Un ensayo es la expresión de una reflexión personal y crítica acerca de un
problema o de un número de problemas. Una reflexión tal no se propone a sí
misma como anónima o colectiva, sino como procedente de una voz autoral singular. Esta "voz" autoral aborda la cuestión del sujeto no con la intención de presentar un reporte factual (el campo del documental tradicional), sino de ofrecer una reflexión personal, en profundidad y productora de pensamiento. Al nivel de las estructuras retóricas, a fines de transportar tal reflexión, el/la ensayista cinematográfico/a crea un enunciador/a que se encuentra muy cercano al autor/a real y extra-textual; la distancia entre los dos es mínima, en tanto el enunciador representa visiblemente las perspectivas del autor y es su portavoz (aún cuando se oculta detrás de múltiples nombres o identidades). El enunciador del ensayo puede permanecer como voz-over o aparecer físicamente dentro del texto, y usualmente no disimula que él/ella es el/la director/a del film. El narrador del film de ensayo articula opiniones personales que pueden ser referidas directamente al autor extra-textual. El cine de ficción y los documentales también presentan enunciadores fuertes o manifiestos que hablan a través de un/a narrador/a interno o externo a la narración. En el film de ensayo esta elección es estructural más que ocasional (como sí suele serlo en el caso del cine de ficción), es personal e individual más que social y colectivo (como suele ocurrir en los documentales tradicionales). El enunciador apela directamente al espectador e intenta establecer un diálogo. El "yo" del film de ensayo siempre implica un "tú" y éste es un aspecto clave de las estructuras de la forma. Aquel "tú" es llamado a participar y a compartir las reflexiones del enunciador. Más que responder a todas las preguntas que despierta y devolver un argumento completo y "cerrado", la retórica del ensayo es una que despierta problemas e interroga al espectador; en lugar de guiarlo/a a través respuestas emocionales e intelectuales, el ensayo incentiva a comprometerse individualmente con el film y a reflexionar acerca de la misma cuestión que está contemplando el autor. En otras palabras, la estructura del film-ensayo es la de una interpelación constante; cada espectador, como individuo y no como integrante de una audiencia anónima y colectiva, es interpelado a comprometerse en una relación dialógica con el enunciador, a volverse activo/a intelectual y emocionalmente, y a interactuar con el texto. La posición espectatorial está en singular, porque el film de ensayo auténtico hace preguntas y no ofrece respuestas precisas; del modo en el que se ha sugerido en un pasaje de Montaigne anteriormente citado, él escribe no para "pretender descubrir cosas, sino para dejar expuesto mi yo". El ensayista habilita que las respuestas surjan de cualquier parte, precisamente de la posición ocupada por el espectador encarnado. El significado del film es construido por medio de este diálogo, en el cual el espectador juega un importante rol. Tal como lo plantea Christa Blümlinger la autorreflexividad es la condición a través de la cual el ensayista desarrolla sus consideraciones acerca del mundo. La reflexión personal del autor reclama ser compartida o rechazada por el espectador. El humanismo se encuentra implícito en la estructura del ensayo. Esta estructura pareciera generar una experiencia espectatorial más personal que la del film de ficción, el cual raramente se dirige al espectador directamente y como individuo; o la del documental tradicional, en el cual quizás no se interpela abiertamente al público, o quizás se dirige a éste como ese público amplio construido por la posición de autoridad generalizada que es adoptada por el enunciador. El film de ensayo es la expresión de una "voz" autoral singular y situada que ingresa a un diálogo con el espectador. Si este diálogo es alcanzado enteramente por medios visuales, en otras palabras, si el enunciador es capaz de transportar o comunicar un argumento y entrar a un diálogo con el espectador a través de imágenes sin la compañía del comentario, podemos considerarlo un film de ensayo. No obstante, el espectador quizás pueda no llegar a experimentar fácilmente aquel film como un ensayo, del mismo modo en que podría entrar en diálogo con un film que emplea tanto lenguaje visual como verbal.