad de testigo directo de los


junto unos 350 millones de dólares anuales .(Macdonald, 1995,

+6ó
-
(o

pág. 31). años de la antropología colonial, al confesar cierta sensación de

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déjà vu durante unas jornadas sobre antropología y desarrollo

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Paralelamente a esta especialización profesional, en 1977 se
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11

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crea el Institute for Development Anthropology, celebradas en 1983 (Grillo, 1985, pág. 3).

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con sede en la
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universidad de Binghamton (Nueva York), institución que además Una de las cuestiones cruciales, ayer como hoy, sigue siendo

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el grado de independencia real del que puede o debería disponer

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§i c )x o o .

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de publicar estudios y un boletín especializado (Developm
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el antropólogo frente a su empleador. Los antropólogos que tra-
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Anthropology Network), ha participado en numerosos

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27

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proyectos 26
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bajan para agencias e instituciones internacionales de desarrollo

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de desarrollo en más de 30 países, con financiamiento de
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(incluyendo aquellas, como USAID o el Banco Mundial, cuyo inte-

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USAID, el Banco Mundial, la FAO y Naciones Unidas. También en
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1977, el Royal Anthropological Institute rés real por el bienestar de las poblaciones del Tercer Mundo
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del Reino Unido crea un

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puede parecer más que discutible) suelen justificar su adscripción

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Comité de Antropología del desarrollo para «promover la implica-


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ción de la antropología en el desarrollo del Tercer Mundo» (Grillo, profesional argumentando que el desarrollo es una realidad histó-
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ese momento, Una de las consecuencias de la búsqueda de formas

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rica inevitable, con o sin la colaboración de antropólogos, y que,

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por lo tanto, la perspectiva antropológica puede contribuir a refor-

+-o
el nuevo interés que ha despertado el manejo de la biodiversidad por

s'á.3; [3 Éá +r *
mar desde dentro la orientación de sus proyectos, introduciendo

ód=:fprilflfi-fqá
parte de los pueblos indígenas, abriendo un debate sobre la necesi-

É;;3E*
una dimensión más participative y más respetuosa con las cultu-

O -
ras locales. Otros autores como Escobar (1991), en cambio, con- dad de incorporar dicho conocimiento local como base de un desa-
rrollo más sostenible (Escobar, en este volumen)." Lamentablemen-

: sE i :É *s* *i.gá
sideran que, en la práctica, la implicación de los antropólogos Antropologia Introducción

=
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x- ñí I

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-+roE&roi;¿oo,€:

aE áÍ
de'desartoliu
como profesionales del desarrollo les obliga implícitamente a asu- te, este interés ha dado lugar en ocasiones —tal como señala
mir la realpolitik y el discurso (por más etnocéntrico o economi- Escobar en su artículo— a una reificación de las culturas indígenas

§: ai §;

ii
c
como entidades puras y aisladas, «no contaminadas» por el capitalis-

d-o-LPo
r IE*
cista que éste pueda ser) de la agencia que les ha contratado,

títef [iiíá
-^

a ó li'-
derivando en una sustitución del punto de vista del nativo por el mo, y situadas fuera de la historia; tendencia que parece todavía muy

oill;ñ
(I l

[]3-=
punto de vista de la institución; en definitiva, concluye este autor, presente en el discurso de determinadas ONGs y movimientos

r'q *H
la aportación real de los antropólogos ha hecho poco más que
=. O ambientalistas del Norte, influidos por el mito del «buen salvaje eco-

Er $
reciclar o maquillar los viejos discursos de la modernización y el lógicos (Redford, 1990). A partir de la creciente sensibilidad ambien-

r
tal de los años setenta, los pueblos indígenas han pasado a ser

s*f,gE rA E.

Jii+ri*st
desarrollismo.13
aclamados en Occidente como ecologistas avant la lettre y guardia-

q+Éí3qá
=
+

+q iis'+üeá;
+
nes de los últimos paraísos naturales del planeta El problema con-

3 n * I o a* ü =,*d
siste en que esta nueva imagen no se ha basado en la abundante
É.
b

ai
3. Ecología
E

EÉ*E [EIq
información etnográfica disponible sobre las estrategias nativas de
gqÉrE$

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subsistencia o sobre sus formas de percepción y representación del

Éü
$qHA?

§asg
El estado de opinión creado durante los años setenta, con la divul-
-ÉqE[i+§*$[:;+S t É f i r ]
ra:á¡Éá*tIsáe;i $E ai ]$
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3il*tsg§{H§}fltü* $+Ff H +
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3,8:ilFleuof+€E €, & üFH'
iBi üi;
i[H-.áqi3sñ;is:-$i íTqf,ei3
3-i e 3 a

medio ambiente, sino exclusivamente en viejos prejuicios etnocéntri-


p
gación del informe al club de Roma, las alarmantes informaciones

É *; Ir*
lI+3.ñ¡;Rtf dIAE' ]6 s5 =;;
cos (como aquel según el cual las sociedades tribales estarían más

g $i
sobre la desertización de Africa y la deforestación de los bosques

E,
[:
tropicales, y la creciente sensibilidad antinuclear, contribuyó a cerca de la Naturaleza que de la Cultura) y en la proyección de los
fantasmas y ansiedades de nuestra propia sociedad.15

a
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i[+
iáiÉ
ensombrecer la idea de progreso y a anunciar un futuro mucho
a:

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El ejemplo más evidente de este fenómeno podemos encon-

É-
menos idílico para la humanidad del que se venía atisbando hasta

=-
trarlo en la compleja y contradictoria relación que han mantenido
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$+Éql;iti§*H[á

liBiI=E¡§$)=;rá
i!lt,flst:ttir+§
frE[áɧ§§§§Erg+E

13. Existen numerosos indicios de que la incorporación de antropólogos a las grandes


ofrece el
agencias internacionales de desarrollo, si bien ha aportado algunas novedades interesan- 14. Diversos estudios de etnoecología han destacado el gran potencial que
tes en su lenguaje institucional, no parece haber alterado sustancialmente la orientación conocimiento indígena del medio ambiente aplicado a proyectos de agroforestería soste-
de sus proyectos, Desde 1982, por ejemplo, el Banco Mundial ha elaborado diversos nible en bosques tropicales: véanse, entre otros, Denevan y Padoch (1988); Fogel
el
documentos y unas directrices de actuación referentes a los pueblos indígenas, con las (1993); Lamb (1987); orlove y Brush (1996). y Posey y otros (1984). Sin embargo,
que se pretendía «asegurar unos efectos benéficos de los proyectos de desarrollo para aprovechamiento del conocimiento indígena no está exento de riesgos, corno el do la Ila-
É+sit§}[ÉE

o farmacológico,
made biopiratería Empresas transnacionales del sector alimentario

(o
los pueblos indigenasn, a través de pautas como el «reconocimiento legal sobre sus sis- 28

Nf
29
temas consuetudinarios de tenencia de la tierra», y la creación de mecanismos para aprovechándose de la legislación de países coma Estados Unidos, que permite patentar
garantizar su participación en la implementación de los proyectos (Operational Directive formas de vida, han emprendido un expolio sistemático del conocimiento fitogenético indí-
4.20: Indigenous Peoples). Pero en la práctica, se han seguido aplicando las mismas prio- gena de los bosques tropicales, ante lo cual se ha apuntado la necesidad de reconocer
ridades de siempre (a pesar de la activa oposición de los pueblos indígenas afectados), de alguna manera los derechos de propiedad intelectual de dichos pueblos —cuestión que
que fomentan la construcción de gigantescas obras hidroeléctricas que requieren el rea- plantea diversos problemas jurídicos y de representatividad cultural (Brush. 1993)
indígenas y a atribuirles valores y conductas
sentamiento forzoso de poblaciones —como en la presa del Pangue, en el río Bio Bio 15. La tendencia a naturalizar a los pueblos
(Chile)— o la expansión del sector agroindustrial sobre territorios indígenas, como en el acordes con la representación estereotipada que de ellos se ha formado nuestra propia
ttle durante las
proyecto Tierras Bajas del Este, en Bolivia. sociedad puede ser ilustrada con el caso del famoso mensaje del Jefe Sea
Fi iHfliÉ+:'Éir *É iíir}ñÉ *E i
:áü: =*{ =rlíqr¿§ [-;;58;=+;ñx,s 43;=,3áisr I
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algunos grupos indígenas de la Amazonia brasileña (especialmen-

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de «salvadores del planeta», la portada de revistas de gran difu-

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*¿E$i É t IáÉi e i:rE ! iiEi iE §Éi* lEÉ[ÉÉ?F


H id «?'- : -
rli
te, los Kayapó) con el movimiento ambientalista internacional a lo sión. Sin embargo, el estereotipo del buen salvaje ecológico, aún
largo de la última década. La internacionalización del debate cuando haya podido ser asumido y alimentado deliberadamente

gq; qE; f g" S § H g


sobre el futuro de los bosques tropicales durante los años ochen- por un liderazgo indígena consciente del papel que de ellos espe-
ta, sentó las bases para una implícita alianza entre los pueblos raba la audiencia internacional, tarde o temprano había de volver-

?É i.r:.E d B ÉÉ §
i +r;$áE E 5.ars;
indígenas amazónicos y las ONGs y colectivos conservacionistas se contra ellos. Al trascender en 1993 a la opinión pública que los

&+
Antropología

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9
á
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del ilesa oNo lnhoduccibn

e * a'e 3I É ; : s ? e- $ e s E i€ E e § r ñ' f : 1á
contra enemigos comunes como las gigantescas obras hidroeléc- Kayapó estaban vendiendo madera de sus territorios, muchos de
tricas financiadas por el Banco Mundial, los planes de coloniza-

sa In3
los ambientalistas que con tanto entusiasmo habían defendido

ti i',r=+á
i
o'< (o ó--o 9 -1r'= ñ H C'd P - r + H :+ ii ^ E d ñ o a 7 --'2

:á é
ción agrícola o las explotaciones mineras, petroleras y madereras. sus reivindicaciones, se sintieron defraudados, pero de hecho, no
De esta manera, los indígenas obtuvieron un poder sin preceden- fueron los indígenas quienes les habían llevado al engaño, sino las

ir,s¡É,+E,i

ggE iir usr9

H-
tes en sus negociaciones, gracias a la presión de la opinión públi- falsas expectativas sobre las necesidades reales y las aspiracio-
ca internacional sobre las decisiones del gobierno brasileño y el nes del buen salvaje que ellos mismos se habían creado. Para los

*
Banco Mundial; los ambientalistas, por su parte, consiguieron en

q*.§r
conservacionistas, el objetivo indiscutible de la campaña era

: E, g"E; * i i : + s e E i I. E C É t i-1 ú;
f.Elg
esta alianza el cap ital simbóli c o asoc i ad o a l a pureza y autentici-• defender la selva tropical, en tanto que pulmón de la humanidad,
dad de los indígenas, rodeándose de una aureola de legitimidad

a
como espacio natural protegido, tratando de limitar o suprimir
g

a
necesaria para que su intervención en el debate social sobre la cualquier actividad extractiva o comercial; para los Kayapó, en
E * 5 3 q;

*:
4
gestión de los recursos naturales brasileños no fuera denunciada cambio, lo que verdaderamente estaba en juego era la autodeter-

áq,H=E;tárár ;i*
úÉ e F: E f i 1S * l. _q; = Tr=- E
como una injerencia extranjera intolerable.

*
minación de su pueblo y la soberanía sobre su territorio, incluyen-

geÉi+E rq c $i+;+s+i
lfi

i; I
Pero esta alianza, que los ecologistas creían basada en una do la capacidad para decidir y controlar el uso más conveniente

É+Fq
identidad natural de intereses, en realidad tenía un carácter de sus recursos naturales y la eventual comercialización de parte

PE f á É."3 $:'E#:
iPqIE
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mucho más precario e inestable. Con el telón de fondo de la


g[{

de ellos (véase un análisis más detallado de este proceso en


á

q,s
í

Conferencia de Rio de Janeiro de 1992, y potenciado por la dis-

q; $ÉÉ!
Conklin y Graham [1995], y en el lúcido documental «Amazon
F

cutible intervención de estrellas pop como Sting, el pulso de los


3:ñ;

Journal» (1996), realizado por Geoffrey O'Connor).


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f E ;,
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-6' sl§H

indígenas amazónicos contra el gobierno brasileño adquirió entre


$;EÉ1i

La creciente insatisfacción de numerosos científicos sociales


ó l¿ =. a ;".^

1988 y 1992 proporciones de fenómeno mediático internacional,

rrqéEE€iüE
ante la concepción esencialista y ahistórica de las relaciones

a3€
rij
E

gracias al cual líderes indígenas como Payakán y Raoní pudieron entre ecología y sociedad defendida por determinados discursos y

*$áiH4Erl;
x

viajar por Europa y Estados Unidos, se entrevistaron con presi-


i.i=

colectivos conservacionistas, ha dado lugar a partir de los años


i€

-rigáíi i!
d

É
sq

dentes, fueron recibidos por el Banco Mundial, protagonizaron


E*nir: *g

setenta a la constitución de una nueva perspectiva de análisis de

*[
ig*ÉTEsB o
;iE3,"=E,E

programas televisivos de máxima audiencia y ocuparon, en calidad


a

carácter interdisciplinario, la ecología política Dicha perspectiva

i+qsErq
5
E

q
r,
o

j
ar'='EEr
íÉg§iE1
;liEAf¡

considera imprescindible el análisis de aquellos procesos e insti-


o
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30
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ráqi

¿-'í-da-iñoo<aa
(D
31
ÉE:.8 =,9
; d::i_i E

tuciones políticas que juegan un papel determinante en la relación


gs;*.-eE

i{ei r* lE
-4r F; E á *

negociaciones del Tratado de Port Elliott (1855), frecuentemente citado por autores y
o o< E P t
Eilü8F'IE

movimientos ecologistas como un modélico manifiesto de respeto hacia el medio ambien- dialéctica existente entre cualquier sociedad y su medio ambiente
qÉáE
d*o9
eáilj3:

te. Pero un estudio riguroso de la recepción y difusión de dicho documento delata un pro-
(véase una visión general en Bedoya y Martínez [en este volumen],

§E

-=ADOc=
ceso de manipulación y mistificación que ha desfigurado su sentido original; en realidad,
a aH

la práctica totalidad de los contenidos ecologistas del mensaje son de origen apócrifo y


lE
E-

han sido incorporados a partir de los años setenta, incurriendo incluso en evidentes erro- y Bryant [1992]; y una compilación de estudios de caso de ámbi-
Ql

to latinoamericano en Painter y Durham [1995]). La visión de los

É
res y anacronismos (Kaiser, 1987),
I
I
diagnósticos extraordinariamente simplistas de las causas de

i r 3 6 J *A

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á ÉÉ€iE?tilA*ii
ü.

-_á-_.
*aiÉ iiÉ1ia íl*[A g +
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s q I s F s q [': d i f q I r í §E ] $q
fenómenos ecológicos aportada por los estudios de ecología polí-

3
;i;Eí$-srsáqf üñ a $
ilE
U-

*g

§ia
3Éi$ Ér5§

+ei+i§iif riq§iiÉiá[
e¿=sts$srilq

i tó'co ñ 'i *io*á ei.g p+iE fi fi 3H-


EoB; ó
ii§*+Fl$E;iáaIH

+É[ÉH;§*[t[Ég[ááE+€$E;+*[s

a* B I I
fenómenos como la deforestación, el sobrepastoreo, la erosión o

4 r É; i ss i +5 i*áÉt; 8 l 3 : s

ui- 3€ iÉFqaÉáaáB
g*i=:+s3-**3 §.á

g§ir§É* siáüitqÉ lIiááfliEgEl+iíñ[EE


tica ofrece un marco de análisis mucho más complejo, gracias a la
la desertificación. Frecuentemente, dichos diagnósticos adoptan

: +: edi; .=-i: ilii3-


inclusión de factores tales como las relaciones internacionales de

ii
o ó i *i iio-i
+q;t*il*Éüñt$[l[
argumentaciones de carácter neomalthusiano, según las cuales la
dependencia, la dinámica del capitalismo global, las políticas esta-

5:dI H -EsgiiE

R
la pobreza y el dete-
variable independiente del círculo vicioso de

F+FE
tales, o la estructura socioeconómica local. Estas consideraciones

.
rioro ambiental sería el crecimiento demográfico en el Tercer

+ : á É * E ; s ; q 1 I $ r :, t : $ ñ =
también han aportado útiles elementos de reflexión a propósito

B}

ó:
e8
Antropología

A

*c

E o.n
Mundo. El Banco Mundial, que ya desde los años sesenta ha veni-

l+
del deserrollo
del debate generado en torno al concepto de desarrollo sosteni-

=E
: :R q-E

d
ble (Adams, 1993; Escobar, 1995b; Leff, 1994; Redclift, 1987; do destacando la demografía como uno de los principales facto-

=0
,
res, si no el fundamental, de la pobreza del Tercer Mundo, ha
Norgaard, 1994; Pearce y otros, 1990; Goodman y Redclift;

ás1 {E Í * E ñ [ i 4 f S s B 3, i E L s = o.. = ó-

á
á3
i;i
recurrido a una correlación (totalmente lineal y determinista) entre
1991). Dicho concepto, que en pocos años ha pasado a engrosar

+;

q: e;
el crecimiento demográfico y la degradación ambiental, para expli-

i * a áü É: = + á * E H + H * É da ó q ;. I [
+óS
el vocabulario tanto de los científicos sociales o de las ONGs
car la desertización en Africa, llegando incluso a proponer progra-

iÉsg!
como de los políticos e incluso del Banco Mundial, ha sido popu-

E g +; [E Ie A i q:=$ triÉ r* r #; *E I

[
g;i¡t3€iíiín*E
d á p;
mas de esterilización (Williams, 1995; véase, asimismo, una crítica

?$
larizado a partir de la publicación, en 1987, del informe de la
de los argumentos neomalthusianos en Bedoya y Martínez [en

Üg.=
Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo, titulado
¿ A .= *¡ iS

É*
g
este volumen]). Coherentemente con sus planteamientos ultrali-

"ÉAgBÉÉiiE áitiÉ

a- !
«Nuestro futuro común» y conocido como el Informe Brundtland,

$Éa *; i+
ii$3
berales, el Banco Mundial también ha recurrido al famoso (y refu-

Er
5
en referencia a Gro Harlem Brundtland, la presidenta de la

i?+iH
r3.is

gl u
o,-ó
los recursos comunales
tado) argumento de la Tragedia de

rÉ[
Comisión. Aunque dicho informe establece una interconexión

ll tB,ó, fr áá eiisi*§E;
-H

., c F

rs=''{3s
el cual, los derechos
(Bedoya y Martínez, en este volumen), según

[É*
entre fenómenos como el despilfarro en el Norte, la pobreza en el
o D +'{

de propiedad individuales y exclusivos sobre un determinado

:
F0

á se¡ F Ii,E iAA=.F';


Sur y la destrucción de la biosfera, acusa un notable grado de
p;

p ñp co
+
racional,
recurso natural serían la mejor garantía de una gestión

i?3!iáEE
I3 a^,

incoherencia al no impugnar la ideología del crecimiento econó-


*e $$aqH

iai r;
á*e;3=s
utilizado de manera tendenciosa para culpabilizar a la gestión

á-d; á

ti
=

i
mico sostenido; de hecho, se justifica el crecimiento económico
egÉ

il 3: ñ H E
*s:a
comunal de pastos entre !as sociedades ganaderas tradicionales

tÉ ;aÁ gsá[+gÉiI
gg
como remedio para erradicar la pobreza, señalada como la causa
ilE $3= Fs iEE?s+*

+
s'ó ó =co 5 < E 1+ q IB q;

B.-,_aü
de fenómenos como el sobre-pastoreo y la desertización, este
fundamental de la degradación del medio ambiente. Si en 1987

e§s'á
r
argumento ha servido para justificar los proyectos del Banco

E.E áÉ;e
$ q É r g i i =¿
ya resultaba cuestionable que se pudiera seguir pensando en el
f - r.ñliefro ti{ÉE
íi

E 3s
Mundial destinados a la privatización de pastos y a la introducción
rE ü1 3á 1++= +=

crecimiento económico como un antídoto contra la pobreza, toda-


il.rá§E,;ár=§
de criterios comerciales de gestión del, ganado (Fratkin, 1997;

qEE B 3 s*.3; á
sñr
vía era más problemático atribuir a los pobres del Tercer Mundo la
*=r=Ef

véase un excelente estudio etnográfico del fracaso de uno de


q.s

responsabilidad directa de la crisis ecológica actual, antes que a


3b'a*:

I
iÉ* [=B[6€

ó-"ii

fr3 3á
estos proyectos en Ferguson [1990]).

L'-B *
las grandes fuentes de contaminación en los países del Norte o a

*[][
íÉ¿ iügBt

na-
Frente a esta imagen de los pobres como depredadores

* a-) ó i
F FB-6= e á

los estilos de vida antiecológicos propagados desde el Norte a

: 3 oo-i-B
3
.PH

ambientales, autores como Ramachandra Guha han postulado la

Zp: ááÉ:
través del colonialismo y el desarrollo (Escobar, 1995b, pág. 12). 33

G
N)
o)

(D
32
9sq-

existencia de un «ecologismo de los pobres» (Guha, 1994), que a

#Be :
i
Sin embargo, en la actualidad, numerosas instituciones de
{
rs,-=;

-.Rl=o-§o
a=gq"'-o-

diferencia del «ecologismo de la abundancia» de las clases medias

:
3=oo:"ó5
aq; =

_.qo_D*r
o§iDXcn-f ^

!ó.ñg9qo
desarrollo (incluyendo no pocas ONGs) que han asumido como
s*.áñ
l; a+i
JYg)oo-a)

O-6o^cPO

sss

$i9
5
de los países del Norte, defiende la naturaleza en tanto que fuen-

€E ó'o
& ó,&
S;E;iJ

d\ 5

propia la filosofía del Informe Brundtland, pretenden frenar la


*;,l=
(O='ur-6

Ée
oY'jn:lo

te de recursos vitales para su subsistencia, uniendo a la demanda

EE
=E
degradación ecológica del Sur introduciendo criterios más racio-
iEA

=
de sostenibilidad ecológica un importante componente de justicia
E

nales de gestión de los recursos naturales basados, a menudo, en


'r!tEtr
$:+a, É$iír5É f§Épi§
ó:
social. Esta concepción de la ecología contrasta con la de la ten-

c' +lisa:=Aapssñ

q*¡;§$Éir§;$g
33 ¡ *if;=sr[$
q[+nrEñseü$eg

F Fr§§¡:¡se
ñ.;3;É!+EEi;:É

3}$i* §Ef§+*$s.HEq. .3i-


a$gil,á+efi' +;Eh€ sss§$+€$i5Br
1-_--ts-;A:Ui3-90
8
;dñ:Pv35ñ=óÜz=
la década de los ochenta con la aplicación de los programas de

='.

Eí}Éá6 t;, ñ-8 ei5 B 3s3-i aE á +a É;: qñ; n:, Ío


iÉiüiáii If§FilBñiá+r[gI
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H.H t3$qE'e3.3+*a§fl 3qt'
: f 3 o X3 ó q a é R5

ls3á*0.;-d:ñéio
dencia más fundamentalista del ambientalismo del Norte, conoci-

J' o-€ -. s 3 3:; e; e e


6sqií:#.=B{yar_*

q
ajuste estructural impulsados por el FMI, que han castigado seve-

i I ; i s ü r é I .t I * e ; i ; r

_.+

é'='ts'-
f üi8iiH-q3§,
9d;b'33HE€ñ3ú'
da como la «Deep Ecology», que promueve la veneración de una

;J
§
ramente a los sectores populares, con una especial incidencia

=
naturaleza prístina, cuya conservación a ultranza se prioriza por

ü>X d

*i*i[íig
sobre las condiciones de vida de la mujer: a partir de los años

:I

[ a-- & I
{c:ü:
delante de la propia supervivencia de los seres humanos (sobre

ó6
setenta, ha aumentado rápidamente la proporción de hogares de
todo, si éstos son pobres y tercermundistas). Algunas
de las orga- Amop

=
p- rS " ó;
á. 6'
q>
+d
bajos ingresos que tienen a una mujer por cabeza de familia, y

a
:a

ilU-
r6aoaucción

á':
nizaciones más poderosas que comparten esta vision de la ecolo- del desarrollo

(o ,-, tdEi3;iÉfiEqi=[í;i#Eil;

B.O:
dichos hogares han experimentado un serio deterioro de su calidad

i;-;Eá; s qE +Liislil+gsi; 13:31ür=


gía, como WWF, han comenzado a llevarla a la práctica a través de

E5
de vida como consecuencia de la dramática pérdida de poder

Aq F, L E:
los discutidos convenios de «Deuda por Naturaleza» —denuncia-

6r:
Y: 9 §)
S
3

á
adquisitivo provocada por la caída de los salarios, la eliminación de

ai'I
dos como una forma de «ecocolonialismo» (Luke, 1997)—, como

ó
subsidios para alimentos, y el aumento incontrolado de los precios

8
il=

;
fruto de los cuales han creado parques naturales que han provo-

E
g

? y p' n 9 ¡ á q ? ¡ !--e* á a
de muchos productos de la canasta básica de consumo (Lind,

6
=
cado el desplazamiento forzoso de poblaciones de pastores o
1997; Moser, 1993; Tanski, 1994).t6

*a.A
í3Fg

P*
$
t[2I
agricultores que vivían en aquellos territorios (Guha, 1997).

ss3c= x.;qar?ryriEÉsiEEi*
,

§
A mediados de los años setenta comienza un debate interno

fi üÉ ü,9¡ H 1€ q {eH =^ ó i$ * X r-r o


*ar*§q*É i§'fl

g
en el seno de instituciones como USAID o Naciones Unidas,

;
ÉrEi*i
ñ

PaS==
§,
§aga=rF§a &J,-s.g'

P
dando lugar a una revisión de las prioridades del desarrollo y al

$f,f;É[i; fir

ire
4. Género

=
decreto de 1975 como año internacional de la mujer, seguido por

a*rit
l.P
iE el decenio de la mujer (1976-1985). Hasta ese momento, la invi-

= -= =É:+Éff
ñ §gf
iú:-
lf*¿
Si tuviéramos que definir con una palabra el rol asignado a la mujer
--**í

ñaI54
g = -^ o r

09¡
= o:; t33iAe

q
sibilidad de la mujer había sido absoluta, perpetuada por numero-

il=[$[g3+qnt
en los programas de desarrollo hasta la década de los setenta, ésta
+q=i;

ñ
sos male bias o prejuicios androcéntricos, que habían sesgado los

) 2.na í ü;p

o:''P
debería ser, sin duda, «invisibilidad». Si la participación de la mujer

o ^ P -'-o

FE
análisis: el uso del PIB y otros indicadores macroeconómicos, por

*iáerIs$=
ha empezado a normalizarse a partir de los años ochenta (aunque
ejemplo, no refleja el trabajo femenino en actividades de autocon-

+c o Y$:tE
i;lfirii i qF qgisügt
la forma concreta de dicha participación, como veremos a conti-
ó sumo o en la economía informal, sectores que revisten una espe-

;
g d I 1= E ;

é-Y.
nuación, sigue siendo objeto de controversia) ha sido, por una
§t++§*i;

cial importancia en el Tercer Mundo (Rogers, 1980; Benería,

s á;*e,p.-$
tsA§$Fqd

; §¡r;c1gi
parte, como consecuencia del auge de los estudios de género, que
1981); y el concepto de «cabeza de familia», identificado implíci-
§*=i*.áq5;

han impugnado el carácter androcéntrico de la teoría y fa praxis de


tamente con un hombre, relegaba a la mujer a la esfera del «tra-
rÍ_o.as:rI

o o D ++.=
ii¿s*s3g

:-1dq5 +-E':'

las instituciones de desarrollo. Pero, por otra parte, no hay que olvi-

ry ó- ó
+A
bajo familiar», negando su importante aportación a la subsistencia

:oq á[s
dar que por aquellos años los movimientos de mujeres adquirieron
3:Sqqás.É

=
doméstica, error especialmente grave cuando aproximadamente

diil
r^__J q
d.==a§3:&
E l.= ¡ 5 ü * p

un protagonismo social y político sin precedentes en América


tEp-fü5Hs
lo,t6 Ndtio

'§ = g
una tercera parte de las unidades domésticas del planeta ya esta-
Latina, ya sea en para forzar la democratización de sus países y
D o Q.-o

]q;ó,,=S=

=
o

5
ban encabezadas por una mujer sin la presencia de hombre algu-

:t-

o-
a;

ñ
sÉiaii';

co
o É coá9fl3'o

o
l
denunciar las violaciones masivas de los derechos humanos duran-
o (o \< D !+ r

(¡)

34

.3
no (Rogers, 1980, pág. 66).

I?Eée

O
35

s3t3*
Eiñ*rEr
te la guerra sucia, o bien a través de organizaciones de autoayuda

+§'?qs
rr33=
E-Eíqil

i*+Ét[

=ás,-r
y de protesta contra las políticas económicas neoliberales, (véanse,

&3 P
P

!3+,ü.
16. La desesperada situación a la que se han visto abocadas muchas de estas unidades

o D
tróe?P3
entre otros, Friedmann y otros [1996], Lind [1997] y Radcliffe y domésticas, ha podido ser mitigada, sin embargo, gracias al surgimiento de organizacio-

H
i

i iÉ

-!-EñH
-.aÉo-"i
nes de autoayuda, algunas de las cuales llegaron a adquirir dimensiones realmente asom-

iJ90áq
Westwood [1993]). Asimismo, la tendencia a una progresiva femi-

¿í¿¡
o,loPñ*

!-o:'u
e
brosas, como la Federación de Comedores Populares Autogestionarios en los pueblos
ril:

!l=i
nización de la pobreza se ha hecho todavía más evidente durante

P
jóvenes de Lima, que coordina unos 2.000 comedores populares, con capacidad para ali-

q
mentar a 200.000 personas (Lind, 1997; Tanski, 1994).
E{ü,4=ó,i; e-E:., I}FBcíiBi

$;qqá§gq+

!*$it;§[[
- -: áa:ó'o

x-
El decenio que Naciones Unidas dedicó a la mujer se basó en el

Ég[?g:4:r
gE]s,3;][F
Éí +í;+E 3rF i+EEá,3i§ f 3 [Aqf i§'Éa e +e!-

[;*;]r
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[E $i§á1 iÉÉ *r É r§ [Éá I

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3 r i I i [iá [ [á r +$+{ *E +fi esf ++i il+H ÉÉñ is

á:*ÉgF;iisE
irBS$r{ iilÉi 3É liEigÉi $iÉÉ$i

z-q,+Ei,Fqat
Un primer intento de superación de este sesgo androcéntrico,

a fE **rq iÉg;E [Ér+iiáiE§E

[iilBli[-e;

a$s43i$ Hii} sr+q€F;;€


AE YÉ sq&t$trriE
3it*ÉgflB ;=-;s ságs;E]:=
i * §'
ge Fs

qEs;g+8üa
eg8
supuesto de que el mejoramiento de la situación económica de la

- Ú.-L¡
la aportó el enfoque denominado Women in Development (WID),

rD I -b só;É!

YE:á,DBIH,
@
o =
mujer iba a fluir automáticamente de la expansión y difusión del pro-

;k==a=oo,e
, E

B s
e;
adoptado por instituciones como USAID; sin embargo, partía de

6iiiúdqió2c

e
ceso de desarrollo. Sin embargo, hacia finales del decenio, fue que-

EÉ t é
= fl ?
*, s
una premisa harto discutible, según la cual, la situación de inferio-

op0 o
dando claro que el problema lo constituía el propio desarrollo. La

r:ru]
ó o o =.a
q ñ.á

E'9
ó o o.5 3.3I
ridad económica y social de la mujer en el Tercer Mundo se debe- insuficiente e inadecuada «participación» en el «desarrollo» no era la

6 ( :
ó é 3 ig=Ii;

r=o o
,- a 3;
ría fundamentalmente a su exclusión del desarrollo. Por lo tanto, la causa del creciente subdesarrollo de la mujer; más bien lo era la forza-

r5
Antropología

9.
á
*E
Introducción

á6'
del desarrollo
solución propuesta pasaba por su incorporación al desarrollo a da pero asimétrica participación en aquel, por la cual soportaba los

i
rgiE,á +3 í;EE*§ilEE

<
q
3 € -.o ñ- costes pero era excluida de los beneficios (Shiva, 1995, pág. 30).
F
través de unos proyectos específicos que le permitieran obtener
n

¿: €-*$9
q+ñ'f
=,B

{3qriü+r" Éi*E;E*r Igɧi

*aa=
iq: a:[ 1€;';;Ii $lg'ü
ingresos. En realidad, en muchos hogares de bajos ingresos, la

§:§tsll[Íi +l5E
8q€ iÉqlq

ágE
o,
á

rri
*E

r.

ó..'-ñ'P
* A o 9',
mujer desempeña un triple rol, no solamente reproductivo, sino Los planteamientos ecofeministas popularizados por autoras

f-.

.g9+
q+É
5 ; <ó
E $

=.
),.(.o
también participando en el trabajo agrícola y/o en la obtención de como Vandana Shiva llevan esta crítica todavía más lejos, identifi-

q
J

rUl-p
9ig=

i á
330

a P
ingresos adicionales (en el sector informal, por ejemplo), y reali-

,, x
cando el origen del sesgo androcéntrico del desarrollo en los pro-

:
:*a
I §

?
tr=,D
Q -DF ó;e [ü=
zando asimismo un trabajo comunitario para la provisión de servi-

9
i &i

o
pios fundamentos epistemológicos de la ciencia occidental:

or?8,,?f; drñ+i Ex+É;q;-


S3

cios básicos (Moser, 1989), de manera que muchos proyectos de

§dgqsqe
§Hg[§r¡
]gf is[;lÉá:= Eq]3-:;]
s$;i!=qü
p§;
h.

g=E X
1áE€i5;
á lr
AQH

_
d

g:
generación de ingresos se convirtieron en la práctica en una Vistos desde las experiencias de las mujeres del Tercer Mundo, los
3 q,ff TE;1:H

o
!g.X

§,

á
qilq fl"-=d*31{
modos de pensar y actuar que pasan por la ciencia y el desarrollo, res-

(-=.+58:ij
+f+T

carga adicional y, en definitiva, en una forma de sobreexplotación

r
i ÉK gá

-+.
o
pectivamente, no son universales, como se supone (...); la ciencia y el

ñstjooei
ó: r e3-ü
del trabajo femenino (Lundgren, 1993).

il f a 6 ; rí dg q e H.? g il g ÜE

§q=gFE3
* E oE.á'ñ § o'+ ü EE

ñ -, r o-

o
desarrollo modernos son proyectos de origen masculino y occidental,

ig;.if
El enfoque WID partía de un análisis similar al que fuera popu-

$a'$i+1;

=
tanto desde el punto de vista histórico como ideológico. Constituyen la

¿ -^o
gI +§
co B'= i c ó e á i¡ 8 {

larizado por Ester Boserup en su clásica obra (Boserup, 1993).


i

última y más brutal expresión de una ideología patriarcal que amenaza

3i
3 0, o o a !D I p

grsr +ÉiÉ

Boserup creía que la modernización de la agricultura tradicional en

¿3:
iigflÉ

con aniquilar la naturaleza y todo el género humano (Shiva, 1995, pág.

:-.
o-Q*6

^.
el Tercer Mundo, heredera de viejos prejuicios coloniales que infra- 22; véase, asimismo, Ferguson, 1994).

gq=i+nE9.ilal;
ie;[;3BÉ[É6[a
3'i#3áq;
valoraban la aportación laboral de la mujer, había representado, en
+$ü[i+*

[É+
f$É[lü*tfiaq3É
on;:lrHqE€[:e
+Éfrils;Íiriss
sr;-oE ñ E,§:5'1

g ? E 6 ó ó' 3 ñ ií.
la práctica, un deterioro de su situación social. Sin embargo, la expli-

áo-k+

á.iri€ qá :
Actualmente disponemos de más información sobre el impacto

D ^1 i
L Y'o ó-[e
X

3,Ui >eÉ;39'83=B
cación de la autora era que el factor crucial de dicho deterioro sería que las políticas de desarrollo rural implementadas durante las últi-

Y t
ói6
) ñi.
rliigiü-n5É $.ñ

[ÉÉ€

el acceso desigual a la tecnología moderna, a causa del empeño de

!,
t

mas décadas han tenido sobre la mujer, dando lugar a fenómenos


És5iÉEE+iI
" i *[fi
3';3

o-
ñ
= =;_áH=
los técnicos y autoridades coloniales en fomentar el trabajo agríco-
t

e:. l.=o o D *+(o o


como una creciente sobrecarga de trabajo a consecuencia de las

(o J Y < o -a-a "' ó !


=
q
-x [=9É

oNo="=bl$n,eáÉ
la masculino. Boserup creía firmemente en la modernización (algo

q .*'3
largas ausencias de sus cónyuges migrantes. La creciente vulne-

-o*fr-ooo^--Áior-o-oÓo

l=lAé.geoHÉi-xá+
o N --7ó ó o-er=E
=. =. *ó o [:.
3+=8 -i 33

. 3 H'o-§,- +i

más fácil de entender si tenemos en cuenta que su libro se publicó rabilidad y dependencia económica de las unidades domésticas

"
x o *'- e ..
9E É.3

«?

qHr

originalmente en 1970), y se mostraba convencida de los beneficios

ñ H +;u
campesinas respecto a ingresos externos (agravada por las políti-

tE
S + E'H e
+Fü Eñ'+{
g
o

que podía haber representado para la mujer la introducción de la


Cr)

36 cas neoliberales), ha generalizado durante las últimas décadas la


CD
37

=iñEe¡!=Ed
=.

ü o' P

3
agricultura comercial si no hubiera sido excluida de este proceso.

=:'6

3x'3-)
= =F;
I3;

pluriactividad como estrategia de supervivencia y ha estimulado la

=
o+"'o¡;Á-

5-rrae

á
ij:ée
E r§
;'6f*='§)

f-f*-oo-ñ?q
.,:é6

En realidad, el acceso a la educación y a las nuevas tecnologías no migración a las ciudades. Aunque en términos relativos sean las
rD :

al'<o-pl

.)fC=ñLl-

o -o € I
<ó.ra*q

:)XC(Disa
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3:5
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puede ser considerado como solución independiente a los proble- migraciones masculinas las que han recibido un mayor seguimien-
; Ir

BF {
N'óó.)o(D
a p6

9,E
o

s

aq

[;1
mas de desigualdad, subdesarrollo y marginación experimentados

-!*
to por parte de las ciencias sociales, la migración de mujeres cam-

a-o
E

=
por las mujeres del Tercer Mundo: ó pesinas hacia las ciudades (generalmente, para ingresar en el
$'§g
servicio doméstico) reviste un especial interés en razón de su

+[á $i

&; ; 3 *q á *+3}3ÉÉ *i* rIut *; *e§ iláil á+3


$§3fr §i
IIEgÉí
cir de forma totalmente arbitraria una imagen monolítica de «la

íÉ a[á I

it qi[]it*isHi,ii*
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g q: i; ? q * fÉ=H f; l *; l q t
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ryüa il+iiiitS+i-

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T!
mayor precariedad vinculada a la problemática de género (Biaggi, mujer del Tercer Mundo», definida como ignorante, pobre, analfa-

S.r 3 [.ü if á;f +


en este volumen). beta, tradicional, doméstica, victimizada y frustrada sexualmente,
Otro importante debate dentro del enfoque de género, cuyas por contraste con la autorrepresentación que de sí mismas se

=
implicaciones tienen especial incidencia en el ámbito del desarro- hacen las feministas del Norte como educadas, modernas, libres,

u*¡g
llo, es el de la articulación de las contradicciones de clase, raza y Antropología y con control sobre sus vidas y su sexualidad. Mohanty critica el

q9.

e
Introducción

q>

-a
dD
del desarrolb
género, asociado al problema de definir coneptas-y-estrategias discurso feminista occidental por utilizar la categoría mujeres

IEÉíg[[BB

H.Aiil*et s Eaá á +á ái q,Ei :* 8- lr*I.i;.fi


de género válidos transculturalmente." Las críticas de inspiración como categoría coherente y predefinida, en base a la cual se defi-

=tqEq$+üfiE.

liiiáÉiIBB
foucaultiana al discurso del desarrollo, han introducido nuevos ne a las mujeres del Tercer Mundo como sujetos situados fuera de

l+ií9{1+*[§Éáí[
puntos de vista sobre las relaciones de conocimiento y poder en las relaciones sociales, en vez de contemplar la forma en que

l*§ífÉ[iÉ[ íáiiííɧÉ'gIÉ[t[[f
el trabajo con mujeres por parte de las instituciones de desarrollo dichas mujeres se constituyen como sujeto a través de dichas
(incluso en el caso de aquellas de orientación feminista). Desde relaciones, y por juzgar de forma etnocéntrica las estructuras

.)q.
esta perspectiva, la creciente integración de la mujer en el discur- legales, económicas, religiosas y familiares del Tercer Mundo.

u6i[§[ág;§
so y las prácticas del desarrollo desde los años setenta, ha pasa- Por último, otro aspecto que ha recibido una creciente aten-
do de la situación de invisibilidad a la producción discursiva de un ción, es el del papel que las organizaciones de mujeres de base

*itr+sE§?[É
+i;

xpRe
g?gE

sujeto-mujer que ha contribuido a crear nuevas formas de suje- deben desempeñar en el proceso del desarrollo. Si bien durante
ción de las mujeres del Tercer Mundo (Escobar, 1995a, págs. 177 los últimos años numerosas ONGs han venido asumiendo un

r e ie¡Éiic,i:
y sigs.; St-Hilaire, 1996; Parpart, 1995). enfoque en términos de empowerment, fomentando movimientos

ailé[rfiÉ; +r$;É.+Éi€

rrq+€

[t
Chandra Mohanty (1991), por ejemplo, analiza la forma en que reivindicativos de base desde el trabajo de concienciación, institu-

*<o

t
la mujer del Tercer Mundo ha sido producida por los textos femi- ciones internacionales como UNICEF, agencias gubernamentales,

i& +a; rE i H igi $Eí


nistas occidentales, a través de la apropiación y codificación del o incluso algunas ONGs, siguen aplicando el denominado enfo-

i
fl; í3q a q E: §:
=

b
conocimiento sobre dichas mujeres mediante categorías analíti- que del bienestar, de carácter asistencialista, que contempla a las

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B
érñ++ÉÉa*§E n $e F *E

o
* $ $ 1s

3{.
cas que toman como referente los discursos feministas de los paí- mujeres como receptoras pasivas del desarrollo (más que como

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e : 3+'iu :;r;r*i

¡
8F*FeFt i€ É¿ Ée + [

ses del Norte. Para esta autora, nos encontraríamos ante una

-
participantes), y enfatiza la maternidad y el cuidado de los hijos

3
e
relación de colonialismo discursivo, que aplicando una lectura

t+
como su rol fundamental. Partiendo de este planteamiento, dichas

q
g
etnocéntrica y reduccionista de la heterogeneidad de condiciones instituciones recurren a las organizaciones de mujeres únicamen-

I
n ÉqE u*EtE

q
de vida de las mujeres del Tercer Mundo, habría llegado a produ-

;
te como un canal vertical para la entrega de bienes o servicios

á o ord.¿
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:
(Moser, 1989). Uno de los ejemplos más conocidos —y más con-

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$9[+;[i
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17. A partir de los años setenta, numerosas voces críticas se han alzado desde el Sur para

$; ñH' r
trovertidos— de este enfoque, lo ofrecerían los Clubes de Madres

3
o

F : d $ É $€
s
criticar la pretensión de determinados sectores feministas del Norte de decidir unilateral-

EoEtrt
38 que han proliferado por toda América Latina a partir de los años
@
o)

mente las necesidades de las mujeres del Tercer Mundo y las correspondientes líneas de

[til*l
39

(o
(D
actuación, Se ha acusado a dichos colectivos feministas de desvirtuar la agenda de los foros
sesenta, asociados a los programas de donación de alimentos o

:
internacionales, imponiendo una perspectiva que despolitiza la pobreza de la mujer del Sur,

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R
;' ao
6'x
evitando referirse a la desigualdad estructural del sistema económico internacional, y de alimentos por trabajo, fenómeno que analiza González

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planteando en cambio el control de la natalidad como una vía fundamental para la "libera-

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ción de la mujer en el mundo subdesarrollado. Estas discrepancias han dado lugar a encar- Guardiola (en este volumen), destacando el carácter vertical y

4
ÉÉ

nizadas discusiones en el seno de diversas conferencias internacionales sobre mujer y

il
jerárquico de dichas organizaciones, que genera relaciones de
desarrollo celebradas durante las últimas décadas, como las de México en 1975 o

la
Copenhague en 1980 (Johnson-Odim, 1991). clientelismo y dependencia.
B-!, -=q peÉ'=i o 1

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occidental entre las sociedades «tradicionales», así como la

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5. Salud

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r3 ÉtiÉÉs[ÉÉail[;
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9.3 rf E,á
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amplia gama de reacciones locales (que pueden oscilar entre la

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i+ [.§[gE
incomprensión, la reformulación, la adopción selectiva o incluso

rti í rÉ [É Í§gIg ri
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§sTÉai;;ra'+$$üá;á a É ;; i i* + $e'*E iÉÉE:í [ + $ +É

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A pesar de las pretensiones de la medicina «occidental» (también

ÉÉ
la abierta resistencia), ha despertado el interés de los especialis-

i:AÉÉ:ii3i§;rrsrilí : $ ¡ H q * fl H I { E á 3 I¡ ; ! :
designada como biomedicina, medicina científica o cosmopolita)
tas en antropología de la salud (De Kadt, 1994; Frankenberg,

s+[qH';f+€
de haber desarrollado un corpus de conocimientos de aplicación
1980; Shimkin y otros, 1996; Tucker, 1996b).

E
universal,l» lo cierto es que su encaje (a través de determinados

9.
e
tntroduccbn

o !_o.
Antropología

í
dD
o;
del desarrollo
Los profesionales de la salud que trabajan en zonas rurales o

f{
programas de desarrollo) en realidades sociales y culturales dis-

[g á i [á + iÉ iE+; ; f
tintas de la del mundo urbano, capitalista y desarrollado ha reve- periurbanas del Tercer Mundo se enfrentan habitualmente con

!
situaciones con las cuales no están familiarizados y pueden expe-

[; H i;'g.

$la;[áAsirgtxn
lado un alto potencial para el surgimiento de conflictos. La

1[3[i éf,+Ér6f 3+r+llIf


@ r:Y'P
a

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ÉE
intervención sanitaria puede representar implícitamente la medi- rimentar serios problemas de comunicación en la relación con sus

á.il;.a-
pacientes. La concepción hegemónica de la medicina que dichos

Iláüq'
; q : d á u$+l3+tl
calización de determinadas conductas o esferas de la vida coti-

"',ó ü,¡
profesionales representan puede entrar en conflicto con prácticas

{t +q q A q r=;:E
diana, la transmisión de nuevos valores y explicaciones de la

{ ;; j;1
realidad, y la alteración de prácticas habituales en áreas tan y saberes alternativos locales, las llamadas etnomedicinas o medi-

d h-:
d
mediatizadas culturalmente como la alimentación, el ciclo repro- cinas folk. Durante mucho tiempo, la biomedicina ha contemplado

+ii*+Érl *t +áirr r¡

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i§ áaiiiii¡ñi;tr+xn i *É g:= É * r los sistemas médicos de las sociedades tradicionales como un
F;

ductivo, la vivienda, la educación infantil o las propias relaciones

o- p
reíiEá+4,'1ÉiÉg+ i ]? í[a s ü
;
3 á:
conjunto de supersticiones primitivas carentes del menor funda-

f ÉáÉil+
maternofiliales. Lamentablemente, este tipo de intervenciones no

q
[il;Éq

mento, generalmente no ya ineficaces sino incluso contraprodu-

=r:c=ersyqs'40.---=ñ FsE i-iFq ñ:


siempre suelen contemplar el análisis detallado del contexto eco-

Joq
++-;
centes. Sin embargo, varias décadas de investigaciones en el

§§lÉgaÉtí,g[ííEgí[ [EÉi í
lógico, social, económico o simbólico en el cual se inscriben las
r;*

o +-¿ia ñ
ii'qls=álrsA+iá¡l: aJ3Ef
prácticas o las representaciones locales, y tampoco sus diagnós- campo de la antropología de la salud han aportado abundante
ticos suelen ser tan asépticos o libres de prejuicios sociocultura- información, en base a la cual podemos contemplar dichos siste-
*[
mas médicos desde una perspectiva muy diferente. Las terapias
**[§3tEEIs+:*q;aál ü *
§Eir!#ss33§ü+4¡i3 Éá

i:sÉir;r**iiü[;i '3ii=
les como pretende el modelo médico hegemónico)» El riesgo de

ü:gLt=efdqff:-"rta§ 19
+

folk frecuentemente se revisten de conductas ritualizadas o de


§sÉsgÉ;sge$i+á+ÉBá s3:

choque cultural inherente a la expansión del sistema médico

ri
ii

á
=
s
invocaciones sobrenaturales, lo cual ha llevado a algunos obser-
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i[j¡*ii4;r¿#];sr
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=5á5;gfEtqiB-F8S
18. Admitir la unidad de la especie humana por lo que se refiere a una serie de funcio-
nes biológicas, no implica necesariamente que dichas funciones deban manifestarse de
manera uniforme, puesto que también entran en juego las adaptaciones biológicas y cul- caces que hagan posible contrarrestar la acción obstaculizadora de esos hábitos...»
turales a ecosistemas específicos. Así, por ejemplo, algunos autores han defendidó la (Gamio, 1948, pág. 108). Entre las principales líneas de actuación que se definieron, figu-
hipótesis conocida como Small, but Healthy (=pequeños, pero sanos»), según la cual, los raba la erradicación de bebidas indígenas como el pulque, y la extensión del consumo de
parámetros de peso y estatura que utilizan habitualmente instituciones como la FAO o la leche, considerada como el alimento perfecto. Pero tal programa, que se estrelló contra la
OMS para valorar el nivel de nutrición y de crecimiento (basados en estándar propios de activa resistencia de la población indígena, se basaba más en prejuicios culturales que en
un riguroso análisis de la dieta nativa y de sus posibles carencias: para empezar, la gra-

$iEiflEfÉ
f,Eüttátg +ei
las sociedades occidentales), no serían aplicables a poblaciones adaptadas biocultural-

I Ñ:
mente a contextos ecológicos y socioculturales muy diferentes. duación alcohólica del pulque es relativamente baja (en torno al 4%), pero en cambio, su
u$a;3s¿E; f

[§*[+EÉÉr

41 elevado contenido de carbohidratos, sales minerales, y de microorganismos que ejercen


§
o

19. Un ejemplo del carácter etnocéntrico de algunas de estas intervenciones, serían los 40
programas para mejorar la alimentación de las poblaciones indígenas emprendidos una acción muy beneficiosa sobre la flora intestinal, suponía un interesante complemen-
durante décadas por el Instituto Mexicano Indigenista y el Instituto Indigenista to de la alimentación local; además, el consumo del pulque reviste un profundo significa-

19..9 l:;d
Interamericano, partiendo de la premisa implícita de que la dieta indígena (cuyo estudio do social y ritual entre los pueblos de tradición nahuatl (era utilizado para usos religiosos
era todavía muy insuficiente y poco riguroso) estaba condicionada por algunos hábitos y medicinales en época precolombina), y se obtiene del maguey, uno de los vegetales de
tradicionales de efectos perniciosos; Manuel Gamio, por ejemplo, consideraba que una de mayor utilidad económica para las poblaciones rurales del centro de México; y por último,
el consumo de leche generó serios problemas gastrointestinales, puesto que las pobla-

[1E
las principales tareas de las instituciones indigenistas consistía en Ridentificar los hábitos
alimenticios pretéritos que se oponen a la reforma de la dieta consuetudinaria y con ciones amerindias (al igual que muchas otras en Asia y Africa) generalmente carecen en
mayor motivo a su radical substitución, y su solución está en formular y aplicar medios efi- su metabolismo de lactase, la enzima que permite la asimilación de la lactosa.
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vadores a interpretar, erróneamente, que son el producto de una

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laboratorio han demostrado su capacidad para destruir los pará-

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«mentalidad mágica» sin ninguna base fisiológica. Así, por ejem- sitos del género Leishmania.

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plo, algunos autores que han investigado el llamado síndrome

ü Hq'= X +€ E'*
Muchos de los conflictos o resistencias generados por la

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calor-frío entre las culturas indígenas mesoamericanas han llega- expansión de la medicina cosmopolita se deben a que la enfer-

tÉ s*+És x+:+*n}r{ *[r;


]ir+qɧi+Xa*-*-3ÉE
do a la conclusión de que el sistema médico nativo, que prescribe

I r r;

ÉÉ $q É[HE* iBi 3í[*EÉ írr:',r€ [ii


medad también implica una construcción cultural. Este aspecto ha

6o
o prohibe la ingestión de ciertos alimentos o bebidas en determi-

lilqs;táÉi;5iF*É'ii;§u*,seE -.i á:
sido señalado por la antropología de la salud, que establece una

É5
Antropología Introducción

E
a
I
j
del desarrollo
nadas condiciones para mantener en equilibrio la temperatura distinción entre la enfermedad propiamente dicha (disease),

§áf;irig5[g§§ii

-
í iio,
=€aEFÉ
corporal, cuenta con una base fisiológica: desde este punto de entendida como una disfunción o desadaptación de procesos bio-

:'üqi
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r
[F
vista, las prácticas indígenas constituirían un sistema de medidas

i
lógicos o psicológicos, y la dimensión cultural de la enfermedad

*
profilácticas eficaz para evitar trastornos tales como edemas,

[É +EiÉi
(illness), esto es, la experiencia de la enfermedad (o de aquello

l¿=

qe-H
Ila r g ] i rrá
colapsos o hiperpirexias (McCullough y McCullough, 1974).

B B'
que es percibido como enfermedad) y la reacción social a ésta: la

i:

X ó
Una de las esferas del conocimiento médico local que más forma en que la persona enferma, su familia y su red social perci-

uTeii
É r¿aE

ry
* SH
U +; = [g+B
posibilidades ofrece a la investigación aplicada es la etnofarma-

I ó : * 3 o € 3 5 -- É
ben, clasifican; explican, evalúan y responden a la enfermedad (A.

rfi9 ÍA § 3s { #as e'; <-o d ó 5 u ::


lr
a'i-8;r-

o llrY
cología. Los estudios de etnobotánica han documentado que las Kleinman, citado por Frankenberg, 1980, pág. 199). Esta dimen-

l;E
3 [ il + E 3 3E + gÉ y
poblaciones tribales y/o campesinas pueden poseer un conoci- sión cultural todavía es más evidente en los llamados Culture-

=* Éig$ryü[fÉÉÉilái
ign [É r fr
miento extremadamente sofisticado de su medio ambiente, inclu- Bound Syndromes o «Síndromes delimitados culturalmente»,
+a

yendo extensas y complejas taxonomías vegetales así como


[tE;
conjuntos muy específicos de síntomas, que no constituyen nin-

\E-
+;f
=,+c
información sobre sus posibles aplicaciones terapéuticas. Entre gún trastorno tipificado para la medicina o la psiquiatría occiden-
+ 3,8 3 É 3 $ 3

$
+e*

los resultados concretos obtenidos en esta línea de trabajo, tal, pero que son identificados y reconocidos localmente como

*
g ri 3E;iÍ*;+3
cabría destacar la investigación llevada a cabo por el ORSTOM patologías, con una etiología, un diagnóstico y una terapia social-

g]Éi3
Iq$ilii€3;
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= :-ñ
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r§+É
en la Amazonia boliviana (Fournet y otros 1995), donde los
$§fÉári

mente definidos. Uno de los síndromes más extendidos en las


investigadores franceses obtuvieron de los Chimane información
fr'§ = 3 *iEñ
[i rr

zonas rurales de América Latina y más estudiados por antropólo-


sobre' un vegetal local, la eventa (Galipea longiflora), que dichos íi§ gos es el llamado susto, fenómeno explicado localmente como la

Hu
indígenas aplican en forma de emplastes sobre las picaduras de
i§ 3'q

d 9€ o- o +
pérdida del alma o es6f cia vital a causa de una experiencia trau-

Í*:t o-q).=-f

e

los flebótomos, vectorés de transmisión de la leishmaniasis. Esta mática; aunque aparentemente el susto no sería más que una

: ]*:: ia
.?3.*5ó0-;

enfermedad, que provoca graves cicatrices indelebles en el ros-


3Ái+rr++[É

+3 ɧtErg It

escenificación de la inadaptación social de los individuos que lo

$;ai:
q
3i É:il, $ i : ;

=:'ü
+'¿e-Ei
tro de los afectados e incluso puede resultar mortal en su varie- padecen, lo cierto es que suele ir acompañado de un deterioro
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o." .,,o-o=sr

o.Y.S
dad visceral, constituye uno de los principales problemas

LíH
= * iiÉ

real de su salud, demostrando así la compleja interacción existen-


iiI§ il

sanitarios de los colonizadores asentados en el trópico húmedo

5 §.e É ¿ F á
HoqXÉo¡3= -.

s:
te entre los factores sociales, emocionales y biomédicos, y la

u á,
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3 D l*+ñ;

gg E , il H ü
'R

[rs'á = =.
sudamericano, y hasta el día de hoy ha venido siendo tratada con 42
§

f
necesidad de un enfoque interdisciplinario de la salud (Rubel y

c
43

o
+ In [$

fármacos de alta toxicidad (generalmente derivados del antimo- otros, 1984).


¡393-8R-o.

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*e*'r
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nio) y de precio totalmente prohibitivo para el limitado poder
roX-o^,i$=

Aunque los profesionales de la salud han estado inclinados a

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+ñ3D:
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q)onfo-+o-

ó o.o
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adquisitivo de las familias campesinas. De las muestras de even-

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1r
§, o
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creer que la superior eficacia de la biomedicina rápidamente

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ta recopiladas en el trópico boliviano, los investigadores del ORS-

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desplazaría el uso de terapias tradicionales, una abundantísima

r;
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TOM han podido sintetizar alcaloides que en experimentos de literatura etnográfica ha documentado la adaptación de los sis-
+É+t;}É ái$[É[l*l[¡ iÉÉá[üá5::irÉÉ §
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al individuo en el cosmos y guiándole a través de la realidad de la jerar-

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temas etnomédicos al nuevo contexto creado por la extensión

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quía social y la desigualdad (Gossen, 1994, pág. 567).

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5
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de la medicina occidental, y aun incorporando determinados

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Precisamente, el contexto de desigualdad social, pobreza, y

ii i3sirs;t

A6 I+g= !: r[]tgil*a;i+*srilH
+a'i ñ= oa e= o3 do
aspectos de ésta, continúan teniendo una notable vigencia en
marginación en el que viven amplios sectores de la población

ÉÉliÉáH S*ü*€
muchas sociedades del Tercer Mundo. Esta situación ha sido

r; *ÉqiiH
f

o or
ñ E P +:-;,Á
definida por los especialistas en antropología de la salud como del Sur del planeta puede poner al descubierto el carácter aso-

o.

=9
s_*si
cial, biologista y tecnocrático de determinadas intervenciones

^ -- !.9;
pluralismo médico20 (Bastien, 1988; Benoist, 1996; Chiappino, 11ón

iIr;
Antropología

a5


t 3 o =;

=9
deldesandlo

--(f
institucionales en el campo de la salud. Howard y Millard

4
1997; Cosminsky, 1983, y Crandon-Malamud, 1991). ¿Cual es
(1997), por ejemplo, documentan en su estudio sobre un pro-
Ái
la razón por la cual sociedades ya familiarizadas con la medicina

q;E'qúsrgB-i
*1§iF3$lá
D Eá +[E
grama de prevención de la desnutrición infantil entre los

o a'*oq'=
q
;'Hé€
occidental siguen recurriendo a modelos tradicionales de repre-
O

§)

*ls ñ l+ÉEi + ;+
Chagga de Tanzania los prejuicios del equipo médico, convenci-

;=ia.
=
sentación, explicación y curación de la enfermedad? Sin duda,

ó P
i
a

N o, f, §, rIti$E
i$Ett§t[[[i§
ro
do de poder mejorar la nutrición de los niños con más educa-

5 .< ;' Y !r iri A) .< ó


[;* ÉE
una de las razones fundamentales de la persistencia de dichos
C

9- §, ñ* o ñ!
ción, planificación familiar, y una creciente medicalización del

E d-=ó:a--¿--
oH il3 i+ü
sistemas sería el carácter biologista, individualista, ahistórico y

-:';
0) a

F;ñe
cuidado dispensado por sus madres, a quienes se culpaba
3§;€EE;ag fiQ "Tn i*i 3

iB 3 ]--;E

1H

r +igÉ*i[É
sp ¿&+:
asocial del modelo médico hegemónico, que contrasta con la

ñ E BÉ.::';.áE g FII e &5 n:5

p-

il-{
implícitamente de ser las principales causantes del problema.

$¡ lr'r3É*ü;;i; ri*3[Éi,r;,
concepción holística de la salud y la enfermedad predominante
.)

+ü.T-
En esta misma línea, el trabajo de Nancy Scheper-Hughes (en

+
: Ta*i§,ü
en dichas sociedades. Para muchas sociedades indígenas, la
:

x + x + = R il á:
='(D

g
$
eL
identificación de la persona con un cuerpo individual y autóno- este volumen) sobre el trasfondo sociocultural de la mortalidad

§ilsii:
$= ¿13 q J r+iFs§
3-

[F3=iq É:-qI Eo{d : ls:

=t =
qd

se&=-is
infantil en poblaciones marginales brasileñas, nos permite

p -
mo resulta culturalmente inaceptable; desde su representación

E3i
O- f

16.I
recordar que, detrás de las escalofriantes estadísticas de mor-

é:§
de la salud, la enfermedad actúa como un metalenguaje social, y

[: I
.l':

dSüñ=S
talidad infantil provocada por la diarrea y la desnutrición, y
I I e

*
por lo tanto, el origen de la enfermedad y su curación revisten
a¡ C -O

Peiali$[ÉÉ Fi; detrás de la actitud de aparente fatalismo de las madres de las

o
1,,,

s
:r-ñ3 YE
il

iÉÉ e ta *[ iÉ t¿iÉ-ñ;

g;ñ ñHIiHñlf
un carácter marcadamente social. Tal como ha expresado Gary

Q
ó'

favelas, se oculta en realidad el implacable funcionamiento de

a 0 J - - -.
Gossen a propósito de los Chamulas de Chiapas:
!

i:=EaT+áC:
+qs.ñÉ

*" f 3 É - frt A f q á $é 8
toda una maquinaria de explotación económica y de exclusión

qs:
Sq-#
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Hó6$ÉiÉgiI

ñ!qá'tiiria
sr;i rF;[+irü§á
$*iiliÉ*ils
ÉiilflgFÉa[

d FH +lI'nE E;_i +E
S
La creencia de los Chamulas en coesencias coexiste y compite

-i r -i o
social. Por esta razón, ningún programa de asistencia que no
diq; á"§+.EEiSia

+arryqái aq:
x.ái;;FEi3

q;:=áF,;ggB

exitosamente con la medicina y la práctica política occidental precisa-


áB q ?4 ;Eg

q.5
contemple en su globalidad el contexto social de la desnutri:

o ;H- pE3 r.9.R


mente porque contempla aspectos del yo y de la sociedad que están
mo ción podrá resultar efectivo: ni los sueros de rehidratación oral

qt'á+:;
pT"9i
más allá del cuerpo individual. En la práctica, esto supone un fluido len-
ni la leche en polvo pueden reemplazar la ausencia de agua

E -
guaje de análisis social e integración social. Por contraste, la medicina b'd ? o r g)

(D
potable, de atención médica adecuada, de viviendas dignas, de
EEñ* 3;ii3!oq,f,

occidental es pragmática, individual y «democrática» en la medida en


3q+af

o I d § 3
que un determinado antibiótico cumple la misma finalidad para un indio sueldos decentes, o de igualdad sexual.
3=gE

o para un mexicano, una persona rica o una pobre. Aunque no recha- El argumento de Scheper-Hughes contra una epidemiología
u1-'=
É

o
o
x

=
o

;e+r+[É
? --o

za la medicina o las prácticas sociales occidentales, el sistema


o
0)

reducida al manejo de estadísticas descontextualizadas de su


q

E:s'd 9.a
X f

§
(n
44 45
5
!-t

Chamula de coesencias busca además estimular el bienestar situando


§
;

-.
=

entramado sociocultural es igualmente aplicable al imparable

= : éI

irIif
+il=eáS
,=Ee^d
peñg==

ñ1ea

o'¡;É
grxE

c-'r?

dlAE
q§i;
t§ti

o-!6 -.§r
avance de diversas enfermedades infecciosas en el Tercer Mundo
á§:sj5

,,-;B;
lgi$
6:.+-
;3éE
ig?!

20. Algunos autores, sin embargo, consideran que el uso del término pluralismo podría

*2-.o--1
(incluyendo algunas como la malaria, cuya erradicación, incom-

á[§
$[q
ilb:s

áB?6'
;i3;

-'ovo--=
Á
o o *-

denotar una relación falsamente igualitaria entre los sistemas médicos nativos y la medi-
;R'-5
N 6:lc

6'-á
9¡i3

prensiblemente, había sido anunciada décadas atrás por la OMS)


1óoQ

cina occidental, por lo cual prefieren hablar de una situación de hegemonía médica o de
ooóoÉ

o;io

-{.i

dominación médica, conceptos que reflejarían mejor la relación de asimetría realmente


existente..
durante las últimas décadas, fenómeno que ha sido calificado en
[í íi $ íiíÉ
itÉÉ3 ] E il+g
algunos reportajes periodísticos como un «genocidio silencioso».

3B


E
6. Desarrollo rural

tr
itÉÉ íÉ1;E¡
Para algunos analistas, esta situación sería un síntoma o un efec-

[ * $ í r í ti¡ É Igáá*ÉáÉEÉ í i íHi i

g[iil S eii z ÉÉ;:,u$trg


EB;+=i+EiiieA
i*[á[

}¡;Ei3ilFil¡ +; r;:$É13 *
[;esÉ*ÉÉ
to perverso del desarrollo y sus contradicciones: por una parte, En la actualidad existe un razonable grado de consenso entre los

$i
3 +;E s
*A
3
++iÉi

3i É$r1[ [Ét+EiÉE E ÉÉE; [?i t[És+É


fffi 3 á]tf;l*
reflejaría el proceso de concentración del capital y la tecnología estudiosos de la agricultura latinoamericana en considerar como

a'
ú,¿ : igq¡'rEt*st n St sga
:'E iq FÉgr+;: a i I [i [1.qñ
necesarios para el desarrollo de vacunas en manos de un reduci- nefastos los efectos de los programas de modernización de la

I
do número de instituciones y empresas farmacéuticas transnacio- agricultura tradicional emprendidos a partir de los años cincuenta,

3+
Antropología

e
Introducción
del desarrollo

t
áiil+Ñ
nales, cuyas prioridades están claramente orientadas hacia otras que han dejado secuelas como: la descapitalización del sector

a n a$ñu § 1; # E q
patologías de mayor potencial comercial, como por ejemplo, deter- campesino, profundizando las desigualdades entre el campo y la

+siÉa[;

Éi[[ütE
minadas enfermedades crónicas más extendidas en los países del ciudad, así como entre la pequeña propiedad campesina y las
Norte. Pero fundamentalmente, la actual incidencia de patologías grandes explotaciones agroindustriales; la creciente dependencia

í§ r 3á í r í í [á1iÉÉÉÉááÉíi
g5$ f 11 [ $1§ i
como la malaria o el dengue (por no citar más que dos de los prin- de las unidades domésticas campesinas respecto a sus provee-

[ [ F[[

i:$ s[cIi:; ÉÉ[i+[r$áÉii*H


f +g í-;¡


=
cipales flagelos sanitarios de las poblaciones rurales o periurba- dores de insumos agroquímicos y créditos, respecto a la obten-
nas de América Latina) resultaría inexplicable al margen de las ción de ingresos no agropecuarios, y respecto al mercado y sus

ñ++;Élg ts;cEflril*á*;
s s; B,Fá5:ÉE,l¡ñ;
transformaciones sociales que han provocado el deterioro general fluctuaciones de precios; la aceleración de los procesos de dife-

?
de las condiciones de vida de amplios sectores sociales, posibili- renciación económica entre el campesinado; la privatización siste-

l§[

q+; q[;§j :-a Iri$iA*aiÉ*[É


:';' *[rrÉÉ:'[;i.

g
tando así su rápida expansión. No hay que olvidar que en Europa, mática de tierras y pastos comunales; la gradual intensificación de
i*E-ir
iilE

g
la_ caída de la_ mortalidad _por enfermedades infe cciosas desde la producción y la desaparición de barbechos y descansos hasta

q ñu== i $ ? E;--ás iÉ
g
finales del siglo xix, no se debió tanto al progreso del conoci- la sobreexplotación y el agotamiento de los suelos; la expulsión de
*$gns$ÉÉ+i§+á'

É[+i[[átr
miento médico como a la gradual mejora para el conjunto de la millones de familias campesinas hacia los suburbios urbanos; el

;*Éérl
a iÉ * [ r

población de sus condiciones de nutrición, vivienda y acceso a rápido deterioro de la variedad y la calidad de la dieta campesina
at

agua limpia: por esta razón, cualquier programa sanitario que pre- y el aumento de la dependencia alimentaria nacional; una mayor

H r tE ilis
vulnerabilidad de los campesinos ante el riesgo de plagas y ries-

ñq;
tenda contener exitosamente el avance de dichas enfermedades,

*+á
$
a:

no debería ser planteado tanto como una lucha contra unos virus gos climáticos; la sobrecarga de trabajo de la mujer campesina, y
o sus vectores transmisores, o contra determinados hábitos de la el avance imparable de la erosión, la deforestación, y la pérdida de
r; ixi

población, sino en definitiva, contra los efectos de un modelo de


$i*É:É*

biodiversidad 2'

q3
Ec[ HHEilrt$
;-3 s [:=u
r+nT;'-ery
desarrollo que ha expulsado de sus tierras a millones de familias La orientación marcadamente anticampesina de dicho modelo

[É$;c i]
Eri#i

HáÉ 3€ . rÉ =
campesinas empobrecidas, y las ha empujado, ya sea en remotas de modernización agrícola ha obedecido, entre otros factores, a
i;

n i ¿;=
colonias en la selva, ya sea en los suburbios urbanos marginales, diversos prejuicios sobre el desarrollo: el prejuicio industrial,

ÉH r

según el cual la industrialización acelerada era el camino más

o
hacia asentamientos desprovistos de los servicios e infraestructu-

='
='i,c
E
sr'

s
ras más elementales (véanse Packard [1997] para el caso de la 46 directo para ingresar en el club de los países desarrollados, obli-

ú6 e' ," + g
o)

47

*=;f

é'-t
+;
gando a la agricultura a supeditarse a este objetivo, a través de
*

malaria, y Kendall y otros [1991] a propósito del dengue).

ó?0 d.:

=
una sistemática transferencia de recursos hacia el sector indus-

*Gs

;ái
É-i

eii
21. Para una revisión general de los debates sobre el desarrollo rural en América Latina,

i
Fernández
véanse, entre otros: Altieri y Yurjevic (1991); Bebbington y otros (1993); Grillo
(1985); Kay (1995); Laker (1996); Redclift y Goodman (1991); y Thlesenhusen (1987).
gE I ñ q ñ 3 3 A -e §r É: oE s ? t [- Í - o * b'B- ., i =' ó - -; ó q
Muy a menudo, dicho tecnocentrismo es, también, un etnocentris-

q +ggIi§áq Iq$$?
icÉ;q 39; ? iE ;iÉ it
3

il;t§;iq[t§a ir[;ái§ áÉáɧ[u


[*

.
s.s.B *.33
I f S S-E-e
; I; :ü ; I s* i $ E É i E
¿r i
É.El.ñ: nitía=*35iÉÉ;;*q,eE 3E [É3;É *ii¡.

q áiil í+:E il¡ +É,


trial; el prejuicio urbano, según el cual la concentración de pobla-

eÉ31 fg§ ñ il§: g fi

E
o-
il§i rH S Éü

=rcBiiE=+ iie iI lÉ¡ á; il i i i a, i;


[3[iárpr*E i +íaae É §q E lÉÉiñ +1$i+r*$+
Ifü r3iiiiÉ iɧtñ
[=4t
+ Ég I É *§ ñ ¡ á : e i q. l=*r 5€,3-+; ; I i * $ É =§iF=
=

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§ E i f q $É

* *¿-iiIiEe1p
+liBf ;3+i á$§;ü[iÉ?i=ÉÉ üt.

Hi rsq;É aÉgtssÉiá +[iI ¿[ [**g§:

§']
u q É'! il ; n q

=,_gag
ü 9-

o
ción en las ciudades justificaba, en términos de intereses políticos, mo tecnológico, basado en la creencia en la ineficiencia de las

3F;

3+^
a b"1,
H
e:
tecnologías locales y en la intrínseca superioridad de todo pro-

óE q óE q áfi*g*
la aplicación de medidas de contención de los precios agrícolas; o

H'
J 0r
ducto de la tecnología occidental (Konrad, 1980). Sin embargo,

É.x
el prejuicio favorable hacia las grandes explotaciones agroexpor-

-e


q
varias décadas de estrepitosos fracasos han llevado al despresti-

r
¡
tadoras, percibidas como un equivalente rural de la industrializa-

ú9
o
E
gio de los clichés desarrollistas, y a una evaluación más rigurosa

3
ai+-il
a +ü§ B $e 3 l*ra,i e€ +§*d
ción; por no mencionar el prejuicio sobre los propios campesinos, lÓ,

&
6i
4
MtropoIogia

t
P6
tr^

E4 Sa§.E
del desarrollo

x'¿
r : **áÉiÉii: 9'6'8
de las tecnologías tradicionales. De esta manera, algunos autores

rsd
percibidos habitualmente como atrasados, retrógrados e impro-

g ü ó-ó : 1-3 E= ;6.


3**;; ll:E
han subrayado la necesidad de seleccionar tecnologías apropia-

f i g:; I
süi$e;-B;'= i á i i o: * I e§
ductivos (Loker, 1996, pág. 75). Víctor Bretón (en este volumen)

;;

B
o-P - P o-

ü
ilustra los efectos de este esquema de modernización rural en das, caracterizadas por criterios como su pequeña escala, por el

F
=
q
uso de un máximo de materiales locales y de fuentes de energía

p
México, país que en su momento encarnó las esperanzas del

s;

=giái3sá$:
B R X:H
descentralizadas y renovables, por su facilidad de manejo y man-

í
campesinado en toda América Latina (con la aplicación de la

:
i;

E
tenimiento, o por requerir una baja inversión de capital: desde esta

f
r
í
reforma agraria más ambiciosa emprendida en el continente),

=
* # d I a I ñ É;- i E +,8 [ 5 i [Ét =

á,:e
6". or 6,E
ü
á
pero que también ha sido uno de los pioneros en la aplicación de perspectiva, toda tecnología aplicada al desarrollo rural debería

q
É
ser ambientalmente sana, socialmente justa, económicamente via-

i
Eáü
i Xo¡ l-o+:
la Revolución Verde, y que posteriormente, con la política econó-

:'iliF.
Y

q
mica neoliberal seguida a partir de los años ochenta, constituye un
- ble y cúlturalmente aceptable (Durán, 1990).

;]
iEña;*g, g * g,E +§ á fl g g
ü

;q
El ejemplo por antonomasia de un modelo de tecnología agrí
g

e; á&r"=iá;-a,Fi
Ét * í
ejemplo del actual proceso de depauperación de la agricultura

=
cola ajen á todas estas consideraciones es el de la Revolución
- oo o.^ @
¡ü

s o qe e 4 É; iÉí+á*á?H,il
campesina

[; 5r[]
i+gÉ;
[il
r

B
=
=

gi [=É}Een : r r
Uno de los aspectos más discutidos del desarrollo rural desde Verde, dériomináción cuando menos irónica para una filosofía del
a

U: * O:

pa
=

ll
ó
desarrollo rural que excluye a los segmentos más pobres de la

.or'= ó ='rsI?E€.3do:_3:
la crisis del paradigma de la modernización es la tecnología Una
aiñ

'
; r á i * * [ i * [t t u i

z 5 o r<E p f*B f--a ai§


población rural, que aumenta la dependencia económica del cam-

,
crÉ*e+siaiiu ;c [ñ
dilatada tradición dentro de la teoría económica ha venido privile-

o- * ? co 5 a + Í {'d i-e 3 S e i
ó-
pesinado, y que ha generado un dramático proceso de involución

i
giando la innovación tecnológica como la variable independiente

[áiÉt r;'$3

:;:á[c
3a

[
ecológica durante las últimas décadas (Bull, 1982; Cleaver, 1973;
3s

i
+ $ rnq ; * Ñ :E

por excelencia para explicar el crecimiento económico, convirtién-

¿
qH
Conway, 1990; Hobbelink, 1987; Perelman, 1976; Sweezey y
o- u
dola en algo así como un Deus ex machina del cambio social, a
:-Q.='-9,{

3
Faber, 1990; Yapa, 1993). La acción combinada del paquete tec-
fl Qi§.¿il

costa de ocultar o minimizar otras variables no menos relevantes, ; ; ;


*;*

?
nológico formado por semillas híbridas, fertilizantes químicos y pes-
qE

o 6 a ?.8 3
como el marco ecológico, el funcionamiento de los mercados
3 e Hs- ñ á a ticidas, ha tenido unos efectos mucho menos milagrosos de los

i 'i; ii f
+a=Eñ uñ=üiE

locales, la organización de la producción, la estructura social o el


g

i= BD so c=^r" i",a€
que se habían pregonado durante los años sesenta. Actualmente,

i
contexto cultural. Esta concepción reduccionista y mecanicista del
$}r3*$iq;
: :i mÍsiü:

o -- e o D ñ g

parece totalmente agotada su credibilidad como modelo de desa-

e$É[$lrf
cambio social y/o económico, calificada por algunos autores
Á' v 9

ñ
TsE i i á ¿
=

rrollo capaz de «acabar en pocos años con el hambre en el Tercer

ñ rr l

o
5
a+8-ia

: KER 35.

como «tecnocentrismo» (Cernea, 1995) u «optimismo tecnológi-

+il-.;_3i€
a: "
6 ñ. s-H q + d

,B;úr9ea

o 6
Mundo» (aunque todavía hoy numerosas agencias oficiales o inclu-

=sc;EE
co» (Norgaard, 1994), todavía hoy puede ser detectada en deter-
§ @

(o
48 49

d'á
iE r á
:eix=+oqó'a
=

so ONGs continúen insistiendo en el mismo callejón sin salida), sin


q

minados proyectos de desarrollo rural que parten de la ingenua

ó áa
premisa según la cual la introducción de un determinado paquete embargo, algunos de sus efectos más graves, como la erosión

6i3
- o-ó'ñ^

á
genética provocada por la introducción de las semillas mejoradas,
E: B

q';:
tecnológico, independientemente de los límites del ecosistema
irÉ
il + i

"'Oo;-.=)

=i á
o el alarmante número de intoxicaciones o patologías asociadas a
it
ó;

local o de la estructura del sistema de comercialización, podrá ele-


+f


+
var sustancialmente el nivel de vida de la población campesina. la ingestión de pesticidas químicos (véanse Bull, 1982, y Sweezey
]l B-
3-iespd &
*'q I : i $ r3 g + 4 i qF i! =i [; f,},q Aá ] a a
r:i
ó e
por ejemplo, para Greslou (1990), el sistema de conocimiento del

- = b- -
o
f iiIi*-r *r! ñr n

1-
3

l:ilñil ;3rÉíf;i;é 3ti;il3+i


¿.
* $á$i gilg. rÉilá[É
§ o E s É; 1,: I É 3 $ e'+ É + il g ü a; ; E É & F't ; * [ 3 q E
i
y Faber, 1990) probablemente continuarán provocando serios que-

f aa ir i a ; ÉÉÉ; a IiÉi [ ÉE5il í;;e [gE r, [ +


i
[ii[E
ri4ie
[3rili$1§E, H$r€Ei;$t

; §; g t.aSé+gfi$i§ ¡ q
s r !' I s I E, e t§ ] i * a $: rE ¡
aq* I
3

-B reE< ü: Eo '4l= * B i + q I E -g i ñ q e q i 3: i g f fl á: $ HÉ i:
ritis§
ilg-

i-as e
; *
campesinado andino y el de los agrónomos parten de dos con-

T<

E
braderos de cabeza durante bastante tiempo.

[i*[

r]iE

á -*: i E
cepciones antagónicas del manejo de los recursos fitogenéticos,

f $ÉE iiE
!L E .!!.
i€
El desastroso balance de la Revolución Verde para el campe-

áE;íss E r.q; sB &;; i

---a

5d# to) f?d a


il EB aB e sú¿rJ Í"-.1.Eie ií58

§'E
s E B: ñ q ñ a

=l á a.'A
caracterizándose la primera por un enfoque holístico, centrado en

t-*3
sinado del Tercer Mundo, ha estimulado una profunda reflexión y

.) Ái O ñ o

g¡ + a+
r
la biodiversidad y la adaptación al ecosistema local, por contraste

g
la búsqueda de modelos alternativos de desarrollo rural, social y

q'E
g

Ie
con el carácter analítico del enfoque agronómico, que prioriza la

o
sñá+§ ÉE [*i aÉi ; :É+ +; É
e
ecológicamente sostenibles. La respuesta más coherente ha sido

}§[

e5
Antropologia

ki F x=
=.
=6
fQ

ó o - ¡Á =. = 7 7
del desarrollo
homogenización y la artificialización de los cultivos. Van der Ploeg
la llamada agroecología, cuyos planteamientos han recibido una

q'fil'[[e:e*+Hr

a §qe:1[É É ü +3[+"9-=sii

-i B
il::;i:

ó
(en este volumen) analiza, por su parte, el papel de la metáfora en

t€E
8 á: Afi ¡--'Iiñ

;
&:;;_Y;gE

!* X -
É + ¡i
creciente aceptación en América Latina durante la última década

; e o io e
= = ^qE,
los sistemas andinos de clasificación y comprensión de los recur-

ñé.Q
(véanse, entre otros, Affel-Marglin y PRATEC, 1998; Altieri y
-< t\

giÉ[=[iíá

qr

t 1¿;É;=3üE
sos naturales, y la complejidad de las estrategias campesinas de


q
Yurjevic, 1991; Durán, 1990; Rengifo, 1991; Rengifo y Kohler,

=
producción; pero este conocimiento campesino es percibido

+*F;3::
J
1989; Rist y San Martín, 1991;Toledo, 1992; Toledo, 1993). La
.) -O 0¡ -

E
FE í st- i [e'É: 5 $ + +
e

9- I q b,?íH,i
como un «obstáculo para el cambio» por el personal técnico, por

^ I
iE
!9 !+ ? o D. + X r
agroecología ofrece un nuevo enfoque del desarrollo rural que

= += P q
=
entrar en inevitable conflicto con las formas de «planificación

áB
ri
pretende compatibilizar la productividad agrícola con variables

*_
=
científica» de la agricultura. El artículo de Van der Ploeg nos ofre-
como la estabilidad biológica, la conservación de los recursos

siilü*ü iüt Éi l

3uüiisIti!ueiEaÉÉ


3áEÉ
ce un excelente ejemplo etnográfico de la Revolución Verde, que

; ^ iÉe
t
naturales, la seguridad alimentaria y la equidad social, recurriendo
o) O O- O f

5::.8

ó--o
desde una irresponsable prepotencia hacia las poblaciones bene-

+lEg;

qo
a estrategias como la recuperación del conocimiento local, la

;:
ficiarias de sus proyectos, continúa extendiendo sistemas de pro-

[{
=
diversificación de cultivos y variedades para minimizar los riesgos

X
3
ducción que incrementan la dependencia económica local y

ó o iñ
q ; üTEil §ñ E-d:
o la adopción de medidas de conservación y regeneración de

+ ar i:
qE'q oE ó:fC- $iiÉFE

*o
*ili! lE;

B +.i$[q

ü i a r i'+; : áB É
o

o
contribuyen a aumentar la vulnerabilidad frente a riesgos agríco-

i
i"f; ilq
agua y suelos. Algunas de sus formulaciones más radicales (asu-
i

ii
[[¡[g[gi§f

las y fitosanitarios.

c,g;litÍÉ*iü3{
"nE-E

-q:
midas por algunas ONGs andinas) van, sin embargo, todavía más

6'-o o = c á*

i3[
O = o. N F I

-
Por último, uno de los cambios más remarcables de las

a rñ' =

=:3 :
rIr
lejos, para llegar a impugnar las implicaciones etnocéntricas,

fr
sociedades campesinas e indígenas latinoamericanas durante

;
antropocéntricas e individualistas de la ciencia occidental, y reivin-

=Pd

+
É ii =

gcE
las últimas décadas ha sido su creciente familiaridad con el fun-

i
q'§

i í'?
dicar el carácter ritualizado y comunitarista de la Weltanschauung

E
s

o
cionamiento del sistema político nacional o de la economía

:.-r
=
e qr; e E, =

.D .^ f
indígena, aun con el evidente riesgo de incurrir en una visión

3L
ñ-

á
internacional. Esta familiaridad se ha traducido en el surgimien-

a! i*['s=+ráÉ
i
esencialista e idealizada (Rengifo, 1991).
I: q 3ií Eq,g [8-9
B
:;=q c I l+[
6a

a

=
qlEn
to de un nuevo liderazgo campesino e indígena acostumbrado a

Ií 3:
F i4 q E ;
E{E 3+E

Otro aspecto que ha despertado una creciente atención es el


rÉ*Éu*EÉ
ñ airlÉ*

actuar globalmente, consciente de que la internacionalización de

tFqq
= 0) = O- O-

r o c N ? o = ñ ¡
lg
de la compleja y potencialmente conflictiva relación que se esta-
fi:-rl+3ü3;

7i
o'-
o <.+.í a - - É
q
sus luchas y la alianza con determinadas ONGs y colectivos del

I
§

qB

blece entre el campesinado y los técnicos agrónomos, que a


qiirÉ í ii

r ú E;;'p á 'u
q
Norte pueden convertirse en una forma de presión sumamente

* E ;etáüB;
i;ÉE*
=
ü=

menudo desconocen el marco ecológico y cultural en el que van


=b<'«jó;ó€;;

o
efectiva (Varese, 1995). Esto no significa que la relación entre

rili? [f
Y. 9r 5
;
1
-o

51

o
a trabajar y tienden a infravalorar la experiencia de los campesi- 50
9)

r':€;

É
=
H

B
=
organizaciones populares locales y ONGs no esté exenta de

1r;:{
óEé.;

nos; pero esta relación, que los técnicos suelen percibir como una
$q3a:
[!óoQqe.*

x áE
riesgos: aunque las ONGs aspiran en teoría a convertirse en la

;:'
EFÉ;
3í4ai

-a".Poñr
transferencia unidireccional de información y tecnología, repre-
Eáiil
=:

s:=,
-

$
ü=o=9.f4

'eB
vanguardia de la sociedad civil (pretensión que ha sido severa-
r;X*ol-§)=

tDr-*-Jic

-
(DÁ'ra!.1

senta en realidad el enfrentamiento de dos estilos cognitivos o


;qg
< a a

A'E;
6).-!!O'^'r

oaOl^fj
Y¿-
q

ü;
mente cuestionada por algunos análisis, véase Arellano y Petras

5:
§t
o
EQ
.;É

Ee
.:E

sistemas de conocimiento diferentes (Kloppenburg, 1991; Long y


:-afo.i

A
D
[1994] y Petras [1997]), en la práctica, determinados estilos de
á

Villarreal, 1993; Hess, 1997; Warren y otros, 1995). En esta línea,


§-s H : §
ñq

$;Iiü]tr*!a;uq r-
trabajo de carácter dirigista o paternalista pueden llegar a asfi-

i + i iáfi+ 3e* a f ts eii # 8 t Eü


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diciendo lo contrario de lo que quiere transmitir. Todo el mundo se

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de connotaciones —y condenada a la extinción—, están transfor-

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mando su agonía en una condición crónica. Desde el cadáver sin

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enterrar del desarrollo, se han empezado a propagar todos los

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tipos de peste. Ha llegado el momento de desvelar el secreto del

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desarrollo y de verlo en toda su crudeza conceptual.

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1. Artículo publicado originalmente como una entrada, titulada Development (págs. 6-

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2. Si no se indica lo contrario, las cursivas son del autor, que las emplea a menudo con

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proposición política y filosófica de Marx, empaquetada al estilo

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formidable e imparable máquina productiva sin precedentes en la

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historia. Ocupaba sin disputa el centro del mundo. Era el amo.

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este hecho: incluso la Carta de Naciones Unidas se hacía eco de de vista de la durante el resto del siglo xx.

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la Constitución de Estados Unidos.

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Así pues, el subdesarrollo empezó el 20 de enero de 1949.

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completamente explícita su nueva posición en el mundo. Y querí-

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an consolidar esa hegemonía y hacerla permanente. Con dicho de ser lo que eran, en toda su diversidad, y se metamorfosearon

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propósito, concibieron una campaña política de escala global que

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en un espejo invertido de la realidad de otros, un espejo que los

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ostentaba claramente su sello. Incluso concibieron un emblema

rHo(o=ó3.á==ñiDia6*::q'¿*r3
empequeñece y los envía al final de la cola, un espejo que define
apropiado para identificar dicha campaña. Y eligieron cuidadosa-

cD rD
simplemente su identidad —que es en verdad la de una mayoría
mente la oportunidad para lanzar a una y a otro: el 20 de enero de heterogénea y diversa— en los términos de una estrecha y homo-
r;iu ü3¡

sE{
1949, el mismo día en que el presidente Truman accedió a su geneizadora minoría.

Isaií=[[:[§q;=
§il =áild
cargo, se abrió para el mundo una nueva era, la era del desarrollo.

á g,B', i+3 Ñ
Truman no fue el primero en emplear dicha palabra. Proba-

r
o ñ fp ñi o-

3 S¿ ;9g3931;s3s.*'le
€ilq
[8f,
blemente fue Wilfred Benson, un antiguo miembro del Secre-

Bñá r+;
;le;Éai
a1-ó

'r =5sH3;Bsa:gFÍE
ñds' =eHj
q*;

s:8"*** s=s§F*:g
Debemos embarcarnos en un programa completamente nuevo

o- E €
6óá

o o; -do-;;,eeigg§i:;
tariado de la Organización Internacional del Trabajo, quien la

ñ;§F3aaB[31É

$; oiq
-uIA;€Ai

ú: 3S+;tfÉSF=§5
para hacer accesibles los beneficios de nuestros avances científicos inventó cuando se refirió a las «áreas subdesarrolladas» mientras
y de nuestro progreso industrial, de tal forma que las áreas subdesa-

5¿ñ o ñ = P -:3
escribía sobre las bases económicas para la paz en 1942
"+*tilHq

áj p.!p'i1B;:g;;üñ
il+É_..=
rrolladas puedan crecer y mejorar. (Benson, 1942). Pero la expresión no tuvo más resonancia, ni
)sÍB{:Ro

*qq
i€r

v il §p-!
$ii
B3:
* a
El viejo imperialismo —explotación en provecho foráneo— no tiene
Eq!t,

entre el público ni entre los expertos. Dos años más tarde,


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;U
[[q
lugar en nuestros planes. Lo que tenemos en mente es un programa Rosenstein-Rodan continuaba hablando de «áreas económica-

cH r$=
ñH* x o
ó q * §, 3
=

de desarrollo basado en los conceptos del trato justo democrático mente retrasadas».3 También en 1944, Arthur Lewis

;: ='§5,j^Eo:
se refería a
(Truman, 1967).
-=+ár
la brecha entre naciones pobres y ricas. A lo largo de la déca-

qox"J=
l;€+n ilax
á¿Bi

. -á;9b
a§= gg+ü

da, la expresión apareció ocasionalmente en libros técnicos o


su'>

i: o.-"
i+í€

i;ar
=iñtilir

o , ó-

;.ñe-ry

ó
o B ó* [[f;,

Al utilizar por primera vez en tal contexto la palabra «subdesa- en documentos de Naciones Unidas. Pero sólo adquirió
oc.:

rele-
,F3*

,ea$
e=zeSqga

Ñ'e3;

*5ee

rrolladas», Truman cambió el significado del desarrollo y creó el


-2 i 3 3=

vancia cuando Truman la presentó como el emblema de su pro-

;o ;3 $q
3{ :fr
(e

etP ? 0
áaq

emblema aludido, un eufemismo empleado desde entonces para 68 o)


@
o'É=i

69 pia política. En este contexto, se cargó de una insospechada

*'="
=:
-o)Xo=^!o!+-a¡O
referirse discreta o inadvertidamente a la era de la hegemonía virulencia colonizadora.

i+ o.o


r o
;+
§ ;=
americana.
FÉ*
q#;
á;7

Desde entonces, «desarrollo» ha presentado al menos una


oi).===-(Do

n-o .E
;;#

r(Do*
l=
t-
I=a


§,
:",9)o,^(u
:ql

Nunca antes se había aceptado universalmente un vocablo el

é,
p

connotación: la de vía de escape de una condición indigna, o


I
3o'

iÉ.,
hi§':.
;;ó

or.
xE;
ñfDJ§)

día mismo en que había sido políticamente acuñado. De repente


§:6¡

§
§
§
É,

se creó una nueva percepción de uno mismo y del otro. Se usur-


"
3. En el original, .economically backward areasa (N. del t.).
:

;
:
#EE+ü

; eE;t3
;3áb"
clama por la gestión de arriba abajo, esa contra la que Jimoh se

B:
i;'=;'á
E1!*
=

qi.-t
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3 9:! 1C
considerada indigna, llamada subdesarrollo. Cuando Nyerere pro-

n:€
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x Dó ó
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Á _- = l

dü=F;
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338-+
€3á3*Eq! 3e:adX q€n+ii3dñ'-;+E1;;E:.
rebelaba; convierte la participación en una trampa manipuladora

¿ ff

?H:
.ai-
H

13.
ponía que el desarrollo fuera la movilización política de un pueblo

r:

§{9.
d?+9
l 3§ s+ Ed óq: _ §o iopEF^ q=4

q fP ñi
para involucrar a las gentes en luchas por obtener aquello que los

i'ii
para alcanzar sus propios objetivos —consciente como era de la


poderosos les quieren imponer, precisamente lo que Fals Borda y

u,=
á€

E';:
locura que supondría perseguir objetivos sentados por otros—,

=7 ó-c:

ltq

:
r!
cuando Rodolfo Stavenhagen propone hoy el etnodesarrollo o el Rahman querían evitar.

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lE=a*lE

tp 3 !l ñ d 9 ! c']:
co F - ol- 6 j ó;
-ü'E "=oc
Desserullo

B;
desarrollo con autoconfianza —consciente de que necesi amos

]
=
Cultura ydeaa.


-?
--<
ñ r19
troll°, el punk

=,E[.&; -i:E ; qFfi á¿ry


«mirar hacia adentro» y «buscar en la propia cultura», en lugar de

s
s
de vista de la

tü€B?-i3FnBg.ioSQ
*Tóe3:.ü3i'.,.

A.
d -

[
ó'

t. i,
5

ñ
antropología

o-to'<
Una metáfora y su tortuosa historia

1; ;a§-gBE9g+E:ls3l

i
E;
usar visiones prestadas y foráneas—, cuando Jimoh Omo-Fadaka

53:+¡

+aiX 6- aú<
+

j §B 3gS; +3 a
Ñ'^.'o.r
sugiere un desarrollo de abajo arriba —consciente de que todas

fÉ$rq[[¡;iFtfi
BÁir:38.ái;[:r+i#ir:i[9tlÍ+3
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q
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El desarrollo ocupa el centro de una constelación semántica

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- ñ Y'5.P': o : :: 5 o J ¡j'm a ó-Xj + - A = ó = o r- ¡


las estrategias diseñadas desde arriba han fracasado al no

.isxE;
=a

e*ü:g
E;SóE
ü a{asfs +§ rii5Ji3t-if;l* e

o j(u?-
increíblemente poderosa. Nada hay que se le pueda comparar en

1§:
alcanzar los objetivos que se habían marcado explícitamente—,

P:

aoqr(D;
=i = r o o :E

+€f[:
i:

s E :h Ef; : Alai [;.ÉÉ; ;-$Íria;i


0J
cuando Orlando Fals Borda y Anisur Rahman insisten en el desa- la mentalidad moderna en tanto que fuerza directriz del pensa-
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9.< + id 3 p o

itlg:
ld

+oB
q:=

li+sñ:is&=á;:ñ:E3á:'iúad=>'3zQ
+ miento y de la conducta. Al mismo tiempo, pocas palabras son tan

(o'5
o ó u * { [€
e;á 5'p qE.¿;
rrollo participativo conscientes de las exclusiones consumadas

;
=

) =-i

E;lB*álü8gs;!üpd1ñiSiriXi: =,gl
a (D

3
en nombre del desarrollo, cuando Jun Nishikawa propone «otro» pobres, tan frágiles y tan incapaces de ofrecer sustancia y signifi-
6

\¡ I (D ó D :

IrÉi
3 R , 9L o i
o -5: o §i- o':

rarER.d_3qH-tsr¿=8ópsj;¿;ój{ü
-:

desarrollo para el Japón —consciente de que la era actual está cado al pensamiento y a la conducta.
: = o

EJÉ:=$ 3iIFa
-

cl

dqg_8,338;[ɧq,=[Eilil4

aq,
En el habla común, el desarrollo describe un proceso a través

oae fq Íl;
qd'R

llegando a su fin—, cuando ellos y tantos otros califican el desa-


" D ryñ = Q i.lE

<
-r

-s co. ',f ar.q 3- a;ri e.IEi


-F=$

&3e=qs-d.E1=:¿:+&:eq
X áo

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del cual se liberan las potencialidades de un objeto u organismo,
*

+-" iE 3 3 H ff +ó:lltrs
rrollo y el uso de esa palabra con restricciones y salvedades,
a+iE
.-

áas& óÉrJP¿ósidF:-E-1§
hasta que alcanza su forma natural completa y deviene un ser

=
como si estuvieran caminando por un campo minado, no parecen

:E

+P
I o_ o

o-U
+ q : EPIt

===Í3oñq,de;Eñ:H
:ri;sil.ñP¿Bj5H}
*,,aio'Ffstefl;a?.:átq;ñ
Eó d P
P
E

hecho y derecho. De ahí, el uso metafórico de la palabra para


q

darse cuenta de Io-impr.oductivo de sus esfuerzos. El campo de


o

;: - o =ó-o'
o

ÉsQe 1:;;€a:sÍfiís;áq
:

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É

explicar el crecimiento natural de plantas y animales. A través de


=

oo

minas ya ha explotado.
+

B
á;É

o1e
§)
esta metáfora, resultó posible explicar la meta del desarrollo y,
6
o 3 = sE

Para que alguien pueda concebir la posibilidad de escaparse


p q
?


+-o J o = E

ó á
r::+3
a

=G

3 ñ.;oE6.o,B;f
o I _o o o o_

mucho más tarde, su programa. En biología, el desarrollo o evolu-

jñ,+Veú=li=rgEi+{lal-o.a-
=.r
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q
:

de una condición dada, es necesario primero que sienta que ha

3iH

6-QqFi-0,_oolqUgl9
+3

p -o a

H Ñ \J q
i:á:'^

ye.-i-lo,o
- l5,--rs
+ rD (D

r. q
d
ción de los seres vivos se refería a todo el proceso a través del
:,É*:3¿l *: f;:
caído en tal condición. Para aquellos que hoy suman los dos ter-

D o
o

o.,ófio
ó-E;f

ñ
o
q §ffi
cual los organismos alcanzaban su potencial genético: la forma
3

e'E
o o E
o,
-
;

cios de la población mundial, pensar en el desarrollo —en cual-


3 X d

<
^ ó
-i
Y

natural del ser vista a priori por el biólogo. El desarrollo se frustra-


E
E

Xi
e igás ;

quier tipo de desarrollo— requiere la previa percepción de sí


X q

Á-'-
ü+H [á*s ü ii
ccj
g€ =qH S-: fi -= g 3

ba cada vez que la planta o el animal no conseguía completar su


3

q
mismos como subdesarrollados, con toda la carga de connota-
i
9

¿',; -.",-
^<

programa genético, o cuando se sustituía éste por otro. En estos

iÉi+s*;ifi
Í

ciones que conlleva.

iJ;:
5=ügiÉ=+ü
; * + !2-
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Y: , d ñ
q
casos de fracaso, el crecimiento no era desarrollo, sino más bien
rs : H q

ñ - s,
s
t

=
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Hoy, para esos dos tercios de la población del planeta, el sub-


ñ.ñ 2
-'

?=Hp,q-q:s
= =. ." -- ;
= a e o;

x
^
o.=.o-o
5

anomalía, una conducta patológica e, incluso, antinatural. El estu-


áó
eúr

desarrollo es una amenaza que ya se ha cumplido, una experien-


-
rE3 iy
p < o o

:
< ^ i +X
=.N

o'ql
71
T

ñ ro = jÁio;

dio de estos «monstruos» acabó resultando crucial en la formula-


1á SIJ:
e

Y I o o o-o'i

cia vital de subordinación y de extravío inducido, de discriminación


.,i

70
_

--1 oooor-iy

ción de las primeras teorías biológicas.


i[;;t;i;
L ..- i3.5

=
=

y de subyugación. Dada esta condición previa, el simple hecho de


o
(u (D (,

!+-r::
p X._

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o. ,D

fONq:..1.<o (D

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Fue entre 1759 (Wolff) y 1859 (Darwin) cuando el desarrollo


o i .D ;i-

; á¡-

^
z.a--

asociar la intención propia con el desarrollo tiende a anular esa


o

d:
-=2
:€ *X tr=

óo

iil:; (_,
p\<o--oPa

e
E - 7.

evolucionó desde una concepción en que se concebía como una


ea

pe I

intención, a contradecirla, a esclavizarla Impide pensar objetivos


ó o

á R .o

-7 o-:?
-^(u<ó:
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o§^ff=o

9 §.
i a:
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6o
; _o

transformación que se movía hacia la forma de ser apropiada,

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-
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Rl R
=5

oJ-|:.---
propios, esos que Nyerere anhelaba; socava la confianza en uno
ñ

J
3 E

ñ1

ói
!r
ó
hasta otra concepción de transformación en que el movimiento
=
ó

a
mismo y en la cultura propia, esa confianza que pide Stavenhagen;
o
ó

-

A, E.
iiág *lBg ;g

ó'
era hacia una forma cada vez más perfecta. Durante este período,

o ffoo+
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óo
t eá 3S =¡ 33
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5 ,o

q e to

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o_o_l i n S'S1:,§ á_.=3

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d=
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ga] q +; d] uf
los políticos. Convirtió la historia en un programa, un destino nece-

ld'

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5
É3=E;EF
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s+¿ ii$[$F +=É-= É]+$,+lrr**; ;qa*#5sñ


1+;i='+g
los científicos empezaron a utilizar los términos «evolución» y

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ñ3 3=ál3

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^ : q ---,

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ó
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B"i[;r3ü-fr1-[e* 6Xá3oos
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sario e inevitable. El modo industrial de producción, que no era

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5
3

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«desarrollo» de manera intercambiable.

¡-ñ
O

1á: = o P - !D &i B qd3


"'iEid'
^

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ní+:ñ'+;
más que una forma social entre muchas, se transformó por defini-

+il¡;.."*ri*"¿:33
- - .'- o ^ o. o- ", ó er : o ó p o _ O 1j-
: rD ( - ?

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o o- r , ? 3 6.8 + 3 h'á b : rP

o.
=R

j
La transferencia de la metáfora biológica a la esfera social

o-
Q8,ÉE q*.-:EE-ñ.*-;{EE ñ¿-EüS,
!+ao ó ó:
ción en el estadio terminal de una evolución social unilineal. Este

: F É;<.ñH é tss ó "-q,É 38-=t


g.r-
f- I * f + _.+-o o- o I -o o -r f @ -c) o- !D

Q. -
§) Y §) P < ó.
aconteció en el último cuarto del siglo xvlll. Desde 1768, el funda-

3

estadio llegó a ser considerado como la culminación natural del

6-o á!ré--ñ *"


ó.lpUÁÉ¿=á
3

$g ñ r f a
dor de la historia social, el conservador Justus Moser, utilizaba la cultura ydesa-

¿[fH:spfH
I

d
i.O(D

§=3Irñ€IB-4*:*-qds

oaE
ñ-áxBE-f

#+qHqs=PX=tqts[s3i:

--<

=
Desarmar potencial ya existente en el hombre neolítico, como su evolución

i:9-:=
f o qi
rrolloi el punto

n.as

i á

or t
palabra Entwicklung para aludir al proceso gradual de cambio

:g 3.ilñ á 3 *ü = g s:+rpSEi;3S=1íqg¡;
de vista de la

d ñ

e*a $ryá¿;E5'strÉE B §'-n 3= +á r-áñ


a;
Ti;

i-o

:6'"
r'*o
lógica. En consecuencia, la historia fue reformulada en términos

q; I", o' - Y r ¡ ci Á o
E
antropoloáia
social. Cuando hablaba de la transformación de algunas situacio-

ái''

ñ
rl;Aa1d:i;á;_;r=ü$
occidentales,

e re*3 41r*: 3

l1I3 jB;=spF;'q;-§i
i#;-*rg3=s[*+
.a

-i
:D

lT=úq
nes políticas, las describía casi como procesos naturales. En 1774,

: o.ü

É É § q,E S S 3 = & B, Ú < ¡, H i E o


güñáa

q^E:i=i+HíeE
La metáfora del desarrollo confirió hegemonía global a una

ySir[,ti

ó p q r0 ó o P o = - o
ú

=
J

5 9
Herder empezó a publicar su interpretación de la historia univer-

I
+sE f lE-*
:
N

+iiS

e
:*p p =;-o](o-ó
genealogía de la historia puramente occidental, robando a las

;-il3-qg
^,: p i5üri;-=ETá8
hj

.- g d
S
qd!,.!E=poód.pP0-93p93

a ñ
- pq 6S -i o iE +F;i3 +S I3 $E
sal, en la cual presentaba correlaciones globales mediante la com-

p) f
I,'3

+
-_i

frf = i5a Í1.:


gentes y pueblos de distintas culturas la oportunidad de definir las

o¡=tgE€633;o
-o
o

q
paración de las edades de la vida con la historia social. Pero fue

í
o-
: : r o _Íñ_,: Hi o ñ á ?= E g o, q sé&ñ9,
q o) u) §

=
5.8 i +É
o ;:9
formas de su vida social. La secuencia vernácula —el desarrollo es

U
A'É,*
3 ir3'H +b +E
I
más allá de esta comparación al aplicar a sus trabajos la noción

6 !)
)v

! o¡o

;l

[ilsE;'riiq&"
i

s"é
posible tras el envoltorio- 5 se invirtió con la transferencia. Las

(). u
6 s ;: eé l, I ! ñE:; E-ñ=ff
=
x
!
organológica de desarrollo, acuñada en las discusiones científicas

Ñ-o-6-!DReB'iqÜ:

Ñ o
iñ.,¿=ó-+,

OCg!5§i,áf
leyes científicas tomaron el lugar de Dios en la función de envol-

c

3
b
de su época. Utilizaba, así, con frecuencia, la imagen del germen

i
t^

i++i::.
lea

IE +

=
ver, definiendo el programa. Marx rescató una iniciativa factible,

¡ J. s
,e : I ; o x F 3
3
p
para describir el desarrollo de las formas de organización. Hacia el

5
:
qlE€

: r r:o u..^

á S ¡ o.
a

§ ¡á9 o: !;'c :+: ñ;r

=
i3§ a cÉ§É i&;¡= r +Fri;
basada en el conocimiento de estas leyes. Truman hizo suya esta

tP
ñ

q + s.; +: q g
o.=0J

final de la centuria, basándose en la escala biológica de Bonnet,

=8 íe?4sl-d=re.=q;jó
a o

q
percepción, pero transfirió el papel de primer motor —la condición

$:il a x d s a p 6 br ]iÉi§:
- o-ó-e
á
Y.l

jI
trató de combinar las teorías de la naturaleza con la filosofía de la
I
;

:+Éss*3 +t= ; íá¡


ñ ;[üfl

Q
primum moyens— desde los comunistas y el proletariado, hasta los
aE
e¿

historia, en un intento de crear una unidad sistemática y coheren-

ii, ¿ 3
:

l3
=gq:Eg:;Ii
= :=-i-

expertos y el capital, siguiendo así, irónicamente, los precedentes


".é':

=-

üE:
te. Según él, el desarrollo histórico era la continuación del desa-
#3 =(no

g'ü
sentados por Stalin y Lenin.

?s§es:3-qá-
B

"Eq33¡§áStq

üe:gR iÉ#i
Eró

rrollo natural, y ambos eran simples variantes del desarrollo


r
glE;E.i

El resto de las metáforas usadas a lo largo de todo el siglo xvlll

,ü5ɧl*á+rs

3 fn i + d E : I +,3

oj :i
ñ

§F:§3=;*-c'ff

-
gaH

rHEq

homogéneo del cosmos, creado por Dios.


q a.q : §r o o ¡i N X.ó,r-

ü:_3-ií[*ir{

E F ig
(D o*--O

,r-
n, empezó a formar parte del lenguaje ordinario durante el siglo
o <.-i: 9, -§q-

Iieé
!D
r5

Hacia 1800, la palabra Entwicklung empezó a aparecer como


Á
-

B.
ó,ñ

E- q i ág

3 e r d; H S#
- i

:-i ÉiigtBiiqE
siguiente, con lo que la palabra «desarrollo» fue acumulando una
=Z+3 3I;;8.

rÁ o
=
o, =
d

P
un verbo reflexivo. El autodesarrollo se puso de moda. Entonces,
r r =o o ^ r o Á.o y )
q;a513óx;d3xoo
qg+::Hrtryfi
;
I

¡
a p o o : a r'l cj
(

q
ild epeus::-+q completa variedad de connotaciones. Esta sobrecarga de signifi-
aÉE;=

qHie*E*-;fi-q+E

(o
E

ñ
a,

Dios empezó a desaparecer de la concepción popular del univer-


F*E 1HÉ I
i

$áɧLl
rt1 +H

cados acabó por disolver su significación precisa.

i¿i §f$r3§,
B

!;.' **;¿$
H
Á -<

o q ó-,,a
:

so. Y unas pocas décadas más tarde, se abrieron todas las posibi-
uoo=-^c=á:
-o *;
i
Á
g : 3 i'.';

t+i ,8_:{[3
En 1860, se publicó en Alemania la Enciclopedia de todos los
ó:

o-9ql ++a-Br

¡á* ;[.,a=ró

- o
E
á; f i: +E =

X Xí *
qÉ +E;

lidades para el ser humano, autor de su propio desarrollo y

DP; -, Q a-[$
ügIqa


o tr [lrn

sistemas de enseñanza y educación. La entrada «desarrollo» reza-


ó

emancipado de cualquier designio divino. El desarrollo se convirtió


bj]j

=ofx U :ñP.
= rEEái=Rpá

!0.=

ba: «este concepto es aplicable prácticamente a todo lo que el


iiN

L) "'-o 3
:.s

en la categoría central de la obra de Marx, revelándose como un


-

=?
hombre tiene o conoce». La palabra, decía Eucken en 1878, había
n.i.
N.9D
6

proceso histórico que se despliega con el mismo carácter nece- 72


-_l
Nf
!L o

=e.o ;"
g7I

q
:

73 llegado a ser «casi inútil para la ciencia, excepto en ciertas áreas».


O
ñ-o

)- @

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;Á'N+38

sano que las leyes naturales. Tanto el concepto de historia hege-


é<;

=c:

3i§
¿r';-
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il-oñco--j^
Ér

+ar
=
iá- 1o=3
E

:+;
ád: é:

liano como el concepto darwinista de evolución, se entretejían en

iá€
q

&;r
ü;;
ó
;
(D :

^X:i;P(u-C-J

i iet
4. Juego de palabras: development is possible after envelopment,

;1 J
v o: o,

que compara el proceso

'-i,t

il;
q

¡ ,' :
jI :3§
o o=er
+=;

el desarrollo, reforzados por el aura científica de Marx.


EcD Éq.
s:
t'H

histórico con el contexto y los resultados o representaciones culturales. Además, hace


i
j+GU=)tU

ñp (De-.__=
Iñ-c+-!,^i

referencia indirecta a la ubicuidad de la cultura occidental tras su extroversión planetaria,


< a^
q

I c'
5

Cuando la metáfora volvió al ámbito de lo vernáculo, adquirió


p

¡
:?

que la impone a las demás culturas como una especie de Renvniture» forzosa y que se
-o
o
¿

un violento poder colonizador, del que no tardaron en hacer uso quiere única (con to que el envoltorio precederá al desarrollo para todos los no
o
c

occidentales, privándoles de la iniciativa histórica) (N. del t).


qEE g i*
g

¿üiir*f ;*[:f $t s rssiE:¿?s+: [-riq a =r

F?ü Eg=+q+!ñ[s;3
vocablo que designaba un concepto cuyos contornos eran tan

eriEil á[i rFt+EÉ$[f3iái sisi$s*+3i


i il¡ [E ir i 3lil if f t d ++ §i

É=É+$Aii$g
ü IÉ ái* f *§;
3 u -- a
fE
r: $gi: qi5-3s=Id ; q1$f H As § g í q $$r

ü!?+Hi:rüü3=i!ir =nÉ*fgfll:
§*§
Entre 1875 y 1900, se publicaron en inglés libros cuyos títu-

g IrÉI É +3'€ ig; +=*iüF+'r+.i[,

gig
gd ó g Q n
ü q á,
BqB
c

E; =i a-o r4r: É :=iT3.: i:.;


b

T]
6*6iE;=o

+_<=..c

+? tii§; FI H
PBq'=:ft;F

: rÉ s i B"':
precisos como los de una ameba. Ahora, es un mero algoritmo

i?;il3iqf

65 &iH a fr
los aludían al desarrollo de la Constitución ateniense, de la nove-

i=lO-33S-*i
i
§

u?
cuya significación depende del contexto en el que se emplea.

4E-i eí < ñer*


á

o ; y-6!?
la inglesa, del sistema de transporte de Estados Unidos, del

{ f á f Ú^
ó;

á: d--q
Puede aludir a un proyecto de viviendas, a la secuencia lógica de

-
§E! t $;
matrimonio, de la crianza de los hijos y así sucesivamente.

3.-§
;
un pensamiento, al despertar de la mente de un niño, a una parti-

.9 a 3
Algunos autores preferían el vocablo «evolución» en los títulos de

+;
i
á;
da de ajedrez o al crecimiento de los pechos de una adolescente.

qE
sus libros que estudiaban temas que podía ir desde el termómetro

gf

6'; i ñ-
cutturaydesa.

3 do d
- d- <
Pero, incluso si adolece de una tal falta de precisión, se encuentra

$E iÉEEsgf
rrollo: el punto

H
E
i-=
a la idea de Dios. Otros preferían «crecimiento», pero incluso ellos

r+; É;
de vista de la

3aE
firmemente asentado en la percepción popular y en la de los inte-

* ed3ágá =dE+B
antropología

E
utilizaban «desarrollo» en el texto como el principal término opera-

8€: 1i

:
lectuales. Y siempre aparece como una evocación de una red de

S
tivo (Rosenthal, 1984).

j | ; É-

&§s e
lE ág
significados en los que la persona que lo utiliza se encuentra irre-

ry
E

g F
*
Para el principio del siglo xx, se extendió un nuevo uso: «desa-

q-;3-§EE
= úd -d 1a
3 U+H; I
mediablemente atrapado.

+¿8,=i á;IS*a
á e3

rE§+i3
[

*§É üBsi¿;r+;;;=Í83#f
rrollo urbano», que, desde entonces, se ha mantenido para desig-

r
I

o -_ Éñp iÉ[:;;

o, g T =§.I

t
o o ;i.:-o
El desarrollo no se puede desvincular de las palabras con las

9,

: it3+!

[;
t
nar la reformulación del entorno urbano, basada en el bulldozer y

+-i.AE.;
ii:3lS;

'j s a qs € E':'ó *,1 i g 1ÉtXé€ f e


ñ=€ = 9' que se formó —crecimiento, evolución, maduración—. De manera

r
t
en la producción masiva e industrialmente homogénea de espa-

ii*;
+: similar, aquellos que hoy utilizan el vocablo no pueden librarse de
+ A + +€ g.

-{-fi
cios urbanos e instalaciones especializadas. Pero este uso espe-

fB

iii
una maraña de significados que confieren una ceguera específica

$Éft
B

q; Ái -u
cífico, una anticipación del trumanismo, no consiguió establecer la ]

á5 s,q *- [ie:'§ Y
?
o,:
a su lenguaje, su pensamiento y su acción. No importa el contex-
e

ItI+ii;É+gsá§iir
imagen generalizada que hoy se asocia a la palabra. s 0 eq

a$e*áñ
qs?=;{efaUqBI

B
to en que se emplee ni la connotación específica que le quiere dar
&

)ra ¡D ñ
ó

i; ri q q;;É4§Éág+l
I r..<o
a

s€s: u i+r [* ii¿ i:


En la tercera década del siglo, la asociación entre desarrollo y
1r i

*ilÉ+,gÉeeira
7=odroJiÚ=g.,.-+.,o1.«,Ñ1.O-c."=ñbY::o-o<

j qe-5.il
la persona que lo usa, la expresión resulta calificada y coloreada

[Éa+r=3Ér*É[+ire
a
!,+

colonialismo, establecida en la centuria anterior, adquirió un signi-

t=
y - o o, o o o:.< o':
p áH u_,*3rvr'^gFBa,g
11,
con significados tal vez no deseados. La palabra siempre implica

i3f§§ iFfü
ñ

.I&1=ü*;ü
ficado diferente. Cuando, en 1939, el gobierno británico transfor-
. THE-, un cambio favorable, un paso de lo simple a lo complejo, de lo
3FF

ñ §,: a';u. a á
s

liC,i 1á§
mó su Ley de Desarrollo de las Colonias en Ley de Desarrollo y
lrH

s i H r; s q r á: 9;
inferior a lo superior, de lo peor a lo mejor. La palabra indica que
_

_l U 3 "E
I r 1*

Bienestar de las Colonias, este cambio reflejaba la profunda

ó- í ;io-o-<-o-áo
uno lo está haciendo bien porque está avanzando hacia una meta

=lf
ü \<
_.o.
I

mutación política y económica que se estaba produciendo desde


j
I a;y-i o c =r-o I q -é P-+;

deseada en el sentido de una ley universal necesaria, ineluctable.


Ú s-
E e É
=

hacía apenas unos diez años. Para conferir un significado positivo


rj

:glfI Es-f§oIe;Bsf
l;

Hasta el día de hoy, la palabra retiene el significado que le dio el


-!l
ñ-o

B
é

-3 ! q e Q E ñ I 5 <+É3
[

a la filosofía del protectorado colonial, los británicos argüían la


creador de la ecología, Haeckel, hace un siglo: «De este momen-
o. ='E

necesidad de garantizar a los nativos unos niveles mínimos de


:: iis * [e.Éü: c
á8;
&5

to en adelante, desarrollo es la palabra mágica con la cual resol-


3; eI5 g+i
^
i=§i§ge*]sea

nutrición, salud y educación (W. V. Hancock, citado en Arendt,


r
ñ*üP-o= =::;

veremos todos los misterios que nos rodean o, al menos, es la que


=.-:u i §l
§

1981). Se empezó a esbozar un «mandato dual»: el conquistador


¿ñ=r+s'E
-eoieó:o=-€iIi:
ó¡Á

nos guiará hacia sus soluciones».


% t3 E
'.6=*'tr
^

+; Hf
ñss-3á-3.q
qI :

debería ser capaz de desarrollar económicamente la región con-


e,1ñ
- ' - =;

Éiiti
s V, ox o-:

Pero, para dos tercios de la población terrestre, este significa-

ñ aQ +*
=
;ao +h:

quistada, al mismo tiempo que aceptaba la responsabilidad de


p áí+*

do positivo de la palabra «desarrollo» —profundamente arraigado


E
s; ñ

{o
=e

velar por el bienestar de los nativos. Tras la identificación del nivel 74


-.1
§

tras dos centurias de construcción social— es un recordatorio de


o=oo-<-oo-fl§)r-f

L
*-

de civilización con el nivel de producción, el mandato dual se


= ó Y ó
-oP!r]-ór.o3

pfi
a§§
lo que no son. Es un recordatorio de una condición indeseable e

[Éc
3 *- - ñe

=É-:

=r@'a

colapsó en una concepción unitaria: el desarrollo (Sachs, 1990).


!r o
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:e i:-x A,óPYPco

B&ñ.
Fjoo=o.qr.-

3
p
indigna. Para escapar de ella, necesitan que las experiencias y
n-r co

g
p_H
YCñ^.=XO

A lo largo de todo el siglo, los significados asociados al desa-


; o:

-=ró"oO

á
sueños de otros los esclavicen.
-., R

. d
ü3

rrollo urbano y al desarrollo colonial concurrieron con muchos


*3
u

o-^=
f=
B
=
a

otros para transformar, paso a paso, la palabra «desarrollo» en un


o
1ñil*
Para ellos, como para muchos otros, Truman simplemente

Y'^ '^ 2 "- o, B D; r' ;3 ñ g

+Bñ_f[i:ite?á 5l*rÉrfii:,tEIAf
:r$+É*[q:.aÉE*

daE$fl=3cdé;[;
É B-;
"E iÉ [* raE H $ =.e*

ñE*:: s: Éiry &s,aa


:i:áiáE=á;B=qH +]i=s:ü;É3EE={
a
3

§E+3t;:eePádáil l*EÉEE*ó3.1*;=
á:áilqiigata=;
4B 3f 4¡a dá; ;i rx : ; E {{ q § áf i; ü'.

s¡ÉgPi-&itF=H
fiiE3ss¿r"tg;r;á Eálilir3q,Ñq;B¿
9X I

q,r? É+F:; i F *giÉá1]E +*[§! iñ á I


g'
ñ'

+
a
Colonizando el anticolonialismo


;f* É-Ñ Je *'= --aáe o !i 3 Q q = ó.ÉÉó [i=: g8 q++*08 i3.'

ó
había sustituido con una nueva palabra lo que ya estaba allí: retra-

x !lpr-o 3Frsñá'E
:*
PT?u:e-]+ +dga a,1
o'_tlá'3

=e ^ o-iE.=
=aB6á'
a
so o pobreza. Según ellos, los países «atrasados» o «pobres» se

-r o o -o m

q
En el grandioso diseño del discurso de Truman, no había sitio para

á= aó.
oT!';-

o. : {
!D
P mo ,, - P--f
i§ +fr§i€EF+$E,E+3í
i+B

ñE xI qí r3 g'g'E;
d s á$pi *B F_+g 3 q¿iÉ;e i¡
3 á sr! +qfiB-

:3giá,61;á+3;.
encontraban en semejante condición debido a los pillajes produci-

=!
o- i -i f Í o l !D

eesqE&fr EA=5¿+TÉ€trfl
ús
precisiones técnicas o teóricas. El emblema definía un programa

5-a 1;!

., d sQ -E
dos en el proceso de colonización, y a la violación continuada a la

E;;*=;g+',
::F?f]lr;*-=e¿*-=efiñs*++.o,0úásr
-i f +¿PE:
consciente de la llegada de Mao, buscando en la evolución un

; A á ¿, - -.::
ñ I= q s,4q-=o;-ióód=

3 I F $ & §r c r, ? 3 rT 3a^;--1 qE I i
que los sometía la explotación capitalista, a nivel nacional e inter-

s
antídoto contra la revolución, una estrategia en la tradición de

q,Eáñ+ü.Eq:B;tr:6qiÉ$?Fea
Culturay des~

o
d HE =o,':S+*rs

Bt:
raE
malloelpuro nacional: el subdesarrollo era la creación del desarrollo. Al adop-

q,;
Herder, mientras, simultáneamente, adoptaba el ímpetu revolucio-

q q=
devlsta dea
tar acríticamente la perspectiva a la que querían oponerse, su

.g
ó
antropología

Bsa1=
nario con que Marx había dotado a la palabra. El diseño de Truman
=

+6-3:
=áqr,

A;i.aq1
eficiente criticismo de la ambigüedad y la hipocresía de los pro-

;;;sE+33Er+á+ ;ñgiq
o 1ñ3=
i:+

o
= -+.3+-d.F 31+s'?

¡
utilizaba a veces el desarrollo en el sentido transitivo de los admi-
c

dáil i geb ;dIq{

=
motores occidentales del desarrollo insufló un carácter virulento a

*,&ñ:e
=.

9
nistradores británicos, con el fin de establecer claramente la jerar-
[[

i
la fuerza colonizadora de la metáfora. ¿Cómo ignorar, dijo Marx en

-o-
é:E
"áE

qdE il
quía de las iniciativas que promovía. Pero podía pasar sin dificultad
§) 9

*i,

:t{F_s.i9t: o1á *"s


una ocasión, «el hecho indudable de que la India está ligada pre-

Ú
?
dXY9

Éi=áti=
5
a un uso intransitivo del término, en la mejor tradición hegeliana.
1 4f r s:I

E ir:
cisamente al yugo inglés por un ejército indio, mantenido por la

E
[3 ü=

B ij 3 o-o o---.a 3 : d
Como se dio por descontado que el propio subdesarrollo

f a \ o D -i' o
i

vir+E,iH?ÉFEí$p
f5;ift[i+gÉ$Aér
o -r o q tP

; = 3: S -:=lÍr
a+=---. B
propia India»?

*-E+;€.:+;i9dBE
0

[á:+]íaiiBéiaE
A

$i$Lfá¡qHE,;++a
dE3E:

n'ii=*]A€
estaba ahí fuera, que era algo real, empezaron a aparecer «expli-

pinFi*eá
3 Siii

5lq q'd +é;: *&3F 9


qEA $+iú; a.6Fpi:
La discusión misma del origen de las causas actuales del sub-

i,[ü.=ái,
Ú
=
q

ü q =-r
e
caciones» del fenómeno. Empezó inmediatamente una intensa
desarrollo ilustra hasta qué punto ha sido considerado como algo

I
ü

s
búsqueda de sus causas materiales e históricas. Algunos, como
ÉrEI ;á;H

3t

#
real, concreto, cuantificable e identificable: un fenómeno cuyo ori-
co o

1
p
g
iE'=

Hirschman, no le dieron importancia al período de gestación. Por

=Bqi

á
gen y modalidades pueden ser objeto de investigación. La palabra

B
3

q

ñ ¿ !I ü
el contrario, otros hicieron de éste el centro de sus elaboraciones

8f

:=€E;,ño-oó=ñ=-* 4
define una percepción. Ésta se transforma, a su vez, en un objeto,
ñ

q
o6-d--=-.'=

Égíi=tIgz¡
y describieron en minucioso detalle la explotación colonial en
f

B rsE r:E o i 3 =3:i6 g:

.
un hecho. Nadie parece dudar que el concepto aluda a un fenó-

;
*<

Ü:E
É
=l ñ g
33

-i'
todas sus variaciones, así como los procesos de acumulación pri-
Io 3*"EE
}*H
if-€á:15 >$ I3 niñí €'r

=
i

E''t!

.-E
meno real. No se dan cuenta de que es un adjetivo comparativo

rá3'd;,
3::

or,, Bpñ S
á
mitiva del capital. También se empezó a prestar una atención
Iii
:
=tsq-=3
= Ái-o I

D f -u x f
cuya base es la asunción, muy occidental pero inaceptable e inde-
uE

ár:;3.[9'
pragmática a los factores internos o externos que parecían ser r= r-o

y-x
€.[:$,,i


y
mostrable, de la unicidad, la homogeneidad y la unilinealidad evo-

ou,e-o-=
frq

las causas actuales del subdesarrollo: condiciones del comercio,


I

:
lutiva del mundo. Hace alarde de una falsificación de la realidad
s,H

o_d

z'o.
o

g= R+;5
intercambio desigual, dependencia, proteccionismo, imperfección ; E
sáE.ü ác >o lF

o ) 3:
É[3

producida mediante el desmembramiento de la totalidad de pro-


o:

=,
ó

a
+
del mercado, corrupción, falta de democracia o de iniciativa
:
(D o

cesos interconectados que componen la realidad mundial y su


'€

empresarial...
s€q E Éq X.,H
áFB ñ f; S
:eá;§,:: }§r

=-3
sustitución por uno de sus fragmentos, aislado de los demás,
o j is,

=
o= R
fp-si;A

x a
En América Latina, el Cuerpo de Paz, el Programa del Punto
H $;3 *f;3

o
I
a=ó*oFD; J.

=ñ;ñ

<
como punto de referencia general (Wolff, 1982).
o"o o x cñ
oR
ñl- D o- Q -n-o + /-]

- ;i

Cuarto, la Guerra a la Pobreza y la Alianza para el Progreso, con-


o'o. -Í

tribuyeron a enraizar la noción de subdesarrollo en la percepción


r5
ó9.:0,;e

e+*
á
+o 3 &-o
=

á o f^ y

77

) )j; : -{
popular y ahondaron la incapacidad creada por tal percepción.
iñ'i:§€!"

76
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e
'=+iiiE

=
ri :
tD !L /

g
"
o;j5
fS S!eH

Inflación conceptual

e
g
+=

§iÉ
b 6 I
Pero ninguna de esas campañas es comparable a lo que, en el

s E E-
=x -
icj_:D+ d,

oEt,

oi=
€¿3
ó.=r
Q
+ +¡/ofNo5

elB:
H

q6tr
mismo sentido, consiguieron los teóricos latinoamericanos de la

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S
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-
X.-r¡r5,H

diol.c:X

g e'?
AEI

+'*i
E r;

'-?d r
oi;
El desarrollo —que había sufrido la metamorfosis más radical y gro-
-í o-

!:q
sRR

dependencia, así como otros intelectuales de izquierda dedicados


i{B
O*lO(O<=

q 4i

d+l
tesca de su historia en manos de Truman— se empobreció aún más

=
ü+r

*)x
u)

^c-o
a criticar todas y cada una de las estrategias desarrollistas pues-
+:

á
en manos de sus primeros promotores, que lo redujeron a creci-

a
=

tas de moda por Estados Unidos.


s 3, d í ñ " +: 4; f € -ó á 5 3.
miento económico. Para estos hombres, el desarrollo consistía sen-

r;:Eá:ál;FS=r§gg2[t3
g,X:, y-§

¡iR;[1s.;Ed É*iiáe;o3aiqE+ÉqIip*=
óB.sS

! $$Ér;É;i[{ }3á$sr$3;+iqi+;itil$
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Éi*[3$i§3[6r]c*!É$¡fr

é * y g a, & I I { a s i { B i + il i p H ; "á
rgE33&;rH s*ñbtf+f;si*3$tñi3sÉs

o- oo' -ó = ó Í'Y )
E *r
la pobreza. Como muchos otros, estaban intentando desarrollar en

fiE s.
3.áañ3ÍóFe§l-B:s!á=€Es

s s -i[. ¿üu il,5 3 [


* ¡,s' d iré r[ r

q,h"=; ei¡ E í:r H :


:a¡á3r*iaE5ür

s g B iñf
=
É;^[*á*
* += s 3

-o ;1n E
_e::-=r$"iq.$ ; da ;i§dea q: tfl *= +§rH
cillamente en el crecimiento de la renta per cápita en las áreas eco-

S i É d. á á i'fr
los países «subdesarrollados» los servicios básicos y «las profesio-

I^ ié:á
nómicamente subdesarrolladas. Era la meta propuesta por Lewis en

= =
nes de atención o vocación social» que se pueden hallar en los paí-

=e r, r;:Bs*-i*¿8q=.óbñ-r{3

*g**¡
1944 e insinuada por la Carta de Naciones Unidas en 1947.
ses avanzados. Estas preocupaciones pragmáticas, así como

*gil1Tüq;:
;+€JIIFB=9E39
:-oñco*=oYE-
=
En 1955, el dictamen de Lewis —«Primero se tendría que
algunos tempranos y penetrantes vislumbres teóricos que iban

;[
r§ ++ít
hacer notar que lo que nos interesa es el crecimiento, y no la dis-

x ^ ó _ x o (o (q I
Cultura ydesa- más allá de la visión dogmática de los cuantificadores económicos,

$13 tF Eeelsgag=il

á ol
€- qd$
8E;

*L;;A
rrollo: el punto

§5§@d
tribución» (Lewis, 1955)— reflejaba el muy generalizado énfasis

ge;Éq;
3, ::Ig ?i€ i É aáE.X
de vista de la se veían, sin embargo, ensombrecidas por la obsesión general, y a

X;-:N

gq Ít;iF**ig§É=;inEc[*[iE§
s* An ÉT+
en el crecimiento, que impregnaba todo el campo del pensamien-

tlE
r;;':
cualquier coste, por la industrialización y por el crecimiento del

**ɧtsq,*s=á{!

ii
to desarrollista. Paul Baran, con mucho el más influyente de los

3 liiáE i ;ñ'ilé.d
PNB, que dominó los cincuenta. Prevalecía el optimismo. De

3 s 5 3l€
sb;&&6á3=ñ.;-=.d=

='-¿;
economistas del desarrollo encuadrables en la izquierda, escribió

e R,Éá"
rsálHqEt:=$E

s
= [ l gt e + i g H ga il * á i{ E q'á
acuerdo con los índices estadísticos y con los informes oficiales,

áli,
en 1957 sobre la economía política del crecimiento, y definió el

9ai
tanto la situación social como los programas sociales de estos paí-

c-a p3J

;iH
qá:
crecimiento o desarrollo como el incremento de la producción per

t 3 rül;-; ? 3 5 ?
=
e
*# Yl i¡: g ++3 a,ü$
ses estaban mejorando continuamente. Siguiendo la sabiduría con-
tBilü=5=E§.

;
cápita de bienes materiales (Baran, 1957). Walter Rostow, que

i
a á g 1=a
vencional, ese progreso no era sino la consecuencia natural de un

i
ítq
13
causó una honda impresión en el público y en el pensamiento ins-

&3.=.{

E;$€§=F:q§*taB,ü
rápido crecimiento del PNB.

st*[9:qia:;¡¿s;

+
é5s,=i x
titucional, presentó en 1960 su «manifiesto no comunista», como

i
Esta evolución no eliminó la controversia endémica entre los

i
= =.^

5§,q 3 g e H3 {§ q, 23il;
+g:g=tI;;

)gH*;
I ri
una descripción de los estadios del crecimiento económico, asu-

g
Í

+e

r
^^-y

;
cuantificadores económicos y los especialistas en servicios socia-

i=FiE

o§)ó=
iE;éñ:,
miendo que esta única variable podía caracterizar a toda la socie-
e'z?
les. Los Informes de la situación social preparados periódicamen-

i8
l*=


3= ¿

-- é.3

ó-ó se e ts=*'cj á(óg+e:r.,+j1


.o ^ a
dad (Rostow, 1960). Naturalmente, tanto Rostow como Baran
te por Naciones Unidas la documentan tangencialmente. La

=,ó'id
trataban de mucho más que de un crecimiento económico corto
* o'3 á j

s.ia
s

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expresión «desarrollo social», introducida lentamente en los
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de miras, pero su énfasis reflejaba el espíritu de los tiempos... y el

-..:-^n.)Á-lOr^ñ^--^e--*O¡;Á-
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Informes, apareció sin definición, como una vaga contraparte del

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«desarrollo económico» y como sustituto de la noción estática de

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Tal orientación ni subestimaba las consecuencias sociales de

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«situación social». Lo «social» y lo «económico» se percibían como
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un• crecimiento económico rápido ni dejaba de lado las realidades

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realidades distintas. La idea de una especie de «equilibrio» entre
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sociales. El primer Informe de la situación social del mundo, publi-


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estos «aspectos» se convirtió primero en un desideratum y, des-
i

1*[íq3
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cado en 1952, levantó un interés inusual dentro y fuera de las ins-


3.10

;
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pués, en el objeto de un examen sistemático. El Consejo Social y
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I

tituciones de Naciones Unidas. El informe se concentraba en la

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Económico de Naciones Unidas (ECOSOC) recomendó en 1962

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descripción de las «condiciones sociales existentes» y sólo inciden-

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la integración de ambos aspectos del desarrollo. Ese mismo año,


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talmente trataba de los programas para mejorarlas. Pero los propo-

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las Propuestas de acción de la Primera Década de Desarrollo de

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ñ-

nentes de tales programas encontraron en él inspiración y apoyo

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3
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Naciones Unidas (1960-1970) establecían que:

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para su preocupación por dar con medidas inmediatas de alivio de

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El problema de los países subdesarrollados no es simplemente el

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5. Baran asumía que el crecimiento económico siempre implicaba una profunda transfor-

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mación de las estructuras económicas, sociales y políticas de la sociedad, de las organiza-

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crecimiento, sino el desarrollo... El desarrollo es crecimiento más cam-

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ciones dominantes en la producción, la distribución y el consumo. Pero igualaba tanto el
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crecimiento como el desarrollo con el incremento per ca.pita de la producción de bienes

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bio (añadían). El cambio, a su vez, es social y cultural al tiempo que
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materiales. Rostow reconocía que la historia. moderna no se podia reducira las clasificacio-
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económico, y cualitativo tanto como cuantitativo... El concepto clave

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nes limitadas y arbitrarias de los estadios del crecimiento económico, pero encontraba que
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dicha generalización podía ser la (lave para afrontar los desafíos contemporáneos. debe ser la mejora de la cualidad de vida (UN, 1962).
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rrollo, que restringían sus metas a indicadores cuantitativos

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La creación del Instituto para la Investigación del Desarrollo

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Social de Naciones Unidas (UNRISD), en 1963, es en sí misma más o menos irrelevantes. Robert S. McNamara, presidente del

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una ilustración de las preocupaciones de ese período. Otra yeso- Banco Mundial, planteó claramente la cuestión en 1970. Tras

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lución del ECOSOC, en 1966, reconocía la interdependencia de reconocer que una alta tasa de crecimiento no había traído

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los factores económicos y sociales, así como la necesidad de consigo un progreso satisfactorio en el desarrollo operado

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armonizar las planificaciones social y económica. Cultura ydesa- durante la Primera Década, insistió en que los años setenta

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rrello: el ponlo

6.A-ü+
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deberían contemplar algo más que burdas medidas del creci-

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A pesar de este cambio gradual, a través de toda la Primera

i$ilrt i *TIrlc $: rI!; a [*1i*[1


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antropología

s
Década del Desarrollo de Naciones Unidas, se continuó perci- miento económico (McNamara, 1970). Pero «el destronamiento

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biendo el desarrollo como una senda definible en términos de del PNB», como se conoció a esta cruzada, no llegó muy lejos:

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crecimiento económico, que pasaba por diferentes etapas, y que no fue posible un consenso, ni internacional ni académico, alre-

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tenía en la palabra «integración» la consigna que vinculaba los dedor de otra definición.

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aspectos económicos y sociales. En los años sesenta, tal como Mientras, en la Primera Década, se había considerado separa-

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lo reconoció posteriormente el UNRISD, se veía el desarrollo
social en parte como una precondición para el crecimiento eco- Segunda implicó la mezcla de ambos. Se tenía que formular un

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nuevo paradigma, el de la integración, después de reconocer la

i
nómico, en parte como una justificación moral de este último y

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necesaria interacción de recursos físicos, procesos técnicos,

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de los sacrificios que conllevaba (UNRISD, 1979).

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*
En cualquier caso, al final de la década, muchos factores con- aspectos económicos y cambio social. La Estrategia de Desarrollo
tribuyeron a apagar el optimismo acerca del crecimiento económi- Internacional, proclamada el 24 de octubre de 1970, llamaba a

q;
una estrategia global, basada en acciones conjuntas y concentra-

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q,tá i3 $ EÉiq §ü*4Éi
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co: las deficiencias de las políticas y procesos en curso resultaban

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más conspicuas que al principio de la década; los atributos que das en todas las esferas de la vida económica y social. Con todo,

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requerían integración habían ampliado su distancia; y quedaba el punto de inflexión no fue la Estrategia, sino una resolución casi

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simultánea de Naciones Unidas que establecía un proyecto para
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claro que el crecimiento rápido se había acompañado de un
aùmento de las desigualdades. Por entonces, los economistas se la identificación de una aproximación unificada al desarrollo y su

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mostraban más inclinados a reconocer los aspectos sociales planificación, «que integraría completamente los componentes

;;
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como «obstáculos sociales». La evidencia estándar impregnaba económicos y sociales en la formulación de políticas y progra-

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los cuerpos oficiales: mas». La inclusión de componentes debía asegurar que:
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El hecho de que el desarrollo bien deja detrás suyo —a manera de a) ningún sector quedase fuera del radio de alcance del cam-

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efecto secundario—, o bien incluso crea directamente de alguna mane-

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b) se efectuase el cambio estructural que favorecería el desa-


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ra grandes áreas de pobreza, de estancamiento, de marginalidad y de 80


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rrollo nacional, y se activasen todos los sectores de la pobla-
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verdadera exclusión del progreso económico y social, es algo dema-

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ción para participar en el proceso desarrollista;

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siado obvio y demasiado urgente para pasarlo por alto (UN, 1971).

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c) se fijase la equidad social como objetivo explícito, incluyen-

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do el logro de una distribución equitativa de los ingresos y de
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Conceptualmente, se dio una revuelta generalizada contra


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«que no conduzca a solventar plenamente [las necesidades básicas]

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d) se concediese alta prioridad al desarrollo de los potenciales

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o, aún peor, que las perturbe es un travestido de la idea de desarro-

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llo.» La Declaración también recalcaba la necesidad de la diversidad,

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«de seguir muchos caminos diferentes hacia el desarrollo», así como

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la meta de la confianza en uno mismo y el requerimiento de «cam-

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,:

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bios económicos, sociales y políticos fundamentales» .° Las propues-

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simultáneamente a la integración sectorial y espacial o regional y

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de vista de la
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al «desarrollo participativo». En tanto que empeño de Naciones

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todo, la búsqueda de un desarrollo humanista,' ampliaron y desarro-

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Unidas, fue un proyecto efímero y frustrante. Sus resultados fue-

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llaron algunas de las ideas de la declaración de Cocoyoc. Siguiendo

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ñ.É3-g

Y *É
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ron controvertidos y decepcionantes al mismo tiempo. Su crítica

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a Johan Galtung, para el cual el desarrollo tenía que ser «el desarro-

i
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de las ideas y métodos del desarrollo económico que habían pre-

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una influencia más grande en el proceso de desarrollo, que debía a

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su vez ser un desarrollo integrado, tal como insistía la UNESCO: «un

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condenó a su rápida extinción. Pero el proyecto incubó muchas de


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proceso total, caracterizado por sus conexiones múltiples, incluyen-

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las ideas y eslóganes que iban a animar el debate sobre el desa-
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do todos los aspectos de la vida de una colectividad, de sus relacio-
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rrollo en los años que siguieron.

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nes con el mundo exterior, y de su propia conciencia» (UNESCO,

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La Segunda Década, que se inició con esta preocupación por


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un enfoque unificado, evolucionó de hecho en la dirección opues-

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En 1975, La Séptima Sesión Especial de la Asamblea General
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ta: la de la dispersión. Sucesivamente se colocaron en primer


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de Naciones Unidas pidió un enfoque más efectivo que el de la
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plano diversos «problemas mayores», como el medio ambiente, la

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Estrategia de Desarrollo Internacional (adoptada en 1970) para


población, el hambre, las mujeres, el hábitat o el empleo. Durante

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un tiempo, cada «problema» siguió una carrera independiente,
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sobre el Empleo, la Distribución de Ingresos y el Progreso Social,
concentrando tanto la atención del público como de las institucio-
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organizada por la OIT en junio de 1976, ofreció una respuesta: el


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nes. Más tarde, se demostraba la compleja relación de cada «pro-


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enfoque de necesidades básicas, «que apuntaba hacia la conse-
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blema» con todos los demás y se empezaba el ejercicio de

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cución de un cierto mínimo específico del estándar de vida antes

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unificación pertinente, con uno de los «problemas» en el centro del

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del fin del siglo» (ILO, 1976).
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proceso. La disputa por cuáles eran los candidatos clave de


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Uno de los documentos que apoyaba el Enfoque reconocía
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dichos procesos era constante; arrancando tanto de las antiguas
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explícitamente que el desarrollo no podría eliminar el hambre y la

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controversias sobre las grandes prioridades como de la batalla


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cotidiana entre los distintos cuerpos burocráticos por la supervi-

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vencia y por la asignación de recursos.
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6. La Declaración de Cocoyoc fue adoptada por los participantes en un Simposio sobre


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diferente. En 1974, la declaración de Cocoyoc puso el énfasis en

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los Patrones de Uso de Recursos, Medio Ambiente y Desarrollo, patrocinado por la
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que el propósito del desarrollo «no debería ser desarrollar cosas, sino UNEP-UNCTAD, en Cocoyoc (México), en octubre de 1974.
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7. En el original, human-centred development (N. del t.),


6

desarrollar al hombre». «Cualquier proceso de crecimiento», añadía,


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población mundial. El Enfoque proponía la idea de tratar directa-

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esta concepción conduce a la disolución de la mismísima noción

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de desarrollo, tras darse cuenta de la imposibilidad de imponer un

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de esperar su satisfacción a resultas del proceso de desarrollo.

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Durante dos o tres años la propuesta estuvo de moda. El Banco

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UNESCO reconocieron pertinentemente en una conferencia cele-

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como una secuela natural de sus experimentos con los «grupos

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Ñüe-elR
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Cultura y desa- Alguien llamó a la siguiente década, los ochenta, «la década

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Desarrollo

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rrollo: el punto

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objetivo», que había iniciado en 1973, cuando su estrategia de

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de vista de la perdida para el desarrollo». Pese a los fuegos artificiales de los

t:-.!=a
o
antropología

E
i
desarrollo se hallaba concentrada en los pobres rurales y los

1;q +BÍlf
cuatro tigres asiáticos, prevalecía el pesimismo. El «proceso de

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p,-ó'.P

pequeños granjeros. También fueron muchos los gobiernos y ajuste»a significó para muchos países el abandono o el desmante-

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expertos que promovieron el Enfoque. Poseía la virtud de ofrecer

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lamiento de muchos logros anteriores en nombre del desarrollo.
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«aplicabilidad universal», siendo al mismo tiempo lo suficientemen-

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Para 1985, parecía que se avecinaba una era del posdesarrollo

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te relativo como para permitir una «especificidad de cada país». En

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(Rist, 1990).

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1976, la satisfacción de las necesidades básicas de la población

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En contraste, los noventa han alumbrado un nuevo ethos del

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de cada país definía la primera parte —y la principal— del

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desarrollo. Éste sigue dos líneas claramente distinguibles. En el

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Programa de Acción de la Conferencia Mundial Tripartita sobre el


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I Norte, reclama el redesarrollo, es decir, desarrollar de nuevo lo

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I
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üli'la:*qHtr;?is¿;*f=
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que se había desarrollado mal o lo que se había quedado obsole-

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División Internacional del Trabajo. I

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to. En Estados Unidos y en la Unión Soviética, en España como en
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Los expertos de la UNESCO, por su parte, promovieron el con-
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Suiza, Austria, Polonia o Gran Bretaña, la atención del público se


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cepto de desarrollo endógeno. Durante algún tiempo, esta concep- concentra en la rapidez y las condiciones bajo las cuales aquello
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ción ganó más aceptación que ninguna otra. Parecía claramente


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que se desarrolló previamente (medicina socializada, plantas
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herética, contradiciendo abiertamente la sabiduría convencional.
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nucleares, producción de acero, manufacturas anteriores a los

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Surgiendo de una crítica rigurosa de la hipótesis del desarrollo «por

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microchips, fábricas contaminantes o pesticidas venenosos) se

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estadios o etapas» (Rostow), la tesis del desarrollo endógeno i


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puede destruir, desmantelar, exportar o sustituir.

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rechazaba la necesidad o la posibilidad —por no hablar de la ido-

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En el Sur, el redesarrollo también exige desmantelar lo que dejó


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neidad— de la imitación mecánica de las sociedades industriales.

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el »proceso de ajuste» de los años ochenta, con el fin de hacer sitio

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En vez de eso, proponía tomar debida nota de las particularidades


I a los despojos del Norte (residuos nucleares, plantas manufacture-

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de cada nación. Sin embargo, pocos se dieron cuenta de que esta


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ras obsoletas o contaminantes, mercancías invendibles o prohibi-
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sensible consideración conduce a un callejón sin salida a la teoría


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das...) y para las maquiladoras, esas falsas fábricas, temporales y

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y a la práctica mismas del desarrollo, de que contenía una contra-

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fragmentarias, que el Norte mantendrá operativas durante el perío-

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dicción en sus propios términos. Si el impulso es verdaderamente 84


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do de transición. La obsesión por la competitividad, por miedo de

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endógeno, es decir, si las iniciativas brotan realmente de las diver-


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quedar fuera de la carrera, empuja a aceptar la destrucción de sec-

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sas culturas y de sus distintos sistemas de valores, nada nos con-
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ciones enteras de lo que se había desarrollado durante los últimos


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30 años. Sacrificadas en el altar del redesarrollo, se insertarán en

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desarrollo —independientemente de como se lo quiera definir—, ni

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siquiera un impulso en su dirección. Si se sigue rigurosamente,

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8. Los célebres Planes de Ajuste Estructural (N. del t.).
*[
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su lugar dentro de planes transnacionales coherentes con las

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rializar dichas elecciones relevantes en cada sociedad concreta,

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Informe

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en comparación con el resto de países». Los autores del

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demandas del mercado mundial.

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En el Sur, de todas formas, el énfasis del redesarrollo no se

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encuentran formas muy expeditivas de superar los retos tradicio-

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recaerá en semejantes empresas, que adoptan la forma de encla- nales de la cuantificación y la comparación internacional, así como

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ves tecnológicos y sociopolíticos. Más bien, el redesarrollo implica de los rompecabezas conceptuales que caracterizan su empeño.

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a Presentan el desarrollo humano mediante un «nivel internacional-
la colonización económica de lo que se ha llamado sector infor- aua»ay &

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mal. En nombre de la modernización y bajo el estanda

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siempre los diversos países de aquellos que han tenido más éxito. La meta

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que

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guerra a la pobreza —una guerra

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enfrentar a los asalariados con los pobres, y no en la lucha contra es la producción del Índice de

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la pobreza en sí misma—, el redesarrollo del Sur supone lanzar el Desarrollo Humano, «que sintetiza en una escala numérica el nivel

! ts +Eq *aq?:.; 3 i q q: j; 5 ^,
último y definitivo asalto contra la resistencia organizada al desa- global de Desarrollo Humano en 130 países». El método: combi-

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rrollo y a la economía. nar la privación relativa de esperanza de vida, la de alfabetización

s : $úáf [ Í ñEi
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Conceptual y políticamente, el redesarrollo está tomando la de adultos y la de PNB real per cápita. El Informe

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É?3ÉTTEd,
forma de desarrollo sostenible, para «nuestro futuro en común», tal análisis de las condiciones sociales existentes en los países son-
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=;d8[ñ'Étá

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como lo prescribió la Comisión Brundtland. 0, si no, aquellos que deados durante el período que va desde 1960 hasta 1988, tras

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§: o

qá.Bg;;-=3

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0:óFR':-==@YsÍAtj.B-X"_

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asumen que la lucha contra el comunismo —el leitmotiv del dis- haber recogido los datos necesarios para ilustrar toda una serie

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I o, ; ó -e

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o

", !! ñr

ils=-Ée"*B:
sarrollo verde y democrático. Pero en la interpretación dominante,

*+¿EÉ3++
sentar «objetivos sociales viables» para el año 2000.

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B ól q
(D o o

B 3 l,E án':
se concibe explícitamente el desarrollo sostenible como una iNo les faltó coraje al adoptar el patrón PNB per cápita en

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pensaban que la esperan-
s_1
estrategia para sostener al «desarrollo», no para apoyar el floreci- dólares reales! Los autores del Informe

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o.

miento y la duración de una vida social y natural infinitamente za de una larga vida, junto con una plena alfabetización, no son

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diversa. suficientes para dar margen de elección a un ser humano, si, al

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mismo tiempo, se le priva del acceso a los recursos que permiten
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. La década actual ha visto también nacer un nuevo ejercicio


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Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó últimas es una empresa plagada de dificultades. El Informe las

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reconoce y opta por una solución simple: un refinamiento técnico
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en 1990 su primer Informe del desarrollo humano (UNPD, 1990).


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Éste sigue claramente los pasos de los indicadores o cuantifi-
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del viejo patrón universal del PNB.

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cadores económicos, aunque prestando una atención apropiada a


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los esfuerzos del UNRISD para medir y analizar el desarrollo


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socioeconómico, al tiempo que recoge la tradición de los Informes

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Extendiendo el reino de la escasez


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Durante el siglo xix aunque, en realidad, todo empezó mucho


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De acuerdo con este nuevo Informe, el «desarrollo humano»
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antes en Europa, la construcción social del desarrollo se casó con


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resulta ser un proceso y un nivel alcanzado. En tanto que proceso,

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es «la ampliación de las elecciones humanas relevantes», en tanto un diseño político: la escisión de una esfera autónoma, la esfera
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económica, del ámbito de la sociedad y la cultura, y la instalación


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que nivel alcanzado, es «el grado en el cual se ha logrado mate-


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de dicha esfera en el centro de la ética y de la polític

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proyecto económico que rediseñaba la humanidad.

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de la sociedad económica, una condición que se debe

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que había ido valor econó-

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Los economistas no admiten límites a su aplicación.

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«posTruman» no era ni una desviación ni una interpr

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que esté libre del «problema económico», tal como

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bien era la

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se esfuer-

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una inven-

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za y lucha por subordinar a su gobierno y por subsu
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hasta la

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lógica cualquier otra forma de interacción social en

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valor como un punto de partida. Pero contemplan

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como propio por algunos, la historia económica es a=-g
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antiguos como meros presentimientos iniciales, herald
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un relato de

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encia de la nomía en el siglo xvni.

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sociedad económica es una narración de violencia
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y destrucción,

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pues, que por todas partes aparezcan resistencias.


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B?

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H
3;

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vaciones en una forma que encajaba bien con las ambic

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metamor-

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fosea las capacidades en carencias, el común en
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I e= 3 &3o [3 o'5

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u
los esquemas emergentes: ofrecían un fundamento

3 § (o-=_d:ááqñe"R:
recursos, los g
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L á'm< i o 3'- d38


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científico al
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hombres y mujeres en trabajo mercantilizado, la tradici


I g;

r.pD ñ q --á
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diseño político de la nueva clase dominante. Cuand

ó 0 =á =E;3

cj =
ón en una
^!r ñ


[t€ñ rQ ñs rA:i

O
Ó
o esta forma
e
¡-=.

carga, la sabiduría en ignorancia, la autonomía en


E

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fue «recibida» por el público como verdad, siendo
:i o- rl- ? i

dependencia
o

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o ñ51 p
E-l5.r;

-'JD§$
;? ri; e Iq{r +é:a +;

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consecuente-
r

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a;E-ddeFQ{f

&s ",rR-í

Metamorfosea las actividades autónomas de la gente


^ *
[

= Ig

P
mente absorbida en el lenguaje corriente, se manife
I
ó3

N Y < L +v
, encarnan-
J

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;E ea'4uE-q,E
s f ; € E_,-: { f

*
(D o
stó capaz de
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o I

i
3 I =ñ= '=g
+

do deseos, capacidades, y esperanzas —así como


o* &-¡ 5'&I
-,.-j

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q
transformar las percepciones populares desde su

3
+= 3
q

úáHBi Bs
las interaccio-

+ o 3 I ñ
:E==
=^ i;
*

interior, cam-

O
o

O- +
-v i

E'Ai
]
nes entre ellos y las de todos con el medio— en
q,g
r: ='Ptr? oo X.P

a
biando el significado de palabras y asunciones previa
66
o::o p *o-^

una serie de
.-

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@
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s.
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88
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¡e:í# =. rd-F

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necesidades cuya satisfacción requiere la mediación

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Los padres fundadores de la economía vieron en la escasez la
: 3

del mercado.

i{ ; q'9
X
r

ii ó E 9'é
=

El individuo indefenso, cuya supervivencia pasa a


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R ;= o o*
fi

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piedra angular de su construcción teórica El hallaz

3
é
depender
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c o:

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go marcó a la
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^
O O--O
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3

o 5 Jñj
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necesariamente del mercado desde ese mome


§;
3:s

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disciplina para siempre. Toda la construcción de la

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nto, no fue la

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economía se

ñ
-*Aá
§=

J.v\li)<rú

--; i
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q

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invención del economista, ni tampoco nació de Adán
.iii
3,E
e.X

erige sobre la premisa de la escasez, postulada como

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y Eva como

Yóa
l§l-:;ñ@
o= s

ig;
Y' o

una condi-
f
E
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3

sostienen algunos. Fue una creación histórica, fue


ií;

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9

ó
ción universal de la vida social. Los economistas fueron

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ó:

e
creado por el

u
X

-a

o
.)
incluso
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I sá
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capaces de transformar el descubrimiento en un prejuicio popular,

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ó: ü $
Unos años antes del discurso de Truman, justo cuando la gue-

*+: i is[[

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q 1'=

ibrsaiqís'{eóoiq
o p ,D é
en una perogrullada evidente por sí misma para todo el mundo.

e = i* I O f S_ñ d ea E,t áe;18_H.[;


rra estaba tocando a su fin, Karl Polanyi publicó La gran transfor-

g :39 +**B X-
=fás-Si

rb;*fraápo
t! i; ñ-q i +<
3 q:''*
Hoy, el «sentido común» está tan inmerso en el estiló de pensar

;
r

qlS=Éñ[Iisi
cD o ; ;
mación (Polanyi, 1944). Este autor estaba convencido de que el

3. +
-0.=

8.5
ilb
económico que ningún hecho cotidiano que lo contradiga parece

[{ pi i¡.

{p=

q
determinismo económico era un fenómeno del siglo xix, de que el
suficiente para provocar una reflexión crítica sobre ese carácter

E I T r a i g iq [:

=
'
sistema de mercado distorsionaba violentamente nuestra visión

úlTi*&e
atribuido a la realidad social.

j ;; ñ i + I ; + Ht gr g i ++E ñ
r3

3. i _ q 3.8 I = d

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Cultura ydesa-

á
ó 60 ú

^-)
*iá
sobre el hombre y la sociedad, y de que tales distorsiones se esta-

f,o dt'
qóq+fS'
g 1< q 5 i5É; .s $; a =.
rrallo: el punto
La escasez tiene connotaciones de falta, rareza, restricción,

E o = ü ^ i Y () o o ' - =-o . = H 7 *a a. U E 8 q ñ fd I P

:-rl-; ql fig *3:;


H il
l
de vista de la

s'É
ó:.o

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ban mostrando como uno de los principales obstáculos para la

d-r1ooo
p -o f Á* o o_

gl[*ñüEBl**=
§ s i 4r oi e.-

¿_-
antropología

Fs

{ I 5 *5 +a 3
deseo, insuficiencia o, incluso, frugalidad. Dado que todas estas

i+;
1I _X-ó Í g g f
solución de los problemas de nuestra civilización (Polanyi, 1947).

o
c ó_H c ñ.ó p,,

Q-goEo-romoÚaoo-f,
connotaciones, que aluden a condiciones presentes por todas par-

c:
[ +p iañ
En consecuencia, Polanyi documentó cuidadosamente la historia

=\
tes y en todo momento, se han mezclado ahora con las denotacio-

$ * fl á É ;E E E e= S n E 3 i + $3 q.Igea

o-
3
+5+=
económica de Europa como la historia de la creación de la econo-

I 1+ 3 eÉ E t $*
ñ N o §
*

EriEqdeá
nes económicas de la palabra en tanto que terminus technicus, el

I
t[5;H:-: l[€ *$ÉrfrAr;

ts
3
mía en tanto que esfera autónoma, separada del resto de la socie-

l5= ?:
prejuicio popular sobre la universalidad de la economía, con su inse-

=
ts I fe;

.Rdqb'Éi+ói'ó: -*sB e-r[*Éf


+
dad. Mostró que el advenimiento del mercado nacional no
parable premisa de la escasez, se ve constantemente reforzado.

:rlg ari

ski ú - rI h, P ; qs-[o § - p c? = ? co.<


E;
plasmaba una emancipación gradual y espontánea de la esfera

6 *- É

; I;;'ñ
Pocos han entendido que la «ley de la escasez» formulada por

lüu8e=q,eX6ñ al-83*+rQ

=
§,i

^r¿ñ
económica, sino más bien al contrario: el mercado era el efecto de

úi
los economistas, y que hoy en día aparece en todos y cada uno de
i¿ E s§B: i * a : si ; e,=3 :-'::

4{l; sE Ér
c r Á- -

E íi B, =

B':
una intervención consciente, y a menudo violenta, del gobierno. En

üu: 3x'D.x
ooóoó
los libros de texto, no alude directamente a las situaciones comu-

áÉ *É.S fl Y: É;¿
los años que siguieron, Polanyi puso los cimientos de la historia

q:

I
g

\ f ó.=^
nes que la palabra denota. La repentina falta de aire puro durante

+i
^

i = + ñ 3 13.
económica comparativa.

qFpHrIiigrHi[*$
;üiá'grá[=üliriq
=

E
un incendio no es escasez de aire en el sentido económico.

;3 ís: r; I S; n'3'==e
:

a
=
Tras él, muchos otros siguieron esta senda, reescribiendo la

H-4
=

3 H I H r +H;
Tampoco lo es la frugalidad que un monje se impone a sí mismo,

E o 3.ñ 3 d.; = *: =ó " o-= ip'ú


D; qd

historia económica como un simple capítulo en la historia de las

o-=
ñ;3

*ss3:3esH;á3,*s,.
ni la insuficiencia de energía de un boxeador, la rareza de una flor
-o o f

I{ ;s E o
ideas. Louis Dumont, entre otros, ha mostrado que el descubri-

Y'r

ái it
=tán-lt,1sifs*á

dp
I

o las últimas reservas de trigo mencionadas por el Faraón en lo

á
miento de la economía a través de la invención de las ciencias

9o 6dSiñ'q+ái.Já^--É
r; € [ $ e É, + + 5 fr i

que es la primera referencia histórica conocida al hambre.


s

ó b'= o u B
ó

o-' 3&q+l+83dE.Er-=ó
económicas era, de hecho, un proceso de construcción social de

I
-
3
Hbp ú
=,, =3 e r= e,c

q'
-c R
Los economistas interpretaron la «ley de la escasez» como la

i.!
ü
átg ideas y conceptos (Dumont, 1977). Las «leyes» económicas de los

6' - [¿+fi3
3:
;f b!) *+ ?I ú "+336q+H
= = .=
ó ro
forma de denotar una presunción técnica fundamental, aunque

+;
*

c,o
economistas clásicos no eran más que invenciones deductivas

q r ;a
-E

(p
iLI\ g+üA á+
r 3á S qe: q + qj-g

imposible de probar: que los deseos y las apetencias del hombre

=a H 1=i*:
o
0,'*

q o ;óó é-o 6 üÉ ;.s


que transformaron los nuevos modelos observables de conducta
qp

*SI9
g
p
son grandes, por no decir infinitos, mientras que sus medios son
e ::
;

_
q' r::¿:

social —modelos que se habían adoptado con el nacimiento de la

RÑRf9&83€3+3f
o 6
=X +g

limitados. Semejante presunción implica elecciones respecto a la


;

ó. rp
q
o
P,iáoE;5.'¿la6€a-

Bü 9á6'..,.,
sociedad económica— en axiomas universales destinados a llevar

"iq
i{- bi ;c;
q

i -=ñ?
q. ;:É
u o
o

asignación de los medios (recursos). Este «hecho» define el «pro-

5 Fp q ;.; = ñ
6=fó,o'Xo=Xo9'=9'

adelante un nuevo proyecto político. La presunción de la existen-

E qs' ;

aáá;!:
+el- o-

a. p

blema económico» par excellence, un problema cuya «solución»


q il8'd B:

t
cia previa de «leyes» o «hechos» económicos —interpretados e

E [ , e +e
ts

ó.5Do.o.:uj-*6=.O<-

- A 9 0¡

ñ.
ó

EeE'É:f

han propuesto los economistas, bien mediante la planificación, bien 90

iÉiág
rár[r*

a
3

=
ó --- o-
interpretables por los economistas— no se sostiene cuando la

&sáB:?"-

5'.Pú
91
-+

s d o---
!o D

=+
s H's':
á: H r

a través del mercado. La percepción popular, especialmente en los


I fi;

o
ñ

3
confrontamos con lo que sabemos sobre las sociedades y cultu-

r.,
(u co (-i
od-=§r-:

países del Norte, también comparte este significado técnico de la


a6

;D - u

+=3E
ras antiguas o, incluso, con lo que todavía podemos ver en algu-
"'0Jf^oñ-
cDc-tr_o\?

sovP)lÉ
!e o-N

ü;
-u d

palabra escasez, asumiéndolo como una verdad que salta a la vista.

ro=J='óYñ
i;

nas partes del mundo.

;3
!p


s5 +
q

t*
q

Pero lo que no se aguanta por más tiempo es precisamente la uni-

YToo
5¿

€-ü
",^
q¿
Marshall Sahlins y Pierre Clastres, entre otros, han descrito


¿ 9
3

3*
versalidad de esta presunción.
á

*8

[;
d
documentadamente y con detalle culturas en las que presupues-
reeEsq==63H
tos no económicos gobiernan las vidas y que rechazan el postula-

Ea:{e¡¡É 4 áEi*$3-sB:sE
-r n: = * & g ü + ; o á
b !: -o
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=§s;s::tü[ i 6:§;{$i:FIJ
[s:Éó[+:"gfr5

b.J; ñ
-l:*e=só6€É;
f33ffür::iE.-
;tg,-Hñüilü3

&os.dó:q*Y¿
En estos nuevos comunes, se dan formas de interacción social

s*.f;g':qq.,É=;q

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s i 3; $: qE : [ § i 1; E r

;- rsÉ$¡ *s ei; [É $
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+.6';s á s.iiq$ É;+$*dtq, $ +t3*=És;?;$á5a


:;a i*óoó§,E-

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a

I e I + * f d d i S i* o- !
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$n r l HIrs[+s;;
;:á¡[s=üq 3lilrt;st;E-

]9il8
E' ñ.ÉE.e'i*Xr.:b'B
do de la escasez siempre que se plantea entre ellos (Sahlins,

+ t 1 1s H ; o-ú m
que no existían antes de la Segunda Guerra Mundial. Ello no quie-

o ó.^ ir

o
-.r

p !I o o (u c
P o_ o
*till+;iS.O:
¡o-¡E
1972; Clastres, 1974). Los llamados marginales —esos hombres y

o ó

oll;=B

^ = d

t e.A.r
re decir que las gentes que ocupan estos espacios nuevos no

.rs
fr 'olg;;9;;:q

g*i[§[?S:$

á= ó o p ]* 3, á Fl
§¿ o ==r =
mujeres que viven, o se considera que viven, en los márgenes del

P ó

Lj -ás f; ; Ir..^ o - ^.i 3l;-li:=or:3ñ§,


sean los herederos —ique lo son!— de una colección diversificada

!e
cu - E
mundo económico— encuentran apoyo en esa tradición, ya que

u
de comunes, de comunidades e, incluso, de culturas enteras que

l.'
.o = t 56:-í -qi I q= +BáT13

á i33iiis I
continúan desafiando los presupuestos económicos, tanto en la

q, -6-.E

==

óa7
resultaron destruidas por la forma de interacción social, económi-

Y
e98-¡
_ ñ, o j'{ o.;
Cultura ydesa:•

P
Desarrollo

=
I
SEÉilo'¡;,

- ák
I *pI
teoría como en la práctica. Por todo el mundo, descripciones de

3-_.8
de vitaláeá ca, industrial. Tras la extinción de sus regímenes de subsistencia,

q q-

= 3;
l:üeq
todo un conjunto de experiencias de esas gentes están tratando antropología

úBg:.,

BEü
probaron distintos sistemas de acomodo a la forma industrial. Sin

é
b:5
de ganarse un lugar en las estanterías de las bibliotecas, pero no

=
embargo, ni la sociedad industrial por sí misma, ni los remanentes

:B fl;I Ef üt [B.os j 1ü
c o I¿

í
encajan bien con ninguna de las clasificaciones sociales filtradas

=,^
E
de las formas tradicionales que trataron de adaptarse a ella,

{3;.q
;-
a través de las lentes de los economistas.

Q4
pudieron culminar con éxito el mencionado proceso de acomodo.

qts o

ü g : o- g
ñ: : lE

--
Este fracaso es la condición previa de las invenciones sociales

:súgi:E=ád-rid=Ei
@ \< a

3 j g ?;Éñi;fi1:

3 U: 3 = + = + d.:
^ o=0?XJ ñ ?
= r
§ cuya consolidación y florecimiento han sido todavía más estimula-
Los nuevos comunes9

o,q
C--S
; .i:d.=:;:i *I;i+-ñefi
dos por la llamada crisis del desarrollo.

É€ ;[;BBÑfü;E
SH X t i
r§'PeÍ:üqry

ñsñ$i;_f5d

i[
+i§§3;+*í

trr
Para las gentes de los márgenes, el desengancharse de la

t -i Í ; E1¡.?
r¿-Ba:U,?d
-f;i+iA¡::
I F
Para el hombre corriente que habita los márgenes de la esfera eco-

ilr=d3=ñrI
5 o f E § 3; q
z ó r -
ó io : o.€

e
;-5,[¡; ,$S:x;nsp

=.;X'
=.
lógica económica del.. mercado se ha convertido en la condición

g s

s;E=Epfqf
$E- €g:l;:$c
[*,=*€i"eía= ;tiqi=.sa
nómica —o para la mayoría de personas que hay sobre la Tierra, si
ai:3?le-9

*u
B
3
\-l (4
misma para la supervivencia. Se ven forzados a confinar su inte-

Itgi= fll
¡-dilÚ30:§a

o,

así se quiere—, luchar para limitarla no es una reacción mecánica a

ils¡+=¿ ruáSflg:

o,
=p€4+{XS

Éa . e; áecq l3 IBe €il ?E §


racción económica —para algunos, muy frecuente e intensa— en

r X

s€ X :
la invasión económica de sus vidas. No son luditas.10

od=<rdF

ó-:
Más bien ven

9'> ñ ^- 3 * i i,

ñ: €= ;ó i1fi a
3
3
dominios externos a los espacios en los que organizan sus modos

o :l o o
6- o.
su resistencia como una reconstitución creativa de formas básicas
o u d

de vida propios. Estos espacios eran su último refugio durante la


de interacción social, cuyo propósito último es liberarlos de las

-,^
a --.x

era del desarrollo, Tras experimentar lo que significa la supervi-

I = p

*: d d i ü +-gi¡-;'á+3:
cadenas económicas. Así, en sus vecindades, pueblos, aldeas o
ó a

=
vencia en una sociedad económica, hoy están recontando las

E dE § r ;: á I ü[,$'É[
§ B [:; a I d : É é ;
barrios," han creado nuevos comunes que les permiten
o

+ CD
vivir según

d
y-
bendiciones que hallaron en dichos refugios, a la vez que trabajan

f 3 5 e -&€- á ---í 3 € 4 ;
Fi [ü s i.Eg I
-s

sus propios términos.


Eq;e'diÉi3$h

activamente para regenerarlos.

- t. 1E
q
i;'"-+}gTi

B'd4::.';
,_;3¡;§

i
- 5I Í 0
Al equiparar la educación con los diplomas, siguiendo la defi-

aódÉi
*:J;Q
F=P;ñ

9. The common, o frecuentemente, the commons,

H á á *L q r ñ :' v.

frF
: 9 o *a ñ'
se puede traducir como «el común", f l§o."-e: nición económica del aprendizaje, les faltaban maestros y escue-

I ;r¡
-. :L-^
lff
cs*.8: ;§3+

término que en algunas partes de Esparta designa todavía a las berras

?.p B ¿
y recursos

- ,- EIi¡s=g
las. Ahora, después de reincrustar el aprendizaje en la cultura,

Eet-.o ó E€€
g;i'
poseídos y explotados conjuntamente por un colectivo formalizado y territorializa
do,

particularmente por pequeños municipios; en ocasiones, el propio municipio,

o e
o.= 3
o la gozan de un flujo constante que enriquece sus conocimientos,
asamblea de vecinos, puede recibe tal nombre. La desaparición
ó's

de .las estructuras
.=P
,-.=e.i;r'
ri i¡
ool

E
con alguna ayuda por parte de amigos que les llevan experiencias
f q

socioeconómicas plasmadas y representadas en los «comunes

^,
P=

,, había sido uno de los


blancos de las estrategias desarrollistas; de ahí, la significación que el autor

!..1.
o

e
(o

da a este
N]

92 y remedios externos a su tradición.


@

Eú,Be-€
apartado (N. del t). 93

a

+*i*!
-Ei=,+--

;lig;
is

10. Los luditas (Luddites) eran artesanos

a > ;- o
Al equiparar la salud con la dependencia de los servicios

; f -o
$t§ii
áá

qágq
ingleses opuestos al proceso de industrialización

-
G-

á!

§'-
:i

€B.-=-

que, a principios del siglo xix (sobre todo entre 1811 y 1816), se agruparon en

a*
sño-q-=3d
bandas y

= $ -4
=
d d,
médicos, les faltaban doctores, centros de salud, hospitales,

(D
o=lDoo9-o
protagonizaron revueltas en las que destruían la maquinaria. Fueron llamados asi
a partir
de un tal Ned Lud, supuestamente un perturbado mental que en 1779 destrozó

ts, E
q [áñ
medicamentos. Ahora, tras volver a reconocer la salud como la

=-
É

dos

x!go=o(D

?!9:P-
tricotosas. En la lengua inglesa, Luddite
J

e
!I

ha pasado a designar a todo aquel que se opone

-xa;"r
=
il3'B

ñ
-oR
al progreso, sobre todo a su cara tecnológica. capacidad autónoma para enfrentarse con el medio ambiente,

-JYO-ñ
xl-J=.
!l i
11. En castellano, en el original (N. del t.).
ge

*d
d
ü
están regenerando su propia capacidad curadora, beneficiándo-
!=+
;Xg.
o-

=9,:
des desafíos y tensiones para todo el mundo, pero también ofre-

Ei.
b33-

?' bq
Eo ;ni

0)
o.

qE3
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o
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e-33
3

x I E ii
o-
EEq;:§+iiliq;: r[3+

g
1
se de la sabiduría tradicional de sus sanadores y de la riqueza

g*
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s.

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r,
qQE Tt aq qB rp'-ñ ñE: 5üi § E q BB

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É=+€
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a.ó';0

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ce oportunidades creativas de cara a la regeneración, una vez que


q'-iE

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-3,II

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a4 e 3 3 s g* 3; rá,>3't;Ie

=;
: o[ §
q
á
EE

Tr.g,
L -q a-i, ú: s sq B - ii
de la capacidad curativa de su entorno. En este campo, también,

-o
I
la gente descubre el apoyo que pueden ser los unos para los

;5[ ;ii
3l; t; X:
con la pequeña ayuda de sus amigos, cuando algo, más allá de

**

(u v

=só:Éd-eñili6
d E 41€
otros.

: YÉ= B l l;;i ái.HE $B e ; 5*E rl: i3:'rHa


i3;;;q+ii+q
r
áB
su alcance o del de su dominio tradicional, requiere una colabo-

o o o-o - H

l:H-iN P
La lógica básica de las interacciones humanas en los nuevos

á3 : 3 g +. r-5
nE
qfi

tf qás3{+á'a?
ración externa.

B],¿Eü:És;;E8q

q3[;ü+ñsr:i;
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comunes evita que aparezca en ellos la escasez. La gente no

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Desarrollo

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I
Al equiparar el comer con las actividades técnicas de la pro- Cultureydesa-

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asume fines ilimitados, ya que sus fines no son más que el otro

o
¡ s d-
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rrollo: el punto

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ducción y del consumo, asociadas ala mediación del mercado o

P:ZsiiEiH;;
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:€3$Hqf;i{;nH,
de vista de la

q;IlqF]-\L=c
*3e.ü[(á!El
lado de sus medios, su expresión directa. Si sus medios son limi-

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YE¡,HbÉEleé-g iti

i:tá?=í[i
ñ$t§gE;9,
antropología

a=*Bi=ÉlE q

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sE
del Estado, les faltaban ingresos y padecían escasez de comida.

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tados, como lo son, sus fines, sus objetivos, no pueden ser ilimita-

-
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Ahora, están regenerando y enriqueciendo sus relaciones internas

q.; tñ

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3 13131
dos. En el seno de los nuevos comunes, las necesidades se

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rs ó
y con el entorno, volviendo a nutrir sus vidas y sus tierras. Y, en

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definen con verbos que describen actividades que materializan
3 (D

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general, se las están arreglando bien con las carencias que toda-

:
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deseos, capacidades e interacciones con otros y con el medio.

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ó

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vía les afectan, como consecuencia del tiempo y del esfuerzo
- Las necesidades no se separan en «esferas» diferentes de la rea-

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e-o - x 3_ 4
o ai a.9'rn o
necesariamente invertidos para reparar el daño hecho por el

;
lidad: las carencias o expectativas en un lado, aquello que las

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Es: a; iEar c Bi : cr *;-É¡


e -"

q;
o :-1

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desarrollo, o de su incapacidad temporal para escapar de las inte-

3:
satisface, en otro, reuniéndose ambas merced al mercado o a la

oE
racciones económicas perjudiciales que todavía tienen que man-

H3
- o o i*rñ tLD_ao_¡ a€
ai;3
planificación.

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tener. No es fácil, por ejemplo, quebrar la fidelidad a los cultivos

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Una de las facetas más interesantes de la regeneración que

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comerciales o renunciar a la adicción al crédito o a los insumos
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se está llevando a cabo en los nuevos comunes creados por hom-

y
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industriales, pero los policultivos12 ayudan a regenerar tanto la tie-
&,s

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3 3. * S d I i ú á: g á. q, - É'g
bres y mujeres ordinarios es precisamente la recuperación de sus

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¡€;rBúq;3üI,
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rra como la cultura, proporcionando con el tiempo una mejora de

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I
propias definiciones de las necesidades, desmanteladas por el

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la nutrición.
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desarrollo, como percepciones o como prácticas. Al fortalecer for-


arlE:+ir3$
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:-*==ñi[-*

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-oóBq:8:&Q.-ódJ;
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-

Los campesinos y los grupos de base de las ciudades com-

+ -
mas de interacción arraigadas en el tejido social, y al romper con

qH^E If
r[iíi33 qp"úÉsrT=a;

-
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Ñ
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ii.-üsd .;=EaQ',3'EqB

parten ahora con las gentes que se han visto forzadas a dejar el

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el principio económico del intercambio de equivalentes, están
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3
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centro económico los diez mil trucos que han aprendido para limi- =
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recobrando sus estilos de vida autónomos. Al reinstalar o regene-

ñ,=;-.
H

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tar la economía, para burlarse del credo económico, o para refor-


;:3EE.á
-o.tr P : o - ^
i

rar formas de comercio que operan fuera de las reglas del merca-
=

mular y otorgar nuevas funciones a la tecnología moderna. La


o.:

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do o de la planificación, están enriqueciendo sus vidas diarias, al
aE
a ', á§'ü
qH3ígñ +EE il4

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«crisis» de los ochenta privó de su nómina a gentes que ya se


igs€$a:
-

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tiempo que limitan el impacto y el alcance de las operaciones

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bj
P
ó

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habían educado en la dependencia de los ingresos y del mercado,


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o d i: IeH ir i;
comerciales que todavía tienen que mantener, con lo que, a su vez,

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ó

gente que carecía del equipamiento social que les podía capacitar

o--
i:d

reducen la mercantilización de su tiempo y de los frutos de sus

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21 9$--B =H
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para sobrevivir por sí mismos: hoy en día, los márgenes están


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3

lidiando con la difícil tarea de reubicarlos. El proceso plantea gran- 94


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El actor principal de la economía, el hombre económico, no
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i*o,¡ée

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encuentra respuestas viables para afrontar la «crisis» del desa-
¡Éi:+s

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ió3.1--

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12. La expresión inglesa es intercropping, que se refiere al cultivo simultáneo de diversas


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rrollo y, frecuentemente, reacciona desolado, exhausto, incluso


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ao o 9 o!

especies en la misma parcela. La etimología de la palabra arranca de la geometría del


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+hólo
huerto europeo, en el que los cultivos se suelen intercalar en hileras, preparadas de una u con desesperación. Constantemente, queda prendado del juego

En
^-io)Xo

I
::;g'=

otra forma La palabra dpolicultivoa cumple la misma función semántica, evitando esa con-

a'
ú-=^ñ¡
d¿2.¿

político de peticiones y promesas, o se traga el juego económi-


3
notación que no se adecua a numerosas explotaciones en todo el mundo, y contrastando
con los .monocultivos., típicos de la agricultura comercial, mecanizada o no (N. del t.).

i
co, que escamotea13 el presente por el futuro, las esperanzas

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La llamada

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t3:3=iás
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nuevos comunes, el hombre común, disuelve o previene la esca-

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Este ensayo es una invitación a la celebración y una llamada a la

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p ., á ^ ó. _ 8.3
sez mediante sus esfuerzos imaginativos por salir de los apuros

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acción política.

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it§ñi[+iriÉEi:§3];[
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que pueda pasar. No busca más que espacios libres o apoyos

;
-
Celebra la aparición de los nuevos comunes, abiertos creativa-

,R¿=d-rA
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limitados a sus iniciativas. Puede mezclar ambas aspiraciones en

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Desarrollo mente por hombres y mujeres corrientes, comunes, tras el fracaso

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Cultura ydesa-

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3-8,
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rrollo: el ponlo

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coaliciones políticas cada vez más capaces de reorientar políti-

.) o

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-oo!.,1.@§=.oNói--

+;ñSis+i.:ñ3í33B *;:gs
de vista dela de las estrategias de los desarrollistas para transformar a los

-: §c9g)o¡Eo-óó
antropología
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e $ i:
hombres y mujeres tradicionales en hombres económicos. Estos

l;t
ó

q
recientes, la nueva conciencia que emerge de los márgenes
=

áóPpg¡*

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nuevos comunes están dando pruebas de la capacidad y la inge-

.l é
puede despertar a otras, ampliando las mencionadas coaliciones

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nuidad de la gente común para reaccionar con imaginación socio-

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3.;:
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=.o >+E *FH= r;g q:_iq á=;

3
hacia el punto crítico en el que empiece a ser factible la inver-

=
;

¿q=:;*e+i:Ylq.i3.;=ó
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lógica, siguiendo sus propias sendas, ante entornos hostiles.

Bryq3rÉñiAdHE
s trl1E-r á

I,
sión de la dominación económica.
a


Este ensayo es también una súplica. Suplica, en primer lugar,

F +6 3
f B & [ H g 9 * E {i o- É R I -
La economía de los economistas no es más que una serie de

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á
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B_ *.
3€ ;3 H r 3 § á + p e ;

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aq§ÉÉ i3
i9i
que se establezcan controles políticos que protejan estos nuevos

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:lsr3:iá+si}ña3

s5arrE+;
I&
B_
.l AE; * o- R = P fl ; *;
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reglas por las cuales se gobiernan las sociedades modernas. Los
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3
rü *a=qÉ§É [FH;
comunes y que ofrezcan al hombre común un contexto social más

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ñ *f,6

s; r jE:B Q
hombres y las sociedades no son económicos, ni siquiera después

É
1d.^-E E 5 q: ó ; ; á5 ;
favorable a sus actividades e innovaciones. Tales controles políticos

P?ryÉ?',?E.

d,T3ñ Ed$31 E=sFi§[fS98t


=
de haber creado instituciones de naturaleza económica, ni siquie-

s-;
sólo se pueden poner en marcha cuando la conciencia pública de

rá=íñ
8-;o;:*=';ü:iesaBq

i;€ *¿ri+s§ Éír#É1É;


=

I e a + qq=q & é E r_é


3o3¡jüd*=e.[:3É3;
ra después de haber instituido la economía. Y esas reglas econó- los límites del desarrollo se haya enraizado firmemente en la socie-
gqñqdl=#=*3á?áaó
micas se derivan de la escasez crónica de la sociedad moderna.

f
dad. Incluso aquellos que continúan convencidos de que los objeti-
5

E
a

Más que ser la ley de hierro de todas y cada una de las socieda-
*<l
r:S:3j

r
vos del desarrollo son ideales pertinentes para los llamados

_q:
ó€ e o-o *=ó.r-P
3.3a;

des humanas, la escasez es un accidente histórico: tuvo un princi-


=2

3:
subdesarrollados, incluso ellos, deberían reconocer honestamente

i
pio y puede tener un final. Ha llegado el momento de ese final.

q
las presentes imposibilidades estructurales para materializar univer-

[+:,5 iÉ;
ñ$E E r+ri3*r$ti;
e

ó
&B ,¡:

Ahora es el momento de los márgenes, del hombre común.

áa.ge' t-E 1&-¡ *


6 ; [ 8, [ 3 C É e 3 B 3 [
salmente dichas metas. Por otra parte, se debería exponer pública-

il+ÉE
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A pesar de la economía, los hombres corrientes de los márge-

s,'oiri 6'q

-1
-

mente el cinismo de aquellos que, conociendo sus límites, continúan


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€r *sqB o

nes han sido capaces de conservar viva otra lógica, otro conjunto
¿ e a; proclamando el mito.

+Éi?t§t;;e;
; B í[E':€re-6+
illr+l
ñ
á¿

i
de reglas. Al contrario que la económica, esta lógica se inserta, se Este ensayo pide el testimonio público e invita al debate igual-
=

t;=s:ñ.9 s

incrusta en el tejido social. Ha llegado el momento de confinar la

+á§:
r

mente público sobre los acontecimientos posteconómicos que


83
13

economía en el lugar que le corresponde: en un lugar marginal. Tal


:

in
están apareciendo por todas partes, con el propósito de limitar el
r

como han hecho los márgenes. daño económico y hacer sitio a las nuevas formas de vida social.


;
Reta a la imaginación social a concebir controles políticos que
96
o)
@

permitan el florecimiento de las iniciativas posteconómicas.

{
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$qal+:
!3O+=3'
; strE

Ei qE;
Este ensayo también suplica que se fomente la investigación y

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o'

13. La expresión utilizada por el autor es carpetbagging, forma verbal correspondiente a


G
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o o ii s
=o x o 9 r
O o r

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+ S
o

-^ ¡ q- ^- §r

la discusión pública de los temas que dan contenido a las coali-


ó
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o
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carpetbagger, 'político oportunista que pretende o logra representar una localidad que no
ñ-; o "

-
- - 5rD
q:-¡

É **I
ciones de ciudadanos para poner en marcha controles políticos de
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--a qO ^ o¡

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es la suya' y que toma su nombre de esas bolsas de viaje hechas con tejido de alfombra
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S
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que tanto se prodigan en las diligencias de las películas del oeste; de hecho, en origen, se
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la esfera económica, al tiempo que reinsertan las actividades eco-


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aplicaba sobre todo a norteños que operaban en el sur, después de la Guerra de Secesión
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de Estados Unidos de América (N. del t.). nómicas en el tejido social. Suplica una valoración pública nueva,
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3-PFr 1ii. 3[J3ü;== itE?i[];;;'3i1


O-

==jat="TuÉÉ[il*i
+3 Í ra+á tiE $: *a'§* * B 3 ü ñ'tE,á
dignificada, de los puntos de vista que, en forma de rumores,

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;IE ; ilEÉl[E]rfi
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i*;
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ÉE E :§íiüa5íg+;31;
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están haciendo su aparición entre los hombres comunes, y que

35
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están definiendo los límites de la economía al mismo tiempo que

O
tratan de renovar la política al nivel de las bases.

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Los nuevos comunes, creados por hombres comunes, son los

; g* *;
ri. r

i i F3aq* [ I
heraldos de una era que acaba con los privilegios y las licencias.

m f-
,
Culturey des*

o'
g
Bibliografía


q
(f¡
o
a
s19
3ó *pá
«olio: el punta

q
Este ensayo celebra la aventura del hombre común.

i[é[§3d
de vista de la
antropología

u
El desarrollo se ha evaporado. La metáfora abrió un campo

5
=

3&ory€3€
nuevo de conocimiento que, por algún tiempo, dio a los científicos
I
9- g e ñ o @-
ñ- O 0D

q3
algo en que creer. Tras varias décadas, está claro que este campo

=
i
de conocimiento es una tierra minada, inexplorable. Ni en la natura-
+;+
leza ni en la sociedad existe una evolución que imponga como ley la

i-r!
++= *g;
*
transformación hacia «formas cada vez más perfectas». La realidad
O f

$ * r +É + + á 3 il
? É ¡ 3 e És; § { É É * ü E *
9E iÉ. 5ñ }
está abierta a la sorpresa. El hombre moderno ha fallado en su
O

esfuerzo por ser dios.

gE ti9§ i3ilg$[*¡ÉáÉ

§}+$il§§*Ei
e;á=i*i:4i3
;=:*iAr+ñs=
=

Hundir raíces en el presente requiere una imagen del futuro. No


O- (D
: o o

es posible actuar aquí y ahora, en el presente, sin tener una imagen Arendt, H. W., «Economic Development: A Semantic History»,

st:-
r¡iitasÉf

+É ?* i+t
3$ [i5g§E
s-¿*€3'ñ= g+ §4 i,§k
ñ icóg; §? ñF §§+
s-Y(G'Y #6 a'[ 3*=§
=3;&i=
so9
EtF§s§í§§3[rr§EEi§E

e sn_.=i"i YP" 5q SáS


arnñrsh§É §[s§6d;§3

¡l=
del instante siguiente, del otro, de un cierto horizonte temporal. Esa
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¡ñ üfá iE
üñ
¡,i[¡ $:
imagen del futuro ofrece guía, ánimo, orientación, esperanza. A

--¡q&á;q>396
=
=,O--o 9 q =

Baran, Paul, N., The Political Economy of Growth, Nueva York,


.q

cambio de imágenes culturalmente establecidas —construidas por


&€ s $ * d -'5 á ! * ; i
J .)

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$i
Ñ8
hombres y mujeres concretos en sus espacios locales—, a cambio
d:Érs
Benson, W., «The Economic Advancement of Underdeveloped
de mitos concretos —verdaderamente reales—, se ofreció al hombre
íl i E i*s;

Areas», en The Economic Basis for Peace, Londres, National


tP 6

moderno una expectativa ilusoria, implícita en la connotación de


;;

Peace Council, 1942.

fr*
:'Iilr*:É']§
s*-
5 -OF .)ó: O-

ail{ É:; }i,d

desarrollo y en su red semántica: crecimiento, evolución, madura-


i

Clastres, Pierre, La société contre l'état, París, Minuit, 1974

-to
3E h ü * fi ñ H,
E ñ r + r + ü"=

ción, modernización. También se le ofreció una imagen de futuro (trad. cast: La sociedad contra el Estado, Caracas, Monte Avila,
=

g+3¡

que era una mera continuación del pasado, es decir, el desarrollo,


§E{*+[ii

1978).

§i5§=ü*ü1
ri13§ü*É
Iii§}$É=;

i §:tE*
rEAá
un mito conservador, si no reaccionario.
c

3a"3i

Dag Hammarskjold Foundation, «What Now? Another


§:+[l

Ya es hora de recobrar el sentido de la realidad. Ya es hora de

3,§ü
Development», Development Dialogue, n° especial, 1975.

t -d'¡#*l
3fiq&
ó co'o i3
c) ^-

recobrar la serenidad. No hacen falta muletas como las que ofre-


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9'É-ó § B ü
áx3

(o

ce la ciencia, cuando es posible caminar sobre los propios pies, 98


CO

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;o
iE

siguiendo el propio camino, para que cada uno sueñe los sueños
o

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propios. No los sueños de prestado del desarrollo.
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uÉssr?¡
* ri§,+ñiH"*i

íi+§*;ÉiÉ:;

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1$-i] €B
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i=-Éei?=z=3;iígÉ

€-
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1977.
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Social Policy and Planning», International Social Development


Review, n° 3, 1971.
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2. La cultura y «el desarrollo económico»'

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Conrad Phillip Kottak

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afectado a dichos proyectos, muchos de los cuales se habían dise-
ñado durante los sesenta y los primeros setenta, cuando los planifi-
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respecto a la necesidad de acudir a expertos en cuestiones socio-
culturales a lo largo de todo el ciclo del proyecto. Muchos de los pro-

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yectos que revisé acusaban una tendencia a poner el acento en los

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factores técnicos y financieros, mientras se desatendían las cuestio-
nes sociales. En el presente artículo, hago uso de ese estudio, y del

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1. Artículo publicado en la revista American Anthropologist vol 92, n° 3, septiembre de
1990, págs. 723-731, con el título original de "Culture and "Economic Development"=.
Según palabras del autor en el apartado de agradecimientos: "Este ensayo se construye a
partir de las notas para una ponencia, "Dimensiones de Cultura en el Desarrollo"
['Dimensions of Culture in Development"], que presenté en el Simposio sobre la Dimensión
Cultural del Desarrollo, patrocinado por la Comisión Nacional de Holanda para la Unesco, y
celebrado del 16 al 20 de septiembre de 1985 en La Haya, Holanda" (véase Kottak, 1987)
(N. del t).
2. En Kottak (1985) se da cuenta de este estudio de forma más detallada,
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resto de mi experiencia con temas de desarrollo, para comentar los regla de Romer, tomada del paleontólogo A. S. Romer (1960) que

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específicos y generales, del proceso de desarrollo. Devónico,4 las patas evolucionaron progresivamente a partir de las

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rales y la medida y evaluación del éxito del proyecto. A veces, se mencionadas charcas se secaban. Un rasgo que se probaría

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nos financieros y una evaluación cualitativa en términos de una existencia acuática.

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Los teóricos de sistemas, los paleobiólogos y los científicos

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impacto cultural: un efecto positivo en el PNB se puede acom-

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mas, el antagonismo entre las metas económicas y el bienestar explicar y predecir el cambio. La lección general es que la meta de

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dimiento para proyectos culturalmente compatibles (19 %) era sivamente tratan de mantenerse como ellos mismos al tiempo que

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muy superior ala de los incompatibles (menos del 9 %). En cambian gradualmente. Dado que, finalmente, el desarrollo no es

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otras palabras, la atención a la cultura también rinde económi- más que otro vocablo para designar la evolución socioeconómica

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camente. (Debo mencionar que la compatibilidad sociocultural (planificada), la regla de Romer es aplicable. Ciertamente, aplicar-

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la al desarrollo no supone oponerse al cambio, tal como algunos

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se codificaba independientemente de la tasa económica de ren-
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planificadores me han argumentado. En el fondo, la aparición de

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los proyectos como culturalmente incompatibles, una vez se


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una innovación altamente significativa que iba a proporcionar a los

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realizado la codificación cultural, se examinaban las tasas de

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rendimiento, que estaban listadas en hojas de datos separadas.) ción y el desarrollo.

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La aplicación de la regla de Romer al «desarrollo económico»

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asegurarse la subsistencia dictadas por la costumbre. Si aplicamos

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Los proyectos compatibles y exitosos evitan lo que yo llamo la
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la regla, podemos inferir que, habitualmente, los «beneficiarios» del


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3. Cursiva enfática del autor. Si no se índica lo contrario y si no se trata de una palabra que

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4. Período geológico situado en la Era Primaria o Paleozoica, que se inicia hace más de
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no sea nombre propio y que aparezca en una lengua distinta del castellano, todas las cursi-
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-9.
300 millones de años (N. del t.).
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vas que aparecen en el artículo responden a estas mismas función y autoría (N. del t.).
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cultura tradicional y las pequeñas preocupaciones cotidianas las

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de vista de la economiso"

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estudios en la escuela, o pagar los impuestos. Las metas y los para el arroz sin descascarillar,' los agricultores del proyecto, que

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valores de los agricultores de subsistencia difieren de los de aque- tradicionalmente comían y vendían arroz, intensificaron la produc-

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llos que producen por dinero, como también difieren de los objeti- ción e incrementaron sus entradas.

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Otra ilustración de la regla de Romer se puede hallar en un

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Siguiendo la regla de Romer, los proyectos realistas y viables

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promueven cambios, pero no sobreinnovación. La meta de cam- derado uno los proyectos ganaderos más exitosos de Africa. En
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les, el proyecto hacía buen uso de ellas. Ejemplos: 1) se introdujo

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sos que examiné, es decir, preservar los sistemas, aunque
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el ganado apropiado desde un país vecino, con lo cual estaba
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haciéndolos funcionar mejor. Los proyectos exitosos respetaban

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los patrones de cultura local o, al menos, no se oponían a ellos. r; adaptado a la ecología regional; 2) el pastoreo era una actividad

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desarrollaron a medida que el proyecto se ponía en marcha y


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avanzaba. Muchos de los proyectos exitosos incorporaban prácti- tasen las reses, pero una vez se hizo desaparecer dicha barrera,

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las gentes simplemente extendieron sus prácticas tradicionales
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cas culturales y estructuras sociales indígenas.

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mezcla de tipologías por lo que se refería a las unidades producti-

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expansión de sistemas ya existentes tenían más éxito que los
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proyectos diseñados para crear estructuras enteramente nuevas. privados—; 4) los objetivos del proyecto referidos particularmente
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Las razones económicas de este hecho reposan en el «coste
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da que el proyecto se desarrollaba con las formas tradicionales de

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bién se apuntalaba en elementos socioculturales, como la tradi-
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agricultores ya cultivaban té. También tuvieron éxito proyectos pleado al calcular los precios a los productores (N. del t.).
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vando campos tradicionales a cambio de una parte mayor del

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la cullura y

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Para demostrar a los planificadores el valor de la dimensión cultu-

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de vista de la económico»

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antropología

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Los participantes en un exitoso proyecto de reasentamiento

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surgido de una inadecuada atención a las condiciones sociocultu-

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sobreinnovación. La mayor falacia que encerraba era la conver-

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sión de ganaderos nómadas en labradores sedentarios. Se igno-

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dos a su vez en la competición por la riqueza y la acumulación de
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capital. Los colonos procedían de tribus diferentes, pero la mezcla

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local, En Papua Nueva Guinea, el matrimonio interlingüístico es
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diseñado para beneficiar a los ganaderos, sino a los opulentos
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granjeros comerciales. A pesar de obstáculos que hubiesen salta-

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religiosos comunes orientados hacia la obtención de beneficios


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materiales (por ejemplo, los cultos cargo).6


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Por cierto, un modelo de desarrollo que sigue la regla de


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Otro ncontraejemploa de la regla de Romer era un proyecto
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chos sobre la tierra en áreas altamente estratificadas. Si estos

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6. Movimientos y creencias de tipo milenarista que, en la forma estudiada por los antropó-
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7. El autor se refiere a ajefes empresariales», no a los jefes tradicionales o politicos, por lo

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talizaría los modernos sistemas de transporte introducidos por los occidentales (barcos,
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yecto para los ganaderos (N. del l.).


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inglés) (N. del t.).


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hasta entonces, así como con otros intereses de los granjeros. evaluar el ciclo del proyecto.

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Los requerimientos máximos de mano de obra en los campos de

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con lo que el proyecto fracasó.

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Un proyecto de irrigación en Sudamérica también entró en

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económicos

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antropología

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mente los cocoteros inmaduros, cuando la tradición, la eficacia y pastos y robaron el ganado del proyecto. Los habitantes locales

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continuaron su estrategia de guerrillas contra los ranchos extra-
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ños instalados en sus tierras ancestrales y los problemas sólo

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perspectiva cultural. Sin embargo, dicha afirmación surge desde cionales entre poblados para acabar con el robo de bueyes.

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separada, más que parte del sistema cultural local. No hay duda mente dañina en los proyectos ganaderos, un 67 % de los cuales

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lo, alguien tiene que prestar atención al sistema local afectado por 110 ción, e incorporando estrategias desarrollistas carentes de
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contentan con hablar con los funcionarios en lugar de con los
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vivir en ellas. Y, sin embargo, es precisamente en estas últimas muchos han tratado de moldear las condiciones locales para

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podrían reclutar como gestores expertos nacionales más que

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seguir una plantilla occidental: la presunción de que las prácticas

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largo y ancho del mundo. Sean cuales sean las ventajas técnicas

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6
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antropología

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-o
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o-

+36
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Grupos participativos y cooperativas
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La falacia de la infradiferenciación

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La falacia de la infradiferenciación se refiere a la tendencia a
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considerar los PMD (Países Menos Desarrollados)8 como un


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aquí algunos de los pobres resultados consecuentes: 1) se igno-

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como un recurso para el desarrollo. Parece haber dos razones prin-

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antropología

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extensa es la unidad social básica. El proyecto tuvo éxito a pesar alfabetizados y con un cierto nivel de ingresos en Perú y Malasia.

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repartiendo entre sus miembros dividendos por debajo de los que vas creadas para comprar y mantener el equipamiento. Se informó
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de que esta estrategia de activación del proyecto había reforzado

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obtenían los operadores privados. Otras cooperativas fallaron por-

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Las cooperativas tendían a tener un mayor éxito cuando apro- de los beneficiarios eran gentes con ingresos bajos y porque los

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las embarcaciones, debido a que tenían una trayectoria probada

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ación de un estrato de gente opulenta en lo que en su día había

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cularmente los planes de regadío, son más susceptibles que otros De todas maneras, no siempre se delimita bien un objetivo que

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de ampliar las disparidades de riqueza. Una distribución desigual de consista en evitar el aumento de las disparidades económicas,

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más severo cuando éstas se canalizan primordialmente hacia los sarrolladas, más que sistemas de clases consumados, lo verdade-

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ricos, tal como ocurrió con la tecnología de la «Revolución Verde» ramente común son los sistemas de rangos, basados en

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en Java (Franke, 1977). Entre los resultados socialmente indesea- contrastes de estatus, riqueza o poder con diferencias a menudo
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mínimas y dispuestos según criterios del tipo de la edad o del
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bles, se pueden destacar los siguientes: las máquinas cosechado-


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más pobres de los habitantes del pueblo y permitía a los ricos mentales de organización social son clanes, linajes u otros grupos

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explotar directamente terrenos que anteriormente habían tenido de filiación. A menudo algunas ramas de parientes por filiación

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que arrendar; privados de sus trabajos como arrendatarios o jorna- poseen un nivel jerárquico superior a otras, llegando incluso a ser
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consideradas «nobles», aunque las diferencias reales de riqueza y

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grando hacia las ciudades en busca de trabajo, pero muchos de poder suelen ser leves. Es más, en la estructura de grupos de filia-
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117
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ción, los ancianos o mayores controlan el trabajo y el acceso a los
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ellos han acabado engrosando las filas del desempleo urbano.


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recursos de los jóvenes. Sin embargo, como los jóvenes llegarán


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Muchos proyectos de pesquerías han dado también resultados

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negativos en cuanto a la equidad. En Bahia, Brasil (Kottak, 1983), con el tiempo a ancianos, la situación contrasta con la estratifica-

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los propietarios de botes de vela eran los receptores preferidos ción socioeconómica, donde las diferencias de riqueza y poder

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para la concesión de préstamos para sufragar la motorización de son substanciales y pueden durar toda la vida.

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Naturalmente, en muchos casos, serán los gobiernos quienes

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tomen las decisiones sobre el grado de ausencia de equidad tole-

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la equidad. En los proyectos ganaderos que proporcionan créditos

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para numerosos dependientes.9 Una falta de expertos en análisis

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rrollo: el punto w1 desarrollo
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sión de que el proyecto tenía un impacto sustancialmente negati- de vista de la

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esta estrategia ha sido una manera eficaz de aumentar el sumi-

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nistro de carne y de conseguir unos rendimientos financieros

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demostró que era falso. Tenemos que saber más que el nombre

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satisfactorios. Finalmente, también resulta obvio que muchos

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bajo el cual está legalmente registrada la tierra, porque los miem-

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gobiernos no están interesados en la equidad, actuando, o permi-

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bros de los grupos de filiación se benefician a menudo de lo que =. q-; 6 o q =

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tiendo actuar a los intereses creados, como si se opusieran a ella.
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resulta ser, a la luz de un análisis más detallado, una propiedad
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Los proyectos con objetivos respecto a la equidad o la distribu-
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ción de los ingresos necesitan una estrategia social para promover Niveles de cultura en el desarrollo:

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y seguir el impacto producido sobre dichas cuestiones. Se debe la cultura de los planificadores

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tener cuidado en que las estrategias de evaluación de la equidad

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distingan entre rango y estratificación social. La contribución a un El primer nivel de cultura relevante para el desarrollo es el nivel

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incremento de la producción puede compensar un resultado ligera-
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Un segundo nivel es la cultura nacional, que consiste en las
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mente negativo por lo que respecta a la equidad, sobre todo cuan-


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tradiciones, políticas, objetivos, recursos y procedimientos carac-

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tradicionales la que posibilita dicho incremento. Sin embargo, en un
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de precios, por ejemplo, afectan a los incentivos para comprar y

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cóntexto de estratificación, la equidad será un problema más serio.
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vender. A nivel nacional, los grupos de interés compiten por obte-


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Los programas de desarrollo necesitan canalizar los benefi-

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3
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ner ventajas y los intereses creados se oponen a los cambios

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cios hacia los pueblos y distritos más necesitados. Sin embargo,

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raramente se tienen los datos socioeconómicos precisos sobre la amenazadores.


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El tercer nivel es el de la cultura de los planificadores. Entre los

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localización y el tamaño de las bolsas de pobreza que muchos
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los expertos sociales —indígenas o foráneos, siempre que estén


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hasta cierto punto anula, o se salta, las diferencias nacionales, étni-
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familiarizados con el país— pueden ayudar a identificar los pue-

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blos necesitados y asegurar que los beneficios de los proyectos

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alcancen a los destinatarios previstos y pertinentes.


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niveles múltiples y con sus propios objetivos tradicionales en tanto

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9. En este contexto, la palabra •dependiente• indica una situación de jerarquía social for-
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or@

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J9tu

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mulada en un lenguaje que podríamos llamar tradicional más que una relación objetivable
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de información, sus líneas de autoridad, sus imperativos territoria-


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económica o, incluso, políticamente (N. del t>.


les, sus recompensas y castigos, sus asociaciones y conflictos, sus blos y en entrevistas con la gente afectada, con quien deben con-

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tar en primer lugar a lo largo de todo el ciclo de cada proyecto. El

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sq,i.:
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ñ-
papel del experto social no debería limitarse a legitimar las deci-

9=,^
i üd 3E t + *Qá 49t gñ
Hasta ahora, no se ha acordado la importancia que merece esta

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+Ér3ar=;
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sfones tomadas por otro, sino que debería ser parte activa en la

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planificación de proyectos y en el estímulo de las aportaciones de

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En un penetrante artículo sobre las estrategias de desarrollo,

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rp-ÉE.E á ñ-e p 0 AE; V


las gentes, de los «beneficiarios» de cada proyecto.

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David Korten (1980) contrasta el modelo de programa o plantilla,

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El rol de los expertos sociales nacionales en la traducción de

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las necesidades culturales locales demanda una cierta discusión.

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Se pretende frecuentemente que los científicos procedentes de

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modelo de proceso de aprendizaje involucra a los presuntos bene-

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d{
o- = f

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PMD formados en países occidentales adquieren puntos de vista

B+ a
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dan a planificar. occidentales, lo cual abriría supuestamente un abismo entre la

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a o =._.o-E +
La eficacia del modelo de proceso de aprendizaje se funda-

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produce una falta de sensibilidad hacia la cultura local no es la
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probadas para la población seleccionada, y cuando hacen refe-

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i ii:
rencia a necesidades reconocidas localmente y emplean apropia-

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damente las estructuras sociales existentes. Tales proyectos

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-: áf .3 s ;6 a Bii iE I H¡¿ +A-f

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desarrollo por el desarrollo. Los incentivos culturales específicos
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aparentes en cada caso a través de un estudio cultural y socioe-
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o

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sociedad? Cada proyecto requiere sus propios análisis, segui-
$=,-3_q
existentes en la activación y desarrollo del proyecto, se deben
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o

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miento y evaluación socioculturales. Para asegurar la adecuación

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H
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conocer perfectamente sus características sociales, sus núme-


= i§.l
o

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cultural y para evitar la falacia de la infradiferenciación, las estra-


q

ros, su eficiencia y su ubicación, así como estipular claramente la


i;
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:

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;¿
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tegias de desarrollo específicas se deben basar en los rasgos dis-


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manera en que se llevará a cabo el mencionado uso de grupos

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tintivos de cada uno de los sistemas culturales afectados. De
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indígenas.
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recomendaciones concernientes a la dimensión cultural, alguna
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giró invariablemente que los organismos internacionales en cues-

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qE Ip

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de nivel medio y otras de mayor alcance.
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tión asignen un experto social foráneo. Los gobiernos pueden
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Í+*l

ó. o

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ó
Las generalizaciones de nivel medio se refieren a regiones par-

5 i ) n o
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=E.iH

confiar en expertos sociales indígenas y ofrecer formación socio-


ó-- D - Y

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o

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ticulares (el África Subsahariana, por ejemplo) o a tipos de proyec-
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cultural al personal del organismo. En cualquier caso, la planifica-

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yó--.

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ó

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tos (los de irrigación, por ejemplo). Ejemplo de una recomendación


o'-

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ción del desarrollo rural requiere trabajo de campo. La ejecución y
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regional específica, aplicable particularmente al África Sub-
@--ñ'/o
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i. la evaluación de proyectos —tanto por parte de organismos inter-


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4.
sahariana y a Oceanía, sería el aprovechamiento de las organiza-
ñ

nacionales como nacionales— se debe basar en visitas a los pue-


ó

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I
üfis:il+3 LA A; ;l E-r-á fiiá*ir;i;ír
iÉ[á*iAÉ[$i*
iáriIEai-iqa :ÉH]E[[$itáÉ
yecto es particularmente importante en proyectos dirigidos a pasto-

?;$ü*t5E,F§[+

}ráEn*i4c
+l +isÉ;;Iitii+

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E F + * ¡ ¡ :€ ;
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3

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clones de los grupos de filiación para llevar a cabo el proyecto.

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o -o,ó.-

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res, que son característicamente móviles y dispersos. Una recomen-

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B-fl

o p p
q 5 i 9-o!
Ciertas estrategias de desarrollo deberían ser específicas para dis-

r+5áq

Be.ÉiX€
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dación es que, en los pastizales africanos, los trabajadores con una

§:

o
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tintos tipos de proyectos: de irrigación, ganaderos, de colonización

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baja capacidad de extender su área de acción deben apuntar sus

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E+

3,3E
@
i+E

r9:-iá1"
y asentamiento de poblaciones, o de pesquerías. Por ejemplo: se

á*e
p.-38
esfuerzos hacia los cabezas de grupos de filiación y hacia otras

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pueden efectuar recomendaciones a proyectos que fomentan for-

I
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figuras nodulares en las móviles redes sociales: bien seguirlos

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mas de cultivo intensivo tales como la irrigación o la doble cosecha.
culturay des,

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ó
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rrolla el punta económico,, adonde vayan, bien atraerlos a lugares centrales. En otro lugar
Podemos generalizar que los más exitosos de dichos proyectos se devisfa deq
artroFola ta
(Kottak, 1985), he propuesto modelos específicos para los proyec-

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encontrarán en áreas densamente pobladas, porque para un uso

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il : i i 3: fi
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tos ganaderos y de asentamiento de poblaciones, en función de los

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intensivo de la tierra es necesario bien un suministro permanente

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rasgos culturales y demográficos de las áreas seleccionadas.

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de mano de obra, bien el recurso a maquinaria agrícola fiable. Las

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Resumiendo, cualquier esquema de trabajo que incorpore la

3
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poblaciones densas también facilitan la ejecución, ya que la con-

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3
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dimensión cultural en el desarrollo «económico» debe incluir lo

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centración de la mano de obra hace que el acceso a las granjas sea

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siguiente:

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más fácil. La cosecha doble —es decir, el cultivo sucesivo de dos

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tipos distintos de cereales anuales en una misma parcela— no es
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1. Los planificadores deberían recurrir a conocimientos compara-

3
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normalmente posible en áreas de poblamiento disperso, algo que
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dos de las distintas culturas implicadas, así como a la partici-

3E
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se da en buena parte del Africa Subsahariana. Cualquier propuesta

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pación de expertos sociales en la planificación, la ejecución y

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de establecer un sistema de doble cosecha se debe basar en un
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la evaluación de cada proyecto de desarrollo.

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3
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análisis de la accesibilidad de mano de obra y maquinaria, por un

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2. Los planificadores deberían prestar atención a la diversidad y

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lado, y de los incentivos para los granjeros, por el otro.


Y
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a la compatibilidad culturales, incluyendo incentivos cultural-

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Tradicionalmente, los campesinos intensifican la producción
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mente apropiados en el diseño para la ejecución.
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para: 1) cubrir necesidades de subsistencia; 2) pagar impuestos o


^
-

3. Los proyectos deben aplicar la regla de Romer más que


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á
e
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rentas; o 3) cumplir obligaciones sociales, sobre todo ceremoniales.


sobreinnovar. El cambio debería responder a necesidades
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Por ejemplo: la principal razón por la que los campesinos malgaches


i

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localmente percibidas más que a metas abstractas.

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quieren metálico es para comprar bienes o productos destinados al


E:glrÉ+;:

§
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4. Los planificadores deberían aprovechar las unidades sociales y
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ó

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consumo o uso ceremonial (Kottak, 1980). Y sin embargo, en algu-
=i

las líneas de autoridad existentes como parte de la estrategia


a

á
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nos casos, los planificadores han esperado erróneamente que


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"H o:Ep-o,*9
de ejecución.
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adoptasen un sistema de doble cosecha, empleando la primera para
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5. Más generalmente, se debería involucrar a los beneficiarios

3 rE Br *6
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la supervivencia y la segunda para la venta. Esta expectativa ignora §F


d 8il4*

potenciales en la identificación de los proyectos, inventariando


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el hecho de que el punto álgido de demanda de mano de obra para


rlE
u
i

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,..,-

123 sus aportaciones. Las estrategias del desarrollo deberían con-


:r: Á ¡ =É
s

la segunda cosecha competiría directamente con la actividad cere- 122


ó:
r,e:y;-z

fiar más en las ideas generadas espontáneamente por las


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u
T
E

j.v

monial, sin la cual, desaparecería a su vez el principal incentivo para


gentes y menos en los planes y decretos procedentes de las
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promover un cultivo comercial.


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altas esferas. Se debería usar más el «modelo de proceso de


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Aunque la necesidad de comprender culturalmente es general,


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-

3
aprendizaje» y menos el «modelo de programa o de plantilla».

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algunos proyectos reclaman una estrategia sociocultural especial-


+2

6
o

mente sensible. Por ejemplo: la extensión efectiva del área del pro-
6'
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Bibliografía

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¡.Ie?.S §fB9.S
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Segunda parte

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Cultura y át2•

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o
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de vista

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la

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126
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3. De la economía política a la ecología

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política: Balance global del ecomarxismo y

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la crítica al desarrollo

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Eduardo Bedoya Garland

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Soledad Martínez Márquez

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Universidad Rovira i Virgili, Tarragona

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Como consecuencia de la crisis ecológica global provocada por el

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rgcÉi[+;++á+ÉsE[[5§
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+[pi;lglgrÉElIH3iiH

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capitalismo y de los desastres ecológicos del proceso de indus-

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I
trialización ocurridos en países de la ex Unión Soviética, se ha

íigiil[:

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desarrollado una nueva disciplina de estudio centrada en el análi-

-i e9 § ? 5 b'q e-9 q 3 5 P ro
sis de las causas políticas, económicas y sociales que generan la

$i
-o.^
mencionada destrucción de los ecosistemas. La referida disciplina,
aún en formación, denominada ecología política, constituye un

+E ¡ ++: [i;g
qY áo
q
campo interdisciplinario de reflexión e investigación. Académicos

a
de diversas disciplinas han contribuido a la profundización episte-

+
É+4ga; iéñE
mológica de la ecología política. Quienes trabajamos en el interior

E
de la Antropología conocemos que quien por primera vez utilizó el

q;á

¿
término fue Eric Wolf (1972), en un corto artículo titulado «Propie-

9'g= : 3 e-:
dad y ecología política». Para Wolf, las formas de distribución de

Q.a e : o +ñ
E i*¿aE
los recursos naturales y quienes tienen control de dicha distribu-
ción, influyen decididamente en la manera como se usan los eco-
sistemas. Anteriormente, sin utilizar el término «ecología política»,

3[H
Geertz (1963) articuló de manera ingeniosa la presión ejercida por

Éf
la presencia del colonialismo holandés en las islas de Java con el
desarrollo del denominado proceso de involución agrícola. Es decir,
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il+
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9+
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s
q 3,

o-

i_
reciente industrialización. De manera secundaria, abordamos la

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6,
factores políticos en última instancia explican la difusión de deter-

I
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§,

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lE + H ; + 3 E + i iE ] i r i
gÉ_i

3,
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problemática de países industrializados.

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3
minados sistemas agrícolas.

* $i i;
= Isíf í:3 [tl

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Sin embargo, el desarrollo de la ecología política no se inten-

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sifica hasta mediados de los ochenta. El marxismo, el feminismo

=
ñ
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d
q,dPB

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ü
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I. El ecomarxismo y la segunda contradicción

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= "* s.g

+íá.:'ÍFf;,ñ;gá;C.
y el posmodernismo no podían eludir la discusión planteada dada

Á -

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=
De la economía

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Eñ.qg
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Htao"üE:á

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la magnitud del problema ecológico. Chernobyl, el efecto inver- E

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É *É ? ü +É + : q 1¡ ;gftg,o3sái

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0J o ó - o
ta ecología James O'Connor (1989) desde el marxismo ha desarrollado el

§Jé€i'je-golrÉq
q 4E: ;
nadero, el calentamiento de la tierra y la deforestación en la

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política

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concepto de la segunda contradicción ecológica del capitalismo.

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q.€ i 3 s B i F 3 +¡ 3 B E s 3

1i :E

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Amazonía han cuestionado en primer lugar, la concepción y la

l. l:-;
i

i 8 o aÍ
'e+Rü;lg=A:f
Tal como se conoce, según Marx, la primera y fundamental contra-
x
e.r.,
praxis del crecimiento ilimitado y del desarrollo tecnológico; en

a;' -
dicción en el capitalismo es la que enfrenta al capital con el traba-

S-
segundo lugar, han obligado a discutir las bases no solamente

é EG==É9Eq9+f'!r
E'1,3
E jo. Esta contradicción se expresa de manera cotidiana en la lucha

E?
:!
=

c.(p 5 ó-D ñ s.-ó


e-:#ál¡Bl+ig&
3$tÉ+;rf
I
de numerosas disciplinas científicas sino sobre todo la orienta-

!l (+l -n !l

<o

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de clases y se agudiza con el incremento de la tasa de explotación
;6.(ooe(odldgsSo:liq':3s=&:e-=

; Q * =E & rE ; & á 3 r,* rg lg i + iE $.8.q

á;dt.lil; q3 *a
:
ción de numerosas corrientes de filosofía social. El marxismo, en
:
l;!ÉH
ár

=
Io B=ái[á.:

: r y o
de la fuerza de trabajo y el correspondiente aumento de la plusva-
ü
3
tanto economía política o sociología económica, también requie-

F:'ñ
lía. A nivel macroeconómico dicha contradicción conduce a las

E-3
rd

s
e'q

re revisar sus propias bases teóricas sobre las que se construyó.

;+,^É s¡ g
q='
denominadas «crisis de sobreproducción capitalista». Una explota-

í.cj, E É.8 e = 5 6'co f : o-.ó'- i r*'F*


La ley del valor y el sentido progresivo de la historia —o de las
.

1+' s' *3 B 3 I *=a'*5


.

firÉ(f
ción muy intensa de la fuerza de trabajo implica, entre otros aspec-

p
A
H-ñ

!D t'
fuerzas productivas en particular—, constituyen temáticas mar-
i

s=ñzed,

3,

o-"1
Ztn":-
==i;.f
tos, una disminución del salario real de los trabajadores; y en
á
o i, ,,-[ail1üa

ryl;
xistas que deben ser reformuladas. En este artículo pretendemos
ü;
+++x.--:

&+é-s',=9,'a
consecuencia, los asalariados no dispondrán de dinero para adqui-

=:,,q,N.,i'io-oq;=9{EFqg'nqE3.o)
=o§
o
EE

desarrollar un balance global —aunque obviamente incompleto—


]

=
rir las mercancías.

*qsIü§:-5+i5=§.+f+
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§-É:édr§iq;Eg+$i
Iá Iq.(-)
rd.s'É
de algunos de los indicados tópicos. Para ello, hemos dividido el
I

b-ñ 1v,'l j,&B d?R?qiq.?di

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i;

- = - X ?
No obstante, señala O'Connor, el desarrollo del capitalismo y la

S €:
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s.ñ-=
q

=ñ-.so.ó,308ñddrH,íf
d

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documento en tres secciones. En la primera sección, analizare-
!D+ñ=-o-«e*-

=o-ñ- ,rri.EHüdér[:q
Ilü=!Áá(ds:ü_u-üe'e
+ 8B
industrialización obliga a reflexionar sobre la existencia de una se-

E§-#+il§E*;:'=1

6
:fiTqñ8qÁ,"
ü

=I'lrQC;:1ñq5Sr+r
mos la relativamente reciente propuesta de James O'Connor
o- -

;3i3€3lE3sE&[n"["t
€í,dñ=+=f q*hs:*;
_oó

== =
gunda contradicción. Como explica este autor, tal contradicción es
ú ü s E 5 F l;: I r + =
?

o§,Ñ
af

=;;'ñ;

"
(1989) sobre la segunda contradicción ecológica del capitalis-

eA
n- o-o
la que se da entre el modo de producción capitalista y las denomi-

(3::q3*PiaY.a$3'
:o 66 i: 3 á: Ie il_ g:I ; I a.[

I
mo. En la segunda, discutimos algunas de las críticas provenien-
seÉI

ü:;€l:.:=i?sfE$a
s) :f

q,-uiroa.=Bdá^?;q:';.:
nadas condiciones de producción, concepto inicialmente elaborado
E: I sE d +é § sE
; ,i= o ¡--- *N qQ 3 36'3

qrHÉE .ñ ;sE:
tes del ecofeminismo elaboradas por Barbara Holland-Cunz
(ó-

o ^ ^ q F..qr.il - q6.c¡4J.o
o,

E +=;9:

§r (D

\<

p ó. ó x :" I I ü
por Marx y retomado posteriormente por Polanyi (1989, págs. 215-
q
=

(1996). En la tercera, escribimos un balance global de la econo-


= -

e e s =< +
ix +
221). Concretamente éstas abarcan la naturaleza o los ecosiste-
e
_

!
ñ +á;

mía política marxista empezando con un tema relativamente

a a
mas, las personas y el medio ambiente socialmente construido de
ú5B =q -38
a
q f E q: ü

complejo como es la ley del valor, e igualmente describimos las


--

á- -q :*a,üñi N ó §
q:

la infraestructura urbana. O'Connor (1994) señala, siguiendo a


q
=

Ió¿=óóx-+:k

diversas dificultades que tiene la ley del valor en la discusión de


f

=x=
o

-o
Polanyi, que .11as dos primeras condiciones de producción —natura-
ó
e

;
la problemática ecológica. Seguidamente, y en el interior de la
O ^, o

!DEBI;i3'=:d;
o

e
ó dE.

131 leza y personas— originalmente no surgieron como mercancías

:
^=o1/oe'- § ; i

misma sección, presentamos los aspectos que pueden ser con-


O
(D
a1E.iE;

130
-- o ñ1=,ñ-

[8áE'iü9,.
:

X
pero fueron transformadas en tales con la expansión capitalista.
-=
udá
ts ó-= =qó

E>Ejr'6'9
siderados como contribuciones de la economía marxista al desa-
=

=+
gEqpda6'

-o
Polanyi denominó específicamente a las dos primeras como mer-
o-rp-e

e- B

g,E:'
o
-

rrollo de la ecología política. En las conclusiones procuramos

NaD.-YO-=--
"

e i *-
=É0J-=-.O'<

o- á- n

o
cancías «ficticias», subordinadas a las leyes del mercado por el
oü.)oo"'-
o_x
cl (9

relacionar los aportes de la ecología política a la crítica y prácti-


i

[i

c=-l\a-l:
. +:

q=

J
juego de la oferta y demanda. A través de este último proceso, el

-a:-(u!
r

ca del desarrollo. Cabe remarcar que nuestro artículo se centra

(uI:-
q;

s,,
^,y

capitalismo continuamente se apropia, utiliza y destruye la naturale-

=
=
H

il
o

en países no industrializados o de economías emergentes de


L
+
-]
reciente industrialización. De manera secundaria, abordamos la

fi3.
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or
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H
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o
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factores políticos en última instancia explican la difusión de deter-

+
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problemática de países, industrializados.

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minados sistemas agrícolas.

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Sin embargo, el desarrollo de la ecología política no se inten-

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sifica hasta mediados de los ochenta. El marxismo, el feminismo

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I. El ecomarxismo y la segunda contradicción

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y el posmodernismo no podían eludir la discusión planteada dada

iÉ[Eqe+€3
+=;áHq=eüriÉrcq[É &rüAq,as3€lEr
qa ñüE'á3;q3ñE5:
o+

t¿=

i:Fx+sÉ[;:-&T
iailior'*iH+qE[+9,Hiiifl;lqBÉÉq+l
la magnitud del problema ecológico. Chernobyl, el efecto inver- E«1

o
st: fr i + "i 1 § 5€

8 il3.t:F,'**-io'dq q
8ddo
James O'Connor (1989) desde el marxismo ha desarrollado el

Tñ+á

siláe-(ú:5ña
H E d B U_

¡giIh9""í=áqr
-o
o

5 q ó - o ó - o-:l-+ ¡i 4 6 i _o- = * - i, - r o . + i
nadero, el calentamiento de la tierra y la deforestación en la

Eg{{FE3'n{ryóo
concepto de la segunda contradicción ecológica del capitalismo.

o I ñ i g , Í d; 3 : : l. - e ü ó* i = ¿
xrr
= H *,
iá=
3üs,

o\¡1Á.y.-
r ¿:
Amazonia han cuestionado en primer lugar, la concepción y la

rñ-E:.ir+lg;

o f

,
i

!D ó,h

;*Gin-"-HjgiEEs=sd6:_€ÉÉSJás:l:
Tal como se conoce, según Marx, la primera y fundamental contra-

EüE;E-3sígB\Sée. i! ,&:;E:Iia$il3
praxis del crecimiento ilimitado y del desarrollo tecnológico; en

e.o,"-aD}iñ=á

E35en3ei1EQi=
dicción en el capitalismo es la que enfrenta al capital con el traba-

6E
a¡áo
segundo lugar, han obligado a discutir las bases no solamente

7t=*ñi:A>NB_F3:
o- f


jo. Esta contradicción se expresa de manera cotidiana en la lucha

j B
q=

g
s :Es H [9üEp) 3 *e 3_s,g: üg s3q áür 3=
P*
*
de numerosas disciplinas científicas sino sobre todo la orienta-

p o

á;:319áqE;;i
f, i
- @o
= [ [ é - *-'^-

q e 6 g =ó;:
de clases y se agudiza con el incremento de la tasa de explotación

óñáFñóiH'orfro
e

e. e- a

F ri §
{
ción de numerosas corrientes de filosofía social. El marxismo, en

E.q;=i-á;(DÑ;i*=
¡^ -t -

6 Bd 3 e 3 :? rr_q I eg q3 3qñ+-;;ñ-)é _q
de la fuerza de trabajo y el correspondiente aumento de la plusva-
=

i= + B- q ? " a F tx q= - ^I 'q !qÉ ñS'te' ?i;Id q=? FE.ñ


= ñi
o ? j o-? < c I
tanto economía política o sociología económica, también requie-
9

+!
lía. A nivel macroeconómico dicha contradicción conduce a las

:
o-i (D

ó @
re revisar sus propias bases teóricas sobre las que se construyó. -,qni:

T+
r.6
denominadas «crisis de sobreproducción capitalista». Una explota-

.'-
p'3 T

i,, ;€
g
=.1
La ley del valor y el sentido progresivo de la historia —o de las

c
i
B * g r ñ".trá aR e t g au*=Fó.í
ción muy intensa de la fuerza de trabajo implica, entre otros aspec-

=o
o

+:ñ::;q, .sgl;*d;f aü i+f


<.J 5 D
qE:

fuerzas productivas en particular—, constituyen temáticas mar-


I

i*
i

v Y - ; q o ; * H o- ó g.ó _.-o :
tos, una disminución del salario real de los trabajadores; y en

^ .- = - (D + 9. J * o + Á # ? §, o_¿ í*a
=
Fgóa oo
5

:'1-J 0r ++r?
xistas que deben ser reformuladas. En este artículo pretendemos

X p o ^ : o
T ¿c" a;
.

consecuencia, los asalariados no dispondrán de dinero para adqui-


g : B o*.1

q,: É
ó
3
g

3; 3
d

q
desarrollar un balance global —aunque obviamente incompleto—
s B ['-

rf $:: l3; l-€:'i;

riaEñ:Eqaü:gsqáá
rir las mercancías.

EÉ3i
o=
o-

=
o
o

iBá:¡f;rHgn,H&.-[:r
Peoád
f af a aA S f

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de algunos de los indicados tópicos. Para ello, hemos dividido el
1:;

No obstante, señala O'Connor, el desarrollo del capitalismo y la

t
X
+

=q 9 d ;^ o óT + B 3 . e 3
+.D

a a.*
documento en tres secciones. En la primera sección, analizare-

üryB: i:=
+;

industrialización obliga a reflexionar sobre la existencia de una se-


d iñ a'3 E ;* qr
r,

mos la relativamente reciente propuesta de James O'Connor


*EllE;&3á 1.*l:

? U,<i

:.< ? : 5
gunda contradicción. Como explica este autor, tal contradicción es

S= S sS R 8, §E d IE
r o-(o
!¿

j ; *i I= e.
-o f d d

q 5 Y S 1:3 { s =

tá¿3eiiE;Bq+á?sq;
= = E Éá= B a i s

*
(1989) sobre la segunda contradicción ecológica del capitalis-
5 mo - n

la que se da entre el modo de producción capitalista y las denomi-

B,S=úású=-85>üf
= l; I i='o-

¿ áSo5
mo. En la segunda, discutimos algunas de las críticas provenien-
o

-(u'P-o@Y::TsQBdiF
nadas condiciones de producción, concepto inicialmente elaborado

=
r.o¡ a

ir$iu*9Yi$d5'
ó i ü o 3 o: p t =rye

tes del ecofeminismo elaboradas por Barbara Holland-Cunz


por Marx y retomado posteriormente por Polanyi (1989, págs. 215-
§ = c- áP
_ o,

ñ :=
d o3

(1996). En la tercera, escribimos un balance global de la econo-


:
;

?1,óo=.a-o:auA
221). Concretamente éstas abarcan la naturaleza o los ecosiste-
!D

mía política marxista empezando con un tema relativamente

93+dB?H^+¿D=c
r (u ^ o Y o -o z--a
ñ-o ;í a == Q ;" =

.=&e;:=qi3H
mas, las personas y el medio ambiente socialmente construido de
;:

9Í.6'á=4óoE6-Rá:-q
q

q q) ., ., 9.3
19

-
6 9&I

complejo como es la ley del valor, e igualmente describimos las


?",o:

É H eí*l

la infraestructura urbana. O'Connor (1994) señala, siguiendo a


ü

e
x
ñ,=o

diversas dificultades que tiene la ley del valor en la discusión de


5 I@-o <

ü
Polanyi, que .las dos primeras condiciones de producción —natura-
Ré==

O

o 3d q á H

or^djPl,:l*§:tss-.NA
=
3
B ó - s =g

i€:

^*

la problemática ecológica. Seguidamente, y en el interior de la


€;:

leza y personas— originalmente no surgieron como mercancías

=+6át-, Y.l- I
a H
=

= ¿ +.- :i.!+:,
o

misma sección, presentamos los aspectos que pueden ser con-


x Y sj o- -

(D

130
o
f+[,'Q'ñ'¿X

pero fueron transformadas en tales con la expansión capitalista.


É
I a3

;:
E 3; ñ =

siderados como contribuciones de la economía marxista al desa-


á.,

Polanyi denominó específicamente a las dos primeras como mer-


!or
c,

P v "'
A
-á e B á

g
ü B-3;

rrollo de la ecología política. En las conclusiones procuramos


3 f1:i
xY.:o-PD=

loC-C,=.:.e

niOYJ;'.)C
cancías «ficticias», subordinadas a las leyes del mercado por el
r ñ 4=
¡ §) ;g:

c@v,Poc:
3 s,

o üóóó
ür 3

ú--i

fl^-qlñ-oñ
s

;€E

relacionar los aportes de la ecología política a la crítica y prácti-


5 <o'<

=-+(uó-c

C=-f-Yl-fñ

+O<U+S-
;
=*

rfooá=l
E:
juego de la oferta y demanda. A través de este último proceso, el
eo
a
q
^a

ca del desarrollo. Cabe remarcar que nuestro artículo se centra


=

E
capitalismo continuamente se apropia, utiliza y destruye la naturale-

?
(^--¿g

cD

=
E

+
$

e
"

en países no industrializados o de economías emergentes de


=
o
[Éil*i$HsIrÉ= [+
o * 3 o-

+ H i1
qs

É
q

iüE $i _
+E q.tE E.a f S S[¡ á=
[§ÉHs

[}i
Í sá 9.á É¡-ÉE
za, o degrada seriamente la calidad de vida de las personas. En cionalmente, la economía política se ha preocupado de analizar

-'

gEra[d'+13iÉ É-ü3EEi

*i+E;f
B
+s/- e Y e :o-F + + p ü ef ;i
*Ee'E áec +qE=ál¿3;i
o
q

*€ +l d- a igs.r¡ i,¡ d ÉE q :áa;i§rtIaqi[[§i$

áleE 3 3d á üi]li; +t;


A'íe lüE+;:F * q*=Ér 1r=[3 jTr st]3iil1Fü
P;J»

+iil;uÍ,
r [= [El[+iáEág [[éiÉili*ÉFÉflÉÉr+f
*€.

5q.€q, ;í=!i5elIIqI r*g,rs:g§er=?EBáEB

súíÉÉíffiÉÉ1á,É[EIEÉÉEIF[Éiiílg
hi

u
a c *e € c
*-güE*E i¿f ilg.iqi;r'[í; *
O-
base a una lógica expansiva, competitiva y cortoplacista, la dinámi- los conflictos que ocurren entre las diversas clases sociales en

d'rá9 ;€
j, 6 i - i;§jii
=.9ór U.ep)
o o Ái .- Ó

rx
ca capitalista deteriora su propia base de reproducción (O'Connor, relación a la distribución de la riqueza o del excedente económico.

gü6

;
ñq.f3,8ág g,i*;É: iÉü q+qIm $ q i,3*gñ $[ 116
1994). En ese proceso, se generan las externalidades negativas, . La ecología política y en particular, algunas de sus perspectivas

++qg$$3 t,EÉE;Éd 1[i€;

q.g
7,---¿
las cuales constituyen los costos derivados del proceso de produc- como el ecomarxismo y el ecofeminismo, se preocupan de refle-

ri
:

s; 3, ff á ? rE n i : ¿ á
á + r r! q á F*q; ñ á¡ i *e- i á í a i s r q d B i a +:
ción no asumidos por el capital. La contaminación atmosférica, el xionar sobre los conflictos derivados de la relación de la sociedad

ñ-
m
Ecología

]- : iE[Éit i+H B i++[ql+l

ñ'
-

q
De la economía

_s

3
o
é"3
pokóca a

q
F
calentamiento de la tierra, las enfermedades provocadas por dese- con la naturaleza, es decir los conflictos ecológicos (Guha y

3iÉsÉ$Et::E
lHE9::'$ig=r
,EP9
h ecología
pddica

l; *rl *[eÉ,f ?
Martínez-Alier, 1997). O'Connor (1989) articula de manera nove-

lg
quilibrio ecológico, etc., conforman las mencionadas externalidades.

" qq,[ ilI=3: i1=


i
(O o : o 5 O o. Á + m I

='i
En determinados períodos históricos el Estado ha intervenido para dosa los procesos de acumulación capitalista y las crisis derivadas


gi
detener la acción destructiva del capitalismo frente a estas dos de esta dinámica, y las correspondientes contradicciones o luchas

N ü o

i;
«condiciones de producción», las cuales de otra forma hubieran políticas con los respectivos mecanismos de explotación de los

gE-9?

r[
+_ +8

+; sE; *,8--oEÁ€ieq *É q +Éiro[i:;

q
sido totalmente aniquiladas (Polanyi 1989, pág. 217). Igualmente, ecosistemas. La perspectiva teórica de O'Connor ha sido utilizada

i
ó ;+iñ-,8:E q;3"É d i[4*:iq

iorqÉó iE
el rol del Estado ha sido significativo en el establecimiento de la en países como Nicaragua, por autores como Swezey y Faber

lFÉ ; +:É rs tBil =EEt r,§l


ID r'Q
infraestructura urbana, en obras tales como el tendido eléctrico, las (1988), para analizar los conflictos que ocurren entre diversas cla-
E ñPñ

rÉE
carreteras y los ferrocarriles. La acción del Estado ha permitido ses sociales sobre la implementación de pesticidas en regiones

:
reducir los costos de la inversión privada, disciplinar la fuerza de tra- algodoneras. Otros autores como Ueta (1989) la han utilizado

Je
bajo en horarios laborales definidos •e incrementar la tasa de para investigar los problemas derivados del control de la contami-
ganancias del capital privado.

+3€ iIiiq A;ü-


nación en China.

;3
$

ííiÉ$+il
AáE* S
q€1t+É*iis¡B

óüo
q
^ úo
5
9
='
No obstante, es importante señalar algunas de las dificultades
ü;

La mencionada contradicción ecológica conduce tanto a una


3-
Xá -aQ {.

B * i s F l il q I § É d + á

$83 qig *€ + q ña;ia:*E= d==;l


s'€iqáq
crisis de liquidez en el capitalismo como a una de subproducción, teóricas a las que nos enfrentamos con la señalada contradicción
o - -o'O- : o

q
o-á

reduciendo la capacidad de maniobra del capital, disminuyendo su ecológica. En primer lugar, tal como hemos señalado, las denomi-
|

$ti*i:
á'É,ilI = =E q+e

I
*
nadas condiciones de producción abarcan aspectos muy diferen-
ig

disponibilidad de recursos naturales, incrementando sus costes


o- l. :

+
Ee

productivos y eventualmente aminorando su capacidad financiera. tes, tales como la población humana y la infraestructura urbana, lo

xi tüÚ[ñB *€i5c=$f
q,X
a
* §s T e-=sf 3iaf+

O'Connor (1994) resalta que a diferencia de la primera contradic- cual complica la elaboración de enfoques teóricos coherentes. En
9'igÍ=

s
I it *= [* A¡lS,l

ción, en la segunda no existe un elemento que adquiera la centra- segundo lugar, si bien la contradicción ecológica tiene una autén-
+ñ_*ó:

H3+
E

á
Á: §)

lidad teórica_que caracteriza al conflicto entre el capital y el tica y fundamental legitimidad teórica en la medida que expresa

Éí+Ég$iáíÉ
a o O * :

t; Bf fl +"R
á'E +üá
trabajo de la primera contradicción, es decir la lucha de clases. En una dimensión del proceso económico que influye continuamente

dr ñÉq ráa§i
++[;**q

= E o s

s :; É s: q'i
otras palabras, _no existe, en la segunda contradicción,_un único en los ciclos económicos del capital, no se debe ni se puede

+á'*
o

d.,
*
é

a3i *
E Ts R:E 1o
conflicto ecológico que la.tipifique o la exprese de manera exclu- separar del análisis la segunda contradicción de la primera. En


q
,n Z
=

r*H h, o: h

siva. Los conflictos ecológicos son sumamente diversos en sus 132 realidad, todos los conflictos ecológicos provocados por el capita-
OJ
N]

133

y__
=
q

I
(J=o

formas de expresión. lismo conducen a la primera contradicción, es decir al modo y esti-


eriÉ
*

i+i$

#;c o
* il r
E+qil
lo de extracción del excedente económico. Por ejemplo, tomemos
=

Resulta significativa la contribución de J. O'Connor (1989) al

=
-oo;Á-oo(D
ó ó ó-
a = O-

ó
;

el caso de los campesinos colonos que vienen ocupando las tie-

T r -o
desarrollo de una perspectiva ecológica dentro del marxismo. La
gü;

q do '' Q 5

-oXo-¿-

t¡+
olc=^.a-
i:
--o.i0D

y,
lOl-OPO

necesidad de reflexionar la dimensión ecológica en los conflictos rras de frontera en la Amazonía peruana o brasileña. Los mencio-
[t

o
=

s
q
sociales constituye un aporte sumamente importante. Tradi- nados productores permanentemente requieren sobreexplotar el
É É q"'

[:E c $:=;
i # + 31+ d.: a
1

.sa"*É EE +3i frFq }s8 +É3f,q+g+t 3ilqltr3id


3'
o_

iEs+rilÉlle=E [i t$15 +[É z€,3§i r


ííÚ= i * fr $ a át t r; ¿ § } a
ecosistema tropical a través de la deforestación o la intensifica-

a,

ógEqH
=
Ei33'ai*
d',8-E qÉq ?t3,8

qg q 3


XE f &
1i[il-i§,r
requiere no sólo de un análisis aparte sino que la misma dinámica

p--Q';€ s iiláf lie l-='


ñ -Aqe:,P o

E§ { * Ei
X o 0t o CD B
+E

3i
=i =

g+
?,_

3
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X e o o I+ 6 g
o,
ó-§iH §,: +3

3
3
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á:
o b'-." o- P A &,
=H
;1+

-0 r ? A e

o- f o- o-:
C)d

= lá
q [.

0,3.S;1
ción y correspondiente degradación del suelo. Tal como se ha

il +:{
g: i

gE
x ó ñ I a'e i 3; 4 ñ &é 3 á 8-: T! [ 3 e t-
s
'- *u 5
Ii;
de degradación de los ecosistemas conduce a un reformulación

i
o á9 E :i+3,=*'
ñ'q3'coo

o-3 , Ef p ú*eó
demostrado (Painter, 1987; Collins, 1987; Bedoya, 1987), dicha

E r c'g)q o

É S E : fi 5 ü á H á

F P
o, * r» - - o R ñ'- o- 6- o - b

[
3:; á;3[a
de la economía política. La reciente e intensa explotación de la

-
r='1=ll ilüúlás
)= -ó-á-:NSFo

o o-.
=

ü
ü
9
[
dinámica de destrucción ambiental es resultado de la forma des-

¡ axóa B J I H.x¡,i.=.?É 3

O'1a_-(==i
= =o ;i= 6
naturaleza ha provocado un cuestionamiento sobre las posibilida-

ü = á; LA
+
2óx

,_=
[q
=ñ;3
;3
ventajosa como los colonos se articulan con el mercado capitalis-

+E
;
3üI r i
des futuras de reproducción del capital. Tal es la magnitud de las

i
=
E
= á; q n s d = = &x s --o
^& f

=SA3E4¿
ta, a través de la venta de sus productos agropecuarios. A los

q
X r -o. 9) +E
I 5
<- o
externalidades ambientales que pueden poner en peligro la super-

§.
Delaeconomía

3
-ó.3

r B +É{ d I á r:
E§€P

Shi)i5
a
F
}. F fó 3

=:
3

ó +I3I
q ? ñ-E p iÉ
pol(tica a
- _colonos, como consecuencia de los bajos ingresos que perciben

3 3 d u 0) D H o §, O

0 ü_
r

* : i ü-; I I a.€ i 3t
o-+o <
vivencia de la modernidad y del correspondiente estilo de vida. Por

;
Ya ecología

_t

=?
X-o
polka

-;
á

á'

s, q - ar -J ó -9
por la venta de dichos productos, se les presiona a deforestar el

a
3

q
i

I = E-!
[:

o^:
o x= > o- = - ñ
otro lado, no sólo se trata de comprender las características que

;
lE ñ€ '
*

0) c+ rD
sIE

q.
bosque virgen, cuando existen tierras disponibles, o a cultivar la

r$+üE.:
q*[t

=
I

}gd

a:
adquieren los procesos de acumulación ampliada y los modos de

6 q :j:6

?P 3ü
.,

c *<
d f5óuu
+

á::1_

9:
tierra .sin el adecuado período de descanso del suelo.

a+i

Y
utilización de la mano de obra sino también las formas como el

eñH

á,
a<

b'q
r
La relación desfavorable con el mercado laboral también gene-


A
o-* =- :1- = _o o cr f!D t-r- f J'=)o a a !J o l .)
capital se interesa en utilizar los recursos que le puede proporcio-

6'q
$

-P-3 e

a
ra efectos en los ecosistemas y en la calidad de vida de los colo-

q';

ñQ
i

s2 ¡!.
+$
0. 1: e; fP ú. P ^ e **.^ aB H =
D

3'q
& o- I I
nar la naturaleza. Martin O'Connor (1994), por ejemplo, explica

á=

o i$
X=

rü ; 6'- =3+ 5 o, = o= ñ üq o = ad X q--


.o--ii ñ.+c Q";rE
-" B B;

I
ráagE

órI{
-q
nos. Usualmente numerosos colonos venden su fuerza de trabajo

r Ió-o
i

=
B .-*;E q i

+3,
$rli3*$gÉ[f

'
H cómo recientemente la expansión capitalista ha modificado en
3

=
É
d-3
de manera éstacional, sobre todo en las fases iniciales de la colo-

H
;
e r;i:

¿
*§ X q $j?
=

q
5
úE
algunos casos, y ampliado en otros, el modo de uso de los eco-

i
-;'.=o'o

l!<:

=2;é
-5

=
4
q
sE qs! 3.8-d*,8 E-BEñ +! qñ

=
ii
nización. Empero, cuando los indicados agricultores no perciben

s; l! ü 1= = =! 5ig+rq

fi S E é $
§
üaa s e =;É l: 3 ¿ 3 +E
6
úd r=

^ X.H +
19s

o
*
B r & a $ üE-e i 3.* 3 i I
í 3 oEN.gó-üL_c.,e3,,
sistemas localizados en las regiones de frontera. Históricamente,

i, d + ti=F-
- t + e e.aóa

+"'r $

' o- 3 q q i H 3 o q
E

É=

§,
suficientes ingresos monetarios por la venta temporal de su fuer-
eqa io :i=

-* X
+ \'i o ó _ I u\g\e

E
J
H - e l f a l ry * a- 3 i

6
I
;

ú;
el capital simplemente se ha interesado en utilizar los recursos

si5
&

-é*$
+
§

d
za de trabajo sobreutilizan los recursos naturales sobrepasando la

e k
ó- j 6-mA

1Í e; e'e.?;
naturales tales como el caucho, el petróleo o también en reclutar

x h'9'
í

q.'B; le *+ri
I
I

x &á3
S

q
d
*¡ g*t
*gÉE
É.q
relativa capacidad de carga del ecosistema. Ello también implica

§i
i

=
.

É (D ::

+E e ; í ?
5
S=E
H'H X
fuerza de trabajo indígena. En base a una serie de descubrimien-

¡
B
q-H $ 3
J
q=aB

3t
:3
tg'-se

=+= Q
para el colono incrementar el número de horas de trabajo, deterio-

$
p
tos relacionados con la biotecnología y reforzados por la etnobo-

'
N. y.r.9

+
a

o

y* r:_
*

=-"'o
rando su calidad de salud y de vida en general. Tanto en el caso

a"9¡
X
P
;3

o
tánica, el capital ha transformado su estilo de explotación de la
*8..+o

d=
3 A;
=

rH x

^f.ü

derivado del intercambio desigual entre el campo y la ciudad,

1 +R +

ó ó
sj

-@
=

ti
naturaleza. Ello ha provocado que el capital se interese más en
e:

á:;
H
B

=

: s;;3rE:
*r'*
como en el del trabajo asalariado, encontramos un ejemplo de la

a q- a 2 = &
=

3r r r

d
? e
.i
una conquista ecológica de la naturaleza. La diversidad de espe-

*
:

,
ssEró
+gig3
g

€q{* * 3 3'ü g 3 HE
* =.,^ o P d-o -o ='r a -o

343

álÉit=

; ñ d<'-
!y 4:

<l

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explotación del campesino por parte del capital y, simultáneamen-

ü
É$i*á:

+id ñ
;.

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3_i
I
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cies de plantas y árboles, y por supuesto animales,_ ha implicado
o_

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e &*:il 9-:aB

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8 ii; =,e E á B -l f

te, la generación de externalidádes ambientales negativas, tales


i+I B U +i*rüH

5'á

-=? +f ód E9
H o ñ---o.<
6 I q
;l=

que ciertas empresas defiendan la integridad de los territorios

il'¡ó-oaañY+.^=
r o ."
s

? =-Q ooqa
como la pérdida de la biodiversidad —producto de la deforesta-

EH
t ió:ó s ó-:: aÉ+ +;;

;=

E
r s

=ü::ó
3
q

-H q
indígenas como única manera de garantizar los recursos a explo-

-a=á
!:-Llr+ñ
H

R-.:3,
q
d
1f

E_
ción—, la acelerada erosión del suelo y el deterioro de la propia
SaS

ü3E
ü

bj P ó
-o:!g^oo
;
tar. Asimismo, debido a que el conocimiento de las poblaciones

-:Y.(u+-.-
o-9á3

H
g

á3
5'ó o--
capacidad física del colono. En otras palabras, la intensidad de la

J6A B

B
I á
üs

* q
y
indígenas respecto a tales recursos puede resultar eventualmen-

u.(D

*V
-r-,

,E':
" ó'<:

o;
o ]

=e1}á+E

explotación de la naturaleza humana y no humana es resultado de


I

E
=
te valioso, la expansión del capital no sólo es ecológica sino tam-
r;

!
o,,:
=

*= e

q;r =q q
E.o-5
tE,5 $,&38,

-x r o 4:yeE
IrD goó soó áxr uÉ:= ó=o

áH l$* Fñ
a

la forma de extracción de excedentes, vía los bajos precios agro-

3
bién semiótica.
f !§' S i;;
<o
3
o
p
$3É¡

pecuarios, y el modo de utilización de la mano de obra. La segun-


(D

134 135
&
5

oHo

- da contradicción adquiere sentido a través de la primera.


S Ei
I

o : ó'-o
E
ó

Sin embargo, debemos remarcar que la articulación de ambas


i§/a:(oo.-1
áo3

X:Bñ

no implica la negación de la contradicción ecológica. Por un lado,


E ;3
;6 is

:iiE e

fOn0:=
o.ó

el deterioro de las condiciones de producción y de los ecosiste-


§,
.s

mas como consecuencia de la lógica de la reproducción ampliada,


ü o_ ;H. io,-á , :? < 6 6 +*g
F
Manuscritos económicos filosóficos, y que sin duda tampoco son

5i iA'r

e
E
íüñ b$ o-B oa a ü
d Igoc
Éf,**qii*;i;"4*g=:iü[tÉiE;**t
=

E, 1o
e iei;B
q+€;qi:EÉ;qaiis§
9)
sq ,H ii ariq, gii+g^EqEE;€üAIii$;i:a§
[
;

Ig$ .üii
g:i
o
Il. La crítica de Holland-Cunz

í*;ilHsTáü3s;€ií*rÍilÉHÉBri¡

¡: ;§ a
6p

lf+x Fi
cuestionadas por el ecomarxismo. Para ello, esta autora remarca

N o
E_

ióü[B
F
i
al ecomarxismo: determinación social o lógica

9[t3fq=A=
i
c

=.ÉÉ;l§Yq*ÚáPl6iB
que para Marx el ser humano vive y es parte de la naturaleza, y

B::aaüápFEts''*:;i=l
ní+*qág==§'.
EE:ó ets ;ró-.
propia de la naturaleza

tiE: ir$iEI§$=¡sFis
que ésta es su cuerpo, con la cual tiene que relacionarse en un

**$;gEqo*8d=-TI:i
ftfi:tSH$iFrEi3lf,:tÉ+a¡ríá+;

+$+iÉÉiÉiJ[§íEE]É

[Ét*]l;
-€
(,o o
t;ÉÉÉ *rsaeÉiri*[i
proceso continuo si no desea fallecer. Holland-Cunz señala, no

q,Éil[d-[*: *

N:Frgsls::g§4st;
Holland-Cunz (1996) analiza desde una perspectiva ecofeminista

rH Frá+Ss9;El deó ñ'?=aiií+=ilq$9gg


É$ÉirEirÉ¡}iá;ai+
-qg d 6E § q+[p-n a=
el carácter contradictorio del pensamiento de Marx. Por

3 e.:

+*iiti€g H g u =+iaif?
De la economía obstante,

EgEE
los planteamientos desarrollados por James O'Connor (1989)

d iI I

aó'
Ecololta


q

ÉiH€
poillica a
un lado, dicha relación se presenta como exclusivamente ántropo-

,:

i.- s üc$Eqí*;aq'_:iE.u'sg.:5ii
la ecologic
sobre el ecomarxismo y, en particular, la segunda contradicción.

* i qE g 3!E $FÉE;

q$$$€e
ó =.='tal
Oka céntrica e instrumentalizadora, dado que la naturaleza aparece
Las críticas de Holland-Cunz (1996, pág. 82) a dicho plantea-

il33 :€

:L
|

;
descrita de forma posesiva. Por otro lado, sin embargo, en el

-Ro
miento se basan, en primer lugar, en que O'Connor no otorga ade-

e,ü o B ; iqB:'+*E *+*Eq A-e[É i§


ÉS;
mismo texto, Marx concibe el ser humano como parte de la natu-
cuadamente a la naturaleza una autonomía o lógica propia interna.

o'Íñ q ií 5 + + ñ ñ i ó ó :o
=
raleza no humana. La naturaleza resulta definida no sólo como

p
En segundo lugar, se sigue considerando a la naturaleza desde un

-si: §:-+Err$ilÉflá3[i$ÉiiEÉ

, i ;? T€
d

gfá==
objeto sino también como aquel aspecto de la vida que determina

E e '=eü S*i¡ ñ á q ü R.;; r

É 5','[Ég
üES:f;
a ó
punto de vista económico, medio de producción humano y condi-

;8 ii =d =ñ e 5: á ¿'-N=:
lni:i4f

"l
o posibilita la vida y la muerte de las personas. En esta última

e -n áát'i fj 3 ? á3is
ción existencial, carente de lógica propia. En otras palabras, a

q
=
X
interpretación, la imagen de la naturaleza no humana no es exclu-
Ba =€ a: á'íe'q,i[ís8 d .'98

pesar del aporte de O'Connor, su propuesta no deja de considerar

5-o

EaiÉ3rtis 3 H¿r : sE E, +ü
sivamente antropocéntrica; la imagen del hombre no se contrasta

i!ei il
la naturaleza como objeto y como un elemento absolutamente
$ 3 r t + r a d d r s d 3 il; g á I E

=
de manera rigurosa con la naturaleza no humana (Holland-Cunz,
determinado por las relaciones sociales (Ibíd, pág. 85). Lo que ocu-

=q1
$-s*áH
1996, pág. 88).1

!/C'):i

€lB:É;E:ae
rre es que en la estructura interna de este tipo de teorías, su énfa-

t
ñ b: f m o'= 2 o ! 3
Coincidiendo con el ecomarxismo, Holland-Cunz también criti-

"' ? i5 cq r
sis en las relaciones sociales de dominio y subordinación, dificulta

oóoQ§:éó
ca a un cierto marxismo ortodoxo por su creencia en el progreso ili-

d+GR-á;o?f
B

la posibilidad de determinar la lógica interna de la naturaleza no

E IF]$54 [g t

§ !9 o,--

*{Erá j4'1A==[;Ei
mitado de las fuerzas productivas o tecnológicas y en el continuo

=+;i!¡:de-1
=-EI

humana y de percibir los aspectos no sociales en la relación socie-

iñ€=:*fr €i9:redE:;
incremento de la riqueza, sin tener en cuenta el efecto que genera

áEg:[+t
dad-naturaleza (Ibíd, pág. 86). Las leyes propias de la naturaleza no
en la naturaleza, en general, y en los ecosistemas, en particular.

eíre"il
':
humana pasan desapercibidas.
IiÉ[$[!

g* r;g;iascs=
flÉFIii§*iÉ
Tampoco se cuestiona el sentido instrumentalista que tiene la rela-
il§[ t*e+t3aIi[
:3$if[si;:
Holland-Cunz señala que cabría reflexionar e incluso cuestio-

Yu
á9iiq
*á +e t;

ción entre sociedad y naturaleza no humana (Ibíd, págs. 86-87). De


nar el carácter socialmente determinante que, en ultima instancia,

- Á
hecho, Marx y Engels, confirieron al desarrollo de las fuerzas pro-

rt
ó.¡i.o
tienen las relaciones de la naturaleza humana con la naturaleza no

d ó.
á.e
ductivas capitalistas un sentido histórico progresivo. La transición

==
+dJ:-
humana, dentro de la tradición marxista. Para Holland-Cunz, den-

a
del feudalismo al capitalismo permitió el desencadenamiento de
tro del marxismo, y obviamente dentro del ecomarxismo, existe un

ás-s+É:rrq
a=ixdüá3:i

EiFÉári*i
étsüdé

ítlc:;iiflt
q'

;"-,4
:;i*e
problema teórico-metodológico que radica en que a lá naturaleza

I =áBir

=;E9i
a

ü
huma-
1. Holland-Cunz remarca que Engels desarrolló una concepción de la naturaleza no

É
no humana no se le otorga un carácter autónomo. Desde un enfo-
*áer *EqE3

? d'q I s H *
;¡é.8

-
+ii

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ria bastante más elaborada y apropiada que la de Marx. Para Engels, la materia natural im-

i = e§ ft e :
iá:É:

I
o o!.9

¡ !! .'oj
;raL(áilX*d
137
B-6-áb+ñó

eli{;eE?+
que estructural lo importante sería considerar la naturaleza como
iq
ó)
OJ

apa-

i¡).:J"e-=
136 plica movimiento, actividad dotada de lógica propia, y por lo mismo no tiene el carácter

9
i; É
.b<9


ello Holland- Cunz resalta las frases de

l"t:
un elemento de carácter independiente, el cual es influido por las rentemente pasivo que le otorgaba Marx. Para
*p-3;

ig.o

A
Engels, quien afirma que «... el movimiento de la materia, no es simplemente el bruto movi-

=-

l
9
relaciones que tiene con la sociedad pero a las cuales, a su vez,
:

confluencia y dis-
$11¡

miento mecánico .sino que es calor y luz, tension eléctrica y magnética,

-o
en-
persión química. vida y finalmente conciencia. (Engels, 1961, pág. 328). Holland Cunz

ó.N:<
d =ir

determina (Ibíd, pág. 81).


iñ'
i=

fatiza el carácter vivo y potencialmente inteligente de la naturaleza no humana, la cual

o "
ii

+
É
aparece aquí claramente dotada de una lógica propia y cuyo movimiento y producción no

É
Igualmente, Holland-Cunz desarrolla una interesante crítica a
*c
R

n
á
o-'

;+
qL
q

;
son descritos corno formas de existencia únicamente humanas.

í
o
e

ó
ciertas afirmaciones de Marx (1966) que se encuentran en los
o
+=_ <&
. = H' o
qÉi:[+ [ s s ¿ I E F [E i q 3; ! : i H I i É r f ! x,es n e aii $

e.
nuevas y progresivas formas de división técnica del trabajo nunca

a ar_3

a -.

9:

3B-:É
t[ñÉE]*:éili
5o)ó
o
:

iiÉt
á 5'R -
3

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+3q'
=

:Ar+§(á?üg;
las derrotas que le inferimos» (1961, pág. 161). Engels fue cons-

= i'&e á; é +, Ps *x=ñ
s ñ +.r

= "ód 3,á3d€&8.5

;g¿Éár-EA[+
*[ñÉ94 q+B=
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qI ? ¡ s: E 3 B §'dS 46.f; g f +;'§I1i

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3;:-H§ rrq"d+; + +rt ;B E Bi ? ai H 4€ &E'.q8 fol


6-
c.

o. =
n-o

ad

ñ iü I FseG ; B
g ü 3,Q
antes alcanzadas. A nivel práctico, únicamente Marx reclamó la

s, o , I ar:, 9 ? eE:
: : p

[+tái
ciente de que quienes deforestaron los bosques de Mesopotamia,

o N l;\ (f

a
Q(o f'6'o

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R-coRó.e3*x
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ó'qq: n
-;e=^-a = gE
socialización de la tecnología y de los avances científicos logrados

a a
Grecia, Asia Menor y otras regiones, con el objetivo de introducir la

úd e sarigg

Ü. i I Q o: q ;1:
É

i; A E * s.= =qd

d:_ñ+=oñtPq=,jh'-
por el capitalismo a través de una revolución social. A nivel teórico

;=:5.tÉ-q:

=€
agricultura, no se imaginaron que tarde o temprano destruían los

ñ
_o
e
irn;:
E ¡ á q,;

+§ [e á;
y en una nota a pie de página en el primer volumen de El Capital,

B];

T o
sñ,=ó; P 3ir:EleE

Faí?^áE
centros de almacenamiento de humedad (Ibíd).

3i_sx,Y=::h
_{
o.

_
Marx señaló la necesidad de escribir una historia de la tecnología.

ó'
m
q
Ecología Globalmente, y a pesar de los comentarios de Engels seña-

= ? á f

ñ'
De la economía

3
-.a'-

P 6Y
B§EP
política a

fr:¡

oY
Las externalidades ambientales provocadas por la expansión de

o:H ü i 3: qú§ ] 5 q [É+i


:
lados por Holland-Cunz y de las afirmaciones de Marx sobre la

r[5]
p

c c- o- o.oo =
O o-i _

x
la ecología

H=ó3Íg
o b I -¿ n ü B -6 B
polaca

á o ó
las fuerzas productivas capitalistas sólo motivaron reflexiones muy destrucción de los suelos provocada por el capitalismo, sus aná-

f*ai

?.q:

;í:4iü
¿; É

e91,8
+fts:.T3qE
interesantes pero aisladas o marginales para el conjunto de su tra- lisis no profundizan de manera sistemática en el proceso social

o =
il8 {f r*&t+3qFo

i
¿-.:

o
=
3
bajo. Dichas externalidades no fueron introducidas de manera

!l

:
de instrumentalización de la naturaleza o en cómo se construye

Q a
- O J i

ñor^!
R
H

+
$+F:
estructurada en el conjunto de la economía política.
Hqí i

p o_ á
una concepción de la naturaleza como un recurso a explotar y a

o qo-d 5[[[];q;e*FÉ.
ñ -
e J E
4+
i'q

ñ o
No nos cabe la menor duda de que Holland-Cunz desarrolla una utilizar eficientemente.

f
: Yiü ;i=qi+H§4fgEg
ó-¡o_=o
=
9.o e Y: o = ;+ s8
eB'Ti
interesante y útil crítica al ecomarxismo, centrada en la temática de

"f;
HFe,ñssi=B+$r=Bí*EA Eq
B&

: Is-c 1t É:4 3_arE i gü
t+
la relación sociedad-naturaleza En gran medida, el problema se ori-

§,3i8 3 fg=',

Ed
qs
!.,¡ Á *
-,i

;
o (o + o P ^ I

=á'

T
tE

u
j:

gina en que al elaborar la crítica de la economía política, Marx y

r i+q

{
:

Ill. Balance global de las contribuciones metodológicas

Bi

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cL =

sq
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g -
qe
ó-=
i á-+g'qI ifi,I
qe-=**

p* á e


(r
:

Engels no desarrollaron un análisis sistemático de la problemática de la economía política a la ecología política

É :

*¡ErsFsIi'gr*!iq,3Ü_E
^T
h

+€
ecológica. Por lo mismo, en el conjunto de su trabajo sus reflexiones
g*É;

i á IE

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:nr=;"=S$d1É:=36á,9
=[[* qi+li*á[
o

;qñ¿=g=IgfTliStEÉrrq
*§iü[iái
:.:-"

:;[ÉÉi§+;tr$[iiilr
= ñ

bü3+ñ--13ád;i+TEeÉ
E

=
pueden ser contradictorias. Algunos autores, como Harvey, remarcan

o-o o o--< L!prñi o c-


_q; ; k B.o, E-E 4,9;

P o (D o
Una de las claves para elaborar un balance global de las posibles

;'+
é i

;=
E ü o o á d.p'rE fi-rd qñ.É8;:
lgl;;

*=q) I iá + B 3 &ÉSi
á

i, 6 38

iü3=BBfEi[{ryCát'óe
ia:€
K

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que Marx y Engels mantuvieron los criterios elaborados durante la

s'a
ñi

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contribuciones del marxismo a la ecología política es la teoría de
É n'3: g ; ;:IT?

d§ápóso*
''

@
¡q

o rD
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[

Ilustración sobre la necesidad de dominar la naturaleza como forma

ú-+pq
la producción marxista y su relación con los procesos ecológicos.

X
6- a g

: i- T
-
3fr+ü
q

de lograr tanto la emancipación de la sociedad —librándose de las

o o ^ ñ cD (u m

á€
7ir

El estudio realizado por Marx del proceso de producción constitu-


-

;;+8ñ+33qEqiÉ3§*:é
q > U H-

Xp
3
ñ cn 3
P o i7 o a p n i. P'
I d o Eq á,a

ó - (D =;
necesidades más biológicas— como también la autorrealización indi-
p

ye uno de los ejes fundamentales de la economía política A partir

e*6qi+84€l
Fl
ó
= Ia*á9

vidual? Economistas clásicos como Smith y Ricardo también partici-


I

de dicho análisis se puede entender la mayor o menor importan-

= -
ú3E:

=ig'F:
+

paron de dicho enfoque.

óq6"ioó:E§Pqo-qxó-ó3:F
q:==3ú

cia que él otorgó a las relaciones con la naturaleza. Para Marx el


;adíg:]c
q
¡Á = E

Iú"EG#*
ñá,É-t

A,úá;:áE:APel*á-ó:
Cabe indicar, empero, que para Marx todo «...progreso de la
:

q{
ó,6

proceso de producción abarcaba simultáneamente las relaciones


c i;e

J
; x ? =s

e.;

:^ i9= =d.,"

,d&:Úe.ó{=;;;h{}=á.
(o o q o

agricultura capitalista no es sólo un progreso en el arte de esquil-


-:
E:6á#q +Ei-d§

de las personas con la naturaleza, las relaciones sociales que se

=
ñ$tiE;ár3r
o qó
;¿1§tr iq4H'.

o,oa o-
mar al obrero, sino en el arte de esquilmar al suelo» (Marx, 1979,
f

desarrollan entre los humanos en el curso de transformación de la


:

.- a ! Y ó

lR.+B-dB.-%*
ñ+-
6
ü}'ópr-E á E,,

(D
ó;5='i TpE

ilI rn

págs. 612-613). Más aún, resulta sumamente interesante la mane-


!

3 1a
naturaleza, y los correspondientes cambios de la capacidad sim-
e

¿s

O O

ra como Engels cuestiona las supuestas «victorias humanas» sobre


i
Y

bólica humana (Wolf, 1982, pág. 3). Por lo tanto, el concepto de


J
;

aae,6a
oP
E

q
ü
:a

o,

-O
I

3?
la naturaleza dado que ésta se «venga de nosotros por cada una de

@

138 producción no posee únicamente un sentido económico, sino


f

139

i--or

d:Y'5ér5c'
=ó-=dt

É
tsrE¡;i
;+E$tÍ
Ei¡i+=
l;E$i;
É[[i*,E

;[*[:€
;3;¡B

también ecológico, social, político y cultural. Empero, cabe resaltar

=
;se;8A

dmiJp:'T3=
[ñS]tA

856:(q-"
ia;::t

o X :9 Y'r
e
-o< >q
ao i *P =

¿*qEit

2. Sin embargo, tal como lo enfatiza Holland-Cunz, el mismo Engels (1961) fue conscien-

@r6'
ño-

¡: o'i o-of:

que Marx concentró su interés en analizar cómo ocurría la distri-


-
^)ro!or

f -

^
^ c c
;r;;ii

....de
i-á.iq{É

y+q{;.

ooo-i'=oo
f < 5-o
te de los problemas derivados de dominar y controlar la naturaleza, ninguna manera
óúóór;

PO-oOO¡'Y
=9'!.'Éo-.)

=
j-óm

(^
dominamos la naturaleza, tal como un conquistador domina a un pueblo extraño, como al- bución social de los medios de producción dentro del capitalismo
-

o^.a\ro=
guien que se encuentra fuera de su cuerpo, sino que con carne y sangre y cerebro forma-
D:Yt;g

:'q
I1o

y cómo afectaba al consumo social de las mercancías. El proceso

-x
mos parte de ella. Por ello, según Engels, habrá que eliminar Besa idea absurda y antinatu-
ró¡

='-
,_.
9.

ral de la contraposición entre espíritu y materia, alma y cuerpo" (Ibíd, pág. 432). mismo de producción, la apropiación social de los valores de uso
;+.t.5;
e
i d e if s +
er

il crti[+Éif
;É+tIqi3e
i]ig}*
H H- I H U, I á3- *
Más aún, y tal como lo remarca Foladori (1996, pág. 134), la

ó:3 3 B & ñ e_f :9,ü 1 S É[iirregi


ii iü r i€ ri;iÉ[EFq
$

r g:;: s E e

üñe;Ii
Ee
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o-3.'B'=:
y de la naturaleza no constituyeron el eje central de su análisis

Eo-üE::t=go'+

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q

9 q T $*
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3.f,€ qq 5'o-1e

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y A d q í- q r to , &€

e;Iirii'8fi

s §-: € ; e ¿E.
3 r g * t: il 54

r $§q.:E É $É q3 r
(Eder, 1996, págs. 10-15). Todos los efectos ecológicos causados productividad natural del trabajo agrícola en Marx «...constituye

5E'.E +E Bip;
Éi8á3ñ3sái

T+^-
I E Aq q'ü; SI:
por el capitalismo conducen a reorientar los estudios de la pro- la base de todo plustrabajo» (Marx, 1981, pág. 813). Igualmente,

=i8üiidQe&-!I

;
ducción capitalista desde un enfoque centrado casi únicamente Marx fue sumamente perceptivo al señalar cómo diferentes for-

= a d r=3b

B d H d d oE; i q E I 3 i e fr á; q I; i É + 3 ¿ I iá$
en la distribución social de los medios de producción y generación maciones sociales se articulan de manera diferenciada con la

í; [: t;
"==.o.^.o.=.io@.
ágo*a*,*5'o-s
:l&(Dr(D+^iúco=

b-.E
'{r

il+t;;ág.$;.a § +ñq ; ñ ñ'g H "§5ils


naturaleza. En las formas más antiguas, el medio ambiente era

i
=:E
social de riqueza, hacia una perspectiva que también considera al

EgEA
E
Delaeconomía

ó'

é
Ecología

o
O- r-:.;\

3 38
política a

qsii

3
5
capitalismo como un estilo intensivo y extractivo de apropiación determinante para la supervivencia de la sociedad. En dichas

áqé.:ÉB tui
la ecología

i*:
polmca

Bh
.1

i,
social de la biodiversidad generada por los ecosistemas. La teoría sociedades la relación con la naturaleza conforma el supuesto

i
-s ó ó +.
ODo)iclOn

d r & Tlr :j. + li F $ 5E g l:


?
ó
+
s: B

o=
3E
valor-trabajo de Marx, que analizaremos a continuación, permite estructural cotidiano de la reproducción social (Foladori, 1996,

;ilfi o...r. i3 {*,És: § iq€


comprender el énfasis de dicho autor en los valores de cambio y pág. 134).

=;q il[i*B [[+i[tss§§"§

fÉiÍ+Ér+á$i¡e[+ÉtgIaiE
1$3E 1§É. ái [Éü¡ÉrÉiiÉi§üiÉ: =
nr$3ül§ir[+[tHri5üláÉra+E
;
no tanto en los valores de uso. Sin embargo, como consecuencia de la reciente experiencia

qE nE;': E

a
n HE 5É F i EÉ * a g€ i 1r á 3É
ecológica causada por el capitalismo contemporáneo, se requiere

isc +#38[ÉBflgI$É*f,
q
3 ?x ] ó 0
revisar la teoría valor-trabajo, considerando la centralidad teórica

g;
d-
[
que tiene en la teoría de producción marxista. Algunos autores
§
§
1. La ley del valor-trabajo y la naturaleza

N
§

";
como Leff (1986, pág. 338), argumentan que dicha teoría se cons-

R dfríA€
is[á§rÉÉÉ3[ti$H.5E[s+
gáE f§'iil $+s,i§fi3 *3
+ású:§: $€ +! ñ la: I T: ís igr
s +Éဠ*; I

i i i ii[ [i + + ñ ; + € E * ft 3
truyó en base a una serie de conceptos que reducen las denomina-

=ÉáE i iig,HÉi; +gÉ ii€ §f


La ley del valor elaborada por Marx constituye uno de los temas

& s, -o s- a ó * é :5
-l i D g. á
Ió-o ó-:3
das condiciones de producción a unidades temporales y espaciales

+'< ó o bj o
más discutidos, especialmente por los críticos verdes de la econo-

adEE3efi$¿;Ia[3-8.*qs,
Fg
mía ecológica. Para Marx, de acuerdo con esta teoría, la riqueza homogéneas. Concretamente, el concepto de tiempo socialmente

eqd

='r;
social es trabajo y, por lo mismo, la plusvalía es apropiación de necesario, elemento central de la medida de valor, el cual a su vez
rlg;;Éü*!

3 [6 93 +B


riqueza —o de valores de cambio— y no simplemente riqueza. Tanto se construye a partir de la relación de explotación capital-trabajo, no
=sFíÉ3HEgiriHEil§

la categoría plusvalía, como también el salario, y la renta expresan aborda la problemática de la diversidad de los ecosistemas y la

3a+
ñ ., +!p -o-r-o o o-o r-o

a$ff liE E:
o P
relaciones sociales de producción y, por lo tanto, son categorías complejidad de los procesos socioambientales (Ibíd.). En realidad,
Leff plantea una provocadora discusión sobre la teoría valor-trabajo,
* q

socioeconómicas. La renta no es apropiación de la riqueza obteni-


4 i = ze o rIá

á _ o3€e

Ai s{:*gI+;:;;
que no implica el abandono del análisis marxista. Para nosotros, no
=$+;

'< o

da en las mejores o peores' tierras, sino sobre todo la relación que

' _o
5 o (D

E
se establece entre el propietario de la tierra y el arrendatario, en obstante, lo importante es señalar que resulta difícil entender la
üI

H
< 3.< o e
D

sus diversas formas históricas. Marx remarca este aspecto muy complejidad de la diversidad de los ecosistemas cuando a Marx lo

ñ.
3
g
n -9: +SA'+5
=

que le interesaba era desarrollar la teoría valor-trabajo, a partir del


= d

i
claramente en el último capítulo del tercer volumen de El Capital. El
A)

l€-- q€ é q =
5
?lE rg$8 §

objetivo de Marx fue «desnaturalizar» el capital y las categorías trabajo directo y simple, dado que ello le permitía comprender la
= -;=
;cs+á3rl

flÉ t +
iÉñ
d a'o€. h 9 :o

- socioeçonómicas. Ello no implica que Marx no haya reconocid6-- diferencia entre trabajo necesario y trabajo excedente. En otras
*; iíH

5o-= o fl o6

sqlaEe6ó58
3

q x +aB
E,*i
que la naturaleza produzca valores de uso, conjuntamente con la 141 palabras, si consideramos exclusivamente los objetivos de,.Marx no
s

140

sñ r;rd
='gl€.
g

podemos afirmar que la teoría del valor-trabajo fue formulada de

;
población humana (Marx, 1979). Ambos, naturaleza humana y no

rg+§:
É;ó=3dl

^.
6 =E p

humana, son los auténticos «...creadores originarios de riqueza» forma equivocada, pero sí podemos arguméntar que resulta insufi-

3 Í$l
I e-tS

oo!o§,

ó.
E;

c(u=YlDo

@O-9=úau

ciente para el análisis de la problemática ecológica.


$I

(Marx, 1979, pág. 747). Cabe recalcar, que a diferencia de lo que

[€
=:=
ii ;^

3,í

o*
Por otro lado, la teoría marxista de la producción no incorpora a
re

ocurre con el concepto de plusvalía, el énfasis se centra en esta


§
3

la producción del valor los procesos culturales directamente relacio-


ñ

última cita en los valores de uso, no en los valores de cambio.


r e B ; _5 q. a I +: il ] +:;
P+
En
qi}*il5
33 1É ?É ;1gá 5iÉ* i $aF§ [1ñ * iÉ le IiE qt iÉ
iEÉ g E r: i r; r f ; i * É i t 3; =: E I e r r: á } q .* $
Una vez más, el origen de las aparentes insuficiencias de la

iiÉi[r ii r[É[r}B E§*


i *q-:s i¡

, ó ñ E +,c: q:4 n- I
ñ § + :é t

aiii+i
; E O i _ - = cl h.: 6 É:- = É { L.: ! o* } g á a I s * 3 r & t
o
B H i é$rs ry ! l$+s §,: qIsgi ]-

+iltl
i
d'

e'= é á ' ; q b'ó 3 = 3 [ B_ d B i é-g: a.4- i 3 i , H-g E 1+E ; 9

Éa§
* "-
nados con la dinámica de los ecosistemas. Ello ocurre a pesar de

f
s

I
á
q=
i l

¿*

l=

o
§l

= ; Q:
}i [ij 1s: a Q E * i='*

l3 E t: 9-

?
teoría valor-trabajo de Marx, radica en el énfasis que dicho autor

d.
0¡ sr
qe I g
q'] 8 8 E I e€

B ---i§

e:;,
= a * v d á.3 t ft ñ I


que Marx menciona que mientras dure el proceso de venta de la

i
tr d q 1: É il á; f ü- {'+ f H É Ñ I

3
+r q
; tÉg.qBB E ; " F" 5 b óE; ;;
otorga al proceso de producción de valores de cambio, y por lo

e1Í+e:
s E i:
§g
}
fuerza de trabajo, los asalariados enajenarán su cuerpo y mente al

*:;$;331€
i
mismo, a la mercantilización de la fuerza de trabajo y a la contra-

o : &-l e r* _.9 f n:
ü

5 ó
capital. Empero, la riqueza del significado del proceso intelectual no

siq§iBf ñ6;iaEgn
i;ssÉ
i'r
e}: [;

a ár r i§E a E : * f á * i 3 e+; i + 1* I ?E;



dicción capital-trabajo. Bajo esa perspectiva no resulta extraño

§d

ÉÉ
$.1{
es analizada adecuadamente por Marx. Por ejemplo, la percepción

c o ', = _", rD lÉsa 3 ${ };93,3 É"§;=;91úss-H

$qA;38' =3 -:=r$ iE * é- o 9. o,: +:;


Delaeconomía que aspectos tales como la apropiación sustentable o destructi-

="-ü
l'R*9HH

]i
€'3
i § á,ó ;í 5 o

EsÉF
cultural de los ecosistemas, definida por Rappaport como modelo Edcw pdítica a

i
;
va de los valores de uso de los ecosistemas y su correspondien-

ii*a€
iiü
la eCp~oyía

4
3
cognitivo, cumple un rol fundamental en el proceso productivo y en

i;'ó + Y +igiii;
pdrea

=
3
+ 3 3o, d dq.dñ€
te flujo energético (Guha y Martínez-Alier, 1997, pág. 25), no

V
F
=

= =rg

ii
[

p3:E;=lJ
la reproducción de los ecosistemas. Los mitos, refranes y cuentos

-t

I
fueran analizados sistemáticamente o no constituyan el eje del

I
É
x
:

que en las sociedades no-capitalistas constituyen un mecanismo
*$'€;E€

;
r
enfoque marxista de la producción. Tampoco resulta extraño que,

i s +É [ee;$á;

i3 qq+:;
ri
3&
aq
s
s
explícito o codificado que vertebra las relaciones entre la sociedad

¿,j
I á
a
teniendo en cuenta los intereses de Marx, no se encuentre una

ó ó P o qr H E-q F á ;g T: H d a e g E'= -=: SE

tri;
y la naturaleza, conforman un patrimonio cultural que posibilitàn la

ú:
B"q

iEiIEH{;];i

áÉr¿
i
reflexión, por un lado, sobre el patrimonio cultural que significan

4
reproducción de la sustentabilidad de los ecosistemas y las activi-

ü;;

+
las diferentes percepciones que distintas sociedades tienen

=
á
3
dades económicas, La misma funcionalidad la tienen los denomina-

ii

*?
i [ +I $4áI I É

p +g
sobre la naturaleza, y por otro lado, sobre las correspondientes

c
B,E

=
SE r ó

?
=.E;

? *=E
dos modelos operativos, según la terminología de Rappaport,

3
conductas sociales de carácter conservacionista o destructivo
:. = * o & r T

3
rI iE
propios de la ciencia ecológica contemporánea y que procuran una
q l€ á *
?3ggF;

3: BrE e ááE
B q í;**Hñ

que dichos modelos perceptivos implican.

s$rí[=

á H $ +-.i t a.g r'á á 3 +


&

]q 3é.=s ó-0,

rst{€tÉiii[3
descripción exacta de los flujos energéticos de los ecosistemas. Es 3=

3u
1a.
La crítica a los supuestos vacíos teóricos de la economía políti-
=

E'<= I
decir, tanto el modelo cognitivo como el modelo operativo, no cons-

aqQ 3
3
ca marxista tiene un límite indiscutible. No podemos reclamar a
ó


; i 3* N 3'ñi+3+E 3
r
tituyen parte de la teoría valor-trabajo. Lo que ocurre es que uno y

-- q ó: + 0, r, ó ñ = cj o bj r * Ñ [é
i;

**ü3 i I
quienes elaboraron dicha teoría, lo que a ellos aparentemente no

ia
d:

;g H tFÉiár3iE
=
Ss: = g

.- , i á 3 ? 'í . r 'Í r o o-T *


otro no son reductibles a términos mercantiles o cuantificables; por

tq:ó 8 =
+'€
les interesó sistematizar. Se requiere relativizar históricamente
H Hi5 +;X + &
r

lo mismo, no son identificables por la teoría valor-trabajo.

3
dichas insuficiencias analíticas: el impacto ecológico del capitalis-

I
lItIi*
I

El espacio económico de la reproducción de la fuerza de tra-


q:+; r;*i [E f ¡ *3+:
a,TE5{

ii

=
mo y del socialismo industrial resultó un fenómeno sorprendente y

*i
HÉ q

a
q;; c$ q ; ó =--

-;i i i:;
:
I

bajo, tampoco es uno de los aspectos analizados por la teoría de


:3=ur1y=:EE

á3A
6'=q5€= o §á'fAA€É

preocupante después de la muerte de ambos escritores. Por el


e
e
o'¿Ti! i: i=.
r

la producción marxista y, en el mismo sentido, la problemática de

órB-N I 8:
l;

li¡
contrario, nuestra reflexión sobre el marxismo y la ecología debe

q;

g, P ú:
q
3

á< $; [ + f *3 $ iÉá 6'=

género. Estos dos últimos temas son sumamente importantes, en


i

centrarse en evaluar lo que a ambos autores les interesó profundi-


g
=

s.? É s ü;

la medida en que justamente las formas más equilibradas de rela-

: ñ +b'*=
i

q'E?

d $t=ÉEH

;óB
*B ? a r r r +*
zar y en aquellos aspectos que metodológicamente pueden consti-
= + - fr e =

B.=€
-

ción con la naturaleza ocurren en los espacios de la reproducción

q.§ l;
tuir contribuciones significativas para comprender la complejidad
E

e
=
=
I, :< É
G;

"1 3á+€

y están bajo la responsabilidad de las mujeres (Meillassoux,

s
;

i
de las relaciones entre la sociedad y la naturaleza no humana.
eÉuÉ;=É;

áB= 9_=
1975). Por ejemplo, en numerosas sociedades rurales, las muje-
I

+ á *É É

a Q : ?'§

r3q 8 +?
Fn

t üüf
Temas tales como los procesos de mercantilización, las clases

H IiÉɧ
'-

I'e
i.0

res, dentro de la división del trabajo, cumplen un rol preponderan-


3i

€.dRáRa
sociales, la reproducción simple y la reproducción ampliada, el rol

j
143
.E
o

N)

te en la producción agrícola de los bienes alimenticios. Ello no 142


i il;

r 3b1'

e"
O'&,&8

a=0:
I rÉ r
del Estado, el problema del poder y la sobredeterminación social de
oE x i!r¿-t

oÉ o

r
+.r'r

;1 I a

lágqiB
$q9q,E

significa que las mujeres no cultiven productos comerciales pero


i€:

g- ii
;=o
la población en su relación con los ecosistemas conforman verda-
.
r

=q[[f

su función en el espacio de los valores de uso es bastante impor-


!..2.:-oooo
o^.-!u==;fo-

P
qg
deros aportes al desarrollo de una ecología política. Sobre estos
-ilE.o^ q
q t i-

ñ'o?m-o^

tante. En su conjunto, las mujeres por su estrecha relación con la


gJo<*oq
q;;
I q1:

temas trataremos a continuación.


ó-

esfera de la reproducción tienen un interés muy directo en la cali-


NñJO.f

Q
E
á
§
o

dad de las condiciones de producción y de vida (Collins, 1992).


*
tj q E&
d I E: * ^. á {S.o-
los correspondientes ecosistemas. La difusión del mercado de tie-

qq'
r+;aÉ€ +tiFeiiaÉ *Fáiri
- Ed Fá 1 ae E 3 = r q d ü á o ilr-
a
; EE ; +
Ei+Égg;s qA: q: igrÉ É€ Egriáü
FaFgE¿ E q r B s Hq s;: an qt E;HFc 3 Pq."1B *E = sg
x ó o o-ó-t? z É-- ; 7aj
tI

[E+§iE§i§ei §$
€+gi$f al$=[}3i+ §S
2. El proceso de mercantilización

§
§ [;É[t¡ ¡ i;iÉ *r-trs +eis ÉE rirá; ; +; §B

eB
n.t.l*EÉEgEaÉ*Bc

qá g ? q iÉ q+.3 o +l +.s
rras causa un resquebrajamiento de la solidaridad intergeneracio-

*- i ?i;:; i
ÉÉ[?iI eilIiIi 1H*ÉÉrfiiE
d
versus tragedia de los comunes

=
nal de un grupo étnico determinado. Tal como lo indica O'Neill

á]i qá: +á='3 rI I


= = a I q +€. *i:ÉA"?l
q;]lÉ

É$i5

r; ;
+i,$t

''
(1993, pág. 39), hasta hace algunas décadas, la tierra en diversas

i*+É}E3irB
Una de las contribuciones epistemológicas más significativas del

=ü¿ a i q r á ** * d + i; il
g-..$

e-g a-ge;$e+É ri* ríl# §É3r;+ec q * -..q +r


F: T3_iq1ñ il
qg ñ ü frá= fi e=
$ B ilÉ 3 3 H +t as
S ; fa-l;'"sg;< a=i +3 +A I iu a ;Aa

p
sociedades no-capitalistas era percibida y manejada a través de

5€;4+*A5-a;c31?Ét+i3ÉrEiL,Bq§
trabajo de Marx lo constituye el análisis del proceso de mercantili- o
.,ia sucesivas generaciones como parte de la propiedad común

[A
zación. En nuestro caso, resulta de particular interés reflexionar

gB 3qg';

l
oa
:aa colectiva de un conjunto de familias, comunidades o grupo étnico.
sobre el impacto de la mercantilización en las denominadas condi- amlagia

R
r
Cada familia o comunidad tenía un sentido de identidad y conti-

"58 iríñ=€-*-
a E -e 3 0= i s * ? B e : C : i + 3 3 i H ; ; i'i ;5
dones de producción. La expansión de la economía de mercado en

3ñúñf
a= B+ = E, --áqsü [grÉ$3 =[9[3

ó
nuidad con las generaciones futuras. Dentro de esa lógica las
las sociedades no capitalistas provoca entre otros efectos la mer-

r B r r4[*3 flFríi?*[[;iÉE

oqq e
sociedades rurales se involucraban en acciones que garantizaban
cantilización de la mano de obra y de la tierra. La mercantilización en

t
una relación sustentable y armónica con la naturaleza. Sin embar-


las sociedades rurales se expresa, por ejemplo, a través de las con-

=á3
g
go, con la mercantilización de la tierra, tanto la solidaridad entre

e
tinuas migraciones masculinas a los centros urbanos o las planta-

r.
generaciones como la identidad sobre un territorio étnico tienden

="
áq s b=ürp r r d a6 i== rlÉ A j H q d
ciones modernas capitalistas. Las migraciones altoandinas a las
rOEEq

g-l+,É

I
a desaparecer. La tierra se convierte en una mercancía que se

*[;gEÉgi
i
plantaciones cafetaleras o cocaleras de la Amazonía peruana, al tró-

qggt

áq*

B
3
puede comprar y vender, de acuerdo con las circunstancias y el

"=
pico boliviano, o las migraciones a los núcleos urbanos en Kenia

*;q§É

r+i=F*rE
3ry: igÉiEtÉ
i*et

É
cálculo económico de rentabilidad que se formula cada familia por

qj
ó ñ zei

e
(Collins, 1987; Painter, 1995; Little, 1994) constituyen ejemplos

:'ó-ñ

ü Td Úp
3

*€
=
3q
separado. Si la tierra se puede negociar como cualquier mercan-

i
ilustrativos de dicho proceso. No obstante, las migraciones generan

3 d_
3
4-o i g "§' j tE = fr á €á-o á +

r
cía, las prácticas que tradicionalmente han mantenido la sustenta-

'
p =-

^ é?= ágtA=ry8 ñB g[fñ

p=ó;
3 d I B E q § n ]:"É 3 ñ'üE
un efecto ecológico considerable. Al producirse la migración mas-
;=o
r= B qE I er,Ee ts=

O
E

g;
bilidad de los ecosistemas no necesariamente pueden ser

.oYr
!:
á'.P
culina, sobre todo en períodos de descanso agrícola, se abandonan

6-tp
a +r +n irIi¿re[,8 3lf

*rig B aÍ
rentables a corto plazo. Lo que predomina es la rentabilidad eco-

i
los trabajos de construcción y mantenimiento de la infraestructura i

i i'u I
nómica a corto plazo y no la reproducción de la sustentabilidad de
su

E
agrícola tales como los canales de regadío y las terrazas agrícolas.
' =k " +E.P 3 H i&*faÉO=

Iii

tÉÉ+áiá
E
los ecosistemas a largo plazo.
Las indicadas migraciones obligan a las mujeres a extraer leña, a

i+i*;
s
:

E i+3;il* * E a srEH

d'iIE i É*oiilB:

r
En ese sentido, el análisis del impacto ecológico de la mer-
1:25*'=

ó P - =u É s E r

:
eq ü B *É:[r § g s"

lx o a'odéE'+i
§

ubicar las parcelas agrícolas y trasladar el ganado, en espacios cer- H;

dilN-t
q

s Eá
* i,.o E r e d E: á= í
cantilización permite comprender el denominado fenómeno de la
H

canos a la vivienda. Ello conduce al uso erosivo del suelo, el sobre-


l+a

P3q.R';ó+RáD-',€ó.ó
e
tragedia de los comunes, de una manera más acertada que la
3.

L=É
pastoreo y la sobreutilización de los recursos del bosque. Asimismo,
a'[#

6:

3 ág 9 s
misma explicación elaborada por Hardin (1968). Para este último

= iEH
át[F;a€ÉÉq
tal como lo hemos mencionado, las migraciones masculinas condu-

=
+
autor, por ejemplo, el sobrepastoreo de las tierras comunales ocu-
cen a que, en numerosas ocasiones, sean casi exclusivamente las
B 3ÉáqÉ Stá
;

o-
É
rre como consecuencia de un incremento de la presión poblacio-

g:
H

iN =*áeüe
=E

mujeres las que retienen el conocimiento del manejo sustentable de


dü FsE

r
I+3[§i$sá=

q, 3 . 3 -3n ñ
nal y de una lógica individualista que busca ante todo el beneficio

q e,$e$á€
?

los recursos, de las variedades indígenas de cultivos que son más


C;o¡-P4 : eas

H o+

áI E

*--?8íBtsqf
ác:EBá
.+

-
individual y no el interés colectivo. Hardin propone, entre otras

ñ3=d5.g!
3E =d

resistentes a las heladas, sequías y las pestes. La población mascu-


;ñü

144 145
dB3;áEH

Ei I i
medidas, la privatización de las tierras comunes como solución a

[9frq
i
lina, en el proceso de mercantilización de su fuerza de trabajo, es la

.D(DpDo?9r
{? üi;

las externalidades ecológicas producidas por el sobrepastoreo.

E
: i;
primera en perder el vínculo con la tierra y con los conocimientos

§ u
=iPaX:
oXJ-:¿=Á.<

q ñB =
Nuestra explicación anterior justamente señala que es la privati-

-§)sÁl::(
-

!lÁio.oñ'--l!
tH

más adecuados sobre la naturaleza.



3r

s, I
zación —es decir, la mercantilización— de la tierra la que provoca la

-H.?

+i
i;
=

La mercantilización de la tierra constituye otro de los procesos


36

E
H
3
tragedia de los comunes. Al mercantilizarse la tierra y la fuerza-de

=
.

ir

=

=
q

que provocan consecuencias irreversibles sobre la cultura local y


x3'1=
a
d=á
como en otro, erróneamente se ha proyectado la racionalidad ins-

SB;
d A; ü€ e fi a&

B
= iá +3 *Éá s l€g
trabajo, también se •.mercantiliza la 'cultura ecológica de la

o
g

H:: d q
U o ; E 6 o §+

fi I o
d 3:q

iñá.$q,; E * B; I a ñrq

la-X ü a

t * i E ; É q = s + É á e q áá § q á *
- á 4ñ[á
i¡f iiqI

at ? e ; ü g*F Afl 4 I O'o, p c-o= ertE$EÉ***


;giieá§) -

ti
§,
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- r ]S
8 *3 ó 3 :
o : + *
r a á o.o-f

+R :{ü##r**

A;r+fi

(o ñi pr !q - l'Fi.
g

;'q I q d : +<o ó- - *€

+e

&.[= *"EE
á I ; ; .5
titucional del mercado sobre otro tipo de instituciones económicas

q' ill
o

X
x
ción. Bajo la influencia de una economía de mercado, si los pasto-

3 i'::-d
dI ; ;


(D
X *o-§)

@
I-:eie8,8'

a ^u
á+f r+:
=-=r o Y :=

: 5 U
la

ó E -o
cuya racionalidad se orienta sobre las necesidades familiares,

o Ñ o ¿ ñ q .E: ó o- ü
res sobreutilizan los comunes o extraen leña en exceso, o los

- J sq
bj il€[ri;i

H 3 n É?:Ellga$1ÉtH
5:ñ :;up:r.o
flg Sñ-_E
lo

Eg.a€?BÉ3lq 4 *É áq; +a:;


agricultores no respetan los períodos de descanso del suelo, reciprocidad o la redistribución.

* ü i É€
qE 5€ ? É 4 s-E H É: ^g

o rE
x ñ il;
Como consecuencia del proceso de expansión capitalista, un

sE] a3i
+o 5E
io inme-

e5 q
r o-o
el benefic

s$q
hacen porque consideran más oportuno buscar

3i§

É É: á -B: :3 Táqg
ores ha

.BE
DdietononiB amplio o mayoritario sector de estos grupos de product

+
diato familiar o personal que colectivo. Es decir, las estrategias

Q;

q. 3 3 € 3 3 q€
e.*

€.
E

É* F
_+
modificado su racionalidad económica de subsistencia, articulando

=
económicas de los productores rurales han sido mercantilizadas.

o - E &;d &tñ 3 *E
L

B-
lusokOR


sus unidades productivas al mercado. El impacto sobre sus estrate-

:.á3:8E$
H.s¡

o -o F 5 ó = _ - + ñ-E S 1qs &

E r* B t i ñ E ! I a I e rs i;-d á* i ?;,+=.*As
='1
en
gias de supervivencia ha resultado considerable. El capitalismo,

{;
E
3
§,-ü


F su fase expansiva, transforma instituciones económicas que origi-

-='. -i ü

E[
S

ó €'
ü
3. Expansión del mercado y lógicas

o- rF =. !9 0 P Y a
:§§.
§'§'§

q]ÉiÉrB+s]Hr?;+ái

?.d
q
nalmente se orientaban predominantemente a la satisfacción de
BB

§
§
económicas versus formalismo

E = 9 RB ',-ó : !r R *:áágrsi3H"€aE',I
§,

=.EFt=
necesidades familiares, y que Marx denominó «economías de repro-

§
§

"

s 3,r3€ +áB iq;-,;fr{


económico neoclásico

?qE Iq ]É.?é 5
ducción simple». El desarrollo capitalista expande una lógica de

3 É#, + +*€
=
6 3 : áN ?oÍ)+t 3 : : Hp Fa :€ § H--o
: x-="gSig5tagÉág;re5

3'ia d: Y3B Bói d ¿ a d = a ad &

=B

==ñ 5'r § il s*E il rü'+:


i F: *A
3d

a -a

l§3ÉgIiE rqE;=3 [

= 3
reproducción ampliada Las unidades productivas, dirigidas con cri-

= ?dE'9Aá3[áEpó n

eE i3 s:i;s a"?q Há I I
t E E_,l t eü

no
Polanyi argumentó que en las sociedades donde el mercado
o +; ==",

s+i
3 á [ g d z I E ú-o j 9*= a - x á:i+?i

; >: P F i § .
r ¡ i[
={'=á il+P

terio empresarial, que intentan sobrevivir a la intensa y ardua com-


ii a , ,.

=. g4s-;;
uds

y
inmer-

=
era la institución predominante, la economía se encontr aba

sIqE
s

ü 3. &,'e1Él:

-o
petencia capitalista continuamente requieren renovar sus formas
f; ¿

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sa — embedded, utilizando su propio término inglés— en una serie
:l = o: o
q[-es

@ o
l!,

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y
ñoe tecnológicas, de lo contrario desaparecen del mercado (Schmink

4 á? *G ] q es =
e
de patrones de comportamientos o normas sociales y culturales.

ñ E f-*¿üox9:5:gdRó"+-8eBñ,9f
3&d
=o

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o-
l.=:o-E1=§

capitalis -
Las actividades económicas se restringían por acuerdos que
se Wood, 1987). La lógica económica de dichas instituciones
=

I
-
i

-
*á'pü.áo,s=;-,,ó"j€

*á B.=-[ñq€
tas se guía por cálculos definidos a corto plazo, opuesta a las nece-
o.

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F = a 6_E
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)o a o 8
de

D +-
establecían entre productores y comerciantes, con el objetivo
o , !'1 o

il H€ ft s
3 ¡ a 4;E;

Fq.g; Y Y
-

Zi3 iÉt€
sidades de sustentabilidad de los ecosistemas cuyo tiempo de
P

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; f ü üE =

rE'g,3,ü

evitar la libre competencia en un mercado abierto. A nivel de uni-

-o ?':3.=

§"+* _ ¿ E= é e =íe '_á1.


qfá3
*

úB b d.ñlpó
SEá:f .: aÉ5o¡

reproducción es a largo plazo (O'Connor, 1994). El tiempo de repro-


o
3

io-
dades familiares de producción y consumo, ese tipo de restricc
áliñ

iú ^
N o--

Á,,
-
ducción del capital es a corto plazo, mientras que el de los ecosiste

-e€ áq
=
o
nes limitaban la producción al tamaño de la familia nuclear
d rE,ge

Po

E;-:
-

zi{

o
mas posee un ciclo bastante más largo. Por ello, las instituciones
S

,
5

extensa y al número de hijos o hijas en edad productiva. Aunque

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-

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-R

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unidades de producción capitalistas en su fase expansiva destruyen
d

$
o

por ejemplo, el economista agrario Chayanov negaba que entre

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r
+5¿=3fái:

f!
f

V.
h
Q

o deterioran las bases de reproducción de los ecosistemas.


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p = ER á9td s
io-
ás

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los campesinos rusos de principios de siglo existiesen restricc

i*
§áriFñ3""t;-E

ñ
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9 q!

Aunque resulta indudable que la expansión del mercado ha


=o
I á;

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o

ión los
q-=:E

nes culturales y afirmaba que los únicos límites a la producc

o¿R ;* o 3o au IB *;
-

á;:G

s
É qj
- =.

la
modificado estructuralmente la racionalidad económica de
=

ó
3-8
9

3
i=:;:1;
constituían la disponibilidad de mano de obra familiar y la intensi-

1 ,e i
S;
r

q.33;8i€3H=.

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-

B.

:Éáqi[á!
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O-

inmensa mayoría de unidades o instituciones económicas no capi-

I
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o

dad del esfuerzo desplegado, tanto la investigación histórica como


ü qe +é,áa'á

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ó 6ñ.3

o- P-<

ó
;o}i'-U;i)^:-h'q.ii
-_

*
talistas, localizadas en las regiones rurales de los países menos
ñ§,

s
.D 5

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la etnográfica han demostrado que en numerosas sociedades
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a
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a-¿=-ó

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industrializados, ello no significa que la producción de valores de
E ; ; P ó s,

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ix e

tales límites han existido. Más aún, y es lo que a nosotros nos inte-

iq
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o
§

146

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En
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. uso para el consumo familiar inmediato haya desaparecido.


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ñ
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resa, dicho tipo de racionalidad económica implicaba una relación


sssh-q

lD I a)

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i-
H-
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algunos casos, se trata de una reproducción de formas económ

o
B

e
o

de
específica con la naturaleza. Quienes han negado la existencia
p()

3 áú¡
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H;
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o'9ü

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vencia
R

cas no capitalistas y en otros de una estrategia de supervi

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qü...
No ó

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instituciones y racionalidades económicas diferentes a la econo-


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^;í!+co^-:f

&qr

- ó's
nÁ'-^§)@g)
o
§r-d

familiar frente a las difíciles condiciones que impone el mercad


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33

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mía de mercado, han sido los economistas neoclásicos o los for-

.: +
És
+=
-

-:
I
i

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á,H-

f
l;i-r-

^=-=.Jf

s,
0D

(Chevalier, 1982). Sea cual fuere la razón de la reprodu cción de

ü
o

malistas al interior de la antropología económica. Tanto en un caso

-i
a

áí
o
-

-
o-

É $§ rlrgÉiilÉif I
dicha racionalidad, lo importante es remarcar que,

$$ +§áfÉ[§á$[§rÉsB
en numerosas

iFñÉF#iirí§;ó[q
ó' 3ü+i3gFdEEu+d€+s
-$Él§.r$fgfÉá§Éi
InE3dqÉ+;$g t4§r+tfHtrl§]áq:
ifrÉiFfg§k=+És;§
producción, derivado del conflicto entre el capita

fÉ+#3t¡ [
F+fl$EgififlrÉt§§

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#a;ñá, ü;E$iB;$:. Éla

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gi$lE

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1 * 1 ^- t
(o-.,
ocasiones, y sobre todo cuando se trata de socied l y el trabajo, por

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rg-(¡.".
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Ef#§flE#;qss

s'e;.66[f,§iii $§ §áf,8Ée:ff:a;
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o + H h'l
BeAPg,;HErer-d=d
el de las relaciones de definición (Beck, 1995,

? 3 3 é rp X á!j '" Q= :'B I q: b'* ó áó < ñ 6


que reproducen ciertas espacios de reproducción pág. 130). En
simple, la rela-

ñ ;E ñ s E + [ E i ñ [s * 3 É A
estas últimas, se trata de la desigualdad que existe

Do\ o
=E;
q-Dqfgí+Ég-oD
ción con la naturaleza suele ser sumamente compl entre quienes
eja. Por ejemplo,

1;.ó o
controlan y ocultan la información científica y legal
a pesar de que el mercado ha penetrado en relacionada a
las economías de

=.<
los peligros inherentes a la sociedad de riesgo

:(o o.:l # e€
diversos grupos étnicos de la Amazonia peruana, y aquellos que son
se mantiene un
.discriminados en el flujo de la mencionada

1ü; $: *s
m

=e,q!
§
Ecoiogla

rts
información. Para

= = EÉ* I
espacio de producción de valores de uso, una de

$iqiáóFg._=3EqEÉ¿Ef

iü?fi$E
cuyas caracterís-

^=
ó
Beck, tanto las relaciones de producción como

=
ticas más importantes es el uso diversificado de las de definición

o ói*ü -. i¡j i:
los recursos natu-
implican relaciones de poder como también desigu

;.X
qrrÉ 3,ÉAE 3; ? *: ; tp
rales basado en un conocimiento sofisticado del aldad en la dis-
bosque tropical
tribución de la riqueza No obstante, remarca

i*§
húmedo (Bedoya, 1995). Las diferentes formas Beck, los cambios
de expansión capi-
profundos producidos por la sociedad de riesgo

s
[$g¡
talista, a través de la expropiación del territorio étnico significan un
o a través de

B
la economía extractiva del oro, tampoco han elimin cambio cualitativo en la forma como se expresan
ado la existencia las relaciones de

srHy:Cg+3*3t-r+1

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ó-

qj

_=* +I 3
poder y, por lo mismo, debe enfatizarse la impor

B=FHE
de ciertos límites culturales asociados a dicha produ tante función que
cción de valo-
cumplen las relaciones de definición.

=ié]f
res de uso, lo cual conduce a un uso del ecosis

ie*$r$EE*rIaiI
*:1' óagq.=$
tema restringido a

3 : o-
+ K cr- Á * x. -.-- ni

s
Resulta indudable que para ciertas sociedades

a;
las necesidades del grupo familiar nuclear o extens industrializa-
;

o (Ibid.).

8
das y para algunos grandes complejos urbanos

á
3
en el interior de

[[ílü;qqr
#3§$nFüi+ifl
-$

_eI^
q f 5E igEs,E E B:B a
las denominádas «economías emergentes» como

*srñ:-$sE*sE -$

3, ''ñ. á ; d ;x l.A
F;ür3E¡;*á;
oa. **:uas$+;; Ü
las de Brasil,
iso ÉsÁ§

México, y Chile, ciertos aspectos de este anális

o
4. Las clases sociales y el is pueden resultar
rol del estado
versus las relaciones definic ilustrativos. La observación de Beck sobre la

ü;$3uut-aó="48

"[:9-lEi:Eq*f

ig+Er;i*iAÉii
ionales existente dualidad

?#§3ÉÉf$atr

B
entre las caducas instituciones jurídicas y la magn
=EE=arssE--dii
B;qfr+#sá;fiÉ

itud del peligro

ó f
5s;eá§Éflfl+

= 5e
rnnáEÉi9á3i

e
de los accidentes ecológicos, constituye una reflex
Otro aspecto, últimamente marginado en las cienci ión importan-
as sociales, es

p,

éaóo
te. Sin embargo, creemos que de ninguna mane

rEfiáit** aa -q* 1::


el análisis de la estructura de clases y el rol ra puede descar-

E fr i g *;;
del Estado en el
tarse el siempre complejo análisis de clase

e3 §E#o+r§'*;i

=i:gt;i = i 3 9= r>s
manejo de los recursos naturales. Recienteme ." En sociedades
nte, algunos auto-

i S
rurales tales como la misma Amazonia brasileña,

EAP9 P
A§ESqjeg

d
res tales como Beck (1994, pág. 135) señalan los Andes boli-
que en el tránsito

9.?, o ; " §
vianos, peruanos y ecuatorianos, las relaciones

d
<
+;3ü[;
de una sociedad industrial a una de riesgo, y contradicciones


caracterizada por
que se dan entre los productores rurales y los

üá
inmanejables e imprevisibles catástrofes ecológ comerciantes,

Ii€

O-
icas, los conflictos

E
ó
entre los dueños de estancias ganaderas y los
de clase han dejado de tener la importancia que asalariados, entre
anteriormente se
eP¡!ror'q)!

d:
ó

1
e
le adjudicaban.3 los colonos y los aserraderos conforman autén

l3
a*i;+d: il,
Los accidentes nucleares o la contaminación ticos conflictos de

a
clase. Más aún, dichas contradicciones provocan

á
-f

!
:

generada en las petroquímicas afectan a todos externatidades


3 E'5
§'§

los sectores socia-


o -0)

3
=.X§)

+-rrEÁo+
ambientales.

írir3+B

-ñ'Éñ=rr
J
+s,o

i+6
les por igual. Más aún, debe complementarse
^cco

i[iÉásá

nsié";-'-H:
en unos casos o
+-

o"

3Ep3€39¡

sá;?=g*n
148

ie-8[tTÉ
¡i:llaiÉ
sustituirse en otros el clásico análisis de las relacio
nes sociales de 4. Un aspecto cuestionable del análisis de Beck es

b E l "-e-! q
! c
lo que, por ejemplo, ocurre con la distri-

ñdqs6'3;

5H EE

r ñ16;
6xi'"ó-;:=
bución en el espacio de los barrios residenciales.

gá¡?rá{i

9ñq1+il;
Los grupos de mayores ingresos se ubi-
3. Según Beck (1994, 1995), aunque el sislema

;XE.c:;g:
de clases no puede considerarse desa- can usualmente en lugares alejados a los centros
de riesgo —centrales nucleáres, petro-

='r

oUóRq-ói
parecido, en la nueva sociedad de riesgo las estructu químicas etc.— mientras que los sectores menos
ras industriales basadas en estratos, pudientes se localizan en sectores

i;Éf
familias nucleares y
clases sociales han cedida frente a una confusa cercanos a dichos centros. En otras palabras, tampoco

a
suma de individuos. en las regiones industrializadas de

+ii-
Las instituciones sociales han dejado de ser dependi los países ricos y pobres se puede ignorar el análisis

+ab
entes de las clases sociales y han pa- de clase. Igualmente, debe conside-
sado a ser dependientes de individuos rarse el racismo ecológico, que consiste en ubicar
los residuos contaminantes de los paí-
'a: ses ricos en países pobres.
polí-

i: i
eÉ-,= g áB á É e3 aj6 e?É
iÓ Í
a ó:

+ : E € 11 =
la aplicación

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á3É É E il:[Éfi 3ia
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§)
0D
3
íc
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H.;uii
ü-3
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*
d Monetario

ilE
por

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§ 3iá; l§i$§[3ÉiEÉ iiÉ*I r Ii¡

s q r s F i&": á; i 3 q Í + tEÉ i=ñ [É *i$t a f

o *tr *§; *$ * rI

3-
E
[ü ;,É* +lr IF;É*-'gilqg;'sf 3* iiiifr +r

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Una perspectiva economicista en el análisis de clases, puede

(
* r{ á ñ' o É e

e
3

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Ñ€

i 's6 i+d.-

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a z s o i! á;
agraria estatal que, presionada

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tica las

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ad

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§ I _-! ? + ó 3 g ; q + .: : + 3 3E l'f I úE s i i i i n f3 ñ ñ a
: : { I s x ÉE H* q * q e;"É ü [ q i gi É I il
É
_ = = a ag, oq - (, -I]d 1l c ='-o o- -o ='
inducir a una ausencia del análisis político en la misma ecología

3 *=;

A 4I3"5
Internacional, eliminó todo tipo de subsidios y permitió que

á
@ N=.o

^ - o ñ<
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Fü=
AA$e

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de la

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0'so ó a 3e E

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Éq
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! i
carencias reales del mercado se reflejasen en el libre juego

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H; x?
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E ;E bÉ i B á i€ ÉE ဠ? q B. *
ü_3.áir.c a í f -S fl i*á
* 6= s B {o ó yB

q
circunstancias, están mediadas por el Estado a través de variadas y la demanda. Como consecuencia de ello, los antiguos colo-

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ila

*?H

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=
?a
nos de Tingo María ampliaron sus cocales y se involucraron directa

P
políticas institucionales. Usualmente, en estos conflictos, el Estado

3AÉ +BÉ,8-l?
o (DO
c _f -Í +o-o_o

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*-o

q
=
3 Bú
interactúa inclinándose por uno u otro grupo social, sea a través de Eco e intensamente en la producción de hojas de coca como materia

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o ó o-ó o?OdÉüa;3iieAgg8*9
f o. e É': :

E
d-E á:o

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Far +

'=É=Bi
prima para la elaboración de pasta base. Indiscutiblemente, otros

[13
una política explícita o de una conducta aparentemente negligente

E
gE a\ i"óB K
i

ó ^ a
-
l[t

3
pero que favorece a los intereses de una de las partes. Por ejem- factores tales como la erosión de los suelos en las zonas antiguas

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3,I
(

ááe:'q
$ 3il iá eál

;
e
É

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5'lá
I

ái'q
cáú-;-é:3
plo, durante los años setenta y ochenta, la incertidumbre legal y la de colonización, el vacío de poder causado por el fracaso de la

I O. rgii'5aaB?qE

-,-;B9=

¡
---ó ,9f
8
a'

q lÉ;Eñ [ .,

r o
superposición de títulos de propiedad sobre los territorios en que reforma agraria, y la demanda internacional de cocaína constituyen

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É,
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8
í
trabajan los colonos de las tierras tropicales del Brasil conforma un factores que explican la expansión del cultivo de coca. Sin embargo,
fi'áEt i

E
iiéñ
-

*z'q'+
q
6

B"Ie
elemento que permite y facilita su expropiación y posterior expul-
¡ los problemas derivados del intercambio desigual, los cuales pose

3
if
c

+
qs

ü o ó H á.^ -ó ( á
-^ <o a a*€
\
+H
=e
sión, dirigida y ejecutada por fuertes grupos de poder ganadero y en un indudable contenido de clase, constituyen un elemento fun-

qBE,5} *: E 3TE,á:;n
i

*? 3ÉrásiÉ; a a siqááielt
itól*+á
o 6< "

L
ii38,:{:

='. H Z
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^ : É

s F + 3,9: g ñ
damental de la difusión cocalera durante los años ochenta. Lo

e 2Bo-rcI E ri ?'-3 iá +-+á


maderero (Foweraker, 1981). Una vez expulsados, los productores

á,8;
o-

?
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}tigH;
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Q5

[=ag

§ 1. b] ó I
q ái
rurales inician sus labores en nuevas tierras ubicadas en zonas de importante es articular analíticamente los procesos sociales, econó-

JB q{
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a=
á a E, q É p qr pñ =*a

aB,r r + á
E*+i[ÉÉ
_-ocD
F
ó

q ú &i+gB au


frontera provocando ciclos continuos de deforestación. Igualmente, micos y políticos con la dinámica de deforestación que se inicia

ii
q)lu
fB
coca. casoejemplo adi-

i3.
)-L r o aK
X.F N H o ¿xPiB oj d
oH =E qe,
*

el Estado, al no defender los títulos originales de propiedad de la


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directa o indirectamente con el cultivo de la
Bolivia,

-'? q I
U
n

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q,
a

para
= .,

1a-6
;E

e;-r-'i
tierra y al fomentar la expansión ganadera a través de incentivos

o o) o

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i

cional es el descrito por Painter (1987),

+
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-3
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q
3
a = .o a a

fiscales, promovió el interés especulativo y no productivo sobre la

áq
donde también el deterioro
a,:*
trópico,
el l tá ópico,

3I
9 =
en

*-5
de San Juliáno localizados
3g

É d-ñ É s q PsJ
tierra en favor de los grandes ganaderos y en detrimento de los local
q :*;*

á8
a 1 o
productores de la región

á;q ñ
é á =0
o- o -tf f

3
s

3S

q
;

pequeños colonos (Hecht y Cockburn, 1989). Ello, a su vez, inten- produjo la denominada crisis del barbecho o crisis del descanso de

5= 3
ü7 B -aó_E
o,=
s

iD

*
sificó y aceleró aún más el proceso de deforestación y destrucción
{

& E i : € áE ? A q
, - =ü=ry 3^,.^" se Eú\ ñ
:Éa*
los suelos.

I
o,=o*-rDE
a q ó q i i +E ú ó,
6

+: § á8I
de, la biodiversidad. Por último, un aspecto también relacionado con la coca, donde se

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q=-1á

*q-ñ.8 B a -q z i * E- []"

o:'cl2=^ a. r."e í é r a ü
*18 rF'*=ÉÉÉñ $

p [á'=af P E =4á -s
s 3É E q EIE,B
= q) (D
[. il; t § o! 1üE rE

observa directamente el enfrentamiento político de grupos sociales y


= 'E

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Otro ejemplo, donde se constata tanto el conflicto de clase

3 r':.q', Há:.ñ i
a
E á [ 1: t:

nE-¡ w;B,q 8 t5€


o f á i e

ñ ¡+; ñd;

como el rol del Estado, es el concerniente al cultivo de la coca en la el consecuente impacto ecológico, es la política represiva implemen
N o o -T- > o

qg
3-
Amazonía Alta peruana. La expansión cocalera en la región del Alto tada por el gobierno peruano dirigida al narcotráfico, la guerrilla de
:

:Yño3.o.9ca?-otP¿-o
q
b'-o
q'-H k X ee
-

ó-o+ r= cr .o Io: é
: I * [¡i:qa=E:
6

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q á 3 I g: §Éq

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Huallaga fue acelerada por el incremento del intercambio desigual Sendero Luminoso y los productores cocaleros. Debido al descono
-

b{o k

+ á t§
x ? r { e 3 e:
;'- 4'3^ ; iá
quema,

:m?**x3?ó-j'<o
-r =

entre los productores rurales del Alto Huallaga y los intermediarios del verdadero carácter de la agricultura de roza y
o
f9 oe- ¿ rqeE

ó ó: ó qD ñ-?
cimiento

d ¡I e d =
ia:u-H@o--'DC

ó€ ó*ro3?
: * s * * p.j

comerciantes —privados o estatales— que adquirían sus productos cocaleros han respondido a la erradicación de sus cultivos, migrando
6 a a

6- e - Éag
6

3¡ it ¡*{

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51
oi oc f r= (o

=
P

-:
s
r q ¡ * r€
*iÉFrE

agropecuarios (Bedoya, 1987). Ello ocurrió especialmente desde 150



o

hacia otras regiones de la selva alta y de esta manera int


-

en sifican de

ó=€
=
"

finales de la década de los setenta y principios de los ochenta. Los


g;.

O = ó

= q
la deforestación del bosque tropical (Bedoya,
==*.6-K,,

q'*
_ru. =,o.-l\.-1.

óg3oó.=o

,! "ó'ü
!¿\u;oo^.=
é 9ampesinos de una
Eoái= -^u
€S3--de
+á €
-o

productores del Huallaga observaron que los precios pagados por Sendero Luminoso, movilizando a grupos
*;iE

ialD(u
)XPO(D::in

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O"
a@@9§)f=

I'x

*
=

a=
sus productos —arroz, maíz, té, café, cacao, etc.— disminuían año región a otra, constituye otro factor que impulsa la deforestación. En
xÁf^<l6i

qE

=
!e

i


3

B
regiones del Sudeste asiático, tales como Tailandia, la política con-
lD

e,

tras año, mientras se incrementaba el costo de los insumos tales


]]q)XJU

o oa
.) f

(n
o

como los fertilizantes, fungicidas y pesticidas. El aumento de los


]ÉaEE
* + E + E i * ü a a É E =z ; á a } É s E q q ; + a +
i-ei*aiE?qÉ*: Ieii*üÉ ilag;E k?= ?;a: g
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e * * I I ?E'= I e t€ q e 13 ñ=e E -*BE.'á;-:3-:g
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No nos cabe la menor duda de que un mundo de 20.000

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l&aao
-d_- á,[
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3
Hi;3É$$
[É$s;lÉ
trainsurgente del Estado durante los años sesenta condujo a la

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Bá*¡g€*

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ÉHñii3,
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6le'EFa
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su,-*¡],Ei
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q+Jfatf
lgsiñ+a

i; a, á= ü
millones de habitantes puede ser potencialmente más complicado

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l-f,ajf3o-

€1q;óii

á.."-q # [AÉ
a) u.
construcción de carreteras en regiones tropicales, generando migra-

olis:s
+E ggE

-* É r a-= & e
gaa§39;'
que uno de 6.000 millones. Asimismo, el control únicamente

aTiüEEAi[*gÉlg,É
ilü9":o
ciones de campesinos y destrucción del bosque (Hafner, 1990, pág.

^1
voluntario de la natalidad o la reducción promedio del número de
87). En síntesis, observamos una interacción entre el Estado, la cultural de la

ll
social enómica y

?iEaEÉé;=-lE.a?'
estructura de clases y la forma de extracción del excedente. Todo hijos puede facilitar la promoción

a
del Sur.

á1'i;sEIugÉ*Fae
p

oF
este conjunto de elementos, en los ejemplos señalados, influyen en población femenina, sobre

üJg
o- f,
Eprap poblacional y las
Sin embargo, la comprensión del problema p

fr
el manejo de los recursos naturales.

=E*Eqü[§+¿-$[f+lEi
correspondientes políticas de control de la natalidad radican en la

1*?
-

g*s I s o5 *d ñ.3 r"-o:{*a $§,

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ñ$

€+ii;S *dqd-&Erq§'++É?§.",=E
interpretación que de ellas se pueda efectuar. Para ello resulta rele

s i = ú3 ;;
q+e+F3áÉ*qEEÉEE'5 §,
§

6p dos p?68 a*AüE+€ B


?Bi+
u.s-
en a políticas

3}
fV

§§
5. Determinación social de la población vante analizar la influencia del neomalthusianismo

E;
='
6s

A € I E,€ 3 a,E É
particular.a l

-
versus neomalthusianismo demográficas de los países pobres en
:l

*lrE+irg$+ágɧ{áÉ
(1995) argumenta que la política demográfica conservado-

Be
ñ'E.EEñ''P-'*'s=x=5-cd1g

oi:rñoo a,§Í;=ii'EH€é;rEg*is
-i*FrEÉÉ$§il[lF+ñr
ü:&á;i;'1üeESirgá3i9$¡q':
=Sie.o=*g=39381;éá

É5-o-.-=r*€Eiáffi59H
4*ÉÉ3FH[ñEEiÉe€ü+

6üf&is ñ[;s]új-3=sysü: d=Eá


ra remarca únicamente los respectivos fenómenos de exceso

E.Ii;:,
Recientemente, biólogos como Paul y Anne Ehrlich (1993), en su
o

qi

ü3E-r{ü '_38 q É49á;+H qi3 fl,p


demográfico y escasez de recursos, omitiendo la importancia de las

"5q{EFñ:átig4:€fa

I
libro titulado «La explosión demográfica, el principal problema ecoló-
^

=F-_qÉHp8;5*iq9l+.a
relaciones sociales y la perspectiva de la mujer en sus derechos

EqE§Xá&sIpdHoqBe
;XrR+:Ég*!'=ou

gi
*s5e I

=^
gico», argumentaron que quienes proponen y enfatizan la necesidad oncepto de
:f
-='o = -r

(u
g*.3l
oo-:f -u.D5f "íaetñeEE:d

de una redistribución de la riqueza como principal medida para resol- procreativos. Schultz señala

¡
eioÇ deal abs-
O- ;'

l n unasupuesto equilib
exceso poblacional se basa

E-g g É +g3
ver los problemas del hambre y de destrucción del medio ambiente,

b 1 o a
desequilibrio

n 5aE
_F-6É3rn;;E=ñülSE+

gr.É5iEg;3'u¡
áeE E *? i g H E ?;
entre población y

p;-É =á: qyE; áA ='g.g[g


manipulan la realidad con el objetivo de ocultar la causa fundamental de recursosao
-

E ; e: á B A: É B H i'st á =
resultado de una escasez
Y

de los problemas mencionados (Ibíd., págs. 9-10). Para ambos auto- variables se define como -
=

como exceso de población, ocultando que el volumen de los recur


!e-

=F?,_üá6E;á-(
1H: 3H Eq3.g€:

res el principal y más crítico problema lo constituye la superpoblación


='

sos producidos y socialmente necesarios depende de la forma que


ñ
<n

humana. Esta última ha sobrepasado desde hace un tiempo la capa-

1ÉiaI*É
'
ss
adquiera el conjunto de las relaciones sociales.
o
O

cidad de soporte del planeta y, por lo mismo, es la causante de los

=
N d 8 = á:{ k
-
Teóricamente, se formula un cálculo matemático y objetivo que
e' e

. ó; *
más serios problemas ambientales tales como el calentamiento glo-

L
'
estratégicamente ignora la determinación social de los datos cal-

i
ts : ó s
bal, la lluvia ácida, la merma de la capa del ozono, la erosión del suelo,

-r

=. ,n o I
reE
culados. De esta forma, la demografía aporta el grado deseado de
etc. Dentro de esa lógica neomalthusiana, numerosas instituciones
=ááie;ry I I = n I

=p
«cientificismo» al discurso político conservador. Seguidamente, se
f,. -O

públicas y privadas de diversos países pobres y apoyados por nacio-


plantea una política concreta de selección poblacional donde se

- r?
363=ñ?ÑP.,.o(u
nes industrializadas vienen implementando una serie de programas almo excesiva

= g
's= * i; á =d
define a la población supuestamente considerada
sa3-o*re:: 8l:

-ó rq
destinados a controlar el crecimiento poblacional, utilizando, entre
-

¿iÉ[§3E
Tal como Schultz (Ibíd., pág. 118) indica, generalmente
B

3 E E [É E

,ó-ó ? q-o ü
+
z'

otras medidas, acciones coactivas de esterilización humanas en-


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o

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población pobre y la que habita en territorios

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152
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153
que constituye l
Erí;ip

P -.<
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sibles de los países en desarrollo la


*Eti;Hí

iZtro!¿o-Á:3
ü 9i^
g

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5. En India, por ejemplo, Pujol y otros. (1992, pág. 236) señala que las mujeres son coac-
;*ts*l{i
o
ii'5ñE$a
e 3 Jd eaE

gdoP;ór
X -
8lp;1!!¡

convierte el exceso abstracto o teórico de población en un


¡
X o Q i

I óo P 1ñ
e*i:aSá

=*ó.á
o f =v

cionadas, ofreciéndoles pagos si «aceptan' la esterilización. Diversos reportajes televisivos

aoáÉoó
E" B
o ó.ñ q *q;

,A¿-ól
ai

exceso específicamente concreto. En ese sentido, remarca


o!
a 6iPE;9

informan que, en Brasil, varios millones de mujeres han sido esterilizadas mediante presio-
--§.3

nes diversas, como por ejemplo condicionar su acceso al mercado laboral. Igualmente, en

i;;

á-o
aQ..=
J d +*l

Schultz, se atribuye el problema precisamente a los grupos que,


=< o.

Perú también se han practicado esterilizaciones bajo diversos métodos engañosos. En de-
€'Si

q
É
+
f, oq

' :.o

B
finitiva, las medidas de presión y coacción están dirigidas exclusivamente a las mujeres y en virtud de las estructuras sociales existentes, son marginados o

a
B

con mayor fuerza si son pobres, negras e indígenas.


t; +
ñq.*sá
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*Fo.

g
r-
s 3 H e. E É ! + a s a I s fi fr eE [ = i i r I :
de la población como biomasa existente más allá de los Individuos

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r q tE* f ¿ á á;-4 Í.ul 'e ád Ea Hq ?i e'
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*;*iEEi?ÉiEo+ileIeigqÉ*sr¿
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3= ig
E e: E5:: * 3f f ;

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excluidos de todas las formas de acceso a los recursos. Las men-

iÉ # $;
y la sociedad, y que corresponde a una etapa decisiva en las téc-

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8p

E!'.d*qe9É;'-E?ís-eEr-BA';Só3SA
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cionadas estructuras sociales son consideradas como fenómenos nicas desarrolladas por el poder a finales del siglo xv11, «...que ya

-^ !-a

+a7
e
^9
ÉÉ=+q=";IiÉ13iE-98-s.,qs-+;§o
naturales e inmutables.

iE< ?E'

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no comprendía sólo el derecho soberano sobre la vida de sus súb-

.o* g*9'-;oü?+-sA;r-B+*?*+i.É:&::A
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L*iÉAIa?tEÉÉÉ

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qE-fH,g qXiS óR
.,5ó¿s:ie :
= sÉlqFE§iEE i

-o a
+=§+p$f
Por el contrario,,la-población se convierte en la variable instru-

á
ditos, sino que se extendía a una optimización de la vida a través

o ó § (D i
erlso{SASEisq;
i:Q !'i+o+:X'=.,

sB'.-
nÉti +EggiÉBaEÉ[.gcIBi
mentalizable en manos del poder económico y político y en la que

qi;+q

4
de intervenciones demográficas» (Ibid.).'
Ariogr

¿
¡
o
se puede incidir sin provocar cambios en la economía ni en_la La causa de que la población pueda constituir un auténtico pro-

9
Ec

ld.
q
a
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o\- -o ; +

A
E lfr F.9*á,8== rniá+l-_B
estructura del poder, omitiendo de esta forma otra variable que es blema ecológico, no radica en el mayor o menor número de perso-
5

\v
?*X:o3-Q
la del consumo (Muñoz, 1997, pág. 13). Cabe enfatizar, tal como lo

q
nas sino en la racionalidad económica de las diferentes formas de

4qB a
E 3H a : ?3 3; *a i --.

== RI
ñ

+
i o úr-Ie
-

rD-

iá* 9e: arAEE á 3*


3
<t' ?H';
explicita Bosch (1996, pág. 14) en una crítica ecofeminista al

H
producción y sistemas sociales. En otras palabras, nuestro argu

o
:
3 f iüÉ3 q gz;",' q

l. S = 3 c A H -' c -* -.6 Q a D o -o I o
-.
4Ia
neomalthusianismo, que justamente es el consumo ilimitado de mento es exactamente el opuesto al desarrollado por los biólogos

o §D 5 'i o

d
=
d3=&e3;.:ü=8üEX[03qñ

-E',
-

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iiÉÉHsÉiffiÉsf agÉE
*4j_-ig=
los países ricos —el 20 % de la población mundial— que usufruc- y demógrafos neomalthusianos. En realidad, existe una sobrede

e
q
aa
ii¡[iÉE
o - ii c

X
túa el 80 % de los recursos disponibles, lo que constituye el gran terminación social y económica de la forma como la mayor o menor

ir i :::_
3;

ü
á "6 a á 3,q a. g á t- j I
H;

ó
exceso de consumo y despilfarro. Empero, la política demográfica

lÉqÉ!
presión poblacional ejerce presión sobre los recursos. Algunos

ñ=
=b'3
í]r!
,E :j E
ejecutada por los países ricos no incide en la variable consumo,-lo

5';
ejemplos relacionados a los países del Sur, de carácter histórico y

r
rI,qAi-Eiñ3=-f
* +

s, xi p o -

b ií a = ;_."-É,a
cual implicaría un cambio en la lógica institucional del mercado. otros contemporáneos, pueden fácilmente ilustrar esta hipótesis.

r;e;h +== ; =3 s.: aQ'-Eg=+*5f¡

o -¡'9

o?
"*-ñ É
ó =9 H'c =
ó
d-E'=3
I lE
Por otro lado, ciertas políticas de control demográfico de los paí- En primer lugar, Denevan (1992) ha documentado de forma con-

"'_q
iÉ*i
=
+;
ses del Sur, implementadas por algunas instituciones públicas o

áeBá=Ñ;iElás>
tundente que antes de la colonización portuguesa y española, la

á1éúá;

E¿ A: á
; á,ii3 a é e ü€

-R
=-E

g; +

^- =
+f

:&e3?-ó-Eá
T T ó nr á A áef

privadas nacionales o internacionales, se limitan exclusivamente a

g
totalidad del territorio de la Amazonia era poblada por más de diez
=33;+3,rs

e
5'§

q
g

.,
q
una práctica centrada en actividades de control de la natalidad sin millones de personas. En la actualidad, las cifras demográficas en

iAq g É ?*E
6EgAF=

r e=

Ñ
N
:="f
-E s S fEE.§,58

I'f E jt +*

cuestionar la desigual distribución de la riqueza (Ibíd.).6 En primer


g; las zonas rurales sólo alcanzan un tercio de lo que existía hace qui-

ÉtH
,i=
lugar, se asocia aumento de población con incremento de pobre- nientos años. Lo significativo del caso es que en el período anterior
+l¡Hiütü5;

= ; -or'í
gd+^
e

:
¿; X
I
trE *"[A;

:
za: los pobres son pobres porque son demasiados (Bosch, 1996,
a existía una población numéricamente superior que manejaba los

= I


I l=BY€

#1qí q,

$:
ü3iÉr Eó * o 3 é ai 8,3á
LE

¿E ü i
ñ-_
;
^pág. 12). En segundo lugar, al no cuestionarse las existentes desi-
i3
t}Hé

recursos naturales de manera sustentable, mientras que en el pre-

'::i,'+E ea
&+A ff *r;

-
b q-oG'

-o
É
+E
+
gualdades sociales, el discurso de estas políticas legitima una

ó
sente un número relativamente inferior de personas viene destru
á: ? cé"rB-,p5:oeI

afl

ag
*c»-o

.= - *H
,-
3;
falsa política de protección del medio ambiente. La población pre-

6 o- 3 o ñ

iéeaá.q,-

+i
¿*óqqa;t
i+=e¿i€i
ú?

o ñ ó'i

É:
É.x

_o
íi=+ 3Hi,3ra
;

siona sobre el ecosistema provocando un agotamiento de los 7. Las patiuteC demográficas veriae•en relación al context° socioeconómico internacional
co5 las muleros han podido acceder desde hace tiempo a los méto-

q+¡il"
s5 y*3o sH o

y regional Eh paises T l
r

recursos disponibles. De esta manera, la población se transforma


3;
i:ai=;
dos anticonceptivos; al control de la natalidad reciamadó por los movimientos temin+stas
o

como un derecho individual es una estratega de un tipo de polritica demogrsfica No obs--

;:,rÁ¿
q E*E
d-3eó:=
, +9; P .: o { ;

en una variable en sí misma negativa y manipulable, causante de


tante, actualmente en los paises industrializados, tales como Suecia y Francia se prornue
l>FE
3

!r¡
3iE

los males que aquejan a las sociedades particularmente pobres y


i§?i;,á{E
a' ó

o
N

(D
C¡ '"
e oJ *.

ven políticas pronatalistas. Existe preocupación por el descenso de los índices de natali-
y = :

5 P.<

155•
..-
o'

dad. Elio puede provocar serios *cuellos de botellas en los mercados laborales. En
h3
;3'+
;;E

aislada de su propia determinación social. Schultz (1995) resalta,


(,
x

154 publicada en Nueve Yor k ha


¡ b'ü = ;

numerosas ocasiones, el Well Street,lnurnal, oit omuyée-


i.^

k od
P
o
o

ó:
s

en ese sentido, los argumentos de Foucault sobre la construcción ertos sectores empresariales qu
ü;ii'e

ci
r

tos que reflejan la inquietud de


jan existan en la economía norteamericana serías problemas de escasez de mano de
áEiX
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5tH[
áeEiq
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atzao

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rqr:r

a=+;

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obra calificada. ciara posibilidad puede eventualmente generar probte as in acion ejér- r
"-?Bo;

;,
s"9ili

19;i

of-!a:iv-O

6. Cabe resaltar que esta práctica, que se limita exclusivamente a las actividades de con- los
j

ry; -o
=ül;
: ü E q^

e.iü(

el incremento
ó-:; e!

o Ú[

tausados por
, s+empre ha constituido
6

trol de la natalidad, no constituye la política de todas las instituciones de desarrollo. para n capital, produiditr
-ij=d

los rcoastos de
ñQ,

reserve,

a
q
s
cito +ndustdal de reserva, q
?Q::
gi-j

Numerosas ONGs en diversos países pobres hacen difusión sobre prácticas anticoncepti-
tine necesidad estructural del capital.
s

vas pero a ello acompañan otro tipo de labores productivas que facilitan una mejora en las
=

condiciones económicas de la población.


f eI
ra3$E

I fi [ E sos- : i H ]6 [ E $ il i g
"3§=45i áF§
ü í qig$F;;dm$qá3§*i3§3$Éfl$É=*=5+r3§
á ;§

*
yendo el ecosistema amazónico (Hecht y Cockburn, 1989). Se

g'
h
,I

áé $É §FFÉE
s : I s=ou ¡i ==F, o- 9Aa= s ; fi ; s
o oj R'J.6'

i"1§ :iñ& ái

ó.
Iv. Comentarios adicionales

É
'É$ g ü=

i
;u-f,§§

'|7,
É0.=.f
$ 3-. q if E5:; F S

+=á *Fefir
q
trata de dos racionalidades económicas diferentes, con sus corres-

o ó .-o1 ii g3 ú-q n d o_E:aéBH; g1¿E d-; á:*=-6'

xi+É
*gc;s;qiÉ,r;s*iá;Éaaiá[üqE ;r€ isÉ*q
B ñ-&ó,9,:É §,ü q s +: ó; a qfltAAÉ=
iÉiiÉdlrtÉqfl

+
==
-e
3;3 É á

B o ó ;ó rD,
ñ [E q E i

f-
6i
ÍÉá
pondientes sistemas sociales y formas culturales específicas de Después de intentar una evaluación global tanto de las limitacio-

ó 6 ü: i ; I
=

d
oE'e
i $ qq i*i€i a;ÉiÉ[:ági FÉ B: E a[;áEq
E ]É
:

i sñ13 € P B
percibir la naturaleza, y que provocan impactos diferenciados sobre nes como de las contribuciones más importantes de la economía

ó -o;,_H 5 áeÉrE
s

q
los ecosistemas. En uno y otro caso, la población humana está política marxista para el desarrollo de la ecología política, nos

e:

h 3;;

determinada por las estructuras económicas y sociales. ,nnorTh queda claro que existen algunos aspectos de la primera que

f,ii€3$*fli,*ry§iig:fg$§iFE+;B

x;E[*
ü§fl §:-§,ü**56*53fi *3d:'
.,,., eÉu
A o c q:B ¡ _-
-,q

+ E I r I j é ú a I i a d=.9
E:3 +'&; É; H á e , d = É € =
[
o-t
En segundo lugar, una vez más, tal como lo hemos indicado, el deben ser íntegramente revisados tales como la ley del valor y el

+Éa§gggÉáf
ea a

r?É[iBiliÉA9i+Éá;[e+A
E

a
?
e5
ejemplo de Collins (1992) demuestra que las migraciones masculi- sentido progresivo de las fuerzas productivas capitalistas. En otros

3'¡

i
i

b'á 3 + s¿

ó P iIó e;
frۃ
=

i)[
3
4 &; a
nas contemporáneas de los Andes peruanos al trópico, cuyo objeti- temas, Marx y Engels ofrecen una perspectiva contradictoria que

biFltilE

+
ñ B I f c" -;t f € t.= ¡.$:

j
-
vo es la obténción de mayores ingresos monetarios, contribuyen oscila, por un lado, entre frases que reflejan un sentido sumamen

sEEs$S3§,*

É
,;
decididamente a un irreversible proceso de disminución de la capa- te antropocéntrico respecto a la naturaleza no humana; y por otro

rD 3?á
*S
^i

B
q
a i 6E É 3 i * I ñ

r
cidad de carga de los ecosistemas altoandinos. La causa de ello es lado, frases que remarcan el fracaso de los intentos de controlar

=f

d_
ó

a i€
., ó-=
3

3
ñ

j
que las migraciones conducen a situaciones de aguda escasez de la naturaleza al interior de la economía de mercado. En su conjun-

i;
="-E q"

e
g 3 q'§, o

i
i3
mano de obra, lo cual perjudica el mantenimiento de la infraestruc-

*= *
to, el carácter contradictorio de ambos autores se debe a dos

li;.[§-=

I
^ o o-^, - a.*_!
tura

=o
*- 1- i +: 4É
tura agropecuaria La disminución

É;
s a§ ¡ e §,? : - § á 5 ff " r $ É §
razones fundamentales. En primer lugar, resulta claro que en el

a Ee H$ q;538 +q,É i+== B3q H


ó';

* [ág
aumento de la densidad

R;
y no el
el aumento densidadd

r
q
-

i
p es la causa del deterioro

I * +w= é 1#^9: f ñ a-**q !o --


9
desarrollo de la economía política construida por dichos pensado

p Q:., - o- á o fl 85's Füñ H q e Ii;9:

ü.aÉ[i
Ita
;Eaü1-á?;
eterioro ambiental (Collins, 1993). Otro

q a *p r-'-
?
&n
caso ilustrativo es él- 5
d

i
- E e ts r¡ ¿i $§ E E q iC iXr
de los colonos no cocaleros de la Amazonía res no existió un interés real por elaborar una crítica sistemática al

[,*gs*§ ii

?
o*

e"
-

8_
g
Alta del Perú, que al tener dificultades de escasez de mano de obra proceso de destrucción del medio ambiente iniciado por la expan

1fi
ie.p

É
ge q 5á

+
$

a*
B:
por no disponer do cultivos rentables como la coca, no tienen otra sión capitalista. En segundo lugar, es indudable que la economía

I =3
E +=r s n.-; $E * ɧ*s§

r
é,
ü
g;.Í ih c'<.+E

alternativa que recurrir permanentemente a la deforestación para ál] política se centra en el análisis de la distribución social de los

:ÉU ; a
r
$

á k:j,
3
g-a

.a'=i
mantener un nivel de rendimiento agrícola (Bedoya y Klein, 1996). medios de producción y su efecto en la producción de valores de
:

q E * ::

?
§
á

ü a:
a* + s§
El incremento de la deforestación es resultado de la escasez relati- cambio y la generación de plusvalía. La realidad ecológica con-

l.-{

er-.
i J+0)

l
g r r ic
='


q'.:
3

- =oy! =
P o- ai

va de fuerza de trabajo y no de su relativa abundancia. temporánea, sin embargo, demuestra que el proceso de produc-

*áÉ*ÉrÉ*i**€
Há".$$3eue&g

s
Ir
$
Fíi

,-E-=ú;q ;ii= á€
=t;

Stonich (1993), en un estudio sobre destrucción ambiental en ción capitalista es también apropiación social destructiva de los

H i;
d

?;
g9:

E
a
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que su posición parecería verse más y más afianzada con el acto

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espacio social de influencia cuando se enfrenten, como suele ser

ü iÉ+[a+e+ [$É**iliir [ÉÉiÉ


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I [; E :,Fr Be'sE É3 € + q qf * , H § 1 $; g: f g: 3 I i

[:* [s.E5.i
mismo de la crítica que ha venido padeciendo. ¿Es posible verlo el caso, a condiciones transnacionales, nacionales, regionales o

.
É sñ es*nBa-s rr€ *ulF*.+gi$f
H

-,c ó" : ñ-§


§ : áq Éq$¿3 3 $35 i¡=ÉF=;e 13 l; :
de otra manera? «¿Qué pasa si no teorizamos el capitalismo locales que les resulten desfavorables? Se requiere una antropolo-

á i; rráE : +fA€ic$ü;H :Ú+[ti


á¡-
como algo enorme y que todo lo abarca, sino como algo parcial, gía de la globalización formulada sobre la necesidad de identificar

ü' ii . iEtñtf
Ir;$*lq+{3i

',
como un componente social entre muchos? [...] ¿Qué pasaría si el socialmente los discursos significativos de la diferencia —cultural,

[ i14,uÉl
ó H * P o o <. o ;.á
capitalismo resultara ser un conjunto de prácticas dispersas ecológica, económica, política— y los modos como dichos discursos

D o - o='f,

I
= rHá"ríq+3++;ár+[i

+íiÉa -$ ráÉ[[ i lÚ+üfl trfsi§Éáiáf


6'
El lugar de la

m
Ecología

á áñ€
naturaleza y
sobre el paisaje, que han sido consideradas frecuentemente

= i i
la naturaleza pueden operar en la articulación de alternativas. Esa antropología

ú o 6 3 q' *d í b-
del lugar
como iguales, por conveniencia y en flagrante violación de la de la globalización examinaría las múltiples maneras de construir

) q ñ r i I H; ry if i ñ *-"s r 3 ú I I $

i ó3
ñ,*
_=P ) e_,
diferencia observable? Si podemos repensar radicalmente cate- hoy en día la cultura, la naturaleza o la identidad, así como la pro-

*.tI='*
iÉ Fí

s q il: ó s aEág
E [i i5¿ ág$
gorías como sociedad o subjetividad, produciendo una crisis de ducción de diferencias a través de procesos histórico-espaciales

.,.8 JgE,{
identidades individuales y sociales allí donde previamente se pre-

nA+6
que no son únicamente el producto de fuerzas globales —ya sean

i
+D
=

§
sumía un estado de fijeza, de quietud, ¿no podemos concederle éstas el capitalismo, las nuevas tecnologías, la integración de mer-
también su crisis de identidad al capitalismo?» (Gibson y Graham, cados o cualquier otra—, sino que también están ligadas a los luga-

ao-48 q,B Ég ¡B= *'QIE ff f;fE


Ó-o

lEi
=
*
1996, págs. 260 y 261). Lo mismo puede decirse acerca de la res y a su defensa. Es importante hacer visibles las múltiples
í ífiÉEáÉÉ,§

lIqt+iry
naturaleza. lógicas locales de producción de culturas, identidades o prácticas

1E
q ú= ; Es {$,tga¿

Flfs =iÉF ü

ai: e 1i a E : ú 4'u {
¿Es posible, entonces, aceptar que el posdesarrollo ya está - económicas y ecológicas, que están brotando incesantemente

o;
X: i
ü o_j-

y siempre ha estado— en continua re/construcción?, ¿que los desde comunidades de todo el globo. ¿Hasta qué punto plantean
g b.ó., 3 +óB á_5

ü, ó.r E b ? €
lugares siempre se están defendiendo y recreando, y que siempre retos importantes, y quizás originales, al capitalismo y a la moderni-
i r*:- = -i; g*ilÉÉq§
g p ó 6.;
están surgiendo diferentes economías?, ¿que no sólo se pueden dad eurocéntrica? Es más, una vez visibles, ¿cuáles serían las con-

3[§tÉi15;
documentar prácticas ecológicas alternativas, sino que se está diciones que permitirían que prácticas locales determinadas
=;+--'t3ó'*a'€
=

=$3É
luchando por ellas en muchos sitios? Por nuestraparte, y en tanto crearan estructuras alternativas que les proporcionaran una opor-
que analistas, atreverse a considerar seriamente estas preguntas
s

tunidad de sobrevivir, cuando no de crecer y florecer?

5 E .3:E.¡ ;;§ u gqiñ


[ +i

supone ciertamente una política de interpretación diferente, con la


=

Continúa siendo muy difícil tratar este último aspecto de la


iÉíf

qd;3SB.iá.:¿,-FF;
.w
N

ñ eE
necesidad concomitante de contribuir a una política de represen- «cuestión de las alternativas». Para Dirlik, la supervivencia de las
e

tación de la realidad diferente.

üüc
culturas centradas en lugares quedará asegurada cuando la glo-

=;'.ü i3
3
dó Q'e dá'é$É
=


D
f

i: 3;¡ ¡5: fi --:'=


En el campo del desarrollo alternativo, en muchos sitios, tiene
íEi

a, b1 ó ñ o ó

balización de lo local se compense con la localización de lo glo-


ú;l
f -qE 5 I il F'q =

$
§t

lugar una gran cantidad de experimentación, por lo que se refiere bal, es decir, cuando se reintroduzca, en términos sociales y

1=

ó B- i q ii-s=
Y :¡ o 1.f,
*o

q
s H B-e E E ;

a intentar combinaciones de conocimiento y poder o de verdad y

É33tEg.4u
conceptuales, la simetría entre lo local y lo global; podríamos

riiia+[i si

=o =

iEáñ;qq€

f§ E s§

práctica, una experimentación que incorpora activamente a los gru-


o'
t

añadir, también, cuando se tome a las culturas no capitalistas y


" B,* ñ E le =

ñ5r3;

;9qÉq3+

¡ 3+ [ +;É
a s *q q

]3 ;xÍ 36 Q-;'E
Ro

pos locales como productores de conocimiento. ¿Cómo se ha de

É i "i ái
diferentes como centros de análisis y preparación de estrategias
O
§
N)

204 205
?96'*dnI

á-i

traducir el conocimiento local en poder y cómo, a su vez, este para la acción. Una simetría semejante requiere otra paralela

í
,.si$i
qg

a.3Ee

; is_E

conocimiento-poder ha de plasmarse en proyectos y programas? ente las abstracciones modernas y la vida cotidiana, así como

.r § ñ :
ol-Xo-oo(D

-<§) rD'-

^='--0)5-oa
7ryrDo--o
=.:OO5-U
E3§

=
¿Cómo pueden las constelaciones locales de conocimiento y poder demanda tener en cuenta el contexto, la historia y la estructura.
o 5.3:

9P'.H
fi ñ

o 3

tender puentes hacia formas expertas de conocimiento cuando De todas formas, en última instancia, imaginar y realizar órdenes
*!

q=i

a
É
=

resulte necesario o conveniente? ¿Y cómo pueden ampliar su significativamente distintos requiere «proyectar los lugares en
ñ_
qg
ár.
ie
j3
de ecología alternativa frente a las ecologías imperiales de la

i=
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3
=*

do
p,
q*
ó
=-Eif¿=H:+;i"üEE;s-ii3i gq

fa6
Éí+asrtilg;3iliñi$Ñq,€B
s[Éei[É[LÉÉEiA3:[É#EEá
espacios para crear estructuras de poder nuevas [...] de manera

;Ee ; i
g *
g


naturaleza y de la identidad propugnadas desde la modernidad

iB[§ ]€*qÉ: É3 [üAiráiÉ[á¿


B

+ ;i il :-€ * É 3 á I f i c + 5 ¡ + [ l_r : s i r
: á * a *E ' =ii [ # i $e frÉ ] ; F r [; r d t *E ilt! i; l1x
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-.,

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Qi ? ó i3E

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r +[3[ü[$ i*i$giqE1ɧ§:É

I :;
]§ iEE iF[*=i¿;
I ¡á

e b 6 *+{ g

H3áqnq+;lqeqE.qob'e6
que incorporen los lugares en su misma constitución» (Dirlik,

q3*d;üiE+
$rs* 3É[ac=

I É o;á ñ *q," i

[EüÉgEi:=-ütlEASÉ::
capitalista.

3ig?"%ág3¡:fIE;,'+:a
§ÉF[]illái?;ig[áAqü

;ügfHf;:oqqg?3HE-"1
1997, pág. 39), liberar imaginarios no capitalistas en la configu-

a l3:*E
Finalmente, es en la intersección de los modelos locales de

á
-g - E ,, Q 6.q

=}i3;Ésá:io-Qasáá;8{g
$ 1+: É g
X
ración de economías y estructuras económicas, y evitar la nor- naturaleza y economía con la teorización de racionalidades pro-

1
s,iB'ái
malización de !as culturas locales por parte de las dominantes, de

-o
ductivas alternativas donde podríamos encontrar un marco de

qefrg!gtái:gilEñA*i
3 ó a 3'á l*á ^ 4 ]

*_.?,r;ótQqr
Olugar de yla

6
aÉE,E
tal forma que las primeras puedan convertirse en fuerzas vitales

a{E-q
Eccluge trabajo más amplio en el que situar los debates acerca de la

r *taii
reluraleza

§-
naturaleza

iE
y políticas efectivas. Para que todo esto ocurra, los lugares se sostenibilidad ecológica y cultural, Este marco más amplio nece-

iBQ: 3ijüi;Ad:ú9.,,^io
lugar

( = i$3.
deben «proyectar a sí mismos en los espacios que son hoy el

f ó*lá:Éf,Éóiií9qÍ9'"
@
sita: nuevas formas de pensar las intersecciones entre lo global

;I3o-E;á:áe=áó;
a-

3-
dominio del capital y de la modernidad» (Dirlik, 1997, pág. 40).

éaBi¿óB=ii:a:Bo-3@(D-:
y lo local, contribuciones semejantes a las arrojadas por las teo-

o ., úó..= ó
Algunos movimientos sociales están mostrando el camino con su

[;rlH }rt arrg 3ilÉiÉrq r+iÉ *il

!J
o l1iÉ,:

rías del lugar; concepciones alternativas del conocimiento y de

-'
I ü
redefinición de la relación entre naturaleza y sociedad, entre lo

E*áuüsgE5í,
la innovación locales, así como de su relación con el conoci-

á ¡
o cj
cultural y lo político.

$Ég
miento global, formal; una reinterpretación de las reivindicacio-

d; T

[
r
Esto no implica en absoluto la reificación de los lugares, las

ó * - zi 6-ó.
nes de los movimientos sociales por lo que se refiere a la
ñ [t*q

f + r á! I ls €; * n
culturas locales y las formas de no-capitalismo como realidades

p,
defensa de los modelos locales de la naturaleza y de los territo-

e s + 2-'
_qg
E?

«intactas» o fuera de la historia. Prestar atención a los lugares y a

i 3*Fu.4€iIiÉÉaÉ;EisÉéE
rios biológicos con productividades biológico-culturales especí-

igál-I:H
s 1a o!
p 3, =t6-ó_r ñ

(D qo
las culturas locales es desestabilizar los «espacios más seguros ficas (Varese, 1996; Leff, 1995a); y nuevas ideas y nociones
ge*;E=tl5;

= =:rü+3tEdi;
del poder y de la diferencia marcados por las perspectivas geopo- sobre formas de gobierno de base, asentadas sobre los ecosis-

=ó3
líticas o derivados de la economía política» (Jacobs, 1996, pág.
+ y'o ^ x I d: [:

H,E:
if ? $q 15.$.[ig q:
temas y sobre las etnicidades ecológicas, sobre la protección de

= o

-o'3
'or,o,
15). Tal como Jacobs añade, «la dicotomía entre lo auténticamen- las comunidades respecto a ciertos aspectos del mercado, y

-
te local y lo apropiadoramente global tiene su nostalgia particular.
r

sobre la revitalización simultánea de la ecología y la democracia


En el mejor de los casos, la categoría residual de lo local propor-
r:

(Parajuli, 1997).
ciona esperanza para la resistencia. En el peor, se concibe lo local

Éq';=si=Bü
como algo que está sucumbiendo inevitablemente ante lo global,

g*EiB*iHi
?
I
Ii;

ó.-^.=nj.-rB§,
E
con la certeza de una reserva comprometida» (pág. 36). Hablar de
É:

Conclusión

ór;rrüii{ñ

EBBü;2r.aá
q3,

la activación de sitios, naturalezas, culturas y conocimientos loca-

áE€Ei?;+i
+? #::(r$ráftil

u
Bqr-=:*rEá
B§eg:.[*§i

riÍsE6.d^EE
É*?EÉ$iiE

:iatEÉ3gB
r co
a. 3§.

les en contra de las tendencias imperialistas del espacio, el capi-


{&9+ a",'Iñ [3'ofr X TÉ;
i
i

¿Qué redefiniciones de significados y prácticas de la economía,


aÉa r*&'+x{

+= o ,
o-

IE€.f gá:",:
I
tal y la modernidad no constituye por sí solo un deus ex machina,
$+¡

3s3*6'B+a:
i

la naturaleza y las relaciones sociales son necesarias para ade-


+f,;rgÉíi:

l2= 3-E H *[p

áüdgl
ñ.,
ñ

+;
pero sí abre una senda para andar más allá del realismo crónico lantar el proyecto de imaginar alternativas al desarrollo y a las

- *cD 3,8

iEd;Hó5f¿

: 5 +€ I9

fomentado por los modos de análisis establecidos. Seguramente


il $ i +a 3 *
.0 R 0-,rr1;

prácticas ecológicas no sostenibles e inadecuadas? ¿Qué tipo de


;r ¿a si i,g +;i
=

a)

207

q"; 3
los lugares y los emplazamientos se están viendo arrastrados al
¡, ;

tr ^ P P
+Tel+ñ

206 investigación y qué tipo de prácticas políticas se requieren por

dó:3;:&,o
interior de políticas de mercantilización y de masificación cultural,

P - ,ó P
parte de intelectuales, movimientos sociales y comunidades para
É ñ L =-o

=É=¿
-<]-;i'¿;c:-(u
pero el conocimiento de los lugares y su identidad puede contri-

(OaÁo=Oa
conferir fuerza social a semejante proyecto? La antropóloga

a-ac+óO
O-:O-(DJO-

=
f,-
buir a producir significados diferentes —de la economía, la natura- malaya Wazir Jahan Karim lo expuso sin rodeos en un inspirado

?.=

r=
leza, etc.— en el seno de las condiciones del capitalismo y de la artículo sobre antropología, desarrollo y globalización. La antro-
-,.<

modernidad que los rodea Así, se podrían abrir esferas públicas


+
n-3ri Éa15aE *
:É a*;;*qseaÉÉeÉ[i l3 iq i;irga
le-

íi
hay formas de posdesarrollo, no capitalismo y «otras natura

=3
ItEÉÉi a 1[g§[í[3 IÉ $ E FÉ i Iiáa1AB
*[i * iÉt IIgiÉÉ ti
rmación

ñ $*t li+[[{ÉÉ[[*ÉE ñ [

í$ iíÉí:li lgrrEái ií[rí


pología necesita comprometerse en proyectos de transfo

Hi il
d'E E ii á fl ?

E E,iI

a: á +

ó
t - ó oE g !! o ? a : o o o 6 aÉ;
{ iág il d Iq I f ia
-r)

* iÉ +i=

sCeqÉi+ÉE
r'.ttT*li+g*Éri[tiÉ}iÉ[tá[fá[iÉ
es, hay esperanza de que se pue-
acabare- zas»34 en construcción, entonc
social. De lo contrario, tal como dijo Karim, con acierto,

i t i 3¡ 'E H i E,§a" i i +; si+ ñ áfl:;

F 1F i 3'i-; g.q!..H--*i
I
ncia y
dan llegara constituir nuevas bases para la existe

Eq ?1 t aBal [1 11 Eí
de
mos «disociándonos simbólicamente de los procesos locales

¡
la alteri-
rearticulaciones significativas de la subjetividad y de

q,É
co
reconstrucción e invención cultural» (1996, pág. 24). Ahora rn-

i
;
l y ecológ ica. En
con la traduc ción del dad en sus dimensiones económica, cultura
prendemos que esta disociación enlaza

[r¡ [r
i *l;
iento
= = =-o muchas partes del mundo, somos testigos de un movim

É'a cE + ; n s É{m;: É [ +E a
jes sin
lugar en espacio, de las economías locales en lengua

¡6-
i

E
Ecaogic gardela
El lugar
y biológica sin preceder-
histórico de vida económica, cultural

dD
reformar de la economía política y de la globali zación , de mode ~anaturaleza
a
áíiT=F:q€ [-süio*i

qú=
políti-
y cul-
del
lugar tes. Es necesario pensar acerca de las transformaciones
los locales de la naturaleza en dicotomías entre naturaleza

[
i
un giro

lq
cas y económicas que podrían hacer de ese movim iento
F

tipo de traduc ciones


tura. Karim ofrece una alternativa a este
o f

de las
«el futu- esperanzador de los acontecimientos en la historia social


siguiendo las líneas que aquí hemos sugerido. Para ella,
[E
H; + q f I A I

E *ssB;*EiaHrgÉ*§6
==
culturas, las economías y las ecologías.

i;il
tualme nte de su poten-
ro del conocimiento local depende contex
i
:

En última instancia —o, al menos, en la última instancia suge-


fi'E

miento
cial globalístico para generar nuevas formas de conoci
-:l Eá+tÉ;€
o-
rida por una imaginación utópica como la crítica de las hegem

logos tienen una papel


desde el interior» (pág. 128), y los antropó

: eH =iz*fliá 3e = É[ü
te: ¿Se
nías actuales—, la cuestión se convierte en la siguien
E

r «un
que representar en este proceso, empezando por aporta
o o

i¿B q3 i€€iÉteÉá;a
o con la lógi-
global y lo puede reconcebir y reconstruir el mundo de acuerd
=

concepto diferenciado sobre quién es quién en lo


econo-
ca de las prácticas locales de cultura, de naturaleza y de

* aE 1r alaHÉqá É$
É,
F

local», ya que «la procedencia de las definiciones que uno utiliza


[
[[iEi; i i
-

otras
mía? ¿Qué formas de «lo global» se pueden imaginar desde

HEl3 EÉE
E

ología
resulta importante» (pág. 135). De otra forma, la antrop

R
;

uras» se
en el len- perspectivas, locales y múltiples? ¿Qué «contraestruct
continuará siendo una conversación entre académicos,
i
-o (o o

ü
¿Qué nocio-
pueden instalar para hacerlas viables y productivas?
q
E

uentem ente
r

guaje de la teoría social que les es propio , consec


an para
nes de «política», «democracia» y «economía» se necesit
H
g

provinciana y mayoritariamente irrelevante.


o

ü
ir;aq;i1ÉÉqÉ[{* desencadenar la efectividad de lo local en toda su multipli
cidad y
+.^

= ^.

Se puede decir que el argumento principal de este artículo


r*i*t

repre-
con todas sus contradicciones? LQué papel tendrán que

i*
q, r r + É + +

y de buena parte de la bibliografía sobre la que se fundamenta


q'1= a C ó f$J-=
o <

y nue-
sentar los diversos actores sociales —incluyendo las viejas

ep.l
[111[
.*=qE :-= g

que
es precisamente el que la procedencia de las definiciones
=:

f ísei

r
puedan
vas tecnologías— para crear las redes sobre las que
= J.

del
uno utiliza es crucial, definiciones de lo local y de lo global,
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reposar y en las que puedan confiar la multitud de formas

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crítica
lugar, de la naturaleza, de la cultura y de la economía. La
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local en su encuentro con las múltiples manifestacion
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del privilegio del espacio sobre el lugar, del capitalismo


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ente
las global? Algunas de estas cuestiones tendrán que ser seriam
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no capitalismo, de las culturas y naturalezas globales sobre

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consideradas en nuestros esfuerzos por dar forma
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locales, no es tanto —o no es únicamente— una crítica
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Estas críticas son también un intento de alinear la teoría
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política s de
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con las maneras de ver el mundo y las estrate gias


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34. Comillas del traductor. La


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aquellos que ocupan el lado del lugar, del no capitalismo

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za' y 'alternativa., pu-

o.l.

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terminológica que juega con las connotaciones de "otro., •naturale

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cual suelen estar com- una perspecti va construcc


conocimiento local —un esfuerzo en el traducir igualmen te desde
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diéndose
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alternativa.(N. del t.).


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5. La política de las donaciones

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alimentarias y la respuesta de las
receptoras desde El Alto (Bolivia)

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Lola González Guardiola

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Universidad de Castilla La Mancha

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I3E:'il iE'3IE
Las políticas de cooperación y ayuda al desarrollo son un aspec-

EiqiT§É[a§[ iÉgÉ3iÉ
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;as;á g¡giá §Eiiig;
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aIi+;§E[É[É F;$iE§g
_ to de las relaciones económicas y políticas que se establecen

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entré los países ricos y los países «en vías de desarrollo». Estas

o < o I E['*
=+^
políticas son enormemente complejas tanto en su fondo como
en su forma, y su aplicación responde a diferentes modelos y
normas en función del país u organismo que proporciona la

-
ayuda y de las características, tanto políticas como económicas,

-c
del país receptor.

[u=a+
El objetivo de este trabajo no es efectuar un análisis global y
teórico de las políticas de cooperación, sino preguntarnos por las

x:l'
E
:l o o
consecuencias que su aplicación conlleva para las mujeres que

I
rfi-E-e
son, en muchos casos, las destinatarias iniciales de las ayudas

- !-.¿-l
recibidas, actuando como un vehículo a través del cual se accede
a todos los miembros de la unidad doméstica.

IqgÉÉ
o
;=oa.o0)^a60-o_0)l

q
Se pretende, asimismo, rescatar la voz de aquellas personas

1;
que más tendrían que haber dicho, desde el primer momento,
do
c

+r
o o
sobre las características, métodos y fines de los programas de
.gE
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cooperación y ayuda al desarrollo: los destinatarios, incluyendo a

E
los gobiernos e instituciones implicadas, pero sobre todo a las pro-
ñ"6 +É
al y pobla-

=Eí¿raÉ*llit
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que El Alto es la ciudad de más alto crecimiento espaci

a?í1l rÉ aeE aÉa e EaEAIt isa +EÉiti H111[


R
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pias poblaciones-meta concernidas como receptoras últimas de

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produce, final -

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A U; E E ?
cional de Bolivia. Su reconocimiento como ciudad se
todo un extenso y variado conjunto de proyectos.

srieii r*:H

;é r-+q:gAg¿[ IEE?{111ÉtB [? E?l 1E


ley 651, que
concre mente, el 20 de septiembre de 1988, a través de la

áúBq
Para poder efectuar este análisis he elegido un caso espaci o urbano, cre-
llevan a cabo institucionaliza el proceso de formación de un
to: los programas de «donación alimentaria» que se t

?€
*=;i
rio delimitar 1 ado, desarrollado y consolidado en apenas cincuenta años.
en la ciudad de El Alto (Bolivia) y para ello es necesa

e3.3 rl13;
el compu-

.*il^¡
Al ser una ciudad de tan rápida y reciente creación,
olla la vida de

,áe
previamente el contexto cultural en el que se desarr ,e~~ i lapcliticade

HiÉ
s econo-

d*e
ara entender losproces
roceso os
nente migratorio es esencialpara

ii3IgÉi:áEIgiB-!
á-3'E:383*o9iosEq:8:
¡ksdonaciones

i66
estas mujeres receptoras de alimentos.

3uiA".r
**s[¡É=E. sgf ¡§,gI;.t Éi€g;É
era que,
micos y socioculturales que se dan en su seno. Se consid

tÉ 1EÉ IlE 1íBBEaBIElgEI IEq tIE F


no andi
La ciudad de El Alto se encuentra situada en el altipla

S¡e¿=-e
;
+e;i[ qÉ[H3i É i r¡ [É* $ÉÉÉ fr +$lÉii
E!
P por migrantes
en un entorno en 1992, el 82 % de su población estaba formada
no boliviano, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, fundamental -

-B*1qñ sqot EsñEBFm ;iá3ÚP


e]=6';f
(Antezana, 1993, pág. 320), cuyo origen se sitúa

E=a .;I ró.qH 11i*tiir=r-*iiñ EtsH-,E


vientos y
físico hostil, debido a las bajas temperaturas, los fuertes
tqq }f
una ausencia total de vegetación. Surge como un
conjunto de mente en el medio rural, siendo los departamentos altiplá
hacia El Alto
nicos los
(el 75
que generan las mayores masas migratorias
la cual, por

i É ilii?E
barrios periféricos y marginales de la ciudad de La Paz,

t-+A ailá4qiBñ iÉiEq .gr§.¿q


paceño, mien-

p*ng-x*
espacio para % de la población migrante proviene del Altiplano
su especial ubicación en una hoyada, no dispone de tamentos).
tras que el 25 % restante lo hace de otros depar
acoger nuevos asentamientos.

tÉÉ ,qq31eáe.;sÉie:f93+
migratorio
También se registra, aunque en menor medida, un flujo

=1+r;-*i;Éii¡
qa: &.É

de El
A principios de siglo los terrenos que hoy ocupa la ciudad iento urba-
, así como de proveniente de la ciudad de La Paz (a partir del crecim
Alto eran propiedad de unos cuantos hacendados que destacar,
no de la hoyada) y una migración intraurbana. Hay

Eq; a+oñr-ooxr'¡'-áñq0d3e
de los terrenos

do-3IE9.o_1.§,áq-3 I:[8]
algunas empresas e instituciones. También algunos de los ten
en este proceso, la llegada de población procedente
eran propiedad comunal de los ayllu? Los primeros pobladores se de la publi-
tros mineros, los denominados «relocalizados», a raíz
n «Villa
empiezan a instalar hacia 1940, siendo fa urbanizació

*Bg
supuso el
catión, en agosto de 1985, del decreto 21060, que

=teÉi
, el 14 de se p-
Dolores» la primera villa que se funda oficialmente
4í.:

mineros y su consiguiente relocalización,juntu

iü re 35* gÉllaBgE
desde el prime r momento, e des o de 23.000
despid
ü:-: fHÉ1sÉttg::
tiembre de 1942. A pesar de que, tamente en la

q
con sus familias, en otras zonas del país, y concre
só = q€ = 8

ce su
configura como un barrio marginal de La Paz, no se recono

o=dlaóJq =r
?H
pág. 5).
de 1952, lo ciudad de El Alto (Aquí 1991,
inclusión dentro del radio urbano hasta la Revolución la dis
as impres-
El Alto es un ámbito pluricultural, como consecuencia de
que supuso una grave carencia de infraestructuras mínim

É.*'s;'-H
gfi.ig=§:É

a lo aymara,
tinta procedencia de sus habitantes, en el que destac

=
A partir de ese

?H
cindibles, situación que persiste en la actualidad.
genera la for-
que en su proceso de adaptación al medio urbano

ain
te que
momento empieza a recibir un gran flujo de población migran -urbano específico. Si conside
-
oración de un perfil cultural aymara
s6HE

aproxima-
le hace pasar de 11.000 habitantes en 1950, a una cifra
le

tAit
que definen
ramos el idioma como uno de los rasgos particulares
crecimien -
a los 380.000 habitantes en 1991, con un índice de ente de

zt^H, G6É
su pertenencia étnica, tenemos que el 28 % es solam

"6á'sEseq
-;
ó@-ó

É?

r*r gg;

to, en la actualidad, del 10 %, frente a un crecimiento promedio


ñ'
:áa "§i

es castellano-quechua hablan te, mientr as


^ O -

habla castellana, el 6 0/0

u
representan -
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global del país del 2,4 %, según las declaraciones del 221
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220 habla caste-


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el 7 % es unilingue aymara y el 58 % es bilingüe de

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' Esto significa


te del Consejo Nacional de Población, René Pereira

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llana y aymara (Antezana, 1988, pág. 38).
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ramos
En cuanto a la economía de la ciudad afteña, nos encont

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' Comunidades andinas (N. del comp.).
1. La permanencia de este índice de crecimiento supondr
ía que El Alto podría doblar su da a la sub-
con una economía popular de supervivencia, orienta
x@ 9ró'

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qi ec

población en un espacio de siete años. (Diario Presencia La Paz, 11 de julio de 1991)


)1<

un lugar
Según el Censo Nacional de Población y Vivienda (1992), la población total de El Alto era sistencia del núcleo familiar, y en la que la mujer ocupa
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de 404.367 habitantes,
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destacado, fundamentalmente por su aportación a través de los

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nómicas) impiden la eficiencia de actuaciones que, por otra parte,

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mecanismos de la economía informal (comercio minorista, servi- son demandadas por los propios receptores y sin cuya existencia
cios domésticos, etc.) así como por su inserción en programas de

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empeoraría la situación en la que se encuentran.

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ayuda, controlados por Organizaciones No Gubernamentales, que La historia de las donaciones alimentarias comienza, en Bolivia,

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le permiten contribuir al sustento familiar. en 1955, a partir de convenios establecidos con Estados Unidos
Esta breve explicación nos permite reconocer la ciudad de El Ge„o bajo la normativa de la PL-480; fundamentalmente a través del

IÉq
La política de

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DEó'
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Alto como un espacio de intermediación cultural, social y econó- Fas donaciones
título II de dicha ley, que es el único apartado que permite la entre-

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alimentarias
mica (Antezana, 1988, pág. 27) en el que se ha gestado una ga de excedentes a países que se encuentran en situación de
forma de vida particular, donde la variable étnica juega un papel emergencia, sin recibir contraprestaciones económicas. Desde
de primer orden, favorecida por las relaciones que los migrantes 1964 se empiezan a recibir también alimentos donados proporcio-

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+ áÉE;ü 3;
rurales siguen manteniendo con sus lugares de origen. Así pues, nados por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones

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nos encontramos con una ciudad con una identidad propia pero Unidas, a quien se suma, en 1978, la ayuda procedente de la
que al mismo tiempo sigue siendo un barrio marginal de la ciudad Comunidad Europea, así como las ayudas bilaterales de gobiernos

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de La Paz; con una ciudad con predominio cultural aymara pero como Argentina, Canadá, España y otros. Esto quiere decir que, en

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que se ha de poner en cuestión permanentemente frente a la cul- teoría, en el momento actual, Bolivia recibe ayuda multilateral pro-
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tura criollo-mestiza dominante en la urbe paceña; con una ciudad, cedente de diferentes países y organismos; sin embargo, la parte
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í{gát3 jEgi q3,9 É;B$i§
por último, con graves carencias de infraestructuras, un débil sec-

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norteamericana es tan superior a las demás que, en realidad, sigue
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tor industrial y una gran parte de su población dedicada a tareas siendo una ayuda bilateral, enmarcada en los diferentes títulos de
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del sector informal como parte de estrategias de supervivencia.

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la PL-480.

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En este contexto urbano, además de su implantación en zonas Así pues, podemos decir que en las últimas décadas ha habi-

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ha diversi-

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rurales, se ha aplicado un tipo de programa de ayuda específico, do un aumento de las donaciones 3 y que su origen se

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la denominada «donación alimentaria». ficado, al igual que los propios productos incluidos en el volumen

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Para abordar su análisis hay que tener en cuenta que el estu- total de los alimentos donados. De hecho la donación alimentaria

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dio del impacto de los programas de cooperación y ayuda al ha originado la aparición de numerosas instituciones donantes
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desarrollo se ha visto siempre dificultado por la falta de datos o que compiten entre sí y superponen sus acciones, llegando a pro-

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por los impedimentos que obstaculizan el acceso a las conclusio- porcionar alimentos a población no necesitada y provocando la
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nes de las agencias y organismos intermediarios. Sin embargo, es desarticulación de organizaciones de base. Es importante resaltar

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un hecho, reconocido en privado por parte de algunas instancias


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implicadas en estos procesos, que el impacto de muchos proyec-
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Trade Development and Assistance

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2. La PL-480 es como se conoce a la .Agricultural

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tos es mínimo e incluso negativo en ocasiones. Sólo apuntaremos


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N)
N]

Act. también llamada Ley Pública 4800 •Programa Alimentos para la Par, y que fue apro-
N]

222
(¡)
N)
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223
bada por el Congreso de Estados Unidos el 10 de julio de 1954 como el principal instru-

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!o o_rco.o
daü9.3

que aspectos como la falta de coordinación entre instituciones,


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mento legal para el suministro de la ayuda alimentaria norteamericana. Consta de cuatrotí-

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gobiernos y entidades implicadas; la falta de estudios con diag- fulos que regulan las diferentes modalidades de ayuda alimentaria que se proporciona.
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Véase Portillo (1987).
1o

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nósticos acertados que no subestimen o ignoren la realidad de los
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3. Este aumento provoca la multiplicación
destinatarios (dimensión cultural, de género, etc.); y la propia con-
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guiente incremento de una burocracia laboral que debe ser mantenida con parte de los
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fondos de los programas, así como dificulta el control de la calidad y del impacto real que
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ceptuación del desarrollo (con sus implicaciones políticas y eco- dichos programas tienen sobre los receptores.

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que gl criterio de las donaciones es externo, es decir, que respon- La ayuda alimentaria de Estados Unidos, enmarcada en la PL-

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de más al tipo de excedentes cfispintbles.eniosrpratonantes 480, depende de diversas instituciones según el título a través del

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_que las auténticas necesidades de las receptores' cual son otorgadas. Así, los alimentos canalizados por el título II

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En los últimos años se han puesto en marcha los denomina- son administrados directamente por USAID (Agencia Internacional

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dos Programas de Monetización, que permiten la venta de una para el Desarrollo de Estados Unidos) y distribuidos por Caritas,
parte de los alimentos donados en el mercado local y la utilización Laporülca de FHI (Food for Hungry International), ADRA-OFASA (Agencia para

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Género

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las donaciones

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del producto de dicha venta en proyectos concretos diseñados el Desarrollo y Recursos Asistenciales) y PCI (Proyect Concert

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alimentarias

a 5 ó. p ,a
por las agencias donantes. Se argumenta que este sistema es una International). El título III es administrado directamente por la

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forma de apoyar la producción nacional y de ahorrar divisas al Secretaría Ejecutiva de la PL-480, la cual, a partir del Convenio de

(iD+:
o_
Estado. Sin embargo, los sectores más críticos denuncian que se Donación de Alimentos Agrícolas debe utilizar el 100% de los

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sigue induciendo un cambio de la dieta alimenticia en detrimento recursos monetizados en la ejecución de proyectos de desarrollo

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- del consumo de productos locales ricos s en ñe

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rural (Terpstra, 1994, pág. 24).

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lado también se resalta que el destino de los fondas obtenidos no Las agencias distribuidoras llevan a cabo diferentes programas

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3iE+3a
siempre es el fomento de la producción local, sino que se deriva *- y subprogramas; entre los que merece la pena hacer referencia a

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hacia actuaciones secundarias .5 uno en concreto, el denominado «Alimentos Por Trabajo», también

rísir¡iÉF$i+$+ -uiíÉ3qB

_o
El manejo y administración de la donación alimentaria, en conocido como «Acción Comunal», que se basa en convenios rea-


Bolivia, se realiza a través de instituciones gubernamentales y pri-
lá ií lizados entre las alcaldías y las propias agencias, apoyados en los

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íEü.3i;egáEBo'!,-r.
vadas que canalizan, organizan e imponen sus normas para la dis- mecanismos de donación de los diferentes títulos de la PL-480.'

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tribución de alimentos. En el caso de la ayuda procedente del Esta modalidad de entrega de alimentos ha cobrado fuerza en los

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PMA es la Oficina Nacional de Asistencia Alimentaria (OFfNAAL) últimos años,» al mismo tiempo que se han ido suprimiendo los pro-
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la que actúa como contraparte administrativa de la ayuda que gramas materno-infantiles,» y responde a una nueva estrategia de
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i;
luego se canaliza a través de las federaciones de clubes de donación que pretende implicar activamente a los receptores en la

3a
madres, mientras que en el caso de la Comunidad Europea, OFI- consecución de los alimentos, estimulando la acción comunitaria al

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NAAL actúa como contraparte total. mismo tiempo que se ponen en marcha obras que contribuyan al
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desarrollo de la infraestructura local. Sin embargo, este programa,

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4. Prudencio relata cómo los alimentos sobrantes del ejército norteamericano en la Guerra que es realizado en un 95 % por mujeres, muchas de ellas emba-

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ió: q B
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del Golfo fueron distribuidos en La Paz y Potosí. Eran productos deshidratados y totalmen-

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poñ €:
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te desconocidos para la población boliviana. Véase Prudencio (1993). 6. Generación de ingresos rurales y urbanos, programas materno-infantiles, programas de
5. Según la Nota Informativa de Bolivia (1991), redactada por la Oficina Técnica de asistencia humanitaria, emergencias. etc.

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7. Este programa se empezó a ejecutar en 1986. Los requisitos que se establecieron fue-

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Cooperación en Bolivia de la Agencia Española de Cooperación Internacional, España do-

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na anualmente 4.000 Tm. de trigo a Bolivia, cuya venta produce un Fondo de Contravalor ron trabajar veintidós días al mes, ocho haras diarias para tener derecha a recibir cuarenta

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que gestiona conjuntamente un Comité Ad-Hoc integrado por la Embajada de España, la 225

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224
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kilos.de alimentos al mes, que equivaldría al salario mensual minimo de sesenta bolivianas.

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Oficina Técnica de la Cooperación Española, el Ministerio de Planeamiento y Coordinación

9
Véase Arellano (1989).

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y el Ministerio de Industria y Comercio de Bolivia. El Fondo de Contravalor de la Ayuda 8. En 1983 los programas APT distribuían el 20,5 % del volumen total de las donaciones

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Alimentaria en 1990 generó una suma de 534.282 dólares americanos, que se utilizaron afectando al 17,6 %de los beneficiarios; en 1993 estos programas distribuyeron el 68,4

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en la financiación de los siguientes proyectos: electrificación rural de comunidades rurales
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del área de Copacabana; construcción de silos en Uyuni; apoyo al proyecto de educación a 9. Desde diversas instancias yen el contexto de la política de seguridad alimentaria, se re-
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distancia; remodelación del teatro Gran Mariscal (Sucre); remodelación de la fachada del conoce que, si bien la donación alimentaria no es un buen instrumento para generar el ac-

i;
Instituto Boliviano de Cultura; apoyo a las actividades de la Comisión Boliviana de ceso de los alimentos a los hogares, se debe seguir implementando en casos de grupos en
Conmemoración del Ouinto Centenario.
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extrema necesidad.
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razadas o teniendo que llevar a sus hijos con ellas, es uno de los

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conjunción de todas estas circunstancias determina la formación,

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que más críticas ha levantado por la dureza del trabajo (trabajos en

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más o menos espontánea, de agrupaciones de mujeres que bus-

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la vía pública, empedrado y limpieza de calles) y por las condicio-

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can mejorar su posición y/o sus condiciones de vida y las de sus

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nes que se les imponen a sus participantes.10 familias, y que establecen formas específicas de lucha según el

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Desde el primer momento la donación alimentaria se convierte tipo de organización que conforman y los objetivos concretos que

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en una estrategia de supervivencia de •un amplio sector de la

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En el caso de Bolivia es posible identificar, en el momento

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alimentarias

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ra vertical y jerárquica donde los actores sociales de base tienen

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actual, una gran variedad de organizaciones de mujeres que con-
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poca intervención en la toma de decisiones. En la cúpula de esta

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tinúan una tradición de lucha que se inicia con las figuras de

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estructura se encuentran las agencias donantes que, tanto en los

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Bartolina Sisa y Gregoria Apaza12 y continúa, en este siglo, con las

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programas de asistencia como en los programas de actividades


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Barzolas13 y con la creación de un movimiento sindical femenino

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generadoras de ingresos, son quienes definen las reglas del juego

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en el que destacan los «Comités de Amas de Casa Mineras»'" y la
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que las mujeres han de aceptar para no correr el riesgo de quedar
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Confederación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia

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excluidas del reparto de alimentos. La base de esta estructura Bartolina Sisa (CNMCB-BS).15 Dado que el objetivo de este tra-
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está compuesta por asociaciones femeninas, entre las cuales la

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bajo no es realizar una tipología del Movimiento de Mujeres en

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parte mayoritaria son los denominados «clubes de madres», en los

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Bolivia no es posible hacer referencia a otras organizaciones que
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cuales las mujeres han de integrarse para acceder a las ayudas."

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han jugado y juegan un papel destacado en la lucha política y sin-

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En estos momentos existe una extensa red de organizaciones de

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A;

mujeres, agrupadas para desarrollar estrategias de supervivencia

ó
contenido reivindicativo étnico específico, entre las que se
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económica, social y cultural frente a la crisis. Sus motivos inmedia-

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encuentra OMAK (Organización de Mujeres Aymaras de
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tos son la satisfacción de las necesidades vitales de sus familias. Kollasuyo), que también plantea demandas de género «no sola-
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Como es bien sabido, el Movimiento de Mujeres ha jugado un


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mente, frente al conjunto social, sino en el interior de la propia cul-


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papel fundamental en el seno de los movimientos sociales que se ó
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tura» (Flores, 1987, pág. 9). A pesar de que existen organizaciones
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han desarrollado en América Latina durante la última década.
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cuyas reivindicaciones étnicas se destacan y se expresan de


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Una de sus características es su gran heterogeneidad en función forma directa, el componente étnico, en el caso de Bolivia, y más
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de su contexto cultural, económico, histórico y geográfico. La


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concretamente en la zona del altiplano boliviano, está presente en


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10. Las mujeres receptoras implicadas plantean diversas reivindicaciones al gobierno, a los

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de 1781,

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12. Esposa y hermana, respectivamente, del caudillo de las rebeliones indígenas

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ayuntamientos y a las agencias donantes: una equiparación de los alimentos recibidos con
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Tupac Katari. Desempeñaron un papel relevante en dichos levantamientos contra la colo-

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una justa retribución salarial por el trabajo realizado, una mayor participación en las estrate- nia española.
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226

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gias de los programas de distribución, un aumento de la producción local en alimentos na-

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13. Así se autodenominaban las componentes del comando femenino del MNR, en honor

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cionales con un alto grado de nutrición (quinua, tarwi), entre otras. Véase Terpstra (1994b). a María Barzola, asesinada en 1942 por el ejercito oligárquico en Catavi. Su figura fue re-

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11. Según Prudencio, en el año 1991 existían aproximadamente unas 3.550 organizaciones

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cuperada como símbolo por el MNR en los años posteriores a le Revolución de 1952.

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femeninas receptoras de alimentos, con un promedio de unos cincuenta miembros. Esto su-

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14. Uno de sus miembros fue Domitila Barrios de Chungara, representante del iiComité

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pondría un total de 177.500 receptores directos y más de 1.250.000 receptores indirectos Mujer, orga-

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Amas de Casa Mineras de Siglo xx", en la Tribuna del Año Internacional de la

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(teniendo en cuenta el promedio de miembros de la unidad familiar), lo que representada el

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nizado en México, por Naciones Unidas en 1975.

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20% de la población boliviana. Datos posteriores estiman unos 740.286 beneficiarios direc-

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15. Constituida el 15 de diciembre de 1990, en el IV Congreso Nacional de Mujeres

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tos que, sumados a los indirectos, supondrían un 25% del total de la población boliviana

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Campesinas .Bartolina Sisa. y continuadora de la Federación Nacional de Mujeres

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(Prudencio, 1993).

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Campesinas de Bolivia Bartolina Sisa, creada el 10 de enero de 1980.
organizaciones que

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los años sesenta16 y, a diferencia de otras

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la mayoría de las ocasiones dado que gran parte de las integran-

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conforman el Movimiento de Mujeres, su nacimiento no es

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tes de estas organizaciones se identifica como de origen aymara

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espontáneo sino que son instituciones gubernamentales y no

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gubernamentales como la división de nutrición del Ministerio de
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El otro gran grupo al que es necesario referirse son las aso-

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Previsión Social, el Catholic Relief Service, Caritas Boliviana, etc.,

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ciaciones de subsistencia que se caracterizan por desarrollar

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quienes impulsan la creación de los primeros clubes de madres

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estrategias para superar la marginación económica, social y cultu-

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como medio para poner en marcha diversos programas de asis-

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ral que sufren estas mujeres y sus familias, y cuyo punto de unión
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tencia materno-infantil. Desde el primer momento fueron organi-

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es la pobreza y el deseo de integrarse en la sociedad urbana.

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zaciones frágiles, en el sentido de que su existencia se basaba

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Con esta orientación y dentro del ámbito de la ciudad de El

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en la posibilidad que ofrecían a sus socias de tomar parte en el
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Alto, Sandoval y Sostres (1989, pág. 116) identifican cuatro
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reparto de alimentos donados. Fue esta fragilidad, junto con la

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tipos de asociaciones: las mujeres receptoras de alimentos, las

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agrupaciones de mujeres en actividades educativas, las mujeres


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creación de las federaciones departamentales de clubes de

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en actividades de servicios y las mujeres en actividades de pro-

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madres, que luego se agruparían en la Confederación Nacional

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ducción, vinculadas en casi todos los casos a Organizaciones

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de Clubes de Madres de Bolivia con funciones institucionales y

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los casos, desarrollan políticas asistenciales a través de diferen-


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reconocimiento de la personería jurídica de la Federación

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tes programas que potencian los roles tradicionales femeninos

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Departamental de Clubes de Madres de La Paz tuvo lugar el 24

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basados en el binomio madre-niño. Sólo en el caso de ONGs

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de junio de 1976 y, en el documento que así lo acredita, consta

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críticas se observa una denuncia de estas políticas asistenciales


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como uno de los derechos de sus socias: «Gozarán de

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y clientelísticas que refuerzan sus tareas de género que son, a
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ficios de los programas que tramite la Federación, ayuda alimen-

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su vez, la base de sus reivindicaciones iniciales: alimentación,

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taria, donaciones de alimentos, ayuda técnica en el buen

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salud, educaciôn, vivienda y empleo. Estas reivindicaciones se

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aprovechamiento de la tierra, materias primas y uso

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caracterizan por ser, en muchos casos, coyunturales y por rela-


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rias en general»."
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cionarse con el ámbito de lo privado y, por tanto, carecen del
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Como ejemplo de la política seguida por los organismos inter-
prestigio social de las actividades que se desarrollan en el ámbi-

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nacionales donantes, en relación a los clubes de madres, pode-

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to público. Como consecuencia, en primer lugar, estos movi-
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mos citar el proyecto desarrollado por el Programa Mundial de

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mientos corren el peligro de desaparecer en el momento en que

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sus necesidades inmediatas son satisfechas y, en segundo

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FAO, denominado Proyecto PMA/BOL/2313: «Desarrollo integral

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lugar, al estar relacionadas sus demandas con su papel repro-


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ductivo se las tiende a considerar despojadas de contenido poli- 229
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228 época, en la historia de Bolivia, viene marcada por el golpe


16.La coyuntura política de esa

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de Estado que lleva al poder al general Rene Banlentos en el año 1954, poniendo
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tico cuando, en realidad, introducen a las mujeres en conflictos

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de 1952.
una sucesión de gobiernos democráticos instaurados a partir de la Revolución
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por el
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directos con el poder. En los años de su gobierno (1964-1969) tiene lugar el Pacto Militar-Campesino,
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cual el sector más imperialista era apoyado por el sector menos politizado y más conserva-

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Los clubes de madres han formado parte de estas asociacio- 0d
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dor del país, aislando así al movimiento obrero. Véase Zavaleta (1977L
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Departarnerital de Clubes de Madres de La


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nes de subsistencia, desarrollando un papel clave en el proceso 17. Estatutos legales que rigen la Federación
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de la donación alimentaria que recibe Bolivia. Surgen a finales de
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los programas de ayuda, y no hacia las instituciones que de hecho

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de clubes de madres» en el período 1976-1986. En este tiempo

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el PMA trabajó con clubes de madres de Bolivia afiliados a la

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controlan las donaciones.

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Confederación Nacional de Clubes de Madres de Bolivia y a las Son, por tanto, estas agencias las que se encuentran en la cúpu-
federaciones de clubes de madres de La Paz, Cochabamba y la de esta estructura vertical y jerárquica que constituye la donación

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Santa Cruz. Su objetivo era lograr la autosuficiencia de los grupos alimentaria, y las que imponen las normas que las mujeres han de

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organizados de mujeres de áreas urbano-marginales y rurales, G6nero observar si desean seguir integradas en los programas de ayuda. De

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las donaciones

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mediante la ejecución de proyectos productivos, basándose en la esta manera se impone una lógica desmovilizadora que las aleja de

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alimentadas

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consideración de que la política hacia la mujer, en Bolivia, pasaba otros movimientos organizados de lucha

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necesariamente por la donación de alimentos. Durante este tiem- Así pues, la consecuencia inmediata de la llegada de alimen-

+ tE EÉ$i§É +a á i i*á aÉf aa 5


po el PMA donó alimentos por valor de 14.000.000 de dólares tos donados fue la formación de numerosas asociaciones de

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americanos que eran comprados por las socias al 50 % de su mujeres de carácter pragmático y utilitario en las que asumían un
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*+i.i[¡:
valor en el mercado. El 75 % del producto de la venta servía de papel de sujetos pasivos, aceptando las normas que les eran

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impuestas como estrategia de supervivencia frente a la pobreza y

5E§+$§r
capital inicial a los grupos de base para montar pequeñas empre-
[

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sas productivas autogestionarias, el 23 % se destinó a fortalecer la crisis. Por otro lado, la orientación ideológica de las agencias, en

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s

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la estructura organizativa de las federaciones de La Paz, consonancia con el concepto de desarrollo imperante, ha servido

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Cochabamba y Santa Cruz y el 2 % restante fue a parar a la
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Confederación (Programa Mundial de Alimentos, 1988, pág. 9). patriarcales, basados en su-función reproductora.

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='- 9 E ; +: a á -o ? I o 5
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Este programa, iniciado por sugerencia de UNICEF, fue conside- En relación a esta última afirmación es necesario hacer una

3 lroáárs
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f,
rado un fracaso por un representante del PMA en Bolivia debido
f breve reflexión sobre el contexto cultural en el cual se está desa-

_rodi-o*3.B e;ó ó,4934

+p-t*;t.i++:[árqH.;
i$33 3 3: i¡ H f i= ñ'q.,R

rrollando todo este proceso. Si nos atenemos a ciertos autores

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a la baja cobertura que había alcanzado y a que, al actuar bajo la

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}+;+;;=!;

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premisa de favorecer a las familias en las que hubiera niños (Montes, Michaux), la unidad familiar en el modelo andino se basa

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i;
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en una dualidad de opuestos complementarios, en la que existe

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menores, había hecho aumentar considerablemente el número de

i;

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embarazos como mecanismo utilizado por las mujeres para poder una distribución de tareas y responsabilidades según el sexo, esta-
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bleciéndose entre ambos miembros de la pareja una relación de
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seguir integradas en el programa de asistencia.18 Además, este


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proyecto puso en evidencia la existencia de numerosos problemas reciprocidad que evita el antagonismo y la asimetría. Este modelo
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internos en el seno de las federaciones, ya que el control de los ideal y teórico se vería profundamente modificado en su traslado al

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alimentos supone una fuente de poder, y este control se encuen- medio urbano, que provocaría relaciones de género cada vez más

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tra en manos de las agencias donantes y de las «dirigentas» de las desiguales, en las que las mujeres ocupan un lugar de subordina-
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ción con respecto al hombre. En esta distribución de tareas, el rol
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federaciones, quienes concentran poder frente a sus bases. De


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esta manera las luchas reivindicativas son dirigidas hacia las pre- de la mujer vendría determinado, fundamentalmente, por la mater-
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sidentas de los clubes y federaciones, copartícipes como ellas de nidad que le asigna el papel de reproductora de la vida, biológica y
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materialmente, lo que supondría que su rol de madre incluiría, no


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18. El director del PMA en Bolivia afirmó que éste «ya dejó de ser asistencialista o paternalista
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en su función de facilitar alimentos a los sectores humildes, pero no por eso deja de prestar su
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nales, sino ser también la encargada de proporcionar los alimentos
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ayuda, sólo que en "una tónica distinta", que está referida a capacitar y lograr proyectos de desa-
6'd,t

a
q
q
E
rrollo económico sustentable pata el campesínou (Presencia, La Paz, 30 de julio de1995). para el sustento familiar (Sostres, 1991, pág. 181).
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donación pasó a ocupar un lugar central, lo que se tradujo en un

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Nos encontramos, por tanto, ante un caso en el que las pautas

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refuerzo de las políticas asistenciales y de los mecanismos clien-

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culturales son utilizadas de acuerdo con la orientación de los pro-

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telísticos de numerosas instituciones políticas y religiosas. Esto

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gramas de donación alimentaria, dentro de las políticas de desa-

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iq;a'á=rA'qñ*0Dateoc

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supuso para las mujeres tener que aceptar las normas y regla-

?1ág[[r;

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rrollo que se vienen aplicando. En un medio en que cualquier

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ó A ili Ee n€ $E E:"§ [= áqqE § [+qqE ]+;
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mentos que impusieron las agencias donantes: acudir obligatoria-

H-Aá=
actividad que genere un producto de consumo inmediato es con-

qsE-s'ü i I rE o ñ E E a *E

=e=_epó;6-i,
.of +^éÍE=81"
= "ilE:ü;qiá*yoqqS

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mente a reuniones semanales, realizar trabajos que refuerzan el

q
6 á= g ñ sP
siderada como actividad femenina, y por tanto desprovista de Gmety

irí

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Lapoliticade

a'

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rol doméstico pero sin proporcionarles capacitación técnica, tener

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prestigio social, y que considera que el aporte del sustento diario almentarias e5

óo-f ; H a.

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que pagar por el envase y por el transporte de los alimentos sin

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á § ; $ ¿ r =t fl
forma parte de las tareas de género encomendadas a las mujeres,

aaEee93iHq.*3;ge;d3;FiEql*
rrqoeedáq€Blq=pgqa=0

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tener seguridad de cuándo van a recibirlos, o tener que realzar_

á
es evidente que la donación de alimentos aparece como un meca-
a==9f

I -'ita€ 3*E 1:* + B=í ¿a;6 á+=ñ


duros trabajos en condiciones de explotación, como en el caso de

=qE

>e
nismo directo para conseguir este aporte y, por tanto, se les ha

389ÉÉE

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g * H $ á 1F q á ; ¡ 3 i * : 9, 8 FE : q
2 E
q
adjudicado el papel de receptoras de alimentos. A esto se suma el Îós prógramas de RAhmentos por.Trabajo».

;l:gHtíA=

ÉE
=üe iñ á.: # B
qE.ee
refuerzo de las agencias intermediarias que las consideran como

2-

E ¡ q ?¿:; eAa ¿ ñ +3 E 3+ñ $c :


A9 :3 r
Existían clubes de madres hasta esa oportunidad pero no con la

í
s Í 4E € i E ? =;
el grupo ideal susceptible de recibir esta asistencia, sin cuestionar,
$á=E

g E B á q Éegí R3;
qi§ á6'gS ñ -_ ei

;oo :EstEE;1i§+:ñ-3+;
H i-;,1
fuerza con que se impusieron luego, no; en base a estos comités de

g€=ü3üSiqqÉgñe€gÉI,¿nf
en ningún momento, las relaciones de género desiguales que se
;

E o:6-p sr-B =.H -.= = ;+,;5

;.0-s
abastecimiento se trataba de conseguir alimentos de todo lado y

áe:
ó 1 ifr
producen en el interior de la unidad familiar, ni reconocer su

32

2:inadlsEíH[
E ¿ § [ h + H ; á x i; : iE-&
repartirlos en forma controlada, así; ver que lleguen alimentos a la
q3
auténtico papel de agentes económicos activos, y en muchos

::qI:ia3i4++€IÉ¿e
Rrñ:i33eFB3'E*:Éf

?Ta aEFsés:'s§í;A::-Xal
a d 3 b ¡ ü H 839
mayoría de la población y, entonces, la misma necesidad hace que a

;t +;
casos su papel como jefas de hogares.

§ a::;:á:il4il=3=lááBd;:+

gsF
H
9
raíz de esto se formen o nazcan nuevos grupos de clubes de madres

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il fi üñ

Este fenómeno asociativo específico en torno a la recepción ali-


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Slrg

3:
G:i=;it+d1=

s
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para que las agencias que estaban supuestamente ayudando a
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mentaria, que en la ciudad de El Alto incluye, en el momento actual,

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d d: l;
i&o?3ryil.q?

Ia;*EdO3.e.p-=13E
[]:
o:ciD==ñc$

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9Eg*p33+€
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Bolivia con alimentos que les sobraban; entonces se organizan estos
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al 90 % de las mujeres,19 se caracteriza por la fuerte dependencia

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:e -6 óo-oF §o+1=-ioó

=
§ il ñ ti l= i.E s BE

B E B:o e = d,-r e :
grupos y se crea un nuevo tipo de vida, no, se impone además; hay

I
3

l?,g s-5;
f$fio h-4il€

sgá*i
que crea, ya que las mujeres están sujetas a los diferentes progra-

á Id p
reglamentos de las agencias donantes, de las que supervisan. Tienen

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ü+s q: r +a= =:o
q-E

+o

t+a;
mas impuestos por las agencias que organizan una auténtica
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3 = =I É *:*-E!¿

reglamentos internos, ustedes tienen que hacer esto, no pueden


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É,

estructura de sumisión, impidiendo su participación en otras instan-

1e
q
hacer esto y además para recoger estos alimentos condicionan a las

E,3B ;
E
3 *s eE l§ eü

cias organizativas, políticas, sociales o sindicales. Esta estructura


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r
mujeres. En ese momento nos dicen, ustedes tiene que trabajar, por
o-o

H rr^-oqó i +áT
i:ñ:' E= pt; [-iL á,.-o

está presente incluso en el interior de las propias organizaciones de


=g3
teÉi:

1:
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ejemplo, vamos a hacer los famosos CEF que existían de OFASA, que

1il;
Bú66-oae3

i
base, cuya presidenta ha de contar con el visto bueno de la agen-

o:^oñ.

'o -" -: o : á sá
;$ =f i'v,")?a.ráis

.i
son los centros de educación femenina, dicen, bueno, a ustedes les
+
y

i Ú; d g q

cia donante, bajo la amenaza de no recibir los alimentos.


qil:-l3Eá1fi

i3
3tr:q:6ie
van a entregar tantos trabajos, inclusive en un momento llegó en que

:
ni *¿d

§)dó€hl
3

La crisis económica y social que se produce en la década de


áüo
i!

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;;:
todo el grupo, ellos pedían que todas entregáramos una chompa' y de
4 ,o9q&

H
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*

los ochenta actuó como un elemento desencadenante que acele-


L¿

3s*af
X

o,
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q
É;
Eñ3
q'H

tal color. Hasta en eso, no, una chompa y tal color.


eáE

ró el nacimiento de numerosos clubes de madres que percibieron 232 233


!l

+q€
r

p ax.3
iEd qg
Entonces, muchas personas no podían pero, dentro de lo que no

claramente en la donación alimentaria un complemento para la

dr
J

:q3ó
IB *'-

podían tenían que poder a la vez, no, porque, si no, perdían su ración ali-

&,
=

iE
;
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economía familiar. En los momentos más agudos de la crisis, la


ó<r-f=fCUaO(D
i o

;óJ:aro -- mentaria y, entonces, bueno, nos vamos dando cuenta de que, analizan-
=E

.ioEoY

-orpop!
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19. Entrevista de la autora con Ximena Machicao (directora de organización y coordina-
a.
#
i

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ción de CIDEM). ' Jersey, suéter (N , del comp.).


"EFfiSFE! §:3ggu
T? : IB_8,
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o.

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de ver algo a nosotros, le estábamos engrandeciendo a las institu-

§3Ei++
i;$aflB3
E$ftdÉ5$
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se.
do así, charlando, de que eso no está bien porque era una manera de

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sp se e e, rtqq g$ [ EH- ., o o..o r o


ciones donantes, porque dando aporte, rindiendo cuenta y los ali-

+é3ea*
i.á r3É : 3ñ_ 3-e [s=a tsraaef
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i¿.

[ü,u'i39:s .3 i:ooo^1
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s,E gqE IH &§: B-&á 1E sss-i.áS ts B á ;
coartar la libertad del ser humano, no, porque, entre otras cosas, en sus

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mentos comprando y aparte de esto lo que nosotras trabajamos, lo

iiiliqI
condicionamientos que no tenemos que ser ni dirigentes sindicales 20
que estamos sentadas en la reunión no nos consiguen ningún

aEóEXí-ilil*1+
igig+qIii$

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$:eñs¿[:-6."&tEq3;*q3;;3=ñiÚt
I
**liI+Ér$§+;iÉiIg3gi[Égu;*
"
beneficio, ojalá, por lo menos a través de esa donación, que la
¿Cuál ha sido la reacción de estas mujeres ante esta situa-

)í o f
updmcade organización que está reunida nos concientizara, nos apoyara con
ción? En estas circunstancias es fácil comprender que sólo muy ednero
3&&=EEd--,ü53H=:

SeÉi=HIisgE3;oñq=s.=3BlI
Ll=i1-o=b'88¿ñ-de
ts donaeranes

39;qi7'+

E
,mentares algún técnico de artesanía, digamos de producción...2 '
recientemente se hayan levantado voces críticas por parte de

ftqe:[§ii
óo !u'dí,Eilq"ÉS=*r!ilii;qSt3g*qi

g9&Ie-3=s

g3@=q'Rse

=AiÉtÉ=E
€=ÉE:'338,€
gg

y 6 e -o+=r5oB.e::dBñlH,:EEq-{*É$fi§'
diversas asociaciones e instituciones contra políticas.. de_desarro-

r{gl+;}[
í er tEs.e§+lEsii6ÉiEiltá+E+1i*f

ü; j

[g€.E;=güHi,:= o o N ó o * E=e; rgd'+ É + á §:;


En este proceso fueron apoyadas, desde el primer momento, por
llo que han reforzado los roles femeninos tradicionales, basándo-

i=ÍBs,=ra3; ;+q;5;:'efi
;H4l¡;o-o+a:
CIDEM (Centro de Información y Desarrollo de la Mujer), que en

dÉ.igI?,f
iE i

i& ñBf 3qf E3s íaná f*áE-q--BYf


se en análisis androcéntricos y etnocéntricos de la realidad.

\.
1984 comenzó un trabajo de reflexión con cuatro organizaciones de

áB=taü:E

lq-uoá.i
En este proceso, el papel de algunas ONGs ha sido funda-

ó.jñrrooY
base sobre la realidad de la donación alimentaria. Este trabajo
mental como alentador de posturas críticas y de toma de con-

-
desembocó en la creación del Comité AD-HOC de Mujeres
ciencia del papel pasivo al que las mujeres habían sido relegadas,
r:3r$3*

.- o_ d
Receptoras de Alimentos de El Alto, el 8 de marzo de 1986. Desde

ñ;;q'ii
ignorando así la auténtica importancia de su participación en el
ese momento se realizaron varios encuentros formándose, en 1988,

; ñH ó»
quehacer social, si bien también hay que hacer mención del papel
i*+f

el Comité Coordinador de Mujeres Receptoras de Alimentos.22


de muchas de estas instituciones como auténticos mecanismos

-. !a e

ÉEe*ÉigÉi[ i€ ü +ñ
Sus objetivos eran:
de control de grandes sectores de la población, impidiendo la arti-

[+{
[á tE¡3
culación de organizaciones de base reivindicativas.

;l*'u¡Tá
ilq3rgE,i
j üsE:E:30
jÉ3á
=:3i
l:s-=
a) Agrupar a mujeres de centros, clubes de madres y otras
f

Todas estas condiciones provocaron que, en un momento


i;sá rE ÉqEr+É-dEss

=; ¡Eg:
óó-óó.eqa
3;Hóilt

* lqSri:''l
g=ñ*
li.;rtt
organizadas en torno a la recepción alimentaria, para defender
Éa É3ɧ,$

e= E'*Bl+.üeá;os:
f

dado, las mismas mujeres empezaran a realizar una lectura crítica


q) ;

sus derechos y luchar por sus reivindicaciones.

FE+i3séBL: iá ssQ=qf
¡iudEqi5áli; ?p q+;á;t
de la situación que se vieron obligadas a aceptar por su nivel de

E;ll;¡g
E*siqEsiEf

b) Fortalecer la organización de las mujeres en busca de su


pobreza, lo que tuvo como consecuencia la formación de un movi-
H'd'
ñ qr -
-r Yl BgBe;,1:ó-o

autodeterminación e independencia.

ar
i+o

miento de lucha a lo largo de esta última década. 'qeE+Ei

*{
á-:

=Ér
c) Favorecer un espacio de intercambio a los problemas que
Para poder llegar a efectuar este planteamiento, las mujeres

g;
=R

gist+*
enfrentan las mujeres receptoras de alimentos en busca de
siguieron un camino plagado de múltiples dificultades, que reper-
*

i::3Éi;

,_+5¡;ó_.3
soluciones conjuntas.

üY'ñHi"*{i
cutieron, a nivel individual, en la vida de sus «dirigentas», las cua-
ó*,:;-&f

[*:á.§5;',e$'ql
^=. 6 .-,^
&3

:r o-Q -:

;*iBtetEls c
les se vieron apartadas y marginadas por las agencias en los

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;itgEHSt'jr'r

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o :+ü op;E?:

g+.d=áiI*;§ [
8ñóoo6-6-i-o-;-R

;
programas de reparto de alimentos. Sus denuncias y reivindica- 21. Entrevista de la autora con miembros del Comité de Receptoras de Alimentos de El
1: *of

sñilHld3áá*
Alto (1991).

Hrgl=sá;d

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3€qüEái*Éi

*E#€=€*+Ég
T§f;?qigEgÉ

§qei:in4"
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+i:anafiFáq
I+

ciones se iniciaron por el trato que recibían de éstas y por la per-


ó'-o
a

Ie¿üE ilgf
22. En los años 1987, 1988 y 1989 se realizaron respectivamente el I, II y Ill Encuentro de

^u-:
J^.

@

o H p

. 235 Mujeres Receptoras de Alimentos Donados en la ciudad de El Alto, Posteriormente, y tam-


s'19'5,DoD(ooi1

cepción del auténtico papel que estaban desempeñando:


(¡)
N]

234
-
r

bién bajo el auspicio de CIDEM y con la colaboración de otras instituciones se han celebrado

o o ñó-ó
otros encuentros tanto con las receptoras como con los organismos donantes. Destacan el I
I ;6

e;
o r3

¿i o Á-

Taller Nacional sobre Donaciones Alimentarias y Seguridad Alimentaria organizado por la


3;
o:
je oñ

Nosotras hemos puesto por qué es donación... en ello nos


o
7

6 3 i

PH^AJ

CSUTCB y CIDEM (noviembre de 1993) y el I Seminario Donaciones e Importaciones de


;;

E dó
H_oCU

hemos dado cuenta de que nosotros estábamos más bien en vez Trigo y Seguridad Alimentaria (agosto de 1994) con representantes de diversas instituciones
P-=CD-
ü
I

+c)l-N
o!'-=1

entre los que se encontraban representantes del PMA, la PL-480 y CONALSA (Consejo
--oad
T


é

g
d
ocñ-l

9<
E
Nacional de Seguridad Alimentaria) por la evidente dicotomía que se aprecia en la percepción
+

20. Entrevista de la autora con miembros del Comité de Receptoras de Alimentos de El


por parte de los receptores y de las instituciones donantes.
Js

Alto (1991)
A
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ái;ls:Hi;[ÉE Il;ÉasÉl[il[; i
entonces ahora no contamos económicamente para movilizarnos toda

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iier $- ;Ei3*q;=,-a+g Ii+:lEieié.e; Ei

o
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;[ r 5§ +]r33ñrl$Et¡ [üq,Eáq:31rHI t3
d) Exigir a las agencias donantes mejores condiciones de

*T3dEü+13
Éi+[§8.i3É

.,
_f183Étb;i
3[3-

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=E{q;:=í_e
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=+ Si4TlnH ro-ó,3=r1=E
a'á E{ sá=E ;á"E€Es

-o
la gente."

Éiir+HB+**És
;qi;:q*;iE;SÉ

iÉÉ
rEqtár:rE
reparto y entrega de los alimentos. La democratización con los

8E-=e.á-q-d$+ e#É 3 + -E*;?3';3rlr


9: *r3g'

g.-Eq.-8fr.róp= sÉ¡i p6. :I a:,6EgEqig


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Dl3=t3tHa

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*[+[E3éqil¡[
grupos de base, así como un trato digno a las mujeres. Que las

-á<i,o&.f;Egi=8&
= iqis_Ei;-u[
a'] {,3FA3ql3:H,;E
ó H. a ¿¡ I + i q 9'€ +
En este sentido, y en respuesta a las demandas de las mujeres

á q ÉiE6-o3é:

a o<'<
agencias hagan conocer a las mujeres el destino de los apor-

üS.ágqE&3i*s
i .'o,§EEB'3i:g=€aHi.-

?;;3';uE+:;3"9
de integrarse en proyectos de generación de ingresos, y a partir de

o-
9.
tes que ellas entregan, participación de las receptoras en la

1:gif,Hij[#iílñEg=

)=ño--o
los múltiples análisis críticos que de la «donación alimentaria» sur-

q E'úñ-
p 9-==E
La política de

+FI
d3€
elaboración de los programas de capacitación y promoción.

p.=.q.ó'Í3:X<
:*;lfi'

óo
Género tasdonaciones
gían desde diferentes sectores, se reforzó un camino ya iniciado

(O

ɧH*§:rflñi rIBii§ai,
+;d3E»_I+;:9[
iE=g;=i;áá§.L
alimentanas
Así también exigir el respeto que tienen las mujeres a organi-

éi;
por algunas instituciones que habían puesto o estaban poniendo

a -O

BB-&áa:5+;B
i
zarse de manera independiente y a participar en todo tipo de

E f,¿' f2 (D
en marcha proyectos productivos con enfoque de género que per-
actividades sociales, culturales, políticas, deportivas, sindicales,

3-..!
mitieran reconocer el papel de las mujeres como agentes econó-
en forma voluntaria.
dEúiioisS=9,

Stq-qX3=
+É"É3rlñ

n-¡
Qn,sn+ IF==3+ÉüBi iq$:áañ
micos activos, revalorizando su papel en el proceso del desarrollo y

E
üHÉ*rt3
[;
e) Coordinar con organizaciones, instituciones y personas afi-

i.l < -- =o
d
que sirvieran, además, como una reflexión sobre la situación de

E o='c -O
nes para el logro de los objetivos señalados.

,HYEs=

tH'=,
(/)
subordinación que viven, permitiendo una redefinición de las rela-

ü.á
>q>.
f) Generar la reflexión de las mujeres en busca de una toma
p á..H : 6 AñH e. q. r;9';E

$[ [[E
ciones de género, así como de las tareas de género tradicionales

YBfS;
de conciencia sobre la problemática de la mujer boliviana.

b*IE

=
-o=-71
que se dan en el seno de las unidades familiares.24


g) Fomentar y apoyar todas aquellas alternativas que buscan las

i[á3és*.s,€"3'a
== i;is$iigñ'i[+
P;"i1;gletá*Eq
B+Ér*iHiiiÉa
mujeres para el paso de receptoras a productoras (Comité de
r¡ y


6-é'o-6r

q, N o p
Así pues, en este proceso, motivado por la aplicación de una
it

¿*3d,ii
Mujeres Receptoras de Alimentos de El Alto, 1991, págs. 4-5).

=
xÁjc¿á:
modalidad concreta de las políticas de desarrollo, observamos que

q a,

á=+R;eé:€€=
e=s,*€*o
o-oE=od6.=oór
ü i I á,É I >á ='e= o :

=il;É*Hü-:+=
5ürdi+3=q

ao--u€+i'348:
se produjo un cambio cualitativo en la posición que algunas muje-
3xáE
t*
3á 3:q'i ; sü

Ai

. + ñ p - ñ'r
sI*863.BEeB

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ó.o.9do(u +H 1;Fa5i'++g[
3-3i_E_33g3Eá

Podemos observar cómo destacan tres reivindicaciones funda-


¡:

res adoptaban frente a las políticas asistenciales, basadas en el


sj j e o - 3f{tIHEr$p

mentales: en primer lugar, se hace un llamamiento a la solidaridad


=
_o r _o D l0 (D 0- f

;x=qo(ó5;á

o
o-
binomio madre-niño y en el desempeño de roles tradicionales.

gPtáBdRó*X.;6'
[{iIqeür:F
eáñápg6q,

6Z
de las mujeres como elemento de presión para sus peticiones,
n E l;++gÉE;

xí# q€ :'qtr'qil

=
o
-o;

Aunque las organizaciones femeninas más numerosas y de mayor


enmarcadas en las estrategias de supervivencia. En segundo lugar,

=o-,ry
arraigo en Bolivia hayan sido las promovidas por el Estado y por

"rEsó
al93¡Eoa3

o (D o- O O p
:ürHil€i[.-

+3
aparecen demandas específicas de género, si bien es importante
p f p 6 É.^;

-a

o.ó^pó*
organizaciones privadas y hayan estado sujetas a normas estrictas,

-a
advertir que se producen en un contexto cultural específico, en el
s sil,

=
estas mismas condiciones generaron espacios de encuentro,
que es habitual encontrar un rechazo de los planteamientos femi-

e a o-o- ñ.o
donde se compartían sentimientos, se tomaba la palabra y se

ó-"'
nistas occidentales. Por último, se produce un rechazo del papel
empezó a desarrollar una identidad de género, en función de viven-
ÉE

que les ha sido encomendado a las mujeres en los planteamientos


_

cias y problemas comunes.

Étg;
tradicionales de las políticas de desarrollo.
f

e€ i É*
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31 3o
=NñrDoó

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á;
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I 3ó
ü ü 9'§ e +

B 3:
Pero, por otro lado, estamos luchando, como este grupo que ves,
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237

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o)
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Pero en el iii Encuentro se ha manifestado que todas tienen el

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236
§)

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o.r__o^-

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estamos yendo a las organizaciones de base, concienzando de que ya

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n

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=á.,1¿:ouui-coa

objetivo de conseguir pasar de ser receptoras a ser productoras y


ó

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ahora le..pedimus --I ggbierno maquinaria en vez de q-ue nos dé leche,

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23. Entrevista de la autora con miembros del Comité de Receptoras de Alimentos de Alto
@ c o,l

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9
6'o #i:

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o

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y en vez de que nos dé ese apoyo que nos den abonos, que nos den
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¿?0)o-^,

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(1991).

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Ed.
rN-N

§=
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24. En este campo resulta de especial interés el Seminario-Taller de Metodología de


,u

tecnificación, que no queremos esta cosa, queremos otra cosa, que ha


-r o
6 ^
-l*'ó-!


.^o
R:

Trabajo con Mujeres realizado a lo largo de 1994.


B.


E
=

habido mala administración, sólo tenemos apoyo a nivel nacional,


=
-

la
q;,u*¿ 9-6 }E * +:-t 5 + 3+ §e ; Hi H q 4 3'a B 3 + B i
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= á HÉ:* +

1ífa;á?;ggqáuIE's
dad y de eficacia que hagan viable su mantenimiento en el mer-

:iiR??üá' :KreBs=Z
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seÉ A q rÉ i i:Éq i F f á*,$
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se

q B 9E
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podemos cambiar de recepción a producción. Ahora nosotras bien

I rEE+sEFBqi$i*t[6s13§éÉ*=*f; R §fltÉí qirea


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'ñ$ ál E eiid qiiáÉ'*"- :- ; á rs *e B q d -r e ád
ür; É l.
Ei [ ÉPi +I
cado. Esta iniciativa representa también la concreción de las

EE i'rE; EEg =" i HÉ: s q =q=,


EÉÉ
clarito decimos nuestro objetivo, nuestra mente es de que los grupos

--+,8E+s.á.;*qáq[=a1
no desaparezcan así por así, nomás, porque sabemos que las organi- demandas de los colectivos que han estado sometidos a las tradi-

lti

§ttqg*¿.;ilüeÉ
á+i1É'Hsi*r Éásñitsr-É,tsáqfl
zaciones, tanto nos ha costado agrupar a 50 mujeres, a 30 mujeres y cionales políticas del desarrollo, que se caracterizaban por su
Desde la subsecretaría de Asuntos de
perspectiva asistencialista,

á':Ax a€E,u
r
que se desaparezca cuando hay alimentos, no queremos.25

frif€rdq;BHsq+ilrq
Género (hoy, secretaría nacional de Asuntos de Género) se

ü iÉ ; E Agüe=!g*i li:'g r+t¡ $H


GAnerp

E
iE

E ilÉr*3É: iÉü qüiÉ?Tr:;€liliiIi§


La politicade

igiirgá*

gq
óo
entiende que en este camino, considerado como positivo, será

*:
las donaciones

q'r
Sin embargo, la fragilidad que caracterizaba a estas asociacio- alimentarias
FIe
nes receptoras debido a las bases en las que se sustentaban, ha necesario mejorar la productividad y revisar el concepto de aso-
I3

**-g
f

É
ciación para acceder a la formación de consorcios que hagan
q)

acabado por quebrar su estructura hasta el punto de que muchas


il*irse;g[$;;

* r i I '. u- I Ig 3-;:[ eá 3-ri:


g
competitivas a las microempresas; además se contempla el
oo

Cg íi F r E É ü; t-áA ; i 6: E á a I i
o- o- o-

de ellas han desaparecido o al menos se han debilitado, dejando


-

B--=
refuerzo de la autoestima de la productora en el sentido de reco
üoA

de ser el elemento aglutinador que fueron en las décadas pasa-


B

nocer los roles y responsabilidades de hombres y mujeres para

§S3qilIa
das. También el Comité de Receptoras de Alimentos de El Alto se
-

É
que sean equitativos. De esta manera se concibe la microempre
=*ó

vio afectado y perdió operatividad, mientras que algunas de sus

-q i ? a *E ni 1iq'áE;[*=i
*:
<

*A =I r,=
sa como «un espacio donde la mujer boliviana combina las labo-
ilE

«dirigentas» más destacadas se incorporaron a la acción política o


^

Ég[Ét3
res de madre y compañera con las de trabajadora. No sólo es una
=

I r! s: iisÉE *E*i$EE íÉ
sindical. El cambio de estrategia de las agencias donantes, pro-
a

i{
(La Razón,
A? F*+ég

moviendo los programas de Acción Comunal o Alimentos Por opción de supervivencia, es una conquista de género»
--l f

¡a -szl rEHB'i*iñiá:s +
9€

Trabajo, paralelo a la disminución o desaparición de los programas jueves 29 de junio de1995).

E.siásáalaeqB
[g:'is

€-ÉAst*:E:sqt
Así pues, por un lado, se están elaborando alternativas que

-a I i
materno-infantiles, ha hecho que las mujeres integradas en dos
f

ós*
a2 =jaxo_eff5<=
¿
intentan mejorar no sólo las condiciones de vida de las mujeres sino
*8,áq

clubes de madres no perciban ningún beneficio directo, por lo que


.)

-
su posición social a través de una nueva concepción de las relacio

I :' B r €i+;g
han dejado de acudir. Por otro lado, la alternativa de los proyectos
f-

;.E e-& g B tr +
nes de género y a partir de la visibilidad del impacto diferenciado

e.s ail?3E e *, 'e


i4á a a r: t *.: 3g;!
productivos se desenvuelve en un camino lleno de dificultades
eÉ+[;F$[
o- -o

"i7

1{
<, 8;3.ñB=óó:8ó3
que la crisis y las políticas de ajuste tiene sobre hombres y mujeres.
9+:

donde se están planteando nuevas perspectivas de trabajo, espe-

ill+qf
i¡ Sin embargo, este tipo de políticas de desarrollo tampoco

--:
*A

cialmente desde instituciones que desarrollan su tarea específica-


sñ€ =s =teE3iÉ
.)

+qp *€;
-=
modifican en lo sustancial los criterios tradicionales ya que, aun-

=
mente con mujeres, pero estas experiencias, si bien están siendo
árü

i
f

p
§
que supongan una respuesta parcial a las demandas de proyectos
aB d s í"3 3=.E
á:q

muy enriquecedoras desde distintos puntos de vista, no están fun-


:

.,
productivos de las propias mujeres, siguen sin cuestionar en pro-

F'*:
cionando en el sentido de proporcionar los ingresos que muchas
.)

o
fundidad las relaciones de género ni modificar las tareas adscritas
-Z
o-

de sus participantes necesitan de forma inmediata.


sqBq =

aañ n ¡ ^
rq
a hombres y mujeres, es decir, que son asumibles por las mujeres

'r! B;*q;.s
Las tendencias más recientes apuntan a la creación de micro-

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(1991). arkesanía, utilizando sus tradicionales destrezas femeninas,


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