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En vista del progreso espectacular en décadas recientes en áreas como la bioquímica, genética
y neurofisiología, existen muchas razones para creer que con el tiempo las ciencias biológicas
podrán ofrecer una explicación convincente de estos fenómenos intelectuales.
Mientras leo los hallazgos más recientes en las ciencias biológica y del cerebro, inciden con
fuerza particular en dos cuestiones que nos importan aquí.
LECCIONES DE GENÉTICA
Más aún, en vez de estar relacionados con un gene específico, todo rasgo complejo refleja
muchos genes, de los cuales un buen número será polimorfo. En efecto, cuando se trata de
capacidades tan amplias como las inteligencias humanas, es discutible si en realidad debiéramos
hablar de "rasgos".
Desde luego, los estudiosos de una inclinación genética han especulado acerca de qué podría
ser un talento. De acuerdo con una de esas descripciones, es posible correlacionar dos
combinaciones dadas de genes, las que a su vez pueden producir enzimas que afecten
estructuras específicas en una región del cerebro. Como resultado de la acción de las enzimas,
estas estructuras podrían hacerse mayores, presentar más conexiones, o promover más
inhibición.
Quizá los indicios más confiables acerca de la genética de los talentos humanos surjan de los
estudios de los gemelos. Al comparar los gemelos idénticos con los fraternales, o con gemelos
idénticos criados por separado con los criados juntos, podemos lograr cierto entendimiento
acerca de los rasgos que están más sujetos a influencias hereditarias.
Algunos científicos científicos aseverarían que hasta 80% de la variabilidad en las calificaciones
de inteligencia en esa población se puede atribuir a los antecedentes genéticos de uno. Otros
científicos que ponderan los mismos datos, pero que operan con distintas suposiciones,
estimarían que la heredabilidad es inferior a 20%, o incluso cero. Como es natural, la mayoría de
las estimaciones da resultados intermedios, citándose con mayor frecuencia de 30 a 50%.
LA PERSPECTIVA NEUROBIOLÓGICA
Aunque la genética todavía tiene utilidad limitada para el estudioso de la inteligencia, un repaso
de la neurobiología —incluyendo las especialidades de neuroanatomía, neurofisiología y
neuropsicología— promete producir frutos mucho más ricos. El conocimiento acerca del sistema
nervioso se está acumulando con tanta rapidez como el conocimiento de la genética, y los
resultados están mucho más cercanos, digamos, a los fenómenos de la cognición y de la mente.
El desarrollo de cualquier sistema también refleja influencias ambientales: si, por medio de la
intervención experimental, uno altera el equilibrio químico, se puede afectar la migración de
determinadas células o incluso puede provocarse que una célula realice la función que de
ordinario realiza otra. Sin embargo, de acuerdo con Waddington, es sorprendentemente difícil
desviar esos patrones de lo que parecen ser sus metas de desarrollo prescritas —en este caso,
un sistema nervioso que funcione en forma adecuada. Como lo expresó Waddington, "es
bastante difícil persuadir al sistema en desarrollo de que no concluya produciendo su producto
final normal". Incluso si uno busca bloquear o desviar de alguna manera los patrones esperados,
el organismo tenderá a encontrar una forma de terminar en su estado "normal"; si se frustra,
no volverá a su punto de origen, sino que preferirá descansar en un punto posterior en el curso
del desarrollo.
Se plante los siguientes casos para poner como ejemplos de este tema:
Si se enrolla a un infante humano durante casi todo su primer año de vida, todavía
caminará en forma normal durante el segundo año. Más aún, en caso de que al
organismo joven se le prive o dañe en forma significativa, a menudo puede exhibir
grandes poderes de recuperación. En efecto, casi siempre, esta plasticidad se muestra
al máximo en los periodos más tempranos en el desarrollo.
Si un infante humano pierde el hemisferio dominante, aprenderá a hablar. Pero existe
un punto en que se pasa el Rubicón, y la plasticidad estará en proceso de menguarse en
forma permanente. El adolescente o adulto que pierde un hemisferio empeora
gravemente.
Sin embargo, incluso estas generalizaciones acerca de la plasticidad deben ser condicionadas.
En primer lugar, a veces las heridas o pérdidas tempranas pueden tener resultados graves en
extremo.
Un consenso naciente insiste en que cada especie —la nuestra incluida— está "preparada" de
manera especial para adquirir ciertas clases de información, incluso aunque sea
extremadamente difícil, si no imposible, que ese organismo domine otras clases de información.
Unos cuantos ejemplos de este "estado de preparación" y "estado de contra preparación" serán
útiles. Sabemos que muchas aves son capaces de aprender cantos, y que incluso algunas
producen una gran variedad de éstos. Y, sin embargo, las hembras de los gorriones pueden estar
"preafinadas" tan cuidadosamente que sólo son sensibles al dialecto particular que cantan los
machos de su propia región.
Las ratas pueden aprender con mucha rapidez a saltar o correr para escapar de choques
eléctricos, pero sólo aprenden a mover una palanca para escapar, después de enormes
dificultades.
De acuerdo con un tercer principio, el grado de flexibilidad difiere a través de la región del
sistema nervioso en que uno está interesado. Las regiones que se desarrollan más tarde en la
infancia, como los lóbulos frontales o el cuerpo calloso, resultan ser más maleables que las que
se han desarrollado en los primeros días y semanas de vida, como la corteza sensorial primaria.
El sorprendente grado de imparcialidad que caracteriza regiones como el cuerpo calloso
parece reflejar la necesidad de un alto grado modificativo para determinadas conexiones
corticales y la importancia de experiencias pos natales específicas para determinar las clases
de conexiones que se realizarán en última instancia.
Un precepto final trata los efectos a largo plazo de los daños al sistema nervioso. En tanto que
algunos daños provocan efectos inmediatos evidentes, otros pueden ser invisibles al principio.
Por ejemplo, supóngase que durante un punto temprano en la vida se daña una región del
cerebro que más tarde en el desarrollo estará destinada a asumir una función importante. Bien
puede suceder que no se observen las consecuencias del daño durante cierto tiempo. Así, las
heridas a los lóbulos frontales en los primates pueden no ser percibidas durante los primeros
años de vida, pero pueden manifestarse en demasía más tarde, cuando se espera que el animal
aplique las formas de conducta complejas y organizadas que de ordinario facilitan los lóbulos
frontales.
Muchos estudios con ratas y otras especies han confirmado que un ambiente enriquecido
permite un comportamiento más refinado, lo mismo que cambios palpables en el tamaño del
cerebro. Los efectos pueden ser específicos en medida sorprendente. El equipo de Rosenzweig
demostró que, si se provee una experiencia más rica a sólo una mitad del cerebro, solamente
esa mitad mostrará cambios en la estructura celular. William Greenough ha demostrado que,
en animales criados en ambientes complejos, uno encuentra neuronas mayores en
determinadas áreas cerebrales, al igual que más sinapsis, conexiones sinápticas, y otras
conexiones dendríticas. Como lo resume: "los cambios regionales mayores que acompañan las
diferencias en la experiencia están asociados con cambios en las neuronas en la cantidad, patrón
y cualidades de las conexiones sinápticas".
Jean-Pierre Changeux y Antoine Danchin. Estos científicos han observado que, en diversas
regiones del cerebro, existen inicialmente muchas más neuronas de las que sobrevivirán con el
tiempo. Ocurre un periodo de "muerte selectiva de células”, por lo común alrededor del tiempo
en que la población de las neuronas está formando conexiones sinápticas con sus objetivos
designados. La muerte puede comprender desde 15 hasta 85% de la población neuronal inicial.
¿Por qué debe haber considerable exceso de conexiones iniciales y por qué sobreviven
determinadas conexiones, en tanto que otras se atrofian? Se especula que el excesivo "retoñar"
temprano refleja (o, mejor dicho, "constituye") la flexibilidad del periodo de crecimiento. Este
rasgo normal del desarrollo tiene también ventajas de adaptación. Si ocurre algún daño durante
un tiempo en que hay disponibles excesivas conexiones, hay más posibilidades de que el
organismo sobreviva a pesar del daño. En apoyo de esta noción, inmediatamente después de
una lesión ocurre un tremendo crecimiento en las conexiones de las células, en que a veces en
72 horas ocurre el crecimiento que equivale al de seis semanas. En forma análoga, si se suprime
un ojo en el nacimiento, se reduce en forma notable la muerte de las células de los ganglios
retínales, que de ordinario ocurriría en las dos primeras semanas posnatales.