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Literatura Venezolana

Literatura de Venezuela se refiere a la obra literaria realizada en este país y por escritores
venezolanos, desde el período de la colonia hasta el siglo XXI.

La primera manifestación literaria de la que se tiene conocimiento en nuestro país es la


llamada literatura indígena, la cual ha sido conservada por la tradición. Esta manifestación
aunada a la literatura colonial, particularmente las reseñas pormenorizadas sobre las
peculiares características del nuevo mundo escritas por los colonizadores españoles o
crónica de indias, constituyen el punto de partida de la literatura en el país. La literatura
indígena, propia de las culturas desarrolladas antes de la llegada de los conquistadores
españoles, fue conservada por la tradición oral. Tras una ardua labor de investigación
posterior se han logrado publicar interesantes colecciones de cuentos y tradiciones, como
las recopiladas por Fray Cesáreo de Armellada en su libro Taurón Pantón, ilustrativo grupo
de relatos de los indios pemones del sur de Venezuela. Las crónicas de indias hechas por los
conquistadores son otro precedente de la literatura nacional.

Literatura republicana

La literatura de inicios del siglo XIX no es muy abundante, los intelectuales y políticos
estaban ocupados en las guerras libertarias. Sin embargo, surge la oratoria como forma
alternativa para propagar las ideas independentistas y cuya belleza retórica y estilística hace
que se le ubique dentro del espectro literario. En este período sobresale también la
producción poética de Andrés Bello, primer poeta en proponer la creación de una expresión
lírica americana.

Su poesía es considerada como precursora de la temática latinoamericana en la lírica


continental, tal como se puede observar en Alocución a la poesía (1823) y en Silva a la
agricultura de la Zona Tórrida (1826).

Las primeras novelas

Muchos autores coinciden al afirmar que la novela venezolana surge a mediados del Siglo
XIX, tras la publicación de Los mártires, de Fermín Toro en 1842. Las primeras novelas
venezolanas siguen los postulados de las corrientes literarias que para la época prevalecían
en el ámbito mundial. A excepción de las inscritas en el marco del modernismo, movimiento
literario de origen latinoamericano.

En el tardío romanticismo venezolano, tuvieron gran aceptación las novelas de carácter


histórico que se adaptaban al espíritu romántico, como Blanca de Torrestella (1868), de
Julio Calcaño. Bajo estas influencias románticas se escribieron muchas novelas de tono
sentimental, así como también novelas de denuncia: Zárate (1882) de Eduardo Blanco y
Peonía (1890) de Manuel Vicente Romero García. En la mayoría de los casos, las primeras
novelas venezolanas funcionan como tribunas para denunciar las injusticias sociales, o
como instrumentos pedagógicos o de construcción de la identidad nacional.

A partir de los inicios del siglo XX, estas preocupaciones se irán relajando: el valor literario
y estético cobrará mayor importancia, sobre todo tras el surgimiento del modernismo, en
el que prevalecía el cuidadoso lenguaje y el adorno retórico.

La novela venezolana a principios del Siglo XX

El año de 1910 se toma como punto de partida de nuevas experiencias estéticas que
reaccionan en contra del modernismo e intentan escribir acerca de la vida común. De
manera que se perfila una nueva expresión literaria de carácter realista, en la que
reaparecen viejas esencias del costumbrismo. En este momento de la trayectoria de la
novela venezolana son relevantes los nombres de José Rafael Pocaterra, Teresa de la Parra
y Rómulo Gallegos, entre otros. Política feminista, es la primera novela publicada por
Pocaterra, cuya obra ha sido enmarcada dentro del realismo. En La casa de los Abila (1946)
este autor logra reflejar con extrema agudeza la decadencia y descomposición social y
política de la realidad que lo circunda.

Un punto de referencia dentro de la novelística nacional lo constituye Rómulo Gallegos,


quien publicó diez novelas ambientadas en distintos espacios de la geografía venezolana,
conectadas con las concepciones positivistas y de un profundo realismo social. Reinaldo
Solar (1920), fue su primera novela, a la que siguieron La trepadora (1925), Doña Bárbara
(1929), Cantaclaro (1934), Canaima (1935), Pobre negro (1937), El forastero (1942), Sobre
la misma tierra (1943), La brizna de paja en el viento (1952) y Tierra bajo los pies (1971).

Características comunes de estas obras serían su alto sentido pedagógico, la lucha entre
civilización y barbarie como temática recurrente, además de la interpretación de aspectos
controversiales de la sociedad. Algunos autores afirman que Gallegos, quien llegó a ser
Presidente de la República, trazó su ideología política a través de la escritura de sus novelas.
Los nuevos clásicos venezolanos

Con una abundante producción literaria, no sólo dentro del plano de la novela sino también
en otras categorías genéricas, destaca la labor de Arturo Uslar Pietri y Miguel Otero Silva.
Estos autores se consideran como pertenecientes al canon literario venezolano y se
constituyen en autores clásicos del Siglo XX. Arturo Uslar Pietri, quien ganó el Premio
Príncipe de Asturias en España (1990) y el Premio Rómulo Gallegos (1991) en Venezuela con
su novela La visita en el tiempo, se ha constituido en un punto de referencia dentro de la
producción novelística nacional. Es uno de los autores de mayor difusión dentro y fuera del
país e incursionó en diversos géneros, siempre de manera destacada.

Sus novelas se caracterizan por una estructura anecdótica de marcada influencia


vanguardista y por una recurrente temática histórica, que algunos estudiosos de su obra
han visto como señal de una búsqueda de las raíces de la venezolanidad, desde una
perspectiva universal, no obstante, enfocada también hacia la búsqueda de lectores ajenos
a la idiosincrasia nacional.

Precursores de la novela contemporánea

Enrique Bernardo Núñez y Guillermo Meneses proponen otras maneras de abordar la


novela al elaborarlas desde perspectivas novedosas en las que la realidad se ve asediada
por la interioridad de los personajes y por elementos imaginativos y fantásticos. Aunque
diferentes entre sí, la obra de estos autores constituye un precedente importante en la
evolución de la novela contemporánea. Otra manera de abordar la realidad, en la que se
observa una mayor riqueza imaginativa, se hace patente en las novelas de Bernardo Núñez,
quien a pesar de centrar su atención en lo histórico, problematiza las nociones de verdad y
ficción al hacer «historias noveladas». Su primera novela Sol interior (1918) aborda esta
temática, pero es en Cubagua (1932), considerada su obra capital, en la que logra superar
a todas sus novelas anteriores.

Enrique Bernardo Núñez y Guillermo Meneses han sido considerados como unos de los
precedentes fundamentales de la novela venezolana contemporánea.
República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología

Instituto Universitario de Tecnología Industrial

Rodolfo Loero Arismendi “IUTIRLA”

Extensión Caracas- Sede Colinas de Bello Monte

Literatura Venezolana

Alumna: Paola Serrano


24. 699. 011
Asignatura: Lengua y comunicación

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