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Observaciones sobre un texto de Yukio Mishima

Andrés Haye

Jamás llegamos a pensar en la posibilidad de que algo nos aguardara después


de los inmediatos años siguientes. La vida nos parecía extrañamente efímera.
Era exactamente como si la vida fuese un lago salado del que de repente se
hubiera evaporado la mayor parte del agua, dejando la restante con tan alta
concentración de sal que nuestros cuerpos flotaban boyantes en la superficie.

Confesiones de una Máscara

Como si la vida fuese un lago salado del que de repente se hubiera evaporado la mayor parte
del agua... Unas líneas antes Mishima anota: «[la guerra] nos hizo considerar que la vida era
una realidad que podía acabar bruscamente a nuestros veinte años». No puede ser más que
efímero todo lo que sea puesto sobre el fondo de una eventual cancelación sorpresiva y
abrupta, aunque tal eventualidad jamás llegue del todo y permanezca por siglos o milenios la
suspención sobre ese fondo. Suspensión flotante, a la vez tensa y despreocupada, sobre ese
fondo sin fondo. En otro pasaje agrega: «Corrían los días en que las fuerzas de la
imaginación habían quedado debilitadas por la consideración de que el más fantástico hecho
que cupiera imaginar podía realmente ocurrir como cosa normal».

Como si la vida fuese un lago salado de que de repente se hubiera evaporado la mayor
parte del agua, dejando la restante con tan alta concentración de sal que nuestros cuerpos
flotaban boyantes en la superficie. Vaciamiento y concentración: operaciones perfectamente
complementarias en la hora del peligro.

Dejando la restante con tan alta concentración de sal que nuestros cuerpos flotaban
boyantes en la superficie. A la deriva, «al igual que la tripulación de un buque que se hunde,
se hallaron en una situación en que estaba permitido matar a una persona para salvar a otra».
Pero también esta condición tiene que ser efímera: «¿Por qué llevamos todos la carga del
deber de destruirlo todo, de cambiarlo todo, de entregarlo todo a la caducidad?»

Nuestros cuerpos flotaban boyantes en la superficie. Pues la guerra, si no saca a flote, al


menos suprime todas las profundidades, ventilándolas sin recato, descaradamente, en toda su
crudeza y nimiedad. Pero esto mismo tiene también un sentido recomponedor:
Me dije que mi comedia había llegado a ser parte de mi naturaleza. Y ahora
ya no es una comedia. Mi conciencia de ir disfrazado de persona normal ha
llegado a corroer incluso aquella parte de normalidad que originariamente
tenía, acabando por obligarme a decirme una y otra vez que aquella parte de
normalidad no era más que normalidad fingida. Dicho en otras palabras, me
estoy convirtiendo en esa clase de persona que en nada puede creer salvo en
lo falso. Pero si eso es verdad, mis deseos de considerar que la atracción que
Sonoko ejerce en mí es pura ficción, bien puede constituir una máscara para
ocultar mis verdaderos deseos de creer que estoy genuinamente enamorado
de ella. Por eso, quizá me esté convirtiendo en esa clase de persona que es
incapaz de comportarse en contradicción con su verdadera naturaleza, y
quizá realmente ame a Sonoko...

Esta diferencia de la subjetividad entre el yo y el yo es un problema insistente en la obra de


Mishima. Pero es también el asunto mismo del teatro clásico japonés. Mishima explota la
problematicidad de la subjetividad contemporánea utilizando el modelo tradicional del actor
del Noh. El Noh es el arte ritual del teatro japonés, creado a finales del siglo XIV. 1 “Shite”
es el nombre del personaje principal (siempre uno solo) de una obra de Noh, el cual
normalmente representa algún fantasma o el espíritu de algún hombre del pasado, pero a
veces es un hombre fuera de quicio o una criatura sobrehumana. El “shite” no es nunca del
mundo real. Generalmente usa una máscara, para así dar una mayor profundidad emocional.
La máscara del “shite” se distingue de otras máscaras que pudieran usar algunos personajes
secundarios especialmente por su aire de nobleza. La vestimenta es suntuosa o
elegantemente simple. Aunque el personaje del “shite” sea una anciana pobre, el vestino no
deja de mostrar belleza y riqueza, pues el aura del “shite” ha de ser precisamente su
desconexión con la realidad. Del mismo modo, el estilo del “shite” no cambia con la
situación.

Dentro del conjunto de obras dramatúrgicas que escribió Mishima, algunas son obras Noh.2

1
Información más detallada sobre el Noh, puede encontrarse en los archivos y artículos de difusión cultural
del Ministerio de Relaciones Exteriores del Japón.
2
Próximamente se estrenará en Santiago, Chile, un obra Noh de Mishima, titulada Yoroboshi. No estoy
seguro si la traducción es confiable, pero recomiendo verla de todas maneras, aunque sea para que el público
no se quede con la sesgada impresión que Madame de Sade es una obra típica de Mishima. En realidad
probablemente es lo peor del teatro de Mishima, al menos por su orientación a la taquilla y el intelectualismo
snob, que no representa el espíritu de la obra de Mishima.

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