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¿Qué es un dispositivo?

- Deleuze

El texto de Deleuze se articula aproximadamente en dos partes. Una primera, donde


explica qué es un dispositivo y cuáles son las dimensiones que articulan el espacio
interno del mismo, y una segunda, donde plantea las consecuencias fundamentales de
una filosofía de los dispositivos.

El texto de Deleuze comienza planteando que la filosofía de Foucault se presentaría a


menudo como un análisis concreto de “dispositivos”, o como “una filosofía de los
dispositivos”, y a partir de allí plantea la pregunta: ¿qué es un dispositivo? Un
dispositivo sería, en palabras de Deleuze, una especie de ovillo o madeja, un paquete
de líneas, un conjunto multilineal compuesto por líneas móviles de diferente
naturaleza. Cada línea seguiría direcciones diferentes, en ocasiones se acercarían entre
ellas, se cruzarían entre ellas, se alejarían las unas de las otras, se hallarían sometidas
a variaciones de dirección, a bifurcaciones, a sujeciones, a derivaciones, mutarían, se
transformarían, se mezclarían, y siempre formarían procesos heterogéneos.

Cada dispositivo configuraría sus objetos, sus enunciados, sus fuerzas, sus sujetos.
Los objetos visibles, las enunciaciones formulables, las fuerzas en ejercicio, los
sujetos en posición son como vectores o tensores de estas líneas heterogéneas, es decir,
operan como magnitudes físicas que las almacenan, que las portan, que las transportan,
que las transmiten, que las direccionan, que las orientan, que las coordinan
espacio-temporalmente, que las localizan, que les dan velocidad y fuerza para
desplazarse de un lugar a otro, que las extienden, que las intensifican, que las
transforman, que las tensan, etc. Los objetos visibles, las enunciaciones formulables,
las fuerzas en ejercicio, los sujetos en posición, son, de este modo, cadenas de líneas
variables relacionadas entre sí.

Las diferentes líneas de un dispositivo se reparten en dos grupos: líneas de


estratificación o de sedimentación, y líneas de fisura, de fractura, de ruptura, de
actualización o de creatividad. Es menester distinguirlas. El trabajo de Foucault
consistiría, entonces, en analizar concretamente ciertos dispositivos, descubriendo,
desenmarañando, desmezclando y distinguiendo las líneas y dimensiones que lo
componen, trazando el mapa del dispositivo, cartografiándolo, recorriendo esa tierra
desconocida.

El espacio interno del dispositivo tendría varias dimensiones siempre variables.


La primera de ellas es la dimensión de visibilidad, hecha por líneas de luz que forman
figuras variables e inseparables de este o aquel dispositivo. No existiría luz en general,
natural, en bruto, pura o en estado salvaje que viniera a iluminar objetos preexistentes,
es decir, que existen previamente y con independencia a esta luz en general, natural,
bruta, pura, salvaje, sino que cada dispositivo tendría su propio régimen de luz, su
propia manera de iluminar, de difundir su luz, de oscurecer, de distribuir lo visible y
lo invisible, de hacer nacer o desaparecer los objetos visibles que no existen, que no
pueden existir sin esa determinada luz. En este sentido, un dispositivo sería una
máquina para hacer ver, una máquina óptica.

La segunda dimensión del dispositivo es la de la enunciación. Cada dispositivo


tendría su propio régimen de enunciación, hecho de líneas de enunciación en las que
se distribuyen las posiciones diferenciales de los elementos de las enunciaciones
formulables o decibles y de las prácticas discursivas que definen una ciencia en un
determinado momento histórico, o un género literario, o un estado histórico del
derecho, o un movimiento social. En este sentido, un dispositivo no sólo sería una
máquina para hacer ver, sino también para hacer hablar, para hacer decir: comprende
las enunciaciones formulables o decibles y las ajusta a un orden discursivo.

La tercera dimensión del dispositivo es la del poder. Está hecho de líneas de


fuerzas que se producen en toda relación de un punto con otro, y que pasan por todos
los lugares de un dispositivo. Las fuerzas en ejercicio, las relaciones de fuerza de un
dispositivo, se establecen como saberes constituidos.

La cuarta dimensión del dispositivo es la de la subjetividad o del sí-mismo. Esta


dimensión estaría hecha de líneas de subjetivación o de procesos de producción de
subjetividad, de procesos de individuación, que se producen “cuando la línea de
fuerzas se curva, forma meandros, se hunde y se hace subterránea o, mejor dicho,
cuando la fuerza, en lugar de entrar en relación lineal con otra fuerza, se vuelve sobre
sí misma, se ejerce sobre sí misma o se afecta ella misma”. Ciertos dispositivos
específicos darían lugar a formaciones subjetivas singulares. Así, la ciudad ateniense
sería el lugar de invención de la existencia del hombre libre, que sólo puede mandar a
otro en la medida en que sea dueño de sí mismo, es decir, en que sea autónomo; los
dispositivos cristianos serían el lugar de invención de la vida beata o santa, de las
comunidades monacales, de la vida eremítica o ascética, pero también de los
pecadores y de los heréticos; las sociedades modernas serían el lugar de invención del
individuo, del trabajador libre, etc.; otros dispositivos darían lugar a la vida
aristocrática, a la nobleza, a las existencias marginales de los excluidos, etc. Los
dispositivos orientales, los de Medio oriente, el dispositivo de la Revolución Francesa,
de la Revolución bolchevique, la prisión, la psiquiatría, la medicina, la escuela, la
confesión, las fábricas, las formas jurídicas, la soberanía, la disciplina, el control, la
seguridad, etc., todos estos dispositivos darían lugar a procesos de subjetivación
singulares. Un proceso de subjetivación o de individuación puede llegar a ser hasta
una línea de fuga que se escapa de las líneas anteriores, que se sustrae a los poderes y
saberes establecidos, que suministra nuevos saberes e inspira nuevos poderes, que
traza caminos de creación y resistencia, que prepara las líneas de fractura y de ruptura
con respecto del antiguo dispositivo, que esboza el paso de un dispositivo a otro por
nacer.
II

Deleuze hace notar dos consecuencias importantes para una filosofía de los
dispositivos. La primera sería el repudio, el rechazo de los universales. La metafísica
intenta explicar sus problemas a partir de conceptos universales que operan como
principios o fundamentos: el Uno, la Totalidad, la Verdad, el Objeto, el Sujeto, la
Vida, la Razón, la Historia, la Libertad, la Igualdad, la Justicia, la Sociedad, el
Conocimiento, el Lenguaje, la Economía, el Bien, el Mal, el Estado, la Soberanía, la
Ley, el Poder, etc. (también podríamos sumar aquí la Comunidad). Una filosofía de
los dispositivos deja de presuponer a los universales como principios de
inteligibilidad, y los piensa como el resultado de un proceso inmanente al dispositivo
que los hace nacer, historizándolos. Cada dispositivo sería una multiplicidad en la que
operan determinados procesos inmanentes a cierto dispositivo específico, procesos de
objetivación (el objeto como el efecto de una determinada economía de la luz),
procesos de subjetivación (el sujeto como el resultado de la interiorización de
determinados regímenes de poder), procesos de verificación (la verdad como el
conjunto de las producciones que se realizan en el interior de un dispositivo), procesos
de unificación, procesos de totalización, procesos de racionalización, etc. Por tanto,
una filosofía de los dispositivos habría de evitar toda posible restauración de
universales.

La segunda consecuencia de una filosofía de los dispositivos es un cambio de


orientación que se aparta de lo eterno (es decir, de los universales que operan como
principios o fundamentos de inteligibilidad) y, en cambio, intenta aprehender lo nuevo,
la creatividad variable, la actualidad que particulariza cada dispositivo y que lo
distingue respecto de los anteriores (la novedad de su regimen de visibilidad, de su
regimen de enunciación, de su economía general de poder, de sus procesos de
subjetivación). El estudio del tenor de novedad, creatividad o actualidad de cada
dispositivo nos mostraría tanto sus posibilidades de transformarse como las
posibilidades de fisurarse en provecho de un dispositivo futuro.
Pertenecemos a ciertos dispositivos y obramos en ellos. En el estudio de todo
dispositivo hay que distinguir el análisis de nuestra historia (la configuración de lo
que somos y que ya no somos, lo que estamos dejando de ser, lo que nos separa de
nosotros mismos: nuestro pasado reciente) y el diagnóstico de nuestra actualidad (el
esbozo de lo que vamos siendo, aquello diferente en que nos estamos convirtiendo,
nuestro devenir-otro con el cual ya coincidimos, que no dejamos de anunciar viviendo:
nuestro futuro próximo que ya acontece).

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