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Reseña 7:

Ascenso y triunfo del nazismo


en Alemania

HSMC Buchbinder
Teóricos lunes de 15:00 a 17:00
Santiago Taschetta

Fecha: 13/5/2019
Texto reseñado:
Richard Evans, “Ascenso y triunfo del nazismo en Alemania”, en Mercedes Cabrera, Santos
Juliá y Pablo Martín Aceña (comps.), Europa en crisis, 1919-1939”, Editorial Pablo Iglesias,
Madrid, 1991.

Sobre el autor:
Richard Evans es un historiador británico nacido en 1947. Estudia los siglos XIX y XX de
Europa, enfocándose principalmente en Alemania. Fue profesor de historia en la universidad
de Cambridge el 2014, cuando se retiró.

Reseña:
El texto analiza las principales causas que suelen plantearse a la hora de analizar el ascenso
y triunfo del nazismo en Alemania: el poder carismático de Hitler unido a su seductora
propaganda política; la debilidad de la república de Weimar; la depresión económica de 1929;
y, por último, la evolución en el largo plazo de la sociedad y la política alemana desde mediados
del siglo XIX (1991: 97).
En 1919, Hitler ingresó al Partido Obrero Alemán, uno de los varios movimientos de extrema
derecha fundados en esos años que pretendían ganarse a las masas mediante una combinación
de anticapitalismo, pangermanismo – movimiento ideológico y político partidario de la
unificación de todos los “pueblos alemanes” – y antisemitismo. Por la fuerza de su oratoria,
comenzó a desempeñar un papel cada vez más importante en el partido, el que en los años
siguientes creció cada vez más (1991: 98). En 1923, y por la voluntad de Hitler, durante la crisis
política de la Republica, el partido, con intención de tomar el poder, llevó adelante una acción
violenta, fallida, que le ganó la prohibición e imposibilitó a Hitler de hablar públicamente, lo
que frenó – al menos por unos años – el ascenso del Nazismo (1991: 99).
Dado el fracaso de esta jugada, Hitler abandonó la idea de un golpe de estado directo y
violento en favor de una toma constitucional del poder (1991: 99). También comenzó a tener
una imagen más segura de sí mismo, empezando a insistir en la obediencia incondicional de los
miembros del partido (1991: 100).
Ya en 1932, los nazis eran el mayor partido político y el más aceptado de Alemania (1991:
100). En 1933 Hitler fue nombrado canciller. Ya en ese momento, sus objetivos eran claros y
explícitos: poder dictatorial, rearme, guerra, creación del lebensraum – o espacio vital, noción
que Hitler utilizó a fin de promover el expansionismo alemán – en Europa oriental, aniquilación
de los judíos. Al poco tiempo consigue poderes dictatoriales y la disolución de todos los partidos
y organizaciones políticas, culminando con la creación de un estado de partido único (1991:
101).
Sin embargo, a la hora de observar al nazismo, no hay que dejar de lado que Hitler nunca
hubiera triunfado si no hubiera respondido a ideas y aspiraciones de una parte importante del
electorado alemán, el cual iba contra la República de Weimar, la primera democracia de
Alemania, y todo lo que ésta representaba.
La República de Weimar nació a consecuencia de la derrota alemana en la I Guerra Mundial,
y aunque su constitución era una de las más democráticas del mundo, estaba minada de defectos
fatales. El sistema de representación proporcional hizo inevitable que todos los gobiernos
fuesen de coalición, en los cuales ninguno podía permitirse hacer nada que desagradase a la
coalición. Un problema más grande era el poder que se daba al presidente, quien a lo largo de
los siete años que duraba su mandato podía gobernar por decreto y casi sin aprobación
parlamentaria en situaciones de emergencia. Esto, además de la falta de legitimidad de la
República, y el rechazo al Tratado de Versalles, sin embargo, no explican el surgimiento del
nazismo como el mayor partido político del país. La República de Weimar logró superar todas
las tormentas que se le presentaron, al menos hasta la gran depresión que comenzó en 1929.
La crisis, intensificada en 1932, constituyo la base del triunfo del nazismo. Impulsó a la gran
empresa a buscar una solución autoritaria a la Republica, que permitiera crear una fuerza de
trabajo dócil y barata. Y aunque no apoyaron al nazismo en un principio, sino a distintas formas
del radicalismo de derecha, al momento de tomar el poder, la mayor parte del mundo
empresarial miró con buenos ojos al nazismo. También la crisis posicionó a los nazis como una
alternativa dinámica, carismática y bien organizada a los partidos políticos, quienes – a ojos de
los votantes – eran responsables del caos social, económico y político.
Los nazis ganaron electoralmente, sin embargo, no se puede decir que llegaron al poder por
medios legales o constitucionales, o que la República de Weimar se destruyó a sí misma. La
Republica fue derrotada por sus oponentes, por la campaña de violencia, terror, asesinato e
intimidación llevada adelante en los primeros meses de la cancillería de Hitler, no por sí misma.

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