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“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que
edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon
contra aquella casa, y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye
estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;
y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y
cayó, y fue grande su ruina.” Mateo 7:24-27
En la cita bíblica de arriba, Dios nos llama a edificar sobre la roca. La parábola nos
muestra que existen dos tipos de constructores: el prudente y el insensato, lo cual nos
ilustra la necesidad de cumplir siempre la voluntad de Dios; es decir, hacer lo que Dios
nos ha dicho que hagamos.
Para llegar a ser como Cristo y ser usados por Él, hay que estar disponibles. (2 Timoteo
2:21)
1. Por falta de conocimiento. Hay creyentes con deseo de cambiar, pero no saben
cómo hacerlo. (Oseas 4:6). Hay mucha teología, pero no un verdadero
conocimiento de Dios. (Juan 8:32)
2. Por no ser hacedores de la palabra. La persona que recibe la Palabra es contada
por sabia, y los que no, por necios. Desde el momento que conocemos una verdad
divina, somos responsables de vivirla. Veamos algunos puntos importantes:
- Dios envía Su Palabra, y ésta cambia nuestra vida. (Isaías 55:11)
- Debemos recibir la Palabra con mansedumbre, sin discutirla.
3. Por falta de tempos de Dios. El temor de Dios es respeto y reverencia. Es amar lo
que Dios ama y aborrecer lo que Él aborrece. (Proverbios 8:13) (Proverbios 6:16-19)
¡Es tiempo de cambiar!
¡Conozcamos la Palabra y caminemos en el temor de Dios!
PREGUNTAS
¿Cuáles son los agentes que Dios usa para cambiarnos?
¿Por qué no hemos cambiado?
¿Cuáles son las cosas que Dios aborrece?
APLICACIÓN
El líder hará el llamado por los perdidos.
Pedirá perdón a Dios por no recibir la Palabra con mansedumbre o por no ponerla en
práctica para lograr cambios en la vida.
SIEMBRA Y COSECHA
Como sacerdotes, debemos presentar a Dios las ofrendas de nuestra casa. (Hebreos 8:3)