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Ciudadano:

Presidente y de más Magistrados de a Sala Constitucional del Tribunal Supremo de


Justicia.
Su despacho. –
Yo, LUZ MARINA CONTRERAS RUIZ, venezolana, mayor de edad, hábil,
identificada con cédula de identidad Nº V-3.997.635, hábil, de oficios del hogar, Email:
luzmarinacontreras.1@hotmail.com, con domicilio procesal el el apartamento Nº B-1-7,
integrante del Conjunto de viviendas denominado: Edificio Residencias Tiyiti, ubicado en
la Cerrara 20, entre Calles 11 y 12 del Municipio San Cristóbal del estado Táchira; asistida
en este acto por Fernando de Jesús Márquez Manrique, abogado en ejercicio, venezolano,
mayor de edad, civilmente capaz, identificado con cédula de identidad Nº V-3.430.183,
domiciliado en San Cristóbal estado Táchira, inscrito en el Instituto de Previsión Social
del Abogado bajo el Nº 11.766, con el mayor acato y respeto, conforme a lo pautado en el
Artículo 27 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, acudo ante su
competente autoridad, para intentar acción de amparo constitucional en contra del Tribunal
Superior Tercero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Bancario de la Circunscripción
Judicial del Estado Táchira, ubicado en el Edificio Nacional de la ciudad de San Cristóbal,
estado Táchira, con el fin de solicitar la nulidad de la sentencia de última instancia, cuya
copia certificada agrego al presente escrito marcada “A”, a cuyos efectos, procedo a
solicitar AMPARO CONSTITUCIONAL en contra de la infracción de los artículos 26, 49
y 257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, conforma a las
consideraciones de hecho y de derecho que a continuación expongo:
LOS HECHOS
En fecha 27 de septiembre de 2017, el Juzgado Superior Tercero en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira,
decidió el recurso ordinario de apelación que interpuso el accionante, Ali Guillermo
Bracho Lujan, en contra de la sentencia definitiva de Primera Instancia, pronunciada por
el Juzgado Quinto de Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas de los Municipios San
Cristóbal y Torbes de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, de fecha 17 de julio
de 2017, por desalojo de vivienda cuya causa cursó en el expediente No. 158/2016 de ese
tribunal.
La controversia en la Primera Instancia fue planteada en torno al desalojo de un
inmueble propiedad del ciudadano: Alí Guillermo Bracho Lujan, con fundamento en el
Ordinal 2º del Artículo 91 de la Ley Para la Regularización y Control de Arrendamientos
de Vivienda, consistente en un apartamento signado con el Nº B-1-7, integrante del
Conjunto de viviendas denominado Edificio Residencias Tiyiti, ubicado en la Cerrara 20,
entre Calles 11 y 12 del Municipio San Cristóbal del estado Táchira; el cual actualmente
ocupo a título de arrendataria, como consta en documento autenticado en la Notaria Pública
Primera de San Cristóbal, el día 18 de agosto de 2010, inserto bajo el Nº 29, Tomo 174,
por un canon de arrendamiento de Bs. 4.000,oo mensuales, con renovación automática a
voluntad de las partes y previa notificación.
La parte actora alegó en su escrito libelar que su hijo: Ángel Alberto Bracho
Méndez, desde hace tiempo no tiene donde vivir, presentándosele, a su decir, la imperiosa
necesidad de ocupar el apartamento objeto del contrato de arrendamiento; afirma que agotó
el procedimiento administrativo y, al mismo tiempo expresa que la arrendataria tiene otros
inmuebles donde vivir. Acorde con los hechos alegados, el accionante fundamentó su
pretensión en el Numeral 2º del Artículo 92 de la Ley Para la Regularización y Control de
los Arrendamientos de Vivienda.
En la motivación de la sentencia de Primera Instancia, el juez de la causa al entrar a
valorar las pruebas, desestimó la documental aportada por el accionante, debido a que en
dicho medio de prueba, consta una declaración autenticada por ante la Notaría Pública
Tercera de San Cristóbal, estado Táchira, de fecha 10 de diciembre de 2013, inserta bajo
el No. 18, Tomo 480; en la cual el demandante: Alí Guillermo Bracho Lujan y su esposa,
María Isabel Méndez, declaran bajo fe de juramento su voluntad de darle a su hijo, Ángel
Alberto Bracho Méndez, el apartamento Nº B-1-7, el cual forma parte del Conjunto de
viviendas denominado: Edificio Residencias Tiyiti, ubicado en la Cerrara 20, entre Calles
11 y 12 del Municipio San Cristóbal del estado Táchira; para que éste lo ocupe. De igual
forma, el ciudadano Ángel Alberto Bracho Méndez declaró bajo fe de juramento que no
tiene donde vivir y que se encuentra urgido y a la espera de que yo desocupe dicho
apartamento.
La razón en la que el Juez de la causa, fundamentó la desestimación de la referida
prueba documental que promovió el demandante para justificar su pretensión, se debe a
que esta declaratoria unilateral del accionante y de su hijo; quien además, es parte
interesada en las resultas del proceso, contradice el “Principio de Alteridad de la
prueba”, según el cual, en materia civil, …”nadie puede procurarse una prueba a su
favor sin la intervención de una persona ajena, distinta a quien pretende aprovecharse
del medio, lo que implica excluir del análisis probatorio las pruebas emitidas
unilateralmente por la parte promovente, principio éste que debe aplicar el juzgador,
aun cuando no medie impugnación de la parte no promovente…” Sentencia Nº 905 de
la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia en fecha 07 de octubre de 2015.
Disponible en la página web www.tsj.gob/
Con fundamento en estas razones doctrinarias y jurisprudenciales, el tribunal de la
causa declaró de manera expresa que, este medio probatorio carece de valor probatorio
para decidir el fondo de la controversia, por ser una prueba unilateral de la parte
demandante y por lo tanto, la excluyó del análisis probatorio. Tal como quedó expresado
en la sentencia de primera instancia, ocurre que esta prueba documental, que expresa la
declaración de la parte accionante, fue el único medio probatorio con el que la parte
accionante pretendió demostrar el fundamento fáctico de su pretensión, ya que fundamentó
su pretensión de desalojo en el numeral Segundo del Artículo 91 de la Ley Para la
Regularización y Control de los Arrendamientos de Vivienda, el cual expresa: “Sólo
procederá el desalojo de un inmueble bajo contrato de arrendamiento, cuando la acción se
fundamente en cualquiera de las causales señaladas, entre las cuales merece destacar la
contenida en el Numeral Segundo, el cual se refiere a la necesidad justificada que tenga el
propietario o propietaria de ocupar el inmueble, o alguno de sus parientes consanguíneos
hasta del segundo grado.”
Es importante destacar que, en el Parágrafo Único de la norma comentada, el
Legislador advierte que,” en este caso, el arrendador deberá demostrar la necesidad que
tiene él, o un pariente consanguíneo, dentro del segundo grado, de ocupar la vivienda
arrendada pero, deberá demostrarlo mediante una prueba contundente la cual, el
accionante debe ofrecer ante la autoridad administrativa y judicial y que, además deberá
demostrar la filiación.” (Resaltado nuestro)
El caso es que, el recurso ordinario de apelación interpuesto por el demandante, fue
decidido en sentencia de fecha 27 de septiembre de 2017, la cual declaró con lugar la
apelación, revocó la sentencia recurrida, ordenó el desalojo del apartamento que ocupo y
me condenó a pagar las costas procesales.
Honorables Magistrados, como bien puede observarse, la sentencia de primera
instancia por la cual fue declarado sin lugar el desalojo, sustentó como base, el hecho de
que la parte demandante no demostró en el proceso los alegatos expuestos en su libelo de
demanda, ya que en el escrito libelar el demandante alegó que necesitaba el apartamento
que ocupo a título de arrendataria, para que lo ocupase su único hijo quien, a su decir, no
tiene dónde vivir y por tal razón, fundamentó su pretensión en el numeral 2º del Artículo
91 de la Ley Para la Regularización y Control de los Arrendamientos de Vivienda. Pero,
como antes quedó expresado, el actor no logró probar en el proceso los hechos alegados,
por lo cual el Juez de la causa, en Primer Grado de Jurisdicción, declaró SIN LUGAR, la
pretensión del demandante.
No obstante, el Juez de la recurrida, en franco desacato a los principios
constitucionales que garantizan el derecho al debido proceso y con ello, el derecho a la
defensa, revocó la decisión de Primera Instancia que había dirimido el conflicto. Y, lo más
relevante del asunto, el fallo de la Segunda Instancia, en el cual el trinunal del alzada hace
un extensa y pormenorizada relación de las actas procesales pero, en la motivación hace
una exigua referencia a ordinal 2º del Artículo 91 de la Ley Para la Regularización y control
de los Arrendamientos de Viviendas; apunta el Juez en la motivación del fallo objeto del
presente amparo, que el estado de necesidad o de hacinamiento que debe demostrarse para
que el pariente consanguíneo ocupe la vivienda objeto del litigio y, de esta manera pueda
estimarse procedente el desalojo al que se refiere de manera taxativa la precitada norma,
tiene un carácter meramente subjetivo, tal como lo expresa el autor Gilberto Guerrero
Quintero.
Esta aberración jurídica, contradice el principio que define el carácter expreso y
objetivo que delimita la naturaleza del derecho objetivo porque, si la hipótesis real
representada en la estructura de la norma jurídica fuera de carácter subjetivo, entonces no
habría lugar a probar los hechos alegados por el actor en su demanda; y además, no existe
nada más inescrutable que la consciencia humana. Con este fatuo y baladí razonamiento,
la sentencia de Segunda Instancia, está violando de manera clara y evidente, mi derecho a
la defensa, al subvertir en la motivación del fallo, los principios generales que orientan el
derecho.
Además, la sentencia contra la cual solicito amparo constitucional, violó también
mi derecho a la defensa, porque estima y le confiere valor probatorio al medio de prueba
aportado por el accionante, que no logró demostrar la necesidad inminente que
supuestamente tiene el hijo del demandante para ocupar el apartamento donde vivo a título
de arrendataria; pues, pese a que de acuerdo con los Artículos 429 del Código de
Procedimiento Civil, en concordancia con el 1.357 del Código Civil, concuerda con la
naturaleza de instrumento auténtico que ostenta dicho medio probatorio; pero, dicha
sentencia se aparta diametralmente y desaplica sin motivo, ni fundamento alguno, el
principio que consagra la alteridad de la prueba, expresado de manera pacífica por la
Casación Venezolana, en Sentencia número 905, pronunciada por la Sala de Casación Civil
en fecha 07 de octubre de 2015.
El principio de la Alteridad de la Prueba ratifica en sama lógica Cartesiana que,
“nadie puede procurarse una prueba a su favor, sin la intervención de una persona
ajena, distinta a quien pretende aprovecharse del medio, lo que implica excluir del
análisis probatorio las pruebas emitidas unilateralmente por la parte promovente,
principio éste que debe aplicar el juzgador aun cuando no medie impugnación de la
parte promovente” Esta sentencia está publicada en la página web del T.S.J.
Mal puede la sentencia emitida por el Juzgado Tercero de Segunda Instancia en lo
Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira,
declarar con lugar el desalojo del apartamento que ocupo, cuando es evidente que la parte
accionante no demostró el hecho fundamental alegado por ésta que, a tales efectos, exige
taxativamente el numeral 2º del Artículo 91 de la Ley Para la Regularización y Control de
los Arrendamientos de Viviendas.
Aunado a la violación del principio de alteridad de la prueba, el Artículo 49 de la
Constitución de la República Boivariana de Venezuela sanciona: “Serán nulas las
pruebas obtenidas mediante violación del debido proceso.” (Subrayado nuestro).
Ocurre, honorables magistrados, que la declaración jurada promovida por el accionante,
además de haber sido erigida por la parte promovente, fue también producida extra litem,
lo cual viola el principio de contradicción de la prueba, lo cual vicia de ilegalidad y hace
que sea nula, la prueba invocada por la alzada para sustentar su fallo. Esta acutuación por
parte del tribunal de la recurrida, viola también mi derecho a la defensa
En el caso que nos ocupa, el Juez a quem, establece como cierto el hecho de que el
hijo de la parte accionante no tiene donde vivir y está en estado de necesidad de ocupar el
mentado apartamento pero, desconoce lo dispuesto en el numeral 2º del Artículo 91 de la
precitada Ley, porque de las actas procesales se desprende que el supuesto estado de
necesidad para ocupar la vivienda, alegada en el libelo de demanda como causa eficiente
para solicitar el desalojo, no fue demostrada por el actor en el proceso. Esta conducta
procesal ostentada por la decisión de la alzada, demuestra fehacientemente que el principio
que sustenta la imparcialidad, se halla comprometido y por consiguiente, el principio rector
del proceso que garantiza el derecho a la defensa.
Como un hecho significativo, es pertinente señalar que el a quem en la motivación
del fallo se refiere a la necesidad que el único hijo del accionante tiene de ocupar el
apartamento donde vivo, para lo cual se apoya en el precepto constitucional que establece
el principio de “no sacrificar la justicia por formalidades no esenciales”. Debe entenderse
entonces con este razonamiento que, el contenido del Artículo 12 del código de
Procedimiento Civil por el cual los jueces deberán decidir conforme a lo alegado y probado
en autos sería una “formalidad no esencial para el proceso”
No obstante el minucioso análisis realizado por el a quem, éste excluyó del análisis
probatorio, la Providencia Administrativa Nº 000980, de fecla 03 de septiembre del año
2014, en cuyo texto, la Superintendencia Nacional de Arrendamiento de Vivienda, en el
último Considerando, al referirse al tipo de arrendador, o asea, a la parte accionante, lo
califica como: Multi arrendador. El hecho cierto de haber dejado fuera del análisis
probatorio la Providencia Administrativa Nº 00080 en referencia, también socava el
derecho a la defensa que me ampara por mandato de la Constitución.
Honorables Magistrados, en atención a todo lo anteriormente expuesto, es
procedente afirmar que, el debido proceso y consecuencialmente, el derecho a la defensa
que me ampara por mandato expreso de la Constitución, ha sido violentado en su totalidad
por la sentencia pronunciada por el Juzgado Superior Tercero en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, emitida en fecha
veintisiete (27) de septiembre de 2017
EL DERECHO
A efectos de mejor sustentar la presente acción de amparo constitucional, es necesario
señalar algunas disposiciones constitucionales y legales, las cuales fueron ignoradas en la
decisión de alzada, violentando con este proceder, mis derechos y garantías consagrados por
la Constitución y la Ley.
En este caso, es menester hacer expresa referencia a la violación del Artículo 49 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el cual consagra el derecho a la
defensa, refiriéndose en tal sentido, al debido proceso; a cuyos efectos, el constituyente ha
establecido que “El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y
administrativas y, en consecuencia: 1. La defensa y la asistencia jurídica son derechos
inviolables en todo estado y grado de la investigación y del proceso. Toda persona tiene
derecho a ser notificada de los cargos por los cuales se le investiga; de acceder a las pruebas
y de disponer del tiempo y de los medios adecuados para ejercer su defensa. Serán nulas las
pruebas obtenidas mediante violación del debido proceso. Toda persona declarada culpable
tiene derecho a recurrir del fallo, con las excepciones establecidas en esta Constitución y
en la ley.”

De la misma forma, el ordinal 8. del mencionado Artículo 49 estable que, “toda persona
podrá solicitar del Estado el restablecimiento o reparación de la situación jurídica lesionada
por error judicial, retardo u omisión injustificados…”

El Código de Procedimiento Civil en su Artículo 254 es claro y preciso al expresar


que:
“Los Jueces no podrán declarar con lugar la demanda sino cuando, a su
juicio, exista plena prueba de los hechos alegados en ella. En caso de duda,
sentenciarán a favor del demandado, y, en igualdad de circunstancias,
favorecerán la condición del poseedor, prescindiendo en sus decisiones de
sutilezas y de puntos de mera forma.
En ningún caso usarán los Tribunales de providencias vagas u oscuras, como
las de venga en forma, ocurra a quien corresponda, u otras semejantes, pues
siempre deberá indicarse la ley aplicable al caso, la formalidad a que se haya
faltado, o el Juez a quien deba ocurrirse.”
Es evidente que la sentencia de la alzada, se aparta de los deberes impuestos por el
Artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, el cual regula su actuación procesal al
expresar:
“Artículo 12° Los jueces tendrán por Norte de sus actos la verdad, que
procurarán conocer en los límites de su oficio. En sus decisiones el Juez debe
atenerse a las normas del derecho a menos que la Ley lo faculte para decidir
con arreglo a la equidad. Debe atenerse a lo alegado y probado en autos, sin
poder sacar elementos de convicción fuera de éstos ni suplir excepciones o
argumentos de hecho no alegados ni probados, El Juez puede fundar su
decisión en los conocimientos de hecho que se encuentren comprendidos en
la experiencia común o máximas de experiencia."
En el caso que nos ocupa, el Tribunal Superior Tercero en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, manifiesta su
parcialidad en favor de la parte demandante, ya que su decisión, lejos de apoyarse en algún
fundamento jurídico legal, recurre a un comentario del autor: Gilberto Guerrero Quintero
quien en su obra “Tratado de Derecho Arrendaticio Inmobiliario “(UCAB 2006. Pág. 195),
expresa su opinión personal respecto de la necesidad que tenga en ocupar un inmueble
cedido en arrendamiento, el propietario o un familiar suyo, el cual no necesariamente tiene
que ser en el orden económico, sino por una especial circunstancia de carácter social o
familiar al necesitado, que de no ocupar el inmueble arrendado le podría ocasionar daño.
Pero ocurre que, en la controversia no se planteó qué clase de necesidad pudiera tener
el hijo del arrendador para ocupar el apartamento donde vivo arrendada, ya que el
accionante se refirió en su libelo de demanda, de manera pura y simple, a una supuesta
necesidad que tenía su hijo de ocuparlo, lo cual no logró demostrar en el proceso porque
el medio probatorio que aportó, es ilega, carece de eficacia probatoria, contradice el
principio de la alteridad de la prueba y además, también vulnera el principio de
contradicción de la prueba.
También se ocupó el Tribunal Superior Tercero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y
Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, de manera oficiosa y, por
demás eficiente, de valorar y apreciar las copias de dos documentales donde consta que yo
fui propietaria de dos inmuebles que, por cierto, ya no me pertenecen, tal como alegué en
el acto de contestación de la demanda. A este respecto es oportuno destacar que estas
documentales fueron desestimadas por el Juez a quo, debido a que las mismas no aportan
ningún medio de convicción que permitiera resolver el fondo de la controversia.
Sin embargo, el Tribunal Superior Tercero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y
Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, en su decisión, ni siquiera hace
mención a los varios títulos de propiedad que yo promoví, en los que consta que el actor
recurrente, posee varios inmuebles; así como tampoco estimó, ni mencionó los contratos
de arrendamiento donde consta que mi arrendador, el ciudadano Alí Guillermo Bracho
Lujan, es arrendador de apartamentos ocupados por inquilinos, es decir, cedidos en
arrendamiento; y peor aún, el tribunal de alzada en contra del cual promuevo la presente
acción de amparo, ni siquiera mencionó en su sentencia, ni se ocupó de apreciar la
Providencia Administrativa No. 000080, de fecha 03 de septiembre de 2014, emitida por
la Superintendencia Nacional de Arrendamientos de Vivienda (SUNAVI), en la cual mi
arrendador, o sea el demandante, Alí Guillermo Bracho Lujan, es calificado por este
órgano de la Administración como PLRIARRENDADOR. La copia certificada de esta
providencia administrativa que fue aportada por mí en el proceso, tiene pleno valor
probatorio y contiene la suficiente eficacia probatoria para formar un mejor criterio que le
permita al juzgador dictar un fallo justo y apegado a derecho. Anexo al presente escrito,
marcada “C”, copia de la providencia administrativa mencionada.
La sentencia de segunda Instancia fue pronunciada el día 17 de septiembre de 2017,
y el día 05 de octubre de 2017, el Juez Superior Tercero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito
y Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, remitió para la ejecución de
la sentencia de desalojo, el expediente al Juzgado Quinto de Municipio Ordinario y
Ejecutor de Medidas de los Municipios San Cristóbal y Torbes de la Circunscripción
Judicial del Estado Táchira. Esto implica que no permitió que transcurriera íntegramente
el lapso para que yo pudiera efectuar el anuncio para recurrir a Casación, con lo cual
también cercenó mi derecho a la defensa, violando de esta manera el debido proceso.
Honorables Magistrados, es lamentable que en un proceso, en el que se debate sobre
el derecho de un arrendatario, –como es mi caso– para continuar ocupando el apartamento
objeto del referido litigio, una sentencia, carente de fundamento legal, derogue auténticos
pilares que sustentan nuestro sistema judicial y de derecho; desacatando de igual manera
la exposición de motivos, así como el espíritu, propósito y razón de la Ley Para la
Regularización y Control de los Arrendamientos de Vivienda, la cual se refiere y consagra
de manera expresa, el derecho que los ciudadanos tenemos para habitar una vivienda digna,
sin que intereses mercantilistas puedan vulnerar los derechos del arrendaterio y sin tomar
en consideración que más de un setenta y cinco por ciento de la población, no poseemos
una vivienda propia..
Es concluyente que la sentencia dictada por el Juzgado Superior Tercero en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, en
vez de apoyarse en los principios rectores del proceso que le ofrece la Ley para defender
los derechos y garantías del ciudadano consagrados por la Ley, se aparta de dichos
principios y viola la Constitución y la Ley, para proteger los intereses mercantilistas del
explotador inmobiliario, quien se enriquece a costa de las necesidades de aquellos que
carecemos de vivienda. Esto es lo que realmente llama la atención y merece ser rectificado
porque, de hecho, la presente acción de amparo obedece a un interés y a un fin superior,
para así evitar que situaciones como ésta, se repitan y causen daño a nuestro sistema de
administración de justicia.
Es inaceptable que en la Venezuela actual, donde el Derecho Inquilinario ha dejado
de formar parte del Derecho Privado, porque las normas que regulan la materia interesan
al orden publico debido al profundo contenido social que las sustenta; es inconcebible que
un tribunal que conoce en segundo Grado de Jurisdicción promueva el desalojo de
viviendas, desconociendo flagrantemente las garantías constitucionales que orientan el
derecho al debido proceso, así como las disposiciones legales y los principios rectores del
proceso, contenidos en los Artículos 12, 254, 509 y otros, cuya violación menoscaba mi
derecho a la defensa; además, del desacato y contravención de las normas consagradas en
nuestra Constitución y en la Ley que regula la materia arrendaticia.
Alego igualmente la violación del principio de idoneidad, consagrado en el Artículo
5 del Código de Ética del Juez Venezolano y de la Jueza Venezolana; así como los
principios que regulan la protección de los derechos y la argumentación e interpretación
judicial, consagrados en los Artículos 6 y 10, eiusdem.
Idoneidad
Artículo 5. Los jueces y juezas serán imparciales en el ejercicio de sus
funciones jurisdiccionales, por esta razón no podrán estar incursos o incursas
en ninguna de las causales de inhibición o recusación previstas en este Código
ni en las leyes que regulan la materia correspondiente, sin perder la idoneidad
para el cargo del cual están investidos o investidas.
Protección de los derechos
Artículo 6. Los jueces y Juezas garantizarán a toda persona, conforme
al principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio
irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos, así
como su respeto y garantías consagrados en la Constitución de la República
y en el ordenamiento jurídico.
Argumentación e interpretación judicial
Artículo 10. Las argumentaciones e interpretaciones judiciales deberán
corresponderse con los valores, principios, derechos y garantías consagrados
por la Constitución de la República y el ordenamiento jurídico.
Los jueces o juezas no deben invocar en su favor la objeción
de conciencia.
Honorables Magistrados, considerando que la doctrina de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, ni que la acción de amparo constituye una tercera instancia,
debo gacer énfasis en que la sentencia en contra de la cual me amparo, se fundamenta en
la consagración constitucional del derecho al debido proceso, lo cual significa que la
acción de amparo que ejerzo por violación de algunos de los extremos aquí señalados por
actuación y omisión judicial, es procedente por cuanto los hechos constitutivos de la
infracción, efectivamente me impidieron el goce y ejercicio inmediato de alguna de las
facultades que dicho derecho al debido proceso otorga en la Constitución.
En el caso que nos ocupa, la infracción de reglas legales resultó impeditiva del goce
y ejercicio de los derechos y facultades garantizados por el artículo 49 citado, por cuanto
del estudio de los instrumentos aportados, se verificará la infracción constitucional
presupuesto de procedencia de la acción de amparo ejercida por violación al debido
proceso; de modo que me he permitido alegar cómo y de qué manera el error judicial me
impidió el goce y ejercicio del derecho conculcado, por cuanto, la actividad procesal a la
que tenía derecho, como es el caso de: 1. que en la sentencia de alzada fuera estimada y
valorada la providencia administrativa que califica como multiarrendador al recurrente (mi
arrendador); 2. la apreciación y valoración de los documentos auténticos en donde constan
los contratos de arrendamiento que evidencian que el recurrente, o sea, mi arrendador, es
propietario de otras viviendas cedidas en calidad de arrendamiento; 3. El derecho a que el
tribunal de la alzada estableciera la ilegalidad y la carencia de valor probatorio de la prueba
ofrecida por la parte accionante, con la cual pretendió demostrar y no logró, probar el
supuesto de hecho que exige el numeral 2º del Artículo 91 de la Ley Para el Control y
Regularización de los Arrendamientos de vivienda, o sea, lo que no pude ejercer como
resultado del hecho constitutivo de la infracción constitucional. De igual manera, ratifico
la urgente necesidad que del restablecimiento de la situación lesionada, ya que en cualquier
momento puedo ser desalojada y no tengo en donde vivir.
Con acato y respetuosamente solicito que, por vía del amparo cautelar, con la
urgencia del caso, se decrete medida de que haga suspender los efectos de la sentencia
emitida por el Juzgado Superior Tercero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Bancario de
la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, de fecha 27 de septiembre de 2017.
Con el mayor acato y respeto y en aras de los supremos valores consagrados por
nuestra Constitución, solicito que la presente acción de amparo sea admitida, tramitada y
sustanciada conforme a derecho, a los fines de que sea declarada nula la sentencia
pronunciada por el Juzgado Superior Tercero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y
Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, de fecha 27 de septiembre de
2017 y que, en consecuencia, me sea restituida la situación jurídica infringida por la
señalada sentencia judicial.
Es justicia que espero, en San Cristóbal, fecha de su presentación.
La Accionante.
Luz Marina Contreras Ruiz.
El abogado asistente.
20-9-01 (SERMÉDICA C.A.):
No todo error de procedimiento viola el debido proceso
No todo error de juzgamiento viola el debido proceso
Tutela judicial efectiva
Amparo no es tercera instancia
SENTENCIA Sala Constitucional 20-9-01. PONENCIA DEL MAGISTRADO DOCTOR
JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO. Caso SERMÉDICA C.A. Exp. Nº 01-1114,
sentencia Nº 1.745:
La consagración constitucional del derecho al debido proceso, significa que la acción de
amparo ejercida por violación de algunos de los extremos allí señalados por actuación u
omisión judicial, procederá cuando los hechos presuntamente constitutivos de la infracción
efectivamente impidan o amenacen impedir a un particular el goce y ejercicio inmediato
de alguna de las facultades que dicho derecho al debido proceso otorga.
Es así como no todo error de procedimiento que cometan los jueces, ni todos los errores
cometidos en la escogencia de la ley aplicable o en la interpretación de la misma constituye
infracción al derecho al debido proceso. Solo cuando la infracción de reglas legales resulte
impeditiva del goce o ejercicio de los derechos y facultades garantizados por el artículo 49
citado, se verificará la infracción constitucional presupuesto de procedencia de la acción
de amparo ejercida por violación al debido proceso, de modo que el acciónate deberá alegar
cómo y de qué manera el error judicial le impide o amenaza impedirle el goce o ejercicio
del derecho que señala conculcado, expresando la actividad procesal a la que tenía derecho
y que no puede ejercer como resultado del hecho constitutivo de la supuesta infracción
constitucional, así como la urgencia en el restablecimiento de la situación lesionada”.
En efecto, los errores de juzgamiento en que podría incurrir el juez respecto de la aplicación
o interpretación de normas de rango legal no contradicen, per se, derechos o garantías
constitucionales ni constituyen, necesariamente, infracción al debido proceso. Sólo cuando
esos errores hagan nugatoria la Constitución, al contradecir alguno de los derechos que
confiere, impidiendo a alguien el ejercicio de alguno de esos derechos que le han sido
conferidos procederá el ejercicio de la acción de amparo, con el objeto de restablecer la
situación jurídica subjetiva infringida; es decir, con el objeto de restituir al sujeto agraviado
en el goce y ejercicio del derecho constitucional que le ha sido violado o amenaza de serlo.
Por su parte, el artículo 26 de la Constitución que junto con el artículo 257 eiusdem han
sido denunciado infringidos; establece el primero de ellos lo que se ha llamado el derecho
a la tutela judicial efectiva que comprende el derecho de acceso a los órganos de
administración de justicia, el derecho a obtener una decisión en derecho y el derecho que
esa decisión sea efectiva. Asimismo garantiza dicho artículo la gratuidad, imparcialidad,
idoneidad, transparencia, autonomía, independencia, responsabilidad y celeridad en la
administración de justicia, así como que dicha función debe ser equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas ni formalismos o reposiciones inútiles. El referido artículo 257
establece la instrumentalidad del proceso como medio de actualización de la justicia y
define sus características esenciales indicando que éste debe ser determinado por la Ley.
No comprenden el derecho a la tutela judicial efectiva ni el derecho al debido proceso, el
de que la decisión resultante de un proceso sea aquella querida o que beneficie al titular de
dichos derechos, sino que dicha decisión sea obtenida dentro del proceso legalmente
establecido, desarrollado sin infracción de los particulares derechos a que se refiere el
artículo 49 de la Constitución y con las características de celeridad, ausencia de
formalidades no esenciales y otras contempladas en los artículos 26 y 257 eiusdem.
La acción de amparo, por su parte, no constituye, en manera alguna, una tercera instancia.
No es un medio de corrección de errores procesales y sus decisiones no producen cosa
juzgada material, no siendo propio del juez de amparo entrar a conocer del fondo del asunto
que se dilucida en los juicios en cuyo decurso se denuncia ocurrida una infracción
constitucional en la situación jurídica subjetiva de alguna de las partes o de un tercero.
Ahora bien, en el presente caso, la representación judicial de la accionante ha explicado
ampliamente los errores de juzgamiento y de aplicación de normas legales en que, en su
criterio, habría incurrido el juez accionado al dictar su sentencia, señalando que vicios de
falso supuesto y de silencio de pruebas, es decir infracciones legales, pero sin explicar de
manera concreta y específica, cómo y de qué manera dichas supuestas infracciones le han
impedido o amenazan de impedirle el goce o ejercicio de alguno de los derechos
enunciados en el citado artículo 49 constitucional, señalando, sí, que la sentencia
accionada, de ser ejecutada, podría significar un enriquecimiento sin causa en cabeza de
Aixa Celis, puesto que en la misma se indica que los salarios caídos reclamados por dicha
persona y condenados a pagarle a la ahora accionante, deben calcularse a razón de
setecientos mil bolívares (Bs. 700.000,00) mensuales, lo que, a decir de la accionante, no
fue probado, pero cuya determinación no es materia propia de la acción de amparo.
Siendo ello así, atendiendo a lo expuesto, al no desprenderse del presente expediente que
el Tribunal accionado haya actuado fuera de su competencia en el sentido referido supra,
ni que se haya impedido a la accionante o se le amenace de impedirle el goce y ejercicio
de los derechos constitucionales comprendidos en el numeral 1 del artículo 49
constitucional ni en ninguno de sus otros numerales, ni en los artículos 26 y 257 eiusdem,
esta Sala considera que la presente acción de amparo, de conformidad con el artículo 4 de
la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, debe ser
declarada in limine litis improcedente, y así lo declara.
29-6-01 (Alejandro de la Cruz Moreno):
Contenido del derecho al debido proceso
Derecho de defensa se extiende a todo el proceso
SENTENCIA Sala Constitucional 29-6-01. PONENCIA DEL MAGISTRADO DOCTOR
JESÚS EDUARDO CABRERA. Caso Alejandro de la Cruz Moreno. Exp. Nº 00-2571,
sentencia Nº 1.166:
Al respecto, resulta conveniente traer a colación lo previsto en el numeral 1 del artículo 49
de la Constitución, cuyo tenor es el siguiente:
«El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas; en
consecuencia:
1. La defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables en todo estado y grado de la
investigación y del proceso. Toda persona tiene derecho a ser notificada de los cargos por
los cuales se le investiga, de acceder a las pruebas y de disponer del tiempo y de los medios
adecuados para ejercer su defensa. Serán nulas las pruebas obtenidas mediante violación
del debido proceso. Toda persona declarada culpable tiene derecho a recurrir del fallo, con
las excepciones establecidas en esta Constitución y la ley.
[omissis]».
El precepto constitucional transcrito parcialmente, recoge la noción del debido proceso,
como máxima garantía informadora del proceso como instrumento fundamental para la
obtención de la justicia (artículo 257 constitucional), cuyas repercusiones deben incidir,
más allá de los mecanismos adjetivos que de forma abstracta el Poder Nacional instaura
por vía legislativa (justicia formal), en la aplicación concreta que de tales mecanismos
realiza el juzgador (justicia material).
Como derecho de contenidos complejos, el debido proceso comprende un cúmulo de
situaciones jurídicas que invisten a toda persona (entendida ésta en sentido lato) inserta en
una relación jurídico-procesal con el carácter de parte (en sede administrativa o
jurisdiccional), entre las cuales se sitúa el derecho a la defensa, como garantía que exige
el respeto al principio esencial de contradicción, conforme al cual, las partes enfrentadas,
en condiciones de igualdad, deben disponer de mecanismos suficientes que les permitan
alegar y probar las circunstancias tendientes al reconocimiento de sus intereses, aunque,
necesariamente, una sola de ellas resulte gananciosa.
Abundando lo expuesto, el derecho a la defensa no se agota en la mera conclusión de la
fase probatoria, sino que se extiende hasta que las mismas resultas del juicio adquieran
firmeza. Visto así, se requiere no sólo que las partes hayan acudido a ejercer sus probanzas,
sino que sobre las mismas exista una resolución judicial que las contraponga, y de esta
forma haga valer las que considere preeminentes, dentro del régimen que para tal
valoración resulte aplicable (tarifa legal, sana crítica, etcétera).
En el presente caso, la decisión delatada por este amparo, resolvió la cuestión de la
supuesta falta de cualidad del hoy accionante, acudiendo únicamente a un instrumento
público (de entre otros elementos probatorios) y afirmando llanamente que tal
pronunciamiento lo ejercería antes de valorar las demás pruebas promovidas, pues se
trataba de una excepción de fondo. Al respecto, debe esta Sala precisar que el alegato de
la demandada en el juicio que dio lugar a la sentencia denunciada (Auto Escape Los Arales,
S.R.L.), relativa a la falta de cualidad del ciudadano Alejandro de la Cruz Moreno, por
carecer de la condición de propietario del inmueble cuyo arrendamiento dio lugar a aquel
litigio, es una circunstancia fáctica que habiendo sido alegada en tal proceso, requiere de
elementos probatorios suficientes que comprueben su veracidad; y conforme lo señalado
anteriormente, además es necesario que sean enfrentados los elementos que una y otra
parte aportaron al proceso, para luego efectuar la correspondiente ponderación, con miras
a determinar la verdad ínsita en los autos.
En fuerza de estas consideraciones, cabe colegir que el Juzgado Cuarto de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado
Carabobo, al asumir la conducta reseñada, vulneró indiscutiblemente el derecho a la
defensa y, de forma consecuencial, el debido proceso de quien fuera accionante y sus
sucesores; razón por la cual, es evidente que la sentencia objeto del presente recurso de
apelación resulta acertada, al compartir los criterios expuestos en el presente fallo. Así se
declara.

Debido proceso incluye el respeto al procedimiento establecido por la ley


SENTENCIA Sala Constitucional 25-9-01. PONENCIA DEL MAGISTRADO DOCTOR
PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZ. Caso YAJAIRA PEÑA. Exp. Nº 00-1468, sentencia
Nº 1.758:
La Sala considera conveniente aclarar que la garantía constitucional al debido proceso
contemplada en el artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
tiene como finalidad garantizar que el juzgador respete el procedimiento pautado por la ley
para la solución de un caso específico, lo que quiere decir que el juzgador tiene que respetar
todas las secuencias del procedimiento pautadas por la ley, manteniendo a las partes en
una igualdad jurídica. Por lo tanto, sería forzoso pensar que el debido proceso fue
concebido por el constituyente como una garantía otorgada a la parte por la cual el juez de
la causa está obligado a acoger su pretensión.
Se desprende del caso bajo análisis que el Juzgado de Primera Instancia respetó el
procedimiento para conocer de las cuestiones previas opuestas por la parte demandada,
hoy accionante, y que, además, en la sentencia interlocutoria dictada por el Juzgado
Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Agrario de la Circunscripción
Judicial del Estado Carabobo, no se observa ninguna violación constitucional.
24-1-01 (Supermercado Fátima):
Falta de decisión sobre alegaciones y pruebas como indefensión
SENTENCIA Sala Constitucional 24-1-01. PONENCIA DEL MAGISTRADO DOCTOR
Iván Rincón Urdaneta. Caso Supermercado Fátima C.A. Exp. Nº 00-1321, sentencia Nº
05:
Corresponde a esta sala analizar el alegato esgrimido por el Juzgado Superior en lo Civil,
Mercantil, del Trabajo y de Menores de la Circunscripción Judicial del estado Cojedes, en
cuanto a la violación del derecho a la defensa y al debido proceso, toda vez que este
Tribunal consideró que al obligar a la empresa Supermercado Fátima al reenganche de la
trabajadora despedida se estaba aplicando de manera equívoca el artículo 117 de la Ley
Orgánica del Trabajo, lo cual constituía una flagrante violación al derecho a la defensa.
Igualmente consideró que al actuar el Tribunal de Primera Instancia, fuera de su ámbito de
competencia vulneró el derecho al debido proceso, en cuanto no apreció hechos narrados
por el accionante, al tiempo que aplicó normas de forma incorrecta.
Al respecto, es menester indicar que el derecho a la defensa y al debido proceso constituyen
garantías inherentes a la persona humana y en consecuencia, aplicables a cualquier clase
de procedimientos. El derecho al debido proceso ha sido entendido como el trámite que
permite oír a las partes, de la manera prevista en la Ley, y que ajustado a derecho otorga a
las partes el tiempo y los medios adecuados para imponer sus defensas.
En cuanto al derecho a la defensa, la Jurisprudencia ha establecido que el mismo debe
entenderse como la oportunidad para el encausado o presunto agraviado de que se oigan y
analicen oportunamente sus alegatos y pruebas. En consecuencia, existe violación del
derecho a la defensa cuando el interesado no conoce el procedimiento que pueda afectarlo,
se le impide su participación o el ejercicio de sus derechos, o se le prohíbe realizar
actividades probatorias.
Precisado lo anterior, puede afirmarse que el presente caso, se evidencia claramente que
existió violación del derecho a la defensa y al debido proceso, ya que los alegatos y pruebas
relativas a la comprobación de que la empresa Supermercado Fátima era una sociedad
mercantil con menos de diez trabajadores, no se tomaron en consideración al momento de
dictar la sentencia accionada, y así se declara.
Al respecto debe señalarse que según el artículo 117 de la Ley Orgánica del Trabajo en su
parágrafo único “Los patronos que ocupen menos de diez (10) trabajadores no estarán
obligados al reenganche del trabajador despedido pero si al pago de las prestaciones e
indemnizaciones a que se refiere el artículo 125 de esta Ley, cuando el despido no obedezca
a una justa causa.”. De manera tal que el Tribunal Primero de Primera Instancia no tenía
que dictar un fallo en el cual condenara al patrono al reenganche del trabajador despedido,
ya que la misma norma establece que una empresa con menos de diez trabajadores no está
obligada a reenganchar al trabajador despedido, siendo que en autos comprobó la parte
patronal que la empresa Supermercado Fátima era una empresa con menos de diez
trabajadores, circunstancia esta que por demás reconoce el Juez cuya decisión fue
accionada, cuando señala en su propio fallo lo siguiente “Del precedente análisis de las
pruebas evacuadas es este proceso se concluye, primeramente, que la empresa
Automercado Fátima S.R.L., tiene menos de diez trabajadores, en cuya razón, a tenor de
lo dispuesto por el artículo 117, parágrafo único, de la Ley Orgánica del Trabajo, no viene
obligado a reenganchar a sus trabajadores pero si a pagarle las prestaciones previstas por
el articulo 125 ejusdem, cuando el despido no obedezca causa justificada” (sic). Por lo
tanto, al dictarse un fallo de esa naturaleza el Tribunal Primero de Primera Instancia
vulneró los derechos constitucionales a la defensa y debido proceso invocados por la parte
actora, y así se declara.
17-7-01 (Expresos La Guayanesa):
Alcance de la garantía del debido proceso
Indefensión
Notificación en la sede del Tribunal
SENTENCIA Sala Constitucional 17-7-01. PONENCIA DEL MAGISTRADO DOCTOR
PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZ. caso EXPRESOS LA GUAYANESA, C.A. Exp. Nº
00-3139, sentencia Nº 1.251:
Sobre el alcance de la garantía del debido proceso, la Sala ha tenido oportunidad de
pronunciarse, lo cual ha hecho en los siguientes términos:
“La garantía constitucional del ‘ debido proceso ’, enunciada en el encabezamiento del
artículo 49 de la Constitución de la República, representa el género que compendía en sí
la totalidad de las garantías constitucionales del proceso, configurativas de los derechos
fundamentales del justiciable.
En la doctrina, la citada garantía del ‘ debido proceso ha sido considerada en los términos
siguientes:
‘Desde la promulgación de la Constitución y de forma progresiva, tanto por parte de la
doctrina como de la jurisprudencia, se hace referencia al proceso debido, y una de las
interpretaciones que cabe extraer de dichas referencias es que el proceso debido es el
concepto aglutinador de lo que se ha llamado el Derecho Constitucional Procesal. Podemos
así afirmar, y ello en armonía tanto con el origen y posterior desarrollo como la naturaleza
de la institución, que el proceso debido es la manifestación jurisdiccional del Estado de
Derecho en nuestro país’ (Esparza Leibar, Iñaki; El Principio del Proceso debido, J.M.
Bosch Editor S.A., Barcelona, España, 1995, p. 242).
‘...el principio del proceso debido es algo más que todo el núcleo que forma el
importantísimo art. 24 de la Constitución española. Sin duda comprende, por ceñirnos a lo
procesal, el derecho de acción, la prohibición de indefensión, el derecho a la prueba, el
derecho a todas las garantías (ahora entendido como principio residual), etc., pero también
abarca, por ejemplo, el Jurado y el Habeas Corpus, instituciones fuera de ese precepto,
sobre lo que nada ha dicho por cierto aún la jurisprudencia constitucional española. Ello,
porque en unión con la declaración del art. 1.1., el Jurado y el Habeas Corpus son también
manifestaciones del Estado de Derecho, que son sustentadas, informadas e integradas en
el principio general del derecho al proceso debido’ (Gómez Colomer, Juan Luis; en su
prólogo a la obra El Principio del Proceso debido, J.M. Bosch Editor, S.A., Barcelona,
España, 1995, p. 17).
Ahora bien, en el ámbito de las garantías constitucionales del proceso, cabe hacer mención
expresa del derecho fundamental que representa para el justiciable la garantía de la
defensa, contemplada en el artículo 49, numerales 1 y 3, de la Constitución de la República,
en los términos siguientes:
‘El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas; en
consecuencia: 1. La defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables en todo estado
y grado de la investigación y del proceso. Toda persona tiene derecho a ser notificada de
los cargos por los cuales se le investiga; de acceder a las pruebas y de disponer del tiempo
y de los medios adecuados para ejercer su defensa. Serán nulas las pruebas obtenidas
mediante violación del debido proceso. Toda persona declarada culpable tiene derecho a
recurrir del fallo, con las excepciones establecidas en esta Constitución y en la ley. 3. Toda
persona tiene derecho a ser oída en cualquier clase de proceso...’.
En la jurisprudencia española, la garantía constitucional de la defensa ha sido considerada
en los términos siguientes:
‘... la prohibición de la indefensión (...) implica el respeto del esencial principio de
contradicción’ (Sentencia del Tribunal Constitucional Español 48/86, de 26 de abril).
‘... (el) derecho de defensa implica, pues, la posibilidad de un juicio contradictorio en que
las partes puedan hacer valer sus derechos e intereses legítimos’ (Sentencia del Tribunal
Constitucional Español 123/189, de 6 de julio).
‘... (debe respetarse) el derecho de defensa de las partes contendientes o que legalmente
debieran serlo, mediante la oportunidad dialéctica de alegar y justificar procesalmente el
reconocimiento judicial de sus derechos e intereses. Este derecho de defensa y
bilateralidad, por otra parte ya reconocido legalmente antes de la Constitución, y expresado
bajo el clásico principio procesal nemine damnatur sine auditur, se conculca, como ha
señalado este Tribunal, cuando los titulares de derechos e intereses legítimos se ven
imposibilitados de ejercer los medios legales suficientes para su defensa –S de 23 de
noviembre de 1981, R 189/1981-, proscribiendo la desigualdad de las partes –S de 23 de
abril de 1981, R 202/1981-, por contener tal norma un mandato dirigido al legislador y al
intérprete en el sentido de promover la contradicción –S de 31 de marzo de 1981, R
197/1981-’ (Sentencia del Tribunal Constitucional Español 4/1982, de 8 febrero).
En suma, cabe afirmar que el contenido esencial del derecho fundamental que, para el
justiciable, representa la garantía constitucional de la defensa en el proceso, estriba en la
posibilidad, normativamente tutelada, de obrar y controvertir en los procesos en que haya
de juzgarse sobre sus intereses in concreto.
Por tanto, se configura un supuesto de indefensión cuando, en determinado procedimiento
judicial, se causa perjuicio directo e inmediato a un sujeto de derecho sin habérsele dado
audiencia, esto es, sin habérsele permitido el ejercicio de su derecho de contradicción”
(s.S.C. nº 515, 31.05.2000).
De la anterior transcripción debe resaltarse la idea de que para que exista una vulneración
a la garantía al debido proceso del justiciable, debe verificarse un evento de indefensión,
es decir que no se permita el derecho de obrar o contradecir, ante el juzgamiento que se
produzca sobre los intereses en concreto del justiciable.
En este caso en particular, se observa que la sentencia identificada como lesiva de derechos
constitucionales, se dictó fuera de lapso, sin que la misma hubiere sido debidamente
notificada a la parte demandada, lo cual impidió que el quejoso pudiera ejercer el derecho
a la defensa, representado en este caso, por el recurso de apelación.
En efecto, el quejoso denuncia que la sentencia condenatoria que le habría sido notificada
en la persona de la ciudadana Esperanza Medina, no puede entenderse como válida, pues
desconoce que tal persona haya sido trabajadora de “Expresos La Guayanesa” y alega que
al no haber constituido la compañía domicilio procesal, debía tenerse que el mismo era la
sede del Tribunal, según los dispuesto en el artículo 174 del Código de Procedimiento
Civil, debiendo en consecuencia fijarse en la sede del tribunal la boleta de notificación del
fallo condenatorio.
La Sala constata que, efectivamente, al momento de que el quejoso dio contestación de la
demanda que por cobro de prestaciones sociales y demás beneficios laborales intentó en
su contra el ciudadano LUIS ALBERTO GUACARE LÓPEZ no fijó domicilio procesal
alguno, por lo que a tenor de lo dispuesto en el artículo 174 del Código de Procedimiento
Civil, debía tenerse como domicilio procesal de la parte demandada la sede del tribunal.
Esta apreciación de la falta de notificación de la decisión condenatoria es suficiente para
desestimar la denuncia del tercero adhesivo relativa a que el quejoso contaba con otros
medios judiciales para restablecer la situación jurídica denunciada como infringida, pues,
ciertamente, el medio idóneo, para someter a revisión el fallo era el recurso de apelación,
pero, una vez evidenciado que tal recurso no pudo ejercerse por la falta de notificación de
la sentencia, puede ejercerse la demanda de amparo.
En conclusión, debe considerarse que la sentencia condenatoria no fue debidamente
notificada a la parte afectada, verificándose de esta forma, como lo señaló el fallo apelado,
una violación a los derechos a la defensa y al debido proceso. Así se decide.

28-7-00 (Rommel José Medina Suárez):


Indefensión por omisión
SENTENCIA Sala Constitucional 28-7-00. PONENCIA DEL MAGISTRADO DOCTOR
Jesús Eduardo Cabrera Romero. Caso Rommel José Medina Suárez. Exp. Nº 00-0408,
sentencia Nº 849:
El artículo 49 de la Constitución –norma que consagra el derecho al debido proceso– señala
en su numeral 1 que: “La defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables en todo
estado y grado de la investigación y del proceso”. De conformidad con esta disposición
constitucional, los órganos jurisdiccionales no podrán observar conductas que menoscaben
la capacidad de las partes de salvaguardar, utilizando los medios prescritos legalmente, sus
intereses objeto de litigio. Estas conductas lesivas, prohibidas constitucionalmente por
contravenir el derecho fundamental a la defensa, no sólo pueden ser ocasionadas mediante
actos o actuaciones positivas, sino también negativas, es decir, abstenciones u omisiones.
Esta última noción ha sido reflejada en el contenido del artículo 2 de la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, en el cual se establece la
procedencia de la acción de amparo constitucional “contra cualquier hecho, acto u omisión
provenientes de los órganos del Poder Público Nacional, Estadal o Municipal” (subrayado
de la Sala). Cónsona con las ideas esbozadas, esta Sala Constitucional, por sentencia de
fecha 15 de febrero de 2000 (caso Arias Quevedo), expresamente reconoció “la posibilidad
de accionar en amparo contra un tribunal por su falta de pronunciamiento; [ante]
situaciones que constituyen una omisión que, podría también ser susceptible de configurar
un caso de violación de derechos de rango constitucional” (subrayado de la sentencia
citada).
En conclusión, ocurre una violación al derecho al debido proceso cuando un tribunal,
mediante la abstención u omisión de proveer respecto de los recursos interpuestos, impide
a una parte el ejercicio de su derecho a la defensa.
En el presente caso, tal como lo expresó la sentencia objeto de esta apelación, el Juzgado
Sexto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, por fallo del 8 de diciembre de 1999,
restableció una medida de embargo sobre bienes propiedad de los accionantes en amparo,
soslayando, tanto las impugnaciones que previamente habían formulado los embargados
contra el decreto de dicha medida y la fianza establecida, como la apelación interpuesta.
Esta abstención u omisión de proveer, como ya se señalara, constituye una violación al
derecho a la defensa, y ergo al debido proceso. Consecuentemente, esta Sala considera
apegada a derecho el fallo apelado, y así se declara.

4-4-01 (Papelería Tecniarte):


Requisitos concurrentes para la procedencia del amparo
Aspectos que comprende el debido proceso
SENTENCIA Sala Constitucional 4-4-01. PONENCIA DEL MAGISTRADO DOCTOR
Jesús Eduardo Cabrera Romero. Caso Papelería Tecniarte C.A.. Exp. Nº 00-2596,
sentencia Nº 444:
Los accionantes han denunciado infringido en la situación jurídica de Papelería Tecniarte
C.A., su derecho al debido proceso, invocando como fundamento de dicha denuncia el
numeral 8 del artículo 49 de la Constitución, que establece:
“Artículo 49. El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y
administrativas y, en consecuencia: (omissis).
8.Toda persona podrá solicitar del Estado el restablecimiento o reparación de la situación
jurídica lesionada por error judicial, retardo u omisión injustificados. Queda a salvo el
derecho del o de la particular de exigir responsabilidad personal del magistrado o
magistrada, juez o jueza y del Estado, y de actuar contra éstos o éstas”.
Dicho texto establece constitucionalmente el derecho de exigir al Estado el
restablecimiento y la reparación de una particular situación jurídica por error judicial,
retardo u omisión injustificados, así como el derecho de exigir responsabilidad personal
del funcionario y del Estado por los daños causados, sin referirse específicamente a
infracciones de rango constitucional o legal.
Por su parte, el artículo 27 eiusdem garantiza a toda persona el derecho a ser amparada por
los tribunales de la República en el goce y ejercicio de sus derechos constitucionales
mediante la acción de amparo, garantía actualmente desarrollada por la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales.
Conforme al artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo, la procedencia de la acción de
amparo contra decisiones, actuaciones u omisiones judiciales está supeditada al
cumplimiento de dos requisitos concurrentes: que el tribunal señalado como agraviante
haya actuado “fuera de su competencia”, expresión que la jurisprudencia ha interpretado
como actuación con abuso de poder, extralimitación o usurpación de funciones, y que esa
actuación u omisión lesione o amenace violar, en una situación jurídica subjetiva, un
derecho constitucionalmente garantizado. Así mismo establece el artículo 1 eiusdem, que
el propósito de la acción de amparo es el restablecimiento inmediato de la situación jurídica
infringida o la situación que más se asemeje a ella, de lo cual se desprende que cuando la
situación jurídica es irreparable en sí misma o en una situación semejante, o cuando la
lesión o la amenaza inminente de ella han cesado, o cuando el presunto agraviante no se
encuentra en posición que le permita causar tal lesión, la acción de amparo es inadmisible
puesto que pierde su propósito. Así lo establecen los numerales 1, 2 y 3, del artículo 6 de la
Ley que rige la materia.
En la presente acción de amparo los accionantes han señalado como hecho constitutivo de
la infracción constitucional, lo que ellos consideran un error judicial en la interpretación y
aplicación de la ley, como consecuencia del cual, el presunto agraviante ordenó la
reposición de la causa en cuyo procedimiento se verificaron los hechos, lo que consideran
atentatorio de la celeridad y economía procesales, no obstante lo cual afirman que el
supuesto error puede ser corregido con el Recurso de Casación que podrán ejercer contra
la sentencia definitiva.
El derecho al debido proceso, consagrado en el artículo 49 de la Constitución a favor de
todo habitante de la República, comprende el derecho a defenderse ante los órganos
competentes, que serán los tribunales o los órganos administrativos, según el caso. Este
derecho implica notificación adecuada de los hechos imputados, disponibilidad de medios
que permitan ejercer la defensa adecuadamente, acceso a los órganos de administración de
justicia, acceso a pruebas, previsión legal de lapsos adecuados para ejercer la defensa,
preestablecimiento de medios que permitan recurrir contra los fallos condenatorios (de
conformidad con las previsiones legales), derecho a ser presumido inocente mientras no se
demuestre lo contrario, derecho de ser oído, derecho de ser juzgado por el juez natural,
derecho a no ser condenado por un hecho no previsto en la ley como delito o falta, derecho
a no ser juzgado dos veces por los mismos hechos, derecho a no ser obligado a declararse
culpable ni a declarar contra sí mismo, su cónyuge, ni sus parientes dentro del segundo
grado de afinidad y cuarto de consanguinidad, entre otros.
La consagración constitucional del derecho al debido proceso, significa que la acción de
amparo ejercida por violación de algunos de los extremos allí señalados por actuación u
omisión judicial, procederá cuando los hechos presuntamente constitutivos de la infracción
efectivamente impidan o amenacen impedir a un particular el goce y ejercicio inmediato
de alguna de las facultades que dicho derecho al debido proceso otorga.
Es así como no todo error de procedimiento que cometan los jueces, ni todos los errores
cometidos en la escogencia de la ley aplicable o en la interpretación de la misma constituye
infracción al derecho al debido proceso. Solo cuando la infracción de reglas legales resulte
impeditiva del goce o ejercicio de los derechos y facultades garantizados por el artículo 49
citado, se verificará la infracción constitucional presupuesto de procedencia de la acción
de amparo ejercida por violación al debido proceso, de modo que el accionante deberá
alegar cómo y de qué manera el error judicial le impide o amenaza impedirle el goce o
ejercicio del derecho que señala conculcado, expresando la actividad procesal a la que tenía
derecho y que no puede ejercer como resultado del hecho constitutivo de la supuesta
infracción constitucional, así como la urgencia en el restablecimiento de la situación
lesionada.
Ha dicho esta Sala que es de la competencia de los jueces ordinarios corregir los errores
cometidos en el curso de los procesos, en la escogencia, aplicación o interpretación de la
ley, para lo cual las leyes adjetivas prevén medios adecuados. La acción de amparo ha sido
establecida como un medio sumario y expedito para obtener el restablecimiento inmediato
de situaciones jurídicas lesionadas o amenazadas de serlo por violación de los derechos
constitucionalmente garantizados, cuando no está previsto en el ordenamiento adjetivo
otro medio igualmente sumario y eficaz para la obtención del mismo fin, no siendo el
amparo ni una nueva instancia judicial ni un medio sustitutivo de las vías ordinarias.
En sentencia de 28 de julio de 2000, caso Luis Alberto Baca, esta Sala señaló que “... no
es cierto que per se, cualquier trasgresión de derechos y garantías constitucionales está
sujeta de inmediato a la tutela del amparo, y menos las provenientes de la actividad
procesal, ya que siendo todos los jueces de la República tutores de la integridad de la
Constitución, ellos deben restablecer, al ser utilizados las vías procesales ordinarias
(recursos, etc.), la situación jurídica infringida, antes que ella se haga irreparable”.
Observa esta Sala que, en el presente caso, si bien los accionantes han explicado las razones
por las cuales consideran errado el juzgamiento contenido en la sentencia accionada y
denuncian genéricamente infringido con ello el debido proceso, no alegan cómo y de qué
manera dicho presunto error judicial en la aplicación de la ley concreta la denunciada
infracción de alguno de los derechos y facultades comprendidas dentro del precepto
constitucional, es decir, el ejercicio de cuál facultad a la que tenía derecho el presunto
agraviado le ha sido impedida o amenaza de serlo, indicando, sí, que la decisión de reponer
la causa como resultado del presunto error judicial es atentatoria de la economía y celeridad
procesales, que no constituyen ninguno de los derechos y facultades garantizadas por el
artículo 49 invocado. No encuentra esta Sala, que en el presente caso se haya verificado
infracción del derecho al debido proceso consagrado en el artículo 49 de la vigente
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y así se declara.
Admiten también los accionantes, que el Recurso de Casación que podrán ejercer contra
la sentencia definitiva, es una vía idónea para obtener la reparación del error judicial
denunciado.
Por otra parte, los accionantes solicitan como reparación de la situación jurídica que
señalan infringida, que se dicte una nueva sentencia por un Tribunal Superior corrigiendo
el presunto error de juzgamiento denunciado, adecuando la decisión al criterio que ellos
consideran acertado, lo cual escapa al objeto de la pretensión propia de la acción de amparo
según se señaló supra, y que sustituiría en el presente caso el objeto del Recurso de
Casación contra la sentencia definitiva que en dicho juicio recaiga.
Siendo ello así, atendiendo a las consideraciones expuestas, la presente acción de amparo
resulta improcedente –in limine litis- de conformidad con el artículo 4 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, y así se declara.
20-9-01 (SERMÉDICA C.A.):
No todo error de procedimiento viola el debido proceso
No todo error de juzgamiento viola el debido proceso
Tutela judicial efectiva
Amparo no es tercera instancia
SENTENCIA Sala Constitucional 20-9-01. PONENCIA DEL MAGISTRADO DOCTOR
JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO. Caso SERMÉDICA C.A. Exp. Nº 01-1114,
sentencia Nº 1.745:
La consagración constitucional del derecho al debido proceso, significa que la acción de
amparo ejercida por violación de algunos de los extremos allí señalados por actuación u
omisión judicial, procederá cuando los hechos presuntamente constitutivos de la infracción
efectivamente impidan o amenacen impedir a un particular el goce y ejercicio inmediato
de alguna de las facultades que dicho derecho al debido proceso otorga.
Es así como no todo error de procedimiento que cometan los jueces, ni todos los errores
cometidos en la escogencia de la ley aplicable o en la interpretación de la misma constituye
infracción al derecho al debido proceso. Solo cuando la infracción de reglas legales resulte
impeditiva del goce o ejercicio de los derechos y facultades garantizados por el artículo 49
citado, se verificará la infracción constitucional presupuesto de procedencia de la acción
de amparo ejercida por violación al debido proceso, de modo que el acciónate deberá alegar
cómo y de qué manera el error judicial le impide o amenaza impedirle el goce o ejercicio
del derecho que señala conculcado, expresando la actividad procesal a la que tenía derecho
y que no puede ejercer como resultado del hecho constitutivo de la supuesta infracción
constitucional, así como la urgencia en el restablecimiento de la situación lesionada”.
En efecto, los errores de juzgamiento en que podría incurrir el juez respecto de la aplicación
o interpretación de normas de rango legal no contradicen, per se, derechos o garantías
constitucionales ni constituyen, necesariamente, infracción al debido proceso. Sólo cuando
esos errores hagan nugatoria la Constitución, al contradecir alguno de los derechos que
confiere, impidiendo a alguien el ejercicio de alguno de esos derechos que le han sido
conferidos procederá el ejercicio de la acción de amparo, con el objeto de restablecer la
situación jurídica subjetiva infringida; es decir, con el objeto de restituir al sujeto agraviado
en el goce y ejercicio del derecho constitucional que le ha sido violado o amenaza de serlo.
Por su parte, el artículo 26 de la Constitución que junto con el artículo 257 eiusdem han
sido denunciado infringidos; establece el primero de ellos lo que se ha llamado el derecho
a la tutela judicial efectiva que comprende el derecho de acceso a los órganos de
administración de justicia, el derecho a obtener una decisión en derecho y el derecho que
esa decisión sea efectiva. Asimismo garantiza dicho artículo la gratuidad, imparcialidad,
idoneidad, transparencia, autonomía, independencia, responsabilidad y celeridad en la
administración de justicia, así como que dicha función debe ser equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas ni formalismos o reposiciones inútiles. El referido artículo 257
establece la instrumentalidad del proceso como medio de actualización de la justicia y
define sus características esenciales indicando que éste debe ser determinado por la Ley.
No comprenden el derecho a la tutela judicial efectiva ni el derecho al debido proceso, el
de que la decisión resultante de un proceso sea aquella querida o que beneficie al titular de
dichos derechos, sino que dicha decisión sea obtenida dentro del proceso legalmente
establecido, desarrollado sin infracción de los particulares derechos a que se refiere el
artículo 49 de la Constitución y con las características de celeridad, ausencia de
formalidades no esenciales y otras contempladas en los artículos 26 y 257 eiusdem.
La acción de amparo, por su parte, no constituye, en manera alguna, una tercera instancia.
No es un medio de corrección de errores procesales y sus decisiones no producen cosa
juzgada material, no siendo propio del juez de amparo entrar a conocer del fondo del asunto
que se dilucida en los juicios en cuyo decurso se denuncia ocurrida una infracción
constitucional en la situación jurídica subjetiva de alguna de las partes o de un tercero.
Ahora bien, en el presente caso, la representación judicial de la accionante ha explicado
ampliamente los errores de juzgamiento y de aplicación de normas legales en que, en su
criterio, habría incurrido el juez accionado al dictar su sentencia, señalando que vicios de
falso supuesto y de silencio de pruebas, es decir infracciones legales, pero sin explicar de
manera concreta y específica, cómo y de qué manera dichas supuestas infracciones le han
impedido o amenazan de impedirle el goce o ejercicio de alguno de los derechos
enunciados en el citado artículo 49 constitucional, señalando, sí, que la sentencia
accionada, de ser ejecutada, podría significar un enriquecimiento sin causa en cabeza de
Aixa Celis, puesto que en la misma se indica que los salarios caídos reclamados por dicha
persona y condenados a pagarle a la ahora accionante, deben calcularse a razón de
setecientos mil bolívares (Bs. 700.000,00) mensuales, lo que, a decir de la accionante, no
fue probado, pero cuya determinación no es materia propia de la acción de amparo.
Siendo ello así, atendiendo a lo expuesto, al no desprenderse del presente expediente que
el Tribunal accionado haya actuado fuera de su competencia en el sentido referido supra,
ni que se haya impedido a la accionante o se le amenace de impedirle el goce y ejercicio
de los derechos constitucionales comprendidos en el numeral 1 del artículo 49
constitucional ni en ninguno de sus otros numerales, ni en los artículos 26 y 257 eiusdem,
esta Sala considera que la presente acción de amparo, de conformidad con el artículo 4
de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, debe ser
declarada in limine litis improcedente, y así lo declara.
/
Ciudadano
Juez ...
SU DESPACHO.
Yo,............................................, abogado en ejercicio y de este domicilio, titular de la
Cédula de Identidad No. ................... e inscrito en el Inpreabogado No. ...............,
procediendo en mi carácter de apoderado judicial del
ciudadano...................................................................., quien es de
profesión:............................., de estado civil:.................................
nacionalidad........................................., domiciliado en:................................, titular de la
Cédula de Identidad No. ................................., conforme consta del poder autenticado por
ante la Notaría Pública........................................................................, de
fecha......................., bajo el No..............., Tomo....................., cuyo original acompaño
junto con esta solicitud, marcado con la Letra “A”, ante UD. respetuosamente ocurro a fin
de intentar acción de amparo constitucional con fundamento en las siguientes
consideraciones.
LOS HECHOS
Relación detallada y pormenorizada de los hechos configurativos de la violación o
amenaza de violación del derecho o garantía constitucionales.
En esta parte del libelo debe expresarse la causa petendi o razón de pedir, que es la razón
o fundamento de la pretensión deducida en el juicio y consiste en la exposición detallada
de los hechos, actos u omisiones causantes del agravio, con indicación de las circunstancias
de tiempo, lugar y modo como sucedieron los hechos.
EL DERECHO
Análisis jurídico de la violación o amenaza de violación de la garantía o derecho
constitucionales.
PRETENSIÓN

Con fundamento en lo anterior, comparezco ante su competente autoridad para solicitar


que se dice un mandamiento de amparo constitucional contra...
Lo que se pide, es el objeto de la pretensión, debe estar expresado con claridad y precisión
en el libelo. Esta pretensión puede consistir en:

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