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Cuando decimos algo al mismo tiempo que otra persona, cuando compartimos una «risa floja» o
incluso los mismos pensamientos, en un momento dado nos encontramos frente a una
manifestación de la sincronía, la máxima expresión de la empatía compartida. Encontrarse con el
otro en un instante del tiempo, compartir completamente un momento. la empatía consiste en
interpretar con la mayor exactitud posible las referencias internas y los componentes emocionales
de una persona, comprendiéndolos como si fuéramos esa otra persona, necesita buen
conocimiento de sí mismo, apertura de espíritu, ausencia de prejuicios y, fundamentalmente,
aceptación de la existencia de otros sistemas de valores. En efecto, para sentir desde dentro lo
que el otro experimenta no hay que pensar que el otro es igual que nosotros, puesto que su
emoción no será obligatoriamente la misma que la nuestra en la misma situación, se expresa por
medio de mensajes verbales y no verbales. es decir, el hecho de ser sensible a las emociones o a
la situación que vive el otro
la compasión es una actitud que consiste en ser sensible al sufrimiento de alguien y sentir el
deseo de 23 aliviarle. En el primer instante, la compasión implica una especie de fusión con el otro,
de lo que deriva que se tome partido y se realicen juicios de valor en su defensa, contrariamente a
la empatía. La compasión conduce a un estado emocional de carencia, de febrilidad o de
inacabamiento mientras el problema no se haya solucionado. No hay compasión sin empatía, pero
la empatía es posible sin la compasión. Una compasión llevada al extremo se convierte en piedad y
conmiseración, emociones que nos hacen sentirnos incómodos, porque implican, de manera
implícita, una comparación con el otro, un sentimiento de superioridad con respecto a él.
Otra función de las neuronas-espejo consiste en que nos permite percibir la intención de una
acción. En este punto, nuestro sistema va más allá de la mera capacidad de observación de los
gestos; se fija en la finalidad, el objetivo, la intención que subyace a esos gestos, este sistema de
neuronas-espejo que nos permite comprender las emociones de los demás «como si», nuestro
cerebro racional percibiría ciertamente las emociones ajenas, pero en un contexto de percepción
puramente intelectual, sin calor humano y sin la implicación de experiencia afectiva alguna. En el
fondo, la existencia de las neuronas-espejo podría asimilarse al descubrimiento de un sexto
sentido que nos permitiera comprender el mundo que nos rodea.