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INICIACIÓN DE LA REPÚBLICA (1821-1842)

San Martín, tras proclamar la independencia del Perú, asumió el mando político militar de los
departamentos libres del Perú, bajo el título de Protector, según decreto dado el 3 de agosto de
1821. Dio también al flamante Estado Peruano su primera bandera, su primer escudo, su
himno, su moneda, así como su inicial estructura y sus primeras instituciones públicas.
El 27 de diciembre de 1821, San Martín convocó por primera vez a la ciudadanía con el fin que
eligiera libremente un Congreso Constituyente, que tendría la misión de establecer la forma de
gobierno que en adelante regiría al Perú, así como dar una Constitución Política adecuada.
Dicho Congreso se instaló el 20 de septiembre de 1822 y su primer presidente fue el
clérigo Francisco Xavier de Luna Pizarro.
San Martín, no pudo, sin embargo, culminar la guerra contra los españoles. Si bien todo el
norte del Perú se había sumado voluntariamente a la causa patriota, el centro y el sur del país
permanecían ocupadas por las tropas virreinales. San Martín consideró necesaria la ayuda
militar externa y en pos de ella fue a entrevistarse en Guayaquil con el libertador Simón Bolívar,
que al mando de la Expedición Libertadora del Norte, había logrado la independencia de los
actuales territorios de Venezuela, Colombia y Ecuador, este último, con ayuda de tropas
peruanas. En la entrevista de Guayaquil, realizada entre los días 26 y 27 de julio de 1822, los
Libertadores discutieron tres importantes cuestiones:

 La suerte de Guayaquil, que siendo territorio peruano, fue anexado por Bolívar a la Gran
Colombia.
 La ayuda que debía prestar Bolívar para el fin común de la independencia del Perú.
 La forma de gobierno que debían adoptar las nacientes repúblicas hispanoamericanas.
La entrevista no llegó ningún resultado concreto. En lo que respecta al primer punto, Bolívar ya
había decidido que Guayaquil perteneciera a la Gran Colombia y no admitió ninguna discusión
al respecto. En cuanto al segundo punto, Bolívar ofreció enviar al Perú una fuerza auxiliar gran
colombiana de 2000 hombres, que San Martín consideró insuficiente. Y en lo referente al tercer
punto, Bolívar era decididamente republicano, contraponiéndose así al monarquismo del
Libertador rioplatense. Desilusionado, San Martín retornó al Perú, ya convencido de que debía
retirarse para dar pase al Libertador del Norte. Renunció ante el recién instalado Congreso del
Perú, que acto seguido, entregó el Poder Ejecutivo a tres de sus miembros, que conformaron
un cuerpo colegiado de tres miembros denominado la Suprema Junta Gubernativa y cuya
cabeza era el general José de la Mar (21 de septiembre de 1822). Los otros integrantes de
dicha junta eran Manuel Salazar y Baquíjano y Felipe Antonio Alvarado.
La Junta Gubernativa quiso acabar la guerra de la Independencia por cuenta propia y organizó
la Primera Campaña de Intermedios, que culminó en fracaso, tras las derrotas
en Torata y Moquegua. Temerosos de un avance realista a la capital, los oficiales del Ejército
se sublevaron en el llamado motín de Balconcillo y presionaron al Congreso para que
destituyera a la Junta y nombrara como Presidente del Perú a José de la Riva Agüero (28 de
febrero de 1823).
Riva Agüero quiso también derrotar a los españoles que aún resistían en el centro y sur del
Perú, y organizó una Segunda Campaña de Intermedios, cuyo mando encomendó a Andrés de
Santa Cruz. Los patriotas avanzaron hasta el Alto Perú, y tras ganar la batalla de Zepita,
emprendieron una desordenada retirada hacia la costa, culminando así, esta expedición
igualmente en fracaso.
Desacreditado ante la opinión pública, Riva Agüero tuvo una abierta disputa con el Congreso.
Se trasladó a Trujillo, donde instaló su gobierno, mientras que en Lima el Congreso nombraba
como nuevo Presidente a José Bernardo de Tagle, más conocido como el marqués de Torre
Tagle. El Congreso, vista la crítica situación, acordó llamar a Bolívar y a su Ejército Libertador.
El 1 de septiembre de 1823 arribó al Callao el Libertador Bolívar. El día 10 de septiembre el
Congreso de Lima le otorgó la suprema autoridad militar en toda la República. Seguía siendo
Torre Tagle presidente, pero debía ponerse de acuerdo en todo con Bolívar. El único obstáculo
para Bolívar era Riva Agüero, que instalado en Trujillo con un ejército de 3000 hombres,
dominaba toda la región aledaña. Sin embargo, los mismos oficiales de Riva Agüero, apresaron
a éste y lo enviaron al destierro. Así se pudo finalmente unificar el mando del país en manos de
Bolívar.
El 5 de febrero de 1824, se produjo un motín en las fortalezas del Callao, de resultas del cual
los realistas recuperaron este importante bastión. Ante tal delicada situación, el Congreso dio el
10 de febrero un memorable decreto entregando a Bolívar la plenitud de los poderes para que
hiciera frente al peligro, anulando la autoridad de Torre Tagle. Se instaló así la Dictadura.
Tras reunificar el mando del país, Bolívar instaló su cuartel general en Trujillo y organizó la
campaña final de la Independencia, contando con la ayuda decisiva de los peruanos, tanto en
soldados, como en dinero, abastecimientos y recursos de toda índole. Tras las batallas
de Junín y Ayacucho, el 6 de agosto y 9 de diciembre de 1824 respectivamente, se logró
derrotar definitivamente a las tropas realistas del Perú. Los últimos episodios de esta guerra
fueron la campaña del Alto Perú, donde el general realista, Pedro Antonio de Olañeta, fue
apresado y fusilado por sus propios subordinados en Tumusla (1825); y el sitio de la fortaleza
del Callao, donde resistió el brigadier José Ramón Rodil hasta enero de 1826.
Consumada la guerra de la independencia, la ciudadanía peruana esperaba el final de la
dictadura bolivariana y la instalación de un gobierno auténticamente peruano. Pero Bolívar se
mantuvo en el poder, empujado por su deseo de gobernar sobre todos las naciones por él
liberadas, bajo su mando vitalicio. El Libertador delegó sus funciones ejecutivas en un Consejo
de Gobierno, entre cuyos titulares se contaron Hipólito Unanue y Andrés de Santa Cruz, y si
bien retornó a la Gran Colombia en septiembre de 1826, dejó todo encaminado para que se
jurara en el Perú la Constitución Vitalicia, lo que se hizo el 9 de diciembre de 1826, en medio
de la indiferencia pública. Sin embargo, la influencia bolivariana finalizó en enero de 1827,
cuando una reacción liberal y nacionalista, alentada por Manuel Lorenzo de
Vidaurre y Francisco Javier Mariátegui y Tellería, expulsó de suelo peruano a las tropas
colombianas que aún permanecían allí.
Establecido formalmente el Estado Peruano bajo el molde republicano, los primeros años de
vida independiente se desarrollaron entre luchas caudillescas organizadas por
los militares para alcanzar la presidencia de la naciente República.
Tras el gobierno provisorio de una Junta de Gobierno presidida por Andrés de Santa Cruz, el
mariscal José de la Mar fue elegido presidente por el Congreso Constituyente, el 9 de junio de
1827. Durante su mandato promulgó la Constitución Liberal de 1828. Ocurrió también
el terremoto de Lima de 1828. En el aspecto internacional, un ejército peruano al mando del
general Agustín Gamarra invadió a Bolivia, donde puso fin a la influencia bolivariana,
expulsando al presidente de ese país, el mariscal Antonio José de Sucre (1828). Asimismo, el
Perú libró una guerra con la Gran Colombia, conflicto que fue desatado por Bolívar, irritado por
el fin de su influencia en el Perú y Bolivia; otra razón fue su ambición por ocupar los territorios
peruanos de Tumbes, Jaén y Maynas. La guerra tuvo dos escenarios, el marítimo y el terrestre.
En el primero de ellos, el Perú triunfó y ocupó Guayaquil, pero en el segundo no le fue bien,
sufriendo un revés en la batalla del Portete de Tarqui (27 de febrero de 1829), que si bien no
fue una derrota decisiva, motivó que se abrieran las negociaciones de paz, pues ambas
naciones no tenían interés en proseguir las hostilidades. Se firmó así el llamado Convenio de
Girón. Se hallaba La Mar todavía en plena negociaciones con los colombianos, cuando fue
derrocado por el general Agustín Gamarra y desterrado a Costa Rica, en junio de 1829.
Gamarra firmó un armisticio con los gran colombianos y enrumbó hacia Lima, donde asumió el
gobierno de manera provisoria. Luego se hizo elegir presidente constitucional e instauró un
gobierno conservador.
Este primer gobierno de Gamarra (1829-1833) estuvo marcado por numerosas rebeliones
internas. En el plano internacional, puso fin a la guerra con la Gran Colombia, firmando un
Tratado de Paz, Amistad y Límites o Tratado Larrea-Gual por el que se mantuvo el statu
quo fronterizo previo al inicio de hostilidades (1829). En 1831 quiso declarar la guerra a Bolivia
pero ante la negativa del Congreso de darle la autorización necesaria, abrió negociaciones
diplomáticas con dicha república, logrando finalmente ese mismo año firmar un tratado de paz
y amistad con Bolivia, en Arequipa. También firmó un tratado con la recién fundada República
del Ecuador, el llamado Tratado Pando-Novoa (1832), por el que los ecuatorianos reconocían
los límites vigentes con el Perú. Ya por finalizar su gobierno, Gamarra convocó a una asamblea
constituyente, denominada Convención Nacional, que se encargó de elegir a su sucesor.
Como el gobierno de Gamarra finalizaba en diciembre de 1833 sin haberse elegido a su
sucesor (las elecciones de ese año se frustraron), la Convención Nacional, dominada por los
liberales, eligió como presidente provisorio al general Luis José de Orbegoso. Descontentó
Gamarra con el resultado de esta elección, que implicaba la hegemonía de los liberales en el
poder, incitó a uno de sus partidarios, el general Pedro Pablo Bermúdez, a alzarse contra
Orbegoso. La sublevación militar estalló en enero de 1834 y derivó en una guerra civil, que
finalizó cuando los rebeldes bermuditas se reconciliaron con el gobierno, en el llamado abrazo
de Maquinhuayo, en abril del mismo año.
La Convención Nacional dio finalmente una nueva Constitución Liberal, que fue promulgada en
julio de 1834. No obstante, las amenazas de quiebra del orden constitucional continuaron.
Orbegoso realizó una gira por las provincias del sur, a fines de 1834, lo que fue aprovechado
por el general Felipe Santiago Salaverry, para alzarse en armas en el Callao. Rápidamente,
Salaverry tomó el control de gran parte del país y se autoproclamó Jefe Supremo en 1835.
Orbegoso, cuyo gobierno se redujo a Arequipa, llamó en su auxilio al presidente de Bolivia, el
mariscal Andrés de Santa Cruz, quien invadió al Perú, desatándose un sangriento conflicto,
denominado la guerra por el establecimiento de la Confederación peruano-boliviana.
Para enfrentar la invasión extranjera, Salaverry y Gamarra se aliaron. La guerra tuvo dos fases:
la guerra entre Gamarra y Santa Cruz, y la guerra entre Salaverry y Santa Cruz. Santa Cruz
derrotó a Gamarra en la batalla de Yanacocha (13 de agosto de 1835) y a Salaverry en
la batalla de Socabaya (7 de febrero de 1836), tras lo cual estableció la Confederación Perú-
Boliviana, que reunía a Bolivia con los dos estados en que quedó dividido el Perú: el Estado
Nor Peruano y el Estado Sud Peruano. Para discutir y aprobar las bases de la estructura
administrativa de la nueva entidad geopolítica se reunió el Congreso de Tacna, el cual aprobó
la Ley fundamental de la Confederación Perú-Boliviana, más conocido como el Pacto de
Tacna (1837).
Santa Cruz realizó en el Perú una gran labor administrativa y dio la tranquilidad necesaria para
su bienestar y progreso. Pero la Confederación tuvo una vida efímera. En Chile, el
todopoderoso ministro Diego Portales alertó a sus conciudadanos del peligro que significaba la
consolidación de la Confederación para los planes expansionistas chilenos. Una alianza entre
Chile y los emigrados peruanos enemigos de Santa Cruz posibilitó la conformación del
llamado Ejército Unido Restaurador con el propósito de invadir el Perú y “restaurar” su situación
política tal como era antes de 1835. La guerra de los restauradores contra los confederados
tuvo dos fases. En la primera, un ejército restaurador al mando del marino chileno Manuel
Blanco Encalada desembarcó en el sur peruano y se adentró hasta Arequipa, pero no logró el
apoyo de los lugareños, y fue cercado por las fuerzas de Santa Cruz. Los restauradores se
rindieron y firmaron el Tratado de Paucarpata (17 de noviembre de 1837). Pero el gobierno
chileno desconoció este acuerdo y envió una segunda expedición restauradora al mando del
general Manuel Bulnes y con Gamarra a la cabeza de los emigrados peruanos. Tras
desembarcar en Ancón, los restauradores marcharon a Lima, donde les salió al encuentro
Orbegoso, presidente del Estado Nor-Peruano, el cual se había separado de la Confederación
y quería expulsar tanto a chilenos como a bolivianos. Se produjo el Combate de Portada de
Guías, en las afueras de Lima (21 de agosto de 1838), donde fueron derrotados los
orbegosistas, debido a su inferioridad numérica. Los restauradores entraron en Lima y Gamarra
fue proclamado como presidente provisional del Perú, en sesión de Cabildo Abierto del 25 de
agosto de ese año. Pero en noviembre los restauradores tuvieron que abandonar la capital,
que fue recuperada por los confederados.
Los restauradores decidieron entonces cambiar el escenario de la lucha. Se retiraron
al Callejón de Huaylas, donde se aprovisionaron y reorganizaron. El encuentro final se libró en
la batalla de Yungay (20 de enero de 1839). Santa Cruz fue derrotada y huyó apresuradamente
hacia Arequipa, para luego partir al destierro. La Confederación se disolvió, volviendo a ser el
Perú y Bolivia estados individuales.

LA REPÚBLICA.
Gamarra, como presidente provisorio, convocó a un Congreso General en Huancayo, el mismo
que dio la Constitución Conservadora de 1839. Luego Gamarra se hizo elegir presidente
constitucional en 1840. Obsesionado con la idea de reunir nuevamente a Bolivia con el Perú,
invadió dicho país, pero fue derrotado y muerto en la batalla de Ingavi, el 18 de noviembre de
1841. Las tropas bolivianas invadieron el sur peruano pero fueron contenidas por el pueblo
peruano organizado en guerrillas. La paz entre Perú y Bolivia se firmó en Puno, el 7 de junio de
1842.
CAUDILLAJE MILITAR
Los caudillos fueron jefes militares que se disputaron el control del Estado durante gran parte
del siglo XIX. Por lo general, habían combatido en la guerra de independencia; tenían tropas a
su mando y prestigio militar. Esto les permitía tener el poder suficiente para llegar a la
presidencia a través de un golpe de Estado o un levantamiento.
Para lograr sus objetivos, el caudillo debía mantener buenas relaciones con las familias
aristocráticas y con los hacendados locales, que le prestaban tropas y dinero. Pero, al mismo
tiempo, debía ganarse el favor de las clases populares. La revuelta de un caudillo solía
iniciarse con una declaración pública en la que afirmaba que el gobernante de turno había
quebrantado la ley, y que él le devolvería la legalidad al país. Luego, ambos bandos se
enfrentaban militarmente. Si el triunfador era el caudillo, se auto nombraba protector de la
patria y convocaba a elecciones, las cuales ganaba fácilmente. Por último, mandaba a elaborar
una Constitución acorde con sus intereses. Por ello, entre 1827 y 1845 se promulgaron cuatro
Constituciones (1828,1834, 1836 y 1839) y más de una docena de caudillos ocuparon la
presidencia.

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