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En la segunda mitad del siglo III a. C. proyectó su poder fuera de Italia, lo que la llevó a una
serie de enfrentamientos con las otras grandes potencias del Mediterráneo, en los que derrotó
a Cartago y Macedonia, anexionándose sus territorios.
Durante los siglos II y I a.C. Roma terminó anexando a los distintos estados helenísticos del
mediterráneo oriental, incluyendo al Egipto de los Ptolomeos.
La historia romana estuvo marcada por los conflictos entre patricios y plebeyos. La lucha
constitucional entre ambos grupos se extiende por varios siglos y dejo una impronta
característica de los romanos: la de garantizar los derechos por medio de disposiciones
jurídicas como consecuencia de las reivindicaciones de los plebeyos.
El primer código legal romano es la Ley de las 12 Tablas, base inicial de la educación romana.
Se puede dividir la historia de la educación romana en los siguientes tres grandes períodos:
El proceso para llegar a ser ciudadano era denominado educatio, es decir, todo lo que era
necesario saber en el orden moral y profesional para que el joven llegara a ser un adulto. La
autoridad residía en el pater familias, quien ejercía la patria potestas para designar el poder
que tiene sobre sus hijos. Su poder era tal que podía decidir la muerte de los miembros de su
familia. La potestas o poder sobre emancipados y clientes se denomina iura patronatus.
Más que por un vínculo natural, la familia se constituye, por tanto, en función de un vínculo
jurídico: por la sumisión a la patria potestas. En este sentido, pertenece a la familia tanto el
hijo engendrado como el hijo adoptado una particularidad del derecho romano, que llamaba la
atención a los griegos, era que, púber o no, casado o no, un muchacho permanecía bajo la
autoridad de su padre y no se convertía en romano con todos los derechos, "padre de familia"
a su vez, más que a la muerte de éste; su padre era su juez natural y podía condenarlo incluso
a muerte mediante sentencia privada.
Por otra parte, la capacidad del testador era prácticamente indefinida, y el padre podía
desheredar a sus hijos. Un hombre maduro no podía ejercer ningún acto jurídico por propia
autoridad si su padre vivía aún. Los únicos romanos que son personas con plenos derechos
resultan serlo, por tanto, los ciudadanos libres que, huérfanos o emancipados, son "padres de
familia", lo mismo si están casados que si no, y poseen un patrimonio
La educación romana
Nuestro conocimiento de los procesos educativos de esta época proviene de autores muy
posteriores como Cicerón (s. I a.C) o Plutarco (s. II d.C). La principal fuente de información
sobre el estilo romano de educación son las consideraciones de Plutarco acerca de la figura de
Catón (234-149 a.C) quien se resiste al proceso de helenización educativa que comienza a
desarrollarse en Roma. La educatio comenzaba con el nacimiento.
La pertenencia a la familia no se iniciaba con el nacimiento biológico. Recién nacido el niño era
depositado a los pies del padre: si lo levantaba y tomaba en sus brazos significaba que lo
reconocía como tal. La criatura que su padre no ha levantado se verá expuesta ante la puerta
del domicilio o en algún basurero público; lo recogerá quien lo desee.
Lo expondrán también si el padre, ausente, había ordenado a su mujer encinta que lo hiciera;
los griegos y los romanos sabían que una particularidad de egipcios, germanos y judíos
consistía en criar a todos sus hijos y no exponer a ninguno.
En Grecia se exponía con más frecuencia a las niñas que a los varones. El abandono de hijos
legítimos se debía a la miseria de unos y a la política matrimonial de otros. Los pobres
abandonaban a los hijos que no podían criar; sin que faltaran otros sectores que los exponían
"para no verlos echados a perder por una educación mediocre que los iba a hacer inaptos para
la dignidad y las cualidades excelentes", según escribía Plutarco; la clase media y los simples
notables, preferían por ambición familiar concentrar sus esfuerzos y sus recursos sobre un
número reducido de descendientes.
A los ocho días de su nacimiento, se le imponía el nombre y recibía también la bulla, una
especie de pequeña cápsula metálica de forma redonda o lenticular ordinariamente que
contenía algunas substancias especiales, a las que se atribuían ciertas virtudes. La bulla se
colgaba al cuello del niño con una cadena o hilo. Durante los 7 primeros años de la vida del
niño, era la madre la que asumía la responsabilidad de su crianza.
El recurso a los servicios de una nodriza se generalizó, ya al final de la República, por influencia
helenística. A partir de los siete años comenzaba la intervención específica del padre en la
educación del hijo. Esta consistía en las técnicas relacionadas con la producción rural, el
respeto a los padres y dioses (pietas), de la dignidad (gravitas) de la lealtad, de la virilidad
(virtus) y valor militar. El niño debía adquirir también nociones que le permitieran contar, leer
y escribir, por otro lado había que cultivar la piedad, es decir, el respeto filial y la devoción a las
divinidades, la constancia o la firmeza de ánimo, la seriedad, la severidad de vida y la lealtad o
la confianza. El hijo debería tratar de imitar el ejemplo vivo de virtud del padre. Esta educación
tenía un doble aspecto:
• junto a una educación jurídico-moral, basada en la Ley de las Doce Tablas, que era una
especie de código civil no penal. Cada individuo tenía la necesidad de conocer dicho
código que contenía los derechos que podía ejercer.
En el caso de los hijos de patricios acompañan a sus padres a los tribunales y a las sesiones del
Senado, iniciándose así en los aspectos de la vida política. De igual modo asistían con sus
padres a los festines de los mayores, interviniendo en ellos con sus cantos y haciendo las veces
de escuderos o servidores.
• ocupa un puesto central el sentimiento religioso que también estaba ligado a la familia
(culto de las imágenes domésticas), a la patria y a la fe en la grandeza de ésta
La bulla, que era el primer regalo del padre al hijo aceptado, se la quitaba hacía los 14 años,
juntamente con la toga pretexta —el vestido de gala de los niños — que era sustituida por la
toga viril, que señalaba el paso de la infancia a la madurez. El acontecimiento se celebraba con
una gran fiesta llamada liberalia y realizada anualmente. La mayoría de edad se conseguía al
vestir la toga viril, decisión que dependía del padre o del tutor en su ausencia, y sucedía por lo
general a los 15-16 años cuando se bifurcaba el camino de los varones de las clases altas, que
tenían que decidirse por tres alternativas:
• continuar los estudios clásicos para desarrollar después la carrera militar o político-
administrativa, esto es el cursus honorum,
• o lo más frecuente, dedicarse al oficio paterno, pues era muy infrecuente escoger otra
profesión.
Al vestir la toga viril se hacía su presentación en el foro. Esto significaba su consideración como
ciudadano y su incorporación a la vida pública. Pero su formación aún no había terminado:
luego de la liberalia hacia el siglo III a.C se estableció la costumbre de que los jóvenes
recibieran un período de preparación militar (tirocinium) relativamente informal, de 3 años.
Durante ese lapso el joven gozaba del status legal de juvenis.
A partir de mediados del siglo III a. de C. la educación romana sufre un cambio completo. En
ese tiempo se realiza la expansión romana por todo el Mediterráneo hasta llegar a dominarlo
por completo hacia el siglo I a.C, incluyendo los distintos reinos helenísticos.
Las influencias helenísticas se habían difundido por el mediterráneo occidental en las zonas de
colonización griega, incluyendo la Magna Grecia (sur de la península itálica)
Magna Grecia
A partir del siglo III a.C. comienza una progresiva helenización de la cultura romana y de sus
prácticas educativas. La figura de Catón es una de las tantas que intentan reaccionar a esta
situación que es percibida como una amenaza para los valores tradicionales. Los ciudadanos
más ricos comenzaron a tener maestros o preceptores privados, generalmente griegos
inmigrados, que introducían a sus hijos en la lengua y la cultura helénicas.
Catón rechazaba la figura del paidagogos, en muchos casos esclavos griegos que las familias
ricas utilizaban como maestros de primeras letras, también rechazaba la idea de que su hijo
pudiera quedar en deuda con un esclavo por la educación recibida.
La educación más formalizada pareciera que surge debido a esta influencia griega. Recién
aparecen referencias a la existencia de escuelas (ludi) a partir del siglo III a.C. La educación
romana anterior, de tipo familiar, patriarcal, experimenta varias transformaciones en esta
etapa. Con la influencia griega, va perdiendo terreno la educación familiar en favor de la
educación escolar, si bien la escuela permaneció hasta muy tarde dentro del ámbito privado y
libre, como institución subsidiaria de la familia, que siguió asumiendo plenamente su función
educadora.
A partir del siglo III a.C. la educación romana fue prácticamente bilingüe. De esa forma, Roma
se constituyó en portadora de la civilización helenística integrada con aportaciones latinas.
Cicerón (106 a 43 a.C) fue quien se encargó de traducir los conceptos esenciales de la cultura
griega al latín, acuñando el neologismo humanitas como equivalente del término paideia, para
expresar el proceso de ideal formativo. (Humanitas” llegó a indicar el desarrollo de las
cualidades que hacen al hombre un ser verdaderamente humano y lo diferencian del bárbaro).
Cicerón fue producto de las influencias helenísticas, así como Catón lo había sido del sistema
educativo tradicional romano, se convirtió en el primero y más importante de los estudiosos
romanos de la problemática educativa. Su obra De oratore fue el primer tratado romano
acerca de la teoría y praxis educativa. Plantea que la vida pública es muy importante y que
existe competencia y experiencia en el arte de hablar.
Por lo tanto, el producto final de todo el proceso educativo lo constituye el orador, que se
distingue por su erudición. La vida pública y el prestigio social son los objetivos últimos de la
educación y la retórica y la oratoria son los instrumentos para conseguirlas. Pero lo decisivo es
que en esta época se fundan o desarrollan escuelas independientes, aunque siempre con
carácter privado o particular de dos clases: una en la que se da la enseñanza totalmente en
griego y otra en la que predomina el latín.
Se adopta la enkyklikos paideia helenística, su estructura, los mismos programas, los mismos
métodos. La escritura comienza a difundirse en Roma ya que se han encontrado una gran
cantidad de documentos escritos de mano de gentes sencillas: cuentas de artesanos, graffiti
murales, tablillas de sortilegio.
Sólo que escribir sin más para su propio uso es una cosa y otra muy distinta saber escribir de
manera más compleja. Para ello hay que tener conocimientos gramaticales y ortográficos, que
por ejemplo, los graffiti ignoran.
• Suetonio (s. I d.C) da a entender que el hecho de saber leer y escribir era habitual
entre los hombres libres
• Bowen (1976:255) incluso afirma que los esclavos sabían leer y escribir al menos
rudimentariamente.
La escuela elemental
La escuela elemental (ludus, luego schola) comprende desde los 6-7 a los 12 años y era
voluntaria. A ella asistían los hijos e hijas de los sectores medios y populares urbanos que no
podían pagar un tutor privado. Estaba atendida por el primus magister, ludimagister o
litterator, que es la réplica del grammatistes griego generalmente único, responsable de una
clase con varias decenas de niños. Gozaba de escasa remuneración económica y tenía poco
prestigio. Su principal función era enseñar a leer y escribir.
El litterator no había recibido formación especial alguna para el ejercicio de su profesión, fuera
de su propia instrucción elemental que le capacitaba para leer y escribir. El contraste con el
prestigio del escriba egipcio se deriva de la sencillez de la escritura alfabética, que permitía al
litterator enseñar los rudimentos de la escritura apoyándose en sus propios rudimentarios
conocimientos. Las familias ricas contrataban a un litterator como tutor privado, ayudado por
un paedagogus. En estos casos eran usualmente griegos muy cultos. Las escuelas eran de
carácter privado.
En el aula el maestro tenía una silla (cathedra) o un taburete (sella) y procuraba estar en un
lugar más elevado que los alumnos, para controlar el orden de la clase, ponían sus libros e
instrumentos sobre largas mesas para varios alumnos. En las paredes se sabe que se pintaban
mapas, y para llevar al niño a la escuela y cargar el material escolar se contaba con lo que se
llamó originalmente pedagogo (paedagogus) término que se usó finalmente para referirse a
los maestros de la enseñanza inicial), un esclavo o liberto (griego a ser posible) que después
también les repasaba las lecciones en casa.
La escuela primaria del ludus magíster tenía un programa muy elemental, consistente en la
lectura, la escritura y el cálculo, con una disciplina muy rigurosa y frecuentes castigos
corporales. A ella asistían los niños y las niñas indistintamente. El calendario religioso señalaba
las vacaciones escolares (julio a octubre) y las clases eran por la mañana
Eran pasivos al igual que en Grecia. La memoria y la imitación eran las cualidades mas
apreciadas en el alumno. Los niños aprendían las letras a la manera griega, utilizando tablillas
enceradas colocadas sobre las rodillas ya que no existían bancos o pupitres.
Podía utilizarse una sola tablilla (tabella) o varias unidas mediante correas, a modo de libro. Se
utilizaban para anotar textos efímeros y de corta extensión con un punzón metálico llamado
stilus, uno de cuyos extremos era aplanado para borrar.
Posteriormente, en la etapa imperial, los romanos comenzarán a utilizar tinta y pluma para
escribir en tablillas pero en las escuelas la tablilla encerada seguirá siendo el instrumento más
usado.
Soportes
Los libros tenían dos formatos. El más común durante la mayor parte de la historia de Roma
fue el rollo de papiro egipcio que fue sustituido muy lentamente por el pergamino,
confeccionado con pieles alisadas de ternera y otros animales, tenía la desventaja de ser
mucho más caro, pero a cambio era mucho más resistente y duradero, por lo que se fue
imponiendo a partir del siglo I dC, cuando se desarrolló su forma del codex, un grupo de hojas
de pergamino cosidas con un cordel, el precedente del libro actual. Doblados en cuatro hojas,
las pieles se cosían y ataba por su borde izquierdo, quedando abiertos los restantes dobleces.
A este formato se lo denominaba códice y constituye el prototipo del libro moderno. El códice
se adaptaba mejor a las obras cortas y era mucho más fácil de transportar.
Aprendizaje de la lectura
El aprendizaje de la lectura se iniciaba con el reconocimiento de las letras del alfabeto para
que luego el alumno pudiera reproducirlas en la tablilla. Luego el niño aprendía a leer las
sílabas y a combinarlas para formar palabras aisladas, siguiendo el método de enseñanza
griego.
Quintiliano (siglo I dC) propuso innovaciones pedagógicas, como que los niños jugaran con
letras de madera o marfil para aprender a leer y a escribir. Pero ya antes de su época había
maestros que seguían una metodología lúdica, por lo que la escuela primaria se nombraba a
menudo “juego” (ludus) y su maestro era llamado el magister ludi.
Luego el niño debía leer y copiar frases morales, versos de poetas y dichos de hombres
famosos. Los niños se ejercitaban leyendo los preceptos de la ley de las 12 tablas. Pero en los
tiempos de Ciceron (s. I a.C), se reemplazaron por máximas morales. También comienzan a
utilizarse los textos homéricos y otros textos literarios.
El estudiante leía delante del maestro, cuidándose de no tropezar en una sola sílaba si no
quería ser golpeado “hasta que su piel pareciera el manchado delantal de una nodriza” según
nos cuenta el poeta Plauto. El maestro encomendaba deberes (basados en la repetición y
memorización) a los alumnos para que los realizaran mientras él se concentraba durante un
rato en un alumno concreto. Si el resto de los niños se dispersaba el maestro actuaba con
severidad, de acuerdo al lema de que “la letra con sangre entra”, por lo que usaban con
frecuencia la palmeta para aplicar los castigos corporales. La palmeta (ferula) y el látigo
formaban parte del instrumental de todo maestro.
El orden era difícil de mantener. El ruido de la calle distraía a los alumnos. De improviso
aparecían padres y amigos, pues se pensaba que la presencia de extraños estimulaba al niño.
El aprendizaje de números se hacía con ayuda de piedritas (calculi) o con la mímica simbólica
de los dedos. Posteriormente aprendían de memoria unas tablas aritméticas diseñadas
previamente por los griegos.
La educación física
Los romanos daban importancia a la formación física, aunque sienten aversión por los
ejercicios físicos que los griegos realizaban desnudos. Los niños romanos aprendían a
ejercitarse en las carreras, saltos, pugilato, lucha, lanzamiento de disco y jabalina que se
realizaba en la palestra.
La gimnástica generó en Roma una reacción hostil: el pudor romano chocaba con el desnudo
griego, la mentalidad utilitaria del romano no entendió bien el gusto griego por una actividad
deportiva inútil. Se prefiere el circo y el anfiteatro, que tienen mucho de "espectáculo".
En Roma, en el 186 ac, empezó a haber competiciones atléticas, que penetraron en las
costumbres romanas y se multiplicaron en el imperio pero solo las realizaban los profesionales.
El deporte fue parte de la vida romana, como complemento de las termas.
La educación artística
La reacción romana ante la música fue también hostil; esta vez, por razones morales y de
carácter. El estudio de la música fue más tolerado en las mujeres «como parte del arte de
agradar». En resumen, la música se integra en el currículo de los estudios como elemento
necesario del lujo y de la vida elegante; como un tipo de espectáculo.
A los doce años, los destinos de chicos y chicas se separaban, igual que los de ricos y pobres.
Sólo los varones, si son de familia acomodada, continúan estudiando en la escuela gramatical o
con un preceptor griego. Excepcionalmente, a algunas muchachas les ponía su padre un
preceptor que les enseñaba los autores clásicos.
A los doce años una joven se encuentra en condiciones de ser prometida en matrimonio y es
considerada adulta a los catorce años. En las buenas familias, se encierra desde entonces a las
muchachas en la prisión sin barrotes de las labores de la rueca, que sirve para demostrar que
no pasan el tiempo haciendo nada malo.
Las niñas de familias ricas, consideradas adultas a los catorce años (domina, kyria), podían
tener también un preceptor que les enseñara los clásicos, aunque su formación fundamental
era la doméstica: coser y bordar era considerado un trabajo honroso incluso para las damas
más nobles) y controlar los esclavos si los había y cuidar de todos las labores de la casa si no
los había.
A la escuela elemental sigue la gramatical, a cargo del grammaticus, de mayor prestigio que el
litterator. Comienza a los 12 años y dura hasta los 16 aproximadamente. Asisten sobre todo
varones. Se centraba en el estudio de la Gramática, esto es, a leer y escribir con propiedad el
latín y el griego, además de conocer la cultura general. Usualmente se enseñaba en algún lugar
del foro.
Las familias pobres normalmente ya no enviaban a la escuela a sus hijos sino que los ponían
tempranamente a trabajar, pero sabemos que algunos padres, pese a su pobreza, afrontaban
sacrificios para darle instrucción a sus hijos.
La escuela de retórica
Los estudios gramaticales del joven concluían con la ceremonia de los liberalia. Quienes
continuaban con sus estudios (una muy pequeña minoría) ingresaban a una suerte de tercer
etapa en la formación a cargo del maestro de oratoria o rhetor. La escuela de retórica era una
especie de escuela de derecho destinada a la minoría gobernante inspirada sobre todo en la
retórica griega. En la escuela de retórica el estudiante pasaba de los métodos pasivos de
estudio de la corrección lingüística en determinados autores.
Las controverisae o debates entre dos escolares que defendían puntos de vista opuestos sobre
los temas generalmente legales, y los juicios ficticios en los que unos alumnos acusaban y
otros defendían de acuerdo a un caso famoso, lo que hoy se llama método casuístico, todavía
el más seguido en la enseñanza del derecho en el mundo anglosajón.
En la enseñanza de la Gramática y la Retórica también tenía su papel la Historia, que se reducía
a la memoria de un repertorio de exempla, útiles para ser utilizados por un orador. La base
jurídica de la vida romana y la creciente necesidad de un aparato burocrático para administrar
un imperio en expansión hicieron que en Roma fuera cada vez más apreciada la formación
retórica al estilo griego.
La filosofía nunca fue demasiado atractiva para los romanos, excepto el estoicismo que se
difundirá entre algunos miembros de la elite. La retórica y la oratoria eran mucho más
compatibles con las características del pueblo romano. Se comunicaba el arte oratorio, de
acuerdo a una técnica, y reglas como las enseñadas por los sofistas en Grecia, aunque se
utilizara el latín.
La escuela de retórica los preparaba en la elocuencia como futuros políticos, que era el ideal
que pregonaba Cicerón para ser un buen ciudadano. Según Bowen ‹‹Para Cicerón, el producto
final de todo el proceso educativo lo constituye el orador, cuya gran cualidad distintiva
consiste en una erudición paralela al desarrollo de un sentido ético que él
denomina humanitas, término latino correspondiente hasta cierto punto al griego paideia.
La educación especializada en derecho era muy importante, pues éste era un factor funda-
mental para la unidad y la vida política y social de Roma. La educación superior se
efectuaba en la época republicana en los despachos de los jurisconsultos, los grandes juristas,
que tomaban como aprendices a los hijos de los senadores y caballeros.
El jurista debía conocer las leyes, costumbres, reglas de procedimientos, tradiciones. Para
llevar a cabo esta formación había maestros de derecho, bibliotecas especializadas y
colecciones metódicas o manuales.
Los estudiantes de medicina se formaban del mismo modo que en la escuela de retórica,
contratando profesores particulares o asistiendo a las clases de los más famosos, para lo que
acostumbraban ir a Grecia, donde se beneficiaban de su gran herencia intelectual, pero era
una educación anclada en el estudio reverente de los escritos del pasado y se hicieron pocas
innovaciones médicas, aunque el médico y botánico Dioscórides y el gran anatomista Galeno
de Pérgamo destacan como excepciones.
La educación romana en la etapa imperial (s. I a V d.c) se distingue de la anterior, más que por
su contenido por su organización. Deja de ser un asunto particular, privado, para convertirse
en una educación pública debido a la necesidad de conformar una administración sistemática y
eficaz del imperio. La necesidad de una administración pública extensa y capacitada obligó a
fomentar la creación de escuelas.
Aunque la escolarización no era obligatoria ni gratuita, se fue exigiendo a las ciudades que
brindaran al menos una educación elemental. Durante el Imperio se mantiene la estructura de
la educación romana de fines de la república. La organización de la enseñanza en la época
imperial siguió siendo parecida a la de la época anterior con sus tres grados: del literato, el
gramático y el retórico; pero con su nuevo sentido imperial, de absorción y romanización de
las regiones conquistadas.
El Estado determina la modalidad de selección de los maestros, los exime de ciertos impuestos
y por ultimo llega incluso a fijarles los honorarios. El Estado interviene directamente en la
educación elemental y media por medio de las Instituciones alimentarias de Trajano (98-117).
Fundaciones estatales orientadas a asegurar, la manutención y la educación de un cierto
número de niños y niñas de pocos recursos.
Esta transformación comienza en el siglo I a.C. con la creación de escuelas municipales, en las
que el Estado interviene más bien con subvenciones y una cierta inspección pero después llega
a hacerse su legislador y director. Debido a la imagen de degradación de la calidad de la
enseñanza en las escuelas cuando se hizo masiva ya en la etapa imperial
Las familias más ricas preferían una enseñanza para sus hijos en el hogar y contrataban un
maestro griego (magister, nutritor o tropheus) responsable de enseñarle a leer y de su
educación hasta la pubertad.
“Artes liberales”
Esta etapa se caracteriza por la publicación de grandes obras de síntesis denominados como
ars, introductio o manuale, que eran utilizados por los distintos tipos de maestros (litterator,
grammaticus y rhetor). Al fijar el conocimiento en forma ordenada, estos compendios pasaron
a convertirse en la fuente de información más reverenciada.
A partir del siglo IV las artes liberales (trivium y quadrivium) quedaron formalizadas y eran
enseñadas como compilados de información. Toda la enseñanza romana se reducía para ese
entonces a la memorización del contenido de estas encyclopaedia, término derivado de la
enkyklios paideia.
La política escolar del Estado romano comienza con César, quien concede el derecho de
ciudadanía a los maestros de las artes liberales, sigue con Vespasiano, quien en el año 74 d.C.
libera de impuestos municipales a gramáticos y retores, manteniéndoles este beneficio los
emperadores siguientes.
El mismo Vespasiano es el primero que crea cátedras oficiales de retórica latina y griega con
sueldos anuales, una de las cuales llegó a ocupar con una buena retribución Quintiliano.
Quintiliano escribe una obra Institutio oratoria en donde plantea que la meta final del proceso
educativo sigue siendo la formación del orador, del experto en hablar en público.
Marco Aurelio (161-180) creó después cátedras de filosofía también retribuidas por el Estado
Constantino (306-337): agregó inmunidad personal, es decir, los maestros y su familia eran
sagrados en sus personas y los ultrajes y ofensas que se les inferían, eran castigados con
severidad
El inmenso Imperio burocratizado requiere una educación de escribas, más bien que una
educación "liberal" orientada hacia la formación de un ciudadano libre. Las disposiciones
imperiales para que puedan estudiar también los pobres buscan este fin: formar para el Estado
los funcionarios necesarios Junto a los funcionarios de alto rango, encontramos una clase de
escribas de categoría más modesta. Se trata de los notarios, o sea los taquígrafos (de notae, es
decir, el término que indicaba los signos de la escritura abreviada) preparados en escuelas
especiales, cuya importancia y dignidad van en aumento.
Diversos emperadores fundaron bibliotecas publicas anexadas a los templos. Algunas de ellas
poseían una colección de textos muy importante. Llegaron a ser 28 en el Siglo IV d.C. solo en la
ciudad de Roma.
Crisis urbana
Las guerras civiles y las incursiones germánicas afectaron los intercambios comerciales entre
las distintas regiones del Imperio. La inseguridad hizo que los circuitos comerciales se
redujeran en gran medida, por lo que las ciudades comenzaron a sufrir desabastecimientos de
productos. Todo esto contribuyó a disminuir la importancia económica de las ciudades y
generó el inicio de un éxodo progresivo de la población urbana hacia el campo.
Cuando se detiene la expansión romana como consecuencia de la crisis del siglo III, los esclavos
comienzan a escasear, ya no es rentable explotar los latifundios con este tipo de mano de obra
debido al alto precio que alcanza. Esto no implica que desaparecieran los esclavos. Seguirán
siendo utilizados en tareas domésticas
El colonato
Para solucionar el problema del alto costo de la mano de obra esclava, los grandes latinfudistas
romanos recurrieron a la implementación de un nuevo sistema de explotación rural: el
colonato.
Un propietario y un colono (en general, un campesino libre o un esclavo que había sido
liberado) establecían un contrato. El propietario arrendaba una parcela de sus tierras por 5
años, mientras que el colono se comprometía al pago anual de una suma de dinero y a realizar
prestaciones personales. Una de estas prestaciones personales podía ser que el colono
participara de la siembra y cosecha de las tierras que el propietario se reservaba para sí
mismo.
Crisis demográfica
El Estado romano, para solucionar los graves efectos producidos por el descenso demográfico,
establece en el siglo IV la dependencia hereditaria de cada individuo a un determinado oficio o
actividad (artesano, campesino, soldado, etc.). De esta forma no sólo se buscaba solucionar la
crisis de producción sino también los problemas defensivos relacionados con el reclutamiento
de tropas para el ejército.
Como consecuencia de esta medida, los colonos pierden el derecho de abandonar la tierra que
cultivaban. Al mismo tiempo el Estado romano hace responsables a los propietarios de
recaudar los impuestos de los campesinos que estaban en sus tierras.
Esta medida tomada por el Estado hace que los propietarios se encuentran en condiciones de
beneficiar a sus colonos con exenciones impositivas, por lo que muchos campesinos
independientes, dueños de pequeñas propiedades rurales, comienzan a colocarse
voluntariamente bajo la protección de estos grandes latifundistas. Para que los patrones
pudieran favorecerlos con los impuestos tenían que aparecer legalmente como propietarios de
las tierras de sus protegidos, a fin de ponerse en igual situación que los colonos, a quienes el
patrón había entregado parte de sus tierras en calidad de arrendatarios.
El campesino que quería ser cliente (protegido) de un poderoso le entregaba sus tierras. El
poderoso se la devolvía como “tenencia”, es decir que tenía el derecho de uso (usufructo) de
la tierra pero no era su dueño. Esto no quiere decir que desapareciera el modo de producción
esclavista o que se extinguiera la pequeña propiedad campesina en el Imperio Romano.
Simplemente marca una tendencia de disminución de la pequeña propiedad campesina a favor
de la conformación de grandes latifundios cuyas tierras son explotadas bajo el sistema de
colonato.
La ayuda estatal a las escuelas no alcanzaba a ser suficiente y la política educativa de los
emperadores no consiguió proporcionar la base necesaria para la formación de una cantidad
suficiente de funcionarios.
Durante el siglo II d.C. existía un síntoma de insatisfacción con respecto a las escuelas. Una de
las sátiras de Juvenal denuncia la decadencia de la educación y de la formación de los
maestros. Ya para el siglo IV un decreto del emperador Valente muestra lo dificultoso que
resultaba encontrar maestros en la zona occidental del imperio.
La caída del Imperio romano de occidente En el año 395 el Imperio Romano fue dividido en
dos partes: el Imperio Romano de Oriente y el de Occidente, con el objetivo de mejorar la
administración y la defensa.
Ambos debieron soportar la presión de las tribus germánicas pero mientras el imperio oriental
logró sobrevivir, el occidental sucumbió en el año 476, cuando fue depuesto su último
emperador.