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Antropología del desarrollo
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Andreu Viola compilador
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La presente recopilación de artículos pretende ofrecer una
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visión global de la aportación de la antropología a la com-
prensión de las implicaciones socioculturales de las políticas
y los proyectos de desarrollo. La antropología del desarrollo
surge como especialidad a partir de los años setenta, en un
contexto caracterizado por la crisis de los planteamientos
desarrollistas y por la creciente evidencia de que la dimensión
cultural del desarrollo es una variable crucial para el éxito de
cualquier proyecto, habiendo sido su olvido o su infravaloración
la causa de innumerables fracasos durante las décadas prece-
dentes. Partiendo de esta constatación, durante los últimos
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veinte años numerosos estudios antropológicos han sido
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Teorías y estu
estudios teóricos sobre el propio concepto de desarrollo y su
articulación con la diversidad cultural, como estudios etno- en América
gráficos sobre distintos países latinoamericanos, centrados
en esferas específicas como la ecología, las relaciones de
género, la salud y el desarrollo rural, a cargo de diferentes
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Antropología del desarrollo
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Teorías y estudios etnográficos
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96. E. Fromm El arte de escuchar Obra póstuma, 4
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97. E. Fromm La patología de la normalidad Obra póstuma, 5
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98. E. Fromm Espíritu y sociedad Obra póstuma, 6 i iE i i iE i iil [E FEEg $ [ n § r § ig $ inE
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99. E. Fromm El humanismo como utopía real Obra póstuma, 7
100. C. Losilla El cine de terror
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101. J. Bassa y R. Freixas El cine de ciencia ficción
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102. J. E. Monterde Veinte años de cine español (1973-1992)
103 C. Geertz Observando el Islam
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104. C. Wissler Los indios de los Estados Unidos de América eBy&
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111. M. Douglas La aceptabilidad del riesgo según las ciencias sociales
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135. A. Kenny La metafísica de la mente
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Barcelona•Buenos Aires•México
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La compilación incorpora los siguientes artículos traducidos
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del inglés por Albert Alvarez:
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"Development", de Gustavo Esteva, en The Development
Dictionary. A Guide to Knowledge as Power, 1992, Londres,
Zed Books, págs. 6-25.
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"Culture and 'Economic Development.'", de Conrad Phillip
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Kottak, en American Anthropological Association from
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American Anthropologist 92: 3, septiembre de 1990. Sólo pa-
ra esta edición.
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Introducción
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Sumario
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Democracy without Numbers", de Nancy Scheper-Hughes,
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en D. I. Kertzer y T. Fricke (comps.), Anthropological
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La crisis del desarrollismo y el surgimiento de la
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Demography. Toward New Synthesis, 1997, Chicago,
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University of Chicago Press, págs 201-222. antropología del desarrolo, Andreu Viola
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"The Place of Nature and Nature of Place: Globalization or
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Primera parte: Cultura y desarrollo:
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el punto de vista de la antropología
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También se reproduce el artículo Sistemas de conocimiento,
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metáfora y campo de interacción: el caso del cultivo de la pata-
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67 1. Desarrollo, Gustavo Esteva
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ta en el altiplano peruano", ya publicado en el número 56 de la
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revista Agricultura y Sociedad (págs. 143-166), publicación 103 2. La cultura y «el desarrollo económico»,
editada por la Secretaría General Técnica del Ministerio de
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Agricultura, Pesca y Alimentación. Conrad Phillip Kottak
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Cubierta de Mario Eskenazi
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Segunda parte: Ecología
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129 3. De la economía política: Balance global del
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ecomarxismo y la crítica al desarrollo,
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Eduardo Bedoya Garland y Soledad Martínez Márquez
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169 4. El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar:
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Tercera parte: Género
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quiler o prestamo público. 219 5. La política de las donaciones alimentarias y la
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Editions Paidós Ibérica, S.A.
Mariano Cubf, 92 08021 Barcelona
Lola González Guardiola
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y Editorial Paidós, SAICF, 247
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Defensa, 599- Buenos Aires
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Cristina Biaggi
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ISBN: 84-493-0810-0
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Depósito legal: B-49.424/1999 Cuarta parte: Salud
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Impreso en Novagràfik
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Nancy Scheper-Hughes
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Quinta parte: Desarrollo rural
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305 8. Reforma agraria, revolución verde y crisis de lá
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sociedad rural en México contemporáneo,
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Victor Bretón Solo de Zaldívar
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361 9. Sistemas de conocimiento, metáfora y campo de
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interacción: el caso del cultivo de la patata en el
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Introduction
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La crisis del desarrollismo y el surgimiento
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altiplano peruano, Jan Douwe van der Ploeg de la antropología del desarrollo
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Andreu Viola Recasens
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Universidad de Barcelona
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Una de las líneas de la investigación en antropología que ha experi-
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mentado un mayor crecimiento desde los años ochenta ha sido el
estudio del discurso, las prácticas y las consecuencias sociales de las
instituciones de desarrollo.' Este crecimiento puede ser explicado
tanto por la propia tendencia hacia una progresiva especialización
interna de la disciplina (evidenciada por la consolidación de campos
temáticos relacionados con el desarrollo, como la ecología política, los
estudios de género y la antropología de la salud), como por la cre-
ciente participación profesional de antropólogos en ONGs e institu-
ciones de desarrollo. Esto no significa que el interés de la
antropología por el conjunto de fenómenos que habitualmente aso-
ciamos con el desarrollo sea una tendencia muy reciente; en realidad,
ha estado interesada desde su origen en procesos de cambio cultu-
ral vinculados al colonialismo, la urbanización, la incorporación de las
sociedades tradicionales a la economía de mercado o la adopción de
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1. Para una revisión globalde los distintos intereses y puntos de vista reflejados en la lite-
ratura reciente, pueden consultarse, entre otros: Autumn (1996); Baré (1997); Bliss
(1988); Cemea (1995); Escobar (1991); Escobar (1997); Gardner & Lewis (1996); Grillo
& Rew (1985); Grillo & Stirrat (1997); Hill (1986); Hobart (1993): Hoben (1982); Horowitz
(1996); Kilani (1994); Little & Painter (1995); Mair (1984), y Olivier de Sardan (1995).
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nuevas tecnologías. Sin embargo, con el proceso de institucionaliza-
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la relación entre ambos fenómenos parece cada vez más insoste-
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ción de esta nueva subespecialidad a partir de los años setenta, ha
nible, puesto que la evidencia histórica y etnográfica demuestra
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aumentado espectacularmente el número de investigaciones sobre
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de forma inapelable que el proceso de modernización aplicado
esta temática específica. La presente obra pretende ofrecer un
durante los últimos cincuenta años en la práctica totalidad del
muestrario de las posibilidades que ofrece actualmente la perspecti-
Tercer Mundo, no solamente no ha conseguido eliminar la pobre-
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va antropológica para el análisis y la comprensión del desarrollo, a
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Antropología
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del desarrollo Introducción za y la marginación social, sino que las ha extendido hasta alcan-
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través de un conjunto de textos teóricos y de estudios de caso etno-
zar una magnitud sin precedentes.
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gráficos sobre diferentes países latinoamericanos, que reflejan la
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Pero si el concepto de desarrollo ha llegado a convertirse en una
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diversidad de paradigmas (desde la economía política al postestruc-
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palabra-fetiche, no es porque describa con precisión una categoría
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turalismo) y de temáticas abordadas durante los últimos años. Para
coherente de fenómenos socialmente relevantes, sino porque, siendo
introducir y contextualizar los trabajos recopilados, se ofrece a conti-
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uno de los conceptos del siglo xx más densamente imbuidos de ide-
nuación una visión panorámica de algunas de las principales líneas
ología y de prejuicios, ha venido actuando como un poderoso filtro
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de investigación (y de discusión) relacionadas con las distintas temá-
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intelectual de nuestra percepción del mundo contemporáneo. Entre
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ticas abordadas en la obra,
los prejuicios que más han contribuido a sesgar nuestra concepción
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1. El concepto de desarrollo
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taría una obviedad referirse a la centralidad que la teoría económica
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con el crecimiento económico (véase Esteva, en este volumen) y con
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tratado de demostrar que su carga semántica, sus prejuicios cul- qBg.i::.9;61e5sf;. la difusión a escala planetaria de la economía de mercado. Ello ha
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ción de género) que queda fuera de la contabilidad? El eurocentrismo,
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En general, las definiciones usuales de desarrollo suelen recoger
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tanto que =termómetros del bienestar material de una sociedad, ha sido señalado por nume-
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rosos analistas (véase un balance de estas críticas en Moran [1996a1): para empezar, gran
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rentes: por una parte, el proceso histórico de transición hacia una parte de la actividad económica productiva en los países del Tercer Mundo tiene lugar fuera
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economía moderna, industrial y capitalista; la otra, en cambio, del mercado (en esferas como el trabajo doméstico, las actividades agrícolas de subsisten-
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identifica el desarrollo con el aumento de la calidad de vida, la do, estos indicadores suelen incluir inversiones estatales en armamento, que en las últimas
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erradicación de la pobreza, y la consecución de mejores indicado- décadas han aumentado espectacularmente en todo el mundo, y no tienen ninguna inci-
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dencia en el bienestar material de la población; por otra parte, el PIB no ofrece ninguna
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res de bienestar material (Ferguson, 1990, pág. 15). Sin embargo, información sobre la distribución del ingreso: las profecías de la trickle-down theory, según
la cual los beneficios del crecimiento económico se harían gradualmente extensivos al con-
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por su parte, es otro rasgo inherente del discurso del desarrollo, que
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parámetro universal para medir el relativo atraso o progreso de los
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expansión colonial europea, la revolución copernicana, los avances
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demás pueblos del planeta (Mehmet, 1995; Rist, 1996).
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técnicos y el nuevo ethos racionalista y secularizado. Todos estos
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Más que limitarse a un repertorio de teorías económicas o de factores contribuirían a ensalzar la capacidad del hombre europeo
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soluciones técnicas, la ideología del desarrollo constituye (y a la
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Introducción para dominar y manipular (mediante la ciencia y la técnica) a su
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Antropología
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vez refleja) toda una visión del mundo, en la medida en que pre- del desarrollo
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antojo la naturaleza: una naturaleza desacralizada y desencantada,
supone una determinada concepción de la historia de la humani-
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despojada de las connotaciones morales que la envolvían hasta ese
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dad y de las relaciones entre el hombre y la naturaleza, y también
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momento, y convertida en mero objeto de experimentación o en
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asume un modelo implícito de sociedad considerado como univer-
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mercancía susceptible de ser tratada según las reglas del cálculo
salmente válido y deseable. Para Norgaard (1994, pág. 7), el económico utilitarista Tampoco era nueva la creencia en un progre-
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desarrollismo sería indisociable de algunos de los principios fun-
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damentales del pensamiento moderno occidental: la fe ilimitada
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cual, los pueblos descubiertos por la expansión colonial encarnarían
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en las inagotables aportaciones de la ciencia (en forma de tecno-
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vestigios vivientes de estadios pretéritos de la historia europea);
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logías y sistemas de organización más eficientes) al progreso de
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aunque esta argumentación alcanzó sus formulaciones más ambi-
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nuestra calidad de vida; la combinación del positivismo (esto es,
r aI ciosas en el contexto del evolucionismo victoriano, ya aparecía cla-
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ramente esbozada en autores de los siglos xvl y xvII, y durante el
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el monismo (la creencia según la cual las distintas ciencias con-
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siglo XVIII llegaría a constituir una de las ideas centrales del pensa-
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expertos y ha privilegiado un enfoque tecnocrático de los proble- de dogmas sobre los cuales se había de construir el discurso del
mas sociales; y por último, la creencia en una inevitable desapari-
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ción de la diversidad cultural, a medida que las distintas
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poblaciones del planeta vayan constatando la mayor efectividad
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de la cultura racionalista occidental.
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Norte y sus antiguas colonias del Sur. Aun sin ser la primera vez
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junto de la población, han resultado ser una variante del mito de la mano
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invisible, como lo
demuestran los ejemplos de Chile o de los paises del Sudeste asiático, en los cuales se han
nómico,3 diversos autores (Escobar, 1995a; Esteva [en este volu-
registrado durante las últimas décadas elevados índices de crecimiento acumulado, acompa- men]; Rist, 1996, entre otros) suelen tomar como acta fundacional
ñados de un aceleramiento de los desequilibrios sociales; y por último, omite cualquier refe-
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del desarrollo el discurso sobre el «estado de la Unión» pronuncia-
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rencia al grado de sostenibilidad ecológica de los patrones de desarrollo adoptados por los
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diferentes países, excluyendo de la contabilidad nacional los costes medioambientales. Las 13 do por el presidente estadounidense Harry Truman el 20 de enero
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criticas al economicismo del PIB han dado lugar al planteamiento de indicadores alternativos,
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como el Indice de Desarrollo Humano elaborado por Naciones Unidas, o el Indice de de 1949, y especialmente su famoso punto cuarto, por considerar
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Bienestar Económico Sostenible propuesto por Herman Daly; pero en última instancia, cual-
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quier intento de establecer unos baremos objetivos que permitan medir el bienestar material 3. Algunos autores consideran que el concepto de •desarrollo económico• ya había sido
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de las diferentes sociedades, deberá enfrentarse inevitablemente con problemas de muy difi- utilizado en Europa desde el siglo xix (Cowen y Shenton, 1995), pero en cualquier caso,
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cil resolución, como por ejemplo, definir unas necesidades básicas de aplicación universal sin el discurso de Truman, edemás de difundir a escala planetaria la retórica desarrollista, pro-
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incurrir en las actitudes etnocéntricas que habitualmente han caracterizado este tipo de com- vocó una explosión sin precedentes de nuevas instituciones, profesiones y disciplinas cuyo
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paraciones (véase una discusión en Doyal & Dough [1994], especialmente el capitulo VIII) objeto y razón de ser era, explícitamente, el Desarrollo (Watts, 1993, pág. 263).
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Por otra parte, el progreso y el atraso no son contemplados como
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que contribuyó decisivamente a universalizar este nuevo lenguaje, a
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el resultado de la desigual correlación de fuerzas en un juego de
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la vez que explicitaba muchos de sus prejuicios y de sus propósitos:
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suma cero, sino como un proceso difusionista que llevará gradual-
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Más de la mitad de la población mundial está viviendo en condi- mente a toda la humanidad a compartir un bienestar material
+ +É á
ciones próximas a la miseria. Su alimentación es inadecuada, son vícti- generalizado. Y por último, podemos percibir con toda nitidez el
mas de la desnutrición. Su vida económica es primitiva y miserable. Su mesianismo etnocéntrico que plantea en términos paternalistas la
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o.
Mtropología
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4>
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pobreza es un hándicap y una amenaza, tanto para ellos como para las
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del desarrollo relación con los países subdesarrollados .5 Este último rasgo apa-
regiones más prósperas. Por primera vez en la historia, la humanidad
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rece todavía más acentuado en el clásico texto de Walt Rostow
i
posee el conocimiento y la técnica para aliviar el sufrimiento de esas
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(1960) Las etapas del crecimiento económico, considerado como
8 - If
poblaciones. Estados Unidos ocupa un lugar preeminente entre las
naciones en cuanto al desarrollo de las técnicas industriales y científi- la obra emblemática de la teoría de la modernización. Según este
cas. Los recursos materiales que podemos permitirnos utilizar para autor, todas las sociedades del planeta estarían situadas en uno
q i* i;
asistir a otros países son limitados. Pero nuestros recursos en conoci- de los cinco estadios de una secuencia evolutiva, iniciada en la
miento técnico —que, físicamente, no pesan nada— no dejan de crecer sociedad «tradicional» (identificada por el autor como un estadio
á
y son inagotables. Yo creo que debemos poner a la disposición de los
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ñ$
natural de subdesarrollo caracterizado por su tecnología primitiva
ígíaBÉÍÉÉ[g1t[§iÉi§iIaiÉiffiEEg § i
pueblos pacíficos° los beneficios de nuestra acumulación de conoci-
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I
y una escasez generalizada)6 y que culminaría en el estadio final
miento técnico con el propósito de ayudarles a satisfacer sus aspira-
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ciones a una vida mejor (...). Lo que estoy contemplando es un
+tíÉiiÉ;$á§.r*rE+$atiÉF[iÉ[§+é
programa de desarrollo basado en los conceptos de una negociación 5. Uno de los rasgos que delatan la filiación directa del discurso desarrollista a partir de
1945 respecto al lenguaje que habían mantenido las potencias coloniales sobre sus terri-
equitativa y democrática. Todos los países, incluido el nuestro, obten- torios de ultramar, sería la metáfora según la cual los países civilizados (léase desarrolla-
drán un gran provecho de un programa constructivo que permitirá uti- dos a partir de la Segunda Guerra Mundial) estarían moralmente obligados a actuar como
tutores de los pueblos menos favorecidos (es decir, aquellos estancados en el estadio de
lizar mejor los recursos humanos y naturales del planeta (...). Una mayor
la barbarie y/o el subdesarrollo), mostrándoles el camino correcto hacia el progreso. Esta
producción es la clave para la prosperidad y la paz. Y la clave para una retórica paternalista ya fue recogida en el artículo 22 del Pacto de la Sociedad de
mayor producción es una aplicación más extensa y más vigorosa del Naciones, dedicado a la administración de las antiguas colonias alemanas por parte de las
victoriosas potencias aliadas, donde se expresaba la necesidad y el deber de guiar a dichas
conocimiento técnico y de la ciencia moderna (reproducido por Rist,
á
colonias hacia su bienestar y desarrollo", puesto que sus poblaciones todavía no son
1996,4págs. 118-120). capaces de valerse por sí mismas"; la solución propuesta por las potencias aliadas consis-
+iEiq
fltrilÉi+ *[+[: tió en asumir como una 'misión sagrada de la civilización" el tutelaje de dichos pueblos
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3§iü+
hasta que alcanzaran su mayoría de edad (Mair, 1984, pág. 2; Rist, 1996, págs, 101-103).
La metáfora del tutelaje constituyó el principal argumento de los ideólogos del imperialis-
i
mo británico, siendo desarrollada por sir Frederick Lugard en su célebre obra de 1922, The
S,=áF$*$ flñ*4í
Dual Mandate in British Colonial Africa (Stocking, 1996); y posteriormente, la reencontra-
i
rrollista. Para empezar, su discurso rezuma una fe ilimitada en el uno de sus más famosos divulgadores, Walt W. Rostow, quien consideraba que el colonia-
ot
lismo (cuyo móvil, según dicho autor, no habría sido económico o geopolítico, sino el afán
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53 e_\ 9 g--.?( ] q
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ó-
ducción y la introducción de tecnologías modernas más eficientes. de revulsivo para modernizar las sociedades tradicionales.
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15 6. Que los criterios de 'escasez" y 'abundancia' tan sólo pueden ser entendidos en tanto
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5;r1süt
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i§aí;Éer
14
§
que categorías culturales y/o históricas, puede parecer bastante obvio para un antropólo-
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go, sin embargo, resulta difícil de asumir desde el falso universalismo del discurso del
se para designar a los países no comunistas, es decir, los free peoples o aliados de
e o
desarrollo, que preconiza una visión homogénea y reduccionista de las necesidades huma-
§E$iifl
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Estados Unidos (Rist, 1996, págs. 1 18-1 19). La retórica y la estrategia geopolítica de la nas. Rostow reflejaba en dicho pasaje de su obra un prejuicio muy extendido en las socie-
3*[-:
Guerra Fría no fueron precisamente elementos insignificantes en la elaboración de la doc- dades industrializadas, aquel según el cual las sociedades primitivas debían vivir
trina Truman sobre desarrollo y cooperación internacional, como se constataría en los permanentemente en el mismo umbral de la inanición, dedicando sus escasas luces a la
6 do
siguientes años con la aprobación de la Public Law 480 y la implementación de los pro- búsqueda desesperada de algún alimento, Pero Sahlins (1974) desmontó este mito con
9l'f
gramas Food for Peace, que llegarían a convertirse en un instrumento fundamental de la un provocador texto, en el cual, basándose en los datos acumulados durante los años
política exterior norteamericana
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Bert F Hoselitz sobre las barreras no económicas al desarrollo
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económico, que se convertiría en algo así como una declaración
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ría de la modernización ha sido objeto de innumerables críticas,' a
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de principios de la teoría de la modernización:
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causa de su dualismo (que establece una artificiosa dicotomía
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entre países desarrollados y subdesarrollados, e impide pensar el
Si tratamos de interpretar las aspiraciones de los países económica-
.";Fi€;Ée§ii *--qA=Eg+
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mente menos desarrollados en la actualidad, encontraremos en ellos una
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ó+=iie*d
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dependientes), y de su naturalización de la historia, que presenta
&
Introducción
a
9-
Antropología
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del desarrollo extraña ambigüedad que parece ser el resultado de una parcial incom-
r_i+qró':+
ii
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el subdesarrollo como un estado originario y endógeno,8 más que prensión de la intensa interdependencia entre el progreso económico y
como el resultado de procesos históricos. el cambio cultural (.-). Por ejemplo, el nacionalismo del movimiento inde-
.q,;
§ *=AAi[§i[l][ 5ál$ea[[;il3il5
pendentista de Gandhi estaba asociado con la reintroducción de tecno-
x <* = § i á E I u * r
Partiendo de estas premisas, no debe sorprendernos que,
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logías indias tradicionales altamente ineficientes, y actualmente en
durante la etapa de esplendor de la teoría de la modernización, la
Í e*r 3i
Birmania la independencia no ha sido acompañada solamente por la
3
cultura de las sociedades tradicionales fuera percibida como el
recuperación de nombres e indumentarias tradicionales, sino también
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obstáculo fundamental para su desarrollo, en la medida en que
ü:
*qsarási*s:qí5rtÉ[ñi
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por una revitalización del budismo, una religión que refleja una ideología
*gáiA3qe+B
dichas culturas eran identificadas con actitudes de fatalismo,
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totalmente opuesta a la actividad económica eficiente y progresiva La
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9'á=á5É:E:
inmovilismo y oscurantismo y con estructuras sociales obsoletas. realización del avance económico se encuentra aquí con numerosos
obstáculos e impedimentos. Algunos de estos obstáculos pertenecen a
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Por lo tanto, la única vía hacia el desarrollo pasaba por la adopción
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la esfera de las relaciones económicas (...). Pero algunos de los impedi-
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del «paquete cultural occidental» al completo: capitalismo, indus-
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trialización, tecnología avanzada, y democracia representativa,
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relaciones económicas. Si observamos que entre los prerrequisitos del
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pero también individualismo, secularización, y utilitarismo. Un
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desarrollo económico está el surgimiento de una clase media, la forma-
§*
ejemplo paradigmático de este razonamiento nos lo ofrece la ción de un espíritu emprendedor, o la eliminación de la corrupción entre
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revista Economic Development and Cultural Change, fundada en el personal oficial, nos estamos enfrentando a cambios en la organiza-
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qÉa¡iirE,?ilrai;na;:;81 €
1952, que en su primer volumen incluía un influyente artículo de ción social y la cultura de una población, más que en su economía
(Hoselitz, 1952, pág. 19).
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sesenta por diversos estudios de ecología cultural, demostraba que las sociedades de
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cazadores-recolectores (identificadas habitualmente como el grado cero de la evolución
*
humana) en realidad conseguían cubrir todas sus necesidades materiales con una menor
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inversión de trabajo por persona adulta y día que en cualquier otra forma de subsistencia.
6
La crisis del concepto de desarrollo
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Esto daba pie al autor para preguntarse, tomando como base la relación entre medios y
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fines, cuál sería la verdadera sociedad opulenta: si el capitalismo, que crea constante-
r=Éo3rs=s
6FE3sa,9;
mente nuevas necesidades y nuevas formas de escasez, o las bandas de cazadores-reco-
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A partir de los años setenta, las expectativas de un progreso
[6'iñqffü1;
1Eáe=.3'r'-E
:13*é+s¿a
lectores, en las cuales las necesidades materiales han sido ajustadas al máximo para
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adaptarlas a una forma de vida nómada y a la capacidad de sustentación de un determi- acumulativo, ilimitado y universal implícitas en el discurso desa-
=G'-"' -.o-E+tqF
¡i3ígB+q;
nado ecosistema. Para una revisión general de los numerosos problemas que plantea la
rrollista comienzan a resquebrajarse. Antes que comenzar a
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definición de las necesidades humanas, véase Doyal y Dough (1994), y para una contun-
o 9.6 iH [tu[É
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dente crítica al uso de los conceptos de escasez y necesidad en la teoría y la praxis del
17 cosechar los resultados de décadas de modernización y de una
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7. Véase Gunder Frank (1971), para las criticas desde la teoría de la dependencia, y creciente extroversión de sus economías, los países del Tercer
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Ñdou-'=.ilr¡ :
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8. En una obra irritante por su arrogancia y sus connotaciones racistas, nada menos que
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todo un ex-director de misiones de USAID en varios países de América Latina, se empe- del club de los privilegiados, no solamente no decrece sino que
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ña en afirmar que el subdesarrollo latinoamericano no tiene ninguna relación histórica con
tÉ:
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el colonialismo (argumento que él califica de "marxista-leninista»), sino que obedecería, continúa aumentando, al mismo tiempo que caen los precios de
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sencilla y llanamente, a run estado mental» (a state of mind) propio de la idiosincrasia cul-
tural del continente (Harrison, 1987).
sus materias primas en los mercados internacionales, se regis-
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[+a§ 5gÉÉ+[= tg i Iiü*i[+¡ rr +ri:
tra un retroceso de su PIB,° y se dispara su deuda externa (que
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entre 1970 y 1983 pasa de un total de 64.000 millones de
d - ü; H 5.q e ^ á.P'o:
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alternativo», sino alternativas al desarrollo, o un posdesarrollo
dólares a 810.000; véase Walton [1989, pág. 301]); las princi-
eT.gSE6€*
pales ciudades del Tercer Mundo, desbordadas por el flujo con-
*;[-.;;=?:
[1997]; Esteva [1988]; Esteva, en este volumen; Ferguson
tinuo de migrantes rurales empobrecidos, comienzan a verse
tai*tItÉ¡§isEsÉ$1i==1§íf
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[1990]; Peet [1997]; Watts [1993]). Esta nueva corriente, inspira-
Úo-3^ Y - d - R ?=.*
rodeadas por enormes bolsas de marginación social (bidonvi-
[EiiÉE3rIEÉ*+Érii+i*É#i
Antropología
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da en el pensamiento de Foucault (especialmente, en sus ideas
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Introducción
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a.
del desarrollo
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Iles, favelas, pueblos jóvenes, etc.),10 y por si estos factores no
+H = i'; = r ü[É*ÉiáÉirIEgi[[íÍi g
sobre las relaciones entre conocimiento, discurso y poder), formu-
fueran suficientemente delatores, la difusión planetaria de imá-
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de su episteme:
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gE A
y Bangladesh, terminaron de disipar muchas de las esperanzas
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B_a€TSa3€:Ee33ErE+x
rg *re.H
inauguradas por el discurso de Truman. Por último, la crisis del
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Desde su origen, se ha considerado que el «desarrollo» tenía una
petróleo y la difusión, en 1972, del informe al Club de Roma existencia real, exterior, como algo sólido y material. El desarrollo ha
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f ñ.,^_or*n, ága+fiaoo!¿ord=-, q;-=d
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sobre los límites al crecimiento, dispararon las primeras alarmas sido utilizado como un verdadero descriptor de la realidad, un lenguaje
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neutral que podía ser utilizado de forma inocua y con diferentes finali-
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dades en función de la orientación política y epistemológica de quien lo
de crecimiento económico sostenido considerado hasta ese
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empleara. Ya sea en ciencia política, sociología, teoría económica o eco-
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momento como la quintaesencia del desarrollo.
i
3'
nomía política, el desarrollo ha sido debatido pero sin cuestionar su
g+- q$&Ht 3
-o 3 á R.=
Fenómenos como los anteriormente enumerados dieron lugar estatus ontológico. Desde la teoría de la modernización a la de la
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a una atmósfera de pesimismo generalizado y de creciente des- dependencia o de los sistemas mundiales; desde el desarrollo basado
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en el mercado hasta el desarrollo autocentrado, el desarrollo sostenible
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confianza hacia la propia idea de desarrollo. Más que la ruina de
:Eq H-eE 5!=q
o el ecodesarrollo, los calificativos del término se han multiplicado sin
un determinado paradigma intelectual (implícito en la teoría de la
que el propio término haya sido señalado radicalmente como problemá-
tico (...). No importa que el significado del término haya sido intensa-
una verdadera crisis del modelo occidental de civilización (Abdel-
x 66=óá.-+óóoaoroo-)aoel'TeüüBBp
o_ co á
R:;.3 =
mente criticado; lo que permanece incuestionado es la propia idea
Malek [1985]; Toledo [1992a]; Norgaard [19941). Mientras el básica del desarrollo, el desarrollo como principio central organizador de
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:EqHá9s*E x -e o +€
3 É+;;\
viejo discurso del desarrollo trataba de maquillarse con nuevos
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matices y epítetos, una nueva corriente de pensamiento comenza- [1r+ ser definidas como subdesarrolladas y que sus comunidades necesitan
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mente», promoviendo otra forma de pensar y de representar el
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Tercer Mundo, ajena a los discursos y prácticas dominantes del
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Entre las diversas propuestas, ha sido Arturo Escobar (1995a)
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9. Según los datos del Banco Mundial, en el período comprendido entre 1965 y 1990, 23
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19 de disección del discurso del desarrollo, buscando las interrelacio-
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formas de conocimiento, a través de las cuales son elaborados
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das en sus principales indicadores, siendo en total 43 los países que registraron un des-
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sus objetos, conceptos y teorías; el sistema de poder que regula
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censo de su PIB.
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10. Según diversos cálculos, entre 1950 y 1975, unos 40 millones de campesinos latino- sus prácticas; y finalmente, las formas de subjetividad moldeadas
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actuado como un nuevo orientalismo, permitiendo la invención del
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tecnología y recursos deben ser inyectados desde el exterior. El sector
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Tercer Mundo, en tanto que categoría monolítica, ahistórica y
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objetivo» de un proyecto (target group)... (Yapa, 1998, pág. 99).
tada como un conocimiento técnico, permite a las instituciones
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internacionales de desarrollo diagnosticar los problemas del
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Antropolcgía
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De esta manera, la pobreza pierde su carácter esencialmente
5D
Introducción
*
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del desarrollo
Tercer Mundo, a la vez que sirve para justificar su intervención
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político (inseparable de una desigual correlación local y global de
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sobre dichas sociedades."
rtá:+i gIii+g$É;:qi
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fuerzas), para convertirse en un problema técnico, de asignación de
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Uno de los rasgos característicos de toda esta maquinaria de
recursos, o de "deficiencias" nutritivas, educativas y sanitarias de un
35
iI#
conocimiento y poder, sería el uso de un lenguaje tecnocrático,
sector de la población. Lo que se construye en tanto que objeto de
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que abstrae los problemas de su marco político y cultural, para
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EáÉ,
análisis y de intervención como el problema social a erradicar, no es
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formularlos como problemas técnicos, y proponer soluciones
r
ya la desigualdad, sino los pobres (Escobar, 1995a, págs. 22-23;
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«neutrales». Un elemento recurrente de este lenguaje es el uso
Ferguson, 1990; Yapa, 1998).
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de etiquetas, que sirven para identificar a poblaciones o a seg-
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mentos de la población como «problemas» que deben ser corre-
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gidos (Wood, 1985). De esta manera, por citar uno de los
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Cultura y Desarrollo
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fenómenos como la pobreza, al definirla como un problema de los
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real) más interesante del actual cambio de milenio sea que la
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explicar la pobreza:
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mundialización de la economía y a las nuevas tecnologías) no ha
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cas— por una imparable tendencia hacia la homogeneización cul-
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tor pobre, que es visto como una entidad distinta, delimitada y mesura-
ble (la parte de la economía en la que residen los pobres) como el tural a escala mundial, sino más bien por una «reculturalización
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ámbito del problema de la pobreza; quienes no son pobres residen en del planeta» (Norgaard, 1994, pág. 5). Las instituciones interna-
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11. Los planteamientos de Arturo Escobar han ejercido una indiscutible influencia sobre derar la «dimensión cultural del desarrollo» como una variable
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buena parte de la literatura reciente sobre el desarrollo, pero también han sido objeto de
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dualista, que reifica el Primer y el Tercer Mundo corno entidades monolíticas; de incurrir económicos y tecnológicos (Perrot, 1994), partiendo de la cons-
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oo-o"'cooó
tatación de que una de las principales causas del fracaso de tan-
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agentes de desarrollo de los países del Norte; de ignorar o subestimar el grado real de
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responsabilidad de las élites del Tercer Mundo en su análisis del proceso de dominación
y dependencia, y por último, de idealizar la autonomía y la capacidad política de los nue-
tos y tantos proyectos de desarrollo en el Tercer Mundo fue su
R.9
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vos movimientos sociales de base en el Sur para conseguir alterar el statu quo. Véanse, escasa adecuación al marco cultural de las poblaciones destina-
ooió
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-s,
entre otros, Autumn (1996); Gasper (1996); Lehmann (1997), y Little y Painter (1995).
tarias. Dicho fenómeno ha estimulado reflexiones teóricas, sien-
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Ilo imperante durante los últimos cincuenta años. No se trata de
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do innumerables las publicaciones que durante la última década
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que los pueblos indígenas (en oposición a lo que supone cierto
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han tratado de aportar nueva luz sobre las profundas y complejas
discurso neorousseauniano en los países industrializados) pre-
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tendan vivir aislados del exterior, sino que, por el contrario, son
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Aunque una lectura cínica podría interpretar —erróneamen-
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+lÉ 1eiÉiiÉr$Égf g§{ [sE $iri
muy conscientes de la necesidad o la utilidad de incorporar
te— este nuevo protagonismo de la cultura dentro de la agenda
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—selectivamente— determinadas aportaciones de la tecnología o
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blroducción
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dá
del desarrollo como una moda efímera, una pose políticamente
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arÉ4ri:$E e=xÉ [i§BIiilÉ r€ iÉFgitü+{
Antropología
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de la sociedad occidental, siempre y cuando no representen una
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del desarrollo
correcta fomentada por el debate sobre el multiculturalism° y las
3g[É¿frIFiiq amenaza para su estilo de vida o se conviertan en un factor adi-
qil qs,íii
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llamadas «guerras culturales», lo cierto es que la adecuación cul-
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=,
cional de dependencia. La verdadera cuestión reside en el con-
tural de un proyecto de desarrollo es una variable crucial que
E:re'ÉilH€
=
trol cultural de todo este proceso, es decir, en la capacidad social
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suele tener una incidencia directa sobre su éxito o su fracaso
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5
de decisión sobre todos aquellos componentes de una cultura
-
final. Así, por ejemplo, Conrad P. Kottak (en este volumen), tras
-o-B
que deben ponerse en juego para identificar las necesidades, los
Uñ:
revisar 68 proyectos rurales financiados por el Banco Mundial,
problemas y las aspiraciones de la propia sociedad, e intentar
-s
constata que los proyectos «culturalmente compatibles» (es decir,
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satisfacerlas (Bonfil Batalla, 1982, pág. 134).
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aquellos más respetuosos con los patrones culturales locales,
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basados en instituciones preexistentes y que incorporaban prác-
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2. Antropología y Desarrollo
los más exitosos. La necesidad de respetar e incorporar en los
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proyectos de desarrollo la cultura de las poblaciones destinata-
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rias ha llevado a algunos autores a proponer como alternativa al
qE.-:.s desarrollo cuenta con un precedente muy obvio, la llamada antro-
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Guerra Mundial el concepto de etnodesarrollo, entendiendo por
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cio de la institucionalización académica de la disciplina. De hecho,
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su futuro, aprovechando para ello las enseñanzas de su expe-
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misioneros, administradores coloniales y comerciantes compren-
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valores y aspiraciones» (Bonfil Batalla, 1982, pág. 133). Dicho
der mejor el pensamiento de los «salvajes» (Stocking, 1996, págs.
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por el evolucionismo y el difusionismo, todavía no había obtenido
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la respetabilidad académica necesaria para convencer a la admi-
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23
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N)
12. Véanse, entre otros, Allen (1992); Banuri (1990); Bliss (1988); Desjeux y Sánchez- 22
nistración de la utilidad de sus aportaciones. Pero a partir de
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Arnau (1994); Dube (1988); Dupuis (1991); Hoek (1988); Kellermann (1992);
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)+É!.,i
§,
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Nederveen Pieterse (1995); Nieuwenhuijze (1988); Rist (1994); Tucker (1996a); 1922, tras la revolución malinowskiana, la burocracia colonial se
.i.o=tor¡)
Verhelst (1990); y Warren y otros (1995). La actual oleada de documentos oficiales y de
q: ñ
mostró más receptiva a la aportación de los estudios antropoló-
oXaY)r
g;;
publicaciones académicas sobre los aspectos culturales del desarrollo también ha susci-
dúci
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tado, sin embargo, reacciones críticas como las de Perrot (1994), Petiteville (1995) y gicos al funcionamiento del sistema de Indirect Rule (gobierno
a-=:_c
Wallerstein (1995), quienes, con distintos énfasis, han cuestionado algunos riesgos de
ó
este nuevo enfoque culturaliste, como el uso (indefinido en el mejor de los casos, esen- indirecto), y con tal propósito, instituciones como el Rhodes-
cialista en el peor) del concepto de cultura en muchos de estos textos.
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años, lo constituye (tanto por su dimensión y sus ambiciosos obje-
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tivos, como por su más que discutible filosofía del cambio social)
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en 1926 por Frederick Lugard, el más célebre ideólogo del impe-
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el famoso proyecto Perú-Cornell, experimentado en Vicos (Perú)
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rialismo británico) comenzaron a financiar estudios sobre el «con-
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entre 1951 y 1966 por un equipo de investigadores dirigido suce-
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tacto de culturas» en las colonias africanas.
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sivamente por Allan Holmberg, Henry F. Dobyns y Paul L. Doughty.
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En Estados Unidos, el proceso de institucionalización de la an-
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tropología aplicada se remonta hasta la fundación, en 1941, de la Dicho proyecto pretendía demostrar que el factor clave para esti-
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Introducción
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Antropología
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mular el progreso económico entre los colonos quechuas de una
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del desarrollo
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de los sesenta cuando el contexto sociopolítico abrió nuevas posi- hacienda serrana tradicional era inculcarles confianza en sí mis-
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y
mos y espíritu de iniciativa y superación. Con este propósito, los
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bilidades para la participación de antropólogos en programas de
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investigadores arrendaron la hacienda para convertirla en una
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desarrollo rural. Ante la creciente efervescencia antiestadouniden-
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cooperativa campesina, creyendo que así podrían disponer de un
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se en América Latina y el «mal ejemplo» castrista, el gobierno de
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laboratorio social ideal en el cual experimentar un proceso de
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Kennedy optó por revisar su política exterior, para lo cual, en el
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cambio social planificado. En realidad, el proyecto partía de una
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marco de la Alianza para el Progreso, desplegó numerosas misio-
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concepción muy simplista de la realidad social de la sierra perua-
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nes de USAID y voluntarios del Cuerpo de Paz por todo el conti-
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na y de sus mecanismos sociales y económicos de explotación, e
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nente e impulsó los programas de «desarrollo de comunidades».
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incurriendo en el viejo estereotipo de la comunidad campesina
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evidente, pretendían ofrecer a la población rural latinoamericana
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fundamental de su pobreza, cuando más bien ésta era, en reali-
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una imagen reformista y solidaria de la política estadounidense y
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dad, el resultado de su integración en la estructura económica
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una demostración palpable de los innumerables beneficios del
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capitalista, expresada en forma de precios muy desfavorables
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american way of life. Algunos de los antropólogos que más se
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para sus productos y de políticas estatales que habían descapita-
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lizado el sector agrícola (Stein, 1987).
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antropólogo podía jugar un rol crucial como catalizador de proce-
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La decepcionante realidad de los proyectos de desarrollo de
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sos de cambio social dirigido (Adams, 1964; Erasmus, 1961;
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comunidades, y muy especialmente, el gran escándalo Camelot
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(un programa del Pentágono de contrainsurgencia rural en
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o planificada: América Latina que pretendía instrumentalizar estudios antropoló-
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gicos), contribuyeron a enfriar durante años el entusiasmo inicial
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de otra clase de asistencia social, los estudiosos de la sociedad serán Pero esta situación cambiaría paulatinamente a partir de media-
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sin duda útiles como ayuda para guiarlos. Son éstos precisamente los
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dos de los setenta, momento en que se producirá el definitivo sur-
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gimiento de una antropología específicamente aplicada al
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inculcar las nuevas necesidades y persuadir a los pueblos a cambiar
desarrollo. La razón fundamental de este renovado interés, cabría
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sus costumbres (Erasmus, 1961, pág. 297; la cursiva es mía).
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buscarla más que en el seno de la propia disciplina, en la emer-
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El intento más interesante de aplicación de la antropología al
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que facilitaron la incorporación de los científicos sociales (y de los
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del desarrollo y la creciente participación de antropólogos en
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dichas instituciones, comienza a manifestarse en el seno de la
I
ría el cambio de discurso de las principales instituciones interna-
o
disciplina una marcada polarización de perspectivas, que cristali-
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cionales, motivado por el desprestigio del desarrollismo clásico y
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zará en dos corrientes diferenciadas: por una parte, la llamada
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la efervescencia de las corrientes intelectuales y políticas de
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Development Anthropology (cuya traducción aproximada podría
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orientación tercermundista: el discurso del Banco Mundial —que
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Introducción
ii
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Antropología
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en 1974 contrata, por primera vez en su historia, a un antropólo- ser «Antropología para el Desarrollo»), directamente implicada en
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básicas», mientras que en 1973, el Congreso estadounidense
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conocida como Anthropology of Development o «Antropología
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redefine los criterios prioritarios de sus programas de cooperación
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5
del Desarrollo» strictu sensu, que contempla el desarrollo en
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internacional (enfatizando la participación de los más pobres y la
3
elección de tecnologías apropiadas), de manera que USAID, que tanto que fenómeno sociocultural, generalmente desde una pers-
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pectiva exterior al discurso del desarrollo y mucho más crítica con
:
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en 1974 tan sólo tenía un antropólogo en su plantilla, pasará a
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sus enunciados y sus prácticas (Grillo, 1985, pág. 29). La polé-
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tener 22 en 1977, y para 1980 ya eran 50, además de un cente-
3 E.E 6'r¡..,'&3 8:E R
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mica entre ambas corrientes, reflejada en la literatura antropoló-
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Fr e.33ó3ü=;ái
nar con contratos temporales (Hoben, 1982, pág. 359). Por otra
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gica de los últimos años (véanse, entre otros, Autumn, 1996;
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parte, tampoco hay que olvidar la creciente proliferación de ONGs,
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ni el rápido aumento de sus recursos económicos: en 1970, la Escobar, 1991; Grillo, 1985; Johannsen, 1992; Kilani, 1994;
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cooperación al Tercer Mundo canalizada a través de ONGs repre- Lewis, 1995, y Little y Painter, 1995), ha derivado rápidamente
¿. -'
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en una discusión en torno a los límites de la participación de
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? a: ó ec - I --d gíiSq¿;
sentaba una inversión total de aproximadamente 1.000 millones
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antropólogos en determinados proyectos o instituciones de
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de dólares, mientras que en 1990 ya había aumentado hasta
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desarrollo; discusión que, de hecho, no es sustancialmente dife-
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hasta límites insospechados, puesto que tan sólo en América
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Central ya estarían operando unas 4.000, que manejarían en con- tigación al servicio de burocracias e institutos coloniales, como
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déjà vu durante unas jornadas sobre antropología y desarrollo
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Paralelamente a esta especialización profesional, en 1977 se
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11
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crea el Institute for Development Anthropology, celebradas en 1983 (Grillo, 1985, pág. 3).
IHEli+;üÉ
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con sede en la
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universidad de Binghamton (Nueva York), institución que además Una de las cuestiones cruciales, ayer como hoy, sigue siendo
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el grado de independencia real del que puede o debería disponer
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§i c )x o o .
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de publicar estudios y un boletín especializado (Developm
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el antropólogo frente a su empleador. Los antropólogos que tra-
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proyectos 26
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bajan para agencias e instituciones internacionales de desarrollo
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de desarrollo en más de 30 países, con financiamiento de
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(incluyendo aquellas, como USAID o el Banco Mundial, cuyo inte-
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USAID, el Banco Mundial, la FAO y Naciones Unidas. También en
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1977, el Royal Anthropological Institute rés real por el bienestar de las poblaciones del Tercer Mundo
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del Reino Unido crea un
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ción de la antropología en el desarrollo del Tercer Mundo» (Grillo, profesional argumentando que el desarrollo es una realidad histó-
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iE§; Éi; $É a[}EIrEF
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ese momento, Una de las consecuencias de la búsqueda de formas
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Ét*§e as ilÉE +*e;E[*+[ñ*É**;
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rica inevitable, con o sin la colaboración de antropólogos, y que,
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alternativas de gestión de los recursos naturales del planeta ha sido
Ée_- iE á q H F ¿ SE_ 3 +
i+BH
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por lo tanto, la perspectiva antropológica puede contribuir a refor-
+-o
el nuevo interés que ha despertado el manejo de la biodiversidad por
s'á.3; [3 Éá +r *
mar desde dentro la orientación de sus proyectos, introduciendo
ód=:fprilflfi-fqá
parte de los pueblos indígenas, abriendo un debate sobre la necesi-
É;;3E*
una dimensión más participative y más respetuosa con las cultu-
O -
ras locales. Otros autores como Escobar (1991), en cambio, con- dad de incorporar dicho conocimiento local como base de un desa-
rrollo más sostenible (Escobar, en este volumen)." Lamentablemen-
: sE i :É *s* *i.gá
sideran que, en la práctica, la implicación de los antropólogos Antropologia Introducción
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x- ñí I
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aE áÍ
de'desartoliu
como profesionales del desarrollo les obliga implícitamente a asu- te, este interés ha dado lugar en ocasiones —tal como señala
mir la realpolitik y el discurso (por más etnocéntrico o economi- Escobar en su artículo— a una reificación de las culturas indígenas
§: ai §;
ii
c
como entidades puras y aisladas, «no contaminadas» por el capitalis-
d-o-LPo
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cista que éste pueda ser) de la agencia que les ha contratado,
títef [iiíá
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a ó li'-
derivando en una sustitución del punto de vista del nativo por el mo, y situadas fuera de la historia; tendencia que parece todavía muy
oill;ñ
(I l
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punto de vista de la institución; en definitiva, concluye este autor, presente en el discurso de determinadas ONGs y movimientos
r'q *H
la aportación real de los antropólogos ha hecho poco más que
=. O ambientalistas del Norte, influidos por el mito del «buen salvaje eco-
Er $
reciclar o maquillar los viejos discursos de la modernización y el lógicos (Redford, 1990). A partir de la creciente sensibilidad ambien-
r
tal de los años setenta, los pueblos indígenas han pasado a ser
s*f,gE rA E.
Jii+ri*st
desarrollismo.13
aclamados en Occidente como ecologistas avant la lettre y guardia-
q+Éí3qá
=
+
+q iis'+üeá;
+
nes de los últimos paraísos naturales del planeta El problema con-
3 n * I o a* ü =,*d
siste en que esta nueva imagen no se ha basado en la abundante
É.
b
ai
3. Ecología
E
EÉ*E [EIq
información etnográfica disponible sobre las estrategias nativas de
gqÉrE$
; iEü*g
Éü
$qHA?
§asg
El estado de opinión creado durante los años setenta, con la divul-
-ÉqE[i+§*$[:;+S t É f i r ]
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cos (como aquel según el cual las sociedades tribales estarían más
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sobre la desertización de Africa y la deforestación de los bosques
E,
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tropicales, y la creciente sensibilidad antinuclear, contribuyó a cerca de la Naturaleza que de la Cultura) y en la proyección de los
fantasmas y ansiedades de nuestra propia sociedad.15
a
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ensombrecer la idea de progreso y a anunciar un futuro mucho
a:
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El ejemplo más evidente de este fenómeno podemos encon-
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menos idílico para la humanidad del que se venía atisbando hasta
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trarlo en la compleja y contradictoria relación que han mantenido
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o farmacológico,
made biopiratería Empresas transnacionales del sector alimentario
(o
los pueblos indigenasn, a través de pautas como el «reconocimiento legal sobre sus sis- 28
Nf
29
temas consuetudinarios de tenencia de la tierra», y la creación de mecanismos para aprovechándose de la legislación de países coma Estados Unidos, que permite patentar
garantizar su participación en la implementación de los proyectos (Operational Directive formas de vida, han emprendido un expolio sistemático del conocimiento fitogenético indí-
4.20: Indigenous Peoples). Pero en la práctica, se han seguido aplicando las mismas prio- gena de los bosques tropicales, ante lo cual se ha apuntado la necesidad de reconocer
ridades de siempre (a pesar de la activa oposición de los pueblos indígenas afectados), de alguna manera los derechos de propiedad intelectual de dichos pueblos —cuestión que
que fomentan la construcción de gigantescas obras hidroeléctricas que requieren el rea- plantea diversos problemas jurídicos y de representatividad cultural (Brush. 1993)
indígenas y a atribuirles valores y conductas
sentamiento forzoso de poblaciones —como en la presa del Pangue, en el río Bio Bio 15. La tendencia a naturalizar a los pueblos
(Chile)— o la expansión del sector agroindustrial sobre territorios indígenas, como en el acordes con la representación estereotipada que de ellos se ha formado nuestra propia
ttle durante las
proyecto Tierras Bajas del Este, en Bolivia. sociedad puede ser ilustrada con el caso del famoso mensaje del Jefe Sea
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algunos grupos indígenas de la Amazonia brasileña (especialmen-
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de «salvadores del planeta», la portada de revistas de gran difu-
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indígenas amazónicos y las ONGs y colectivos conservacionistas se contra ellos. Al trascender en 1993 a la opinión pública que los
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Antropología
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del ilesa oNo lnhoduccibn
e * a'e 3I É ; : s ? e- $ e s E i€ E e § r ñ' f : 1á
contra enemigos comunes como las gigantescas obras hidroeléc- Kayapó estaban vendiendo madera de sus territorios, muchos de
tricas financiadas por el Banco Mundial, los planes de coloniza-
sa In3
los ambientalistas que con tanto entusiasmo habían defendido
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ción agrícola o las explotaciones mineras, petroleras y madereras. sus reivindicaciones, se sintieron defraudados, pero de hecho, no
De esta manera, los indígenas obtuvieron un poder sin preceden- fueron los indígenas quienes les habían llevado al engaño, sino las
ir,s¡É,+E,i
H-
tes en sus negociaciones, gracias a la presión de la opinión públi- falsas expectativas sobre las necesidades reales y las aspiracio-
ca internacional sobre las decisiones del gobierno brasileño y el nes del buen salvaje que ellos mismos se habían creado. Para los
*
Banco Mundial; los ambientalistas, por su parte, consiguieron en
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conservacionistas, el objetivo indiscutible de la campaña era
: E, g"E; * i i : + s e E i I. E C É t i-1 ú;
f.Elg
esta alianza el cap ital simbóli c o asoc i ad o a l a pureza y autentici-• defender la selva tropical, en tanto que pulmón de la humanidad,
dad de los indígenas, rodeándose de una aureola de legitimidad
a
como espacio natural protegido, tratando de limitar o suprimir
g
a
necesaria para que su intervención en el debate social sobre la cualquier actividad extractiva o comercial; para los Kayapó, en
E * 5 3 q;
*:
4
gestión de los recursos naturales brasileños no fuera denunciada cambio, lo que verdaderamente estaba en juego era la autodeter-
áq,H=E;tárár ;i*
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como una injerencia extranjera intolerable.
*
minación de su pueblo y la soberanía sobre su territorio, incluyen-
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i; I
Pero esta alianza, que los ecologistas creían basada en una do la capacidad para decidir y controlar el uso más conveniente
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identidad natural de intereses, en realidad tenía un carácter de sus recursos naturales y la eventual comercialización de parte
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Conklin y Graham [1995], y en el lúcido documental «Amazon
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ante la concepción esencialista y ahistórica de las relaciones
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gracias al cual líderes indígenas como Payakán y Raoní pudieron entre ecología y sociedad defendida por determinados discursos y
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negociaciones del Tratado de Port Elliott (1855), frecuentemente citado por autores y
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movimientos ecologistas como un modélico manifiesto de respeto hacia el medio ambien- dialéctica existente entre cualquier sociedad y su medio ambiente
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d*o9
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te. Pero un estudio riguroso de la recepción y difusión de dicho documento delata un pro-
(véase una visión general en Bedoya y Martínez [en este volumen],
§E
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ceso de manipulación y mistificación que ha desfigurado su sentido original; en realidad,
a aH
la práctica totalidad de los contenidos ecologistas del mensaje son de origen apócrifo y
1á
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E-
han sido incorporados a partir de los años setenta, incurriendo incluso en evidentes erro- y Bryant [1992]; y una compilación de estudios de caso de ámbi-
Ql
É
res y anacronismos (Kaiser, 1987),
I
I
diagnósticos extraordinariamente simplistas de las causas de
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fenómenos ecológicos aportada por los estudios de ecología polí-
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fenómenos como la deforestación, el sobrepastoreo, la erosión o
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ii
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argumentaciones de carácter neomalthusiano, según las cuales la
dependencia, la dinámica del capitalismo global, las políticas esta-
5:dI H -EsgiiE
R
la pobreza y el dete-
variable independiente del círculo vicioso de
F+FE
tales, o la estructura socioeconómica local. Estas consideraciones
.
rioro ambiental sería el crecimiento demográfico en el Tercer
+ : á É * E ; s ; q 1 I $ r :, t : $ ñ =
también han aportado útiles elementos de reflexión a propósito
B}
ó:
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Antropología
A
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E o.n
Mundo. El Banco Mundial, que ya desde los años sesenta ha veni-
l+
del deserrollo
del debate generado en torno al concepto de desarrollo sosteni-
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: :R q-E
d
ble (Adams, 1993; Escobar, 1995b; Leff, 1994; Redclift, 1987; do destacando la demografía como uno de los principales facto-
=0
,
res, si no el fundamental, de la pobreza del Tercer Mundo, ha
Norgaard, 1994; Pearce y otros, 1990; Goodman y Redclift;
ás1 {E Í * E ñ [ i 4 f S s B 3, i E L s = o.. = ó-
á
á3
i;i
recurrido a una correlación (totalmente lineal y determinista) entre
1991). Dicho concepto, que en pocos años ha pasado a engrosar
+;
q: e;
el crecimiento demográfico y la degradación ambiental, para expli-
i * a áü É: = + á * E H + H * É da ó q ;. I [
+óS
el vocabulario tanto de los científicos sociales o de las ONGs
car la desertización en Africa, llegando incluso a proponer progra-
iÉsg!
como de los políticos e incluso del Banco Mundial, ha sido popu-
E g +; [E Ie A i q:=$ triÉ r* r #; *E I
[
g;i¡t3€iíiín*E
d á p;
mas de esterilización (Williams, 1995; véase, asimismo, una crítica
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larizado a partir de la publicación, en 1987, del informe de la
de los argumentos neomalthusianos en Bedoya y Martínez [en
Üg.=
Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo, titulado
¿ A .= *¡ iS
É*
g
este volumen]). Coherentemente con sus planteamientos ultrali-
"ÉAgBÉÉiiE áitiÉ
a- !
«Nuestro futuro común» y conocido como el Informe Brundtland,
$Éa *; i+
ii$3
berales, el Banco Mundial también ha recurrido al famoso (y refu-
Er
5
en referencia a Gro Harlem Brundtland, la presidenta de la
i?+iH
r3.is
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o,-ó
los recursos comunales
tado) argumento de la Tragedia de
rÉ[
Comisión. Aunque dicho informe establece una interconexión
ll tB,ó, fr áá eiisi*§E;
-H
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el cual, los derechos
(Bedoya y Martínez, en este volumen), según
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entre fenómenos como el despilfarro en el Norte, la pobreza en el
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:
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p ñp co
+
racional,
recurso natural serían la mejor garantía de una gestión
i?3!iáEE
I3 a^,
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utilizado de manera tendenciosa para culpabilizar a la gestión
á-d; á
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i
mico sostenido; de hecho, se justifica el crecimiento económico
egÉ
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comunal de pastos entre !as sociedades ganaderas tradicionales
tÉ ;aÁ gsá[+gÉiI
gg
como remedio para erradicar la pobreza, señalada como la causa
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s'ó ó =co 5 < E 1+ q IB q;
B.-,_aü
de fenómenos como el sobre-pastoreo y la desertización, este
fundamental de la degradación del medio ambiente. Si en 1987
e§s'á
r
argumento ha servido para justificar los proyectos del Banco
E.E áÉ;e
$ q É r g i i =¿
ya resultaba cuestionable que se pudiera seguir pensando en el
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E 3s
Mundial destinados a la privatización de pastos y a la introducción
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vía era más problemático atribuir a los pobres del Tercer Mundo la
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iÉ* [=B[6€
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fr3 3á
estos proyectos en Ferguson [1990]).
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las grandes fuentes de contaminación en los países del Norte o a
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Frente a esta imagen de los pobres como depredadores
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3
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través del colonialismo y el desarrollo (Escobar, 1995b, pág. 12). 33
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32
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Sin embargo, en la actualidad, numerosas instituciones de
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desarrollo (incluyendo no pocas ONGs) que han asumido como
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de los países del Norte, defiende la naturaleza en tanto que fuen-
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degradación ecológica del Sur introduciendo criterios más racio-
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de sostenibilidad ecológica un importante componente de justicia
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dencia más fundamentalista del ambientalismo del Norte, conoci-
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ajuste estructural impulsados por el FMI, que han castigado seve-
i I ; i s ü r é I .t I * e ; i ; r
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f üi8iiH-q3§,
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da como la «Deep Ecology», que promueve la veneración de una
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§
ramente a los sectores populares, con una especial incidencia
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naturaleza prístina, cuya conservación a ultranza se prioriza por
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sobre las condiciones de vida de la mujer: a partir de los años
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delante de la propia supervivencia de los seres humanos (sobre
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setenta, ha aumentado rápidamente la proporción de hogares de
todo, si éstos son pobres y tercermundistas). Algunas
de las orga- Amop
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bajos ingresos que tienen a una mujer por cabeza de familia, y
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nizaciones más poderosas que comparten esta vision de la ecolo- del desarrollo
(o ,-, tdEi3;iÉfiEqi=[í;i#Eil;
B.O:
dichos hogares han experimentado un serio deterioro de su calidad
E5
de vida como consecuencia de la dramática pérdida de poder
Aq F, L E:
los discutidos convenios de «Deuda por Naturaleza» —denuncia-
6r:
Y: 9 §)
S
3
á
adquisitivo provocada por la caída de los salarios, la eliminación de
ai'I
dos como una forma de «ecocolonialismo» (Luke, 1997)—, como
ó
subsidios para alimentos, y el aumento incontrolado de los precios
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il=
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fruto de los cuales han creado parques naturales que han provo-
E
g
? y p' n 9 ¡ á q ? ¡ !--e* á a
de muchos productos de la canasta básica de consumo (Lind,
6
=
cado el desplazamiento forzoso de poblaciones de pastores o
1997; Moser, 1993; Tanski, 1994).t6
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P*
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agricultores que vivían en aquellos territorios (Guha, 1997).
ss3c= x.;qar?ryriEÉsiEEi*
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§
A mediados de los años setenta comienza un debate interno
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en el seno de instituciones como USAID o Naciones Unidas,
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ñ
PaS==
§,
§aga=rF§a &J,-s.g'
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dando lugar a una revisión de las prioridades del desarrollo y al
$f,f;É[i; fir
ire
4. Género
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decreto de 1975 como año internacional de la mujer, seguido por
a*rit
l.P
iE el decenio de la mujer (1976-1985). Hasta ese momento, la invi-
= -= =É:+Éff
ñ §gf
iú:-
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Si tuviéramos que definir con una palabra el rol asignado a la mujer
--**í
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g = -^ o r
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= o:; t33iAe
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sibilidad de la mujer había sido absoluta, perpetuada por numero-
il=[$[g3+qnt
en los programas de desarrollo hasta la década de los setenta, ésta
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sos male bias o prejuicios androcéntricos, que habían sesgado los
) 2.na í ü;p
o:''P
debería ser, sin duda, «invisibilidad». Si la participación de la mujer
o ^ P -'-o
FE
análisis: el uso del PIB y otros indicadores macroeconómicos, por
*iáerIs$=
ha empezado a normalizarse a partir de los años ochenta (aunque
ejemplo, no refleja el trabajo femenino en actividades de autocon-
+c o Y$:tE
i;lfirii i qF qgisügt
la forma concreta de dicha participación, como veremos a conti-
ó sumo o en la economía informal, sectores que revisten una espe-
;
g d I 1= E ;
é-Y.
nuación, sigue siendo objeto de controversia) ha sido, por una
§t++§*i;
s á;*e,p.-$
tsA§$Fqd
; §¡r;c1gi
parte, como consecuencia del auge de los estudios de género, que
1981); y el concepto de «cabeza de familia», identificado implíci-
§*=i*.áq5;
o o D ++.=
ii¿s*s3g
:-1dq5 +-E':'
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las instituciones de desarrollo. Pero, por otra parte, no hay que olvi-
ry ó- ó
+A
bajo familiar», negando su importante aportación a la subsistencia
:oq á[s
dar que por aquellos años los movimientos de mujeres adquirieron
3:Sqqás.É
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doméstica, error especialmente grave cuando aproximadamente
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r^__J q
d.==a§3:&
E l.= ¡ 5 ü * p
'§ = g
una tercera parte de las unidades domésticas del planeta ya esta-
Latina, ya sea en para forzar la democratización de sus países y
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=
o
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ban encabezadas por una mujer sin la presencia de hombre algu-
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o É coá9fl3'o
o
l
denunciar las violaciones masivas de los derechos humanos duran-
o (o \< D !+ r
(¡)
34
.3
no (Rogers, 1980, pág. 66).
I?Eée
(¡
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35
s3t3*
Eiñ*rEr
te la guerra sucia, o bien a través de organizaciones de autoayuda
+§'?qs
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E-Eíqil
i*+Ét[
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y de protesta contra las políticas económicas neoliberales, (véanse,
&3 P
P
!3+,ü.
16. La desesperada situación a la que se han visto abocadas muchas de estas unidades
o D
tróe?P3
entre otros, Friedmann y otros [1996], Lind [1997] y Radcliffe y domésticas, ha podido ser mitigada, sin embargo, gracias al surgimiento de organizacio-
H
i
i iÉ
-!-EñH
-.aÉo-"i
nes de autoayuda, algunas de las cuales llegaron a adquirir dimensiones realmente asom-
iJ90áq
Westwood [1993]). Asimismo, la tendencia a una progresiva femi-
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o,loPñ*
!-o:'u
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brosas, como la Federación de Comedores Populares Autogestionarios en los pueblos
ril:
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nización de la pobreza se ha hecho todavía más evidente durante
P
jóvenes de Lima, que coordina unos 2.000 comedores populares, con capacidad para ali-
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mentar a 200.000 personas (Lind, 1997; Tanski, 1994).
E{ü,4=ó,i; e-E:., I}FBcíiBi
$;qqá§gq+
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- -: áa:ó'o
x-
El decenio que Naciones Unidas dedicó a la mujer se basó en el
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z-q,+Ei,Fqat
Un primer intento de superación de este sesgo androcéntrico,
[iilBli[-e;
qEs;g+8üa
eg8
supuesto de que el mejoramiento de la situación económica de la
- Ú.-L¡
la aportó el enfoque denominado Women in Development (WID),
rD I -b só;É!
YE:á,DBIH,
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o =
mujer iba a fluir automáticamente de la expansión y difusión del pro-
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adoptado por instituciones como USAID; sin embargo, partía de
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ceso de desarrollo. Sin embargo, hacia finales del decenio, fue que-
EÉ t é
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una premisa harto discutible, según la cual, la situación de inferio-
op0 o
dando claro que el problema lo constituía el propio desarrollo. La
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ó o o =.a
q ñ.á
E'9
ó o o.5 3.3I
ridad económica y social de la mujer en el Tercer Mundo se debe- insuficiente e inadecuada «participación» en el «desarrollo» no era la
6 ( :
ó é 3 ig=Ii;
r=o o
,- a 3;
ría fundamentalmente a su exclusión del desarrollo. Por lo tanto, la causa del creciente subdesarrollo de la mujer; más bien lo era la forza-
r5
Antropología
9.
á
*E
Introducción
á6'
del desarrollo
solución propuesta pasaba por su incorporación al desarrollo a da pero asimétrica participación en aquel, por la cual soportaba los
i
rgiE,á +3 í;EE*§ilEE
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3 € -.o ñ- costes pero era excluida de los beneficios (Shiva, 1995, pág. 30).
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través de unos proyectos específicos que le permitieran obtener
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¿: €-*$9
q+ñ'f
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iq: a:[ 1€;';;Ii $lg'ü
ingresos. En realidad, en muchos hogares de bajos ingresos, la
§:§tsll[Íi +l5E
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o,
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* A o 9',
mujer desempeña un triple rol, no solamente reproductivo, sino Los planteamientos ecofeministas popularizados por autoras
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q+É
5 ; <ó
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),.(.o
también participando en el trabajo agrícola y/o en la obtención de como Vandana Shiva llevan esta crítica todavía más lejos, identifi-
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rUl-p
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330
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ingresos adicionales (en el sector informal, por ejemplo), y reali-
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cando el origen del sesgo androcéntrico del desarrollo en los pro-
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I §
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Q -DF ó;e [ü=
zando asimismo un trabajo comunitario para la provisión de servi-
9
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pios fundamentos epistemológicos de la ciencia occidental:
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generación de ingresos se convirtieron en la práctica en una Vistos desde las experiencias de las mujeres del Tercer Mundo, los
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qilq fl"-=d*31{
modos de pensar y actuar que pasan por la ciencia y el desarrollo, res-
(-=.+58:ij
+f+T
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i ÉK gá
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o
pectivamente, no son universales, como se supone (...); la ciencia y el
ñstjooei
ó: r e3-ü
del trabajo femenino (Lundgren, 1993).
il f a 6 ; rí dg q e H.? g il g ÜE
§q=gFE3
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ñ -, r o-
o
desarrollo modernos son proyectos de origen masculino y occidental,
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El enfoque WID partía de un análisis similar al que fuera popu-
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tanto desde el punto de vista histórico como ideológico. Constituyen la
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el Tercer Mundo, heredera de viejos prejuicios coloniales que infra- 22; véase, asimismo, Ferguson, 1994).
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la práctica, un deterioro de su situación social. Sin embargo, la expli-
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Actualmente disponemos de más información sobre el impacto
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cación de la autora era que el factor crucial de dicho deterioro sería que las políticas de desarrollo rural implementadas durante las últi-
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la masculino. Boserup creía firmemente en la modernización (algo
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largas ausencias de sus cónyuges migrantes. La creciente vulne-
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más fácil de entender si tenemos en cuenta que su libro se publicó rabilidad y dependencia económica de las unidades domésticas
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campesinas respecto a ingresos externos (agravada por las políti-
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agricultura comercial si no hubiera sido excluida de este proceso.
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mas de desigualdad, subdesarrollo y marginación experimentados
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to por parte de las ciencias sociales, la migración de mujeres cam-
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por las mujeres del Tercer Mundo: ó pesinas hacia las ciudades (generalmente, para ingresar en el
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servicio doméstico) reviste un especial interés en razón de su
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mayor precariedad vinculada a la problemática de género (Biaggi, mujer del Tercer Mundo», definida como ignorante, pobre, analfa-
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implicaciones tienen especial incidencia en el ámbito del desarro- hacen las feministas del Norte como educadas, modernas, libres,
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llo, es el de la articulación de las contradicciones de clase, raza y Antropología y con control sobre sus vidas y su sexualidad. Mohanty critica el
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Introducción
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género, asociado al problema de definir coneptas-y-estrategias discurso feminista occidental por utilizar la categoría mujeres
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foucaultiana al discurso del desarrollo, han introducido nuevos ne a las mujeres del Tercer Mundo como sujetos situados fuera de
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puntos de vista sobre las relaciones de conocimiento y poder en las relaciones sociales, en vez de contemplar la forma en que
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el trabajo con mujeres por parte de las instituciones de desarrollo dichas mujeres se constituyen como sujeto a través de dichas
(incluso en el caso de aquellas de orientación feminista). Desde relaciones, y por juzgar de forma etnocéntrica las estructuras
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esta perspectiva, la creciente integración de la mujer en el discur- legales, económicas, religiosas y familiares del Tercer Mundo.
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so y las prácticas del desarrollo desde los años setenta, ha pasa- Por último, otro aspecto que ha recibido una creciente aten-
do de la situación de invisibilidad a la producción discursiva de un ción, es el del papel que las organizaciones de mujeres de base
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sujeto-mujer que ha contribuido a crear nuevas formas de suje- deben desempeñar en el proceso del desarrollo. Si bien durante
ción de las mujeres del Tercer Mundo (Escobar, 1995a, págs. 177 los últimos años numerosas ONGs han venido asumiendo un
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y sigs.; St-Hilaire, 1996; Parpart, 1995). enfoque en términos de empowerment, fomentando movimientos
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Chandra Mohanty (1991), por ejemplo, analiza la forma en que reivindicativos de base desde el trabajo de concienciación, institu-
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la mujer del Tercer Mundo ha sido producida por los textos femi- ciones internacionales como UNICEF, agencias gubernamentales,
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conocimiento sobre dichas mujeres mediante categorías analíti- que del bienestar, de carácter asistencialista, que contempla a las
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cas que toman como referente los discursos feministas de los paí- mujeres como receptoras pasivas del desarrollo (más que como
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participantes), y enfatiza la maternidad y el cuidado de los hijos
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relación de colonialismo discursivo, que aplicando una lectura
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como su rol fundamental. Partiendo de este planteamiento, dichas
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etnocéntrica y reduccionista de la heterogeneidad de condiciones instituciones recurren a las organizaciones de mujeres únicamen-
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de vida de las mujeres del Tercer Mundo, habría llegado a produ-
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te como un canal vertical para la entrega de bienes o servicios
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(Moser, 1989). Uno de los ejemplos más conocidos —y más con-
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17. A partir de los años setenta, numerosas voces críticas se han alzado desde el Sur para
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trovertidos— de este enfoque, lo ofrecerían los Clubes de Madres
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criticar la pretensión de determinados sectores feministas del Norte de decidir unilateral-
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38 que han proliferado por toda América Latina a partir de los años
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mente las necesidades de las mujeres del Tercer Mundo y las correspondientes líneas de
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actuación, Se ha acusado a dichos colectivos feministas de desvirtuar la agenda de los foros
sesenta, asociados a los programas de donación de alimentos o
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internacionales, imponiendo una perspectiva que despolitiza la pobreza de la mujer del Sur,
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evitando referirse a la desigualdad estructural del sistema económico internacional, y de alimentos por trabajo, fenómeno que analiza González
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planteando en cambio el control de la natalidad como una vía fundamental para la "libera-
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ción de la mujer en el mundo subdesarrollado. Estas discrepancias han dado lugar a encar- Guardiola (en este volumen), destacando el carácter vertical y
4
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jerárquico de dichas organizaciones, que genera relaciones de
desarrollo celebradas durante las últimas décadas, como las de México en 1975 o
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Copenhague en 1980 (Johnson-Odim, 1991). clientelismo y dependencia.
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amplia gama de reacciones locales (que pueden oscilar entre la
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A pesar de las pretensiones de la medicina «occidental» (también
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la abierta resistencia), ha despertado el interés de los especialis-
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designada como biomedicina, medicina científica o cosmopolita)
tas en antropología de la salud (De Kadt, 1994; Frankenberg,
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de haber desarrollado un corpus de conocimientos de aplicación
1980; Shimkin y otros, 1996; Tucker, 1996b).
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universal,l» lo cierto es que su encaje (a través de determinados
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Antropología
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del desarrollo
Los profesionales de la salud que trabajan en zonas rurales o
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programas de desarrollo) en realidades sociales y culturales dis-
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tintas de la del mundo urbano, capitalista y desarrollado ha reve- periurbanas del Tercer Mundo se enfrentan habitualmente con
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situaciones con las cuales no están familiarizados y pueden expe-
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lado un alto potencial para el surgimiento de conflictos. La
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intervención sanitaria puede representar implícitamente la medi- rimentar serios problemas de comunicación en la relación con sus
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pacientes. La concepción hegemónica de la medicina que dichos
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calización de determinadas conductas o esferas de la vida coti-
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profesionales representan puede entrar en conflicto con prácticas
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diana, la transmisión de nuevos valores y explicaciones de la
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realidad, y la alteración de prácticas habituales en áreas tan y saberes alternativos locales, las llamadas etnomedicinas o medi-
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mediatizadas culturalmente como la alimentación, el ciclo repro- cinas folk. Durante mucho tiempo, la biomedicina ha contemplado
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centes. Sin embargo, varias décadas de investigaciones en el
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lógico, social, económico o simbólico en el cual se inscriben las
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prácticas o las representaciones locales, y tampoco sus diagnós- campo de la antropología de la salud han aportado abundante
ticos suelen ser tan asépticos o libres de prejuicios sociocultura- información, en base a la cual podemos contemplar dichos siste-
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mas médicos desde una perspectiva muy diferente. Las terapias
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les como pretende el modelo médico hegemónico)» El riesgo de
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invocaciones sobrenaturales, lo cual ha llevado a algunos obser-
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18. Admitir la unidad de la especie humana por lo que se refiere a una serie de funcio-
nes biológicas, no implica necesariamente que dichas funciones deban manifestarse de
manera uniforme, puesto que también entran en juego las adaptaciones biológicas y cul- caces que hagan posible contrarrestar la acción obstaculizadora de esos hábitos...»
turales a ecosistemas específicos. Así, por ejemplo, algunos autores han defendidó la (Gamio, 1948, pág. 108). Entre las principales líneas de actuación que se definieron, figu-
hipótesis conocida como Small, but Healthy (=pequeños, pero sanos»), según la cual, los raba la erradicación de bebidas indígenas como el pulque, y la extensión del consumo de
parámetros de peso y estatura que utilizan habitualmente instituciones como la FAO o la leche, considerada como el alimento perfecto. Pero tal programa, que se estrelló contra la
OMS para valorar el nivel de nutrición y de crecimiento (basados en estándar propios de activa resistencia de la población indígena, se basaba más en prejuicios culturales que en
un riguroso análisis de la dieta nativa y de sus posibles carencias: para empezar, la gra-
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las sociedades occidentales), no serían aplicables a poblaciones adaptadas biocultural-
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mente a contextos ecológicos y socioculturales muy diferentes. duación alcohólica del pulque es relativamente baja (en torno al 4%), pero en cambio, su
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19. Un ejemplo del carácter etnocéntrico de algunas de estas intervenciones, serían los 40
programas para mejorar la alimentación de las poblaciones indígenas emprendidos una acción muy beneficiosa sobre la flora intestinal, suponía un interesante complemen-
durante décadas por el Instituto Mexicano Indigenista y el Instituto Indigenista to de la alimentación local; además, el consumo del pulque reviste un profundo significa-
19..9 l:;d
Interamericano, partiendo de la premisa implícita de que la dieta indígena (cuyo estudio do social y ritual entre los pueblos de tradición nahuatl (era utilizado para usos religiosos
era todavía muy insuficiente y poco riguroso) estaba condicionada por algunos hábitos y medicinales en época precolombina), y se obtiene del maguey, uno de los vegetales de
tradicionales de efectos perniciosos; Manuel Gamio, por ejemplo, consideraba que una de mayor utilidad económica para las poblaciones rurales del centro de México; y por último,
el consumo de leche generó serios problemas gastrointestinales, puesto que las pobla-
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las principales tareas de las instituciones indigenistas consistía en Ridentificar los hábitos
alimenticios pretéritos que se oponen a la reforma de la dieta consuetudinaria y con ciones amerindias (al igual que muchas otras en Asia y Africa) generalmente carecen en
mayor motivo a su radical substitución, y su solución está en formular y aplicar medios efi- su metabolismo de lactase, la enzima que permite la asimilación de la lactosa.
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«mentalidad mágica» sin ninguna base fisiológica. Así, por ejem- sitos del género Leishmania.
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Muchos de los conflictos o resistencias generados por la
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calor-frío entre las culturas indígenas mesoamericanas han llega- expansión de la medicina cosmopolita se deben a que la enfer-
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o prohibe la ingestión de ciertos alimentos o bebidas en determi-
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sido señalado por la antropología de la salud, que establece una
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Antropología Introducción
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del desarrollo
nadas condiciones para mantener en equilibrio la temperatura distinción entre la enfermedad propiamente dicha (disease),
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corporal, cuenta con una base fisiológica: desde este punto de entendida como una disfunción o desadaptación de procesos bio-
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vista, las prácticas indígenas constituirían un sistema de medidas
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lógicos o psicológicos, y la dimensión cultural de la enfermedad
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(illness), esto es, la experiencia de la enfermedad (o de aquello
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colapsos o hiperpirexias (McCullough y McCullough, 1974).
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que es percibido como enfermedad) y la reacción social a ésta: la
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Una de las esferas del conocimiento médico local que más forma en que la persona enferma, su familia y su red social perci-
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posibilidades ofrece a la investigación aplicada es la etnofarma-
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ben, clasifican; explican, evalúan y responden a la enfermedad (A.
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cología. Los estudios de etnobotánica han documentado que las Kleinman, citado por Frankenberg, 1980, pág. 199). Esta dimen-
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poblaciones tribales y/o campesinas pueden poseer un conoci- sión cultural todavía es más evidente en los llamados Culture-
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miento extremadamente sofisticado de su medio ambiente, inclu- Bound Syndromes o «Síndromes delimitados culturalmente»,
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conjuntos muy específicos de síntomas, que no constituyen nin-
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información sobre sus posibles aplicaciones terapéuticas. Entre gún trastorno tipificado para la medicina o la psiquiatría occiden-
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los resultados concretos obtenidos en esta línea de trabajo, tal, pero que son identificados y reconocidos localmente como
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cabría destacar la investigación llevada a cabo por el ORSTOM patologías, con una etiología, un diagnóstico y una terapia social-
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en la Amazonia boliviana (Fournet y otros 1995), donde los
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indígenas aplican en forma de emplastes sobre las picaduras de
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pérdida del alma o es6f cia vital a causa de una experiencia trau-
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los flebótomos, vectorés de transmisión de la leishmaniasis. Esta mática; aunque aparentemente el susto no sería más que una
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al individuo en el cosmos y guiándole a través de la realidad de la jerar-
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quía social y la desigualdad (Gossen, 1994, pág. 567).
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de la medicina occidental, y aun incorporando determinados
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aspectos de ésta, continúan teniendo una notable vigencia en
marginación en el que viven amplios sectores de la población
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muchas sociedades del Tercer Mundo. Esta situación ha sido
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definida por los especialistas en antropología de la salud como del Sur del planeta puede poner al descubierto el carácter aso-
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pluralismo médico20 (Bastien, 1988; Benoist, 1996; Chiappino, 11ón
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Antropología
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institucionales en el campo de la salud. Howard y Millard
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1997; Cosminsky, 1983, y Crandon-Malamud, 1991). ¿Cual es
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la razón por la cual sociedades ya familiarizadas con la medicina
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D Eá +[E
grama de prevención de la desnutrición infantil entre los
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occidental siguen recurriendo a modelos tradicionales de repre-
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Chagga de Tanzania los prejuicios del equipo médico, convenci-
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sentación, explicación y curación de la enfermedad? Sin duda,
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do de poder mejorar la nutrición de los niños con más educa-
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ción, planificación familiar, y una creciente medicalización del
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sistemas sería el carácter biologista, individualista, ahistórico y
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cuidado dispensado por sus madres, a quienes se culpaba
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asocial del modelo médico hegemónico, que contrasta con la
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implícitamente de ser las principales causantes del problema.
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concepción holística de la salud y la enfermedad predominante
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En esta misma línea, el trabajo de Nancy Scheper-Hughes (en
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en dichas sociedades. Para muchas sociedades indígenas, la
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identificación de la persona con un cuerpo individual y autóno- este volumen) sobre el trasfondo sociocultural de la mortalidad
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infantil en poblaciones marginales brasileñas, nos permite
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recordar que, detrás de las escalofriantes estadísticas de mor-
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de la salud, la enfermedad actúa como un metalenguaje social, y
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talidad infantil provocada por la diarrea y la desnutrición, y
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por lo tanto, el origen de la enfermedad y su curación revisten
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iÉÉ e ta *[ iÉ t¿iÉ-ñ;
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un carácter marcadamente social. Tal como ha expresado Gary
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Gossen a propósito de los Chamulas de Chiapas:
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toda una maquinaria de explotación económica y de exclusión
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La creencia de los Chamulas en coesencias coexiste y compite
-i r -i o
social. Por esta razón, ningún programa de asistencia que no
diq; á"§+.EEiSia
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x.ái;;FEi3
q;:=áF,;ggB
q.5
contemple en su globalidad el contexto social de la desnutri:
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más allá del cuerpo individual. En la práctica, esto supone un fluido len-
ni la leche en polvo pueden reemplazar la ausencia de agua
E -
guaje de análisis social e integración social. Por contraste, la medicina b'd ? o r g)
(D
potable, de atención médica adecuada, de viviendas dignas, de
EEñ* 3;ii3!oq,f,
o I d § 3
que un determinado antibiótico cumple la misma finalidad para un indio sueldos decentes, o de igualdad sexual.
3=gE
o para un mexicano, una persona rica o una pobre. Aunque no recha- El argumento de Scheper-Hughes contra una epidemiología
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avance de diversas enfermedades infecciosas en el Tercer Mundo
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20. Algunos autores, sin embargo, consideran que el uso del término pluralismo podría
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(incluyendo algunas como la malaria, cuya erradicación, incom-
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denotar una relación falsamente igualitaria entre los sistemas médicos nativos y la medi-
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cina occidental, por lo cual prefieren hablar de una situación de hegemonía médica o de
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6. Desarrollo rural
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Para algunos analistas, esta situación sería un síntoma o un efec-
}¡;Ei3ilFil¡ +; r;:$É13 *
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to perverso del desarrollo y sus contradicciones: por una parte, En la actualidad existe un razonable grado de consenso entre los
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necesarios para el desarrollo de vacunas en manos de un reduci- nefastos los efectos de los programas de modernización de la
I
do número de instituciones y empresas farmacéuticas transnacio- agricultura tradicional emprendidos a partir de los años cincuenta,
3+
Antropología
e
Introducción
del desarrollo
t
áiil+Ñ
nales, cuyas prioridades están claramente orientadas hacia otras que han dejado secuelas como: la descapitalización del sector
a n a$ñu § 1; # E q
patologías de mayor potencial comercial, como por ejemplo, deter- campesino, profundizando las desigualdades entre el campo y la
+siÉa[;
Éi[[ütE
minadas enfermedades crónicas más extendidas en los países del ciudad, así como entre la pequeña propiedad campesina y las
Norte. Pero fundamentalmente, la actual incidencia de patologías grandes explotaciones agroindustriales; la creciente dependencia
í§ r 3á í r í í [á1iÉÉÉÉááÉíi
g5$ f 11 [ $1§ i
como la malaria o el dengue (por no citar más que dos de los prin- de las unidades domésticas campesinas respecto a sus provee-
[ [ F[[
-É
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cipales flagelos sanitarios de las poblaciones rurales o periurba- dores de insumos agroquímicos y créditos, respecto a la obten-
nas de América Latina) resultaría inexplicable al margen de las ción de ingresos no agropecuarios, y respecto al mercado y sus
ñ++;Élg ts;cEflril*á*;
s s; B,Fá5:ÉE,l¡ñ;
transformaciones sociales que han provocado el deterioro general fluctuaciones de precios; la aceleración de los procesos de dife-
?
de las condiciones de vida de amplios sectores sociales, posibili- renciación económica entre el campesinado; la privatización siste-
l§[
g
tando así su rápida expansión. No hay que olvidar que en Europa, mática de tierras y pastos comunales; la gradual intensificación de
i*E-ir
iilE
g
la_ caída de la_ mortalidad _por enfermedades infe cciosas desde la producción y la desaparición de barbechos y descansos hasta
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finales del siglo xix, no se debió tanto al progreso del conoci- la sobreexplotación y el agotamiento de los suelos; la expulsión de
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É[+i[[átr
miento médico como a la gradual mejora para el conjunto de la millones de familias campesinas hacia los suburbios urbanos; el
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población de sus condiciones de nutrición, vivienda y acceso a rápido deterioro de la variedad y la calidad de la dieta campesina
at
agua limpia: por esta razón, cualquier programa sanitario que pre- y el aumento de la dependencia alimentaria nacional; una mayor
H r tE ilis
vulnerabilidad de los campesinos ante el riesgo de plagas y ries-
ñq;
tenda contener exitosamente el avance de dichas enfermedades,
*+á
$
a:
no debería ser planteado tanto como una lucha contra unos virus gos climáticos; la sobrecarga de trabajo de la mujer campesina, y
o sus vectores transmisores, o contra determinados hábitos de la el avance imparable de la erosión, la deforestación, y la pérdida de
r; ixi
biodiversidad 2'
q3
Ec[ HHEilrt$
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desarrollo que ha expulsado de sus tierras a millones de familias La orientación marcadamente anticampesina de dicho modelo
[É$;c i]
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campesinas empobrecidas, y las ha empujado, ya sea en remotas de modernización agrícola ha obedecido, entre otros factores, a
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colonias en la selva, ya sea en los suburbios urbanos marginales, diversos prejuicios sobre el desarrollo: el prejuicio industrial,
[É
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o
hacia asentamientos desprovistos de los servicios e infraestructu-
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E
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s
ras más elementales (véanse Packard [1997] para el caso de la 46 directo para ingresar en el club de los países desarrollados, obli-
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o)
47
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gando a la agricultura a supeditarse a este objetivo, a través de
*
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una sistemática transferencia de recursos hacia el sector indus-
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21. Para una revisión general de los debates sobre el desarrollo rural en América Latina,
i
Fernández
véanse, entre otros: Altieri y Yurjevic (1991); Bebbington y otros (1993); Grillo
(1985); Kay (1995); Laker (1996); Redclift y Goodman (1991); y Thlesenhusen (1987).
gE I ñ q ñ 3 3 A -e §r É: oE s ? t [- Í - o * b'B- ., i =' ó - -; ó q
Muy a menudo, dicho tecnocentrismo es, también, un etnocentris-
q +ggIi§áq Iq$$?
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ción en las ciudades justificaba, en términos de intereses políticos, mo tecnológico, basado en la creencia en la ineficiencia de las
3F;
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tecnologías locales y en la intrínseca superioridad de todo pro-
óE q óE q áfi*g*
la aplicación de medidas de contención de los precios agrícolas; o
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J 0r
ducto de la tecnología occidental (Konrad, 1980). Sin embargo,
É.x
el prejuicio favorable hacia las grandes explotaciones agroexpor-
-e
+É
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varias décadas de estrepitosos fracasos han llevado al despresti-
r
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tadoras, percibidas como un equivalente rural de la industrializa-
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o
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gio de los clichés desarrollistas, y a una evaluación más rigurosa
3
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ción; por no mencionar el prejuicio sobre los propios campesinos, lÓ,
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MtropoIogia
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E4 Sa§.E
del desarrollo
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r : **áÉiÉii: 9'6'8
de las tecnologías tradicionales. De esta manera, algunos autores
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percibidos habitualmente como atrasados, retrógrados e impro-
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süi$e;-B;'= i á i i o: * I e§
ductivos (Loker, 1996, pág. 75). Víctor Bretón (en este volumen)
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o-P - P o-
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ilustra los efectos de este esquema de modernización rural en das, caracterizadas por criterios como su pequeña escala, por el
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uso de un máximo de materiales locales y de fuentes de energía
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México, país que en su momento encarnó las esperanzas del
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descentralizadas y renovables, por su facilidad de manejo y man-
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campesinado en toda América Latina (con la aplicación de la
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tenimiento, o por requerir una baja inversión de capital: desde esta
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reforma agraria más ambiciosa emprendida en el continente),
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pero que también ha sido uno de los pioneros en la aplicación de perspectiva, toda tecnología aplicada al desarrollo rural debería
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ser ambientalmente sana, socialmente justa, económicamente via-
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la Revolución Verde, y que posteriormente, con la política econó-
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mica neoliberal seguida a partir de los años ochenta, constituye un
- ble y cúlturalmente aceptable (Durán, 1990).
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ü
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El ejemplo por antonomasia de un modelo de tecnología agrí
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ejemplo del actual proceso de depauperación de la agricultura
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cola ajen á todas estas consideraciones es el de la Revolución
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campesina
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i+gÉ;
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Uno de los aspectos más discutidos del desarrollo rural desde Verde, dériomináción cuando menos irónica para una filosofía del
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ó
desarrollo rural que excluye a los segmentos más pobres de la
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la crisis del paradigma de la modernización es la tecnología Una
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crÉ*e+siaiiu ;c [ñ
dilatada tradición dentro de la teoría económica ha venido privile-
o- * ? co 5 a + Í {'d i-e 3 S e i
ó-
pesinado, y que ha generado un dramático proceso de involución
i
giando la innovación tecnológica como la variable independiente
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ecológica durante las últimas décadas (Bull, 1982; Cleaver, 1973;
3s
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Conway, 1990; Hobbelink, 1987; Perelman, 1976; Sweezey y
o- u
dola en algo así como un Deus ex machina del cambio social, a
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3
Faber, 1990; Yapa, 1993). La acción combinada del paquete tec-
fl Qi§.¿il
?
nológico formado por semillas híbridas, fertilizantes químicos y pes-
qE
o 6 a ?.8 3
como el marco ecológico, el funcionamiento de los mercados
3 e Hs- ñ á a ticidas, ha tenido unos efectos mucho menos milagrosos de los
i 'i; ii f
+a=Eñ uñ=üiE
i= BD so c=^r" i",a€
que se habían pregonado durante los años sesenta. Actualmente,
i
contexto cultural. Esta concepción reduccionista y mecanicista del
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cambio social y/o económico, calificada por algunos autores
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Mundo» (aunque todavía hoy numerosas agencias oficiales o inclu-
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co» (Norgaard, 1994), todavía hoy puede ser detectada en deter-
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48 49
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premisa según la cual la introducción de un determinado paquete embargo, algunos de sus efectos más graves, como la erosión
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genética provocada por la introducción de las semillas mejoradas,
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tecnológico, independientemente de los límites del ecosistema
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o el alarmante número de intoxicaciones o patologías asociadas a
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var sustancialmente el nivel de vida de la población campesina. la ingestión de pesticidas químicos (véanse Bull, 1982, y Sweezey
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por ejemplo, para Greslou (1990), el sistema de conocimiento del
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campesinado andino y el de los agrónomos parten de dos con-
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braderos de cabeza durante bastante tiempo.
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cepciones antagónicas del manejo de los recursos fitogenéticos,
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!L E .!!.
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El desastroso balance de la Revolución Verde para el campe-
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caracterizándose la primera por un enfoque holístico, centrado en
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sinado del Tercer Mundo, ha estimulado una profunda reflexión y
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la biodiversidad y la adaptación al ecosistema local, por contraste
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la búsqueda de modelos alternativos de desarrollo rural, social y
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g
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con el carácter analítico del enfoque agronómico, que prioriza la
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ecológicamente sostenibles. La respuesta más coherente ha sido
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Antropologia
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del desarrollo
homogenización y la artificialización de los cultivos. Van der Ploeg
la llamada agroecología, cuyos planteamientos han recibido una
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(en este volumen) analiza, por su parte, el papel de la metáfora en
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8 á: Afi ¡--'Iiñ
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&:;;_Y;gE
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É + ¡i
creciente aceptación en América Latina durante la última década
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los sistemas andinos de clasificación y comprensión de los recur-
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(véanse, entre otros, Affel-Marglin y PRATEC, 1998; Altieri y
-< t\
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qr
t 1¿;É;=3üE
sos naturales, y la complejidad de las estrategias campesinas de
IÉ
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Yurjevic, 1991; Durán, 1990; Rengifo, 1991; Rengifo y Kohler,
=
producción; pero este conocimiento campesino es percibido
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J
1989; Rist y San Martín, 1991;Toledo, 1992; Toledo, 1993). La
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e
9- I q b,?íH,i
como un «obstáculo para el cambio» por el personal técnico, por
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!9 !+ ? o D. + X r
agroecología ofrece un nuevo enfoque del desarrollo rural que
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entrar en inevitable conflicto con las formas de «planificación
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pretende compatibilizar la productividad agrícola con variables
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científica» de la agricultura. El artículo de Van der Ploeg nos ofre-
como la estabilidad biológica, la conservación de los recursos
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3uüiisIti!ueiEaÉÉ
gá
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ce un excelente ejemplo etnográfico de la Revolución Verde, que
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naturales, la seguridad alimentaria y la equidad social, recurriendo
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5::.8
ó--o
desde una irresponsable prepotencia hacia las poblaciones bene-
+lEg;
qo
a estrategias como la recuperación del conocimiento local, la
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ficiarias de sus proyectos, continúa extendiendo sistemas de pro-
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diversificación de cultivos y variedades para minimizar los riesgos
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3
ducción que incrementan la dependencia económica local y
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o la adopción de medidas de conservación y regeneración de
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contribuyen a aumentar la vulnerabilidad frente a riesgos agríco-
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agua y suelos. Algunas de sus formulaciones más radicales (asu-
i
ii
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las y fitosanitarios.
c,g;litÍÉ*iü3{
"nE-E
-q:
midas por algunas ONGs andinas) van, sin embargo, todavía más
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O = o. N F I
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Por último, uno de los cambios más remarcables de las
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sociedades campesinas e indígenas latinoamericanas durante
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antropocéntricas e individualistas de la ciencia occidental, y reivin-
=Pd
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É ii =
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las últimas décadas ha sido su creciente familiaridad con el fun-
i
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dicar el carácter ritualizado y comunitarista de la Weltanschauung
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s
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cionamiento del sistema político nacional o de la economía
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indígena, aun con el evidente riesgo de incurrir en una visión
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ñ-
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internacional. Esta familiaridad se ha traducido en el surgimien-
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esencialista e idealizada (Rengifo, 1991).
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to de un nuevo liderazgo campesino e indígena acostumbrado a
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r o c N ? o = ñ ¡
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de la compleja y potencialmente conflictiva relación que se esta-
fi:-rl+3ü3;
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q
sus luchas y la alianza con determinadas ONGs y colectivos del
I
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r ú E;;'p á 'u
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Norte pueden convertirse en una forma de presión sumamente
* E ;etáüB;
i;ÉE*
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efectiva (Varese, 1995). Esto no significa que la relación entre
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a trabajar y tienden a infravalorar la experiencia de los campesi- 50
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organizaciones populares locales y ONGs no esté exenta de
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nos; pero esta relación, que los técnicos suelen percibir como una
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riesgos: aunque las ONGs aspiran en teoría a convertirse en la
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EFÉ;
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transferencia unidireccional de información y tecnología, repre-
Eáiil
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vanguardia de la sociedad civil (pretensión que ha sido severa-
r;X*ol-§)=
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6).-!!O'^'r
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mente cuestionada por algunos análisis, véase Arellano y Petras
5:
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[1994] y Petras [1997]), en la práctica, determinados estilos de
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trabajo de carácter dirigista o paternalista pueden llegar a asfi-
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xiar el crecimiento de aquellas organizaciones populares de
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Er§ +;- + d ñ *
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base a las que dicen apoyar (Starn, 1991). Pero en cualquier
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caso, es indiscutible que algunos de los movimientos latinoame-
I ; § ; a
X.-l i -[ ló
6 e p'á.3
ricanos de base indígena o campesina más combativos durante
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=
la última década, como el fenómeno zapatista en Chiapas, las
s*
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P
+>
Bibliografía
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0¡
G¡
: +í;:
-g
=
movilizaciones indígenas en Ecuador o el Movimiento de los Sin del
EÍ ¡
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-JqilgAE_qo-fEñ BB B
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nal canalizado por ONGs, ya sea en forma de cobertura logísti-
Ge 6 Ei -q
.E
ca y mediática, o a través de la presión ejercida desde el exterior
E
r I f F F il 8:
giitX&od?BiSۖ
sobre los respectivos gobiernos.
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q,+
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"
El propósito de estas páginas ha sido esbozar una perspecti-
-+áÉ*s
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va panorámica de las principales líneas de análisis y discusión
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referentes a la temática del desarrollo que han sido exploradas
desde la antropología durante las últimas décadas. La revisión de
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la literatura anteriormente reseñada, así como de los diversos
ÉIei+f,518_d
üE;
É; rse€E
estudios que integran la presente obra, demuestra que la antro-
sa1 3€ Bs
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E-g
Abdel-Malek, A., «Del desarrollismo a la búsqueda de la
+§*§+sÉ¿i:t§flÉrEgü$
o)
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iIiE §#
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!Eóvé>p§+H§1iq,s,:E¿F
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pología, pese al viejo estereotipo que la identificaba como una
e';+ft3
N; .ó u;- d ¡ 13 g = g t^
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civilización», Civilización: configuraciones de la diversidad, México,
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d
5Fñq
disciplina romántica y exotista, desconectada de la realidad con-
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Para decir «sí», para aprobar o aceptar, los brasileños dicen «no»:
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contextos, los brasileños enriquecen su conversación.
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Sin embargo, al decir «desarrollo» mucha gente está ahora
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diciendo lo contrario de lo que quiere transmitir. Todo el mundo se
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de connotaciones —y condenada a la extinción—, están transfor-
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mando su agonía en una condición crónica. Desde el cadáver sin
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enterrar del desarrollo, se han empezado a propagar todos los
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tipos de peste. Ha llegado el momento de desvelar el secreto del
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desarrollo y de verlo en toda su crudeza conceptual.
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1. Artículo publicado originalmente como una entrada, titulada Development (págs. 6-
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25), de la obra compilada por Wolfang Sachs, The Development Dictionary. A Guide to
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2. Si no se indica lo contrario, las cursivas son del autor, que las emplea a menudo con
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del texto, tal como también se hace en la traducción (N. del t.).
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La invención del subdesarrollo
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paron y se metamorfosearon con éxito doscientos años de cons-
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Al final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos era una
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proposición política y filosófica de Marx, empaquetada al estilo
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formidable e imparable máquina productiva sin precedentes en la
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historia. Ocupaba sin disputa el centro del mundo. Era el amo.
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Todas las instituciones creadas durante esos años reconocían Cultura ydesa oesartono de calar tanto en las mentes populares como en las intelectuales
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este hecho: incluso la Carta de Naciones Unidas se hacía eco de de vista de la durante el resto del siglo xx.
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la Constitución de Estados Unidos.
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Así pues, el subdesarrollo empezó el 20 de enero de 1949.
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Pero los americanos querían algo más. Necesitaban hacer Ese día, dos mil millones de personas se convirtieron en
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completamente explícita su nueva posición en el mundo. Y querí-
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an consolidar esa hegemonía y hacerla permanente. Con dicho de ser lo que eran, en toda su diversidad, y se metamorfosearon
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propósito, concibieron una campaña política de escala global que
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en un espejo invertido de la realidad de otros, un espejo que los
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ostentaba claramente su sello. Incluso concibieron un emblema
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empequeñece y los envía al final de la cola, un espejo que define
apropiado para identificar dicha campaña. Y eligieron cuidadosa-
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simplemente su identidad —que es en verdad la de una mayoría
mente la oportunidad para lanzar a una y a otro: el 20 de enero de heterogénea y diversa— en los términos de una estrecha y homo-
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1949, el mismo día en que el presidente Truman accedió a su geneizadora minoría.
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cargo, se abrió para el mundo una nueva era, la era del desarrollo.
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Truman no fue el primero en emplear dicha palabra. Proba-
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blemente fue Wilfred Benson, un antiguo miembro del Secre-
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Debemos embarcarnos en un programa completamente nuevo
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tariado de la Organización Internacional del Trabajo, quien la
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para hacer accesibles los beneficios de nuestros avances científicos inventó cuando se refirió a las «áreas subdesarrolladas» mientras
y de nuestro progreso industrial, de tal forma que las áreas subdesa-
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escribía sobre las bases económicas para la paz en 1942
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rrolladas puedan crecer y mejorar. (Benson, 1942). Pero la expresión no tuvo más resonancia, ni
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El viejo imperialismo —explotación en provecho foráneo— no tiene
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de desarrollo basado en los conceptos del trato justo democrático mente retrasadas».3 También en 1944, Arthur Lewis
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se refería a
(Truman, 1967).
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la brecha entre naciones pobres y ricas. A lo largo de la déca-
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Al utilizar por primera vez en tal contexto la palabra «subdesa- en documentos de Naciones Unidas. Pero sólo adquirió
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referirse discreta o inadvertidamente a la era de la hegemonía virulencia colonizadora.
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considerada indigna, llamada subdesarrollo. Cuando Nyerere pro-
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rebelaba; convierte la participación en una trampa manipuladora
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ponía que el desarrollo fuera la movilización política de un pueblo
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para involucrar a las gentes en luchas por obtener aquello que los
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poderosos les quieren imponer, precisamente lo que Fals Borda y
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locura que supondría perseguir objetivos sentados por otros—,
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cuando Rodolfo Stavenhagen propone hoy el etnodesarrollo o el Rahman querían evitar.
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desarrollo con autoconfianza —consciente de que necesi amos
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Una metáfora y su tortuosa historia
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usar visiones prestadas y foráneas—, cuando Jimoh Omo-Fadaka
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sugiere un desarrollo de abajo arriba —consciente de que todas
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increíblemente poderosa. Nada hay que se le pueda comparar en
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del cual se liberan las potencialidades de un objeto u organismo,
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rrollo y el uso de esa palabra con restricciones y salvedades,
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hasta que alcanza su forma natural completa y deviene un ser
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como si estuvieran caminando por un campo minado, no parecen
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caído en tal condición. Para aquellos que hoy suman los dos ter-
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cual los organismos alcanzaban su potencial genético: la forma
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hasta otra concepción de transformación en que el movimiento
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mismo y en la cultura propia, esa confianza que pide Stavenhagen;
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A, E.
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era hacia una forma cada vez más perfecta. Durante este período,
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los políticos. Convirtió la historia en un programa, un destino nece-
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«desarrollo» de manera intercambiable.
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más que una forma social entre muchas, se transformó por defini-
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La transferencia de la metáfora biológica a la esfera social
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ción en el estadio terminal de una evolución social unilineal. Este
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aconteció en el último cuarto del siglo xvlll. Desde 1768, el funda-
3
-ó
estadio llegó a ser considerado como la culminación natural del
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dor de la historia social, el conservador Justus Moser, utilizaba la cultura ydesa-
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palabra Entwicklung para aludir al proceso gradual de cambio
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de vista de la
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lógica. En consecuencia, la historia fue reformulada en términos
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E
antropoloáia
social. Cuando hablaba de la transformación de algunas situacio-
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occidentales,
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nes políticas, las describía casi como procesos naturales. En 1774,
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La metáfora del desarrollo confirió hegemonía global a una
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5 9
Herder empezó a publicar su interpretación de la historia univer-
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genealogía de la historia puramente occidental, robando a las
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sal, en la cual presentaba correlaciones globales mediante la com-
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paración de las edades de la vida con la historia social. Pero fue
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o-
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5.8 i +É
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formas de su vida social. La secuencia vernácula —el desarrollo es
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más allá de esta comparación al aplicar a sus trabajos la noción
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posible tras el envoltorio- 5 se invirtió con la transferencia. Las
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organológica de desarrollo, acuñada en las discusiones científicas
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leyes científicas tomaron el lugar de Dios en la función de envol-
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de su época. Utilizaba, así, con frecuencia, la imagen del germen
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ver, definiendo el programa. Marx rescató una iniciativa factible,
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para describir el desarrollo de las formas de organización. Hacia el
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basada en el conocimiento de estas leyes. Truman hizo suya esta
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percepción, pero transfirió el papel de primer motor —la condición
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trató de combinar las teorías de la naturaleza con la filosofía de la
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primum moyens— desde los comunistas y el proletariado, hasta los
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te. Según él, el desarrollo histórico era la continuación del desa-
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sentados por Stalin y Lenin.
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n, empezó a formar parte del lenguaje ordinario durante el siglo
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siguiente, con lo que la palabra «desarrollo» fue acumulando una
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un verbo reflexivo. El autodesarrollo se puso de moda. Entonces,
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so. Y unas pocas décadas más tarde, se abrieron todas las posibi-
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En 1860, se publicó en Alemania la Enciclopedia de todos los
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hombre tiene o conoce». La palabra, decía Eucken en 1878, había
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4. Juego de palabras: development is possible after envelopment,
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que la impone a las demás culturas como una especie de Renvniture» forzosa y que se
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un violento poder colonizador, del que no tardaron en hacer uso quiere única (con to que el envoltorio precederá al desarrollo para todos los no
o
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vocablo que designaba un concepto cuyos contornos eran tan
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Entre 1875 y 1900, se publicaron en inglés libros cuyos títu-
gig
gd ó g Q n
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T]
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+? tii§; FI H
PBq'=:ft;F
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precisos como los de una ameba. Ahora, es un mero algoritmo
i?;il3iqf
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los aludían al desarrollo de la Constitución ateniense, de la nove-
i=lO-33S-*i
i
§
u?
cuya significación depende del contexto en el que se emplea.
o ; y-6!?
la inglesa, del sistema de transporte de Estados Unidos, del
{ f á f Ú^
ó;
á: d--q
Puede aludir a un proyecto de viviendas, a la secuencia lógica de
-
§E! t $;
matrimonio, de la crianza de los hijos y así sucesivamente.
3.-§
;
un pensamiento, al despertar de la mente de un niño, a una parti-
.9 a 3
Algunos autores preferían el vocablo «evolución» en los títulos de
+;
i
á;
da de ajedrez o al crecimiento de los pechos de una adolescente.
qE
sus libros que estudiaban temas que podía ir desde el termómetro
gf
6'; i ñ-
cutturaydesa.
3 do d
- d- <
Pero, incluso si adolece de una tal falta de precisión, se encuentra
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rrollo: el punto
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E
i-=
a la idea de Dios. Otros preferían «crecimiento», pero incluso ellos
r+; É;
de vista de la
3aE
firmemente asentado en la percepción popular y en la de los inte-
* ed3ágá =dE+B
antropología
E
utilizaban «desarrollo» en el texto como el principal término opera-
8€: 1i
:
lectuales. Y siempre aparece como una evocación de una red de
S
tivo (Rosenthal, 1984).
j | ; É-
&§s e
lE ág
significados en los que la persona que lo utiliza se encuentra irre-
ry
E
g F
*
Para el principio del siglo xx, se extendió un nuevo uso: «desa-
q-;3-§EE
= úd -d 1a
3 U+H; I
mediablemente atrapado.
+¿8,=i á;IS*a
á e3
rE§+i3
[
*§É üBsi¿;r+;;;=Í83#f
rrollo urbano», que, desde entonces, se ha mantenido para desig-
r
I
o -_ Éñp iÉ[:;;
o, g T =§.I
t
o o ;i.:-o
El desarrollo no se puede desvincular de las palabras con las
9,
: it3+!
[;
t
nar la reformulación del entorno urbano, basada en el bulldozer y
+-i.AE.;
ii:3lS;
r
t
en la producción masiva e industrialmente homogénea de espa-
ii*;
+: similar, aquellos que hoy utilizan el vocablo no pueden librarse de
+ A + +€ g.
-{-fi
cios urbanos e instalaciones especializadas. Pero este uso espe-
fB
iii
una maraña de significados que confieren una ceguera específica
$Éft
B
q; Ái -u
cífico, una anticipación del trumanismo, no consiguió establecer la ]
á5 s,q *- [ie:'§ Y
?
o,:
a su lenguaje, su pensamiento y su acción. No importa el contex-
e
ItI+ii;É+gsá§iir
imagen generalizada que hoy se asocia a la palabra. s 0 eq
a$e*áñ
qs?=;{efaUqBI
B
to en que se emplee ni la connotación específica que le quiere dar
&
)ra ¡D ñ
ó
i; ri q q;;É4§Éág+l
I r..<o
a
*ilÉ+,gÉeeira
7=odroJiÚ=g.,.-+.,o1.«,Ñ1.O-c."=ñbY::o-o<
j qe-5.il
la persona que lo usa, la expresión resulta calificada y coloreada
[Éa+r=3Ér*É[+ire
a
!,+
t=
y - o o, o o o:.< o':
p áH u_,*3rvr'^gFBa,g
11,
con significados tal vez no deseados. La palabra siempre implica
i3f§§ iFfü
ñ
.I&1=ü*;ü
ficado diferente. Cuando, en 1939, el gobierno británico transfor-
. THE-, un cambio favorable, un paso de lo simple a lo complejo, de lo
3FF
ñ §,: a';u. a á
s
liC,i 1á§
mó su Ley de Desarrollo de las Colonias en Ley de Desarrollo y
lrH
s i H r; s q r á: 9;
inferior a lo superior, de lo peor a lo mejor. La palabra indica que
_
_l U 3 "E
I r 1*
ó- í ;io-o-<-o-áo
uno lo está haciendo bien porque está avanzando hacia una meta
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B
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lo que no son. Es un recordatorio de una condición indeseable e
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B&ñ.
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indigna. Para escapar de ella, necesitan que las experiencias y
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sueños de otros los esclavicen.
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fiiE3ss¿r"tg;r;á Eálilir3q,Ñq;B¿
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Colonizando el anticolonialismo
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ó
había sustituido con una nueva palabra lo que ya estaba allí: retra-
x !lpr-o 3Frsñá'E
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PT?u:e-]+ +dga a,1
o'_tlá'3
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=aB6á'
a
so o pobreza. Según ellos, los países «atrasados» o «pobres» se
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En el grandioso diseño del discurso de Truman, no había sitio para
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o. : {
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i§ +fr§i€EF+$E,E+3í
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ñE xI qí r3 g'g'E;
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3 á sr! +qfiB-
:3giá,61;á+3;.
encontraban en semejante condición debido a los pillajes produci-
=!
o- i -i f Í o l !D
eesqE&fr EA=5¿+TÉ€trfl
ús
precisiones técnicas o teóricas. El emblema definía un programa
5-a 1;!
., d sQ -E
dos en el proceso de colonización, y a la violación continuada a la
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::F?f]lr;*-=e¿*-=efiñs*++.o,0úásr
-i f +¿PE:
consciente de la llegada de Mao, buscando en la evolución un
; A á ¿, - -.::
ñ I= q s,4q-=o;-ióód=
3 I F $ & §r c r, ? 3 rT 3a^;--1 qE I i
que los sometía la explotación capitalista, a nivel nacional e inter-
s
antídoto contra la revolución, una estrategia en la tradición de
q,Eáñ+ü.Eq:B;tr:6qiÉ$?Fea
Culturay des~
o
d HE =o,':S+*rs
Bt:
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malloelpuro nacional: el subdesarrollo era la creación del desarrollo. Al adop-
q,;
Herder, mientras, simultáneamente, adoptaba el ímpetu revolucio-
q q=
devlsta dea
tar acríticamente la perspectiva a la que querían oponerse, su
.g
ó
antropología
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nario con que Marx había dotado a la palabra. El diseño de Truman
=
+6-3:
=áqr,
A;i.aq1
eficiente criticismo de la ambigüedad y la hipocresía de los pro-
;;;sE+33Er+á+ ;ñgiq
o 1ñ3=
i:+
o
= -+.3+-d.F 31+s'?
¡
utilizaba a veces el desarrollo en el sentido transitivo de los admi-
c
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motores occidentales del desarrollo insufló un carácter virulento a
*,&ñ:e
=.
9
nistradores británicos, con el fin de establecer claramente la jerar-
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la fuerza colonizadora de la metáfora. ¿Cómo ignorar, dijo Marx en
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quía de las iniciativas que promovía. Pero podía pasar sin dificultad
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a un uso intransitivo del término, en la mejor tradición hegeliana.
1 4f r s:I
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cisamente al yugo inglés por un ejército indio, mantenido por la
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[3 ü=
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Como se dio por descontado que el propio subdesarrollo
f a \ o D -i' o
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o -r o q tP
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propia India»?
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estaba ahí fuera, que era algo real, empezaron a aparecer «expli-
pinFi*eá
3 Siii
i,[ü.=ái,
Ú
=
q
ü q =-r
e
caciones» del fenómeno. Empezó inmediatamente una intensa
desarrollo ilustra hasta qué punto ha sido considerado como algo
I
ü
s
búsqueda de sus causas materiales e históricas. Algunos, como
ÉrEI ;á;H
3t
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real, concreto, cuantificable e identificable: un fenómeno cuyo ori-
co o
1
p
g
iE'=
=Bqi
á
gen y modalidades pueden ser objeto de investigación. La palabra
B
3
q
=É
ñ ¿ !I ü
el contrario, otros hicieron de éste el centro de sus elaboraciones
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:=€E;,ño-oó=ñ=-* 4
define una percepción. Ésta se transforma, a su vez, en un objeto,
ñ
q
o6-d--=-.'=
Égíi=tIgz¡
y describieron en minucioso detalle la explotación colonial en
f
.
un hecho. Nadie parece dudar que el concepto aluda a un fenó-
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Ü:E
É
=l ñ g
33
-i'
todas sus variaciones, así como los procesos de acumulación pri-
Io 3*"EE
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if-€á:15 >$ I3 niñí €'r
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meno real. No se dan cuenta de que es un adjetivo comparativo
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or,, Bpñ S
á
mitiva del capital. También se empezó a prestar una atención
Iii
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=tsq-=3
= Ái-o I
D f -u x f
cuya base es la asunción, muy occidental pero inaceptable e inde-
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ár:;3.[9'
pragmática a los factores internos o externos que parecían ser r= r-o
y-x
€.[:$,,i
-É
y
mostrable, de la unicidad, la homogeneidad y la unilinealidad evo-
ou,e-o-=
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lutiva del mundo. Hace alarde de una falsificación de la realidad
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g= R+;5
intercambio desigual, dependencia, proteccionismo, imperfección ; E
sáE.ü ác >o lF
o ) 3:
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del mercado, corrupción, falta de democracia o de iniciativa
:
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empresarial...
s€q E Éq X.,H
áFB ñ f; S
:eá;§,:: }§r
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sustitución por uno de sus fragmentos, aislado de los demás,
o j is,
=
o= R
fp-si;A
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En América Latina, el Cuerpo de Paz, el Programa del Punto
H $;3 *f;3
o
I
a=ó*oFD; J.
=ñ;ñ
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como punto de referencia general (Wolff, 1982).
o"o o x cñ
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popular y ahondaron la incapacidad creada por tal percepción.
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Inflación conceptual
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Pero ninguna de esas campañas es comparable a lo que, en el
s E E-
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icj_:D+ d,
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mismo sentido, consiguieron los teóricos latinoamericanos de la
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El desarrollo —que había sufrido la metamorfosis más radical y gro-
-í o-
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tesca de su historia en manos de Truman— se empobreció aún más
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a criticar todas y cada una de las estrategias desarrollistas pues-
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en manos de sus primeros promotores, que lo redujeron a creci-
a
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é * y g a, & I I { a s i { B i + il i p H ; "á
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la pobreza. Como muchos otros, estaban intentando desarrollar en
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É;^[*á*
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_e::-=r$"iq.$ ; da ;i§dea q: tfl *= +§rH
cillamente en el crecimiento de la renta per cápita en las áreas eco-
S i É d. á á i'fr
los países «subdesarrollados» los servicios básicos y «las profesio-
I^ ié:á
nómicamente subdesarrolladas. Era la meta propuesta por Lewis en
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nes de atención o vocación social» que se pueden hallar en los paí-
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1944 e insinuada por la Carta de Naciones Unidas en 1947.
ses avanzados. Estas preocupaciones pragmáticas, así como
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En 1955, el dictamen de Lewis —«Primero se tendría que
algunos tempranos y penetrantes vislumbres teóricos que iban
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hacer notar que lo que nos interesa es el crecimiento, y no la dis-
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Cultura ydesa- más allá de la visión dogmática de los cuantificadores económicos,
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tribución» (Lewis, 1955)— reflejaba el muy generalizado énfasis
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de vista de la se veían, sin embargo, ensombrecidas por la obsesión general, y a
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en el crecimiento, que impregnaba todo el campo del pensamien-
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cualquier coste, por la industrialización y por el crecimiento del
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to desarrollista. Paul Baran, con mucho el más influyente de los
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PNB, que dominó los cincuenta. Prevalecía el optimismo. De
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economistas del desarrollo encuadrables en la izquierda, escribió
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acuerdo con los índices estadísticos y con los informes oficiales,
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en 1957 sobre la economía política del crecimiento, y definió el
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tanto la situación social como los programas sociales de estos paí-
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crecimiento o desarrollo como el incremento de la producción per
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ses estaban mejorando continuamente. Siguiendo la sabiduría con-
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cápita de bienes materiales (Baran, 1957). Walter Rostow, que
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vencional, ese progreso no era sino la consecuencia natural de un
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causó una honda impresión en el público y en el pensamiento ins-
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rápido crecimiento del PNB.
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titucional, presentó en 1960 su «manifiesto no comunista», como
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Esta evolución no eliminó la controversia endémica entre los
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una descripción de los estadios del crecimiento económico, asu-
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cuantificadores económicos y los especialistas en servicios socia-
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miendo que esta única variable podía caracterizar a toda la socie-
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les. Los Informes de la situación social preparados periódicamen-
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trataban de mucho más que de un crecimiento económico corto
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de miras, pero su énfasis reflejaba el espíritu de los tiempos... y el
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pués, en el objeto de un examen sistemático. El Consejo Social y
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Económico de Naciones Unidas (ECOSOC) recomendó en 1962
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descripción de las «condiciones sociales existentes» y sólo inciden-
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Naciones Unidas (1960-1970) establecían que:
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5. Baran asumía que el crecimiento económico siempre implicaba una profunda transfor-
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mación de las estructuras económicas, sociales y políticas de la sociedad, de las organiza-
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crecimiento, sino el desarrollo... El desarrollo es crecimiento más cam-
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ciones dominantes en la producción, la distribución y el consumo. Pero igualaba tanto el
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bio (añadían). El cambio, a su vez, es social y cultural al tiempo que
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económico, y cualitativo tanto como cuantitativo... El concepto clave
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nes limitadas y arbitrarias de los estadios del crecimiento económico, pero encontraba que
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dicha generalización podía ser la (lave para afrontar los desafíos contemporáneos. debe ser la mejora de la cualidad de vida (UN, 1962).
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rrollo, que restringían sus metas a indicadores cuantitativos
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La creación del Instituto para la Investigación del Desarrollo
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Social de Naciones Unidas (UNRISD), en 1963, es en sí misma más o menos irrelevantes. Robert S. McNamara, presidente del
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una ilustración de las preocupaciones de ese período. Otra yeso- Banco Mundial, planteó claramente la cuestión en 1970. Tras
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lución del ECOSOC, en 1966, reconocía la interdependencia de reconocer que una alta tasa de crecimiento no había traído
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los factores económicos y sociales, así como la necesidad de consigo un progreso satisfactorio en el desarrollo operado
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armonizar las planificaciones social y económica. Cultura ydesa- durante la Primera Década, insistió en que los años setenta
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deberían contemplar algo más que burdas medidas del creci-
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A pesar de este cambio gradual, a través de toda la Primera
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Década del Desarrollo de Naciones Unidas, se continuó perci- miento económico (McNamara, 1970). Pero «el destronamiento
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biendo el desarrollo como una senda definible en términos de del PNB», como se conoció a esta cruzada, no llegó muy lejos:
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crecimiento económico, que pasaba por diferentes etapas, y que no fue posible un consenso, ni internacional ni académico, alre-
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tenía en la palabra «integración» la consigna que vinculaba los dedor de otra definición.
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aspectos económicos y sociales. En los años sesenta, tal como Mientras, en la Primera Década, se había considerado separa-
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damente los aspectos económico y social del desarrollo, la
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lo reconoció posteriormente el UNRISD, se veía el desarrollo
social en parte como una precondición para el crecimiento eco- Segunda implicó la mezcla de ambos. Se tenía que formular un
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nuevo paradigma, el de la integración, después de reconocer la
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nómico, en parte como una justificación moral de este último y
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de los sacrificios que conllevaba (UNRISD, 1979).
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En cualquier caso, al final de la década, muchos factores con- aspectos económicos y cambio social. La Estrategia de Desarrollo
tribuyeron a apagar el optimismo acerca del crecimiento económi- Internacional, proclamada el 24 de octubre de 1970, llamaba a
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una estrategia global, basada en acciones conjuntas y concentra-
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co: las deficiencias de las políticas y procesos en curso resultaban
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más conspicuas que al principio de la década; los atributos que das en todas las esferas de la vida económica y social. Con todo,
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requerían integración habían ampliado su distancia; y quedaba el punto de inflexión no fue la Estrategia, sino una resolución casi
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simultánea de Naciones Unidas que establecía un proyecto para
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claro que el crecimiento rápido se había acompañado de un
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mostraban más inclinados a reconocer los aspectos sociales planificación, «que integraría completamente los componentes
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como «obstáculos sociales». La evidencia estándar impregnaba económicos y sociales en la formulación de políticas y progra-
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los cuerpos oficiales: mas». La inclusión de componentes debía asegurar que:
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efecto secundario—, o bien incluso crea directamente de alguna mane-
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ción para participar en el proceso desarrollista;
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siado obvio y demasiado urgente para pasarlo por alto (UN, 1971).
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c) se fijase la equidad social como objetivo explícito, incluyen-
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do el logro de una distribución equitativa de los ingresos y de
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«de seguir muchos caminos diferentes hacia el desarrollo», así como
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ron controvertidos y decepcionantes al mismo tiempo. Su crítica
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de las ideas y métodos del desarrollo económico que habían pre-
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un enfoque unificado, evolucionó de hecho en la dirección opues-
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En 1975, La Séptima Sesión Especial de la Asamblea General
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un tiempo, cada «problema» siguió una carrera independiente,
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sobre el Empleo, la Distribución de Ingresos y el Progreso Social,
concentrando tanto la atención del público como de las institucio-
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los Patrones de Uso de Recursos, Medio Ambiente y Desarrollo, patrocinado por la
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que el propósito del desarrollo «no debería ser desarrollar cosas, sino UNEP-UNCTAD, en Cocoyoc (México), en octubre de 1974.
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población mundial. El Enfoque proponía la idea de tratar directa-
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esta concepción conduce a la disolución de la mismísima noción
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Mundial la encontró particularmente atractiva dado que aparecía brada el año 1978.
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como una secuela natural de sus experimentos con los «grupos
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Cultura y desa- Alguien llamó a la siguiente década, los ochenta, «la década
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Desarrollo
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desarrollo se hallaba concentrada en los pobres rurales y los
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cuatro tigres asiáticos, prevalecía el pesimismo. El «proceso de
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En el Sur, el redesarrollo también exige desmantelar lo que dejó
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ves tecnológicos y sociopolíticos. Más bien, el redesarrollo implica de los rompecabezas conceptuales que caracterizan su empeño.
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último y definitivo asalto contra la resistencia organizada al desa- global de Desarrollo Humano en 130 países». El método: combi-
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como lo prescribió la Comisión Brundtland. 0, si no, aquellos que deados durante el período que va desde 1960 hasta 1988, tras
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sarrollo verde y democrático. Pero en la interpretación dominante,
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sentar «objetivos sociales viables» para el año 2000.
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se concibe explícitamente el desarrollo sostenible como una iNo les faltó coraje al adoptar el patrón PNB per cápita en
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pensaban que la esperan-
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estrategia para sostener al «desarrollo», no para apoyar el floreci- dólares reales! Los autores del Informe
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reconoce y opta por una solución simple: un refinamiento técnico
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capaces de transformar el descubrimiento en un prejuicio popular,
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Unos años antes del discurso de Truman, justo cuando la gue-
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en una perogrullada evidente por sí misma para todo el mundo.
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Hoy, el «sentido común» está tan inmerso en el estiló de pensar
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mación (Polanyi, 1944). Este autor estaba convencido de que el
3. +
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económico que ningún hecho cotidiano que lo contradiga parece
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determinismo económico era un fenómeno del siglo xix, de que el
suficiente para provocar una reflexión crítica sobre ese carácter
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sistema de mercado distorsionaba violentamente nuestra visión
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atribuido a la realidad social.
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Cultura ydesa-
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sobre el hombre y la sociedad, y de que tales distorsiones se esta-
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rrallo: el punto
La escasez tiene connotaciones de falta, rareza, restricción,
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ban mostrando como uno de los principales obstáculos para la
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antropología
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deseo, insuficiencia o, incluso, frugalidad. Dado que todas estas
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solución de los problemas de nuestra civilización (Polanyi, 1947).
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connotaciones, que aluden a condiciones presentes por todas par-
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En consecuencia, Polanyi documentó cuidadosamente la historia
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tes y en todo momento, se han mezclado ahora con las denotacio-
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o-
3
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económica de Europa como la historia de la creación de la econo-
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nes económicas de la palabra en tanto que terminus technicus, el
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mía en tanto que esfera autónoma, separada del resto de la socie-
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prejuicio popular sobre la universalidad de la economía, con su inse-
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Pocos han entendido que la «ley de la escasez» formulada por
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económica, sino más bien al contrario: el mercado era el efecto de
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los economistas, y que hoy en día aparece en todos y cada uno de
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una intervención consciente, y a menudo violenta, del gobierno. En
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los libros de texto, no alude directamente a las situaciones comu-
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los años que siguieron, Polanyi puso los cimientos de la historia
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I
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nes que la palabra denota. La repentina falta de aire puro durante
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económica comparativa.
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un incendio no es escasez de aire en el sentido económico.
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Tras él, muchos otros siguieron esta senda, reescribiendo la
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Tampoco lo es la frugalidad que un monje se impone a sí mismo,
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ni la insuficiencia de energía de un boxeador, la rareza de una flor
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ideas. Louis Dumont, entre otros, ha mostrado que el descubri-
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miento de la economía a través de la invención de las ciencias
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económicas era, de hecho, un proceso de construcción social de
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Los economistas interpretaron la «ley de la escasez» como la
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átg ideas y conceptos (Dumont, 1977). Las «leyes» económicas de los
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3:
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forma de denotar una presunción técnica fundamental, aunque
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economistas clásicos no eran más que invenciones deductivas
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sociedad económica— en axiomas universales destinados a llevar
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confrontamos con lo que sabemos sobre las sociedades y cultu-
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versalidad de esta presunción.
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documentadamente y con detalle culturas en las que presupues-
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tos no económicos gobiernan las vidas y que rechazan el postula-
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En estos nuevos comunes, se dan formas de interacción social
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do de la escasez siempre que se plantea entre ellos (Sahlins,
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que no existían antes de la Segunda Guerra Mundial. Ello no quie-
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1972; Clastres, 1974). Los llamados marginales —esos hombres y
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re decir que las gentes que ocupan estos espacios nuevos no
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mundo económico— encuentran apoyo en esa tradición, ya que
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de comunes, de comunidades e, incluso, de culturas enteras que
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continúan desafiando los presupuestos económicos, tanto en la
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resultaron destruidas por la forma de interacción social, económi-
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teoría como en la práctica. Por todo el mundo, descripciones de
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de vitaláeá ca, industrial. Tras la extinción de sus regímenes de subsistencia,
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todo un conjunto de experiencias de esas gentes están tratando antropología
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probaron distintos sistemas de acomodo a la forma industrial. Sin
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de ganarse un lugar en las estanterías de las bibliotecas, pero no
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embargo, ni la sociedad industrial por sí misma, ni los remanentes
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encajan bien con ninguna de las clasificaciones sociales filtradas
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de las formas tradicionales que trataron de adaptarse a ella,
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a través de las lentes de los economistas.
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pudieron culminar con éxito el mencionado proceso de acomodo.
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Este fracaso es la condición previa de las invenciones sociales
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§ cuya consolidación y florecimiento han sido todavía más estimula-
Los nuevos comunes9
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dos por la llamada crisis del desarrollo.
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Para las gentes de los márgenes, el desengancharse de la
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Para el hombre corriente que habita los márgenes de la esfera eco-
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lógica económica del.. mercado se ha convertido en la condición
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nómica —o para la mayoría de personas que hay sobre la Tierra, si
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misma para la supervivencia. Se ven forzados a confinar su inte-
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la invasión económica de sus vidas. No son luditas.10
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dominios externos a los espacios en los que organizan sus modos
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su resistencia como una reconstitución creativa de formas básicas
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cadenas económicas. Así, en sus vecindades, pueblos, aldeas o
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vencia en una sociedad económica, hoy están recontando las
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barrios," han creado nuevos comunes que les permiten
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vivir según
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bendiciones que hallaron en dichos refugios, a la vez que trabajan
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Al equiparar la educación con los diplomas, siguiendo la defi-
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se puede traducir como «el común", f l§o."-e: nición económica del aprendizaje, les faltaban maestros y escue-
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y recursos
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las. Ahora, después de reincrustar el aprendizaje en la cultura,
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poseídos y explotados conjuntamente por un colectivo formalizado y territorializa
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o la gozan de un flujo constante que enriquece sus conocimientos,
asamblea de vecinos, puede recibe tal nombre. La desaparición
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de .las estructuras
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con alguna ayuda por parte de amigos que les llevan experiencias
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apartado (N. del t). 93
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Al equiparar la salud con la dependencia de los servicios
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ingleses opuestos al proceso de industrialización
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que, a principios del siglo xix (sobre todo entre 1811 y 1816), se agruparon en
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bandas y
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médicos, les faltaban doctores, centros de salud, hospitales,
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protagonizaron revueltas en las que destruían la maquinaria. Fueron llamados asi
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de un tal Ned Lud, supuestamente un perturbado mental que en 1779 destrozó
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medicamentos. Ahora, tras volver a reconocer la salud como la
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tricotosas. En la lengua inglesa, Luddite
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al progreso, sobre todo a su cara tecnológica. capacidad autónoma para enfrentarse con el medio ambiente,
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11. En castellano, en el original (N. del t.).
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están regenerando su propia capacidad curadora, beneficiándo-
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des desafíos y tensiones para todo el mundo, pero también ofre-
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se de la sabiduría tradicional de sus sanadores y de la riqueza
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ce oportunidades creativas de cara a la regeneración, una vez que
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de la capacidad curativa de su entorno. En este campo, también,
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la gente descubre el apoyo que pueden ser los unos para los
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con la pequeña ayuda de sus amigos, cuando algo, más allá de
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otros.
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La lógica básica de las interacciones humanas en los nuevos
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ración externa.
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comunes evita que aparezca en ellos la escasez. La gente no
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Desarrollo
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Al equiparar el comer con las actividades técnicas de la pro- Cultureydesa-
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asume fines ilimitados, ya que sus fines no son más que el otro
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rrollo: el punto
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ducción y del consumo, asociadas ala mediación del mercado o
P:ZsiiEiH;;
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de vista de la
q;IlqF]-\L=c
*3e.ü[(á!El
lado de sus medios, su expresión directa. Si sus medios son limi-
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YE¡,HbÉEleé-g iti
i:tá?=í[i
ñ$t§gE;9,
antropología
a=*Bi=ÉlE q
;+;?+3á?'?
sE
del Estado, les faltaban ingresos y padecían escasez de comida.
s E ñ; d o ]* r t o-i i= 1E á'a-*q:
1EI
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tados, como lo son, sus fines, sus objetivos, no pueden ser ilimita-
-
«?
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Ahora, están regenerando y enriqueciendo sus relaciones internas
q.; tñ
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3 13131
dos. En el seno de los nuevos comunes, las necesidades se
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üÉe3::e
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u
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y con el entorno, volviendo a nutrir sus vidas y sus tierras. Y, en
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definen con verbos que describen actividades que materializan
3 (D
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general, se las están arreglando bien con las carencias que toda-
:
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deseos, capacidades e interacciones con otros y con el medio.
3 ñ 5 9
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q+; ileH É
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vía les afectan, como consecuencia del tiempo y del esfuerzo
- Las necesidades no se separan en «esferas» diferentes de la rea-
oo-.-.*.i
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o ai a.9'rn o
necesariamente invertidos para reparar el daño hecho por el
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lidad: las carencias o expectativas en un lado, aquello que las
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desarrollo, o de su incapacidad temporal para escapar de las inte-
3:
satisface, en otro, reuniéndose ambas merced al mercado o a la
oE
racciones económicas perjudiciales que todavía tienen que man-
H3
- o o i*rñ tLD_ao_¡ a€
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planificación.
eri-sdi+q€Fiq=Í
rE;;i+Eeq[EBE
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i? §,
Una de las facetas más interesantes de la regeneración que
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jáE:EÉ.
comerciales o renunciar a la adicción al crédito o a los insumos
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se está llevando a cabo en los nuevos comunes creados por hom-
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industriales, pero los policultivos12 ayudan a regenerar tanto la tie-
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bres y mujeres ordinarios es precisamente la recuperación de sus
a=ri?¿aE.nif
ó3&stdEüü383:
o - ñ o h{ á ;
:5 3[E ++:83á:;33;[&
¡€;rBúq;3üI,
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rra como la cultura, proporcionando con el tiempo una mejora de
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propias definiciones de las necesidades, desmanteladas por el
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la nutrición.
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mas de interacción arraigadas en el tejido social, y al romper con
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parten ahora con las gentes que se han visto forzadas a dejar el
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el principio económico del intercambio de equivalentes, están
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centro económico los diez mil trucos que han aprendido para limi- =
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rar formas de comercio que operan fuera de las reglas del merca-
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tiempo que limitan el impacto y el alcance de las operaciones
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comerciales que todavía tienen que mantener, con lo que, a su vez,
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gente que carecía del equipamiento social que les podía capacitar
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El actor principal de la economía, el hombre económico, no
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S'báfP)"
encuentra respuestas viables para afrontar la «crisis» del desa-
¡Éi:+s
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huerto europeo, en el que los cultivos se suelen intercalar en hileras, preparadas de una u con desesperación. Constantemente, queda prendado del juego
En
^-io)Xo
I
::;g'=
otra forma La palabra dpolicultivoa cumple la misma función semántica, evitando esa con-
a'
ú-=^ñ¡
d¿2.¿
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co, que escamotea13 el presente por el futuro, las esperanzas
= 1#
c)
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nuevos comunes, el hombre común, disuelve o previene la esca-
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Este ensayo es una invitación a la celebración y una llamada a la
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de vista dela de las estrategias de los desarrollistas para transformar a los
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antropología
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recientes, la nueva conciencia que emerge de los márgenes
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puede despertar a otras, ampliando las mencionadas coaliciones
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hacia el punto crítico en el que empiece a ser factible la inver-
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Este ensayo es también una súplica. Suplica, en primer lugar,
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La economía de los economistas no es más que una serie de
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comunes y que ofrezcan al hombre común un contexto social más
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sólo se pueden poner en marcha cuando la conciencia pública de
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es la suya' y que toma su nombre de esas bolsas de viaje hechas con tejido de alfombra
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tratan de renovar la política al nivel de las bases.
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Los nuevos comunes, creados por hombres comunes, son los
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heraldos de una era que acaba con los privilegios y las licencias.
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Bibliografía
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Este ensayo celebra la aventura del hombre común.
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de vista de la
antropología
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El desarrollo se ha evaporado. La metáfora abrió un campo
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nuevo de conocimiento que, por algún tiempo, dio a los científicos
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algo en que creer. Tras varias décadas, está claro que este campo
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de conocimiento es una tierra minada, inexplorable. Ni en la natura-
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leza ni en la sociedad existe una evolución que imponga como ley la
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transformación hacia «formas cada vez más perfectas». La realidad
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está abierta a la sorpresa. El hombre moderno ha fallado en su
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es posible actuar aquí y ahora, en el presente, sin tener una imagen Arendt, H. W., «Economic Development: A Semantic History»,
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del instante siguiente, del otro, de un cierto horizonte temporal. Esa
Economic Development and Cultural Change, vol. 26, abril de 1981.
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imagen del futuro ofrece guía, ánimo, orientación, esperanza. A
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hombres y mujeres concretos en sus espacios locales—, a cambio
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Benson, W., «The Economic Advancement of Underdeveloped
de mitos concretos —verdaderamente reales—, se ofreció al hombre
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ción, modernización. También se le ofreció una imagen de futuro (trad. cast: La sociedad contra el Estado, Caracas, Monte Avila,
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1978).
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un mito conservador, si no reaccionario.
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Development», Development Dialogue, n° especial, 1975.
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siguiendo el propio camino, para que cada uno sueñe los sueños
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Illich, Ivan, «El desvalor y la creación social del desecho», Tecno-
política, Doc. 87-03.
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ñado durante los sesenta y los primeros setenta, cuando los planifi-
cadores estaban mucho menos convencidos de lo que hoy parecen
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respecto a la necesidad de acudir a expertos en cuestiones socio-
culturales a lo largo de todo el ciclo del proyecto. Muchos de los pro-
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yectos que revisé acusaban una tendencia a poner el acento en los
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factores técnicos y financieros, mientras se desatendían las cuestio-
nes sociales. En el presente artículo, hago uso de ese estudio, y del
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1. Artículo publicado en la revista American Anthropologist vol 92, n° 3, septiembre de
1990, págs. 723-731, con el título original de "Culture and "Economic Development"=.
Según palabras del autor en el apartado de agradecimientos: "Este ensayo se construye a
partir de las notas para una ponencia, "Dimensiones de Cultura en el Desarrollo"
['Dimensions of Culture in Development"], que presenté en el Simposio sobre la Dimensión
Cultural del Desarrollo, patrocinado por la Comisión Nacional de Holanda para la Unesco, y
celebrado del 16 al 20 de septiembre de 1985 en La Haya, Holanda" (véase Kottak, 1987)
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2. En Kottak (1985) se da cuenta de este estudio de forma más detallada,
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nos financieros y una evaluación cualitativa en términos de una existencia acuática.
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Los teóricos de sistemas, los paleobiólogos y los científicos
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impacto cultural: un efecto positivo en el PNB se puede acom-
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pañar de un efecto adverso en la «calidad de vida». De todas for- sociales han echado mano por igual de la regla de Romer para
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La aplicación de la regla de Romer al «desarrollo económico»
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sugiere que no es probable que las gentes cooperen con proyec-
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4. Período geológico situado en la Era Primaria o Paleozoica, que se inicia hace más de
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no sea nombre propio y que aparezca en una lengua distinta del castellano, todas las cursi-
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300 millones de años (N. del t.).
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vas que aparecen en el artículo responden a estas mismas función y autoría (N. del t.).
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cafeteros en Etiopía y Burundi, ya que estaban dirigidos a un pro-
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llos que producen por dinero, como también difieren de los objeti- ción e incrementaron sus entradas.
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sus patas parecidas a aletas: no forjando un nuevo estilo de vida,
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dos a su vez en la competición por la riqueza y la acumulación de
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6. Movimientos y creencias de tipo milenarista que, en la forma estudiada por los antropó-
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mano de algún mediador más o menos misterioso, que se materializaría, o bien instrumen-
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7. El autor se refiere a ajefes empresariales», no a los jefes tradicionales o politicos, por lo
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que usa boss, en lugar de chief.. Insiste en la pérdida de autonomía que supondría el pro-
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entró en conflicto con las prioridades de los cultivos explotados
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hasta entonces, así como con otros intereses de los granjeros. evaluar el ciclo del proyecto.
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A veces, los organismos promotores del desarrollo ignoran
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(o (D r > .) z ñi'<ro f o D f- .) proyecto no tuvieron en cuenta el aviso del equipo preparatorio
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conflicto con los patrones agrícolas establecidos. Trataba de
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hacer que los agricultores pasasen de cultivos perennes a otros
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anuales en un momento en que el precio de los primeros estaba seleccionada porque las actividades propias del tipo de explota-
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no tenía experiencia en desarrollo agrario y los objetivos del pro- existentes de uso de la tierra. Los planificadores también ignora-
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la región. De forma parecida, un proyecto de irrigación en Oriente como, por ejemplo, la inexistencia de pueblos que aparecían cla-
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Africa Occidental pedía a los agricultores que fumigasen única- desapercibidos hasta entonces, tumbaron las vallas, quemaron los
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vivir en ellas. Y, sin embargo, es precisamente en estas últimas muchos han tratado de moldear las condiciones locales para
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La falacia de la infradiferenciación se refiere a la tendencia a
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en Java (Franke, 1977). Entre los resultados socialmente indesea- contrastes de estatus, riqueza o poder con diferencias a menudo
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los propietarios de botes de vela eran los receptores preferidos ción socioeconómica, donde las diferencias de riqueza y poder
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para la concesión de préstamos para sufragar la motorización de son substanciales y pueden durar toda la vida.
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la equidad. En los proyectos ganaderos que proporcionan créditos
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demostró que era falso. Tenemos que saber más que el nombre
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En un penetrante artículo sobre las estrategias de desarrollo,
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las gentes, de los «beneficiarios» de cada proyecto.
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David Korten (1980) contrasta el modelo de programa o plantilla,
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dan a planificar. occidentales, lo cual abriría supuestamente un abismo entre la
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La eficacia del modelo de proceso de aprendizaje se funda-
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des de tener éxito si se dirigen hacia capacidades y experiencias
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desarrollo por el desarrollo. Los incentivos culturales específicos
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de nivel medio y otras de mayor alcance.
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pueden efectuar recomendaciones a proyectos que fomentan for-
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mas de cultivo intensivo tales como la irrigación o la doble cosecha.
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Podemos generalizar que los más exitosos de dichos proyectos se devisfa deq
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(Kottak, 1985), he propuesto modelos específicos para los proyec-
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encontrarán en áreas densamente pobladas, porque para un uso
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rasgos culturales y demográficos de las áreas seleccionadas.
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1. Los planificadores deberían recurrir a conocimientos compara-
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Tradicionalmente, los campesinos intensifican la producción
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mente apropiados en el diseño para la ejecución.
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4. Los planificadores deberían aprovechar las unidades sociales y
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de ejecución.
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adoptasen un sistema de doble cosecha, empleando la primera para
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5. Más generalmente, se debería involucrar a los beneficiarios
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Bibliografía
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Segunda parte
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3. De la economía política a la ecología
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Como consecuencia de la crisis ecológica global provocada por el
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desarrollado una nueva disciplina de estudio centrada en el análi-
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mencionada destrucción de los ecosistemas. La referida disciplina,
aún en formación, denominada ecología política, constituye un
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campo interdisciplinario de reflexión e investigación. Académicos
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de diversas disciplinas han contribuido a la profundización episte-
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mológica de la ecología política. Quienes trabajamos en el interior
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de la Antropología conocemos que quien por primera vez utilizó el
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término fue Eric Wolf (1972), en un corto artículo titulado «Propie-
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dad y ecología política». Para Wolf, las formas de distribución de
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los recursos naturales y quienes tienen control de dicha distribu-
ción, influyen decididamente en la manera como se usan los eco-
sistemas. Anteriormente, sin utilizar el término «ecología política»,
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Geertz (1963) articuló de manera ingeniosa la presión ejercida por
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la presencia del colonialismo holandés en las islas de Java con el
desarrollo del denominado proceso de involución agrícola. Es decir,
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Sin embargo, el desarrollo de la ecología política no se inten-
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I. El ecomarxismo y la segunda contradicción
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y el posmodernismo no podían eludir la discusión planteada dada
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Tal como se conoce, según Marx, la primera y fundamental contra-
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dicción en el capitalismo es la que enfrenta al capital con el traba-
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segundo lugar, han obligado a discutir las bases no solamente
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de clases y se agudiza con el incremento de la tasa de explotación
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de la fuerza de trabajo y el correspondiente aumento de la plusva-
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lía. A nivel macroeconómico dicha contradicción conduce a las
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denominadas «crisis de sobreproducción capitalista». Una explota-
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ción muy intensa de la fuerza de trabajo implica, entre otros aspec-
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fuerzas productivas en particular—, constituyen temáticas mar-
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tos, una disminución del salario real de los trabajadores; y en
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xistas que deben ser reformuladas. En este artículo pretendemos
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consecuencia, los asalariados no dispondrán de dinero para adqui-
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de algunos de los indicados tópicos. Para ello, hemos dividido el
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No obstante, señala O'Connor, el desarrollo del capitalismo y la
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industrialización obliga a reflexionar sobre la existencia de una se-
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mos la relativamente reciente propuesta de James O'Connor
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gunda contradicción. Como explica este autor, tal contradicción es
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(1989) sobre la segunda contradicción ecológica del capitalis-
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mo. En la segunda, discutimos algunas de las críticas provenien-
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nadero, el calentamiento de la tierra y la deforestación en la
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concepto de la segunda contradicción ecológica del capitalismo.
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Amazonia han cuestionado en primer lugar, la concepción y la
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Tal como se conoce, según Marx, la primera y fundamental contra-
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praxis del crecimiento ilimitado y del desarrollo tecnológico; en
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dicción en el capitalismo es la que enfrenta al capital con el traba-
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segundo lugar, han obligado a discutir las bases no solamente
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jo. Esta contradicción se expresa de manera cotidiana en la lucha
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de numerosas disciplinas científicas sino sobre todo la orienta-
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de clases y se agudiza con el incremento de la tasa de explotación
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ción de numerosas corrientes de filosofía social. El marxismo, en
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de la fuerza de trabajo y el correspondiente aumento de la plusva-
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re revisar sus propias bases teóricas sobre las que se construyó. -,qni:
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denominadas «crisis de sobreproducción capitalista». Una explota-
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La ley del valor y el sentido progresivo de la historia —o de las
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ción muy intensa de la fuerza de trabajo implica, entre otros aspec-
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desarrollar un balance global —aunque obviamente incompleto—
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documento en tres secciones. En la primera sección, analizare-
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(1989) sobre la segunda contradicción ecológica del capitalis-
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mo. En la segunda, discutimos algunas de las críticas provenien-
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nadas condiciones de producción, concepto inicialmente elaborado
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base a una lógica expansiva, competitiva y cortoplacista, la dinámi- los conflictos que ocurren entre las diversas clases sociales en
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ca capitalista deteriora su propia base de reproducción (O'Connor, relación a la distribución de la riqueza o del excedente económico.
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1994). En ese proceso, se generan las externalidades negativas, . La ecología política y en particular, algunas de sus perspectivas
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las cuales constituyen los costos derivados del proceso de produc- como el ecomarxismo y el ecofeminismo, se preocupan de refle-
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ción no asumidos por el capital. La contaminación atmosférica, el xionar sobre los conflictos derivados de la relación de la sociedad
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Ecología
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calentamiento de la tierra, las enfermedades provocadas por dese- con la naturaleza, es decir los conflictos ecológicos (Guha y
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Martínez-Alier, 1997). O'Connor (1989) articula de manera nove-
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quilibrio ecológico, etc., conforman las mencionadas externalidades.
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En determinados períodos históricos el Estado ha intervenido para dosa los procesos de acumulación capitalista y las crisis derivadas
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detener la acción destructiva del capitalismo frente a estas dos de esta dinámica, y las correspondientes contradicciones o luchas
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«condiciones de producción», las cuales de otra forma hubieran políticas con los respectivos mecanismos de explotación de los
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sido totalmente aniquiladas (Polanyi 1989, pág. 217). Igualmente, ecosistemas. La perspectiva teórica de O'Connor ha sido utilizada
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el rol del Estado ha sido significativo en el establecimiento de la en países como Nicaragua, por autores como Swezey y Faber
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carreteras y los ferrocarriles. La acción del Estado ha permitido ses sociales sobre la implementación de pesticidas en regiones
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reducir los costos de la inversión privada, disciplinar la fuerza de tra- algodoneras. Otros autores como Ueta (1989) la han utilizado
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bajo en horarios laborales definidos •e incrementar la tasa de para investigar los problemas derivados del control de la contami-
ganancias del capital privado.
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nadas condiciones de producción abarcan aspectos muy diferen-
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productivos y eventualmente aminorando su capacidad financiera. tes, tales como la población humana y la infraestructura urbana, lo
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O'Connor (1994) resalta que a diferencia de la primera contradic- cual complica la elaboración de enfoques teóricos coherentes. En
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ción, en la segunda no existe un elemento que adquiera la centra- segundo lugar, si bien la contradicción ecológica tiene una autén-
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lidad teórica_que caracteriza al conflicto entre el capital y el tica y fundamental legitimidad teórica en la medida que expresa
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trabajo de la primera contradicción, es decir la lucha de clases. En una dimensión del proceso económico que influye continuamente
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otras palabras, _no existe, en la segunda contradicción,_un único en los ciclos económicos del capital, no se debe ni se puede
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conflicto ecológico que la.tipifique o la exprese de manera exclu- separar del análisis la segunda contradicción de la primera. En
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siva. Los conflictos ecológicos son sumamente diversos en sus 132 realidad, todos los conflictos ecológicos provocados por el capita-
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por la venta de dichos productos, se les presiona a deforestar el
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nar la naturaleza. Martin O'Connor (1994), por ejemplo, explica
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el capital simplemente se ha interesado en utilizar los recursos
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naturales tales como el caucho, el petróleo o también en reclutar
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como en el del trabajo asalariado, encontramos un ejemplo de la
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explotación del campesino por parte del capital y, simultáneamen-
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cies de plantas y árboles, y por supuesto animales,_ ha implicado
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ción—, la acelerada erosión del suelo y el deterioro de la propia
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Il. La crítica de Holland-Cunz
í*;ilHsTáü3s;€ií*rÍilÉHÉBri¡
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cuestionadas por el ecomarxismo. Para ello, esta autora remarca
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al ecomarxismo: determinación social o lógica
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que para Marx el ser humano vive y es parte de la naturaleza, y
B::aaüápFEts''*:;i=l
ní+*qág==§'.
EE:ó ets ;ró-.
propia de la naturaleza
tiE: ir$iEI§$=¡sFis
que ésta es su cuerpo, con la cual tiene que relacionarse en un
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ftfi:tSH$iFrEi3lf,:tÉ+a¡ríá+;
+$+iÉÉiÉiJ[§íEE]É
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proceso continuo si no desea fallecer. Holland-Cunz señala, no
q,Éil[d-[*: *
N:Frgsls::g§4st;
Holland-Cunz (1996) analiza desde una perspectiva ecofeminista
3 e.:
+*iiti€g H g u =+iaif?
De la economía obstante,
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los planteamientos desarrollados por James O'Connor (1989)
d iI I
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Ecololta
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poillica a
un lado, dicha relación se presenta como exclusivamente ántropo-
,:
i.- s üc$Eqí*;aq'_:iE.u'sg.:5ii
la ecologic
sobre el ecomarxismo y, en particular, la segunda contradicción.
* i qE g 3!E $FÉE;
q$$$€e
ó =.='tal
Oka céntrica e instrumentalizadora, dado que la naturaleza aparece
Las críticas de Holland-Cunz (1996, pág. 82) a dicho plantea-
il33 :€
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|
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descrita de forma posesiva. Por otro lado, sin embargo, en el
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miento se basan, en primer lugar, en que O'Connor no otorga ade-
-Í
ÉS;
mismo texto, Marx concibe el ser humano como parte de la natu-
cuadamente a la naturaleza una autonomía o lógica propia interna.
o'Íñ q ií 5 + + ñ ñ i ó ó :o
=
raleza no humana. La naturaleza resulta definida no sólo como
p
En segundo lugar, se sigue considerando a la naturaleza desde un
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objeto sino también como aquel aspecto de la vida que determina
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punto de vista económico, medio de producción humano y condi-
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o posibilita la vida y la muerte de las personas. En esta última
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ción existencial, carente de lógica propia. En otras palabras, a
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interpretación, la imagen de la naturaleza no humana no es exclu-
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sivamente antropocéntrica; la imagen del hombre no se contrasta
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la naturaleza como objeto y como un elemento absolutamente
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de manera rigurosa con la naturaleza no humana (Holland-Cunz,
determinado por las relaciones sociales (Ibíd, pág. 85). Lo que ocu-
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1996, pág. 88).1
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rre es que en la estructura interna de este tipo de teorías, su énfa-
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Coincidiendo con el ecomarxismo, Holland-Cunz también criti-
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sis en las relaciones sociales de dominio y subordinación, dificulta
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ca a un cierto marxismo ortodoxo por su creencia en el progreso ili-
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mitado de las fuerzas productivas o tecnológicas y en el continuo
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incremento de la riqueza, sin tener en cuenta el efecto que genera
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dad-naturaleza (Ibíd, pág. 86). Las leyes propias de la naturaleza no
en la naturaleza, en general, y en los ecosistemas, en particular.
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humana pasan desapercibidas.
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g* r;g;iascs=
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Tampoco se cuestiona el sentido instrumentalista que tiene la rela-
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Holland-Cunz señala que cabría reflexionar e incluso cuestio-
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hecho, Marx y Engels, confirieron al desarrollo de las fuerzas pro-
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ó.¡i.o
tienen las relaciones de la naturaleza humana con la naturaleza no
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ductivas capitalistas un sentido histórico progresivo. La transición
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humana, dentro de la tradición marxista. Para Holland-Cunz, den-
a
del feudalismo al capitalismo permitió el desencadenamiento de
tro del marxismo, y obviamente dentro del ecomarxismo, existe un
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problema teórico-metodológico que radica en que a lá naturaleza
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1. Holland-Cunz remarca que Engels desarrolló una concepción de la naturaleza no
É
no humana no se le otorga un carácter autónomo. Desde un enfo-
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ria bastante más elaborada y apropiada que la de Marx. Para Engels, la materia natural im-
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137
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que estructural lo importante sería considerar la naturaleza como
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136 plica movimiento, actividad dotada de lógica propia, y por lo mismo no tiene el carácter
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ello Holland- Cunz resalta las frases de
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un elemento de carácter independiente, el cual es influido por las rentemente pasivo que le otorgaba Marx. Para
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ig.o
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Engels, quien afirma que «... el movimiento de la materia, no es simplemente el bruto movi-
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9
relaciones que tiene con la sociedad pero a las cuales, a su vez,
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confluencia y dis-
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en-
persión química. vida y finalmente conciencia. (Engels, 1961, pág. 328). Holland Cunz
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aparece aquí claramente dotada de una lógica propia y cuyo movimiento y producción no
É
Igualmente, Holland-Cunz desarrolla una interesante crítica a
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son descritos corno formas de existencia únicamente humanas.
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ciertas afirmaciones de Marx (1966) que se encuentran en los
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nuevas y progresivas formas de división técnica del trabajo nunca
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las derrotas que le inferimos» (1961, pág. 161). Engels fue cons-
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antes alcanzadas. A nivel práctico, únicamente Marx reclamó la
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por el capitalismo a través de una revolución social. A nivel teórico
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agricultura, no se imaginaron que tarde o temprano destruían los
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y en una nota a pie de página en el primer volumen de El Capital,
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centros de almacenamiento de humedad (Ibíd).
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Marx señaló la necesidad de escribir una historia de la tecnología.
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Ecología Globalmente, y a pesar de los comentarios de Engels seña-
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De la economía
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Las externalidades ambientales provocadas por la expansión de
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la ecología
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interesantes pero aisladas o marginales para el conjunto de su tra- lisis no profundizan de manera sistemática en el proceso social
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bajo. Dichas externalidades no fueron introducidas de manera
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estructurada en el conjunto de la economía política.
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una concepción de la naturaleza como un recurso a explotar y a
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interesante y útil crítica al ecomarxismo, centrada en la temática de
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la relación sociedad-naturaleza En gran medida, el problema se ori-
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pueden ser contradictorias. Algunos autores, como Harvey, remarcan
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Una de las claves para elaborar un balance global de las posibles
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que Marx y Engels mantuvieron los criterios elaborados durante la
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contribuciones del marxismo a la ecología política es la teoría de
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la producción marxista y su relación con los procesos ecológicos.
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Cabe indicar, empero, que para Marx todo «...progreso de la
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mar al obrero, sino en el arte de esquilmar al suelo» (Marx, 1979,
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la naturaleza dado que ésta se «venga de nosotros por cada una de
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2. Sin embargo, tal como lo enfatiza Holland-Cunz, el mismo Engels (1961) fue conscien-
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dominamos la naturaleza, tal como un conquistador domina a un pueblo extraño, como al- bución social de los medios de producción dentro del capitalismo
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guien que se encuentra fuera de su cuerpo, sino que con carne y sangre y cerebro forma-
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mos parte de ella. Por ello, según Engels, habrá que eliminar Besa idea absurda y antinatu-
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9.
ral de la contraposición entre espíritu y materia, alma y cuerpo" (Ibíd, pág. 432). mismo de producción, la apropiación social de los valores de uso
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Más aún, y tal como lo remarca Foladori (1996, pág. 134), la
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y de la naturaleza no constituyeron el eje central de su análisis
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(Eder, 1996, págs. 10-15). Todos los efectos ecológicos causados productividad natural del trabajo agrícola en Marx «...constituye
5E'.E +E Bip;
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por el capitalismo conducen a reorientar los estudios de la pro- la base de todo plustrabajo» (Marx, 1981, pág. 813). Igualmente,
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ducción capitalista desde un enfoque centrado casi únicamente Marx fue sumamente perceptivo al señalar cómo diferentes for-
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en la distribución social de los medios de producción y generación maciones sociales se articulan de manera diferenciada con la
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social de riqueza, hacia una perspectiva que también considera al
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Ecología
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capitalismo como un estilo intensivo y extractivo de apropiación determinante para la supervivencia de la sociedad. En dichas
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la ecología
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i,
social de la biodiversidad generada por los ecosistemas. La teoría sociedades la relación con la naturaleza conforma el supuesto
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valor-trabajo de Marx, que analizaremos a continuación, permite estructural cotidiano de la reproducción social (Foladori, 1996,
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nr$3ül§ir[+[tHri5üláÉra+E
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no tanto en los valores de uso. Sin embargo, como consecuencia de la reciente experiencia
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n HE 5É F i EÉ * a g€ i 1r á 3É
ecológica causada por el capitalismo contemporáneo, se requiere
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revisar la teoría valor-trabajo, considerando la centralidad teórica
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que tiene en la teoría de producción marxista. Algunos autores
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1. La ley del valor-trabajo y la naturaleza
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§
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como Leff (1986, pág. 338), argumentan que dicha teoría se cons-
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La ley del valor elaborada por Marx constituye uno de los temas
& s, -o s- a ó * é :5
-l i D g. á
Ió-o ó-:3
das condiciones de producción a unidades temporales y espaciales
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más discutidos, especialmente por los críticos verdes de la econo-
adEE3efi$¿;Ia[3-8.*qs,
Fg
mía ecológica. Para Marx, de acuerdo con esta teoría, la riqueza homogéneas. Concretamente, el concepto de tiempo socialmente
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social es trabajo y, por lo mismo, la plusvalía es apropiación de necesario, elemento central de la medida de valor, el cual a su vez
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3 [6 93 +B
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riqueza —o de valores de cambio— y no simplemente riqueza. Tanto se construye a partir de la relación de explotación capital-trabajo, no
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la categoría plusvalía, como también el salario, y la renta expresan aborda la problemática de la diversidad de los ecosistemas y la
3a+
ñ ., +!p -o-r-o o o-o r-o
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relaciones sociales de producción y, por lo tanto, son categorías complejidad de los procesos socioambientales (Ibíd.). En realidad,
Leff plantea una provocadora discusión sobre la teoría valor-trabajo,
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Ai s{:*gI+;:;;
que no implica el abandono del análisis marxista. Para nosotros, no
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se establece entre el propietario de la tierra y el arrendatario, en obstante, lo importante es señalar que resulta difícil entender la
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sus diversas formas históricas. Marx remarca este aspecto muy complejidad de la diversidad de los ecosistemas cuando a Marx lo
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claramente en el último capítulo del tercer volumen de El Capital. El
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objetivo de Marx fue «desnaturalizar» el capital y las categorías trabajo directo y simple, dado que ello le permitía comprender la
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- socioeçonómicas. Ello no implica que Marx no haya reconocid6-- diferencia entre trabajo necesario y trabajo excedente. En otras
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que la naturaleza produzca valores de uso, conjuntamente con la 141 palabras, si consideramos exclusivamente los objetivos de,.Marx no
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140
sñ r;rd
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población humana (Marx, 1979). Ambos, naturaleza humana y no
rg+§:
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humana, son los auténticos «...creadores originarios de riqueza» forma equivocada, pero sí podemos arguméntar que resulta insufi-
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Por otro lado, la teoría marxista de la producción no incorpora a
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nados con la dinámica de los ecosistemas. Ello ocurre a pesar de
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teoría valor-trabajo de Marx, radica en el énfasis que dicho autor
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que Marx menciona que mientras dure el proceso de venta de la
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otorga al proceso de producción de valores de cambio, y por lo
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fuerza de trabajo, los asalariados enajenarán su cuerpo y mente al
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mismo, a la mercantilización de la fuerza de trabajo y a la contra-
o : &-l e r* _.9 f n:
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5 ó
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siq§iBf ñ6;iaEgn
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es analizada adecuadamente por Marx. Por ejemplo, la percepción
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cultural de los ecosistemas, definida por Rappaport como modelo Edcw pdítica a
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va de los valores de uso de los ecosistemas y su correspondien-
ii*a€
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la eCp~oyía
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3
cognitivo, cumple un rol fundamental en el proceso productivo y en
i;'ó + Y +igiii;
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3
+ 3 3o, d dq.dñ€
te flujo energético (Guha y Martínez-Alier, 1997, pág. 25), no
V
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ii
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la reproducción de los ecosistemas. Los mitos, refranes y cuentos
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fueran analizados sistemáticamente o no constituyan el eje del
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É
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que en las sociedades no-capitalistas constituyen un mecanismo
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enfoque marxista de la producción. Tampoco resulta extraño que,
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teniendo en cuenta los intereses de Marx, no se encuentre una
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y la naturaleza, conforman un patrimonio cultural que posibilitàn la
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iEiIEH{;];i
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i
reflexión, por un lado, sobre el patrimonio cultural que significan
4
reproducción de la sustentabilidad de los ecosistemas y las activi-
ü;;
+
las diferentes percepciones que distintas sociedades tienen
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dades económicas, La misma funcionalidad la tienen los denomina-
ii
*?
i [ +I $4áI I É
p +g
sobre la naturaleza, y por otro lado, sobre las correspondientes
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B,E
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dos modelos operativos, según la terminología de Rappaport,
3
conductas sociales de carácter conservacionista o destructivo
:. = * o & r T
3
rI iE
propios de la ciencia ecológica contemporánea y que procuran una
q l€ á *
?3ggF;
3: BrE e ááE
B q í;**Hñ
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]q 3é.=s ó-0,
rst{€tÉiii[3
descripción exacta de los flujos energéticos de los ecosistemas. Es 3=
3u
1a.
La crítica a los supuestos vacíos teóricos de la economía políti-
=
E'<= I
decir, tanto el modelo cognitivo como el modelo operativo, no cons-
aqQ 3
3
ca marxista tiene un límite indiscutible. No podemos reclamar a
ó
3ó
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r
tituyen parte de la teoría valor-trabajo. Lo que ocurre es que uno y
-- q ó: + 0, r, ó ñ = cj o bj r * Ñ [é
i;
**ü3 i I
quienes elaboraron dicha teoría, lo que a ellos aparentemente no
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=
Ss: = g
tq:ó 8 =
+'€
les interesó sistematizar. Se requiere relativizar históricamente
H Hi5 +;X + &
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3
dichas insuficiencias analíticas: el impacto ecológico del capitalis-
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I
ii
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mo y del socialismo industrial resultó un fenómeno sorprendente y
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contrario, nuestra reflexión sobre el marxismo y la ecología debe
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zar y en aquellos aspectos que metodológicamente pueden consti-
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tuir contribuciones significativas para comprender la complejidad
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de las relaciones entre la sociedad y la naturaleza no humana.
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1975). Por ejemplo, en numerosas sociedades rurales, las muje-
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Temas tales como los procesos de mercantilización, las clases
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sociales, la reproducción simple y la reproducción ampliada, el rol
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143
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del Estado, el problema del poder y la sobredeterminación social de
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la población en su relación con los ecosistemas conforman verda-
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deros aportes al desarrollo de una ecología política. Sobre estos
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2. El proceso de mercantilización
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rras causa un resquebrajamiento de la solidaridad intergeneracio-
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versus tragedia de los comunes
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nal de un grupo étnico determinado. Tal como lo indica O'Neill
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(1993, pág. 39), hasta hace algunas décadas, la tierra en diversas
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Una de las contribuciones epistemológicas más significativas del
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g-..$
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sociedades no-capitalistas era percibida y manejada a través de
5€;4+*A5-a;c31?Ét+i3ÉrEiL,Bq§
trabajo de Marx lo constituye el análisis del proceso de mercantili- o
.,ia sucesivas generaciones como parte de la propiedad común
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zación. En nuestro caso, resulta de particular interés reflexionar
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:aa colectiva de un conjunto de familias, comunidades o grupo étnico.
sobre el impacto de la mercantilización en las denominadas condi- amlagia
R
r
Cada familia o comunidad tenía un sentido de identidad y conti-
"58 iríñ=€-*-
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dones de producción. La expansión de la economía de mercado en
3ñúñf
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ó
nuidad con las generaciones futuras. Dentro de esa lógica las
las sociedades no capitalistas provoca entre otros efectos la mer-
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oqq e
sociedades rurales se involucraban en acciones que garantizaban
cantilización de la mano de obra y de la tierra. La mercantilización en
t
una relación sustentable y armónica con la naturaleza. Sin embar-
+§
las sociedades rurales se expresa, por ejemplo, a través de las con-
=á3
g
go, con la mercantilización de la tierra, tanto la solidaridad entre
e
tinuas migraciones masculinas a los centros urbanos o las planta-
r.
generaciones como la identidad sobre un territorio étnico tienden
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ciones modernas capitalistas. Las migraciones altoandinas a las
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a desaparecer. La tierra se convierte en una mercancía que se
*[;gEÉgi
i
plantaciones cafetaleras o cocaleras de la Amazonía peruana, al tró-
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3
puede comprar y vender, de acuerdo con las circunstancias y el
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pico boliviano, o las migraciones a los núcleos urbanos en Kenia
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cálculo económico de rentabilidad que se formula cada familia por
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(Collins, 1987; Painter, 1995; Little, 1994) constituyen ejemplos
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3
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separado. Si la tierra se puede negociar como cualquier mercan-
i
ilustrativos de dicho proceso. No obstante, las migraciones generan
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r
cía, las prácticas que tradicionalmente han mantenido la sustenta-
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un efecto ecológico considerable. Al producirse la migración mas-
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bilidad de los ecosistemas no necesariamente pueden ser
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culina, sobre todo en períodos de descanso agrícola, se abandonan
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rentables a corto plazo. Lo que predomina es la rentabilidad eco-
i
los trabajos de construcción y mantenimiento de la infraestructura i
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nómica a corto plazo y no la reproducción de la sustentabilidad de
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agrícola tales como los canales de regadío y las terrazas agrícolas.
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los ecosistemas a largo plazo.
Las indicadas migraciones obligan a las mujeres a extraer leña, a
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:
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r
En ese sentido, el análisis del impacto ecológico de la mer-
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ó P - =u É s E r
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cantilización permite comprender el denominado fenómeno de la
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tragedia de los comunes, de una manera más acertada que la
3.
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pastoreo y la sobreutilización de los recursos del bosque. Asimismo,
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6:
3 ág 9 s
misma explicación elaborada por Hardin (1968). Para este último
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tal como lo hemos mencionado, las migraciones masculinas condu-
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autor, por ejemplo, el sobrepastoreo de las tierras comunales ocu-
cen a que, en numerosas ocasiones, sean casi exclusivamente las
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o-
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rre como consecuencia de un incremento de la presión poblacio-
g:
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nal y de una lógica individualista que busca ante todo el beneficio
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individual y no el interés colectivo. Hardin propone, entre otras
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medidas, la privatización de las tierras comunes como solución a
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lina, en el proceso de mercantilización de su fuerza de trabajo, es la
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primera en perder el vínculo con la tierra y con los conocimientos
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zación —es decir, la mercantilización— de la tierra la que provoca la
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ción. Bajo la influencia de una economía de mercado, si los pasto-
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cuya racionalidad se orienta sobre las necesidades familiares,
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res sobreutilizan los comunes o extraen leña en exceso, o los
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diato familiar o personal que colectivo. Es decir, las estrategias
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modificado su racionalidad económica de subsistencia, articulando
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sus unidades productivas al mercado. El impacto sobre sus estrate-
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3. Expansión del mercado y lógicas
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nalmente se orientaban predominantemente a la satisfacción de
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económicas versus formalismo
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§,
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necesidades familiares, y que Marx denominó «economías de repro-
§
§
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ducción simple». El desarrollo capitalista expande una lógica de
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Polanyi argumentó que en las sociedades donde el mercado
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era la institución predominante, la economía se encontr aba
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petencia capitalista continuamente requieren renovar sus formas
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sa — embedded, utilizando su propio término inglés— en una serie
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de patrones de comportamientos o normas sociales y culturales.
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Las actividades económicas se restringían por acuerdos que
se Wood, 1987). La lógica económica de dichas instituciones
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i
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tas se guía por cálculos definidos a corto plazo, opuesta a las nece-
o.
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o , !'1 o
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sidades de sustentabilidad de los ecosistemas cuyo tiempo de
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nes limitaban la producción al tamaño de la familia nuclear
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mas posee un ciclo bastante más largo. Por ello, las instituciones
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tales límites han existido. Más aún, y es lo que a nosotros nos inte-
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dicha racionalidad, lo importante es remarcar que,
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en numerosas
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ocasiones, y sobre todo cuando se trata de socied l y el trabajo, por
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s'e;.66[f,§iii $§ §áf,8Ée:ff:a;
ades indígenas
o + H h'l
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el de las relaciones de definición (Beck, 1995,
ñ ;E ñ s E + [ E i ñ [s * 3 É A
estas últimas, se trata de la desigualdad que existe
Do\ o
=E;
q-Dqfgí+Ég-oD
ción con la naturaleza suele ser sumamente compl entre quienes
eja. Por ejemplo,
1;.ó o
controlan y ocultan la información científica y legal
a pesar de que el mercado ha penetrado en relacionada a
las economías de
=.<
los peligros inherentes a la sociedad de riesgo
:(o o.:l # e€
diversos grupos étnicos de la Amazonia peruana, y aquellos que son
se mantiene un
.discriminados en el flujo de la mencionada
1ü; $: *s
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=e,q!
§
Ecoiogla
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información. Para
= = EÉ* I
espacio de producción de valores de uso, una de
$iqiáóFg._=3EqEÉ¿Ef
iü?fi$E
cuyas caracterís-
^=
ó
Beck, tanto las relaciones de producción como
=
ticas más importantes es el uso diversificado de las de definición
o ói*ü -. i¡j i:
los recursos natu-
implican relaciones de poder como también desigu
;.X
qrrÉ 3,ÉAE 3; ? *: ; tp
rales basado en un conocimiento sofisticado del aldad en la dis-
bosque tropical
tribución de la riqueza No obstante, remarca
i*§
húmedo (Bedoya, 1995). Las diferentes formas Beck, los cambios
de expansión capi-
profundos producidos por la sociedad de riesgo
s
[$g¡
talista, a través de la expropiación del territorio étnico significan un
o a través de
B
la economía extractiva del oro, tampoco han elimin cambio cualitativo en la forma como se expresan
ado la existencia las relaciones de
srHy:Cg+3*3t-r+1
g_
ó-
qj
_=* +I 3
poder y, por lo mismo, debe enfatizarse la impor
B=FHE
de ciertos límites culturales asociados a dicha produ tante función que
cción de valo-
cumplen las relaciones de definición.
=ié]f
res de uso, lo cual conduce a un uso del ecosis
ie*$r$EE*rIaiI
*:1' óagq.=$
tema restringido a
3 : o-
+ K cr- Á * x. -.-- ni
s
Resulta indudable que para ciertas sociedades
a;
las necesidades del grupo familiar nuclear o extens industrializa-
;
o (Ibid.).
8
das y para algunos grandes complejos urbanos
á
3
en el interior de
[[ílü;qqr
#3§$nFüi+ifl
-$
_eI^
q f 5E igEs,E E B:B a
las denominádas «economías emergentes» como
*srñ:-$sE*sE -$
3, ''ñ. á ; d ;x l.A
F;ür3E¡;*á;
oa. **:uas$+;; Ü
las de Brasil,
iso ÉsÁ§
3ó
o
4. Las clases sociales y el is pueden resultar
rol del estado
versus las relaciones definic ilustrativos. La observación de Beck sobre la
ü;$3uut-aó="48
"[:9-lEi:Eq*f
ig+Er;i*iAÉii
ionales existente dualidad
?#§3ÉÉf$atr
B
entre las caducas instituciones jurídicas y la magn
=EE=arssE--dii
B;qfr+#sá;fiÉ
ó f
5s;eá§Éflfl+
= 5e
rnnáEÉi9á3i
e
de los accidentes ecológicos, constituye una reflex
Otro aspecto, últimamente marginado en las cienci ión importan-
as sociales, es
p,
éaóo
te. Sin embargo, creemos que de ninguna mane
E fr i g *;;
del Estado en el
tarse el siempre complejo análisis de clase
e3 §E#o+r§'*;i
=i:gt;i = i 3 9= r>s
manejo de los recursos naturales. Recienteme ." En sociedades
nte, algunos auto-
i S
rurales tales como la misma Amazonia brasileña,
EAP9 P
A§ESqjeg
d
res tales como Beck (1994, pág. 135) señalan los Andes boli-
que en el tránsito
9.?, o ; " §
vianos, peruanos y ecuatorianos, las relaciones
d
<
+;3ü[;
de una sociedad industrial a una de riesgo, y contradicciones
:ü
caracterizada por
que se dan entre los productores rurales y los
üá
inmanejables e imprevisibles catástrofes ecológ comerciantes,
Ii€
O-
icas, los conflictos
E
ó
entre los dueños de estancias ganaderas y los
de clase han dejado de tener la importancia que asalariados, entre
anteriormente se
eP¡!ror'q)!
d:
ó
1
e
le adjudicaban.3 los colonos y los aserraderos conforman autén
l3
a*i;+d: il,
Los accidentes nucleares o la contaminación ticos conflictos de
a
clase. Más aún, dichas contradicciones provocan
á
-f
!
:
3
=.X§)
+-rrEÁo+
ambientales.
írir3+B
-ñ'Éñ=rr
J
+s,o
i+6
les por igual. Más aún, debe complementarse
^cco
i[iÉásá
nsié";-'-H:
en unos casos o
+-
o"
3Ep3€39¡
sá;?=g*n
148
ie-8[tTÉ
¡i:llaiÉ
sustituirse en otros el clásico análisis de las relacio
nes sociales de 4. Un aspecto cuestionable del análisis de Beck es
b E l "-e-! q
! c
lo que, por ejemplo, ocurre con la distri-
ñdqs6'3;
5H EE
r ñ16;
6xi'"ó-;:=
bución en el espacio de los barrios residenciales.
gá¡?rá{i
9ñq1+il;
Los grupos de mayores ingresos se ubi-
3. Según Beck (1994, 1995), aunque el sislema
;XE.c:;g:
de clases no puede considerarse desa- can usualmente en lugares alejados a los centros
de riesgo —centrales nucleáres, petro-
='r
oUóRq-ói
parecido, en la nueva sociedad de riesgo las estructu químicas etc.— mientras que los sectores menos
ras industriales basadas en estratos, pudientes se localizan en sectores
i;Éf
familias nucleares y
clases sociales han cedida frente a una confusa cercanos a dichos centros. En otras palabras, tampoco
a
suma de individuos. en las regiones industrializadas de
+ii-
Las instituciones sociales han dejado de ser dependi los países ricos y pobres se puede ignorar el análisis
+ab
entes de las clases sociales y han pa- de clase. Igualmente, debe conside-
sado a ser dependientes de individuos rarse el racismo ecológico, que consiste en ubicar
los residuos contaminantes de los paí-
'a: ses ricos en países pobres.
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políticas institucionales. Usualmente, en estos conflictos, el Estado
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trabajan los colonos de las tierras tropicales del Brasil conforma un factores que explican la expansión del cultivo de coca. Sin embargo,
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elemento que permite y facilita su expropiación y posterior expul-
¡ los problemas derivados del intercambio desigual, los cuales pose
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coca. casoejemplo adi-
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directa o indirectamente con el cultivo de la
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sificó y aceleró aún más el proceso de deforestación y destrucción
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de, la biodiversidad. Por último, un aspecto también relacionado con la coca, donde se
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como el rol del Estado, es el concerniente al cultivo de la coca en la el consecuente impacto ecológico, es la política represiva implemen
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Amazonía Alta peruana. La expansión cocalera en la región del Alto tada por el gobierno peruano dirigida al narcotráfico, la guerrilla de
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entre los productores rurales del Alto Huallaga y los intermediarios del verdadero carácter de la agricultura de roza y
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comerciantes —privados o estatales— que adquirían sus productos cocaleros han respondido a la erradicación de sus cultivos, migrando
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regiones del Sudeste asiático, tales como Tailandia, la política con-
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millones de habitantes puede ser potencialmente más complicado
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construcción de carreteras en regiones tropicales, generando migra-
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que uno de 6.000 millones. Asimismo, el control únicamente
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ciones de campesinos y destrucción del bosque (Hafner, 1990, pág.
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voluntario de la natalidad o la reducción promedio del número de
87). En síntesis, observamos una interacción entre el Estado, la cultural de la
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social enómica y
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estructura de clases y la forma de extracción del excedente. Todo hijos puede facilitar la promoción
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del Sur.
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este conjunto de elementos, en los ejemplos señalados, influyen en población femenina, sobre
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el manejo de los recursos naturales.
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correspondientes políticas de control de la natalidad radican en la
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interpretación que de ellas se pueda efectuar. Para ello resulta rele
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5. Determinación social de la población vante analizar la influencia del neomalthusianismo
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versus neomalthusianismo demográficas de los países pobres en
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(1995) argumenta que la política demográfica conservado-
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Recientemente, biólogos como Paul y Anne Ehrlich (1993), en su
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libro titulado «La explosión demográfica, el principal problema ecoló-
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relaciones sociales y la perspectiva de la mujer en sus derechos
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de una redistribución de la riqueza como principal medida para resol- procreativos. Schultz señala
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exceso poblacional se basa
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ver los problemas del hambre y de destrucción del medio ambiente,
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de los problemas mencionados (Ibíd., págs. 9-10). Para ambos auto- variables se define como -
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adquiera el conjunto de las relaciones sociales.
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Teóricamente, se formula un cálculo matemático y objetivo que
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más serios problemas ambientales tales como el calentamiento glo-
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estratégicamente ignora la determinación social de los datos cal-
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bal, la lluvia ácida, la merma de la capa del ozono, la erosión del suelo,
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culados. De esta forma, la demografía aporta el grado deseado de
etc. Dentro de esa lógica neomalthusiana, numerosas instituciones
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«cientificismo» al discurso político conservador. Seguidamente, se
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nes industrializadas vienen implementando una serie de programas almo excesiva
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define a la población supuestamente considerada
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destinados a controlar el crecimiento poblacional, utilizando, entre
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Tal como Schultz (Ibíd., pág. 118) indica, generalmente
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5. En India, por ejemplo, Pujol y otros. (1992, pág. 236) señala que las mujeres son coac-
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informan que, en Brasil, varios millones de mujeres han sido esterilizadas mediante presio-
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nes diversas, como por ejemplo condicionar su acceso al mercado laboral. Igualmente, en
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Perú también se han practicado esterilizaciones bajo diversos métodos engañosos. En de-
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finitiva, las medidas de presión y coacción están dirigidas exclusivamente a las mujeres y en virtud de las estructuras sociales existentes, son marginados o
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de la población como biomasa existente más allá de los Individuos
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excluidos de todas las formas de acceso a los recursos. Las men-
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y la sociedad, y que corresponde a una etapa decisiva en las téc-
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cionadas estructuras sociales son consideradas como fenómenos nicas desarrolladas por el poder a finales del siglo xv11, «...que ya
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naturales e inmutables.
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no comprendía sólo el derecho soberano sobre la vida de sus súb-
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ditos, sino que se extendía a una optimización de la vida a través
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mentalizable en manos del poder económico y político y en la que
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de intervenciones demográficas» (Ibid.).'
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se puede incidir sin provocar cambios en la economía ni en_la La causa de que la población pueda constituir un auténtico pro-
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estructura del poder, omitiendo de esta forma otra variable que es blema ecológico, no radica en el mayor o menor número de perso-
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la del consumo (Muñoz, 1997, pág. 13). Cabe enfatizar, tal como lo
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nas sino en la racionalidad económica de las diferentes formas de
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producción y sistemas sociales. En otras palabras, nuestro argu
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neomalthusianismo, que justamente es el consumo ilimitado de mento es exactamente el opuesto al desarrollado por los biólogos
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los países ricos —el 20 % de la población mundial— que usufruc- y demógrafos neomalthusianos. En realidad, existe una sobrede
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túa el 80 % de los recursos disponibles, lo que constituye el gran terminación social y económica de la forma como la mayor o menor
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exceso de consumo y despilfarro. Empero, la política demográfica
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presión poblacional ejerce presión sobre los recursos. Algunos
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ejecutada por los países ricos no incide en la variable consumo,-lo
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ejemplos relacionados a los países del Sur, de carácter histórico y
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cual implicaría un cambio en la lógica institucional del mercado. otros contemporáneos, pueden fácilmente ilustrar esta hipótesis.
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Por otro lado, ciertas políticas de control demográfico de los paí- En primer lugar, Denevan (1992) ha documentado de forma con-
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ses del Sur, implementadas por algunas instituciones públicas o
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tundente que antes de la colonización portuguesa y española, la
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totalidad del territorio de la Amazonia era poblada por más de diez
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una práctica centrada en actividades de control de la natalidad sin millones de personas. En la actualidad, las cifras demográficas en
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lugar, se asocia aumento de población con incremento de pobre- nientos años. Lo significativo del caso es que en el período anterior
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a existía una población numéricamente superior que manejaba los
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^pág. 12). En segundo lugar, al no cuestionarse las existentes desi-
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sente un número relativamente inferior de personas viene destru
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falsa política de protección del medio ambiente. La población pre-
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siona sobre el ecosistema provocando un agotamiento de los 7. Las patiuteC demográficas veriae•en relación al context° socioeconómico internacional
co5 las muleros han podido acceder desde hace tiempo a los méto-
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ven políticas pronatalistas. Existe preocupación por el descenso de los índices de natali-
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dad. Elio puede provocar serios *cuellos de botellas en los mercados laborales. En
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en ese sentido, los argumentos de Foucault sobre la construcción ertos sectores empresariales qu
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obra calificada. ciara posibilidad puede eventualmente generar probte as in acion ejér- r
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6. Cabe resaltar que esta práctica, que se limita exclusivamente a las actividades de con- los
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ry; -o
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el incremento
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trol de la natalidad, no constituye la política de todas las instituciones de desarrollo. para n capital, produiditr
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cito +ndustdal de reserva, q
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Numerosas ONGs en diversos países pobres hacen difusión sobre prácticas anticoncepti-
tine necesidad estructural del capital.
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vas pero a ello acompañan otro tipo de labores productivas que facilitan una mejora en las
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yendo el ecosistema amazónico (Hecht y Cockburn, 1989). Se
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Iv. Comentarios adicionales
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decididamente a un irreversible proceso de disminución de la capa- te antropocéntrico respecto a la naturaleza no humana; y por otro
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(1987), en base a revisar una serie de casos regionales de degra- social de la presión poblacional sobre los recursos naturales,
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que su posición parecería verse más y más afianzada con el acto
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mismo de la crítica que ha venido padeciendo. ¿Es posible verlo el caso, a condiciones transnacionales, nacionales, regionales o
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como un componente social entre muchos? [...] ¿Qué pasaría si el socialmente los discursos significativos de la diferencia —cultural,
[ i14,uÉl
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capitalismo resultara ser un conjunto de prácticas dispersas ecológica, económica, política— y los modos como dichos discursos
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Ecología
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naturaleza y
sobre el paisaje, que han sido consideradas frecuentemente
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la naturaleza pueden operar en la articulación de alternativas. Esa antropología
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del lugar
como iguales, por conveniencia y en flagrante violación de la de la globalización examinaría las múltiples maneras de construir
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diferencia observable? Si podemos repensar radicalmente cate- hoy en día la cultura, la naturaleza o la identidad, así como la pro-
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gorías como sociedad o subjetividad, produciendo una crisis de ducción de diferencias a través de procesos histórico-espaciales
.,.8 JgE,{
identidades individuales y sociales allí donde previamente se pre-
nA+6
que no son únicamente el producto de fuerzas globales —ya sean
i
+D
=
§
sumía un estado de fijeza, de quietud, ¿no podemos concederle éstas el capitalismo, las nuevas tecnologías, la integración de mer-
también su crisis de identidad al capitalismo?» (Gibson y Graham, cados o cualquier otra—, sino que también están ligadas a los luga-
lEi
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*
1996, págs. 260 y 261). Lo mismo puede decirse acerca de la res y a su defensa. Es importante hacer visibles las múltiples
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naturaleza. lógicas locales de producción de culturas, identidades o prácticas
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¿Es posible, entonces, aceptar que el posdesarrollo ya está - económicas y ecológicas, que están brotando incesantemente
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y siempre ha estado— en continua re/construcción?, ¿que los desde comunidades de todo el globo. ¿Hasta qué punto plantean
g b.ó., 3 +óB á_5
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lugares siempre se están defendiendo y recreando, y que siempre retos importantes, y quizás originales, al capitalismo y a la moderni-
i r*:- = -i; g*ilÉÉq§
g p ó 6.;
están surgiendo diferentes economías?, ¿que no sólo se pueden dad eurocéntrica? Es más, una vez visibles, ¿cuáles serían las con-
3[§tÉi15;
documentar prácticas ecológicas alternativas, sino que se está diciones que permitirían que prácticas locales determinadas
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luchando por ellas en muchos sitios? Por nuestraparte, y en tanto crearan estructuras alternativas que les proporcionaran una opor-
que analistas, atreverse a considerar seriamente estas preguntas
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N
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necesidad concomitante de contribuir a una política de represen- «cuestión de las alternativas». Para Dirlik, la supervivencia de las
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culturas centradas en lugares quedará asegurada cuando la glo-
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3
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lugar una gran cantidad de experimentación, por lo que se refiere bal, es decir, cuando se reintroduzca, en términos sociales y
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conceptuales, la simetría entre lo local y lo global; podríamos
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diferentes como centros de análisis y preparación de estrategias
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204 205
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traducir el conocimiento local en poder y cómo, a su vez, este para la acción. Una simetría semejante requiere otra paralela
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conocimiento-poder ha de plasmarse en proyectos y programas? ente las abstracciones modernas y la vida cotidiana, así como
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¿Cómo pueden las constelaciones locales de conocimiento y poder demanda tener en cuenta el contexto, la historia y la estructura.
o 5.3:
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o 3
tender puentes hacia formas expertas de conocimiento cuando De todas formas, en última instancia, imaginar y realizar órdenes
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a
É
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resulte necesario o conveniente? ¿Y cómo pueden ampliar su significativamente distintos requiere «proyectar los lugares en
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de ecología alternativa frente a las ecologías imperiales de la
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espacios para crear estructuras de poder nuevas [...] de manera
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naturaleza y de la identidad propugnadas desde la modernidad
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que incorporen los lugares en su misma constitución» (Dirlik,
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capitalista.
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1997, pág. 39), liberar imaginarios no capitalistas en la configu-
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Finalmente, es en la intersección de los modelos locales de
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$ 1+: É g
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ración de economías y estructuras económicas, y evitar la nor- naturaleza y economía con la teorización de racionalidades pro-
1
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malización de !as culturas locales por parte de las dominantes, de
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ductivas alternativas donde podríamos encontrar un marco de
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3 ó a 3'á l*á ^ 4 ]
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Olugar de yla
6
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tal forma que las primeras puedan convertirse en fuerzas vitales
a{E-q
Eccluge trabajo más amplio en el que situar los debates acerca de la
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reluraleza
§-
naturaleza
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y políticas efectivas. Para que todo esto ocurra, los lugares se sostenibilidad ecológica y cultural, Este marco más amplio nece-
iBQ: 3ijüi;Ad:ú9.,,^io
lugar
( = i$3.
deben «proyectar a sí mismos en los espacios que son hoy el
f ó*lá:Éf,Éóiií9qÍ9'"
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sita: nuevas formas de pensar las intersecciones entre lo global
;I3o-E;á:áe=áó;
a-
3-
dominio del capital y de la modernidad» (Dirlik, 1997, pág. 40).
éaBi¿óB=ii:a:Bo-3@(D-:
y lo local, contribuciones semejantes a las arrojadas por las teo-
o ., úó..= ó
Algunos movimientos sociales están mostrando el camino con su
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o l1iÉ,:
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redefinición de la relación entre naturaleza y sociedad, entre lo
E*áuüsgE5í,
la innovación locales, así como de su relación con el conoci-
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cultural y lo político.
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miento global, formal; una reinterpretación de las reivindicacio-
d; T
[
r
Esto no implica en absoluto la reificación de los lugares, las
ó * - zi 6-ó.
nes de los movimientos sociales por lo que se refiere a la
ñ [t*q
f + r á! I ls €; * n
culturas locales y las formas de no-capitalismo como realidades
p,
defensa de los modelos locales de la naturaleza y de los territo-
e s + 2-'
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E?
i 3*Fu.4€iIiÉÉaÉ;EisÉéE
rios biológicos con productividades biológico-culturales especí-
igál-I:H
s 1a o!
p 3, =t6-ó_r ñ
(D qo
las culturas locales es desestabilizar los «espacios más seguros ficas (Varese, 1996; Leff, 1995a); y nuevas ideas y nociones
ge*;E=tl5;
= =:rü+3tEdi;
del poder y de la diferencia marcados por las perspectivas geopo- sobre formas de gobierno de base, asentadas sobre los ecosis-
=ó3
líticas o derivados de la economía política» (Jacobs, 1996, pág.
+ y'o ^ x I d: [:
H,E:
if ? $q 15.$.[ig q:
temas y sobre las etnicidades ecológicas, sobre la protección de
= o
-o'3
'or,o,
15). Tal como Jacobs añade, «la dicotomía entre lo auténticamen- las comunidades respecto a ciertos aspectos del mercado, y
-
te local y lo apropiadoramente global tiene su nostalgia particular.
r
(Parajuli, 1997).
ciona esperanza para la resistencia. En el peor, se concibe lo local
Éq';=si=Bü
como algo que está sucumbiendo inevitablemente ante lo global,
g*EiB*iHi
?
I
Ii;
ó.-^.=nj.-rB§,
E
con la certeza de una reserva comprometida» (pág. 36). Hablar de
É:
Conclusión
ór;rrüii{ñ
EBBü;2r.aá
q3,
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+? #::(r$ráftil
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tal y la modernidad no constituye por sí solo un deus ex machina,
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3s3*6'B+a:
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áüdgl
ñ.,
ñ
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pero sí abre una senda para andar más allá del realismo crónico lantar el proyecto de imaginar alternativas al desarrollo y a las
- *cD 3,8
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207
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los lugares y los emplazamientos se están viendo arrastrados al
¡, ;
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interior de políticas de mercantilización y de masificación cultural,
P - ,ó P
parte de intelectuales, movimientos sociales y comunidades para
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=É=¿
-<]-;i'¿;c:-(u
pero el conocimiento de los lugares y su identidad puede contri-
(OaÁo=Oa
conferir fuerza social a semejante proyecto? La antropóloga
a-ac+óO
O-:O-(DJO-
=
f,-
buir a producir significados diferentes —de la economía, la natura- malaya Wazir Jahan Karim lo expuso sin rodeos en un inspirado
?.=
r=
leza, etc.— en el seno de las condiciones del capitalismo y de la artículo sobre antropología, desarrollo y globalización. La antro-
-,.<
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hay formas de posdesarrollo, no capitalismo y «otras natura
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ItEÉÉi a 1[g§[í[3 IÉ $ E FÉ i Iiáa1AB
*[i * iÉt IIgiÉÉ ti
rmación
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r'.ttT*li+g*Éri[tiÉ}iÉ[tá[fá[iÉ
es, hay esperanza de que se pue-
acabare- zas»34 en construcción, entonc
social. De lo contrario, tal como dijo Karim, con acierto,
F 1F i 3'i-; g.q!..H--*i
I
ncia y
dan llegara constituir nuevas bases para la existe
Eq ?1 t aBal [1 11 Eí
de
mos «disociándonos simbólicamente de los procesos locales
¡
la alteri-
rearticulaciones significativas de la subjetividad y de
q,É
co
reconstrucción e invención cultural» (1996, pág. 24). Ahora rn-
i
;
l y ecológ ica. En
con la traduc ción del dad en sus dimensiones económica, cultura
prendemos que esta disociación enlaza
[r¡ [r
i *l;
iento
= = =-o muchas partes del mundo, somos testigos de un movim
É'a cE + ; n s É{m;: É [ +E a
jes sin
lugar en espacio, de las economías locales en lengua
¡6-
i
E
Ecaogic gardela
El lugar
y biológica sin preceder-
histórico de vida económica, cultural
dD
reformar de la economía política y de la globali zación , de mode ~anaturaleza
a
áíiT=F:q€ [-süio*i
qú=
políti-
y cul-
del
lugar tes. Es necesario pensar acerca de las transformaciones
los locales de la naturaleza en dicotomías entre naturaleza
[
i
un giro
lq
cas y económicas que podrían hacer de ese movim iento
F
de las
«el futu- esperanzador de los acontecimientos en la historia social
[É
siguiendo las líneas que aquí hemos sugerido. Para ella,
[E
H; + q f I A I
E *ssB;*EiaHrgÉ*§6
==
culturas, las economías y las ecologías.
i;il
tualme nte de su poten-
ro del conocimiento local depende contex
i
:
miento
cial globalístico para generar nuevas formas de conoci
-:l Eá+tÉ;€
o-
rida por una imaginación utópica como la crítica de las hegem
1Ó
: eH =iz*fliá 3e = É[ü
te: ¿Se
nías actuales—, la cuestión se convierte en la siguien
E
r «un
que representar en este proceso, empezando por aporta
o o
i¿B q3 i€€iÉteÉá;a
o con la lógi-
global y lo puede reconcebir y reconstruir el mundo de acuerd
=
* aE 1r alaHÉqá É$
É,
F
otras
mía? ¿Qué formas de «lo global» se pueden imaginar desde
HEl3 EÉE
E
ología
resulta importante» (pág. 135). De otra forma, la antrop
R
;
uras» se
en el len- perspectivas, locales y múltiples? ¿Qué «contraestruct
continuará siendo una conversación entre académicos,
i
-o (o o
ü
¿Qué nocio-
pueden instalar para hacerlas viables y productivas?
q
E
+É
uentem ente
r
ü
ir;aq;i1ÉÉqÉ[{* desencadenar la efectividad de lo local en toda su multipli
cidad y
+.^
= ^.
repre-
con todas sus contradicciones? LQué papel tendrán que
i*
q, r r + É + +
y nue-
sentar los diversos actores sociales —incluyendo las viejas
ep.l
[111[
.*=qE :-= g
que
es precisamente el que la procedencia de las definiciones
=:
f ísei
r
puedan
vas tecnologías— para crear las redes sobre las que
= J.
del
uno utiliza es crucial, definiciones de lo local y de lo global,
c
de lo
reposar y en las que puedan confiar la multitud de formas
i
crítica
lugar, de la naturaleza, de la cultura y de la economía. La
r
g€
¡ii
=
es de lo
qf
local en su encuentro con las múltiples manifestacion
+
sobre el
a-
ente
las global? Algunas de estas cuestiones tendrán que ser seriam
1$
=
:
f
rÉ
a la imagin a-
EÉ
consideradas en nuestros esfuerzos por dar forma
ñ
á
de nues-
locales, no es tanto —o no es únicamente— una crítica
i
áñ o d-=;3= I
=
-=Éu; tf
g
ción de alternativas al orden actual de las cosas.
É
=
*
teorías
tra comprensión del mundo, como una crítica de las
&
i q ;B *3
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ensión . 209(o
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social
Estas críticas son también un intento de alinear la teoría
t^Poro9,c
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É iE E
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alter-nature, invención
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expresión utilizada por el autor es
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aquellos que ocupan el lado del lugar, del no capitalismo
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o.l.
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terminológica que juega con las connotaciones de "otro., •naturale
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ionista como 'naturaleza
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diéndose
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É
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siempre
e prometidos antropólogos y ecólogos—. Si es cierto que
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5. La política de las donaciones
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alimentarias y la respuesta de las
receptoras desde El Alto (Bolivia)
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Lola González Guardiola
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Universidad de Castilla La Mancha
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Las políticas de cooperación y ayuda al desarrollo son un aspec-
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_ to de las relaciones económicas y políticas que se establecen
"
entré los países ricos y los países «en vías de desarrollo». Estas
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políticas son enormemente complejas tanto en su fondo como
en su forma, y su aplicación responde a diferentes modelos y
normas en función del país u organismo que proporciona la
-
ayuda y de las características, tanto políticas como económicas,
-c
del país receptor.
[u=a+
El objetivo de este trabajo no es efectuar un análisis global y
teórico de las políticas de cooperación, sino preguntarnos por las
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consecuencias que su aplicación conlleva para las mujeres que
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son, en muchos casos, las destinatarias iniciales de las ayudas
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recibidas, actuando como un vehículo a través del cual se accede
a todos los miembros de la unidad doméstica.
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Se pretende, asimismo, rescatar la voz de aquellas personas
1;
que más tendrían que haber dicho, desde el primer momento,
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sobre las características, métodos y fines de los programas de
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los gobiernos e instituciones implicadas, pero sobre todo a las pro-
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al y pobla-
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que El Alto es la ciudad de más alto crecimiento espaci
e-
pias poblaciones-meta concernidas como receptoras últimas de
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cional de Bolivia. Su reconocimiento como ciudad se
todo un extenso y variado conjunto de proyectos.
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Para poder efectuar este análisis he elegido un caso espaci o urbano, cre-
llevan a cabo institucionaliza el proceso de formación de un
to: los programas de «donación alimentaria» que se t
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rio delimitar 1 ado, desarrollado y consolidado en apenas cincuenta años.
en la ciudad de El Alto (Bolivia) y para ello es necesa
e3.3 rl13;
el compu-
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Al ser una ciudad de tan rápida y reciente creación,
olla la vida de
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previamente el contexto cultural en el que se desarr ,e~~ i lapcliticade
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estas mujeres receptoras de alimentos.
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era que,
micos y socioculturales que se dan en su seno. Se consid
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+e;i[ qÉ[H3i É i r¡ [É* $ÉÉÉ fr +$lÉii
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P por migrantes
en un entorno en 1992, el 82 % de su población estaba formada
no boliviano, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, fundamental -
i É ilii?E
barrios periféricos y marginales de la ciudad de La Paz,
p*ng-x*
espacio para % de la población migrante proviene del Altiplano
su especial ubicación en una hoyada, no dispone de tamentos).
tras que el 25 % restante lo hace de otros depar
acoger nuevos asentamientos.
tÉÉ ,qq31eáe.;sÉie:f93+
migratorio
También se registra, aunque en menor medida, un flujo
=1+r;-*i;Éii¡
qa: &.É
de El
A principios de siglo los terrenos que hoy ocupa la ciudad iento urba-
, así como de proveniente de la ciudad de La Paz (a partir del crecim
Alto eran propiedad de unos cuantos hacendados que destacar,
no de la hoyada) y una migración intraurbana. Hay
Eq; a+oñr-ooxr'¡'-áñq0d3e
de los terrenos
do-3IE9.o_1.§,áq-3 I:[8]
algunas empresas e instituciones. También algunos de los ten
en este proceso, la llegada de población procedente
eran propiedad comunal de los ayllu? Los primeros pobladores se de la publi-
tros mineros, los denominados «relocalizados», a raíz
n «Villa
empiezan a instalar hacia 1940, siendo fa urbanizació
*Bg
supuso el
catión, en agosto de 1985, del decreto 21060, que
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, el 14 de se p-
Dolores» la primera villa que se funda oficialmente
4í.:
iü re 35* gÉllaBgE
desde el prime r momento, e des o de 23.000
despid
ü:-: fHÉ1sÉttg::
tiembre de 1942. A pesar de que, tamente en la
q
con sus familias, en otras zonas del país, y concre
só = q€ = 8
ce su
configura como un barrio marginal de La Paz, no se recono
o=dlaóJq =r
?H
pág. 5).
de 1952, lo ciudad de El Alto (Aquí 1991,
inclusión dentro del radio urbano hasta la Revolución la dis
as impres-
El Alto es un ámbito pluricultural, como consecuencia de
que supuso una grave carencia de infraestructuras mínim
É.*'s;'-H
gfi.ig=§:É
a lo aymara,
tinta procedencia de sus habitantes, en el que destac
=
A partir de ese
?H
cindibles, situación que persiste en la actualidad.
genera la for-
que en su proceso de adaptación al medio urbano
ain
te que
momento empieza a recibir un gran flujo de población migran -urbano específico. Si conside
-
oración de un perfil cultural aymara
s6HE
aproxima-
le hace pasar de 11.000 habitantes en 1950, a una cifra
le
tAit
que definen
ramos el idioma como uno de los rasgos particulares
crecimien -
a los 380.000 habitantes en 1991, con un índice de ente de
zt^H, G6É
su pertenencia étnica, tenemos que el 28 % es solam
"6á'sEseq
-;
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representan -
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global del país del 2,4 %, según las declaraciones del 221
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llana y aymara (Antezana, 1988, pág. 38).
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ramos
En cuanto a la economía de la ciudad afteña, nos encont
-§:
' Comunidades andinas (N. del comp.).
1. La permanencia de este índice de crecimiento supondr
ía que El Alto podría doblar su da a la sub-
con una economía popular de supervivencia, orienta
x@ 9ró'
s
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un lugar
Según el Censo Nacional de Población y Vivienda (1992), la población total de El Alto era sistencia del núcleo familiar, y en la que la mujer ocupa
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de 404.367 habitantes,
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destacado, fundamentalmente por su aportación a través de los
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mecanismos de la economía informal (comercio minorista, servi- son demandadas por los propios receptores y sin cuya existencia
cios domésticos, etc.) así como por su inserción en programas de
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empeoraría la situación en la que se encuentran.
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$:i=:isE¿E:gEáu3
ayuda, controlados por Organizaciones No Gubernamentales, que La historia de las donaciones alimentarias comienza, en Bolivia,
f ¡ g E i : i ü É + .[ i ñ : [ ; s i
le permiten contribuir al sustento familiar. en 1955, a partir de convenios establecidos con Estados Unidos
Esta breve explicación nos permite reconocer la ciudad de El Ge„o bajo la normativa de la PL-480; fundamentalmente a través del
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La política de
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DEó'
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Alto como un espacio de intermediación cultural, social y econó- Fas donaciones
título II de dicha ley, que es el único apartado que permite la entre-
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alimentarias
mica (Antezana, 1988, pág. 27) en el que se ha gestado una ga de excedentes a países que se encuentran en situación de
forma de vida particular, donde la variable étnica juega un papel emergencia, sin recibir contraprestaciones económicas. Desde
de primer orden, favorecida por las relaciones que los migrantes 1964 se empiezan a recibir también alimentos donados proporcio-
giH I[¡
+ áÉE;ü 3;
rurales siguen manteniendo con sus lugares de origen. Así pues, nados por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones
+:á
nos encontramos con una ciudad con una identidad propia pero Unidas, a quien se suma, en 1978, la ayuda procedente de la
que al mismo tiempo sigue siendo un barrio marginal de la ciudad Comunidad Europea, así como las ayudas bilaterales de gobiernos
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de La Paz; con una ciudad con predominio cultural aymara pero como Argentina, Canadá, España y otros. Esto quiere decir que, en
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que se ha de poner en cuestión permanentemente frente a la cul- teoría, en el momento actual, Bolivia recibe ayuda multilateral pro-
o-:--Tq++=
tura criollo-mestiza dominante en la urbe paceña; con una ciudad, cedente de diferentes países y organismos; sin embargo, la parte
ts
í{gát3 jEgi q3,9 É;B$i§
por último, con graves carencias de infraestructuras, un débil sec-
€:--ifÉfrE6. =t
norteamericana es tan superior a las demás que, en realidad, sigue
u, *ási íi3gÉl
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tor industrial y una gran parte de su población dedicada a tareas siendo una ayuda bilateral, enmarcada en los diferentes títulos de
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del sector informal como parte de estrategias de supervivencia.
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la PL-480.
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En este contexto urbano, además de su implantación en zonas Así pues, podemos decir que en las últimas décadas ha habi-
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ha diversi-
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rurales, se ha aplicado un tipo de programa de ayuda específico, do un aumento de las donaciones 3 y que su origen se
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la denominada «donación alimentaria». ficado, al igual que los propios productos incluidos en el volumen
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Para abordar su análisis hay que tener en cuenta que el estu- total de los alimentos donados. De hecho la donación alimentaria
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ih;6&=o
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dio del impacto de los programas de cooperación y ayuda al ha originado la aparición de numerosas instituciones donantes
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desarrollo se ha visto siempre dificultado por la falta de datos o que compiten entre sí y superponen sus acciones, llegando a pro-
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riÉ
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por los impedimentos que obstaculizan el acceso a las conclusio- porcionar alimentos a población no necesitada y provocando la
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nes de las agencias y organismos intermediarios. Sin embargo, es desarticulación de organizaciones de base. Es importante resaltar
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implicadas en estos procesos, que el impacto de muchos proyec-
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iei [1ág
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3;
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Trade Development and Assistance
€44 i?qéd
2. La PL-480 es como se conoce a la .Agricultural
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Act. también llamada Ley Pública 4800 •Programa Alimentos para la Par, y que fue apro-
N]
222
(¡)
N)
§
223
bada por el Congreso de Estados Unidos el 10 de julio de 1954 como el principal instru-
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!o o_rco.o
daü9.3
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mento legal para el suministro de la ayuda alimentaria norteamericana. Consta de cuatrotí-
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gobiernos y entidades implicadas; la falta de estudios con diag- fulos que regulan las diferentes modalidades de ayuda alimentaria que se proporciona.
o(Do,ocYs
ñ''3'
ÉÉEi
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Véase Portillo (1987).
1o
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nósticos acertados que no subestimen o ignoren la realidad de los
3+c rü de instituciones intermediarias con el consi-
3. Este aumento provoca la multiplicación
destinatarios (dimensión cultural, de género, etc.); y la propia con-
F:;
guiente incremento de una burocracia laboral que debe ser mantenida con parte de los
ág
gi
:ó-i==
fondos de los programas, así como dificulta el control de la calidad y del impacto real que
§
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ceptuación del desarrollo (con sus implicaciones políticas y eco- dichos programas tienen sobre los receptores.
uÉ
i:a$§;fr1=+il
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que gl criterio de las donaciones es externo, es decir, que respon- La ayuda alimentaria de Estados Unidos, enmarcada en la PL-
EáE1ie1 e,$:¡é:aat"ilT=Yq&3t-Ia
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de más al tipo de excedentes cfispintbles.eniosrpratonantes 480, depende de diversas instituciones según el título a través del
é3r+IB=€[il:
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lÉ$iliir
_que las auténticas necesidades de las receptores' cual son otorgadas. Así, los alimentos canalizados por el título II
EF:?39=E
En los últimos años se han puesto en marcha los denomina- son administrados directamente por USAID (Agencia Internacional
íÉÉ ífÉ
E[§$Ai
fi€ialtgfl ¡P*==aH+; +fi*-,.T1
ir$fli$ifli$n$FBr§É[}s$[if,piP3
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dos Programas de Monetización, que permiten la venta de una para el Desarrollo de Estados Unidos) y distribuidos por Caritas,
parte de los alimentos donados en el mercado local y la utilización Laporülca de FHI (Food for Hungry International), ADRA-OFASA (Agencia para
=
Género
4& q
iD fiio=3:;3:
las donaciones
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del producto de dicha venta en proyectos concretos diseñados el Desarrollo y Recursos Asistenciales) y PCI (Proyect Concert
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q;ii:;=isi§t'a§;f
alimentarias
a 5 ó. p ,a
por las agencias donantes. Se argumenta que este sistema es una International). El título III es administrado directamente por la
I
forma de apoyar la producción nacional y de ahorrar divisas al Secretaría Ejecutiva de la PL-480, la cual, a partir del Convenio de
(iD+:
o_
Estado. Sin embargo, los sectores más críticos denuncian que se Donación de Alimentos Agrícolas debe utilizar el 100% de los
il-'-;
sigue induciendo un cambio de la dieta alimenticia en detrimento recursos monetizados en la ejecución de proyectos de desarrollo
-íE
FiE iri§fli,*
- del consumo de productos locales ricos s en ñe
BIE;dH*
rural (Terpstra, 1994, pág. 24).
EÉÉiñr3rp?Éqé€
ñfé. or otro
!? ==sosB3:iári9:_ =e
i
eE
3iE+3a
siempre es el fomento de la producción local, sino que se deriva *- y subprogramas; entre los que merece la pena hacer referencia a
=
hacia actuaciones secundarias .5 uno en concreto, el denominado «Alimentos Por Trabajo», también
rísir¡iÉF$i+$+ -uiíÉ3qB
_o
El manejo y administración de la donación alimentaria, en conocido como «Acción Comunal», que se basa en convenios rea-
*¡
Bolivia, se realiza a través de instituciones gubernamentales y pri-
lá ií lizados entre las alcaldías y las propias agencias, apoyados en los
+ x ¿ s = o o =E
íEü.3i;egáEBo'!,-r.
vadas que canalizan, organizan e imponen sus normas para la dis- mecanismos de donación de los diferentes títulos de la PL-480.'
*sE
3 gEÉ{[eae*qt=
tribución de alimentos. En el caso de la ayuda procedente del Esta modalidad de entrega de alimentos ha cobrado fuerza en los
il.ie1.3-LY-?
la que actúa como contraparte administrativa de la ayuda que gramas materno-infantiles,» y responde a una nueva estrategia de
i€li;iíái,H§i§i É iñs
i;
luego se canaliza a través de las federaciones de clubes de donación que pretende implicar activamente a los receptores en la
3a
madres, mientras que en el caso de la Comunidad Europea, OFI- consecución de los alimentos, estimulando la acción comunitaria al
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NAAL actúa como contraparte total. mismo tiempo que se ponen en marcha obras que contribuyan al
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4. Prudencio relata cómo los alimentos sobrantes del ejército norteamericano en la Guerra que es realizado en un 95 % por mujeres, muchas de ellas emba-
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del Golfo fueron distribuidos en La Paz y Potosí. Eran productos deshidratados y totalmen-
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te desconocidos para la población boliviana. Véase Prudencio (1993). 6. Generación de ingresos rurales y urbanos, programas materno-infantiles, programas de
5. Según la Nota Informativa de Bolivia (1991), redactada por la Oficina Técnica de asistencia humanitaria, emergencias. etc.
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7. Este programa se empezó a ejecutar en 1986. Los requisitos que se establecieron fue-
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na anualmente 4.000 Tm. de trigo a Bolivia, cuya venta produce un Fondo de Contravalor ron trabajar veintidós días al mes, ocho haras diarias para tener derecha a recibir cuarenta
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que gestiona conjuntamente un Comité Ad-Hoc integrado por la Embajada de España, la 225
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kilos.de alimentos al mes, que equivaldría al salario mensual minimo de sesenta bolivianas.
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Oficina Técnica de la Cooperación Española, el Ministerio de Planeamiento y Coordinación
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Véase Arellano (1989).
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y el Ministerio de Industria y Comercio de Bolivia. El Fondo de Contravalor de la Ayuda 8. En 1983 los programas APT distribuían el 20,5 % del volumen total de las donaciones
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Alimentaria en 1990 generó una suma de 534.282 dólares americanos, que se utilizaron afectando al 17,6 %de los beneficiarios; en 1993 estos programas distribuyeron el 68,4
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en la financiación de los siguientes proyectos: electrificación rural de comunidades rurales
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del área de Copacabana; construcción de silos en Uyuni; apoyo al proyecto de educación a 9. Desde diversas instancias yen el contexto de la política de seguridad alimentaria, se re-
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distancia; remodelación del teatro Gran Mariscal (Sucre); remodelación de la fachada del conoce que, si bien la donación alimentaria no es un buen instrumento para generar el ac-
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Instituto Boliviano de Cultura; apoyo a las actividades de la Comisión Boliviana de ceso de los alimentos a los hogares, se debe seguir implementando en casos de grupos en
Conmemoración del Ouinto Centenario.
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nes que se les imponen a sus participantes.10 familias, y que establecen formas específicas de lucha según el
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Desde el primer momento la donación alimentaria se convierte tipo de organización que conforman y los objetivos concretos que
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tinúan una tradición de lucha que se inicia con las figuras de
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Bartolina Sisa y Gregoria Apaza12 y continúa, en este siglo, con las
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Barzolas13 y con la creación de un movimiento sindical femenino
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excluidas del reparto de alimentos. La base de esta estructura Bartolina Sisa (CNMCB-BS).15 Dado que el objetivo de este tra-
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cuales las mujeres han de integrarse para acceder a las ayudas."
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económica, social y cultural frente a la crisis. Sus motivos inmedia-
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tos son la satisfacción de las necesidades vitales de sus familias. Kollasuyo), que también plantea demandas de género «no sola-
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papel fundamental en el seno de los movimientos sociales que se ó
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han desarrollado en América Latina durante la última década.
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Una de sus características es su gran heterogeneidad en función forma directa, el componente étnico, en el caso de Bolivia, y más
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10. Las mujeres receptoras implicadas plantean diversas reivindicaciones al gobierno, a los
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de 1781,
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12. Esposa y hermana, respectivamente, del caudillo de las rebeliones indígenas
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13. Así se autodenominaban las componentes del comando femenino del MNR, en honor
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cionales con un alto grado de nutrición (quinua, tarwi), entre otras. Véase Terpstra (1994b). a María Barzola, asesinada en 1942 por el ejercito oligárquico en Catavi. Su figura fue re-
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11. Según Prudencio, en el año 1991 existían aproximadamente unas 3.550 organizaciones
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cuperada como símbolo por el MNR en los años posteriores a le Revolución de 1952.
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14. Uno de sus miembros fue Domitila Barrios de Chungara, representante del iiComité
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Amas de Casa Mineras de Siglo xx", en la Tribuna del Año Internacional de la
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nizado en México, por Naciones Unidas en 1975.
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20% de la población boliviana. Datos posteriores estiman unos 740.286 beneficiarios direc-
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15. Constituida el 15 de diciembre de 1990, en el IV Congreso Nacional de Mujeres
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tos que, sumados a los indirectos, supondrían un 25% del total de la población boliviana
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Campesinas .Bartolina Sisa. y continuadora de la Federación Nacional de Mujeres
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(Prudencio, 1993).
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los años sesenta16 y, a diferencia de otras
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es la pobreza y el deseo de integrarse en la sociedad urbana.
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madres, que luego se agruparían en la Confederación Nacional
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cionarse con el ámbito de lo privado y, por tanto, carecen del
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Como ejemplo de la política seguida por los organismos inter-
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to público. Como consecuencia, en primer lugar, estos movi-
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mientos corren el peligro de desaparecer en el momento en que
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de Estado que lleva al poder al general Rene Banlentos en el año 1954, poniendo
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una sucesión de gobiernos democráticos instaurados a partir de la Revolución
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directos con el poder. En los años de su gobierno (1964-1969) tiene lugar el Pacto Militar-Campesino,
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cual el sector más imperialista era apoyado por el sector menos politizado y más conserva-
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Los clubes de madres han formado parte de estas asociacio- 0d
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dor del país, aislando así al movimiento obrero. Véase Zavaleta (1977L
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los programas de ayuda, y no hacia las instituciones que de hecho
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de clubes de madres» en el período 1976-1986. En este tiempo
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controlan las donaciones.
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Confederación Nacional de Clubes de Madres de Bolivia y a las Son, por tanto, estas agencias las que se encuentran en la cúpu-
federaciones de clubes de madres de La Paz, Cochabamba y la de esta estructura vertical y jerárquica que constituye la donación
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Santa Cruz. Su objetivo era lograr la autosuficiencia de los grupos alimentaria, y las que imponen las normas que las mujeres han de
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organizados de mujeres de áreas urbano-marginales y rurales, G6nero observar si desean seguir integradas en los programas de ayuda. De
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consideración de que la política hacia la mujer, en Bolivia, pasaba otros movimientos organizados de lucha
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necesariamente por la donación de alimentos. Durante este tiem- Así pues, la consecuencia inmediata de la llegada de alimen-
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americanos que eran comprados por las socias al 50 % de su mujeres de carácter pragmático y utilitario en las que asumían un
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valor en el mercado. El 75 % del producto de la venta servía de papel de sujetos pasivos, aceptando las normas que les eran
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impuestas como estrategia de supervivencia frente a la pobreza y
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capital inicial a los grupos de base para montar pequeñas empre-
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sas productivas autogestionarias, el 23 % se destinó a fortalecer la crisis. Por otro lado, la orientación ideológica de las agencias, en
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la estructura organizativa de las federaciones de La Paz, consonancia con el concepto de desarrollo imperante, ha servido
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Este programa, iniciado por sugerencia de UNICEF, fue conside- En relación a esta última afirmación es necesario hacer una
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a la baja cobertura que había alcanzado y a que, al actuar bajo la
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premisa de favorecer a las familias en las que hubiera niños (Montes, Michaux), la unidad familiar en el modelo andino se basa
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menores, había hecho aumentar considerablemente el número de
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embarazos como mecanismo utilizado por las mujeres para poder una distribución de tareas y responsabilidades según el sexo, esta-
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bleciéndose entre ambos miembros de la pareja una relación de
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proyecto puso en evidencia la existencia de numerosos problemas reciprocidad que evita el antagonismo y la asimetría. Este modelo
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internos en el seno de las federaciones, ya que el control de los ideal y teórico se vería profundamente modificado en su traslado al
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alimentos supone una fuente de poder, y este control se encuen- medio urbano, que provocaría relaciones de género cada vez más
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tra en manos de las agencias donantes y de las «dirigentas» de las desiguales, en las que las mujeres ocupan un lugar de subordina-
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ción con respecto al hombre. En esta distribución de tareas, el rol
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18. El director del PMA en Bolivia afirmó que éste «ya dejó de ser asistencialista o paternalista
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en su función de facilitar alimentos a los sectores humildes, pero no por eso deja de prestar su
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nales, sino ser también la encargada de proporcionar los alimentos
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ayuda, sólo que en "una tónica distinta", que está referida a capacitar y lograr proyectos de desa-
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rrollo económico sustentable pata el campesínou (Presencia, La Paz, 30 de julio de1995). para el sustento familiar (Sostres, 1991, pág. 181).
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donación pasó a ocupar un lugar central, lo que se tradujo en un
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rrollo que se vienen aplicando. En un medio en que cualquier
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mentos que impusieron las agencias donantes: acudir obligatoria-
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rol doméstico pero sin proporcionarles capacitación técnica, tener
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que pagar por el envase y por el transporte de los alimentos sin
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forma parte de las tareas de género encomendadas a las mujeres,
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tener seguridad de cuándo van a recibirlos, o tener que realzar_
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es evidente que la donación de alimentos aparece como un meca-
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nismo directo para conseguir este aporte y, por tanto, se les ha
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refuerzo de las agencias intermediarias que las consideran como
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el grupo ideal susceptible de recibir esta asistencia, sin cuestionar,
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fuerza con que se impusieron luego, no; en base a estos comités de
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en ningún momento, las relaciones de género desiguales que se
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abastecimiento se trataba de conseguir alimentos de todo lado y
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producen en el interior de la unidad familiar, ni reconocer su
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repartirlos en forma controlada, así; ver que lleguen alimentos a la
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casos su papel como jefas de hogares.
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raíz de esto se formen o nazcan nuevos grupos de clubes de madres
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reglamentos de las agencias donantes, de las que supervisan. Tienen
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mas impuestos por las agencias que organizan una auténtica
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van a entregar tantos trabajos, inclusive en un momento llegó en que
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19. Entrevista de la autora con Ximena Machicao (directora de organización y coordina-
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coartar la libertad del ser humano, no, porque, entre otras cosas, en sus
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mentos comprando y aparte de esto lo que nosotras trabajamos, lo
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condicionamientos que no tenemos que ser ni dirigentes sindicales 20
que estamos sentadas en la reunión no nos consiguen ningún
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beneficio, ojalá, por lo menos a través de esa donación, que la
¿Cuál ha sido la reacción de estas mujeres ante esta situa-
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updmcade organización que está reunida nos concientizara, nos apoyara con
ción? En estas circunstancias es fácil comprender que sólo muy ednero
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recientemente se hayan levantado voces críticas por parte de
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diversas asociaciones e instituciones contra políticas.. de_desarro-
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CIDEM (Centro de Información y Desarrollo de la Mujer), que en
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1984 comenzó un trabajo de reflexión con cuatro organizaciones de
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En este proceso, el papel de algunas ONGs ha sido funda-
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base sobre la realidad de la donación alimentaria. Este trabajo
mental como alentador de posturas críticas y de toma de con-
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desembocó en la creación del Comité AD-HOC de Mujeres
ciencia del papel pasivo al que las mujeres habían sido relegadas,
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Receptoras de Alimentos de El Alto, el 8 de marzo de 1986. Desde
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ignorando así la auténtica importancia de su participación en el
ese momento se realizaron varios encuentros formándose, en 1988,
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quehacer social, si bien también hay que hacer mención del papel
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Sus objetivos eran:
de control de grandes sectores de la población, impidiendo la arti-
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culación de organizaciones de base reivindicativas.
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a) Agrupar a mujeres de centros, clubes de madres y otras
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organizadas en torno a la recepción alimentaria, para defender
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de la situación que se vieron obligadas a aceptar por su nivel de
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c) Favorecer un espacio de intercambio a los problemas que
Para poder llegar a efectuar este planteamiento, las mujeres
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enfrentan las mujeres receptoras de alimentos en busca de
siguieron un camino plagado de múltiples dificultades, que reper-
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soluciones conjuntas.
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cutieron, a nivel individual, en la vida de sus «dirigentas», las cua-
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programas de reparto de alimentos. Sus denuncias y reivindica- 21. Entrevista de la autora con miembros del Comité de Receptoras de Alimentos de El
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Alto (1991).
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22. En los años 1987, 1988 y 1989 se realizaron respectivamente el I, II y Ill Encuentro de
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bién bajo el auspicio de CIDEM y con la colaboración de otras instituciones se han celebrado
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otros encuentros tanto con las receptoras como con los organismos donantes. Destacan el I
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hemos dado cuenta de que nosotros estábamos más bien en vez Trigo y Seguridad Alimentaria (agosto de 1994) con representantes de diversas instituciones
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entre los que se encontraban representantes del PMA, la PL-480 y CONALSA (Consejo
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Nacional de Seguridad Alimentaria) por la evidente dicotomía que se aprecia en la percepción
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entonces ahora no contamos económicamente para movilizarnos toda
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d) Exigir a las agencias donantes mejores condiciones de
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reparto y entrega de los alimentos. La democratización con los
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grupos de base, así como un trato digno a las mujeres. Que las
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En este sentido, y en respuesta a las demandas de las mujeres
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de integrarse en proyectos de generación de ingresos, y a partir de
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tes que ellas entregan, participación de las receptoras en la
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los múltiples análisis críticos que de la «donación alimentaria» sur-
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elaboración de los programas de capacitación y promoción.
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por algunas instituciones que habían puesto o estaban poniendo
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zarse de manera independiente y a participar en todo tipo de
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en marcha proyectos productivos con enfoque de género que per-
actividades sociales, culturales, políticas, deportivas, sindicales,
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mitieran reconocer el papel de las mujeres como agentes econó-
en forma voluntaria.
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micos activos, revalorizando su papel en el proceso del desarrollo y
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e) Coordinar con organizaciones, instituciones y personas afi-
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que sirvieran, además, como una reflexión sobre la situación de
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nes para el logro de los objetivos señalados.
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subordinación que viven, permitiendo una redefinición de las rela-
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f) Generar la reflexión de las mujeres en busca de una toma
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ciones de género, así como de las tareas de género tradicionales
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de conciencia sobre la problemática de la mujer boliviana.
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que se dan en el seno de las unidades familiares.24
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g) Fomentar y apoyar todas aquellas alternativas que buscan las
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mujeres para el paso de receptoras a productoras (Comité de
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Así pues, en este proceso, motivado por la aplicación de una
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modalidad concreta de las políticas de desarrollo, observamos que
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se produjo un cambio cualitativo en la posición que algunas muje-
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binomio madre-niño y en el desempeño de roles tradicionales.
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de las mujeres como elemento de presión para sus peticiones,
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arraigo en Bolivia hayan sido las promovidas por el Estado y por
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aparecen demandas específicas de género, si bien es importante
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organizaciones privadas y hayan estado sujetas a normas estrictas,
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advertir que se producen en un contexto cultural específico, en el
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estas mismas condiciones generaron espacios de encuentro,
que es habitual encontrar un rechazo de los planteamientos femi-
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donde se compartían sentimientos, se tomaba la palabra y se
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nistas occidentales. Por último, se produce un rechazo del papel
empezó a desarrollar una identidad de género, en función de viven-
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tradicionales de las políticas de desarrollo.
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estamos yendo a las organizaciones de base, concienzando de que ya
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23. Entrevista de la autora con miembros del Comité de Receptoras de Alimentos de Alto
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podemos cambiar de recepción a producción. Ahora nosotras bien
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no desaparezcan así por así, nomás, porque sabemos que las organi- demandas de los colectivos que han estado sometidos a las tradi-
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zaciones, tanto nos ha costado agrupar a 50 mujeres, a 30 mujeres y cionales políticas del desarrollo, que se caracterizaban por su
Desde la subsecretaría de Asuntos de
perspectiva asistencialista,
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que se desaparezca cuando hay alimentos, no queremos.25
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Género (hoy, secretaría nacional de Asuntos de Género) se
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entiende que en este camino, considerado como positivo, será
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Sin embargo, la fragilidad que caracterizaba a estas asociacio- alimentarias
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nes receptoras debido a las bases en las que se sustentaban, ha necesario mejorar la productividad y revisar el concepto de aso-
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ciación para acceder a la formación de consorcios que hagan
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refuerzo de la autoestima de la productora en el sentido de reco
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das. También el Comité de Receptoras de Alimentos de El Alto se
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que sean equitativos. De esta manera se concibe la microempre
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res de madre y compañera con las de trabajadora. No sólo es una
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sindical. El cambio de estrategia de las agencias donantes, pro-
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moviendo los programas de Acción Comunal o Alimentos Por opción de supervivencia, es una conquista de género»
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intentan mejorar no sólo las condiciones de vida de las mujeres sino
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su posición social a través de una nueva concepción de las relacio
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han dejado de acudir. Por otro lado, la alternativa de los proyectos
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nes de género y a partir de la visibilidad del impacto diferenciado
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que la crisis y las políticas de ajuste tiene sobre hombres y mujeres.
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modifican en lo sustancial los criterios tradicionales ya que, aun-
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mente con mujeres, pero estas experiencias, si bien están siendo
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productivos de las propias mujeres, siguen sin cuestionar en pro-
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a hombres y mujeres, es decir, que son asumibles por las mujeres
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Las tendencias más recientes apuntan a la creación de micro-
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en la medida en la que les es posible compaginar el trabajo den-
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empresas formadas mayoritariamente por pequeños grupos de
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Aunque existen microempresas dedicadas a todo tipo de actividades incluidos los tra-
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bajos en le construcción, no es casualidad el que la mayoría se dedique ala confección y la
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