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Algo de Mítico

A ese recinto mítico asomaban en busca de amparo toda una serie de criaturas literarias, ocurría
de todo, se contaban anécdotas estrafalarias e inquietantes, fugaces asomaban pálidas musas
en busca del gran amor, de pronto resonaba una risotada o un puño descargado sobre la
cubierta de una mesa hacía temblar el local, ahí reinaba Jorge como un príncipe en el exilio,
lento de ademanes, pausado para hablar, parecía ser igual a esa descripción que cantaba Serrat:
“Taciturno, hipocondriaco, prisionero en la arcadia del presente” y además parecía un gnomo,
un duende mágico extraviado en la gran urbe, con un libro de poemas de Homero Mansi en el
bolsillo y traficando información valiosa y precisa sobre pesos ligeros, el aroma de la lluvia, los
trenes en La Chapelle el nombre exacto de un centro forward o un wing izquierdo y capaz de
legarnos como una herencia fastuosa la revelación de que en rigor los poemas son palabras para
ocultar lo único verdadero: que respiramos y dejamos de respirar.

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