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El leitmotiv de su obra Ángeles Fósiles es que la única opción para que la magia
sobreviva en la actualidad es abandonar sus pretensiones victorianas de convertirse en
religión absolutista o en ciencia racionalista, pues desde un inicio estuvo ligada al arte y
hacia allí debe regresar.
Ángeles Fósiles surgió en 2002 como un ensayo para la revista Kaos, pero esta dejó
de publicarse y Moore se quedó con el texto en las manos. Lo cedió gratuitamente a
varios fanzines de contracultura, pero jamás había sido publicado en formato libro,
hasta 2014, cuando la editorial española La Felguera asumió el riesgo de dar a luz este
texto polémico y a ratos hilarante, en el que Moore condensa su pensamiento mágico y
filosófico, sin excluir de sus páginas apuntes sobre diversas inquietudes políticas y
estéticas, además de cargar con furia contra los masones
Alan Moore (Northamptom, Inglaterra, 1953) hizo de la rebeldía una forma de vida.
Desde su adolescencia, siendo expulsado del colegio en repetidas ocasiones, a fines de
los ‘60, empieza a colaborar con viñetas para publicaciones musicales con el seudónimo
de Curt Vile. Al poco tiempo gana relevancia como dibujante, pero prefiere centrarse en
la escritura de guiones iconoclastas y dejar el trabajo artístico en mano de diversos
dibujantes de su confianza.
Negarse a abandonar su Northampton natal, sus continuas disputas con editoriales y las
subsecuentes rupturas de contratos millonarios, así como su intento por formar una
especie de sindicato junto a otros artistas gráficos británicos, lejos de cerrarle las
puertas motivó a Moore a tomar el control total sobre su trabajo, asumiendo al
anarquismo como único posicionamiento político posible.
“La anarquía, casi empieza con el principio de ‘en la diversidad, está la fuerza’,
que tiene mucho más sentido desde el punto de vista del mundo natural. La
Naturaleza, y las fuerzas de la evolución -por supuesto, si te ha tocado vivir
en un país donde aún se siga creyendo en la evolución- en realidad no
considera necesaria la idea de ‘en la unidad y lo uniforme está la fuerza’. Si
quieres hablar sobre especies que han conseguido el éxito, entonces hablemos
de los murciélagos y las cucarachas. Hay miles de variedades diferentes de
murciélagos y cucarachas. Ciertos tipos de árboles y arbustos se han ido
diversificando de forma tan espléndida que tienes a miles de ejemplos de esas
especies básicas. Si lo contrastamos con los caballos o los humanos, sólo
tendremos un tipo básico de humano y dos o quizá tres de caballos. Bajo
términos del árbol evolutivo estamos demasiado al descubierto, con las ramas
al desnudo. El programa al completo de la evolución parece ser la
diversificación, porque en la diversidad está la fuerza”.
Alan Moore, entrevistado en
Strangers in a Tanlges Wilderness (fanzine), 2007
Alan Moore considera que los cómics son herederos de los ideogramas y jeroglíficos
que en la antigüedad eran usados para registrar las epopeyas de líderes tribales y
dioses, idea compartida entre otros por el celebérrimo experto en mitología y religión
comparada Joseph Campbell. Ergo, no sorprende que desde los ‘90 gran parte de la
obra y actividades de Moore tengan a la magia como hilo conductor.
Que Glycon haya sido un fraude o un culto real es secundario para Alan Moore, quien
encuentra en la simpática serpiente a un equivalente válido a Jesucristo. Todos los
dioses no son más que ideas que cobran vida en cuanto nuestra experiencia subjetiva
nos diga que existen en un plano real. Pero toda idea llevada con fanatismo se vuelve
peligrosa, así que Moore escogió a Glycon como deidad tutelar porque, desde su
denostada condición de parodia de un dios, es incapaz de inducirle a creer en absolutos.
Tras este escandaloso ingreso al mundo de la magia se esconde toda una filosofía y un
proyecto que busca reivindicar a esta “ciencia paleolítica” como arte sanador para
nuestra civilización.
“Las doctrinas endebles no podrán escaparse de los argumentos
depredadores, esbeltos y de dientes afilados. Dogmas ancianos y
mastodónticos, descendiendo por la cadena alimentaria, quedándose sin
fuerzas y desplomándose bajo su propio pese para acabar devorados por
viajantes de antigüedades carroñeros, convertidos en lugares donde esas
zumbonas moscas de los chats pueden poner sus huevos” (1).
La propuesta de Alan Moore para la magia del siglo XXI es que se despoje de rituales y
disfraces estrafalarios cuya única función es nostálgica. Conservar la parafernalia
implantada por S. L. McGregor Mathers y deformada por el “fascista mágico” Aleister
Crowley implica que la magia siga estancada en guetos de organización vertical, donde
prima el egoísmo por sobre la creatividad. En el breve repaso histórico de la magia
occidental tampoco sale bien librado el cabalista Eliphas Lévi, cuyos aportes Moore
considera sintéticos pero orientados hacia la mera archivología de saberes.
Cabe mencionar que durante su obra noventera como novelista gráfico, Moore fue
decisivamente influenciado por los trabajos mágicos de Crowley. Sin embargo, la
evolución de su pensamiento hizo que Moore terminara por desechar muchos de sus
aspectos rimbombantes y autoritariamente psicóticos para quedarse solamente con su
faceta de escritor y artista.
Moore considera más vital la magia del científico renacentista John Dee, quien si bien
nunca encontró la ansiada piedra filosofal, realizó aportes concretos al mundo de la
magia como las primeras crónicas detalladas de experiencias mediúmnicas y el
redescubrimiento del “lenguaje de Enoch”, un idioma supuestamente enseñado por los
ángeles Gabriel, Uriel y Rafael a Dee, quien afirmaba que esa era la lengua que hablaba
Adán antes del pecado original.
Para afrontar esta problemática, Moore afirma que la magia debe regresar a sus
orígenes chamánicos, la época primigenia en la que las artes fueron inventadas como
medio de comunicación entre el chamán y la tribu.
La danza, los jeroglíficos, los disfraces, la música y sobre todo la palabra fueron creadas
para que el chamán transforme la conciencia de su pueblo para obtener la sabiduría de
la naturaleza. Los bisontes dibujados en las cuevas de Altamira están allí porque a
través de ese dibujo se anunciaba a los cazadores que aquella zona era rica en recursos,
la Venus de Valdivia fue diseñada con formas turgentes para incitar al coito y que la
tribu crezca en número.
La magia fue la madre de las artes, ahora debe integrarse como una rama de estas para
sobrevivir, pues solo dentro del mundo artístico encontrará la libertad para crecer, algo
que le está vedado dentro de los campos de lo religioso y de la ciencia. El mago-artista
debe ser capaz de producir una obra concreta o artefacto que pueda ser compartida con
su comunidad, caso contrario se caerá en el sectarismo que ha desnaturalizado el origen
de su poder.
No todo mago está capacitado para ser artista. Solo sobrevivirán aquellos que tengan
una obra realmente fuerte, capaz de imponerse mediante una suerte de selección
natural artística a aquellas obras carentes de ingenio. Visionarios como William Blake,
H.P. Lovecraft, Marcel Duchamp, los pintores prerrafaelitas, Hieronymus Bosch y
Arthur Rimbaud lo supieron y -actuando como chamanes- con sus obras generaron
una retroalimentación entre ambas disciplinas, propiciando terribles bellezas y una
mejor comprensión del universo por parte de la humanidad.
NOTAS
La revista Aeon realizó una fascinante entrevista con Moore en su natal Northampton,
donde ha residido toda su vida y donde tiene lugar gran parte de su universo ficcional,
incluyendo Jerusalem. Y es que en otros momentos de la civilización, nacer y
permanecer toda la vida en un solo punto del globo parecía lo normal; pero en nuestros
días parece una reclusión innecesaria: el mundo es grande y vasto, o al menos así nos
lo parece desde la comodidad de nuestras pantallas. Para Moore, sin embargo, el
mundo se replica en todas partes a través del concepto de eternalismo.
Anarcomagia
Alan Moore tiene una concepción muy lúcida respecto del anarquismo, y lo considera
un motor importante de su trabajo creativo. Para él, el anarquismo significa que:
no hay líderes, lo que no es licencia para hacer lo que uno quiera: de hecho,
se trata de asumir una enorme cantidad de responsabilidad, porque estás
tomando la responsabilidad de dirigir tu propia vida. Es increíblemente
liberador y poderoso, ser responsable de ella y de todo lo que ocurre en ella.
Sin mencionar, como pude haber hecho en otra vida, que la razón por la que
nunca he sido exitoso es porque vengo de un origen pobre, o de un barrio
desfavorecido. No estoy diciendo que esto no es válido para otras personas,
pero no pudo haber sido válido para mí. Mi origen y mi barrio no tuvieron
nada que ver con que tuviera éxito o no. Eso dependió completamente de mí.
pijamasurf.com (10/24/2014)
* El artículo es del 2010
“EL MEDIO DE COMUNICACIÓN MÁS FUERTE ES LA PROSA.”
ENTREVISTA A ALAN MOORE
Marcado por una infancia pobre en The Boroughs, barrios obreros de Northampton,
pequeña ciudad a cincuenta minutos de Londres, de donde nunca se fue, Moore le
dedicó a su lugar de origen las dos novelas que lleva editadas. La primera, La voz del
fuego (1996), pasó inadvertida; la segunda, Jerusalem, se impuso como la obra más
ambiciosa de 2017. Un clásico instantáneo.
Es el punto de convergencia de varios libros que tenía en mente. Quería escribir sobre el
barrio del que vengo, sobre la historia de mi familia, y también sobre una idea que cada
vez me preocupa más: el eternalismo, que cada segundo es eterno, que nuestra vida es
infinita. El problema conmigo es que tiendo a creer que inventé todo, entonces creí que
yo había inventado el eternalismo. Pero me puse a estudiar los trabajos de Einstein y de
Hawking, y descubrí que ellos hablaban de eso. Si el universo tiene al menos 4
dimensiones, quiere decir que es un bloque sólido; y si una de esas dimensiones es la
que percibimos como el paso del tiempo, significa que, en su esencia, es una
hiperdimensión sólida que mezcla tiempo y espacio, que nada se mueve, y entonces
nada cambia. En consecuencia, si todo en este universo es eterno, entonces nuestros
pensamientos, nuestras acciones, también son eternos. Y el barrio pobre en el que crecí
también es eterno. Cuando empecé, sabía que iba a ser un libro largo, ¡pero no tan
largo! También quería escribir un libro para chicos, pero cuando vi lo que produjo el
fenómeno Harry Potter –escritores para adultos escribiendo para cierto mercado–, se me
fueron las ganas.
Todo tu libro gira en torno a un secreto familiar, una historia de incesto, que
descubriste tarde. ¿La base de la novela es la necesidad de reparar esa
injusticia?
Me imagino que una familia de clase obrera era impotente frente a las instituciones
psiquiátricas. Era difícil para ellos sacar a alguien de allí, incluso visitarlo. De hecho, si
sos obrero, tenés más posibilidades de ser diagnosticado como esquizofrénico o
psicótico, mientras que si venís de clase media te dicen que estás cansado y te dan
Prozac. No diría que el silencio alrededor de la historia de Audrey es lo que me hizo
escribir Jerusalem, sino más bien la leyenda sobre mi bisabuelo Ginger. Todas las
familias tienen sus rincones sombríos, pero me parece que mi familia y mi barrio tenían
más de lo habitual. Cuando empecé a investigar sobre la historia de The Boroughs, me di
cuenta de que iba más allá de un barrio, e incluso de un país: era también la historia del
mundo occidental, de la industria, del libre mercado, de las cruzadas, de la guerra civil,
de las purgas de la Iglesia inglesa… Todo empezó en Northampton, y especialmente en
esos barrios.
Sí, cada vez más. Cuando en 1971 nos obligaron a mudarnos, nos dijeron que iban a
demoler nuestra casa. Pero quedó como terreno baldío durante 40 años. Hace poco el
ayuntamiento construyó un edificio, que ellos llaman “vivienda accesible”, lo que plantea
la pregunta: ¿Accesible para quién? ¿Quién compraría una vivienda al lado de las vías del
tren? Intentan obtener ganancias pero sin pensarlo, y eso es un síntoma de esta época.
Sí, realmente. Por eso a los 40 años decidí asustar a mis amigos volviéndome mago.
Después de haber hecho esa declaración, probablemente borracho en mi cumpleaños, al
día siguiente me di cuenta de que tenía que hacerlo. El arte es magia, fue una fuerza
mayor en la sociedad, y si hoy las personas trataran el arte que hacen con respeto (y
quizás con algo de temor), como si llamaran a un demonio, tendría incluso más poder.
Pero si tratás al arte como entretenimiento, como suele suceder, puede ser una
catástrofe. Un chico de 18 años que se lanza en la música y a quien la industria le dice
que es un genio, si se la cree, corre el riesgo de que un su cadáver aparezca lleno de
heroína en la portada de un diario. Porque la consecuencia del entretenimiento es la
celebridad, y como es un fenómeno muy reciente, que apareció en el siglo XX, nadie
entiende todavía sus peligros ni cómo protegerse de ellos.
“Un chico de 18 años que se lanza en la música y a quien la industria le dice que
es un genio, si se la cree, corre el riesgo de que un su cadáver aparezca lleno de
heroína en la portada de un diario. Porque la consecuencia del entretenimiento
es la celebridad, y como es un fenómeno muy reciente, que apareció en el siglo
XX, nadie entiende todavía sus peligros ni cómo protegerse de ellos.”
Te volviste célebre con Watchmen a mediados de los 80. ¿Para vos protegerte
es quedarte a vivir en Northampton?
Cuando empecé a llamar la atención con mis libros, me dijeron: “Entonces, ¿te vas a
mudar a Londres?”. Me sorprendió. Como yo no tenía para nada la intención de ir detrás
de lo mundano y socializar, no veía el interés en irme de ahí. Cuando me volví más
famoso, me dijeron: “¿te vas a mudar a Estados Unidos?”. Eh, sí… ¿Para qué me voy a
quedar en Northampton cuando tengo la oportunidad de desarrollar una adicción a la
cocaína al borde de una pileta o cuando puedo escribir películas para Hollywood?
Tristemente, esa es la manera de pensar de mis ex colegas de la industria de la
historieta. Desde que el cine se interesó en nosotros, dejaron la historieta de lado para
dedicarse a las películas. Yo decidí dedicarme a la magia, y fue una etapa vital. Claro,
preocupó a mis amigos, pero yo no tenía otra opción. La gente pensaba que era
peligroso, pero para mí era al revés: lo peligroso era no hacer magia. La magia es
entender ese maravillloso torbellino de significaciones, es vivir la experiencia de su
humanidad. Y me ayudó con sus reflexiones.
Cuando tuve mi primera experiencia mágica, pensé que era un poco un problema,
porque yo soy racional. Estaba listo para aceptar el hecho de que sólo era una
alucinación. Pero durante esta primera experiencia, convoqué a una fuerza que me
pareció que era un demonio. Se puso a hablarme, me dijo que se llamaba Asmodeo. La
forma de este demonio no era un cuerpo sino ideas, lenguaje. Esa entidad sabía
matemáticas. Me pareció amable. Cuando verifiqué que estaba ahí, descubrí que era el
demonio de las matemáticas. Hay una frase de Shakespeare que dice que Asmodeo va
a llevarte sobre los techos y que vas a poder ver el interior de las casas. Me sirvió mucho
para Jerusalem. En fin, mi magia me hizo comprender mi imaginación, mientras que la
mayor parte de la gente se mantiene atrapada por fuera de la suya y pasa la vida sin
darse cuenta de nada.
Sí, perfectamente. Empezó como una compensación. Me acuerdo de que, cuando era
chico, leí y deseé unos muñecos de personajes de historietas de la vidriera de un negocio
de juguetes, pero mis papás no me los podían comprar. Entonces, cuando volvía a mi
casa agarraba mis soldaditos de plástico y hacía como que eran superhéroes: uno volaba
en el tiempo y tenía poderes chamánicos; a otro lo cubrí de plástico violeta y lo
transformé en un villano, y así… Con un poco de imaginación, creé todo un mundo. Era
mi manera de evadirme de mi vida ordinaria. Si hubiera tenido acceso a todo, como los
chicos hoy, me habría vuelto el receptáculo pasivo de ideas de otros y no el generador
de las propias.
“Desde los años 90 sólo repetimos lo que ya fue hecho en el pasado. Como si
nos aterrorizara la idea de abrazar el futuro y el nuevo siglo, lo único que
hacemos es reciclar las franquicias del siglo XX, en el pop, en el cine, etcétera.
Es lo que sucede cuando no hay contracultura. Y cuando hay un vacío cultural,
un tirano, o incluso un monstruo, puede aparecer.”
Un crítico dijo que yo era el fanfarrón más amable. Eso es porque mi hermano Michael
era más lindo que yo, no tenía mis ojos maléficos. Mis capacidades variadas son
consecuencia del hecho de que quería decirle a mi mamá: “Mamá, mirame”.
Primero, estaba en shock, pero ahora empiezo a verle el lado bueno, sobre todo después
de los resultados de las elecciones en Francia y las últimas elecciones en Inglaterra,
cuando los jóvenes salieron en masa a votar a Corbyn. Temíamos que la política de
derecha tomara poder en el mundo, pero hoy parece estar en retirada. Creo que si
hubiera otro referéndum sobre el Brexit hoy, el voto sería otro. Soy anarquista, así que
no voto. Creo en la acción política directa. O en el arte.
Creo que deberíamos tener un mundo sin líderes políticos, ya que pienso que no son
necesarios, que no nos ayudan. Al contrario… Apenas necesitamos una administración
competente, no personas que nos digan qué hacer, ya que una democracia no es eso.
Una democracia quiere decir que la gente dirige. Pero es necesario que la gente esté bien
informada, no solo leyendo los títulos de ciertos sitios web. El problema es que hoy todo
es plataforma. Y los artistas solo son vistos como generadores de contenidos de esas
plataformas.