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FACULTAD DE DERECHO
TEMA:
ASIGNATURA:
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CONTENIDO
INTRODUCCIÓN....................................................................................................................... 3
1. OBLIGACIONES DE DAR ............................................................................................... 4
1.1. Etimología. ................................................................................................................... 4
1.2. Consideraciones generales. ......................................................................................... 4
2. OBLIGACIONES DE DAR BIEN CIERTO .................................................................... 5
2.1. El Principio de Identidad. ........................................................................................... 5
2.2. La Obligación de dar bien cierto no admite sustitución. ......................................... 6
2.3. La Trasmisión de la Propiedad. ................................................................................. 6
2.3.1. La transferencia de la propiedad mueble.......................................................... 7
2.3.2. La transferencia de la propiedad inmueble. ..................................................... 7
3. DEBERES DEL DEUDOR ................................................................................................. 7
3.1. Deber de información sobre el estado del bien. ........................................................ 7
3.2. Deber de conservar el bien. ........................................................................................ 9
4. CONCURRENCIA DE ACREEDORES ........................................................................ 11
4.1. Consideraciones generales. ....................................................................................... 11
4.2. Concurrencia de acreedores de bien inmueble. ...................................................... 13
4.3. Concurrencia de acreedores de bien mueble. ......................................................... 16
4.4. Consecuencias al momento de aplicar la concurrencia de acreedores. ................ 19
4.5. Concurrencia de arrendatarios. ............................................................................... 21
5. PÉRDIDA DE UN BIEN CIERTO. ................................................................................. 21
6. LA TEORIA DEL RIESGO. ............................................................................................ 23
6.2. Inciso Primero. .......................................................................................................... 26
6.3. Inciso Segundo. .......................................................................................................... 26
6.4. Inciso Tercero. ........................................................................................................... 28
6.5. Inciso Cuarto. ............................................................................................................ 28
6.6. Inciso Quinto.............................................................................................................. 29
6.7. Inciso Sexto. ............................................................................................................... 31
7. PRESUNCIÓN DE CULPA DEL DEUDOR. ................................................................. 31
8. PÉRDIDA DEL BIEN EN OBLIGACIÓN PROVENIENTE DE DELITO O FALTA.
……………………………………………………………………………………………..32
9. GASTOS DE CONSERVACIÓN .................................................................................... 33
Bibliografía ................................................................................................................................ 37
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INTRODUCCIÓN
El hombre moderno vive en un mundo donde los recursos son escasos y sus necesidades
son ilimitadas. La escasez de dichos recursos puede ser conceptualizada como "la
insuficiencia de los bienes y/o servicios disponibles para satisfacer todos los deseos y
necesidades de los seres humanos" (Editorial Bruño e Instituto de Apoyo, 1997).
Cada individuo se concentra hoy en día en la producción de un solo bien o quizá de unos
cuantos bienes. El hecho de concentrarse en la producción de un solo bien o de unos
cuantos bienes se denomina especialización.
Cada persona posee distintas cualidades, lo que una persona produce fácilmente, a otra le
parece difícil, de acuerdo con Parkin, se dice que: "una persona tiene ventaja comparativa
en la producción de un bien en particular si esa persona puede producir el bien a un costo
de oportunidad menor que cualquier otra" (Parkin, 1995).
Respecto a los bienes ciertos podríamos relacionarlos con aquellos bienes que se
encuentran total y absolutamente determinados, individualizados e identificados.
También analizaremos otras ideas relacionadas al tema como es el principio de identidad,
la concurrencia de acreedores del bien, sea mueble o inmueble, la teoría del riesgo, entre
otros, todo ello basado en los artículos de la legislación civil peruana vigente.
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1. OBLIGACIONES DE DAR
1.1. Etimología.
La palabra DAR deriva del Latín DARE que significa hacer entrega de una cosa o bien
que se debe. Dar significa entregar, trasmitir, transferir una cosa o bien.
La obligación de dar tiene por objeto la entrega de un bien mueble o inmueble con el fin
de constituir sobre ellos (los bienes) derechos reales, la de transferir el uso o posesión del
bien y, o la restitución del bien a su dueño.
El Código Civil Peruano de 1984 inicia el estudio de las obligaciones de dar en su artículo
1132, norma en el que se refiere a los bienes ciertos.
Antes de desarrollar la norma citada, consideramos necesario dar una idea de bien cierto.
Tras lo considerado, podemos señalar que las obligaciones de dar bienes ciertos consisten
en la entrega de un bien determinado.
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2. OBLIGACIONES DE DAR BIEN CIERTO
2.1. El Principio de Identidad.
De antemano debemos considerar que este principio tiene una relevante relación con el
artículo 1132 del Código Civil Peruano, el cual prescribe lo siguiente:
Artículo 1132.- «El acreedor de bien cierto no puede ser obligado a recibir otro, aunque
éste sea de mayor valor».
La obligación que recae en esta figura legal tiene por objeto la entrega de un bien que se
encuentra totalmente individualizado e identificado desde la formación y nacimiento de
la obligación. Desde que nace la obligación se conoce que es lo que se debe entregar, es
decir, desde que se constituye (nace o forma) la obligación el deudor conoce el bien que
debe entregar y el acreedor conoce el bien que exigirá se le entregue.
Propondremos como ejemplo, para ilustrar el caso, que un deudor se ha obligado frente a
su acreedor a entregarle el día de mañana el auto usado marca Toyota, modelo Yaris, año
2000, de placa KQ-2426, número de motor “X” y número de chasis “Y”. En virtud de la
norma, es claro que el deudor no podrá entregar un vehículo distinto, ni siquiera un auto
de similares características, pero de diferentes números de placa, motor y chasis, o uno
que tuviera un valor mayor.
Desde que nace la obligación las partes conocen el bien debido, el bien que será materia
de la prestación, el bien que se debe entregar y que será entregado
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2.2. La Obligación de dar bien cierto no admite sustitución.
Esto quiere decir que el deudor solo cumple o se libera de la obligación entregando el
bien debido y el acreedor solo puede exigir que se le entregue el bien previamente
determinado al momento de constituirse la obligación.
Esta norma recoge el Principio de Identidad en las obligaciones, en virtud del cual el
acreedor de un bien cierto no puede ser obligado a recibir otro, aunque sea este de mayor
valor. Esta norma constituye una regla de protección al acreedor.
Dentro de este principio, va de manera tácita el derecho del acreedor para obligar al
deudor a la entrega del bien, si no lo hace de manera voluntaria, puede exigirle por medio
de la fuerza pública.
Según este principio el deudor solo está obligado a entregar el bien establecido y no se
liberará de la obligación entregando otro distinto aunque sea de mayor valor y, por otro
lado el acreedor tampoco puede obligar al deudor que le entregue otro bien aunque sea de
menor valor.
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tiene la facultad de exigir que se le entregue ese bien y no otro. Estas obligaciones se
cumplen entregando el bien pactado o convenido y no otro.
“X” le entrega (obligación de dar) a “Y” un carro marca Nissan, modelo Sentra color
negro, de placa AQM 999, con cuatro puertas, año 2010.
La sola obligación del deudor de enajenar el bien hace al acreedor propietario del bien
(Artículo 949 del Código Civil).
Artículo 1133.- «El obligado a dar un conjunto de bienes ciertos informará sobre su estado
cuando lo solicite el acreedor».
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La norma citada tiene como fin proteger el legítimo interés que pudiese tener el acreedor
que desea conocer el estado de conservación del bien mientras se encuentra en poder del
deudor, es decir, antes de su entrega.
No obstante, es un deber que alcanza a cualquier obligación con prestación de dar bien
cierto y no exclusivamente, como parece desprenderse del artículo 1133, a las
obligaciones de dar "un conjunto" de bienes ciertos.
Por otro lado, si bien es cierto el artículo 1133 establece que el deber de informar surge a
pedido del acreedor, creemos apropiado que, de acuerdo con el principio de la buena fe,
el deudor estaría obligado a informar al acreedor, aun si no le fueron solicitadas, todas
aquellas circunstancias relevantes para la ejecución de la prestación, para así poder
permitir al acreedor evitar un posible daño.
El deber de informar en las relaciones obligatorias con prestación de dar bien cierto, se
presenta tanto antes de contraer la relación obligatoria como una vez constituida, pero
antes de la entrega.
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quien está en posesión de la cosa, está en mejor situación de conocer el estado en el cual
se encuentra.
Pero como señala Llobet Aguado "esta obligación de información debe ponerse en
relación con la diligencia empleada por el acreedor de la información", esto significa que
el adquirente debe observar una determinada diligencia dirigida a que sus intereses no se
vean perjudicados; esta diligencia se manifiesta en solicitar a la otra parte la información
necesaria con relación al bien y en la propia inspección del bien, "si omite esta carga de
informarse, incurrirá en negligencia, por lo que después no podrá alegar su propio
desconocimiento de tal o cual punto sobre el cual tuvo la posibilidad de informarse"
(Llobet, 1996).
La misma obligación de informar como la carga de informarse, existe una vez contraída
la relación obligatoria con prestación de dar y mientras no se efectúe la entrega del bien.
Artículo 1134.- «La obligación de dar comprende también la de conservar el bien hasta
su entrega.
El bien debe entregarse con sus accesorios, salvo que lo contrario resulte de la ley, del
título de la obligación o de las circunstancias del caso».
Como bien señala Salvat, las relaciones obligatorias con prestación de dar engendran dos
obligaciones a cargo del deudor:
El deber de conservar la cosa comprende el efectuar todos aquellos actos que son
indispensables para mantenerla en buen estado y para preservarla de daños y desperfectos
que podría padecer.
Actuar con prudencia y diligencia para evitar daños tiene un costo: el costo de precaución
o de prevención. En tal sentido, la conservación del bien supone incurrir en costos de
precaución o de prevención. Debe advertirse, sin embargo, que si bien de acuerdo con el
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artículo 1134 del Código Civil, el deber de conservación concierne al deudor, los costos
que se generan no necesariamente corresponden a éste, como se establece en el artículo
1141.
En lo que refiere al segundo párrafo del artículo 1134, el precepto no hace sino recoger
los principios establecidos por el artículo 888 del Código Civil, en lo referente a las partes
de un bien que se consideran sus accesorios. Esta norma señala que «son accesorios los
bienes que, sin perder su individualidad, están permanentemente afectados a un fin
económico u ornamental con respecto a otro bien». El segundo párrafo del mencionado
artículo acoge el antiguo principio jurídico de que lo accesorio sigue la suerte de lo
principal, de modo tal que si un deudor se halla obligado a entregar un bien cierto, deberá
hacerlo junto a sus accesorios. La normativa civil establece como excepciones si lo
contrario resultase de la propia ley, del título de la obligación o de las circunstancias del
caso.
Resulta fácil imaginar ejemplos de los dos primeros supuestos señalados en la parte
final del artículo 1134 (la ley o el título de la obligación); pero no lo es tanto
imaginar uno correspondiente al tercer supuesto (circunstancias del caso). Por lo que
creemos necesario mencionar un ejemplo para comprender el significado e interpretación
que la ley da a este término:
Si un laboratorio químico vende uno de sus locales a otro laboratorio químico, sin
establecerse en el contrato si se deberán entregar o no los implementos e instalaciones
propias del rubro o actividad que estaba desarrollándose en dicho local, de las
circunstancias del caso (por ser también un laboratorio el comprador del local) deberá
entenderse que se incluyen tales implementos o accesorios dentro de los bienes a entregar.
Lo contrario podría presumirse si quien adquiere dicho local no es otro laboratorio, sino
un almacén de mercaderías textiles, por ejemplo.
Otro ejemplo respecto de las circunstancias del caso nos lo brinda el distinguido jurista
Manuel Augusto Olaechea, cuando expresa que la subordinación económica o la
aplicación permanente a un fin, no son principios estereotipados. Una casa que tiene
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estatuas en su jardín, no se sabe si tendrá esos objetos en calidad de accesorios. Habría
que ajustarse a un contrato, a un acuerdo de partes, porque en el Perú no hay la costumbre
de tener jardines con estatuas. Pero, contrariamente, si se comprara un castillo de la época
de Luis XIV, todas las cosas adheridas a él, como las arañas de luz, las cortinas y las
estatuas, formarán parte integrante del castillo.
4. CONCURRENCIA DE ACREEDORES
4.1. Consideraciones generales.
Otro de los puntos relativos a las obligaciones de dar bienes ciertos es el de la
concurrencia de acreedores. Éste se encuentra regulado en los artículos 1135 y 1136, en
los que se determina un orden de prioridad para los casos materia de bienes inmuebles y
bienes muebles, respectivamente. Podríamos decir que es la figura jurídica por la que un
mismo deudor se obliga a entregar un mismo bien a varios - diversos - acreedores.
Las normas citadas podrían entenderse referidos sólo al orden de preferencia para la
transmisión de propiedad, en caso de existir diversos acreedores. Sin embargo, el ámbito
de ambas normas es distinto, ya que sus preceptos se aplican, en términos generales, a la
concurrencia de acreedores respecto de las obligaciones de dar, vale decir, a todos
aquellos casos en que por cualquiera de las fuentes de las obligaciones (los contratos, la
voluntad unilateral o la ley), una persona se encuentre obligada a entregar el mismo bien,
en calidad de deudor, a diversos acreedores, los que no necesariamente pueden tener
títulos o derechos similares sobre el bien.
Los acreedores, en consecuencia, podrían actuar con títulos de distinta naturaleza, pero lo
relevante será que todos ellos tengan derecho a que el deudor les entregue el mismo bien,
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ya sea para el ejercicio de cualquiera de los atributos de la propiedad (uso o goce) o ya
sea la propiedad misma.
De esta manera, si nos referimos a la finalidad genérica de los artículos 1135 y 1136 del
Código Civil, diríamos que simplemente ellos determinan a quién va a entregarse el bien,
pero dicha entrega, por el carácter de los contratos celebrados entre el deudor y los
diversos acreedores, determinará que uno de ellos, aquel a quien se le entregue el bien,
ejerza sobre el mismo todos los derechos de propietario.
Aquí vemos como los artículos de concurrencia de acreedores, si bien no tienen como
finalidad regir la transferencia de dominio, en el supuesto que hemos mencionado tienen
directa relación con este tema, ya que las normas relativas a la transferencia de propiedad,
los artículos 947 y 949, no están aisladas, sino que deben concordarse con los numerales
1135 y 1136.
Antes de desarrollar los artículos 1135 y 1136 en los que se regula la concurrencia de
acreedores, debemos determinar qué es un documento de fecha cierta, pues dicho término
resulta importante en la aplicación de los citados artículos.
Primero, diremos que un documento de fecha cierta es aquel sobre el cual recaiga una
constancia o manifestación de un funcionario público competente que dé fe de la fecha
de realización o suscripción del mismo, y que tal fe revista validez.
También son documentos que revisten fecha cierta los presentados en un proceso judicial,
en el sentido de que la fecha de su presentación le otorgará certidumbre, con las
constancias de recepción (sellos y rúbrica del Secretario) que aparezcan en ellos.
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Adicionalmente serían aquellos documentos privados susceptibles de inscribirse en los
Registros Públicos.
Es necesario señalar que de los instrumentos públicos, las escrituras públicas no son los
únicos instrumentos que pueden contener una fecha que revista certidumbre. Esto, debido
a que las normas relativas a los notarios públicos otorgan a estos funcionarios como
atribución principal la de dar fe pública de determinados actos en los cuales participan a
petición de los particulares.
También haremos mención de la buena fe como requisito que deben poseer los
acreedores. La buena fe se justifica por el sentido moral de que la ley debe proteger la
lealtad de quien contrata, consiste en el hecho en que el adquirente ignore la existencia
de una obligación anterior o precedente del mismo deudor para transferir a otra persona
el mismo bien mueble, es decir, que el adquirente ignore la existencia de la primera
obligación sobre el mismo mueble.
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ninguno de los acreedores tiene título de fecha cierta, lo que no constituye un supuesto
recóndito, será preferido aquél cuyo título revista mayor antigüedad.
Como se infiere, este supuesto no reviste problemas y simplemente debe seguirse el orden
de prelación previsto. Después de todo, al ser todos los inmuebles bienes registrables,
esto es susceptibles de inscripción en los Registros Públicos, resulta lógico que se le dé
preeminencia a quien inscribió, con buena fe, pues en este caso la ley protege a aquel que
cuida con mayor diligencia sus derechos.
Es decir
El deudor se obliga a entregar ese bien inmueble a diversos acreedores será preferido para
que se le entregue el bien al acreedor de buena fe que primero inscribe el bien en los
registros públicos.
Ejemplo:
Deudor A se obliga a entregar el bien inmueble determinado (casa sito en Calle Las
garzas 100 San isidro, inscrita en la ficha 2478 de los registros públicos de lima,
inmueble de 167 m2 de 3 pisos) a B y para ello el día 26.07.09 celebran un contrato
privado ante notario.
Ese mismo deudor A se obliga a entregar ese mismo inmueble (casa sito en Calle Las
garzas 100 San isidro, inscrita en la ficha 2478 de los registros públicos de lima,
inmueble de 167 m2 de 3 pisos) a C y este el día 22.09.09 lo inscribe en registros públicos.
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En este caso será preferido para que se le entregue el bien C por haber actuado de manera
diligente
Si el deudor A se obliga a transferir ese bien inmueble (casa sito en Calle Las garzas 100
San isidro, inscrita en la ficha 2478 de los registros públicos de lima, inmueble de 167
m2 de 3 pisos) a varios acreedores pero ninguno lo inscribe en registros públicos en este
caso será preferido el acreedor cuyo título conste en documento de fecha cierta más
antigua.
Ejemplo:
Deudor A se obliga a entregar bien inmueble (casa sito en Calle Las garzas 100 San
isidro, inscrita en la ficha 2478 de los registros públicos de lima, inmueble de 167 m2 de
3 pisos) a M y para ello suscriben un documento privado el día 11.11.04,
Pero así mismo, ese deudor A se obliga a entregar ese inmueble (casa sito en Calle Las
garzas 100 San isidro, inscrita en la ficha 2478 de los registros públicos de lima,
inmueble de 167 m2 de 3 pisos) a P y con este celebran un documento ante notario
mediante escritura pública con fecha 11.12.09.
En este caso se da preferencia al acreedor P aunque la fecha del documento sea posterior
al de M porque es el que tiene un derecho que consta en documento de fecha cierta más
antigua
Si el deudor A se obliga a entregar ese inmueble cierto (casa sito en Calle Las garzas 100
San isidro, inscrita en la ficha 2478 de los registros públicos de lima, inmueble de 167
m2 de 3 pisos) a varios acreedores y ninguno de ellos lo inscribe o a ninguno de ellos
otorgo un documento de fecha cierta y todos tienen documento de fecha incierta
(documentos privados con fecha determinada) será preferido el acreedor cuto título de
transferencia conste en el documento de fecha más antigua
Ejemplo:
Si deudor A se obliga a entregar el bien inmueble (casa sito en Calle Las garzas 100 San
isidro, inscrita en la ficha 2478 de los registros públicos de lima, inmueble de 167 m2 de
3 pisos) a Z y para ello celebran un documento privado el día 28.03.09
Ese mismo deudor A se obliga a entregar el bien inmueble cierto (casa sito en Calle Las
garzas 100 San isidro, inscrita en la ficha 2478 de los registros públicos de lima,
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inmueble de 167 m2 de 3 pisos) a C y con el celebran un documento privado el día
17.03.09
En este caso será preferido el acreedor C cuyo título consta en documento de fecha más
antigua.
1.- El acreedor de buena fe a quien el deudor hizo tradición del bien, aunque su título sea
de fecha posterior.
2.- Si el deudor no hizo tradición del bien, es preferido el acreedor de buena fe cuyo título
conste de documento de fecha cierta más antigua.
Nos inclinamos a pensar que deberían seguirse, para el caso de los bienes muebles
registrables, los mismos principios de protección al acreedor diligente que en el supuesto
de los bienes inmuebles. En este caso, sin embargo, nos encontraríamos ante un nuevo
problema, ya que ambos acreedores podrían ser considerados como diligentes: el prime-
ro, por haber tenido la precaución de exigir que se le haga entrega del bien, y el segundo,
por haber tenido la diligencia de inscribir primero su derecho en los Registros Públicos.
Sin embargo, podría argumentarse que debería ser preferido aquél que inscribió primero
su derecho, porque al inscribirlo él resulta oponible erga omnes.
16 | P á g i n a
En el caso de los bienes muebles registrados a nuestro entender pueden adoptarse cuanto
menos dos interpretaciones distintas que, como tales, acarrean consecuencias jurídicas
diferentes.
No obstante que no cuestionamos la esencia de ese argumento, nos inclinamos por una
interpretación distinta, esto es por la adoptada en la norma contenida en el artículo 1136.
Así, consideramos que debe tener preferencia aquel a quien en efecto se le entregó el bien
cierto registrable, y ello por una sencilla razón. Este sujeto ha sido más diligente que aquél
que registró el bien.
El Derecho debe dar preferencia a la diligencia del sujeto que sí se preocupó porque se le
entregue el bien mueble, independientemente de si éste era o no registrable.
Ejemplo:
17 | P á g i n a
DEUDOR (X) el día 22.03.09 entregó UN BIEN MUEBLE DETERMINADO (auto marca
Toyota modelo Yaris año 2018, color negro) al ACREEDOR (Y) pero recién el día
31.03.19 suscribieron el contrato
Ese mismo deudor (X) el día 27.03.09 celebró un contrato privado con el acreedor (K)
comprometiéndose a entregarle ese auto marca Toyota modelo Yaris año 2018, color
negro. Ese mismo deudor (X) el día 28.03.19 ante el Notario se comprometió con el
acreedor (M) a entregarle ese auto marca Toyota modelo Yaris año 2018, color negro.
En este caso el acreedor que será preferido, es decir, a quien se le entregara o tiene derecho
a que se le entregue el bien es el acreedor (Y) pues a este se le entregó, se le hizo entrega
física del bien mueble.
2. - Si el deudor no hizo entrega del bien a ningún acreedor sino que otorgó un documento
o celebro un contrato comprometiéndose a entregar el mismo bien a diversos acreedores
se preferirá al acreedor cuyo título conste en documento de fecha anterior prefiriéndose
en este caso al acreedor cuto título conste en documento de fecha cierta más antigua.
Ejemplo:
Deudor (X) no entrega el BIEN MUEBLE DETERMINADO auto marca Toyota modelo
Yaris año 2018, color negro) a ningún acreedor, pero,
Ese deudor (X) mediante escritura pública de fecha 28.08.19 se compromete entregar ese
auto marca Toyota modelo Yaris año 2018, color negro al acreedor (P)
Y ese mismo deudor (X) mediante escritura pública de fecha 31.08.19 se compromete
entregar ese auto marca Toyota modelo Yaris año 2018, color negro al acreedor (K) y
ese mismo deudor (X) mediante documento privado de fecha 22.03.19 se compromete a
entregar ese auto marca Toyota modelo Yaris año 2018, color negro a (G)
En este caso será preferido P quien tiene un título donde consta su transferencia en
documento de fecha cierta más antigua.
3.- Si el deudor no entrega un mismo bien mueble a ningún acreedor y tampoco suscribe
con ningún acreedor un documento de fecha cierta será preferido el acreedor cuyo título
donde conste su transferencia sea de fecha más antigua
Ejemplo:
18 | P á g i n a
Deudor (X) no entrega el BIEN MUEBLE DETERMINADO (auto marca Toyota modelo
Yaris año 2018, color negro) a ningún acreedor, pero; ese deudor (X) mediante
documento privado de fecha 31.05.19 se compromete entregar ese auto marca Toyota
modelo Yaris año 2018, color negro al acreedor (L). Ese mismo deudor (X) mediante
documento privado de fecha 11.06.19 se compromete entregar ese auto marca Toyota
modelo Yaris año 2018, color negro al acreedor (Ñ)
En este caso será preferido L quien tiene un título donde consta su transferencia en
documento de fecha más antigua.
La regla es: cuando se trate de documentos de fecha cierta se preferirá al de fecha cierta
más antigua y si se trata de documentos privados se preferirá al documento de fecha más
antigua
Por otro lado, debemos precisar que entendemos a la buena fe a la que hacen referencia
tanto el artículo 1135 como el artículo 1136, como sinónima de desconocimiento o
ignorancia, pero siempre y cuando en ellos no haya mediado un actuar negligente por
parte del acreedor. De lo contrario, ese acreedor no podría participar en la concurrencia.
Veamos un ejemplo.
En este caso será preferido Segundo, no precisamente porque el Registro prevalezca sobre
la posesión, sino que conforme al artículo 2012 del Código Civil, la inscripción hace
perder a Pedro la buena fe.
Consideramos lógico que el deudor de dicho bien deberá responder, al haber inejecutado
culposa o dolosamente las obligaciones que contrajo respecto de tales acreedores, por una
indemnización de daños y perjuicios.
Resulta necesario, en este punto, efectuar una precisión. Es evidente que el propietario-
acreedor tuvo que soportar la preferencia de otro acreedor para la entrega inmediata del
bien; y por ello tendrá derecho, al igual que cualquier otro acreedor de los no preferidos
en los órdenes prelatorios del Código Civil (artículos 1135 y 1136), a demandar del
deudor que incumple el pago una indemnización por los daños y perjuicios sufridos por
culpa o dolo de tal deudor. Sin embargo, en caso de que el acreedor-propietario
postergado se vea beneficiado con el pago de una renta por parte del acreedor preferido
para la entrega inmediata, dicho acreedor-propietario deberá descontar los montos
recibidos por concepto de renta del monto total de la indemnización que pudiese
demandar al deudor por concepto de los daños y perjuicios sufridos. Situación diversa es
la que afrontaría el acreedor-propietario postergado, en caso de que el acreedor preferido
para la entrega inmediata fuese solamente comodatario del bien, ya que en tal calidad no
pagaría suma alguna por la posesión del bien. Es evidente que en este último caso el lucro
cesante del acreedor y, por consiguiente, la indemnización que podría exigir al deudor,
sería sin deducción alguna.
20 | P á g i n a
4.5. Concurrencia de arrendatarios.
Para concluir el análisis de los artículos 1135 y 1136, nos queda un último comentario
que se centra en la convivencia de estos preceptos legales con el artículo 1670 del Código
Civil, el cual recoge una norma especial referida a la concurrencia de arrendatarios.
En el artículo 1670 se establece que cuando se arrienda un mismo bien a dos o más
personas, se prefiere al arrendatario de buena fe cuyo título ha sido primeramente inscrito,
o, en defecto de inscripción, al que ha empezado a poseerlo. Si ninguno ha empezado a
poseerlo, se prefiere al arrendatario cuyo título sea de fecha cierta más antigua, y, en su
defecto, simplemente al que tenga el título de fecha más antigua.
La citada norma puede llegar a colisionar con lo establecido en los artículos 1135 y 1136,
los cuales, como bien sabemos, son de aplicación general a la multiplicidad de
obligaciones de dar o contratos susceptibles de generar dichas obligaciones.
El artículo 1137 del Código Civil Peruano de 1984 recoge algunos supuestos en los cuales
la ley considera que se pierde un bien cierto a cuya entrega se ha obligado un deudor con
su acreedor. Se entiende que la pérdida origina diversas consecuencias, desarrolladas más
adelante, cuando explicaremos los supuestos contemplados por el artículo 1138, relativo
a la teoría del riesgo:
1.- Por perecer o ser inútil para el acreedor por daño parcial.
21 | P á g i n a
El primer caso, contemplado por el inciso primero del artículo 1137, es aquel en el cual
el bien perece o sea inútil para el acreedor por daño parcial. El perecimiento de un bien
puede revestir diversas características. En los casos de seres vivos, se entiende claramente
cuál es el sentido del perecimiento, pues coincide con la muerte física. Sin embargo, el
concepto no es tan claro en el caso de los bienes que no son seres vivos. Un vehículo
perecerá, obviamente, cuando se destruya. En todo caso, lo cierto es que el concepto no
puede aplicarse con excesiva rigidez.
Debemos señalar, además, que para efectos prácticos, en el Derecho peruano puede no
tener mayor importancia distinguir la destrucción total de la destrucción parcial, ya que
el daño parcial del bien, que lo hace inútil para el acreedor, también es un supuesto de
pérdida.
Se trataría del caso en que no se produce el perecimiento o destrucción total del bien.
Aunque este no se destruye totalmente sufre un daño parcial que lo hace inútil para el
acreedor. Podría entenderse como un ejemplo de esta situación, el que un automóvil sufra
un accidente, a consecuencia del cual se destruya toda la parte delantera, inutilizándose
el motor y otras piezas fundamentales del vehículo. En este caso sería posible sostener
que no ha habido una destrucción total, y que por lo tanto el bien no habría perecido, pero
será igualmente claro que el daño ocasionado al vehículo es de tal magnitud que lo hará
totalmente inútil para el acreedor. Esta hipótesis también está prevista, como equivalente
a pérdida, por el mismo inciso primero del artículo 1137 del Código Civil.
El inciso segundo del precepto mencionado señala el caso en el cual el bien desaparezca
de modo tal que no se tenga noticias de él o, aun teniéndolas, no se pueda recobrar.
Un ejemplo del segundo supuesto de este mismo inciso segundo del artículo 1137 del
Código Civil Peruano, podría ser aquél en el cual un andinista se hubiese obligado frente
22 | P á g i n a
a otro —compañero de aventuras— a entregarle su reloj, resistente a golpes fuertes, y
especial para efectuar dicha actividad de alturas y temperaturas extremas. En una
excursión, al deudor se le cae el reloj a una grieta de una profundidad de 50 metros, en
las alturas de la Cordillera de los Andes. Luego de caído el artefacto, y utilizando
largavistas, los andinistas logran ubicar exactamente dónde se encuentra dicho bien. Sin
embargo, constatan que, pese a conocer su ubicación, resulta físicamente imposible
recuperarlo, por la inhóspita naturaleza de la zona y lo angosto de la grieta donde se
encuentra.
El inciso tercero del artículo 1137 del Código Civil Peruano establece que se considerará
perdido un bien cuando éste quede fuera del comercio. En realidad, los bienes se
encuentran fuera del comercio en razón de alguna norma legal que así lo prescriba.
Supongamos que se trata de cigarrillos, los cuales hoy en día pueden ser perfectamente
comercializados. Imaginemos que una persona se ha obligado ante otra a entregarle dos
cajas determinadas de cigarrillos, dentro de dos días. Si así fuese, y al día siguiente de
celebrado el contrato el gobierno a través de un decreto supremo prohibiese la venta y
comercialización de los cigarrillos, bajo cualquier modalidad, dentro del territorio de la
República, sería evidente que estos bienes habrían quedado fuera del comercio, razón por
la cual en virtud de lo establecido por el inciso bajo comentario del artículo 1137, debe
entenderse que dicho bien se ha perdido.
Antes de concluir nuestro desarrollo sobre el inciso tercero del artículo 1137 del Código
Civil Peruano, debemos señalar que consideramos también comprendido en este inciso al
supuesto en el cual un bien sea expropiado.
1.- Si el bien se pierde por culpa del deudor, su obligación queda resuelta; pero el
acreedor deja de estar obligado a su contraprestación, si la hubiere, y el deudor queda
sujeto al pago de la correspondiente indemnización.
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contra el tercero. En estos casos, la indemnización de daños y perjuicios se reduce en los
montos correspondientes.
2.- Si el bien se deteriora por culpa del deudor, el acreedor puede optar por resolver la
obligación, o por recibir el bien en el estado en que se encuentre y exigir la reducción de
la contraprestación, si la hubiere, y el pago de la correspondiente indemnización de
daños y perjuicios, siendo de aplicación, en este caso, lo dispuesto en el segundo párrafo
del inciso 1. Si el deterioro es de escasa importancia, el acreedor puede exigir la
reducción de la contraprestación, en su caso.
3.- Si el bien se pierde por culpa del acreedor, la obligación del deudor queda resuelta,
pero éste conserva el derecho a la contraprestación, si la hubiere. Si el deudor obtiene
algún beneficio con la resolución de su obligación, su valor reduce la contraprestación
a cargo del acreedor.
4.- Si el bien se deteriora por culpa del acreedor, éste tiene la obligación de recibirlo en
el estado en que se halle, sin reducción alguna de la contraprestación, si la hubiere.
5.- Si el bien se pierde sin culpa de las partes, la obligación del deudor queda resuelta,
con pérdida del derecho a la contraprestación, si la hubiere. En este caso, corresponden
al deudor los derechos y acciones que hubiesen quedado relativos al bien.
6.- Si el bien se deteriora sin culpa de las partes, el deudor sufre las consecuencias del
deterioro, efectuándose una reducción proporcional de la contraprestación. En tal caso,
corresponden al deudor los derechos y acciones que pueda originar el deterioro del
bien».
Hemos visto que desde el día que el deudor contrae la obligación de dar un bien cierto
hasta el día de su cumplimiento puede suceder, existe el riesgo o el peligro, que el bien
cierto que es insustituible (es decir el deudor está obligado a entregar ese bien y no otro)
se pierda (destruya total o parcialmente, se extravié o quede fuera del comercio) o se
deteriore. Esta pérdida o deterioro del bien puede deberse o imputarse a la culpa del
deudor, del acreedor o de ninguno de ellos, por eso resulta necesario que se determine
cuál de las partes (deudor o acreedor) asumirá, sufrirá o soportara las consecuencias
económicas derivadas de las consecuencias de la pérdida o deterioro del bien. Quien de
las partes sufrirá la pérdida de la contraprestación.
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Esta teoría se aplica a las obligaciones con prestaciones reciprocas. Las obligaciones con
prestaciones reciprocas son aquellas relaciones obligacionales constituidas por dos
obligaciones
Ejemplo:
Obligación 1:
Esta teoría necesariamente se aplica a las obligaciones con prestaciones reciprocas donde
el deudor se encuentra obligado a entregar algo (TV) y a recibir algo ( 1000 soles) y el
acreedor obligado a recibir ( TV) y a dar algo ( 1000 soles); pues, en estos casos, si el
bien se pierde o deteriora se podrá determinar cuál de las partes deudor o acreedor sufrirá
económicamente las consecuencias por la pérdida o deterioro del bien o quien de las
partes sufrirá la pérdida de la contraprestación y, esto debido a la teoría del riesgo.
La teoría del riesgo no puede aplicarse a aquellas relaciones obligaciones donde no existe
obligaciones con prestaciones reciprocas, es decir, no puede aplicarse sobre aquellas
relaciones obligacionales constituidas por una sola obligación
Ejemplo:
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6.2. Inciso Primero.
Analizando los diversos principios contenidos en el artículo 1138 del Código Civil
Peruano de 1984, advertimos que el inciso primero trata acerca del supuesto en el cual el
bien se pierda por culpa del deudor.
Ejemplo:
En ese caso, el acreedor dejará de estar obligado a pagar la contraprestación que se había
comprometido a entregar a cambio del automóvil.
Resulta claro que para el supuesto en el cual el bien se pierda por culpa (concepto dentro
del cual se incluye obviamente al dolo) del deudor, la ley ha establecido el principio de
que éste sufre la pérdida de la contraprestación y queda sujeto al pago de la indemnización
correspondiente.
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este caso sería un siniestro total) una indemnización, el acreedor podría exigir la entrega
de tal indemnización o sustituirse al deudor en la titularidad del derecho contra el tercero,
reduciéndose la indemnización de daños y perjuicios en los montos correspondientes.
Ejemplo:
Dicho acreedor tendría la oportunidad de hacerse cobro de esta última suma del monto
que la Compañía de Seguros deba pagar al deudor. En tal sentido, el deudor solamente
recibiría por concepto del siniestro la cantidad de 11,000 nuevos soles.
Los otros 5,000 nuevos soles corresponderían al acreedor. Todo esto, desde luego, en la
medida en que el siniestro estuviese cubierto por la póliza de seguros correspondiente.
El segundo párrafo citado también se refiere al caso en que exista concurrencia de culpas
entre el deudor y un tercero, lo que significa que el acreedor podría exigir directamente
la indemnización al tercero que contribuyó a causar el daño.
El inciso segundo del artículo 1138 contempla el caso en el cual el bien se deteriora por
culpa del deudor. La determinación en cada supuesto de si ha habido pérdidas —en los
términos del artículo 1137— o simplemente deterioro de la cosa, es una cuestión de hecho
sobre la que no conviene generalizar en abstracto, sino atenerse a las circunstancias del
caso, teniendo el deudor que proporcionar la prueba de esas circunstancias, según los
principios generales vigentes al respecto.
En el caso del artículo 1138, inciso segundo, se otorga al acreedor una opción entre:
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En ambos supuestos será procedente una indemnización de daños y perjuicios, si éstos se
hubiesen producido en detrimento del acreedor.
El deterioro, para dar lugar a la resolución de la obligación, debe ser, por lo menos,
apreciable, ya que si el bien se hubiese deteriorado ligeramente, no debería haber lugar a
tal posibilidad.
El inciso segundo del artículo 1138 también otorga al acreedor los derechos a percibir la
indemnización por los daños y perjuicios sufridos, del monto que el deudor del bien
recibiese como indemnización por concepto del contrato de seguro concertado con alguna
Compañía de este ramo, o, de estar frente al supuesto, de exigir la reparación a un tercero
que hubiera contribuido con la culpa del deudor a ocasionar la pérdida del bien.
De lo señalado, resulta evidente que en el inciso segundo del artículo 1138 también se ha
adoptado el principio por el cual el riesgo de pérdida de la contraprestación lo sufrirá el
deudor.
Para el referido inciso tercero, la consecuencia de dicha pérdida será que la obligación
del deudor quede resuelta, conservando el deudor el derecho a recibir del acreedor
culpable, el pago de la correspondiente contraprestación (en caso de ser un contrato de
prestaciones recíprocas).
Adicionalmente, este inciso prescribe que si el deudor obtuviese algún beneficio con la
resolución de su obligación, su valor reduce la contraprestación a cargo del acreedor,
evitándose así que la imposibilidad beneficie al deudor más allá de lo que representaba el
valor del bien.
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que se halle, sin reducción alguna de la contraprestación, si la hubiere. Solución lógica y
justa, sin duda.
En el primer caso, si el bien se perdiese, el deudor nada recibiría, puesto que el acreedor
ya no estaría obligado a la ejecución de la contraprestación.
En el segundo caso, el acreedor, a pesar de no recibir nada, estaría obligado al pago del
íntegro de su contraprestación.
Siguiendo con nuestro análisis del inciso quinto del artículo 1138 del Código Civil, vamos
a utilizar dos ejemplos para ilustrar el principio en él contenido.
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Ejemplos:
En este ejemplo, por ser un bien mueble el objeto de la prestación, será el deudor quien
sufra su pérdida, no en su calidad de deudor, sino como propietario del mismo (ya que en
virtud del artículo 947 del Código Civil, la propiedad mueble se transfiere con la entrega
del bien), y además, sufrirá la pérdida de la contraprestación, ya que el acreedor nada le
pagará.
En este caso, el acreedor nada deberá pagar, pero el bien ya habría sido suyo al momento
en que se destruyó sin culpa de las partes.
Sin embargo, al tratarse de una casa, sería evidente que el terreno de la misma quedaría
subsistente (ya que el terreno no se habría perdido).
En este caso tendríamos un problema jurídico. De acuerdo con las normas relativas a la
transferencia de propiedad, el acreedor de la casa es el propietario del terreno sobre el que
está construida, y habría adquirido la propiedad del mismo a cambio de nada (lo que
resultaría injusto). Pero la segunda parte del inciso quinto del artículo 1138 establece que
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en este caso corresponderán al deudor los derechos y acciones que hubiesen quedado
relativos al bien. Y es esto último lo que prevalece en la evaluación del tema puntual que
estamos analizando, pues la letra del precepto es clara e indubitable.
Artículo 1139.- «Se presume que la pérdida o deterioro del bien en posesión del deudor
es por culpa suya, salvo prueba en contrario». El sentido de la norma es adecuado, ya
que si la pérdida del bien se produce antes de la entrega, resultará usual que él esté en
posesión del deudor, y será este deudor, por tanto, quien se encuentre en contacto directo
con el bien, razón por la cual será consciente de las razones que llevaron a su pérdida o
deterioro; razones que, no está demás decirlo, en la mayoría de los casos serán
desconocidas por el acreedor.
Uno de los criterios de asignación de riesgo es la culpa, en tal sentido, se asigna el riesgo
de la pérdida o del deterioro del bien a la parte culpable; así, en el artículo 1138
apreciamos, que, en caso de pérdida o deterioro por culpa del deudor, éste asume el riesgo.
En caso de pérdida o deterioro por culpa del acreedor es éste quien lo asume.
Pero ¿Qué pasa si la pérdida o deterioro se produce sin culpa de las partes? En este caso
la culpa no puede ser el criterio de asignación del riesgo. La pregunta entonces es ¿quién
está en mejor posición para evitar la pérdida o el deterioro?. Siendo que el deudor es quien
está en posesión del bien, él es quien se encuentra en mejor situación para evitar la pérdida
y deterioro, por tanto, el artículo 1138 (incisos 5 y 6) le asigna el riesgo de la pérdida o
destrucción y el artículo 1139 lo hace a través de una presunción.
Corresponderá al deudor probar que la pérdida o el deterioro del bien no son por causas
que le son imputables.
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Por este motivo nos parece justo que el Código Civil haya establecido la presunción de
que la pérdida o deterioro obedezca a culpa del deudor. Naturalmente que el deudor, si la
pérdida o deterioro no se hubiese producido por su culpa, tendrá la oportunidad de
efectuar los descargos correspondientes, demostrando que actuó con la diligencia
ordinaria requerida, o que la pérdida o deterioro se debió a causas que no le son
imputables, o acaso fortuito, fuerza mayor o, incluso, a culpa del acreedor; todo ello por
admitir el precepto prueba en contrario.
Esta norma, por lo demás, es coherente con el artículo 1329 del Código Civil (Se presume
que la inejecución de la obligación, o su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso,
obedece a culpa leve del deudor).
De acuerdo con Yzquierdo Tolsada "no se trata de una nueva obligación, sino de una
transformación del objeto de la primitivamente asumida. No es que se extinga y nazca
otra nueva, sino que la primera se perpetúa, se produce lo que se llama una perpetuatio
obligationis. Proporcionar el equivalente pecuniario no tiene función resarcitoria, sino de
cumplimiento.
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Esto ocurre aun si el bien se hubiese perdido sin culpa del deudor, aunque creemos que
ello no ocurrirá si el bien se pierde por culpa del acreedor, al igual que si el acreedor
queda constituido en mora, conforme al artículo 1338 del Código Civil; en este caso el
deudor queda liberado de la prestación o de la entrega de su valor.
Como sabemos, las dos grandes fuentes de las obligaciones son la voluntad y la ley. En
el caso de la ley, existen disposiciones en el área civil que impiden efectuar determinados
actos, y algunas otras, en el campo penal, que sancionan la comisión de dichos actos por
constituir delitos o faltas.
Para efectos del artículo 1140 nos interesan los delitos y faltas contra el patrimonio.
La única excepción planteada por el artículo bajo comentario sería el caso en que el
acreedor hubiese sido constituido en mora por el deudor que ha cometido la falta o delito.
9. GASTOS DE CONSERVACIÓN
Artículo 1141.- «Los gastos de conservación son de cargo del propietario desde que se
contrae la obligación hasta que se produce la entrega. Si quien incurre en ellos no es la
persona a quien correspondía efectuarlos, el propietario debe reintegrarle lo gastado,
más sus intereses».
En efecto, el artículo 1141 asigna los gastos de conservación al propietario de la cosa, por
tanto, para determinar a quién le corresponden dichos gastos deberá establecerse si la
propiedad de la cosa ha sido transferida.
Debemos distinguir entre gastos de conservación y gastos de custodia. A su vez, los gastos
de conservación se diferencian en:
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Los gastos ordinarios son aquellos que se realizan para mantener el estado operativo
normal de la cosa (por ejemplo: mantenimiento periódico, la reposición de refacciones de
menor importancia, los trabajos de pintura, limpieza y supervisión).
Los gastos extraordinarios son aquellos que, siendo igualmente indispensables para la
conservación de la cosa, no son resultado del deterioro o desgaste inherente al uso natural
del bien (por ejemplo, rotura del tanque de agua elevado de la casa).
En tal sentido el artículo 1141 debió establecer, salvo pacto distinto, lo siguiente:
Los gastos de conservación deben ser asumidos, en una primera instancia, por el deudor,
ya que es éste quien se encuentra en posesión del bien, y quien mejor conoce lo necesario
para mantenerlo en un estado de conservación similar a aquél que tenía cuando surgió la
obligación de entregarlo al acreedor, sea tal deudor propietario del bien o no. Cabe resaltar
que la figura del deudor podrá o no coincidir con la del propietario del bien.
La conservación del bien suele imponer gastos. A su turno, los gastos de simple
mantenimiento son usualmente de sencilla verificación. El tema es más complejo cuando
nos introducimos en el mundo de las mejoras. Para que alguna mejora constituya un gasto
de conservación del bien, deberá ser estrictamente necesaria para que el bien se mantenga
hasta su entrega en similar estado al que tenía al momento en que surgió la obligación.
Cualquier mejora que no conduzca a dicho in, no tendría el carácter de gasto de
conservación. Luego, para que una mejora constituya un gasto de conservación, deberá
haber sido hecha por el poseedor no propietario, lo que, en casos usuales (salvo pacto en
contrario), se limitará exclusivamente al ámbito de los bienes inmuebles, pues en estos
casos ya se habría transferido la propiedad del bien al acreedor, quien deberá reembolsar
su valor al deudor no propietario.
El Código Civil prevé en su artículo 916 a las mejoras como necesarias, cuando tienen
por objeto impedir la destrucción o el deterioro del bien, razón por la cual, en nuestro
concepto, toda mejora necesaria deberá considerarse como gasto de conservación.
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Agrega dicho artículo que son mejoras útiles las que sin pertenecer a la categoría de las
necesarias aumentan el valor y la renta del bien. En tal sentido, consideramos que sería
difícil que una mejora útil presente la categoría de gasto de conservación. A nuestro
entender, podría serlo cuando no revista mayor valor y esté directamente relacionada con
el mantenimiento del bien.
Pero el hecho de que una mejora útil no sea considerada como gasto de conservación, no
quiere decir que por tal circunstancia necesariamente deje de ser abonada por el
propietario del bien, si es efectuada por el poseedor no propietario que deba entregar un
bien.
Es indudable que las mejoras de recreo, vale decir aquéllas que sin ser necesarias ni útiles,
sirven para ornato, lucimiento o mayor comodidad, no podrían ser consideradas como
gastos de conservación del bien. Otro tema relacionado con este rubro es el régimen de
los frutos en las obligaciones de dar bienes ciertos.
Frutos son los provechos renovables que produce un bien sin que se altere ni disminuya
su substancia. Los frutos son naturales, industriales y civiles. Son frutos naturales los que
provienen del bien, sin intervención humana. Son frutos industriales los que produce el
bien, por la intervención humana. Son frutos civiles los que el bien produce como
consecuencia de una relación jurídica.
En tal sentido, según lo previsto por el Código Civil, los frutos siempre corresponderán
al propietario del bien, independientemente de si éste es el deudor (si es que en la
obligación de transferir propiedad, ésta todavía no se hubiese transferido) o si éste es el
acreedor (si es que en una obligación de transferir propiedad, ésta ya se transmitió).
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sus intereses; no obstante, existen algunos temas derivados de este principio, sobre los
cuales precisa reflexionar.
Parecería que estos conceptos han sido pensados en función a una obligación de dar en la
cual el deudor es el propietario del bien, y además de ello, que dicho deudor se ha obligado
a entregar el bien en propiedad.
Pero éste es sólo uno de los supuestos susceptibles de presentarse respecto a las
obligaciones de dar. En tal sentido, si bien puede constituir el caso más frecuente, no deja
por ello de ser un supuesto más. Así, consideramos conveniente analizar algunas otras
hipótesis:
b) Si se trata de una obligación de dar que implique la restitución del bien al acreedor (el
mismo que puede o no ser su propietario).
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