El gran crecimiento de los monocultivos de caña de azúcar y de soya para satisfacer la
demanda de biocombustibles causa serios problemas ambientales y sociales en América Latina, sobre todo en Brasil y Argentina, ya que provoca mayor presión sobre la tierra y se agravará la deforestación, advirtió la organización Amigos de la Tierra Internacional. En el contexto del Día Mundial de la Tierra, la organización indicó que la expansión de los monocultivos a gran escala lleva a la destrucción de bosques, sabanas y vida silvestre; eleva el precio del suelo y de los alimentos. Además, impacta negativamente en las comunidades rurales que son expulsadas de sus tierras para dar lugar a estas plantaciones. En el estudio Pantalla de humo sostenible, la organización señala que como respuesta a las críticas, los promotores de los biocombustibles impulsan los sistemas de certificación como solución para gestionar y reducir estos efectos, pero no consideran efectos secundarios, tales como el aumento de los precios de los alimentos. Sostiene que la realidad es que se ha incrementado la producción de soya y caña de azúcar para satisfacer la creciente demanda de los biocombustibles, no para uso alimentario. Refiere que la producción de caña de azúcar y de soya ha crecido drásticamente en la década reciente. El mayor aumento ha ocurrido en Brasil, con caña de azúcar y soya, y en Argentina, con este último. La producción de ésta también ha aumentado en Paraguay. El crecimiento de la producción de caña de azúcar se debe a la producción de etanol, mientras que la de soya se utiliza para satisfacer la creciente demanda de comida para animales con alto contenido de proteínas y para producir aceite de soya, un derivado de este alimento, que se utiliza para producir agrodiesel. Agrega que cumplir con los ambiciosos objetivos políticos para extender el uso de los agrocombustibles, junto con la creciente demanda de comida para animales, “nos llevará a una mayor demanda de los cultivos de productos básicos como el de caña de azúcar y soya” El Instituto de Medio Ambiente de Brasil (Ibama) multó a la petrolera brasileña Petrobras por "problemas ambientales" en una de sus plataformas marítimas, informó el organismo ambiental. Petrobras recibió cinco autos de infracción y se comprometió a pagar una multa de 14.280 millones de reales (unos 4.390 millones de dólares) en uno de ellos, aunque la cantidad puede ser conmutada por servicios ambientales, según un comunicado del Ibama. El Ibama explicó que constató manchas de petróleo en el mar e inició una investigación, la cual constató que la compañía estaba adoptando un método no recomendado por el instituto para verificar los valores contaminantes en las aguas residuales. Petrobras afirmó que el método que debe ser substituido es usado por la compañía desde 1986 y forma parte del proceso de licencia de sus plataformas en los últimos años. "La visión de Ibama sobre el proceso cambió recientemente y, con eso, se estableció un diálogo para la transición resaltó Petrobras. Para la directora ejecutiva de Exploración y Producción de Petrobras, Solange Guedes, el cambio del método representa una evolución. "Vamos a evolucionar, reforzando nuestro compromiso y respeto al medioambiente", dijo. Ibama y Petrobras se pronunciaron después de que un reportaje del diario O Globo señalara que la petrolera estatal fue acusada de contaminación ambiental y ocultó el impacto ambiental real provocado por su actividad de exploración marítima de petróleo. De acuerdo con el dictamen técnico divulgado por O Globo, la empresa subvalora la cantidad de aceites y grasas volcados en el océano por plataformas como la P-51, ubicada en la cuenca de Campos, en el norte del litoral del estado de Río de Janeiro. "La totalidad de los resultados reales presentó valores muy por encima del límite máximo diario permitido, llegando el resultado real a ser 1.925 % mayor que el resultado falso informado", dice el análisis, de junio de 2017. Siendo un derivado de materias primas orgánicas, el uso de los biocombustibles emite una menor cantidad de emisiones de gases en comparación con los combustibles derivados del petróleo. CONCLUSIONES Desde este punto de vista, el equilibrio ambiental de los biocombustibles es positivo. Sin embargo, los biocombustibles también tienen un impacto en la explotación de la tierra socava el funcionamiento de la cadena de suministro de alimentos. La actual escala de producción de biocombustibles podría provocar el crecimiento del precio de los alimentos y probocar hambre y acelerar el proceso de deforestación por el cultivo de nuevas tierras para la extracción de la energía. Desde este punto el equilibrio ambiental es negativo, por esta razón, en los últimos años, los gobiernos tienden a dar prioridad al principio de precaución, poniendo límites para la producción de biocombustibles Los biocombustibles, cabe recordar que a propósito de los problemas que han surgido de la mano con la aparición de la industria y, en particular, con el comercio internacional de este producto, a saber, la seguridad alimentaria y el impacto ambiental, han motivado un llamado a tratar el problema bajo un consenso intergubernamental como la mejor solución al momento de tratar con las políticas involucradas en el tema. si fuera posible introducir de forma sistemática estas nociones, de modo de aplicarlas en su justa medida, es decir, sin que con ellas se encubran restricciones arbitrarias al comercio, ayudaría a resolver los riesgos creados por el sector y ubicaría la producción ahí donde es más eficiente, donde existen las ventajas comparativas más evidentes, sin que por eso se ponga en peligro la seguridad alimentaria y, por otro lado, se colabore con los problemas ambientales como el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad. Cabe esperar que se reinicien las negociaciones de la Ronda de Doha y se dé la oportunidad para tratar el tema de los biocombustibles de manera integrada y abarcadora. Tal vez, los biocombustibles pueden ser la mejor excusa para reiniciar una vez más los procesos de negociación multilateral del comercio y evitar la proliferación de tratados bilaterales que se han transformado en la regla desvirtuando su naturaleza excepcional.