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Es una relación interpersonal de tipo profesional que sirve de base a la gestión de salud,
y que a su vez está influenciada o determinada por diversos componentes de carácter
económico, profesional, jurídico, psicológico, moral, ético y estético. El médico para
establecer una comunicación eficaz debe:
La empatía ayuda al médico a imaginar, lo que el paciente está sintiendo, para sentir,
comprender, entender y tolerar mejor todo aquello que nos es común a todos los seres
humanos: el dolor, el sufrimiento, por lo tanto debe haber una relación digna y
respetuosa basada en la aceptación del enfermo, más allá de aquello que él puede
“hacer”, el paciente debe ser valorado por lo que es, una persona, un ser humano y el
médico debe ser justo sin ser juez, su objetivo es curar, sanar y prevenir las
enfermedades sin juzgar las actitudes del enfermo.
- Comunicación
- Comprensión
- Confianza
“Doctor haga lo que crea conveniente” con una actitud de dependencia y necesidad, sin
que el médico se atribuya en virtud de su competencia un autoritarismo,
condescendencia o indiferencia, que no corresponden. En un nivel primario de la
actividad del médico y la pasividad del paciente es muy frecuente y común en la historia
de la medicina. Cuando el médico asume todo el protagonismo y responsabilidad en
nombre del paciente, al que considera un todo.
Modelo paternalista
En el que prevalece la actitud autoritaria del médico que dirige las acciones, indica y/o
realiza los procedimientos diagnósticos terapéuticos, mientras que el enfermo sólo acata
las indicaciones, sin que se tomen en cuenta su opinión, dudas o temores. Es una
relación tipo sujeto-objeto en la cual, aunque se trata de beneficiar al enfermo, no se
respetan su autonomía, su libertad, su capacidad y derecho a decidir. Este modelo es
frecuente en México y países latinoamericanos, sobre todo en el medio rural.
Modelo dominante
Modelo mecanicista
LA ENTREVISTA MÉDICA
El carácter de entrevista que asume la conversación se produce debido a que ella posee
una finalidad específica.
La entrevista es un proceso dinámico con diferentes momentos, donde cada uno cambia
su función. Al principio, puede primar la función de la obtención de datos acerca del
entrevistado, lo que ayuda mejor a comprender quién es la persona que se atiende, por
qué acude a consulta, qué síntomas presenta, etcétera, y facilita, de este modo, el
pensamiento científico que culmina con un diagnóstico presuntivo del paciente. La
función de la entrevista con ese mismo sujeto, en otro momento puede derivar hacia
facilitarle información que lo ayude a comprenderse mejor a sí mismo, su problema y
por ende, que tienda hacia la modificación de actitudes negativas que pueden estar
afectando su salud.
La recepción
Es la fase en que se inicia la interrelación. Es muy importante, pues logra satisfacción
en el contacto personal y se estimula la comunicación entre el entrevistador y el
entrevistado, donde cada uno responde con sensibilidad, respeto e imaginación a la otra
persona. El médico propiciará que esto ocurra en su paciente.
Recepción es recibir, recibir con agrado para que el enfermo “entre”, no sólo al local de
la consulta, sino en la interrelación.
En esta etapa, el médico no sólo se preocupará por crear una estrecha relación con su
paciente y su familia, sino observar cada detalle que ellos puedan ofrecerle en sus
formas de llegar, entrar, caminar, sentarse, expresarse, que le permita conocerlos mejor
y entablar la comunicación con mayor rapidez y facilidad.
La identificación
En este momento el médico recogerá los datos generales que le permitan conocer lo
esencial de su paciente y saber cómo hablarle, de acuerdo a con su nivel de escolaridad,
profesión, estado civil y otros.
El entrevistador solo debe preguntar y anotar aquello que le sea necesario. Dar nombres
y otros datos personales significa un compromiso que tal vez posteriormente limite la
recogida de otros de mayor interés.
El interrogatorio
El examen físico
Al explicar el plan a seguir, expresará por qué cada medicamento, qué efectos se
esperan de ellos, de qué forma serán dosificados y algo muy importante, provocar la
sugestión indirecta, es decir, insistir en la efectividad de los mismos para provocar su
influencia psicológica. Además, cuidará, al escribir las recetas, que sean con una letra
legible.
La despedida
No obstante que uno de los objetivos del examen médico-psicológico es conocer los
aspectos íntimos del paciente, no conviene en la primera entrevista hacer indagaciones
acerca de la vida sexual. En todo caso, los temas íntimos, a menos que sean
espontáneamente abordados por el enfermo, deben reservarse para entrevistas
ulteriores, cuando se hayan abatido las reservas y los temores del paciente y se haya
creado un clima de confianza recíproca. Es de esperarse que el médico y aun el
estudiante tengan el tacto y el discernimiento necesarios para no incurrir en omisiones
o errores graves. El buen observador advierte desde el inicio de la entrevista si el
paciente tiene la conciencia clara, si está confuso y desorientado o si sus percepciones
y pensamientos se despegan de la realidad.
El interrogatorio médico-psicológico
requiere delicadeza, sentido de
jerarquización de los problemas y
capacidad de verlos en su justa
perspectiva. A diferencia de lo que
algunos suponen, la causa más
frecuente de que los enfermos omitan
comunicar datos relativos a su estado
afectivo y a sus problemas personales,
radica más en el médico que en el
enfermo. Ocurre con frecuencia que, en
cuanto un paciente intenta explayarse e incluir en su relato referencias a su estado
anímico ya sus situaciones personales, el médico se muestra impaciente o
desinteresado. Es claro que para que un paciente esté dispuesto a mostrar su intimidad
necesita sentir que el médico tiene en él, como persona, un interés genuino. Una actitud
de aceptación, sin apresuramientos, no tiene sustituto. Es necesario conducir el
interrogatorio de tal manera que no se susciten en el enfermo respuestas demasiado
escuetas ni tampoco interferir con su espontaneidad. En otras palabras, es mejor
formular preguntas que activen el diálogo y evitar las que tienden a cerrarlo. Aquellas
preguntas cuya única finalidad es aclarar secuencias y concretar fechas pueden venir
después de haber escuchado estas comunicaciones. Cuando un enfermo se muestra
excesivamente reservado o desconfiado, es conveniente darle alguna explicación que
justifique a sus ojos el paso en el interrogatorio de un terreno semiológico aun terreno
más personal. Por ejemplo, es clarificador decirle a un paciente que los estados
emocionales y las tensiones a que está sujeta cualquier persona influyen en su salud,
por lo cual se está interesado en conocer las preocupaciones y circunstancias de su
vida, y que algunos síntomas pueden ser precisamente la expresión de problemas que
no ha enfrentado en forma efectiva. La actitud del médico, su interés auténtico, su
paciencia, su habilidad como observador y conductor del interrogatorio determinan en
gran medida su capacidad para establecer esa clase de relación que permite penetrar
en la interioridad de los enfermos.
FUENTES DE INFORMACION