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VENTAJAS
La justicia es una de las tareas pendientes del Estado mexicano. El sistema penal
acusatorio no resolverá la criminalidad, y aunque es mejor que el que
tradicionalmente propicia corrupción e impunidad, tampoco solucionará esos
problemas, sólo intentará remediarlos, afirmaron integrantes del Instituto de
Investigaciones Jurídicas.
En conferencia de prensa, Patricia Lucila González Rodríguez señaló que la
implementación de ese sistema se relaciona con una justicia pronta, imparcial y
accesible para todos los mexicanos. Sin embargo, para instrumentarlo
adecuadamente se enfrenta el reto de las policías de investigación. “Si deseamos
indagaciones técnicas, científicas, de una policía que aún no tiene la capacidad
institucional para preservar una serie de evidencias en el lugar de los hechos,
estamos en dificultades”, mencionó.
Para la experta, el proceso penal acusatorio debe funcionar como una empresa
que no sólo es administrada, sino que también es valorada de forma externa. Las
procuradurías o fiscalías deben tener evaluadores –que en este caso serían los
ciudadanos y las organizaciones civiles–, para medir la actividad cotidiana de los
servidores públicos.
Además, apuntó, hay grandes fallas en las entidades y el sistema federal, porque
no se ha planeado adecuadamente cómo liquidar el sistema tradicional y lograr que
la justicia de calidad que se pretende con el acusatorio, permanezca y se desarrolle
en todos los casos.
González Rodríguez cuestionó cómo se liquidarán los casos de forma eficiente y
eficaz, y si hay suficiente personal para lograr el tránsito hasta que se termine con
el sistema tradicional y se consolide el acusatorio. “¿Qué ocurrirá con los millones
de casos penales pendientes, en trámite?”.
Si los altos índices de criminalidad continúan, el sistema acusatorio colapsará,
como ha ocurrido con el tradicional. Por ello, junto con una justicia de calidad, se
requiere resolver los problemas de pobreza, remarcó.
Democratizar el poder
Jorge Alberto Witker Velásquez opinó que esta reforma implica democratizar el
poder del Estado más cerrado que hasta hoy en día ha habido: el Judicial. “No es
casual que en los procesos de transición democrática que vivimos surja el cambio
del sistema procesal de justicia”.
El sistema tiene el gran mérito de abrir a la sociedad, a los familiares de los
afectados, el manejo de la acusación y la defensa. Además, por la metodología de
las audiencias públicas, intentará resolver la impunidad y la corrupción.
Empero, consideró el especialista, llenarnos de juicios orales contradice al
sistema. De cien asuntos, la mayoría de carácter patrimonial, cerca de 20 por ciento
llega a la instancia del juicio oral y 80 por ciento se resuelve mediante mecanismos
alternativos, acuerdos de reparación y procedimiento abreviado, entre otros.
Procesos injustos
Por su parte, Enrique Díaz Aranda preguntó por qué no se ha alcanzado la justicia
y, por el contrario, se presentan procesos injustos, condenas de inocentes o la
evasión de la acción de la justicia por parte de delincuentes, y si esa es una cuestión
de forma o fondo. “¿Al cambiar formas podemos conseguir ese propósito marcado
por la Constitución?”.
El nuevo sistema de justicia penal es bueno sólo si estamos en la posición y con
los elementos para llegar a aplicarlo de manera eficaz, dijo en el Aula de Seminarios
Guillermo Floris Margadant del Instituto de Investigaciones Jurídicas.
Además, refirió, otro inconveniente que se enfrentará es qué vamos a hacer con
los 33 códigos penales vigentes para un solo Código Nacional de Procedimientos
Penales.
Hay reticencia a llevar a buen término la aplicación estricta de los principios del
nuevo sistema de justicia penal. “A veces las normas se crean con fines políticos”;
en este caso, se señaló una fecha límite, el 18 de junio, como si se fuera a
transformar la realidad. Cuando así ocurre, se trata de una demagogia que pretende
encubrir ciertas disposiciones o justificar decisiones políticas, concluyó Díaz
Aranda.