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NO VELA DE LA CULTURA PO PU L A R U R B A N A 1
paralelo entre las vidas de Carlos Gardel y de Jairo, paralelo que prevalecerá
a lo largo de toda la narración. En el mism o párrafo inicial se hace m ención
del tango y de las m ilongas, de los cuchillos y de la hom osexualidad,
m otivos que se encontrarán a través de la obra narrativa.
A IR E D E TANGO, E V O C A C IÓ N D E UNA C IU D A D 4
ciudá de los Ecuadores” (61). Las fiebres tienen aquí tam bién un sentido
figurado, pues el barrio se considera un lugar de aventuras peligrosas; los
que frecuentaban el Guayaquil estaban siem pre “V iviendo cerquita del
peligro y la aventura” (75). Y además, era un sitio en el que fácilm ente una
persona se podía hundir en el vicio y la ambición: “La calle, las luces, las
cantinas, los traganíqueles... El vicio va agarrando, y lo pior, uno se envicia
al vicio, le hace falta seguir arrastrao” (75).
En el momento de la narración de Ernesto la vida de la ciudad es una vida
decadente, una vida que sólo puede evocarse de m anera ficticia. Jairo se
m urió y con su m uerte se acabó la vida em ocionante del centro urbano: “La
ciudá se nos fue con él [Jairo], quedam os solos en la ciudá sola” (248).
A IR E D E TANGO, E X A L T A C IÓ N DE UN M IT O
m ex ican o co m pone y b aila cu m b ias, ¿se acordará siem p re de que la cum bia
es un ritm o o rig in alm en te c o lo m b ian o ? Y los latin o am erican o s al su r del río
B ravo, ¿reco rd arán que la salsa se originó en la ciu d ad de N u e v a Y ork?
L os p erso n ajes de A ire de tango son gente que ha aban d o n ad o su pueblo
p ara p ro b ar suerte en la ciudad. Y el tango es p recisam en te la canción del
d esarraig ad o , del p ro v in cian o que lleg a a la ciudad y no es asim ila d o p o r la
m ism a. Es la m úsica de esos com pañeros de fa rra que se reú n en para
c o n stru ir o tra ciudad, a q u é lla fo rm ad a por los p u eb lerin o s que com o
E rn esto , añoran a B alandú, o que com o Jairo, no reco n o cen su pro p ia
id en tid ad y tratan de b u scarla en otro, en este caso G ard el, q u e les sirv a de
m odelo. Jairo ad ivina en el can ta n te algo que le atrae m ag n ética m e n te y que
lo intrig a, de tal m odo q ue se d ed ica a escudriñarlo: “trata de d e sc ifra r en los
jero g lífic o s de la ex isten c ia sem ileg en d a ria de G ardel la ú ltim a v erd ad ... y
se to rn a en h isto riad o r, re co p ila, coteja, am o n to n a fotos, re co rtes de prensa,
co m en tario s.... los lee, los re le e y g asta años en su in te rp re ta c ió n ” (94).
E l n arrad o r tran scrib e en nu m ero sas o casiones trozos de las letra s de los
tang o s (hay cu a ren ta y nueve tangos en to ta l).11 L a m ayor p arte de las
veces, tales citas tienen com o función ex p licar algún ev en to de la v ida de
Jairo en re lació n consigo m ism o o con uno de sus am igos. A sí p o r ejem plo,
en u n a in stan cia, E rn esto co m en ta que Jairo m an ife sta b a ale g ría p o r el
re g reso de su am igo:
Sí, contento de que yo volviera y otra vez nos juntáramos como antes. El
mago regao por los muros, Jairo echándonos sus cosas de música y canta
Sus ojos se cerraron/ Y el mundo sigue andando, o cuando desde el barco
divisa a Buenos Aires y se chanta “Volver”, Yo adivino el parpadeo de las
luces que a lo lejos van marcando mi retorno... les cuento, vivía con él,
Jairo era hombre solo. (81)
E l tango tam bién p re fig u ra la m uerte de Jairo, y p o r co n sig u ien te, las
reu n io n es de los am igos en el b arrio de G uayaquil. E rn esto relata:
to which every uttering subject m ust situate him self or h e rs e lf" (x). “Bajtín
se halla forzado a delinear una nueva interpretación de la cultura: una
cultura que consiste en los discursos guardados por la m em oria colectiva...
discursos en relación con los cuales cada sujeto enunciador debe situarse a
sí m ism o” (traducción mía). Es en esta posición de sujeto enunciador en la
que se coloca el crítico Otto M orales Benítez en su libro Una novela urbana,
Aire de tango y el derrum bam iento de una época (1982). M orales Benítez,
como contem poráneo y amigo de M ejía Vallejo, se refiere a su generación.15
El crítico da cuenta de la polifonía de la novela, esto es, de los diversos
discursos presentes en ella y advierte: “Si el descifrador no se pierde en esa
‘queredera de tangos y m ilongas’ que es apenas una parte del entreverado
am biente, hallará que los temas centrales son m últiples e intrincados” (21).
M orales Benítez, además de referirse al tango como presencia central, habla
de Jairo y de la concepción del guapo, de Torres y Espinosa, los guapos
rivales del protagonista, de la vida de las cantinas de A ntioquia y Caldas, del
papel desem peñado por la violencia política en la época, y del cam bio de la
ciudad de M edellín. Sin referirse específicam ente a la teoría bajtiniana,
M orales Benítez ha com prendido que los personajes y los lectores de Aire
de tango han sido invitados por Ernesto Arango - y detrás de él por M anuel
M ejía Vallejo - a un carnaval, a una celebración en la cual no hay un
celebrante sino m uchos: lector, canciones, personajes y leyendas se
constituyen en los convidados al festín.
Para M orales Benítez la novela es la m uestra de las vicisitudes de una
época. La ficción narrativa cum ple con el com etido de m ostrar un período
de la cultura colom biana y antioqueña: “En sus páginas establecem os la
estabilidad que destrozó la violencia; las m utaciones políticas; las colisiones
que socialm ente m odifican una ciudad; el recuerdo que sigue pesando en el
hom bre y alargando en la im aginación, los dones de la provincia. Y la m agia
que influye sobre seres y hechos dejando su huella de sabiduría popular”
(22).
El partícipe más im portante del carnaval es Jairo. Para Troncoso el
discurso de la novela está integrado por cuatro motivos: “Tango, Jairo,
Gardel y Guayaquil con los cuales se pueden crear dos com binaciones
posibles, Tango-Gardel, Jairo-G uayaquil o Gardel-Jairo, Tango-G uayaquil”
(114). Dichas com binaciones sim plifican la com prensión de la novela, pero
llevan im plícitam ente una jerarquización en la m edida en que engloban a
todos los personajes participantes en el carnaval en el apelativo “G uayaquil;”
por otro lado, separan la vida de Gardel del tango, separación que resulta un
tanto artificial pues tango e intérprete se confunden en una m ism a cosa,
como ya se anotaba al referirse de m anera más específica a la presencia del
tango en la obra.
El mundo de Jairo es un m odo de juerga, de tango y de cuchillos. Las
dos obsesiones del protagonista son Carlos Gardel - y el tango, y los
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cu ch illo s. Jairo vivió p ara b ailar y ca n ta r tangos, y p ara ser m atón. El m ito
de G ard el se rev iv e en Jairo y él al ten er sus reco rtes de perió d ico s y al oír
su m ú sica d ialo g a con d icho m ito.
L os cu ch illo s son, pues, una de las o b sesio n es del p ro tag o n ista: “por eso
h aría cu ch illo s de aceros con ex p erien cia. - ¿Q ué tal Lunes ? - Te tocó salir
M artes. - Q u ietecito , Viernes ” (8). Jairo les da los nom bres de los días de
la sem an a a sus cuchillos y les tiene tanto cu id ad o com o tiene con los
reco rtes de la vida de G ardel.
El p aralelo con G ardel se rom pe p rim ero , cuando se p re sen ta a Jairo
com o a un h om bre cuyo o ficio es ser “g u ap o ,” am ante de los cu ch illo s y
luego, cu an d o se m u estra su afición p o r S atanás: “T an ta era su afició n por
el d ia b lo ” (16). El narrador, con el fin de en fatizar el ca rác te r de m al y de
p re fig u rac ió n del ho m icid io que lleg ará al final de la n ovela, h abla de la
m uerte de B alm ore Á lv arez en una can tin a cuyo nom bre era “Los In fie rn o s”
y en la que “Jairo recib ió su p rim er bautizo un sábado de ce rv ez a y
aguardiente” (21). Es la oración al diablo - dirigida por Jairo al Puto E rizo - sin
em b arg o , la q ue so rprende al lecto r que p re sen cia el carnaval:
D e la cita an terio r puede in ferirse que Jairo es, efectiv am en te, aficio n ad o
a S atan ás. S i no, ¿de dónde tan ta p recisió n p ara d e fin ir al d iab lo ? En o tra
o casió n el n arrad o r av isa al lecto r que Jairo p o seía reco rtes sobre el ser
m alév o lo , reco rtes que él llam ab a sus cábalas. Jairo , en tonces, a veces,
co n o cien d o el carácter m aléfico de los cu ch illo s, les d ab a los div erso s
n o m b res del d em onio, ap elativ o s que en c o n trab a en sus recortes: “P ero en
los p elig ro s g randes yo lo oía m en tarlo s p o r los nom bres de los dem onios
que aq u í están apuntaos, fíjesen: L u cifer, B elceb u th , A staroth, L ucifago,
B ael, A garón, M arbas, S atan ach ia, A g aliereth , F leu retti, S arg atan ás,
N eftatiel, N eb iro s... É ste era el m ism o Jueves, a Jairo lo g o lp eab a la p alab ra
N ebiros ” (230).
L a selecció n del p ar de citas an terio res, em pero, no p reten d e m o strar
q u e Jairo esté o b sesio n ad o con el diablo. G ardel, el tango y los cu ch illo s
po seen u na fu erte p re sen cia en su m undo. L a o ració n a L ucifer, en este caso
re p resen ta d o en el P uto E rizo, es un d esafío , ca rac te rístic a p rin cip a l de Jairo
en tan to que “g u ap o .”
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NOTAS
1 Este trabajo es parte de un ensayo más largo que en 1997 obtuvo un premio en
el concurso nacional de ensayo sobre la obra de Manuel Mejía Vallejo, auspiciado
por Colcultura y la Fundación Arte de la Música de Medellín.
2 Manuel Mejía Vallejo nació en Jericó (Antioquia) en 1922 y murió en
Medellín en 1998. Publicó las siguientes novelas: La tierra éramos nosotros
(1947), El día señalado (1964), Aire de tango (1973), Las muertes ajenas (1979),
Tarde de verano (1980), Y el mundo sigue andando (1984), La sombra de tu paso
( 1987), La casa de las dos palmas ( 1989 - Obtuvo el Premio Rómulo Gallegos), Los
abuelos de la cara blanca (1991), Los invocados (1995).
3 Citado por Luis Marino Troncoso (111).
4 Para el estudio de esta novela se tiene en cuenta la categorización de las
ciudades representadas presentada por Fernando Cruz Konfly en su artículo “Las
ciudades literarias.”
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OBRAS CITADAS
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---- . The Dialogic Imagination. Austin: The University of Texas Press, 1981.
Chaui, Marilena. “Cómo superar la dicotomía entre conformismo e resisténcia.”
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Berlín: Langer Verlag, 1994, pp. 159-184.
Collier, Simon. Carlos Gardel. Su vida, su música, su época. Trad. Carlos
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Corbatta, Jorgelina. “Historia y mito en Aire de tango de Manuel Mejía
Vallejo. Inti. Revista de Cultura Hispánica (1986-1987): pp. 137-143.
---- . “Recordando a Manuel Mejía Vallejo: el hombre y su obra.” Literatura
y cultura. Narrativa colombiana del siglo XX. Eds. María Mercedes Jaramillo,
Betty Osorio y Ángela Robledo. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2000. pp. 367-383.
---- . “Tango y literatura en Antioquia: M. Mejía Vallejo, O. Hernández, M.
Rivero y J. J. Hoyos. Literatura y cultura. Narrativa colombiana del siglo XX.
Eds. María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio y Ángela Robledo. Bogotá: Ministerio
de Cultura, 2000. pp. 543-583.
Cruz Konfly, Fernando. “Las ciudades literarias.” Revista Universidad del
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Forero-Villegas, Yolanda. “Entrevista a Manuel Mejía Vallejo: investigador
del lenguaje.” Revista de Estudios Colombianos 3(1987): pp. 54-56.
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Giraldo Isaza, Fabio y Héctor Fernando López. “La metamorfosis de la
modernidad.” Colombia el despertar de la modernidad. Bogotá: Fondo Nacional
por Colombia, 1991.
Herlinghaus, Hermann y Walter, Monica, eds. Posmodernidad en la periferia.
Berlín: Langer Verlag, 1994.
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