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LA OTRA CARA DEL VIH

Por Gerardo Flores Arana

Me dieron el diagnostico en febrero de 2004, el día se me borró; el primer


año fue muy difícil hubo demasiada depresión no lo asimilaba. No le tengo
miedo al virus, le tengo más miedo a la gente y a su ignorancia, son las
palabras de Alejandro de 36 años y que desde hace 15 años vive con VIH
(Virus de Inmunodeficiencia Humana).
Paralelamente esta Juan de 50 años - Recibí la noticia el 27 de noviembre
de 2007, después de estar internado 4 meses en un hospital por una infección
en el pulmón, una noticia como esta no la recibes tan bien, cuando tienes
cierta información las noticias son menos duras. No sé quién me contagió
ni cómo, no me pregunto eso, no culpo a nadie, yo sabía en qué barco estaba
y hacia donde navegaba –
Trascurría 1983, la guerra fría en su punto más álgido coloca al mundo al
borde de un conflicto termonuclear, la iglesia católica retira la condena
a aquel que en el siglo XVII afirmaba que la tierra giraba alrededor del
sol, Galileo Galilei. En México se funda el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) y fallece en Ciudad de México a los 83 años,
Luis Buñuel, cineasta español.
Ese mismo año se desata una pandemia, un virus está provocando que hombres
desarrollen una enfermedad crónica, que después de un largo periodo de
latencia genera un deterioro inmunológico. Todos presentaban los mismos
síntomas: fiebre elevada, pérdida de peso, diarrea crónica, lesiones en la
piel, neumonía y ceguera. Algo llama la atención, los afectados son los
homosexuales.

El contagio

- Si supe quién me contagia- dice Alejandro, en una ocasión en un


lugar de encuentro ahí conocí a un amigo, este me llevó con un
conocido de él, comenzamos a tomar New Mix, pasó lo que pasó, no use
condón, no me cuide y me contagie, el chavo que me contagió se murió
en el 2003. Ese año a finales de diciembre le marque a mi amigo sus
palabras fueron: Te acuerdas de José Luis – Sí - se murió de VIH,
así que hazte una prueba.
A partir de ahí cada que veía la palabra VIH me daba mucho miedo, el
solo hecho de hacerme la prueba me daba temor, tuve tos durante dos
meses y no cedía. Fue por mi hermana ella me dijo: ven acá te voy
hacer la prueba, y que ahí sale.
Mientras Juan - Por una infección en el pulmón supe mi diagnóstico,
me llevan a internar al INER (Instituto Nacional de Enfermedades
Respiratorias) para cirugía y hacen los respectivos estudios,
entonces me dan la noticia.
Un año antes me hice la prueba rápida salió negativa, ahí comprendí
que hay falsos positivos y falsos negativos. Me fui a mi casa bien
feliz, pero me empecé a enfermar de las vías respiratorias.
Esto me trajo secuelas; una infección en la cabeza que se llama
toxoplasmosis y una infección en los ojos citomegalovirus este se
come tu retina de fuera hacia adentro, de mi ojo derecho no veo nada
y del izquierdo un 30%, salí pesando 37 kilos del hospital.

Según datos del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el
SIDA (CENSIDA) en 1983 se reportó el primer caso de SIDA en México, desde
esa fecha, y hasta el último trimestre de 2018, se tenían contabilizados,
14 mil 114 casos nuevos de contagio en el país y un registro acumulado de
260 mil 815 personas que se han infectado por el VIH o desarrollado el
SIDA. De ellas 144 mil 223 personas se encuentran con vida, 100 mil 694 ya
fallecieron y de 15 mil 898 se desconoce su estatus actual.
Creemos que el contagio es meramente biológico o sexual y no nos enfocamos
en las razones emocionales, asegura Claudia Aldana, docente de la UNAM.
Identifiquemos a los grupos vulnerables. El primero, las mujeres amas de
casa, que confían en su pareja al saberse contagiadas permiten una
infidelidad, tienen una baja autoestima y toleran lo que sea; otro grupo
son las personas que se contagian por vías no sexuales: transfusiones de
sangre, malas prácticas e insalubres en el manejo de agujas y bebés que
nacen con el VIH.
El sector sin duda más afectado son los homosexuales, el temor que tienen
de enfrentar su condición homosexual abiertamente los lleva a confundir el
libertinaje con la libertad y los lleva a caer en una falta de
responsabilidad, no se protegen, confía en que la pareja está sana y
después viene un arrepentimiento muy grande cuando se ven afectados por el
contagio.
Otro factor; es la soledad con tal de sentirse acompañados, aceptados,
sentir que tienen una pareja, la necesidad de sentirse amados entre
comillas, los lleva aceptar condicionamientos como el de no usar
preservativo. Cuando una persona se siente sola tiene emociones añejas;
como el abandono, la hostilidad, el rechazo por parte de las personas que
debieron protegerlos, los padres. Y la manera en como logran combatir ese
sentimiento de profunda soledad, es buscar compañías que los lleva a
confundir el placer con la felicidad y aceptan lo que sea, incluso hacerse
daño ellos mismos, afirma Claudia Aldana.
Aprendiendo a vivir

- Lo más difícil de vivir con VIH no es el virus, es la gente y como


te trata, tu familia te discrimina. Cuando se enteraron, me dijeron
te rentamos un cuarto no vivas con nosotros, ahí me enfermaba
muchísimo, tos y temperaturas, estuve a punto de que me diera una
neumonía, como vieron que mi salud se estaba deteriorando, me
aceptaron de nuevo en casa. Tengo un baño aparte, como en platos
desechables, estoy aislado. El VIH no se contagia por un abrazo, un
beso o por tocar, pero mi familia piensa que sí, respira profundo y
continua Alejandro.
Mi mamá impuso estas condiciones, al principio si sentía feo ¿por
qué me trata así? Después comprendí que la del problema era ella y
seria ella la que tendría que lidiar con él.

La situación de Juan es diferente

- Lo más triste es informarle a mi madre, se preocupó y vive preocupada,


ese llanto ahogado que tienen las madres para darte fortaleza, es lo
que me ha dolido más que la propia enfermedad. El resto de mi familia
me apoya al cien, así como me entere del diagnóstico se lo iba
notificando a cada una de las personas que me visitaron y me cuidaron
en el hospital.
Sin esconderme, nunca he ocultado mi vida ni mi sexualidad, siempre
he sido yo.

Después de la noticia, el duelo


La académica desde el 2007 en la Facultad de Estudios Superiores Aragón
Claudia Aldana, explica que existen cinco etapas en el proceso de duelo:
1. Negación: Las personas con VIH tratan de auto convencerse que no
cometieron ningún error, buscan borrar cualquier rastro, si no hay
evidencia no hay enfermedad.

- Lo que inmediatamente pasa por la mente es la muerte, el primer año


fue muy difícil, demasiada depresión no la asimilaba, no lo aceptaba-
comenta Alejandro.

2. Tristeza: Sobre el hecho irremediable se pierde el sentido de la


vida, algunos llegan a pensar ¿para qué sigo viviendo? Se pierde el
interés por cualquier actividad, no quieren enfrentar el día a día;
no duermen, no comen, no paran de llorar, sin duda la etapa más
crítica. Entrar en depresión es muy fácil salir de ella no.
- Durante ocho meses me puse el mismo pants, solo me lo quitaba para
bañarme y para dormir, me la pasaba encerrado, sólo salía para mis
consultas. ¿deprimido yo? No creo, hasta que en una terapia
psicológica me lo hicieron entender- concluye Juan.

3. Rabia: Culpar a otros de la responsabilidad, culparse a uno mismo,


la ira invade. Esta etapa es vital, te impulsa y ayuda a salir de
las crisis.

4. Negociación: Se razona, analiza y valora. Bueno pasó, ya no lo puedo


remediar, comienzas a vislumbrar que hacer al respecto.

- Después del diagnóstico, entre a una fundación en la Clínica Condesa,


ahí he seguido todo mi tratamiento, ya llevo 15 años con VIH, expresa
Alejandro.
- Por su parte Juan – supere la depresión regresando a la vida,
poniéndome mi ropa y mis botas, llegó a La casa de la sal y es aquí
donde comienzo una terapia grupal y mi tratamiento.

5. Aceptación: Se alcanza la tranquilidad, un equilibrio emocional; se


dice está bien me sucedió, no fui responsable lo acepto, voy a
trabajar lo más que pueda para salir de esta situación.

- Hay que burlarse de la enfermedad, ya voy a dormirme con mi vecino,


mi vecino cumplió 15 años conmigo, son cosas chuscas, te ríes, para
que hacer un drama en un vaso de agua mejor búrlate. El VIH no te
controla a ti tú lo controlas, argumenta Alejandro.

La discriminación

- La peor discriminación que he sentido es la de mi familia, cuando


viene de otra persona si te lastima, pero no la vuelves a ver, pero
cuando viene de tu familia, duele y mucho. Mi mamá me decía “ojalá
te hubieras muerto”, la gente mayor tiene una ideología y no se va
cambiar el chip, pero en contraste he conocido personas mayores que
son muy abiertas; me dan un consejo, me preguntan por el tratamiento
se siente padre que alguien se preocupe por ti ¿por qué no es así mi
mamá?, se pregunta Alejandro.

- La discriminación comienza por ti mismo, cuando te empiezas aislar,


cuando no hablas, cuando no enfrentas lo que estás viviendo, empiezas
tu a estigmatizarte, a orillarte, esconderte, deprimirte, yo nunca
busque eso, sonríe Juan. La educación de mis padres me ayudó, un
día mi papá me dijo: “lo que hagas en un rincón oscuro cualquiera va
ir a ver que estás haciendo y lo que hagas a la luz del día nadie se
va enterar, no le va importar a nadie”.

Olivia Ruiz, colaboradora de la asociación La casa de la sal, explica, el


principal motivo de la discriminación es la desinformación, mucha gente
aún piensa que el VIH se contagia por un abrazo, un beso, o una caricia.
No hay información y la poca que existe se distorsiona.

Los homosexuales y el VIH

- Nos relacionan siempre por tres motivos: la homofobia, el machismo


y la promiscuidad. El machismo arraigado y fomentado por la mujer,
se normaliza; la homofobia es lo más agresivo, yo siempre he dicho
detrás de un homofóbico hay una loca reprimida, por qué no puedes
bailar y jotear como el, no lo quieres. Una falsa moral, cuantos
hombres no sueñan tener a dos mujeres sosteniendo relaciones, pero
odian a las lesbianas o viceversa cuantas mujeres no se aventarían
con dos hombres, pero odian a los gays ¿por qué te da tanto coraje
que dos personas del mismo sexo se tomen de la mano y se den un beso?

Y la promiscuidad, entre risas menciona Juan, todos los seres humanos


atravesamos esa etapa, no somos santos, antes era el caldo, ahora es
el free y a lo que van directo a la cama. Ya no hay pudor ni temor-

- Antes de la enfermedad nunca estaba en la casa, recuerda Alejandro,


fueron tres años de puro desmadre, me iba a los lugares de encuentro:
al sauna, a las cabinas a todos esos lugares de puteria, se disculpa
por la expresión, algunas veces me cuide, otras no, no me va pasar
nada, nunca cruzó por mi mente el VIH, después vinieron las
consecuencias -
La también internacionalista Claudia Aldana, sostiene que el principal
factor de la discriminación es el miedo al contagio. Un miedo infundado
porque el contagio no se da por una convivencia normal, la mayoría decide
mejor de lejitos. Se relaciona siempre a los homosexuales con el VIH,
porque aquí existe una razón histórica, los primeros casos registrados de
la enfermedad fueron de personas homosexuales, con el tiempo se demostró
que no es una enfermedad exclusiva de ellos.
Aunado a esto ellos sufren una condición de rechazo y la desahogan en sus
círculos que son muy cerrados y promiscuos, se citan sin conocerse para
tener relaciones sexuales sin protección, bajo estas condiciones el
contagio es bastante posible. También por eso hay cierto rechazo de la
población y llegan a opinar: “son unos irresponsables, son unos
promiscuos”.

Comenzar de nuevo

- ¿Qué aprendí? Reflexiona Alejandro; a no deprimirme, a no discriminar


a una persona con VIH, que podemos vivir muchísimos años siempre y
cuando nos cuidemos, que hay nuevos avances y tratamientos, que la
peor enfermedad es la ignorancia, si la gente leyera y se informara
sobre la enfermedad se darían cuenta por lo que pasamos.
Una figura delgada atraviesa la entrada de la Clínica Especializada
Condesa, camina despacio como si algo le pesara. Se dirige a recepción
deja su carnet y se sienta a esperar. Viene como cada mes a su consulta,
su semblante no es bueno, su cara es huesuda, tiene ojeras y sus ojos
color verde hundidos, nunca deja de sonreír deja entre ver el desgaste
de algunas piezas dentales y platica con quien se sienta a su lado. Lo
llaman del consultorio seis, se incorpora con pesadez y lentitud, camina
lo vas rápido que puede. Su optimismo no se refleja en su rostro.

El VIH me hizo madurar muy rápido, desarrolle varias habilidades, en


ocasiones me pasa como las computadoras de tanta información me trabo
y tengo que reiniciarme. Me metí a estudiar, alcance metas; me olvido
del VIH siento que no lo tengo, está controlado.
Ahora soy más fuerte con los años de experiencia, el VIH me ayudó
aprender un poco de medicina, yo veo mis consultas como clases, me
volvió más inteligente.

Mucha gente me busca, me ven como el doctor corazón ¿qué me puedo


tomar? Y si comparto información en redes sociales, siempre
consultándole a mi médico. Deberían inventar cursos de primeros
auxilios para personas con VIH.

El virus me hizo descubrir mi talento para ser actor, realice cursos


teatrales. Emocionalmente soy débil la actuación me ayuda a trabajar
en ello. Si no tuviera VIH nunca me hubiera acercado al teatro; si
pudiera regresar el tiempo y me dijeran por el VIH vas a lograr lo
que siempre quisiste me volvería contagiar, no lo cambiaria.

Este camino me ha llevado a conocer a grandes personas y al teatro.


Si te cierran una puerta descansa un rato, de un chingo de puertas
se te va abrir alguna. Cuando no tenía el virus iba a los castings
para entrar de actor, de todos me botaron, pero no me rendí.

He hecho teatro y me gustaría hacer cine, si Yalitza Aparicio pudo


por qué yo no y quiero mi Oscar. Me encantaría hacer la versión
mexicana de Philladelphia.

Tengo una obseción con mi salud, la adherencia a los tratamientos y


a mis medicos es lo que me ha mantenido, se que me tengo que tomar
de por vida mis medicamentos , si yo los dejo de tomar el virus se
va haciendo más fuerte. Ahora me cuido y vivo mejor, jamas dejo de
informarme; en tratamientos, investigaciones y sobre todo en conocer
mis derechos como ser humano, nadie los conoce.

Soy más feliz, no me preocupo me ocupo. Hago las cosas con más
conciencia; la receta secreta de la felicidad la tiene cada uno, la
felicidad la tienes en ti.
En el estacionamiento perteneciente a La casa de sal sobre la calle
Texcoco en la colonia Claveria, da su clase de tejido de diez de la mañana
a doce del día, Juan. Cubriendose del sol en una pequeña carpa gris, se
encuentran excibidas sus creaciones; que van desde bufandas, gorros y
capas.
Sus ojos, su retina derecha es de un tamaño más grande a lo normal. Es
casi increible pensar que con solo el 30% de su vista en un ojo, es capaz
de crear sus variados y coloridos diseños.

No me niego a compartir mi vida, comparto lo que aprendí ¿cómo salí


de la depresión? Volviendo a la vida, doy clases de tejido en todas
las técnicas: aguja, gancho, telares, horquilla, lanza peruana, con
los dedos; tengo habilidades con las manos, dice entre risas.
Cuando estuve internado en el hospital, compartí cuarto con otro
paciente, la persona que lo iba cuidar hacia bufandas en su estancia
en el lugar, un dia le pregunte ¿Qué haces? Me contestó una bufanda
y asi comenzé, despues aprendi que se llama terapia ocupacional, te
relaja te quita el estrés y el insominio, aparte ganas dinero.

Cuando me dijeron que progresimamente iba perder por completo mi


vista; decidi aprender todas las técnicas de tejido y tambien que
mis ojos estaban dispuestos para toda la investigación que fuera
necesaria; me inyectaban celulas madres congeladas para regenerar mi
retina, hubo un momento que con los dos ojos no veia nada. Tengo que
usar bastón cuando comienza a oscurecer pero es tanta mi rebeldia,
que lo voy a usar hasta que pierda por completo la visión.

Jamas me he considerado una victima, si quieres ayudarme compra mi


trabajo, nunca estiraria la mano para pedir una moneda.
No todas las personas desarrollan esa capacidad que implica la templanza
de superar las adversidades puntualiza Claudia Aldana , salen de ellas no
solamanete de manera positiva sino tambien exitosamente, se fortalecen
muchisimo, se empoderan, se desarrollan mucho mejor que antes.
Vivir deprimido no es resilencia, sobrevivir tampoco. Lo lamentable lo
resignifican y lo vueven una ventaja, ese hecho desafortunado lo
convierten en aquello que les da fuerza, poder, experiencia, sapiensa y la
oportunidad de ser mejores personas.

Ser fuertes es lo que nos queda…

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