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La sociedad en la actualidad basa sus conocimientos en los medios de

comunicación visuales, entre ellos se encuentra la televisión. La televisión es el


medio de comunicación más fuerte y representativo porque integra imagen y voz,
además llega a la mayoría de los hogares casi sin hacer distinción entre ricos y
pobres, esta es una forma de comunicar bastante concreta, se les informa a las
personas solo lo necesario y se le dice como y que creer. En el momento de la
aparición de la televisión se dejó de lado el valor de la palabra para así darle
prioridad a las imágenes. La experiencia televisiva, es vista como un producto
aparentemente inofensivo, pero que claramente produce un efecto real,
precisamente por la falta de conciencia de su inofensividad. La televisión produce
la mayor parte de sus efectos desde las emociones y desde la burla de la conciencia
y de la racionalidad. Sin embargo, por poseer esas características y por tener la
facilidad de llegar a la mayoría de la población se ha transformado en un arma de
doble filo dada la calidad de programación que transmite sin considerar que, en la
mayoría de los casos, sus espectadores son niños y jóvenes. La televisión se
impone sobre otros medios y deja atrás al cine para llegar al hogar, en la vida diaria
y llegar a formar parte del de los diversos hábitos de cualquier persona.
Bajo estas circunstancias, nuestros medios de comunicación de masas tienen
pocas dificultades para vender los intereses particulares como si fueran los de todos
los hombres sensibles. Las necesidades políticas de la sociedad se convierten en
necesidades y aspiraciones individuales, su satisfacción promueve los negocios y
el bienestar general, y la totalidad parece tener el aspecto mismo de la Razón.
(Marcuse, 1954)

El objetivo principal de este ensayo es averiguar como la televisión es considerada


como un aparato ideológico del estado. Para esto, primeramente, debemos tener
en claro a que nos referimos con un AIE (aparato ideológico del estado). “Althusser
los define como las instituciones especializadas dentro de un estado en las que no
necesariamente predomina la violencia, tales como la iglesia, las escuelas, ya sean
publicas o privadas, la familia, partidos políticos, sindicatos, medios de
comunicación masiva y lo cultural.” (Althusser, 1970). Para hacer una distinción
entre un aparato del estado, y los aparatos ideológicos del mismo, podemos ver que
uno es totalmente de dominio público, mientras que por el contrario el otro es de
dominio enteramente privado. En el aparato de represivo del estado destaca la
violencia en la forma de cómo funciona, y por otro lado los aparatos ideológicos del
estado buscan el control y la opresión de la sociedad, pero funcionan esencialmente
en base a la ideología.
Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o,
dicho, en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la
sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a
su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al
mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se
le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de
los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son
otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes,
las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto,
las relaciones que hacen una determinada clase la clase dominante son también
las que confieren el papel dominante a sus ideas. (Karl Marx, 2014)

La ideología predominante dentro de los medios de comunicación masiva como lo


es la televisión es esa de lo que detentan el poder; a partir de ellos, contribuye a la
reproducción de la sociedad como un todo, ayuda a fijar a los individuos, clases o
grupos en los papeles y funciones que les ha asignado la organización social
imperante. Una ideología que sostiene que el ser humano sólo se motiva desde los
intereses utilitarios y monetarios, pero no desde valores que hacen a la ética social,
la solidaridad y a la calidad de vida de toda la población .Una ideología que promulga
el valor máximo del desarrollo económico y del consumo, con la clara intención de
propiciar la acumulación de riquezas a cualquier precio (corrupción incluida) en
manos de unos pocos, libres del control de la ciudadanía y disfrutando del poder
gubernamental.

La Ideología y comunicación son dos fenómenos que se encuentran íntimamente


ligados, tanto así que la ideología se encuentra presente en cualquier proceso de
comunicación, ya que el emisor tiene una ideología la cual va a manifestar en la
elaboración y en la forma en la que va a presentar mensaje; el mensaje lleva
implícito un contenido que es, en primera instancia, ideológico; el receptor cuenta
igualmente con una ideología que le permite captar los mensajes como inofensivos
y neutros, afianzando así su ideología y la de la sociedad en general. Incluye
siempre un sentido del hombre, de la sociedad, del Estado, de ciertos valores, de la
economía, del arte
Es decir, las ideologías intentan despejar e interpretar la gran incógnita de toda la
realidad, sobre todo de sus aspectos más importantes y significativos. Así sucede
especialmente en el campo religioso, político y pedagógico. Contienen una difusión
masiva para que la mayor parte de la gente adhiera a esa ideología, para lo cual se
necesita un aparato de difusión ejercido por la propaganda ideológica, incluida la
educativa. Tomamos la palabra “propaganda” en su sentido amplio, es decir como
“propagación” de ideas y valores.

Es tan grande y fácil la llegada que pueden llegar a tener las personas a diversas
programaciones que entrega la televisión, que sin duda es el medio de
comunicación masiva que más utilizamos en nuestra vida cotidiana. Solamente es
necesario tocar un botón para así tener acceso a diversos programas de distintos
indoles, ya sean informativos, series, películas, programas protegidos por derechos
de autor, y un sin número de otras opciones

Con el paso del tiempo y cuando se comienzan la accesibilidad de las personas a


obtener un televisor es muy grande, las distintas empresas fabricantes se dan
cuenta del poder que pueden adquirir por medio de la gente que compra y ve la
televisión. Entonces lo que alguna vez sirviera como entretenimiento se convierte
en un arma poderosa para crear ideologías.

La televisión hace que a través del tiempo las personas vayan reproduciendo
distintos roles, tomando en cuenta que este es el rol de socialización de aprendizaje
aludiendo a tales como, adquirir actitudes, sentimientos, aprender a cumplir con
obligaciones, exigir privilegios de rol y aspectos apropiados al. Dentro de la
televisión se deja en vista un panorama distinto que también contienen prácticas
distintas y esto puede lograr tener una gran influencia entre las personas que la
consumen, las ven como un foco de aprendizaje de algún rol en particular que no lo
hayan practicado anteriormente en sus vidas. Un ejemplo claro es el de la mujer
que se dedica a cuidar a sus hijos y no trabaja, quizás sea transmitido a través de
un comercial o alguna serie.
En cuanto a el estatus, es este el que limita que programas van a ver las personas
dependiendo del estatus o practica de roles. Diversos programas de televisión
adaptan a los consumidores de la televisión o les hacen ver como debe ser su vida
o simplemente como es la vida misma, insertándolos y obligándolos a ser parte de
diversos contextos culturales dentro de los programas que manejan.

La televisión también tiene la función de mantener sistemas, provoca que continúen


y al mismo tiempo, hace que los espectadores se vuelvan más pacientes.
Otra de las funciones de la televisión como aparato ideológico es calmar las
tensiones, problemas familiares y sociales a través de la distracción, como también
lo hace por medio de programas culturales, noticiarios para así lograr crear
conciencia en algunos aspectos de la sociedad que acontecen en la actualidad,
tales como en los ámbitos políticos, culturales, sociales y económicos.
Sucintamente, una teoría o idea es ideología cuando objetivamente oculta
contradicciones sociales, lo que beneficia los intereses de las clases dominantes.
En este sentido la ideología es pensamiento distorsionado, pero no se trata de
cualquier tipo de distorsión, sino aquella que tiene que ver con el enmascaramiento
de problemas sociales (Larrain, 2010) La televisión ocasiona una actitud pasiva
entre sus consumidores, ya que al ser una actividad meramente receptiva no
supone ningún esfuerzo y anula la iniciativa de cualquier opinión o descontento del
espectador. La televisión presenta estereotipos en sus programaciones, tales como
la de los distintos papeles o roles que cumplen los hombres y las mujeres, y así
limitar y restringir los puntos de vista y la percepción de la realidad.

Los valores, creencias, normas, lenguajes y símbolos juegan un papel esencial y


son sumamente influyentes dentro de la televisión, ya que así se puede llegar a
saber cuáles son los distintos tipos de programas que ven los espectadores en la
televisión, y cuantos de estos pueden advertir como símbolos para su vida cotidiana
y desarrollo como persona.
A partir de los procesos de asociación o transferencia que confieren a las realidades
representadas (personas, instituciones o creencias) valores emocionales positivos
o negativos, según los casos.

Por otro lado, la publicidad que se transmite a través de la televisión, la gran parte
de esta tiene un carácter nocivo, ya que adultera las imágenes y la forma en la que
se presenta el producto que se le va a ofrecer al televidente, va a lograr que este
desee el producto de propagado en la publicidad sin estar consciente de lo que está
comprando. Los espectadores miran lo que ven en televisión, ya que se muestra
constantemente modelos de comportamiento y estereotipos a seguir.

La presunta objetividad de la televisión necesita cultivar fraseólogos expertos en la


medida en que lo que no es más que una mera opinión se torna más creíble si puede
encontrarse a un personaje con alguna acreditación oficial. Una “jerarquía de la
credibilidad” funciona de modo que las personas de elevada categoría social verán
que sus ideas son aceptadas porque se supone que tienen acceso a una visión más
amplia de la que carece la mayoría. En una sociedad basada en la especialización,
en que parece imposible aprehender la totalidad, una estructura de información
dirigida al consumo de masas tiene un enfoque elitista centrado en los que saben y
son conocidos por ser conocidos.

La televisión llena el aislamiento con las imágenes dominantes, cuyo poder derivar
precisamente del aislamiento. Mientras se hacen menores nuestras posibilidades
de relacionarnos personalmente, aumenta a cambio nuestra dependencia de la
televisión para dar sentido a la existencia. Se devoran todos los medios a la espera
de dar con una pista, alguna huella de significado en la vida y en la experiencia de
no tener libertad. ¿Qué se consigue? Una comunidad compartida que está siempre
en otro lugar, sucedáneo de las vidas que hemos dejado de vivir. La televisión une
en unidades familiares individuales para ver lo que todo el mundo cree, con el disfraz
de darnos lo que queremos. Enganchados por cada mentira y cada teleserie, nos
educamos con historietas sobre la vida en otros entornos suburbanos.

Es así como comienza el proceso de institucionalización a traves de la televisión


manejando los diversos agentes de socialización como la familia, en el sentido de
orientar o adecuar al espectador a cumplir con distintos roles. La televisión es el
medio ideal para imponer a las personas de manera “natural” creencias, valores,
normas, formas de vida.

A partir de todo lo dicho anteriormente podemos decir que la ideología es una


relación imaginaria con un carácter real de existencia, ya que esta posee una
existencia material e interpreta a los individuos como. El sujeto en sí, es un ser libre
que se rinde a ser interpretado, es así que podemos decir que la televisión es el
medio de comunicación del cual los sujetos hacen más uso en su vida cotidiana, el
cual el televidente puede posturas, actitudes, reproducción de roles, valores que
quizás hasta transforman nuestra cultura por el hecho de que nos incita a querer
pertenecer o adoptar un contexto externo al de nosotros.

Para Marcuse, tanto cultura como ideología, se articulan en el pensamiento del


autor, en el concepto de hegemonía, entendido como “un sentido de la realidad”
para la mayoría de las gentes de una sociedad; o, en otros términos, un sistema
de significados y valores que, “en la medida en que son experimentados como
prácticas parecen confirmarse recíprocamente” (Williams, 1981)

La televisión en la actualidad ofrece contenidos cada vez más pobres y sin sentido,
vendiéndole a la población ideas más inútiles, preparando a la población infantil
para un mundo consumista, actualizado, pero no nada nuevo, solo se ha modificado
aquello que se nos quiere vender, formas de pensar o actitudes hacia ciertas
situaciones que quizás son incompetentes con nuestra cultura, pero de todas formas
las queremos tener.

“La televisión, en su afán por llegar a un mayor número de audiencia, simplifica


enormemente la realidad, convirtiéndola en mera diversión, en entretenimiento
banal e incomprensible. Lo que no queda bien en su formato –brevedad, apoyo con
imágenes, espectacularidad- queda silenciado o relegado, dejando de tener
relevancia pública” (Bourdieu, 1998)
Desgraciadamente, y basta para ello escuchar en las calles, la opinión pública
refleja todo ese clima de superficialidad y desinformación que impera en los grandes
medios. Puede decirse que el gran problema de las sociedades tecnológicamente
avanzadas, en las que la imagen es tan importante (más que la palabra, que debe
representar la racionalidad), es que existe una gran distancia entre la comunicación
y la verdad: no se habla de algo porque sea verdad, sino que se toma como verdad
porque se habla de ello. Muy especialmente la televisión, la cual ha conseguido
alcanzar un gran prestigio al penetrar en cada hogar privado, es la que refleja este
hecho: se acepta acríticamente lo que se recibe. Para no resultar tan catastrofista
diremos que los factores internos y los condicionamientos externos son elementos
constantemente presentes en nuestra existencia; en aras de la creatividad resulta
imposible anular, por ejemplo, todo lo que nos rodea por considerarlo extraño. Es
por eso, con especial atención para los niños en proceso de educación (aunque,
todos deberíamos estarlo a lo largo de nuestra vida), que es tan importante inculcar
un espíritu crítico hacia las costumbres, los hábitos, y toda la información
manipuladora e irracional, como el hecho posterior de canalizar esa rebeldía para
realizar algo constructivo. Lamentablemente, la televisión parecer formar parte
importante también del proceso formativo de los niños.

Para concluir podemos dejar claro que la televisión funciona como un aparato
ideológico para los espectadores. Ya que a través de sus diversos medios de
transmisión impactan al espectador e influyen en su vida cotidiana "De este modo,
la televisión, que pretende ser un instrumento que refleja la realidad, acaba
convirtiéndose en instrumento que crea una realidad. Vamos cada vez más hacia
universos en que el mundo social está descrito-prescrito por la televisión. La
televisión se convierte en el árbitro del acceso a la existencia social y política"
(Bourdieu, 1998, pág. 28)
Bibliografía
Althusser, L. (1970). Ideología y aparatos idelogicos del estado. Nueva visión.

Bourdieu, P. (1998). Sobre la televisión. Anagrama.

Karl Marx, F. E. (2014). La ideologìa alemana . Akal.

Larrain, J. (19 de Abril de 2010). El concepto de ideología. Entrevista con el sociologo Jorge Larraín.
(A. Lavquén, Entrevistador)

Marcuse, H. (1954). El hombre unidimensional. Ariel.S.A.

Williams, R. (1981). Sociología de la cultura . Barcelona: Paidós .


La televisión
como un medio
de control social

Nombre: Rodrigo Monje


Nombre docente: Juan Christian Jiménez
Catedra: Sociología de la cultura
Fecha de entrega: 30 de noviembre 2018

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