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COLEGIO NUEGO GIMNASIO

SELECCIÓN DE POESÍA ESPAÑOLA 10º

DOCENTE
LAURA AYALA
ESPAÑOL Y LITERATURA

2019
MIGUEL DE UNAMUNO
(Bilbao, 1864 - Salamanca, 1936) Escritor, poeta y filósofo español, principal exponente de
la Generación del 98. Entre 1880 y 1884 estudió filosofía y letras. Uno de sus trabajos
significativos, es aquel que habla de Don Quijote de la Mancha y en donde se simbolizaba
la tensión existente entre ficción y realidad, locura y razón, que constituye la unidad de la
vida y la común aspiración a la inmortalidad.

1. RIMAS
1

¿Por qué esos lirios que los hielos matan?


¿Por qué esas rosas a que agosta el sol?
¿Por qué esos pajarillos que sin vuelo
se mueren en plumón?

¿Por qué derrocha el cielo tantas vidas


que no son de otras nuevas eslabón?
¿Por qué fue dique de tu sangre pura
tu pobre corazón?

¿Por qué no se mezclaron nuestras sangres


del amor en la santa comunión?
¿Por qué tú y yo, Teresa de mi alma
no dimos granazón?

¿Por qué, Teresa, y para qué nacimos?


¿Por qué y para qué fuimos los dos?
¿Por qué y para qué es todo nada?
¿Por qué nos hizo Dios?

2. CASTILLA

Tú me levantas, tierra de Castilla,


en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo, tu amo,

Tierra nervuda, enjuta, despejada,


madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.

Con la pradera cóncava del cielo


lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.

Es todo cima tu extensión redonda


y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos.

¡Ara gigante, tierra castellana,


a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!

3. INCIDENTE DOMÉSTICO

Traza la niña toscos garrapatos,


de escritura remedo,
me los presenta y dice
con un mohín de inteligente gesto:

"¿Qué dice aquí, papá?"

Miro unas líneas que parecen versos.


"¿Aquí ?" "Si, aquí; lo he escrito yo; ¿qué dice?
porque yo no sé leerlo..."
"¡Aquí no dice nada!", le contesté al momento.

"¿Nada ?", y se queda un rato pensativa


-o así me lo parece, por lo menos,
pues ¿está en los demás o está en nosotros
eso a que damos en llamar talento?-.

Luego, reflexionando, me decía:


¿Hice bien revelándole el secreto?
-no el suyo ni el de aquellas toscas líneas,
el mío, por supuesto-.

¿Sé yo si alguna musa misteriosa,


un subterráneo genio,
un espíritu errante que a la espera
para encarnar está de humano cuerpo,
no le dictó esas líneas
de enigmáticos versos?

¿Sé yo si son la gráfica envoltura


de un idioma de siglos venideros?
¿Sé yo si dicen algo?
¿He vivido yo acaso de ellas dentro?

No dicen más los árboles, las nubes,


los pájaros, los ríos, los luceros ...
¡No dicen más y nos lo dicen todo!
¿Quién sabe de secretos?

4. ME DESTIERRO

Me destierro a la memoria,
voy a vivir del recuerdo.
Buscadme, si me os pierdo,
en el yermo de la historia,

que es enfermedad la vida


y muero viviendo enfermo.
Me voy, pues, me voy al yermo
donde la muerte me olvida.

Y os llevo conmigo, hermanos,


para poblar mi desierto.
Cuando me creáis más muerto
retemblaré en vuestras manos.

Aquí os dejo mi alma? libro,


hombre? mundo verdadero.
Cuando vibres todo entero,
soy yo, lector, que en ti vibro.
5. LEER, LEER, LEER, VIVIR LA VIDA

Leer, leer, leer, vivir la vida


que otros soñaron.
Leer, leer, leer, el alma olvida
las cosas que pasaron.
Se quedan las que quedan, las ficciones,
las flores de la pluma,
las solas, las humanas creaciones,
el poso de la espuma.
Leer, leer, leer; ¿seré lectura
mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
seré lo que pasó?

6. A MI BUITRE

Este buitre voraz de ceño torvo


que me devora las entrañas fiero
y es mi único y constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.

El día en que le toque el postrer sorbo


apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.

Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía,


mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría
mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.

7. DOLOR COMÚN

Cállate, corazón, son tus pesares

de los que no deben decirse, deja

se pudran en tu seno; si te aqueja

un dolor de ti solo no acíbares

a los demás la paz de sus hogares

con importuno grito. Esa tu queja,

siendo egoísta como es, refleja

tu vanidad no más. Nunca separes

tu dolor del común dolor humano,

busca el íntimo aquel en que radica

la hermandad que te liga con tu hermano,

el que agranda la mente y no la achica;

solitario y carnal es siempre vano;

sólo el dolor común nos santifica.

8. EN HORAS DE INSOMNIO

Me voy de aquí, no quiero más oírme;


de mi voz toda voz suéname a eco,

ya falta así de confesor, si peco

se me escapa el poder arrepentirme.

No hallo fuera de mí en que me afirme

nada de humano y me resulto hueco;

si esta cárcel por otra al fin no trueco

en mi vacío acabaré de hundirme.

Oh triste soledad, la del engaño

de creerse en humana compañía

moviéndose entre espejos, ermitaño.

He ido muriendo hasta llegar al día

en que espejo de espejos, soy me extraño

a mí mismo y descubro no vivía.

9. LA ORACIÓN DEL ATEO

Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,

y en tu nada recoge estas mis quejas,

Tú que a los pobres hombres nunca dejas

sin consuelo de engaño. No resistes


a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.

Cuando Tú de mi mente más te alejas,

más recuerdo las plácidas consejas

con que mi alma endulzóme noches tristes.

¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande

que no eres sino Idea; es muy angosta

la realidad por mucho que se expande

para abarcarte. Sufro yo a tu costa,

Dios no existente, pues si Tú existieras

existiría yo también de veras.

10. MORIR SOÑANDO

Morir soñando, sí, mas si se sueña


morir, la muerte es sueño; una ventana
hacia el vacío; no soñar; nirvana;
del tiempo al fin la eternidad se adueña.

Vivir el día de hoy bajo la enseña


del ayer deshaciéndose en mañana;
vivir encadenado a la desgana
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?

¿Soñar la muerte no es matar el sueño?


¿Vivir el sueño no es matar la vida?
¿A qué poner en ello tanto empeño?:

¿aprender lo que al punto al fin se olvida


escudriñando el implacable ceño
-cielo desierto- del eterno Dueño?
11. SI TÚ Y YO, TERESA MÍA, NUNCA...

Si tú y yo, Teresa mía, nunca

nos hubiéramos visto,

nos hubiéramos muerto sin saberlo:

no habríamos vivido.

Tu sabes que morirse, vida mía,

pero tienes sentido

de que vives en mí, y viva aguardas

que a ti torne yo vivo.

Por el amor supimos de la muerte;

por el amor supimos

que se muere; sabemos que se vive

cuando llega el morirnos.

Vivir es solamente, vida mía,

saber que se ha vivido,

es morirse a sabiendas dando gracias

a Dios de haber nacido.


12. VERÉ POR TI

«Me desconozco», dices; mas mira, ten por cierto


que a conocerse empieza el hombre cuando clama
«me desconozco», y llora;
entonces a sus ojos el corazón abierto
descubre de su vida la verdadera trama;
entonces es su aurora.

No, nadie se conoce, hasta que no le toca


La luz de un alma hermana que de lo eterno llega
y el fondo le ilumina;
tus íntimos sentires florecen en mi boca,
tu vista está en mis ojos, mira por mí, mi ciega,
mira por mí y camina.

«Estoy ciega», me dices; apóyate en mi brazo


y alumbra con tus ojos nuestra escabrosa senda
perdida en lo futuro;
veré por ti, confía; tu vista es este lazo
que a ti me ató, mis ojos son para ti la prenda
de un caminar seguro.

¿Qué importa que los tuyos no vean el camino,


si dan luz a los míos y me lo alumbran todo
con su tranquila lumbre?
Apóyate en mis hombros, confíate al Destino,
Veré por ti, mi ciega, te apartaré del lodo,
te llevaré a la cumbre.

Y allí, en la luz envuelta, se te abrirán los ojos,


Verás cómo esta senda tras de nosotros lejos,
se pierde en lontananza
y en ella de esta vida los míseros despojos,
y abrírsenos radiante del cielo a los reflejos
lo que es hoy esperanza.
Luis Cernuda
(Sevilla, 1904 - Ciudad de México, 1963) Poeta español, una de las figuras fundamentales
de la Generación del 27. Su obra se inscribe dentro de una corriente que muchos han
calificado de neorromántica, pues la sensibilidad, melancolía y dolor que destila su poesía
se halla siempre dentro de unos límites de serena contención

Cernuda, que tras la contienda civil española conoció el exilio del que jamás volvió,
emprendió, bajo la influencia directa de la poesía anglosajona, un período en el que su obra
poética se hace autobiografía y reflexión.

13. Adolescente fui en días idénticos a nubes...

Adolescente fui en días idénticos a nubes,


cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
y extraño es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.

Perder placer es triste


como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
aquel fui, aquel fui, aquel he sido...
era la ignorancia mi sombra.

Ni gozo ni pena; fui niño


prisionero entre muros cambiantes;
historias como cuerpos, cristales como cielos,
sueño luego, un sueño más alto que la vida.

Cuando la muerte quiera


una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacías, como en la adolescencia,
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.

14. Contigo

¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?

15. DONDE HABITE EL OLVIDO

Donde habite el olvido,


En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje


Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,


No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,


Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;


Donde habite el olvido.
ANTONIO MACHADO
Poeta español. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión
lírica del ideario de la Generación del 98. Hijo del folclorista Antonio Machado y Álvarez y
hermano menor del también poeta Manuel Machado, pasó su infancia en Sevilla y en 1883
se instaló con su familia en Madrid.

En su profundizó en la expresión de emociones auténticas, a menudo plasmadas a través


de un sobrio simbolismo. En su siguiente libro, Soledades, galerías y otros poemas (1907),
reedición y ampliación del anterior, se hizo más evidente el tono melancólico e intimista, el
uso del humor como elemento distanciador y, sobre todo, la intención de captar la fluidez
del tiempo. Al igual que Unamuno, Antonio Machado consideró que su misión era "eternizar
lo momentáneo", capturar la "onda fugitiva" y transformar el poema en "palabra en el
tiempo".

16. CANTARES
(Cantado por Joan Manuel Serrat)

Todo pasa y todo queda


Pero lo nuestro es pasar
Pasar haciendo caminos
Caminos sobre el mar

Nunca perseguí la gloria


Ni dejar en la memoria
De los hombres mi canción;
Yo amo los mundos sutiles
Ingrávidos y gentiles
Como pompas de jabón

Me gusta verlos pintarse


De sol y grana, volar
Bajo el cielo azul, temblar
Súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria

Caminante son tus huellas


El camino y nada más;
Caminante, no hay camino
Se hace camino al andar
Al andar se hace camino
Y al volver la vista atrás
Se ve la senda que nunca
Se ha de volver a pisar

Caminante no hay camino


Sino estelas en la mar

Hace algún tiempo en ese lugar


Donde hoy los bosques se visten de espinos
Se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino
Se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso

Murió el poeta lejos del hogar


Le cubre el polvo de un país vecino
Al alejarse le vieron llorar
"Caminante no hay camino
Se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso

Cuando el jilguero no puede cantar


Cuando el poeta es un peregrino
Cuando de nada nos sirve rezar

"Caminante no hay camino


Se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso

17. CUANDO SEA MI VIDA...

Cuando sea mi vida,


toda clara y ligera
como un buen río
que corre alegremente
a la mar,
a la mar ignota
que espera
llena de sol y de canción.
Y cuando brote en mi
corazón la primavera
serás tú, vida mía,
la inspiración
de mi nuevo poema.
Una canción de paz y amor
al ritmo de la sangre
que corre por las venas.
Una canción de amor y paz.
Tan solo de dulces cosas y palabras.
Mientras,
mientras, guarda la llave de oro
de mis versos
entre tus joyas.
Guárdala y espera.

18. HASTÍO

Pasan las horas de hastío


por la estancia familiar,
el amplio cuarto sombrío
donde yo empecé a soñar.

Del reloj arrinconado,


que en la penumbra clarea,
el tictac acompasado
odiosamente golpea.

Dice la monotonía
del agua clara al caer:
un día es como otro día;
hoy es lo mismo que ayer.

Cae la tarde. El viento agita


el parque mustio y dorado...
¡Qué largamente ha llorado
toda la fronda marchita!
19. AMADA, EL AURA DICE...

Amada, el aura dice


tu pura veste blanca...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!

El viento me ha traído
tu nombre en la mañana;
el eco de tus pasos
repite la montaña...
no te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!

En las sombrías torres


repican las campanas...
No te verán mis ojos;
¡m corazón te aguarda!

Los golpes del martillo


dicen la negra caja;
y el sitio de la fosa,
los golpes de la azada...
No te verán mis ojos;
¡Mi corazón te aguarda!

20. COPLAS MUNDANAS

Poeta ayer, hoy triste y pobre


filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.

Sin placer y sin fortuna,


pasó como una quimera
mi juventud, la primera...
la sola, no hay más que una:
la de dentro es la de fuera.

Pasó como un torbellino,


bohemia y aborrascada,
harta de coplas y vino,
mi juventud bien amada.
Y hoy miro a las galerías
del recuerdo, para hacer
aleluyas de elegías
desconsoladas de ayer.

¡Adiós, lágrimas cantoras,


lágrimas que alegremente
brotabais, como en la fuente
las limpias aguas sonoras!

¡Buenas lágrimas vertidas


por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!

No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.

Poeta ayer, hoy triste y pobre


filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.

21. HE ANDADO MUCHOS CAMINOS

He andado muchos caminos,


he abierto muchas veredas,
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto


caravanas de tristeza,
soberbios y melancòlicos
borrachos de sombra negra,

y pedantones al paño
que miran, callan y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Mala gente que camina
y va apestando la tierra…

Y en todas partes he visto


gentes que danzan o juegan
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio,


preguntan adònde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,

y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca

Son buenas gentes que viven,


laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos
descansan bajo la tierra.

22. NUNCA PERSEGUÍ LA GLORIA

Nunca perseguí la gloria


ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.

23. CRECE EN LA PLAZA EN SOMBRA

Crece en la plaza en sombra


el musgo, y en la piedra vieja y santa
de la iglesia. En el atrio hay un mendigo…
Más vieja que la iglesia tiene el alma.
Sube muy lento, en las mañanas frías,
por la marmórea grada,
hasta un rincón de piedra… Allí aparece
su mano seca entre la rota capa.

Con las órbitas huecas de sus ojos


ha visto cómo pasan
las blancas sombras en los claros días,
las blancas sombras de las horas santas.

24. DE LA VIDA

¡Ay del que llega sediento


a ver el agua correr
y dice: La sed que siento
no me la calma el beber!

¡Ay de quien bebe, y, saciada


la sed, desprecia la vida:
moneda al tahúr prestada,
que sea al azar rendida!

Del iluso que suspira


bajo el orden soberano,
y del que sueña la lira
pitagórica en su mano.

¡Ay del noble peregrino


que se para a meditar,
después de largo camino,
en el horror de llegar!

¡Ay de la melancolía
que llorando se consuela,
y de la melomanía
de un corazón de zarzuela!

¡Ay de nuestro ruiseñor,


si en una noche serena
se cura del mal de amor
que llora y canta su pena!
¡De los jardines secretos,
de los pensiles soñados
y de los sueños poblados
de propósitos discretos!

¡Ay del galán sin fortuna


que ronda a la luna bella,
de cuantos caen de la luna,
de cuantos se marchan a ella!

¡De quien el fruto prendido


en la rama no alcanzó,
de quien el fruto ha mordido
y el gusto amargo probó!

¡Y de nuestro amor primero


y de su fe mal pagada,
y, también, del verdadero
amante de nuestra amada!

JUAN RAMÓN JIMENEZ


(Moguer, 1881 - San Juan de Puerto Rico, 1958) Poeta español. Su lírica evolucionó desde
las últimas derivaciones del modernismo hacia una poesía a la vez emotiva e intelectualista.
Tras cursar el bachillerato en el colegio de los jesuitas de Puerto de Santa María (Cádiz),
ingresó en la Universidad de Sevilla para estudiar derecho, carrera que abandonó para
seguir su vocación artística.

25. Ese día

¡Ese día, ese día


en que yo mire el mar los dos tranquilos,
confiado a él; toda mi alma
vaciada ya por mí en la Obra plena
segura para siempre, como un árbol grande,
en la costa del mundo;
con la seguridad de copa y de raíz
del gran trabajo hecho!

¡Ese día, en que sea


navegar descansar, porque haya yo
trabajado en mí tanto, tanto, tanto!

¡Ese día, ese día


en que la muerte ¡negras olas! ya no me corteje
y yo sonría ya, sin fin, a todo,
porque sea tan poco, huesos míos,
lo que le haya dejado yo de mí!

26. LA MUERTE BELLA

¿Que me vas a doler, muerte?


¿Es que no duele la vida?
¿Porqué he de ser más osado
para el vivir esterior
que para el hondo morir?

La tierra ¿qué es que no el aire?


¿Porqué nos ha de asfixiar,
porqué nos ha de cegar,
porqué nos ha de aplastar,
porqué nos ha de callar?

¿Porqué morir ha de ser


lo que decimos morir,
y vivir sólo vivir,
lo que callamos vivir?
¿Porqué el morir verdadero
(lo que callamos morir)
no ha de ser dulce y suave
como el vivir verdadero
(lo que decimos vivir?)

27. YO NO SOY YO

Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

28. ESTOY TRISTE, Y MIS OJOS NO LLORAN

Estoy triste, y mis ojos no lloran


y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.

¿Para qué he de soñar en amores


si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?

Han sonado las horas dormidas;


está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.

Al cerrar mi ventana a la sombra,


una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!

Soñaré con mi infancia: es la hora


de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;

y al vibrar la amorosa campana


de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde...

Es la esquila; ha sonado. La esquila


ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.

¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,


ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.

Y mis lágrimas corren... No vienen...


¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.

29. EL VIAJE DEFINITIVO

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;


y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido;


y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;


y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol


verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

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