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Una animacién con los libros Stella anima una sesién. con libros EN IA SALA DE UN CoNstIETORIO ent! os bebés esperan a que Jos pesen o los vacunen, las madkes intercambian noticias to- dos se conocen. Stella trijo dos canasas que contienen unos ccuarenta libros. Empieza a disponerlos sobre la alfombra “Algunos nifios grandes se pasean sin cesar, montados en camiones de juguete que hacen ruido sobre las losas del suelo, Las madkes presentes parecen tener prisa, De pronto, se desata una epidemia de llanto, El médico se esti retra- sando y el personal del Centro de Proteccién Maternal ¢ Infantil se encuentra abrumado. Stella saluda a una mamé que amamanta a su bebé. Su hija mayor, Rosa, de dos afios, acosumbrada ya al rine de lectura, se sienta sobre un cojin con Ricitos de or y los ites os0s, su cuento preferido, que ella misma selecciona de entre un montén de libros. Algunas mamas se acerean y tuna de ells explica a su vecina recién Hegada que Stella “es lee libros y deja que los bebés Ios toquen, aun los més pequefiitos”. Las otras mamas comentan: “A esa edad no entienden nada”, —"Si entienden! Al mio le fascinan los cuentos del Osito Pardo, hasta los cuenta... Apetias sabe ha~ blar y dice ‘osito... enojado’”, Otra mami dice:“Miten, jse "Cento de Proteccién Maternal e nfanel:consutorio donde se atende aamadiesy bebés de 130s ecutsos en acones de prevencién y de cul~ dads postnatales nt Son as sigs de “Protecciéa Maternal e Infantil” (Wedel), BUNA ANnNACIBN CON Los Liskos esti comiendo ef libro!” Stella, por su parte, hace notar la mirada de interés de ese bebé de once meses que chupa su libro mientras esevcha el cuento de El lindo gusano gordo Las mamés siguen dialogando entre ellas; cada una ex presa sus dudas o sus reticencias sobre poner al alcance de los niftos un objeto que puede romperse, ensuciarse, maltratarse. Un objeto cargado de probibiciones que cllas mismas también tendefan ganas de saborear tal como lo hacen sus nifios. Stella se acomoda cerca de los nifios, Los Pequeiiitos son mayorfa; algunos grandes contintian mo- viéndose, Stella dispuso los libros a su alrededor, Después de algunas tentativas de acercamiento, Hugo, quien afin no cumple un afio, se acerca gateando y escoge Ladva, Jorge. Mas que hojearlo, lo sacude, hasta que encuentra la imagen del perro, Stella la contempla con él y comienza la lectura. Hugo no deja de acariciar al animal que apa- rece en cada pigins, acompafiando la narracién con unos iGuaw, guau!”, que hacen sonreft a se mamé, Impereep~ tiblemente, la atmésfera se calma y se crea un circulo mé- gico alrededor de la lectura Generalmente, cuando privilegiamos el trato con un nifio en particular, aunque de paso nos dirijamos a todos los demis en un grupo, se establece una complicidad con lun gesto, una mirada, Stella escoge dirigirse a los més pe~ uefios,a los que tienen alrededor de diez meses o menos, a los que estin sentados, inméviles sobte las rodillas de sus madtes 0 a los que estin recostados en su silla portitil ¥ que no se intetesan exclusivamente por las canciones de cuna o en las rimas, Su apetito estimula a aquellos, de entre los mis grands, que estin menos motivados por la lectura. Los mis pequefios estin cautivados por el ritmo LOS LIANOS, £50.55 BUENO HARA LOS wens 9 de la natracién y por la misica de las palabras; los mas grandes por el desarrollo de ‘a historia Los bebés mas pequefios se llevan primero el élbum a Ja boca, luego quieren dar vuelta a las paginas, ayudados en un primer momento por el adulto, Pronto aprenden a hojear solos el libro: lo abren, lo cierran, lo exploran por todos lados. Mientras escuchan el cuento Ieido cn vor alta, manipulan o estrechan otro libro del que ya se apro- piaron. Otros nifios, mas activos, ponen varios libros en ‘un montén, se sientan o caminan sobre ellos. Se acercan, se alejan de nuevo, A cierta distancia dirigen miradas furtivas, sin cortar el hilo de Ja narracién y esperan el final de la lectura para Hevarse el Album a un rincén en cuanto Stella lo deja, y se wtiran para hacer su propia “Jectura”, mezclando frases enturreadas y palabras esbo- zadas, con frecuencia justo ea el lugar preciso del libro, Fabian, de cinco meses, se sienta en un cojin sobre la alfombra, mirando a su alrecedor. Stella se acerca silen~ ciosamente y le ensefia el libro Barco sobre ef agua, lo abre frente a él y se pone a tararear la cancién magnificamente interés de Pabién se afi ilustrada por Martine Bourse. EI nna, su mirada se aviva; babea, hace amplios movimientos con los brazos, Otros dos betés, instalados también sobre a alfombra pero un poco mis lejos, se aproximan a gatas ¥ asi, fiente a todo un pequeiio pitblico de bebés, Stella termina su cancién, Aunque algunos bebés se acercaron, Malika, una ni- fiita de diecinueve meses, adorable y timida, permancci6 aparte, Después de dudarlo, cla sola escogié un album se sienta, se recarga contra la pared. Se nota que esti muy concentrada,'Termina por levantarse y tomar de entre el montén de libres Dénde esté ef oso, que ya conoce. Muy animada de pronto, atrae a Stella a su rincén, Exclama: “Alli” sobre Ia pigina donde aparece la pregunta “:Y donde esta el oso?”, “jAlli esté!”. En cuanto Stella co- mienza a leer, David, otro “aficionado” de veinte meses, participa y comenta llamando “lobo” al oso escondide tras los drboles del bosque. Nadie lo corrige. Al contrario, lo dejamos desarrollar su propia versién, La palabra “lobo” genera una excitacién y una participacién general. Stella no podra negarse entonces a contar una serie de histo- tias de miedo. Pone ritmo a su voz, como si leyera timas. Los nifios se animan, se alegran y luego se ponen serios durante los pasaj2s de miedo; rien en cuanto fa historia las imagenes se vuelven divertidas. Mientras Stella lee los Albumes, ciertos nifios siguen en la habitacién: activos o inméviles, todos escuchan los cuentos. Poco a poco, uno tas ot, Jos nifios mas grandes se 8 mergen en los litros 0 en los juguetes, permitiend asi que Stella se retina con los bebés. Una mami puso a Jérémie, de ueve meses, sobre la alfombra. Bl toma Spot, el perito y se 10 lleva a la boca, Su mami le quita el libro con dulaura. “Jere mie est4 acostumbrado, a él le gustan los libros, gves?”, dice a su vecina, Sin este comentario, es muy probable que la mama de Fatou, de seis meses, nunca se hubiera atrevido a proponer a st hija el libro de imigenes de Tana Hoban, Blanco sobre ‘negro. Cuando Fa:ou hace un ruidito con la boca al ver una banana en el libro, la mam, conmovida y maravillada excl ma:“jQuiere comer, qué bien entendié el libro!”, Louise, de dos afios y medio, le trae a Stella Mandarina la ratoncita.Ven juntas el dlbum y después ella sola se divierte dando vuelta a las paginas y pasando el dedo sobre el pelaje (OS, #50 HS AUENO PARA LOS aBBES IL suave de Mandarina, Dice “retén” y reconoce cada animal: “oso” “sexpiente”... y repite a cada pagina: “tat6n”, Los bebés, pequeititos o grandes, son capaces de ocu~ par el rincén de lectura durante largos ratos. Si queremos responder a la solicitud dive-sificada de los nifios que pa~ san, captar la atencién de les mis timidos, de Jos menos cestimulados, satisfacer a cads uno de ellos cualquiera que sea su edad, tomar tiempo para legar y para itse sin for~ ‘rar las cosas, dos horas no serén demasiado tiempo. La persona que natta los cuentos pods cansarse més pronto que los nifios, quienes pueden escuchar sin descanso su cesivamente un gran ntimero de cuentos. La tnica receta realmente ttil para persevercr en este peculiar juego es la de ser capaz de disfrutarlo durante largo rato. Este placer tiene un gran valor para los nifios: les per- mite incluso consolarse en momentos diffciles. La peque- fia Nadja, una nifia pakistan’ de nueve meses, lloraba sin cesar desde su Hegada, Stella trata de mostrarle un élbum multicolor de Dick Bruna. La nifia no reacciona y sigue llorando. Entonces, y ante lo: ojos incrédulos del personal del Centro, le lee Buenas noches, luna. Se trata de una histo ria muy poética en la cual ura abuela conejo duerme a su pequefio nieto enumerando todos los objetos de su recé marai“jBuenas noches,silla!","“jBuenas noches, peine!” Pagina tras p§gina, le penumbra va ganando Ia pieza, los colores pasan gradualmente del verde y rosa pilido al azul fndigo y al violeta oscuro, Al final, la abuela conejo dice “Buenas noches, luna!” a una luna blanca, dinico objeto Visible por la ventana en el cielo nocturno, La peque- fia Nadja de pronto deja de Horar, Se sienta manquila- mente, escucha, obsetva, tiende sui mano y toma el libro.

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