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Marjorie
[Nombre de la compañía]
1-1-2017
LOS VALORES DE LA SEXUALIDAD
INTRODUCCION
El tema de los valores ha adquirido gran relevancia en la actualidad. Ha sido
abordado en diversos terrenos del conocimiento psicológico, filosófico,
sociológico, médico y pedagógico en busca de un acercamiento temático a un
fenómeno cuyo interés rebasa el ámbito puramente intelectual para tocar
aspectos fundamentales de la sociedad cubana actual y del resto del mundo.
Los valores poseen una importancia cognoscitiva, motivacional y normativa
ya que la sociedad en que se desarrolla cada individuo crea las pautas para
que cada quien incorpore a su conducta social aquellos valores que pasarán
a formar parte de su personalidad.
Los valores contribuyen a que una persona, institución o sociedad establezcan
sus rumbos, metas y fines. Constituyen guías generales de conducta que se
derivan de la experiencia y le dan sentido a la vida, propician su calidad de
tal manera que están en relación con la realización de la persona y fomentan
el bien en su comunidad en su conjunto.
Tener valores es estimar un objeto, un principio (ya sea adquirido o inculcado,
por convicción o por compulsión desde tempranas edades). Es ubicar las
cosas por orden de importancia, es decir, jerarquizar lo más importante en
un momento determinado y luchar por lo que se cree y se quiere. Es ubicar
los bienes materiales y espirituales en orden de importancia.
Al valorar la conducta humana hay que tener en cuenta la relación entre
conciencia social e individual, la capacidad para valorar los propios actos,
basados en el desarrollo de la autoconciencia, donde toda una serie de
vivencias interactúan con las regulaciones establecidas a través de las normas
morales de conducta, que indican su desarrollo en etapas tan tempranas
como los 4-7 años aproximadamente y se consolidan en la adolescencia (10-
20 años) y reflejan la moral del período histórico concreto de la Formación
Económica Social (FES) donde el individuo le ha tocado vivir.
Por tanto, los valores no son cualidades innatas, sino que están en estrecho
vínculo en la relación sujeto-medio, a través de las condiciones de vida y la
educación.
Nuestro trabajo está relacionado con la creación de un programa que aborda
los temas sobre sexualidad humana en el desarrollo de la personalidad del
individuo en la que se encuentran trabajados los valores que deben adquirir
los jóvenes ante su sexualidad como son: LA RESPONSABILIDAD ,
FIDELIDAD, RESPETO, LIBERTAD, SOLIDARIDAD Y EL AMOR.
OBJETIVO
Analizar y discutir los diferentes aspectos y conductas de los adolescentes al
momento de relacionarse sexualmente; la toma de conciencia y los riesgos que
trae consigo ser irresponsable en la toma de decisiones y lo que conllevara a
nuestro futuro.
La sexualidad
Sexualidad sana y feliz La sexualidad es una importante dimensión de la vida
humana, fuente permanente de comunicación, afectos y satisfacciones, que
refluye de modo significativo en el estado de salud y bienestar de cada persona.
Cuando la educación sexual es descuidada o abandonada a la casualidad, la
insuficiente preparación de los niños y adolescentes para el encuentro con el otro
sexo y con la propia sexualidad, cristaliza en diversos problemas, trastornos y
conflictos, que trascienden el placer de lo individual, y se evidencia de una forma
u otra a nivel social.
Manifestación en las esferas de la actividad humana
La sexualidad no es la vida toda, pero sí una parte importante de la vida:
La sexualidad se expresa en las relaciones físicas y amorosas de la pareja, pero
matiza igualmente los intercambios entre las persona de ambos sexos en su vida
familiar, laboral o social y aunque no es el centro de la existencia humana, ocupa
un significativo lugar en cada de las etapas del ciclo vital.
Según la forma en que el individuo acepte y viva su sexualidad, esta será fuente
de grandes dichas y satisfacciones o de angustias, conflictos y frustraciones.
La persona saludable experimenta su sexualidad como un factor de
enriquecimiento permanente. Por ello, preparar para la sexualidad es también
trabajar para la vida y lucha por la salud.
Máxima responsabilidad
En la educación sexual participa toda la sociedad y corresponde a padres y
maestros la máxima responsabilidad.
Padres y maestros son la más poderosa y directa fuerza educativa que modela,
día a día, las formas de conducta y valores de morales y sexualidad de los niños
y adolescentes.
La observación cotidiana del amor entre los padres es determinante para la
apropiación de un modelo positivo de la sexualidad, la pareja y la familia; una
imagen inadecuada acerca de estos puede conformarse cuando el clima
hogareño predominante es de conflictos y desamor.
Compartir equitativamente las tareas y responsabilidades en el hogar y la
escuela evita el reparto tradicional de los papeles masculinos y femeninos,
propicia la asimilación, en la práctica, de los principios de ayuda mutua, respeto
e igualdad entre los dos sexos.
Al estimular o sancionar a los adolescentes, no es recomendable aplicar
patrones y reglas de conducta diferentes para la hembra y para el varón; lo que
es válido para uno, debe serlo también para el otro.
Es importante propiciar que los niños jueguen en común con niños del otro sexo
y evitar aquellos juegos considerados exclusivamente “femeninos” o
“masculinos”. Deben ofrecerse juguetes que puedan ser utilizados
indistintamente por uno u otro sexo y darle preferencia a aquellos que desarrollan
la imaginación y la creatividad, como los de construcción, modelado o dibujo.
Se requiere además de otras vía para influir de forma directa y sistemática sobre
los niños y aprovechar todas las oportunidades para trasmitir información,
valores y normas morales. Se logra así, la integración armónica y permanente
de la educación sexual a la vida cotidiana en la familia, la escuela y la comunidad.
La masculinidad y femineidad
Ser femenino o masculino es algo que no nace con la persona, se educa a través
de la vida.
La identidad del género es la convicción que tiene cada cual de ser hombre o
mujer, está unida al sentimiento de masculinidad o de femineidad y condicionan
las formas de interrelación con el propio sexo y con el otro, en todas las esferas
de la vida.
La formación de la identidad genérica comienza tempranamente, cuando los
adultos asignan un sexo al recién nacido, acorde a su genitales externos, y lo
van educando según la imagen ideal que tienen del hombre y de la mujer.
La imágenes de lo femenino y lo masculino son en ocasiones rígidas y
culturalmente estereotipadas, diferenciando a cada sexo por el vestido, peinado,
juegos, juguetes y tipos concretos de conducta. Sin embargo las verdaderas
entre la mujer y el hombre no están dadas por estos aspectos, sino por las
características de sus órganos sexuales y la función que desempeñan en la
reproducción y en la respuesta sexual.
Educar sobre la base de estereotipos fomenta una separación entre los sexos
que sitúa a la niña, desde pequeña, en desventaja respecto al niño, lo que
contribuye a la futura desigualdad.
Es importante enseñar a los niños a auto clasificarse como hembra o como varón
a partir de las verdaderas diferencias biológicas, desarrollando al mismo tiempo
el sentimiento de orgullo por pertenecer a su sexo.
En cada etapa del desarrollo
En cada edad la educación sexual debe adecuarse a las características del
desarrollo de la personalidad.
Niños y adolescentes deben ser preparados para los cambios que se están
operando en su vida y para el futuro, haciéndolo siempre en el momento
oportuno; es mejor llegar con una semana de anticipación que un minuto tarde.
Los intereses de los niños acerca de la sexualidad son parte de su natural
curiosidad. Cuando los adultos se alteran ante las interrogantes de los pequeños
y se niegan a responderlas, estos se pueden formar una imagen de la sexualidad
como algo vergonzoso y prohibido y buscar, además, la información a través de
otras vías.
Los intercambios sexuales entre niños o adolescentes del mismo sexo son, por
lo general, expresiones de la curiosidad, el deseo de experimentación o la
imitación, lo que no implica la existencia de una tendencia homosexual. Clasificar
al niño o adolescente como tal, sancionarlo o ridiculizarlo ante los demás, puede
originar profundos conflictos y traumas que lo marcan para toda la vida.
La masturbación es común en la adolescencia y resulta inofensiva para la salud
física y mental; solo es fuente de problemas cuando el mal manejo de los adultos
provocan sentimientos de vergüenza y culpabilidad.
Los adolescentes de ambos sexos consolidan su masculinidad o femineidad a
través de los intercambios amorosos que son propios de esta edad. Sin embargo,
aún no tienen la madurez biológica, psicológica y social para realizar el acto
sexual y enfrentar responsablemente sus consecuencias.
Las prohibiciones y amenazas de los adultos resultan poco efectivas para
impedir las relaciones sexuales precoces. Solo una preparación sistemática
puede garantizar el inicio oportuno de una vida sexual responsable, previniendo
graves problemas, como los embarazos, abortos y matrimonios en edades
tempranas.
La información
La preparación para la sexualidad requiere una información verdadera, clara y
asequible, que incluya los sentimientos, los valores y las normas morales.
Estar bien informado acerca de las cuestiones sexuales no resulta peligroso; el
peligro radica en la ignorancia, que impide enfrentar con éxito los problemas
cotidianos de la vida.
Debe contestarse con sinceridad a las interrogantes de los hijos y alumnos. Si
estos son capaces de hacer una pregunta, ya están maduros para recibir la
respuesta. En caso del adulto desconocer la respuesta, puede buscar
información con el médico de la familia u otra persona capacitad o consultar
libros como “Mamá, papá y yo”, “Cuando tu hijo te pregunte”, “Antes de que
nazca un niño”, ¿Piensas ya en el amor?, entre otros.
La educación sexual no se limita a la información sobre los sistemas genitales,
la fecundación y el parto o los riesgos de la sexualidad, como los embarazos
precoces, las enfermedades de transmisión sexual y el SIDA; también es
necesario enseñar acerca de los valores y las formas adecuadas de conducta,
para formar sentimientos ay aptitudes positivas hacia la vida sexual. De este
modo los niños aprenden a amar y ser amados, a comunicar sus afectos a través
de las palabras y los gestos, expresiones y caricias, a vivenciar sanamente los
vínculos de pareja y la paternidad. Todo ello se logra en un clima de confianza,
cariño y respeto entre jóvenes y adultos.
Vivir la sexualidad con responsabilidad
El desarrollo de la responsabilidad individual requiere saber cuales son las formas adecuadas de
comportamiento sexual, ejercitándolas; valora la propia actuación, reconociendo los errores y
mejorando día a día; tomar decisiones independientes, con pleno conocimiento de las
consecuencias de los actos y sin precisiones por parte de otras personas.
Derechos sexuales
CONCLUSION
La fundamentación teórica de la educación de la sexualidad, permitirá establecer
las bases para solucionar el problema planteado a esta investigación y la
necesidad de una orientación consciente a los adolescentes, las insuficiencias
constatadas en la educación de la sexualidad indican que los estudiantes no
siempre asumen la sexualidad sobre la base de una conciencia de las
obligaciones, de la seguridad en sí mismos, de modo que frecuentemente no
responden por sus actos en este sentido.