La base de la filosofía de Wittgenstein y del giro lingüístico está en la reflexión
acerca del lenguaje, y Wittgenstein presenta concepciones del lenguaje
encontradas en sus dos etapas de pensamiento. En su primer época postula la teoría pictórica del significado -que otorga la misma configuración lógica al mundo (entendido como totalidad de los hechos que acaecen), el pensamiento (como proposición con sentido) y el lenguaje (como expresión senso-perceptible del pensamiento)-, existe una correspondencia directa entre un hecho y su figura , entre los objetos y los elementos de la figura , entre estado de cosas y proposición elemental . Los elementos del lenguaje son equivalentes a las entidades del pensamiento; es inseparable lo pensable de lo decible y lo decible de lo pensable. De acuerdo con el principio de representación, según el cual todos los objetos -reales y del pensamiento- son figurados por los signos lingüísticos, para Wittgenstein cuanto es decible puede, y debe, ser expresado con claridad, de lo contrario hay que callarlo. En su segunda etapa, el significado correcto de los signos lingüísticos no se obtiene por definiciones ostensivas, ni pinturas lógicas, ni puede encontrarse tratando de imponer modelos ideales a lo que sucede en la realidad, sino que debe buscarse en la vida cotidiana el significado que adquieren las palabras: “el significado de una palabra es su uso en el lenguaje”. Las palabras no pueden ser entendidas fuera de la utilización que hacen de ellas los hablantes y este uso del lenguaje está en concordancia con las demás prácticas que ellos realizan. El significado de las palabras es comprendido dentro de los juegos de lenguaje de la comunidad a la que pertenecen; está en la práctica, no en su idealización. El lenguaje es un juego reglado como cualquier otro y forma parte de una actividad o de una forma de vida. Los juegos de lenguaje se guían de acuerdo con las reglas que los usuarios del lenguaje hayan pactado, y son estas normas las que confieren sentido a las palabras, las que deciden la posición y función que han de ocupar en las manifestaciones lingüísticas. Los nombres ya no poseen una esencia o naturaleza común, su sentido depende del empleo que cada comunidad de hablantes haga de ellos. Las diferentes corrientes del giro lingüístico, a su vez, poseen disímiles nociones acerca de las características y funciones del lenguaje. El giro lingüístico analítico se basa en el reemplazo de la conciencia y sus categorías psicológicas por el lenguaje y sus componentes lógicos como objeto de estudio de la filosofía y, por lo tanto, se centra en el análisis formal de las estructuras semánticas, desatendiendo las connotaciones psicológicas, pragmáticas u ontológicas. Debido a esto, su postura es conocida como anti-psicologista o anti-mentalista. Afirma que los problemas filosóficos tradicionales se deben al uso incorrecto del lenguaje y pueden ser resueltos-disueltos a través de la inspección lógica y la reformulación de nuestro lenguaje, declara obsoleta y absurda a la metafísica porque enuncia entidades que van más allá de la experiencia común o lo que las ciencias pueden verificar, apunta a convertir a la filosofía en una ciencia estricta a partir del análisis de las proposiciones y defiende tanto la concepción referencial del significado como la teoría de la verdad como correspondencia. Pertenece a la corriente conocida bajo los nombres de filosofía analítica, filosofía del análisis lógico del lenguaje, positivismo lógico, neopositivismo o atomismo lógico. Tiene su apogeo a principios de siglo, se origina en la lógica de Frege y Russell, recibe su formulación más acabada en las primeras teorizaciones de Wittgenstein y continúa en la obra de Ayer, Carnap, Bergman, Schlick, entre otros. El giro pragmático se centra, como lo indica su denominación, en el análisis pragmático de las estructuras lingüísticas y surge como resultado de la revisión de determinados fundamentos y objetivos incumplidos del análisis lógico (atomismo metafísico, idealismo lingüístico, pretensiones de objetividad, claridad absoluta y no circularidad, erradicación total de malentendidos filosóficos, etc.). Abandona la perspectiva referencialista del significado y la idea de la construcción de un lenguaje lógico ideal y neutro, aborda la investigación de los actos lingüísticos más que los enunciados, de los usos comunes más que las formulaciones científicas, de los factores sociales más que los aspectos formales; a partir de lo cual se presta nueva atención a la relación entre lenguaje y comunidad, las prácticas y decisiones humanas, las formas de vida, las convenciones presentes y la posibilidad de realizar muy diferentes funciones mediante la emisión de proferencias lingüísticas, nueva orientación que a su vez conlleva el abandono de la prioridad de la óptica lógica en favor de un enfoque en el que la historia y la antropología de los conceptos son centrales. Más allá de las características que le son propias a cada tendencia del giro lingüístico, todas poseen algunos denominadores comunes que sirven para delinear los límites dentro de los cuales se enmarca la mayoría de la producción filosófica vigente: acoso al sujeto, precaución ante los intentos de brindar sistemas de pensamiento generales y con pretensiones de objetividad total (abandono del concepto fuerte de teoría), esfuerzo por dejar atrás categorías metafísicas y reemplazo en gran medida del análisis de la conciencia por el del lenguaje. Todas estas ideas están presentes en la producción de Wittgenstein, por lo cual puede considerárselo como una de las principales fuentes de la reflexión filosófica actual. Considero que la concepción wittgensteiniana de la filosofía es una de las que inició y brindó argumentos sólidos para el acotamiento y autocuestionamiento que, desde diversas corrientes, se ha realizado esta disciplina durante la segunda mitad del siglo XX. La estrecha relación entre lenguaje y reflexión filosófica, el abandono de intentos por brindar sistemas filosóficos totales y omnicomprensivos, el carácter situado de la filosofía ante el lenguaje y el mundo, el predominio del pensamiento procedimental sobre el exclusivamente teórico y el lugar y posibilidades que le corresponden a la filosofía dentro del conocimiento, entre otras temáticas recurrentes en estas últimas décadas, tienen conexión con lo expuesto en los textos de Wittgenstein.