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LA RELACION MÉDICO PACIENTE

Piedra angular de la practica médica, la relación Médico - Paciente es la capacidad,


habilidad y arte del médico para la interacción y establecer el diálogo con su paciente,
para obtener la información y la exploración física, el consentimiento del que depende
en gran parte el éxito terapéutico, la relación médico - paciente es la forma específica
de asistencia y ayuda con características de motivación y técnicas Interhumanas, ya
que el paciente es un ser humano que espera que el médico se ocupe del hombre en
su totalidad, son relaciones interpersonales, importantes para la practica médica e
imprescindibles en la formación integral del médico.

La relación médico - paciente implica comportamientos inteligentes de solidaridad,


altruismo, confianza, con deberes y derechos, pero también con actitudes de ayuda, de
necesidad y dependencia de parte del paciente.

Es una relación interpersonal de tipo profesional que sirve de base a la gestión de salud,
y que a su vez está influenciada o determinada por diversos componentes de carácter
económico, profesional, jurídico, psicológico, moral, ético y estético. El médico para
establecer una comunicación eficaz debe:

- Saber escuchar al paciente y ponerse en lugar de él además de sensibilizarse


con su dolor.
- Inspirar respeto por su alto prestigio social y responsabilidad.
- Planear sus acciones y tener disposición para la relación de ayuda.

ANTECEDENTES VS. ACTUALIDAD

La relación médico-paciente era tan natural en la


práctica de la medicina que no se hablaba de ella. No
se escribía. Se consideraba un hecho su existencia
como base del trabajo del médico con el enfermo,
principio de lo que después se describió como el
encuentro de una conciencia con una confianza. La
relación de confianza entre dos seres humanos ha
sido capaz de lograr muchas curaciones. La medicina
era más sencilla, los recursos del médico para
atender al enfermo estaban más en sus capacidades
personales, en su relación con el enfermo, que en los
recursos externos, llámese implementos de
tecnología para el diagnóstico, medicinas más eficaces y otros procedimientos de
tratamiento que la ciencia y la tecnología moderna han puesto en manos del médico. Se
comienza a hablar de la relación médico-paciente cuando se empieza a sentir con
alarma que se está perdiendo.

Con el avance de la ciencia y tecnología el acto médico empieza a depender en gran


parte del uso de métodos más eficaces de diagnóstico y tratamiento y parecería que la
presencia curadora del médico deja de tener importancia. “Apenas llegó usted y me
sentí mejor” era una frase que escucharon los médicos de antaño, aquellos que atendían
en su consultorio o en casa del paciente. ¿Es válida la preocupación porque se esté
perdiendo esta relación? ¿Son los grandes adelantos de la ciencia y tecnología
aplicadas a la medicina suficientes para curar? ...Creo que hay datos para afirmar lo
contrario. Basta señalar, que en la época del médico que atendía con pocos recursos
no había demandas por mala atención. Las demandas se deben en gran parte a la
pérdida de esta relación, que se basaba en la gran confianza de los pacientes en la
medicina y en los médicos. Las demandas son la negación de la relación médico-
paciente ¿Por qué? Porque hay elementos interruptores de esta relación. No son
elementos interruptores el avance en ciencia y tecnología. Si lo es la organización
distinta de la medicina que tiene que ver con lo compleja que se ha vuelto a la luz de
estos avances. Ahora bien, el elemento fundamental para una buena relación es la
confianza, y este primer paso lo iniciaba el paciente al escoger a su médico para
confiarle su bien más preciado: su salud. El paciente contaba con que su enfermedad y
algunos aspectos de ella permanecerían sólo en el conocimiento de él y de su médico.
El médico dependía en un grado mucho mayor que ahora de su habilidad para acercarse
al paciente, el diagnóstico se establecía con los datos que éste proporcionaba y en los
signos de enfermedad que pudiera recoger por su exploración. Los análisis y pruebas
de gabinete se solicitaban para corroborar diagnósticos o para ratificarlos. Debemos
aceptar que en la medicina actual sea institucional o privada hay elementos que no
estimulan la confianza. En la relación médico-paciente, el médico debe estar consciente
de que el paciente no tiene dañado solo un órgano, sino que enferma de manera integral.
Por ello, debemos reflexionar que el enfermar conduce a sufrir. En ocasiones se padece
mucho más de lo que se está enfermo y no debe olvidarse que cuando un paciente
enferma de algo grave, enferma con él la familia. Por todo ello no es vano recordar
aquella vieja conseja médica que señala: “El médico pocas veces cura, algunas sana,
pero siempre debe consolar”.

Reconociendo que la relación médico-paciente ha existido siempre, surge la pregunta


de si es importante que subsista aún en los tiempos actuales en que la medicina se
sustenta en la utilización cada vez más excesiva de métodos de diagnóstico y
tratamiento que parecen ser el paradigma de la medicina actual. Los nuevos
procedimientos enriquecen los recursos del médico, pero no sustituyen el poder
terapéutico de una buena relación, que incluso debe servir para ayudar a médico y
paciente en el uso de estos procedimientos, que son un indiscutible avance, pero que
han cambiado los objetivos y paradigmas de la medicina innecesariamente cuando son
utilizados en demasía, sin criterio clínico adecuado y lo que es más triste olvidando que
la razón de ser de nuestra profesión, debe ser y buscar el bienestar del enfermo.

EL MEDICO Y SU RELACION CON LA ENFERMEDAD

La relación médico - paciente puede ser la comunicación verbal y no verbal, pero


demostrar Empatía de parte del médico, la capacidad y conocimiento de ponerse en el
lugar del otro, la habilidad, el valor, la actitud y el arte de sintonizarse con sus vivencias.
La Empatía, ponerse en el lugar del enfermo, meterse en su piel, calzarse sus zapatos,
ver con sus ojos, es una actitud que hace posible el respeto y aprecio de la dignidad en
la relación médico -paciente, es necesario personalizar al otro, al paciente.

La empatía ayuda al médico a imaginar, lo que el paciente está sintiendo, para sentir,
comprender, entender y tolerar mejor todo aquello que nos es común a todos los seres
humanos: el dolor, el sufrimiento, por lo tanto debe haber una relación digna y
respetuosa basada en la aceptación del enfermo, más allá de aquello que él puede
“hacer”, el paciente debe ser valorado por lo que es, una persona, un ser humano y el
médico debe ser justo sin ser juez, su objetivo es curar, sanar y prevenir las
enfermedades sin juzgar las actitudes del enfermo.

Si bien es cierto que la vocación nace, la empatía se cultiva, crece y desarrolla,


Mathiassen describe como se puede aprender y potenciar la habilidad empática en los
estudiantes de medicina a través de la reflexión sobre el propio sufrimiento, con métodos
variados orientados hacia la actitud como a la habilidad, desarrollando nuestra
capacidad intuitiva; para lo cual ofrecemos algunos concejos como obtener una buena
empatía: al tener el primer contacto, saludar, presentarnos y animarle a que nos cuente
sus dolencias, mostrarnos sonrientes y con la capacidad de escuchar con sinceridad y
tranquilidad hablar lo necesario, llamar por su nombre al paciente, responder a las
inquietudes del enfermo y sus familiares, pues nos encontramos frente a diversos rasgos
de personalidad, con mundos angustias y necesidad diferentes.

La relación médico - paciente se basa, también, en el derecho del paciente a conocer o


no desear conocer la realidad de su situación, por lo cual el médico debe dar las
explicaciones convincentes más adecuadas a la verdad.,basadas en las “Tres C”:

- Comunicación
- Comprensión
- Confianza

Además: integridad, ecuanimidad, respeto a la persona en ésta interacción


médicamente denominadas: Catarsis o transferencia, por la cual el paciente proyecta
inconscientemente sentimientos, vivencias, emociones, deseos y prejuicios desde
infantiles a mayores evocando su fenómeno de transferencia, que podrá ser Positiva
cuando el medico pasa a ser una figura simpática, digna de respeto y aceptación que
favorece la relación médico - paciente, o podrá ser Negativa, el medico pasa a ser una
figura antipática, indigna, no fiable, despótica que no llevan a una buena relación médico
- paciente, la que deberá variar por la contra transferencia - habilidad y capacidad para
entender y comprender la reacción afectiva del paciente desde su edad, sexo,
comportamiento, situación social - económica, adecuación y reacción a la enfermedad
como el “buen” enfermo o el “mal” enfermo.

La relación Médico - paciente desde el punto de


vista técnico, es un contrato de asistencia
técnica entre un experto que ofrece servicios
con el usuario y sus familiares, naciendo
comportamientos de derechos y deberes
actitudes e interacciones entre médico y
paciente de acuerdo a la enfermedad, aguda o
crónica, física o psíquica con mayor o menor
participación y colaboración del paciente, habrá
diferentes tipos y grados de participación del
médico, así como del paciente.

La relación médico - paciente basada en la Ética Paternalista con pasividad como la


relación madre - lactante, la cooperativa como la Padre - niño o la relativa como adulto
-adulto con participación mutua, debemos destacar las fases de la relación médico –
paciente siendo la Primera, de Llamada entre el hombre que sufre y el experto, la
segunda fase de Objetivación, el examen o estudio científico del proceso patológico y la
tercera fase la más trascendente, de Personalización ya que hecho el diagnóstico y el
plan terapéutico, el médico se relaciona con una persona enferma que “es su paciente”
y el paciente acepta:

“Doctor haga lo que crea conveniente” con una actitud de dependencia y necesidad, sin
que el médico se atribuya en virtud de su competencia un autoritarismo,
condescendencia o indiferencia, que no corresponden. En un nivel primario de la
actividad del médico y la pasividad del paciente es muy frecuente y común en la historia
de la medicina. Cuando el médico asume todo el protagonismo y responsabilidad en
nombre del paciente, al que considera un todo.

En un segundo nivel el médico dirige y el paciente coopera y contribuye con el


tratamiento, en un tercer nivel de participación ésta es mutua y recíproca entre el médico
y el paciente que puede tomar una participación activa y de cooperación entre personas
adultas responsables en las que se acepta las vulnerabilidades mutuas.

En la Ética de la autonomía: el paciente informado por el médico, tiene la posibilidad de


elegir las alternativas planteadas por el médico, la Veracidad puede ser angustiante pero
siempre esperanzada. En muchas escuelas de Medicina en Europa principalmente, se
ha establecido la enseñanza de la Empatía, orientados a potenciar las actitudes como
las habilidades en las relaciones, desarrollando las humanidades que nos ayudan a
desarrollar nuestras capacidades intuitivas y nuestras virtudes como la integridad,
ecuanimidad, respeto a la persona, respeto a la privacidad, la confidencialidad y sobre
todo confortar al sufriente con nuestras cualidades básicas como la Vocación para la
profesión médica, valorar la dignidad humana, capacidad de ayuda, capacidad de
autocrítica, infundir e inspirar confianza y seguridad, poseer talento y arte médicos y
sobre todo comprender, entender y tolerar, aplicando los elementos curadores como la
atención personalizada, en el tiempo prudencial, con buena acogida y gestos de
cordialidad al doliente con preguntas claras y sencillas, con vestimenta pulcra, notas
breves, explicaciones adecuadas y despedida amable, ya que por parte del paciente
tendremos el deseo de curarse y aceptar la ayuda con confianza y optimismo en el
médico, nosotros pondremos a buen recaudo los elementos perturbadores de la relación
médico - paciente que pueden llevar los miembros del personal médico por falta de
preparación profesional, por actitudes de frialdad, brusquedad, arrogancia,
incomprensión, o excesiva formalidad o gestos y comentarios fuera de contexto,
desánimo, apuros que nos llevan a la falta de eficiencia; pero también pueden
presentarse elementos perturbadores por parte del paciente como la mala aceptación
de la enfermedad, desconfianza en el médico, poca cooperación o rechazo de la ayuda
por factores sociales, folclor médico de familiares, situaciones que el médico con
actitudes y comportamientos inteligentes debe amenguar para tener unas excelentes
relaciones médico pacientes llamadas la: “Quinta esencia del arte de la Medicina”.

MODELOS DE RELACION MÉDICO PACIENTE

En la atención de los enfermos hemos señalado, un aspecto primordial es la relación


médico-paciente, cuyas bases se encuentran en los principios mismos de la bioética. La
relación médico-paciente es el contrato, generalmente no escrito, establecido por
personas autónomas libres de iniciar, continuar o romper esta relación. En la interacción
del enfermo con el médico y el equipo de salud, basada en la comunicación y la
disposición para conseguir objetivos comunes, como son la prevención de
enfermedades, preservación y recuperación de la salud, con rehabilitación y
reintegración al núcleo familiar, social y en ocasiones laboral, existen varios modelos de
relación médico-paciente; cuatro son los más importantes y comúnmente aceptados.2

Modelo paternalista

En el que prevalece la actitud autoritaria del médico que dirige las acciones, indica y/o
realiza los procedimientos diagnósticos terapéuticos, mientras que el enfermo sólo acata
las indicaciones, sin que se tomen en cuenta su opinión, dudas o temores. Es una
relación tipo sujeto-objeto en la cual, aunque se trata de beneficiar al enfermo, no se
respetan su autonomía, su libertad, su capacidad y derecho a decidir. Este modelo es
frecuente en México y países latinoamericanos, sobre todo en el medio rural.

Modelo dominante

En contraste con el anterior, es el enfermo quien, de acuerdo con sus conocimientos o


bien por la información obtenida, pide o exige que, de acuerdo con el diagnóstico
establecido, se realicen determinados procedimientos diagnóstico-terapéuticos. Es una
relación tipo sujeto objeto que suele ocurrir cuando el médico tratante tiene poca
experiencia. En estos casos el abuso de autonomía del enfermo puede ser perjudicial

Modelo de responsabilidad compartida

En este modelo se establece una buena comunicación, se informa al enfermo y la


familia, lo referente a su enfermedad, el diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico, así
como la posibilidad de complicaciones. Se aclaran sus dudas y se trata de disipar sus
temores; se discuten las alternativas y en
forma conjunta se toma la mejor decisión.
En este modelo intervienen la autonomía,
la libertad y el juicio del paciente, en
relación a lo que quiere o lo que espera,
todo ello bajo la orientación del médico
tratante. Es una relación tipo sujeto-
sujeto, por lo que debe ser deseable tratar
de implementarla.

Modelo mecanicista

En él la atención se lleva a cabo de acuerdo con disposiciones administrativas estrictas;


se siguen protocolos de manejo rígidos, el enfermo no elige al médico tratante y no
siempre es atendido por el mismo médico lo cual interfiere en la relación médico-
paciente. El exceso de burocracia y trámites administrativos retarda el tratamiento y
deteriora la relación, que es de tipo sujeto-objeto. Este modelo es frecuente en la
medicina institucional, aunque también ocurre hoy día, en la atención proporcionada por
empresas prestadoras de servicios y por compañías de seguros. La terminación de la
relación médico-paciente puede darse por la falta de colaboración del enfermo o sus
familiares, falta de empatía o incompatibilidad en sus valores morales, imposibilidad
física o técnica del médico para atender al enfermo, falta de los recursos materiales y
humanos para una adecuada atención, interferencia de los familiares, persona
responsable u otros médicos, petición explícita del enfermo, familiares o del propio
médico. En la práctica institucional existen limitantes y circunstancias especiales,
especificadas en los contratos o convenios con empresas o compañías de seguros que
dan por terminada la relación.

LA ENTREVISTA MÉDICA

Mediante de ella se produce la relación médico-paciente y el tener en cuenta sus etapas


y cómo deben manejarse, es imprescindible para que la relación sea eficaz y se logren
los objetivos del paciente y del médico.

La entrevista es una técnica científica de investigación, desarrollada en varias disciplinas


de las ciencias sociales. Consiste en una conversación entre dos o más personas, de
las cuales una es el entrevistador y las otras, los entrevistados.

El carácter de entrevista que asume la conversación se produce debido a que ella posee
una finalidad específica.

Las funciones de la entrevista pueden ser:

- Obtener información del entrevistado o de los entrevistados.


- Facilitar información al entrevistado o a los entrevistados.
- Modificar ciertos aspectos de la conducta del entrevistado o de los entrevistados.

La entrevista es un proceso dinámico con diferentes momentos, donde cada uno cambia
su función. Al principio, puede primar la función de la obtención de datos acerca del
entrevistado, lo que ayuda mejor a comprender quién es la persona que se atiende, por
qué acude a consulta, qué síntomas presenta, etcétera, y facilita, de este modo, el
pensamiento científico que culmina con un diagnóstico presuntivo del paciente. La
función de la entrevista con ese mismo sujeto, en otro momento puede derivar hacia
facilitarle información que lo ayude a comprenderse mejor a sí mismo, su problema y
por ende, que tienda hacia la modificación de actitudes negativas que pueden estar
afectando su salud.

También se evidencia, en el hecho que la entrevista constituye un proceso activo de


enseñanza-aprendizaje. El paciente aprende nuevos datos acerca de sí mismo y de sus
relaciones con el medio y desarrolla nuevas formas de conducta, facilitadas por su
nueva experiencia.

El entrevistador aprende las formas específicas de respuesta del sujeto entrevistado,


desarrolla sus habilidades en la técnica de la entrevista; aprende a conocerse a sí mismo
y las posibles dificultades que surjan en el manejo de su conducta; se perfecciona en su
condición de experto en relaciones interpersonales.

Es la entrevista un profundo proceso de comunicación al que se ha hecho referencia al


explicar las características esenciales de la relación médico-paciente. Es preciso
enfatizar entonces en sus etapas y formas adecuadas de manejo.

La entrevista médica tiene varias fases o etapas: la recepción, la identificación, el


interrogatorio, el examen físico, los exámenes complementarios, el establecimiento del
diagnóstico y del plan de tratamiento y la despedida.

La recepción
Es la fase en que se inicia la interrelación. Es muy importante, pues logra satisfacción
en el contacto personal y se estimula la comunicación entre el entrevistador y el
entrevistado, donde cada uno responde con sensibilidad, respeto e imaginación a la otra
persona. El médico propiciará que esto ocurra en su paciente.

Recepción es recibir, recibir con agrado para que el enfermo “entre”, no sólo al local de
la consulta, sino en la interrelación.

Esto se puede lograr por la actitud de aceptación por


parte del médico, amabilidad, confianza que inspire,
forma de manejar la tensión que generalmente siente
el paciente a causa de las expectativas que lo llevan a
la búsqueda de ayuda.

Es importante también que el local donde se desarrolle


la entrevista tenga privacidad, iluminación y ventilación
adecuadas. Además, la apariencia del médico y la
enfermera debe ser correcta: ropas limpias y propias de
la profesión, sin adornos exagerados.

En esta etapa, el médico no sólo se preocupará por crear una estrecha relación con su
paciente y su familia, sino observar cada detalle que ellos puedan ofrecerle en sus
formas de llegar, entrar, caminar, sentarse, expresarse, que le permita conocerlos mejor
y entablar la comunicación con mayor rapidez y facilidad.

La identificación

En este momento el médico recogerá los datos generales que le permitan conocer lo
esencial de su paciente y saber cómo hablarle, de acuerdo a con su nivel de escolaridad,
profesión, estado civil y otros.

Es muy importante, ante todo, preguntarle el motivo de su visita antes de tratar de


conocer otros datos, de esta forma percibirá la preocupación por él y que es tratado
como persona. Las demás informaciones se tomarán en caso necesario y en el orden
que el paciente lo permita y el médico lo considere oportuno. Se especifica esto porque,
con frecuencia, se observa en consulta una preocupación inicial y priorizada por recoger
información de rutina para llenar la hoja de cargo con objetivos estadísticos y no tanto
para identificar al paciente. Los datos son importantes, pero más importante es él, como
enfermo y como persona.

El entrevistador solo debe preguntar y anotar aquello que le sea necesario. Dar nombres
y otros datos personales significa un compromiso que tal vez posteriormente limite la
recogida de otros de mayor interés.

El interrogatorio

Esta etapa es la más importante de la entrevista puesto que constituye su objetivo


fundamental y por tanto, será manejada con mucho cuidado. Es en esta etapa, que
ocurre en la primera consulta, donde se realiza la historia clínica.
El interrogatorio es como una casa a la que se llega y uno puede ir adentrándose en
ella, en la medida en que sus dueños lo permitan, acepten, se sientan confiados; por lo
que la maestría del entrevistador es imprescindible para ello.

Para realizar un adecuado interrogatorio se


debe preparar inicialmente, con sumo
cuidado, el cuestionario o cuerpo de
preguntas. Esto asegurará parte del éxito, su
elaboración facilitará la preparación del
entrevistador e influirá en una conversación
planificada y fluida, que prevenga posibles
cambios de acuerdo con la individualidad del
sujeto.

El examen físico

No debe considerarse el examen físico como un elemento aislado que se adiciona a la


entrevista, sino como una etapa del trabajo del médico con el paciente, durante la cual
continúa el desarrollo de la relación médico-paciente y la propia entrevista.

El examen físico es el examen de lo objetivo, de lo empíricamente observable en el


enfermo, aunque no debe olvidarse que durante el mismo el paciente se siente
observado. Sin lugar a dudas, esta situación resulta desagradable para la mayoría de
los sujetos, pues pueden sentirse dañados en su integridad personal, un poco por el
pudor lastimado, también por lo molesto o doloroso que puede resultar éste o, por el
conflicto que tiene respecto a su enfermedad, al querer saber y no conocer qué tiene
según sus expectativas.

Los conocimientos, hábitos, habilidades y capacidades del médico, se ponen de


manifiesto durante la palpación, la percusión y la auscultación de los signos y síntomas,
mas no debe olvidar la comunicación con el paciente. El examen físico no debe ser
silencioso ni emocionalmente distante, el enfermo debe sentirse tratado como persona
y no como una “cosa explorada”. La actitud clínica del médico no está divorciada del
respeto, la empatía y la delicadeza hacia el enfermo.

Primeramente, preparará psicológicamente al sujeto para el examen físico, lograr su


consentimiento informado, si el examen es en partes de su cuerpo que atentarían sobre
su pudor o si puede resultar doloroso. Es necesario lograr su convencimiento y
aceptación acerca de lo que hay que realizar.

Los exámenes complementarios

Los exámenes complementarios se utilizarán por el médico para comprobar su


hipótesis, su diagnóstico presuntivo y solo si son realmente necesarios. El médico
precisará, antes de indicarlos, cuáles son imprescindibles. Muchas veces se evitan
aquellos que son costosos, dolorosos o riesgosos; sin embargo, los inocuos y fáciles de
realizar se indican con mucha frecuencia.

El diagnóstico y establecimiento del plan

El diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico, son las principales preocupaciones del


paciente. El médico debe estar seguro del diagnóstico para establecer un plan exitoso
y exponer el pronóstico acertado. Explicará en qué consiste, qué signos y síntomas lo
han llevado a tal conclusión, hacerlo con claridad, sin lenguaje técnico y con veracidad,
para ganarse la confianza del sujeto.

Al explicar el plan a seguir, expresará por qué cada medicamento, qué efectos se
esperan de ellos, de qué forma serán dosificados y algo muy importante, provocar la
sugestión indirecta, es decir, insistir en la efectividad de los mismos para provocar su
influencia psicológica. Además, cuidará, al escribir las recetas, que sean con una letra
legible.

Recordar que, generalmente, el tratamiento no solo lleva la indicación de medicamentos,


sino que se acompañará de orientaciones para el cambio de estilos de vida, con el fin
de favorecer la recuperación de la salud y evitar recaídas. Estas orientaciones deben
precisar qué hacer, cómo hacerlo de acuerdo con el problema que presenta, las
circunstancias que lo rodean, las características de personalidad y las condiciones
sociales que tiene.

La despedida

La despedida es un momento breve, pero


importante, de la entrevista, que puede enriquecer
las etapas anteriores o perjudicarlas con un final
infeliz.

En esta fase, el médico resumirá los aspectos


más significativos encontrados y reforzar las
orientaciones más importantes. Además, elogiará
la colaboración del paciente e insistir en la
seguridad que tiene de que seguirá el plan
acordado. Se le citará para la próxima consulta y se le despedirá amablemente. Evitará
escribir o atender otra actividad, mientras transcurre la misma.

EL EXAMEN MEDICO-PSICOLÓGICO COMO COMPLEMENTO DEL EXAMEN MEDICO


GENERAL

El examen de un enfermo queda inconcluso si el médico no explora el estado mental y


otras áreas psicológicas de Interés. Esta exploración requiere que el interrogatorio
habitual sea ampliado en varias direcciones. La indagación acerca del estado mental
puede variar de un caso a otro, tanto en la extensión como en la focalización del interés
hacia uno u otro sector, pero no debe omitirse aun cuando las quejas iniciales del
enfermo apunten claramente hacia un trastorno no mental. Por las mismas razones,
sería imperdonable no interrogar al paciente acerca de alteraciones en los sistemas
circulatorio, digestivo, respiratorio, etc., simplemente porque el motivo explícito de la
consulta sea un síntoma mental. Los médicos -aún aquellos que tienen conciencia clara
de que la salud y la enfermedad son estados de la persona total- pueden encontrarse
con algunas dificultades para llevar a cabo el examen médico-psicológico. Por otra
parte, es probable que por su formación y disciplina están mejor capacitados para
manejar conceptos morfológicos y funcionales que conceptos psicológicos, y por otra,
una indagación, aún restringida del estado mental de una persona, requiere un tiempo
mayor del que se dedica al examen rutinario de un paciente.
El enfoque médico-psicológico hace necesario que desde la primera entrevista el
medico establezca con el paciente una relación cordial y significativa para ambos;
indague la presencia de alteraciones de la conducta, síntomas mentales y estados
psicológicos; reconozca si en la vida familiar, ocupacional o social del enfermo se han
suscitado recientemente situaciones de conflicto, frustración, pérdida o amenaza a su
seguridad; identifique las actitudes del sujeto hacia su propio padecimiento y sus formas
de contender con él, y, por último, reconozca los rasgos dominantes de su personalidad
expresados en su estilo Y forma de relacionarse con los demás. La focalización del
interés del examinador en esas cinco áreas le permite, además de identificar los
síntomas mentales Y conductuales, formarse una opinión sobre los aspectos
situacionales Y psicodinámicos de mayor relevancia.

Es posible que el médico no obtenga una imagen completa de la persona enferma en la


entrevista inicial, pero esto no tiene demasiada importancia si en ella se abre el camino
que hará posible completar y afinar en consultas subsecuentes el conocimiento del
paciente en su vertiente psicológica. Posteriormente, si se juzga necesario, podrá
ampliarse la indagación obteniendo de él un relato biográfico que incluya las
experiencias que a su juicio han tenido consecuencias trascendentes en su vida. Se
podrán recabar datos acerca de sus experiencias infantiles y juveniles, esto es, de la
atmósfera que le rodeé en casa, en la escuela y en su ámbito social inmediato, y se
analizará la calidad de la relación que estableció con sus padres, hermanos y otras
personas importantes en su familia.

Es claro que un interrogatorio cuyo objetivo es poner de manifiesto aspectos


psicopatológicos relevantes debe tener la extensión y profundidad que el caso requiera
y que las circunstancias permitan. En ocasiones, será más extenso e Insistente en un
área determinada y en otras la exploración de esa misma área puede ser Innecesaria o
Inoportuna. Por ejemplo, no es pertinente preguntar a una persona moderadamente
deprimida, con angustia y temores exagerados, si tiene también alucinaciones, delirios
o perturbaciones del juicio síntomas que sólo ocurren cuando hay graves alteraciones
del estado mental: Tampoco es sensato interrogar acerca de sus problemas personales
a quien acaba de sufrir un traumatismo severo o poner el acento en la infancia de quien
padece una enfermedad maligna avanzada.

No obstante que uno de los objetivos del examen médico-psicológico es conocer los
aspectos íntimos del paciente, no conviene en la primera entrevista hacer indagaciones
acerca de la vida sexual. En todo caso, los temas íntimos, a menos que sean
espontáneamente abordados por el enfermo, deben reservarse para entrevistas
ulteriores, cuando se hayan abatido las reservas y los temores del paciente y se haya
creado un clima de confianza recíproca. Es de esperarse que el médico y aun el
estudiante tengan el tacto y el discernimiento necesarios para no incurrir en omisiones
o errores graves. El buen observador advierte desde el inicio de la entrevista si el
paciente tiene la conciencia clara, si está confuso y desorientado o si sus percepciones
y pensamientos se despegan de la realidad.
El interrogatorio médico-psicológico
requiere delicadeza, sentido de
jerarquización de los problemas y
capacidad de verlos en su justa
perspectiva. A diferencia de lo que
algunos suponen, la causa más
frecuente de que los enfermos omitan
comunicar datos relativos a su estado
afectivo y a sus problemas personales,
radica más en el médico que en el
enfermo. Ocurre con frecuencia que, en
cuanto un paciente intenta explayarse e incluir en su relato referencias a su estado
anímico ya sus situaciones personales, el médico se muestra impaciente o
desinteresado. Es claro que para que un paciente esté dispuesto a mostrar su intimidad
necesita sentir que el médico tiene en él, como persona, un interés genuino. Una actitud
de aceptación, sin apresuramientos, no tiene sustituto. Es necesario conducir el
interrogatorio de tal manera que no se susciten en el enfermo respuestas demasiado
escuetas ni tampoco interferir con su espontaneidad. En otras palabras, es mejor
formular preguntas que activen el diálogo y evitar las que tienden a cerrarlo. Aquellas
preguntas cuya única finalidad es aclarar secuencias y concretar fechas pueden venir
después de haber escuchado estas comunicaciones. Cuando un enfermo se muestra
excesivamente reservado o desconfiado, es conveniente darle alguna explicación que
justifique a sus ojos el paso en el interrogatorio de un terreno semiológico aun terreno
más personal. Por ejemplo, es clarificador decirle a un paciente que los estados
emocionales y las tensiones a que está sujeta cualquier persona influyen en su salud,
por lo cual se está interesado en conocer las preocupaciones y circunstancias de su
vida, y que algunos síntomas pueden ser precisamente la expresión de problemas que
no ha enfrentado en forma efectiva. La actitud del médico, su interés auténtico, su
paciencia, su habilidad como observador y conductor del interrogatorio determinan en
gran medida su capacidad para establecer esa clase de relación que permite penetrar
en la interioridad de los enfermos.

FUENTES DE INFORMACION

- Examen médico psicológico. Curso de conducta individual. Universidad de San


Carlos Guatemala. Disponible en file://362857864-el-examen-medico-
psicologico-como-complemento-del-examen-medico-general.pdf
- Relación medico paciente. María Antonieta Rodríguez Arce. Editorial Ciencias médicas, La
Habana. Disponible en http://newpsi.bvs-
psi.org.br/ebooks2010/en/acervo_files/relacion_medico-paciente.pdf
- La relación médico paciente. Víctor Manuel Arrubarrena Aragón. Disponible en
http://www.medigraphic.com/pdfs/cirgen/cg-2011/cgs112c.pdf
- La relación médico paciente. Jorge Cárdenas Arévalo. Blog: Ética, Deontología y
Bioética. Disponible en http://www.cardenashistoriamedicina.net/etica/es-
medico_paciente.htm

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