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INTELIGENCIA EMOCIONAL – LECTURA 1

CIMIENTOS BIOLÓGICOS DE LA INTELIGENCIA


Fuente: Las inteligencias múltiples (Estructura de la mente) de Howard Gardner

FENÓMENOS PARA SER EXPLICADOS

En vista del progreso espectacular en décadas recientes en áreas como la bioquímica, genética
y neurofisiología, existen muchas razones para creer que con el tiempo las ciencias biológicas
podrán ofrecer una explicación convincente de estos fenómenos intelectuales.

Mientras leo los hallazgos más recientes en las ciencias biológica y del cerebro, inciden con
fuerza particular en dos cuestiones que nos importan aquí.

La primera se refiere a la flexibilidad del desarrollo humano. Aquí, la principal tensión se


centra en la medida en que se pueden alterar las capacidades intelectuales de un individuo o
grupo mediante diversas intervenciones. Desde un punto de vista, el desarrollo puede
considerarse como relativamente encerrado, preordenado, sólo alterable en los particulares.
Desde una perspectiva opuesta, existe mucha más maleabilidad en el desarrollo en que las
intervenciones apropiadas en momentos decisivos producen un organismo con diversidad y
profundidad de capacidades muy diferentes.

La segunda cuestión es la identidad, o naturaleza, de las capacidades intelectuales que pueden


desarrollar los seres humanos. Desde un punto de vista, los seres humanos tienen poderes
extremadamente generales, mecanismos de procesamiento de la información de propósito
general a los que se les puede dar un número grande, quizá infinito, de usos. Desde una
perspectiva opuesta, los seres humanos (como otras especies) son proclives a ejecutar
determinadas operaciones intelectuales especificables, al mismo tiempo que son incapaces de
realizar otras.

LECCIONES DE GENÉTICA

La genética ha hecho su mayor progreso al explicar rasgos sencillos en organismos sencillos.


Sabemos mucho acerca de la base genética para las estructuras y conductas de la mosca del
Mediterráneo, y mediante estudios de patrones de herencia hemos llegado a comprender la
transmisión de patologías humanas específicas.

Más aún, en vez de estar relacionados con un gene específico, todo rasgo complejo refleja
muchos genes, de los cuales un buen número será polimorfo. En efecto, cuando se trata de
capacidades tan amplias como las inteligencias humanas, es discutible si en realidad debiéramos
hablar de "rasgos".

Desde luego, los estudiosos de una inclinación genética han especulado acerca de qué podría
ser un talento. De acuerdo con una de esas descripciones, es posible correlacionar dos
combinaciones dadas de genes, las que a su vez pueden producir enzimas que afecten
estructuras específicas en una región del cerebro. Como resultado de la acción de las enzimas,
estas estructuras podrían hacerse mayores, presentar más conexiones, o promover más
inhibición.

Quizá los indicios más confiables acerca de la genética de los talentos humanos surjan de los
estudios de los gemelos. Al comparar los gemelos idénticos con los fraternales, o con gemelos
idénticos criados por separado con los criados juntos, podemos lograr cierto entendimiento
acerca de los rasgos que están más sujetos a influencias hereditarias.

Algunos científicos científicos aseverarían que hasta 80% de la variabilidad en las calificaciones
de inteligencia en esa población se puede atribuir a los antecedentes genéticos de uno. Otros
científicos que ponderan los mismos datos, pero que operan con distintas suposiciones,
estimarían que la heredabilidad es inferior a 20%, o incluso cero. Como es natural, la mayoría de
las estimaciones da resultados intermedios, citándose con mayor frecuencia de 30 a 50%.

LA PERSPECTIVA NEUROBIOLÓGICA

Aunque la genética todavía tiene utilidad limitada para el estudioso de la inteligencia, un repaso
de la neurobiología —incluyendo las especialidades de neuroanatomía, neurofisiología y
neuropsicología— promete producir frutos mucho más ricos. El conocimiento acerca del sistema
nervioso se está acumulando con tanta rapidez como el conocimiento de la genética, y los
resultados están mucho más cercanos, digamos, a los fenómenos de la cognición y de la mente.

Canalización frente a plasticidad

Un concepto clave para comprender el crecimiento neural y su desarrollo es la canalización,


que planteó primero C. H. Waddington, en efecto, el sistema nervioso crece en forma
delicadamente sincronizada, y programado con elegancia. Los orígenes de las células en el
tubo neural de los pajaritos, y su emigración a regiones donde, con el tiempo, constituirán el
cerebro y médula espinal, se pueden observar con predecible regularidad en las especies, y en
cierta medida incluso a través de ellas.

El desarrollo de cualquier sistema también refleja influencias ambientales: si, por medio de la
intervención experimental, uno altera el equilibrio químico, se puede afectar la migración de
determinadas células o incluso puede provocarse que una célula realice la función que de
ordinario realiza otra. Sin embargo, de acuerdo con Waddington, es sorprendentemente difícil
desviar esos patrones de lo que parecen ser sus metas de desarrollo prescritas —en este caso,
un sistema nervioso que funcione en forma adecuada. Como lo expresó Waddington, "es
bastante difícil persuadir al sistema en desarrollo de que no concluya produciendo su producto
final normal". Incluso si uno busca bloquear o desviar de alguna manera los patrones esperados,
el organismo tenderá a encontrar una forma de terminar en su estado "normal"; si se frustra,
no volverá a su punto de origen, sino que preferirá descansar en un punto posterior en el curso
del desarrollo.

Una faceta sorprendente del desarrollo biológico es su flexibilidad (plasticidad). Un organismo


muestra plasticidad de muchas maneras. Por principio de cuentas, existen determinados
periodos del desarrollo en que cada uno de una serie relativamente amplia de ambientes puede
producir efectos apropiados.

Se plante los siguientes casos para poner como ejemplos de este tema:

 Si se enrolla a un infante humano durante casi todo su primer año de vida, todavía
caminará en forma normal durante el segundo año. Más aún, en caso de que al
organismo joven se le prive o dañe en forma significativa, a menudo puede exhibir
grandes poderes de recuperación. En efecto, casi siempre, esta plasticidad se muestra
al máximo en los periodos más tempranos en el desarrollo.
 Si un infante humano pierde el hemisferio dominante, aprenderá a hablar. Pero existe
un punto en que se pasa el Rubicón, y la plasticidad estará en proceso de menguarse en
forma permanente. El adolescente o adulto que pierde un hemisferio empeora
gravemente.

Sin embargo, incluso estas generalizaciones acerca de la plasticidad deben ser condicionadas.
En primer lugar, a veces las heridas o pérdidas tempranas pueden tener resultados graves en
extremo.

En segundo lugar, determinadas habilidades o destrezas demuestran su robustez, aun en caso


de heridas de adulto, lo que indica una adaptabilidad residual que perdura durante buena parte
del ciclo vital. Algunos adultos recuperan la habilidad de hablar a pesar de heridas masivas en el
hemisferio izquierdo del cerebro, y pueden recuperar el uso de miembros paralizados. En total,
no se puede considerar la noción de la adaptabilidad independiente de la sincronización de una
manipulación o intervención específica y de la naturaleza de la competencia conductual
involucrada.

La plasticidad también está limitada de otras maneras. Al reflejar su herencia conductual,


algunos psicólogos han estado propensos a suponer que casi todo organismo puede, con
adiestramiento apropiado, aprender a hacer casi cualquier cosa. La busca de las "Leyes del
aprendizaje" a menudo ha reflejado esta fe.

Un consenso naciente insiste en que cada especie —la nuestra incluida— está "preparada" de
manera especial para adquirir ciertas clases de información, incluso aunque sea
extremadamente difícil, si no imposible, que ese organismo domine otras clases de información.

Unos cuantos ejemplos de este "estado de preparación" y "estado de contra preparación" serán
útiles. Sabemos que muchas aves son capaces de aprender cantos, y que incluso algunas
producen una gran variedad de éstos. Y, sin embargo, las hembras de los gorriones pueden estar
"preafinadas" tan cuidadosamente que sólo son sensibles al dialecto particular que cantan los
machos de su propia región.

Las ratas pueden aprender con mucha rapidez a saltar o correr para escapar de choques
eléctricos, pero sólo aprenden a mover una palanca para escapar, después de enormes
dificultades.

Principios de la plasticidad durante la vida temprana.


Un primer principio enuncia la máxima flexibilidad que se encuentra temprano en la vida.
Considérese un ejemplo, que puede representar a muchos otros en la literatura. Como lo explicó
W. Maxwell Cowan, 15 neurobiólogo del Instituto Salk, tanto el cerebro anterior como la parte
neural del ojo se desarrollan del extremo de la cabeza de la placa neural. Si, en una etapa
temprana en el desarrollo, uno elimina un pequeño pedazo de tejido ectodérmico, proliferarán
las células vecinas, y tendrá lugar normalmente el desarrollo tanto del cerebro como del ojo.
Pero si se realiza la misma operación un poco más tarde, se originará un defecto permanente en
el cerebro anterior o en el ojo; el daño físico dependerá de la parte específica de tejido que se
haya eliminado.

Un segundo principio relacionado recalca la importancia de los llamados periodos críticos en el


proceso del desarrollo. Por ejemplo, en el gato existe un periodo crítico en desarrollo visual de
la tercera a la quinta semanas pos natales. Si durante este tiempo se priva a un ojo de percibir
las formas o la luz, entonces cambiarán las conexiones centrales del ojo y se suprimirá el
funcionamiento del ojo que ve mal. Esta interferencia parece ser permanente. Como punto
general, parece que la etapa más vulnerable de un organismo ocurre durante estos periodos
sensitivos. Parece ser que un daño irreversible al sistema nervioso central puede ocurrir con
mucha probabilidad después de unas restricciones, así sean leves, en tal periodo crítico; a la
inversa, un desarrollo rápido ocurre si se dan unas condiciones apropiadas durante tal periodo
crítico.

De acuerdo con un tercer principio, el grado de flexibilidad difiere a través de la región del
sistema nervioso en que uno está interesado. Las regiones que se desarrollan más tarde en la
infancia, como los lóbulos frontales o el cuerpo calloso, resultan ser más maleables que las que
se han desarrollado en los primeros días y semanas de vida, como la corteza sensorial primaria.
El sorprendente grado de imparcialidad que caracteriza regiones como el cuerpo calloso
parece reflejar la necesidad de un alto grado modificativo para determinadas conexiones
corticales y la importancia de experiencias pos natales específicas para determinar las clases
de conexiones que se realizarán en última instancia.

Un cuarto principio se refiere a los factores que intervienen o regulan el desarrollo. Un


organismo no se desarrolla de manera normal a menos que esté expuesto a determinadas
experiencias. De esa manera, el sistema visual de un gato no se desarrollará normalmente —e
incluso algunas de las partes del mismo se atrofiarán— 20 si no se expone al animal a patrones
de luz después del nacimiento. Más aún, el gato debe quedar expuesto a un ambiente variado,
se le debe permitir emplear ambos ojos, y debe moverse en todo su ambiente. Si sólo se expone
al gato a patrones horizontales, las células destinadas a realizar procesamientos verticales se
atrofiarán o serán tomadas para otras funciones. Si se permite al felino usar sólo un ojo, las
células dedicadas a la visión binocular se degeneran. Y si el animal no se mueve en forma activa
en su ambiente.

Un precepto final trata los efectos a largo plazo de los daños al sistema nervioso. En tanto que
algunos daños provocan efectos inmediatos evidentes, otros pueden ser invisibles al principio.
Por ejemplo, supóngase que durante un punto temprano en la vida se daña una región del
cerebro que más tarde en el desarrollo estará destinada a asumir una función importante. Bien
puede suceder que no se observen las consecuencias del daño durante cierto tiempo. Así, las
heridas a los lóbulos frontales en los primates pueden no ser percibidas durante los primeros
años de vida, pero pueden manifestarse en demasía más tarde, cuando se espera que el animal
aplique las formas de conducta complejas y organizadas que de ordinario facilitan los lóbulos
frontales.

Muchos estudios con ratas y otras especies han confirmado que un ambiente enriquecido
permite un comportamiento más refinado, lo mismo que cambios palpables en el tamaño del
cerebro. Los efectos pueden ser específicos en medida sorprendente. El equipo de Rosenzweig
demostró que, si se provee una experiencia más rica a sólo una mitad del cerebro, solamente
esa mitad mostrará cambios en la estructura celular. William Greenough ha demostrado que,
en animales criados en ambientes complejos, uno encuentra neuronas mayores en
determinadas áreas cerebrales, al igual que más sinapsis, conexiones sinápticas, y otras
conexiones dendríticas. Como lo resume: "los cambios regionales mayores que acompañan las
diferencias en la experiencia están asociados con cambios en las neuronas en la cantidad, patrón
y cualidades de las conexiones sinápticas".

Jean-Pierre Changeux y Antoine Danchin. Estos científicos han observado que, en diversas
regiones del cerebro, existen inicialmente muchas más neuronas de las que sobrevivirán con el
tiempo. Ocurre un periodo de "muerte selectiva de células”, por lo común alrededor del tiempo
en que la población de las neuronas está formando conexiones sinápticas con sus objetivos
designados. La muerte puede comprender desde 15 hasta 85% de la población neuronal inicial.

¿Por qué debe haber considerable exceso de conexiones iniciales y por qué sobreviven
determinadas conexiones, en tanto que otras se atrofian? Se especula que el excesivo "retoñar"
temprano refleja (o, mejor dicho, "constituye") la flexibilidad del periodo de crecimiento. Este
rasgo normal del desarrollo tiene también ventajas de adaptación. Si ocurre algún daño durante
un tiempo en que hay disponibles excesivas conexiones, hay más posibilidades de que el
organismo sobreviva a pesar del daño. En apoyo de esta noción, inmediatamente después de
una lesión ocurre un tremendo crecimiento en las conexiones de las células, en que a veces en
72 horas ocurre el crecimiento que equivale al de seis semanas. En forma análoga, si se suprime
un ojo en el nacimiento, se reduce en forma notable la muerte de las células de los ganglios
retínales, que de ordinario ocurriría en las dos primeras semanas posnatales.

En apariencia, el periodo crítico termina cuando el proceso de la eliminación de las sinapsis ha


progresado hasta el punto en que pocas sinapsis, si algunas quedan, todavía pueden tener
interacción competitiva. La mayoría de los científicos cree que más adelante en la vida hay otros
cambios neurales. Pero el que con la edad se presente una declinación gradual en la densidad
sináptica, reducción progresiva en la longitud y ramificación dendrítica, o una pérdida más
selectiva es una cuestión sobre la que todavía no se ponen de acuerdo los científicos.

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