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I.

Introducción:

Se ha dicho que la responsabilidad civil de los jueces no se ha presentado en la


práctica y se han propuesto reflexiones solo sobre la base de casos ocurridos en
alejados países. Tal afirmación y forma de propuesta casuística resulta
inadecuada. Ya en primera instancia, en Lima, se ha condenado a pagar millones
por daños ocurridos en el ejercicio de la función jurisdiccional. De igual
manera, la Corte Suprema, hace poco, ha desarrollado algunas ideas sobre
el cómputo del plazo en que debe interponerse esta demanda de RC.

Más recientemente, se han presentado demandas y el caso “Román” de los


“CNM-audios” nos ofrece una interesante oportunidad para analizar los alcances
de la regla general de RC de los jueces prevista en el Art. 509 del CPC. Es más,
estoy convencido que esta RC puede servir para enfrentar los casos
de inaplicación o apartamiento inmotivado de los Plenos Casatorios Civiles.

A continuación, gracias a la invitación de EFAJA y la Corte Superior de


Justicia de Lima, se dará una aproximación a algunos de los aspectos básicos de
la regulación de este tema, tomando en cuenta el descuido en su estudio, pues
normalmente se cree en sede nacional que los supuestos de RC de un juez son de
difícil configuración, lo que sumado a la escasa jurisprudencia sobre el particular
ha generado poco interés en la doctrina. Asimismo, se busca plantear algunas
ideas novedosas para hacer frente al estudio de este tipo de responsabilidad.

II. Cuestiones Generales:

Para el estudio de la RC del juez se debe partir de una primera idea básica muy
importante: los jueces cuentan con un privilegio en tanto responden solo si
hay dolo o culpa grave (o también llamada inexcusable), la sola culpa es
insuficiente para generar responsabilidad. De este modo, la RC del magistrado
judicial es netamente subjetiva por su factor de atribución y además
es atenuada.

En este sentido, se plantea el ejemplo de aquél magistrado demandado por RC


que ha alegado tener exceso de carga procesal. En este supuesto, la evaluación
de la dimensión del exceso puede constituir una circunstancia que impulse al juez
de RC a considerar que no se trata de una culpa grave o inexcusable, pues podría
señalar que toda persona sujeta a jornadas extenuantes de trabajo, es natural,
pueda cometer errores. Por tal motivo, es necesario acreditar la gran negligencia
por parte del magistrado, siendo problemática a veces la línea divisoria entre la
negligencia simple y aquella agravada, por lo que se requeriría una “torpeza
mayúscula”, entendiéndola como “imperdonable” por parte del magistrado. Un
ejemplo de ello constituiría la inaplicación de forma inmotivada de un pleno
casatorio civil, que se aplique una norma derogada como el código civil de
1936 o por ejemplo, como bien se hizo notar en el segundo pleno casatorio,
que una sala superior determine que una casación simple constituye un
precedente vinculante.

Ahora bien, la norma matriz de la RC de los jueces señala que:

Artículo 509.- El Juez es civilmente responsable cuando en ejercicio de su


función
jurisdiccional causa daño a las partes o a terceros, al actuar con dolo o culpa
inexcusable, sin perjuicio de la sanción administrativa o penal que merezca.

La conducta es dolosa si el Juez incurre en falsedad o fraude, o si deniega


justicia al rehusar u omitir un acto o realizar otro por influencia.

Incurre en culpa inexcusable cuando comete un grave error de derecho,


haceinterpretación insustentable de la ley o causa indefensión al no analizar
los hechos probados por el afectado.

Este proceso sólo se impulsará a pedido de parte.

Esto quiere decir que si se trata de culpa leve, entre comillas la culpa ordinaria,
no hay ninguna responsabilidad. Asimismo, la responsabilidad administrativa y
penal se considera de manera independiente. Por lo tanto, siempre que haya un
daño producto del dolo o la culpa inexcusable, el juez tiene que responder.

¿Y qué tipo de actos pueden generar daños que den lugar a la aplicación de
la RC?, si bien usualmente se piensa que es necesaria una resolución judicial que
de por concluido el proceso, esto no es así, pues el CPC se expresa en términos
genéricos; con lo cual, podemos estar frente a decretos, autos y cualquier tipo
de resolución judicial, no solo la sentencia. Inclusive la omisión provoca
responsabilidad, pues si una sentencia demora demasiado en ser emitida puede
generar daño, dando lugar a un supuesto de RC si sobrepasa todo límite
razonable, pues se trata una demora excesiva. Por lo tanto, no es necesario
esperar la emisión de la sentencia que ponga fin al proceso para presentar la
demanda correspondiente.

¿Qué significa que el juez actúe con falsedad o fraude? En principio, la falsedad
implica que el juez diga cosas inexactadas en su sentencia o resolución en
relación con lo que obra en el expediente. Pero ello tiene un límite pues puede
tratarse de un tema de interpretación, cuando el juez tiene un particular punto de
vista de los medios probatorios o anexos que obran en autos. De este modo, una
cosa es decir que el juez está realizando una valoración del material probatorio
opinable o discutible, y otra distinta decir que el juez está mintiendorespecto a lo
que consta en autos.

En el caso del fraude, este se produce cuando se detecta que ha existido


algún acto de corrupción, por lo que se debe tener en cuenta el momento en que
se ha tomado real conocimiento de la existencia de este acto para el cómputo del
plazo de ejercicio de la acción, pues lo contrario supondría no poder accionar
legalmente y con ello ocurra la indefensión de la parte perjudicada.

Sobre ello cabe agregar que es necesario tomar en cuenta si el acto de


corrupción indebido por parte del magistrado fue determinante para
producir el daño a la parte perjudicada en el proceso, o si por el contrario,
tratándose de un colegiado, su opinión no fue tomada en cuenta o fue dejada de
lado, en cuyo caso pese a existir responsabilidad frente al Estado como agraviado
no la habría frente a la parte. Lo que nos lleva a pensar en el nexo de causalidad.
Por ejemplo, en el caso Román, tratándose de un colegiado, pese a que todos los
magistrados votaron en un solo sentido, se descubrió que uno de ellos estaba
involucrado en actos de corrupción, pero la pregunta es ¿su voto fue
determinante para causar el daño sin haber podido acreditar el mal obrar de
los demás? Muy distinto sería que el voto viciado por el acto de corrupción fuese
dirimente. Esta también representa una línea de discusión totalmente descuidada
en nuestro medio y que merece más atención. En el mismo sentido, cuando la
norma se refiere a que el juez deniega justicia al rehusar u omitir un acto o
realizar otro por influencia, aborda el supuesto donde por mandato de otro,
mediante nuevamente un acto de corrupción, el magistrado ha demorado en la
tramitación del expediente causando daño.

Sobre el grave error de derecho, el clásico supuesto planteado es la aplicación


de una norma derogada, así como la inaplicación inmotivada de jurisprudencia
vinculante como los plenos casatorios. Pero ¿qué quiere decir que se realice una
interpretación insustentable de la ley?, esto significa que se rompe el texto
normativo, es decir, se va contra ley, siendo del litigante la carga probatoria,
pues la resolución judicial investida de cosa juzgada se presume lícita, salvo
prueba en contra.

Asimismo, se hace referencia a la ausencia de análisis por parte del juez


respecto de los hechos probados por las partes, cuando por ejemplo, luego de
ofrecidos los medios probatorios que sustentan la ocurrencia de un hecho, el juez
no los toma en cuenta y no dice nada al respecto.

Por otro lado, se debe tener en cuenta que la RC del juez es impulsada a pedido
de parte, pues por su naturaleza la RC responde a la protección de intereses
privados, salvo el agraviado directamente sea el Estado, en cuyo caso actuaría en
nombre de su procurador para poder interponer la demanda.

Cabe mencionar que este artículo contiene en su primer párrafo una cláusula
general de RC del juez, mientras que la segunda y tercera parte de este
artículo así como el artículo 510º del CPC, respecto a las presunciones,
únicamente son ejemplos del tipo de conductas que dan lugar a este tipo de RC,
más esta última no se agota en la ocurrencia de estos supuestos referenciales,
pudiendo haber otros más.

Respecto al artículo 510 del CPC, la norma señala lo siguiente:

Se presume que el Juez actúa con dolo o culpa inexcusable cuando:

1. La resolución contraría su propio criterio sustentado anteriormente en causa


similar, salvo que motive los fundamentos del cambio.

2. Resuelve en discrepancia con la opinión del Ministerio Público o en


discordia, según sea el caso, en temas sobre los que existe jurisprudencia
obligatoria o uniforme, o en base a fundamentos insostenibles.

Ejemplos de ello sería el caso de un mismo juez que en un proceso emite un


pronunciamiento con un criterio A y en un caso similar emite un
pronunciamiento con un criterio B sin haber motivado la razón del cambio, en
cuyo caso existe una presunción del factor de atribución. Y a esto viene la
pregunta, ¿y de qué factor de atribución se trata?

En estos casos, para efectos de la RC, una vez que ha quedado acreditada la
culpa, independientemente de si es inexcusable o si finalmente se trata de dolo, el
monto del resarcimiento del daño no depende de este factor de atribución,
pues este será el mismo para efectos de la cuantificación.

III. Cuestiones procedimentales:

De acuerdo al artículo 511 del CPC, en cuanto a la competencia, el Juez


Civil es aquél competente para conocer estos casos desde la reforma del año
2009, inclusive si la responsabilidad fuera atribuida a los Vocales de las Cortes
Superiores y de la
Corte Suprema.

Por su parte, el artículo 512 del CPC señala que antes de proveerse la demanda,
el Ministerio Público emitirá dictamen sobre la procedencia de ésta dentro de
diez días de recibida, bajo responsabilidad. Cuestión que es discutible, pues sería
mucho más lógico que el fiscal únicamente no se pronuncie sobre los elementos
de forma de la demanda sino también sobre el fondo del asunto.

Volviendo a la interpretación del artículo 513 del CPC que adelantamos, si


bien la demanda sólo puede interponerse luego de agotados los medios
impugnatorios previstos en la ley contra la resolución que causa daño, esta
norma no aplica para los casos de excesiva demora en la emisión de la
resolución judicial, puesto que es la misma demora aquella que genera daño.

En cuanto al plazo, el artículo 514 del CPC nos indica que la demanda debe
interponerse dentro de tres meses contados desde que quedó ejecutoriada la
resolución que causó daño, dejando de lado los 10 años que señala la norma para
demandar por responsabilidad por inejecución de obligaciones (artículo 515
del CPC). Pero ¿quienes son los responsables?, si es una sentencia que se da
dentro del primer nivel, los responsables serían en principio dos, el juez de paz
letrado y el juzgado mixto. No obstante, si se trata de una sentencia que empieza
en la primera instancia y termina en casación, se debería demandar a varios más
jueces involucrados. ¿Cómo opera la RC en estos casos?, pues en principio, la
responsabilidad es solidaria, es decir es posible solicitar la totalidad del monto
indemnizatorio a cualquiera. Esto aún a pesar que la solidaridad no se presuma,
pues teniendo en cuenta el criterio de unificación de la responsabilidad civil,
se debe aplicar las reglas de la RC extracontracual se aplican a la contractual,
salvo no haya incompatibilidad (artículo 516 del CPC).

Por otro lado, respecto a los efectos de la sentencia, la norma señala que:

Artículo 517.- La sentencia que declara fundada la demanda sólo tiene efectos
patrimoniales. En ningún caso afecta la validez de la resolución que produjo el
agravio. En ejecución de sentencia y siempre que se haya reservado tal facultad
en la demanda, el demandante puede exigir que el demandado, a su
costo, publique la sentencia final por dos días consecutivos en un diario de
circulación nacional.

Esto significa que el proceso de responsabilidad civil es totalmente independiente


al proceso donde se produjo la resolución judicial que produjo agravio. Sin
perjuicio además del proceso de cosa juzgada fraudulenta que el litigante pueda
interponer.

Finalmente, la norma señala en el artículo 518 sobre demanda maliciosa que:

Si al declarar infundada la demanda, el Juez considera que el demandante ha


actuado con malicia, o si durante el proceso ha difundido información a través
de medios de comunicación masiva que afecte el honor del demandado, le
impondrá una multa no menor de diez ni mayor de cincuenta Unidades de
Referencia Procesal, sin perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 4.

Esto quiere decir que si en el trámite del proceso el demandante ha mellado el


honor del demandado y ha perdido, procederá una multa en su contra. Pero,
¿cómo cuantificar el daño? En principio el afectado debe acreditar a través de
medios probatorios cómo se ha generado el daño emergente, daño moral, lucro
cesante, etc. Recordando que siempre es necesario probar el daño para que exista
realmente RC.

IV. Consideraciones finales:

Considero que el tema de la RC de los magistrados juega un rol determinante


para lograr que haya un mayor cuidado y mayor celo en la aplicación de los
Plenos Casatorios Civiles. Habría que evaluar también, si también los Plenos
Jurisdiccionales, hechos por las Cortes Superiores, adquieren mayor
vinculatoriedad. Pues en principio en nuestro país, estos no son propiamente
jurisprudencia sino mecanismos de armonización.

Resumen: En el presente trabajo el autor desarrollará algunas ideas de la responsabilidad


civil del Juez en el desarrollo de su actividad jurisdiccional, su tratamiento en el derecho
comparado y legislación nacional, plateándose algunas ideas para el resarcimiento
efectivo a la víctima afectada producto del error judicial, en los casos de actuación culposa
u dolosa del magistrado, teniendo en cuenta que el panorama jurídico no es claro, incluso
en el derecho comparado y la jurisprudencia, al haber posiciones totalmente distintas.

Sumario: 1. Introducción; 2. Análisis de la responsabilidad del juez; 3.


Requisitos generales de la responsabilidad civil judicial; 4. Fundamentos
de la responsabilidad patrimonial del Estado-juez; 5. Responsabilidad
civil del Estado-juez en el derecho comparado; 6. Responsabilidad del
juez en el derecho peruano; 7. Reparación de las víctimas por error
judicial en el derecho peruano; 8. Conclusiones.

1. Introducción

Los medios de comunicación nos presentan frecuentemente noticias sobre algún


caso judicial criticado por las decisiones adoptadas por los magistrados,
efectuándose diversos juicios de valor en torno a ellos. Se exige al juez que en el
desempeño de su función jurisdiccional, cumpla con su deber fundamental de
dictar una sentencia objetiva y materialmente justa, para realizar los fines del
proceso (fines concreto y abstracto), consolidar el Estado social y democrático de
derecho, y reafirmar su auténtica y cabal legitimación de ejercicio[2], caso
contrario y bajo otras circunstancias, incurría en responsabilidad civil.
La responsabilidad civil es la situación jurídica en la que se encuentra un sujeto
de derecho de tener que dar cuenta frente a otro de ciertos actos o hechos que
infringen el ordenamiento jurídico, por lo que debe soportar un gravamen que
procura la rehabilitación o reparación del orden quebrantado[3]. La
responsabilidad civil puede considerarse como una garantía de los ciudadanos al
resarcimiento de los posibles daños ocasionados por una actuación judicial
incorrecta.

En dicho sentido, esta actuación judicial genera la responsabilidad jurisdiccional


que admite tres modalidades básicas: civil, penal y disciplinaria. A ellas es
posible añadir la así denominada responsabilidad patrimonial del Estado-
juez, que se configura de manera objetiva, en supuestos de error
judicial[4] o anormal funcionamiento de la administración de justicia, sin que
sea necesario demostrar la existencia del elemento subjetivo de la conducta del
magistrado, pues basta con la acción u omisión que da origen al daño y la
correspondiente relación de causalidad [5].

El error judicial puede dar lugar a distintos tipos de responsabilidades, que


implica la responsabilidad, la obligación de reparar un daño, por sí o por otro,
como consecuencia de una causa legal. En la especie, la obligación pesa sobre el
Estado por error de un tribunal de justicia, uno de sus muchos órganos, que causa
un daño específico: la injusticia[6]. Desde una óptica de las diferentes ramas del
derecho podemos distinguir al menos las siguientes[7]:

1. La responsabilidad civil del juez, que implica su obligación personal de resarcir


patrimonialmente los daños producidos, transcendiendo su accionar el marco de la
falta de servicio.
2. La penal, en el caso de que su actividad se encuadre en alguno de los tipos previstos
por el Código Penal.
3. Su responsabilidad política, en cuanto el ejercicio incorrecto de su función como
juez dé lugar a un juicio político o jury de enjuiciamiento.
4. La responsabilidad administrativa, en sede disciplinaria.
5. La responsabilidad directa y objetiva del Estado, al margen o subsidiariamente de la
persona del juez, por la falta de servicio o errores judiciales en la administración de
justicia.
6. Por su parte, se entiende que el juez debe responder por los daños y
perjuicios que ocasiona, con arreglo a las leyes de la materia (artículo 200º
del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial), siendo
el pago de dicha obligación, solidaria entre el Estado y el juez que expidió
la resolución causante del agravio conforme lo dispone el artículo 516 del
Código Procesal Civil[8]. Sin embargo, si bien existe la obligación del
Estado de reparar económicamente los daños lesivos a la esfera
jurídicamente garantizada, el problema que se presenta usualmente es
cómo separar y posteriormente ejecutar una sentencia que resulte de un
proceso judicial –en caso sea declarada fundada a favor del justiciable–, si
tenemos en cuenta, que por un lado se encuentra la responsabilidad
personal del juez y en otro la responsabilidad del Estado, a todo supuesto
de daño por errores judiciales que se producen, aún cuando el juez haya
actuado con una diligencia razonable, o por el contrario con dolo o culpa
inexcusable o leve.

7. Por otra parte, cómo podríamos establecer una compensación efectiva de


la víctima, y así procurar la reducción de los costos administrativos del
funcionamiento del sistema de responsabilidad civil en materia de la
actividad judicial, si el panorama jurídico no es claro. Incluso en el
derecho comparado y la jurisprudencia hay posiciones totalmente
diferentes, que en la concretización de la función judicial, la relación del
Estado-juez (establecida por el positivismo Kelsiano), que genera graves
perjuicios a los justiciables llevándolos a soportar una carga indebida,
plasmada en muchos casos en la demora indebida, el funcionamiento
defectuoso del servicio de justicia y el error judicial, la actuación culposa
o dolosa del magistrado o en la misma denegación de la justicia; lo que se
buscará desarrollar en la presentes líneas.

8. 2. Análisis de la responsabilidad del juez

9. La responsabilidad del juez está basada en el criterio de la culpa objetiva,


por cuanto la misma norma está fijando los parámetros de conducta del
juez. Sin embargo, se observa, con razón, que si bien en cierta medida se
han objetivado las conductas dolosas o culposas, ello ha sido hecho en
forma por demás confusa y equívoca, cuando lo sensato era establecer
claros títulos de imputación de responsabilidad[9].
10. En lo que se refiere a la responsabilidad del Estado, se sostiene que sería
en algún caso directa y en otros, indirecta[10]. Se afirma así también que
la responsabilidad del Estado-juez es objetiva. Es decir, la existencia de
dolo o culpa es irrelevante porque no se trata de valorar un determinado
comportamiento, sino de verificar si se dan o faltan los presupuestos
legales que hacen surgir el derecho a la indemnización. La antijuridicidad
no reside en una actuación ilícita o contraria al derecho (antijuridicidad
subjetiva) sino en el hecho de que el sujeto no tiene el deber de soportar el
daño que se le ha producido (antijuridicidad objetiva)[11].

11. 3. Requisitos generales de la responsabilidad civil


judicial

12. 3.1. El comportamiento. La antijuridicidad de la conducta y la


injusticia del daño

Nuestro ordenamiento procesal civil precisa dos tipos de actuaciones culposas


materia del proceso de responsabilidad civil: actuación con dolo y culpa
inexcusable. Se establece que la conducta es dolosa “si el juez incurre en falsedad
o fraude, o si deniega justicia al rehusar u omitir un acto o realizar otro por
influencia”, y que “incurre en falsedad o fraude si deniega justicia al rehusar u
omitir acto, o realizar otro por influencia”, y que “incurre en culpa inexcusable
cuando comete un grave error de derecho, hace interpretación insustentable de la
ley o causa indefensión al no analizar los hechos probados por el afectado”.

a. Causas de justificación: Las causas de justificación son aquellas que


excluyen la antijuridicidad. El Código Civil en su artículo 1971°, establece las
causas de exoneración de la responsabilidad en el ejercicio regular de un derecho.
Siendo que aún cuando exista intención de causar el daño, la ley no
responsabiliza a su autor. También se presenta cuando existe un acuerdo pre-
determinado de irresponsabilidad, o cuando no habiéndolo, la víctima actúa de tal
manera que no cabe duda de que ha decidido asumir voluntariamente el riesgo, es
la llamada asunción del riesgo. Igualmente lo encontramos cuando existen
seguros obligatorios que liberan a la persona normalmente responsable de
cualquier responsabilidad ulterior, si este se encontrara asegurado conforme lo
prescribe la Ley, pudiendo la víctima solo reclamar indemnización al seguro.
Debe señalarse que los supuestos descritos, tiene el efecto de escudo al
magistrado, salvo el último supuesto, que se implantase un seguro obligatorio por
riesgo o responsabilidad judicial.

b. Factor de atribución (la culpa): Este elemento contesta la pregunta ¿a título


de qué se es responsable?, constituye el fundamento del deber de indemnizar.
Existiendo factores de atribución subjetivos (culpa y dolo), desarrollaremos
ambos:

i) La culpa: Para un sector de la doctrina italiana, la culpa “no debe ser


entendida como un juicio de reproche subjetivo del comportamiento (y por
consiguiente el examen del comportamiento psicológico del agente y de sus dotes
personales de inteligencia y prudencia), sino como la relación entre el
comportamiento dañiño y aquel requerido por el ordenamiento, en las mismas
circunstancias concretas, con el fin de evitar la lesión al intereses ajenos[12].

Desde otra perspectiva, se entiende por culpa, la “creación de un riesgo


injustificado y para evaluar si ese riesgo sea justificado o no, se necesitará
confrontarlo con la utilidad social de la actividad a la cual éste se refiere,
teniendo en cuenta el costo de la remoción de éste: cuando más grandes son la
utilidad social y el costo de remoción, tanto más es el riesgo justificado”[13]

Para Savatier, la culpa consiste en el incumplimiento de un deber conocido por el


agente, para Colombo, es la no previsión de un evento perfectamente previsible,
en el instante en que se manifiesta el agente; para Paniol, significa actuar como
no debería, violando la norma persistente[14].

Debe señalarse que con relación a la actividad jurisdiccional es importante


indicarse que muchas legislaciones extranjeras limitan la responsabilidad del
Juez solamente a las hipótesis de culpa grave. Incurriéndose en responsabilidad
civil solamente el Juez que actúe con la conciencia de ocasionar el daño, y se
impone, el consiguiente resarcimiento. Pudiéndose establecer que el Juez actúa
con culpa, cuando sin intención de ocasionar daño a tercero, provoca un resultado
lesivo para éste a consecuencia de su vulneración de normas de conducta o por la
inobservancia o imprudencia o diligencia debida.

ii) El dolo: La noción de dolo coincide “con la voluntad del sujeto de causar el
daño”.Modernamente la doctrina se encuentra encaminada en el sentido que
alejar la conciencia de causa el mal, como elemento esencial de la conducta
dolosa, restringiéndola a la ciencia inequívoca del resultado. “Para la
caracterización del dolo no hay persona u oficio, que se establece para el agente,
tiene el propósito de causa el mal. Basta verificar si el procedió conscientemente
y que su comportamiento pueda ser lesivo[15].

c. La relación de causalidad: La relación de causalidad como presupuesto de


responsabilidad supone que el acto del sujeto obligado al resarcimiento ha de ser
la causa (o una de las causas) del daño.

Iturraspe[16] afirma que es posible en un plano teórico imaginar que en el acto


judicial erróneo el juez es la única causa del perjuicio; pero ello en la realidad, no
es lo habitual o normal, pues el error es cometido por el director del proceso, en
un juicio en el cual hay parte y contraparte enfrentadas; en medio, por lo
ordinario, de un debate polémico y donde los argumentos son abundantes y
encontrados. Donde lo diario no es la cuestión de derecho puro, sino la cuestión
que hechos y derechos se entremezclan, condicionándose respectivamente.
Además, las partes, a través de sus abogados, asumen posiciones que muchas
veces no responden a la verdad sino a la conveniencia; y para ello, acomodan los
hechos, tratando de lograr la credibilidad del juez, de ganar su confianza, y el
derecho que invocan también apunta a servir a la “especie” así amañada. De
donde, al lado del daño que reconoce una causa única, podemos concebir un daño
nacido de causas distintas o bien de causas múltiples o plurales.

4. Fundamentos de la responsabilidad patrimonial del Estado-juez

El Estado no puede ser irresponsable dentro de un Estado de derecho, es este el


fundamento de la responsabilidad del Estado. Se trata del Estado-administrador,
Estado-legislador o el Estado-juez, en el cual no resulta concebible un Estado
irresponsable, lo contrario implicaría un contrasentido. Estado de derecho y
responsabilidad son en este orden ideas conceptos correlativos[17].

Dromi[18] refiere que “la responsabilidad del Estado es propio de la


personalidad del Estado y tiene lugar cuando este causa un daño material o
moral, a través del obrar de sus agentes estatales en los supuestos que la conducta
de ellos le es atribuible”; por ende la responsabilidad patrimonial por la
responsabilidad civil derivada de los actos judiciales correspondería ser asumida
por el Estado-juez.

Mosset Iturraspe, señala los variados criterios con los que se pretende sostener la
responsabilidad del Estado: a) la justicia, que apunta a restituir la igualdad, el
equilibrio y el orden; b) la equidad, como dichosa correctora de la ley. A decir de
Aristóteles; el bien común o bien de la comunidad; la solidaridad humana; y
desde un ángulo más próximo, se han sostenido las teorías de la representación;
organicista y del riesgo creado.

Señala que la teoría de la representación se la califica como privatista o nacida


en el derecho civil. Conduce a una responsabilidad indirecta del principal Estado,
por el hecho de sus dependientes, funcionarios o empleados. En su base se
encuentra la idea de la culpa, en la elección o en la vigilancia del subordinado.
La teoría organicista pone el acento en la representación con base en el encargo,
esta idea se origina con Gierke, en el derecho público: el daño causado a un
particular se imputa directamente al ente, de cuya organización forma parte el
funcionario causante. La persona jurídica es un conjunto de órganos y lo que
hace un órgano lo hace en nombre de toda la persona jurídica. La tesis del riesgo
creado, preconizada por Duguit en el campo del derecho público, sostiene que:
“La responsabilidad del Estado no se puede edificar más que sobre la idea de un
seguro social soportado por la caja colectiva, en provecho de aquellos que sufren
un perjuicio originado por el funcionamiento de los servicios públicos, que se
realiza en provecho de todos”. Para juicio del autor citado, no es este fundamento
de la responsabilidad estatal sino factor de atribución.

Todas las teorías nos ayudar a fundamentar la responsabilidad estatal. Si


partimos de que el Estado quien inviste al juez para realizar una función que a
aquel corresponde; que la relación procesal se traba con el Estado y no con la
persona del juez, pues es el Estado quien se hace presente a través de la persona
del juez, y es aquel a quien se le atribuye la función jurisdiccional y no al
magistrado; que el servicio que el juez presta no es en razón de un contrato que
haya celebrado con el litigante o imputado. En consecuencia, el Estado en última
instancia es el llamado a responder por las facultades que entrega, esto es, velar
por la adecuada prestación de servicio público, la adecuada selección de los
magistrados a quien delega este poder, la capacitación permanente de los
magistrados que elige. El Estado sabe que puede cometer errores pero el poder de
juzgar resulta necesario para la sociedad, y en contrapartida la sociedad no puede
verse desprotegida por los perjuicios que se pudieran ocasionar a los litigantes en
el ejercicio de la función jurisdiccional, además está en mejor situación para
diluir estos costos sociales.

Esta posición, consigue además, que los ciudadanos no reclamen al juez sino al
Estado, con lo que se evita el riesgo de acciones vejatorias e infundadas que
puedan poner en peligro el libre desenvolvimiento de la actividad judicial.
Siendo la gran ventaja de la responsabilidad del Estado en buscar una solución
dirigida a crear un ulterior escudo para la tutela de la independencia judicial,
protegiendo al juez de acciones intimidatorios o perturbadoras de litigantes
inconformes o maliciosos, pero ofreciendo al mismo tiempo a las víctimas de las
conductas judiciales dañosas la mejor y más efectiva garantía de resarcimiento
por los perjuicios ocasionados, esto es a lo que Cappelletti denomina “el efecto
escudo”.

5. Responsabilidad civil del Estado-juez en el derecho comparado

5.1. Sistema anglosajón: En el sistema anglosajón regidos por el common law,


se propugna como regla general, la inmunidad absoluta de los jueces, incluso en
las supuestas actuaciones dolosas. Las razones que se alegan apuntan hacia la
necesidad de una independencia real del poder judicial para garantía de los
ciudadanos. Esta independencia únicamente se consigue por medio de la
exención de responsabilidad en cuanto a los actos realizados en el ejercicio de su
cargo que, en última instancia, no se considera un privilegio de la magistratura;
sino una forma de salvaguardar el derecho de los individuos a ser juzgados por
un juez independiente. Siendo un principio general en países tales como:
Inglaterra, Estados Unidos de Norteamérica e Israel. Dentro de esa regla general,
el régimen de cada uno de estos países tiene sus propias peculiaridades.

En este sentido Montero Aroca[19] estima que: “los daños ocasionados por
sentencias concretas que originen un perjuicio a una parte, son siempre menores
que los que se derivarían de que los tribunales fueran atacados por los
particulares, poniendo límites a la libertad de juicio del juez”. Además, se alude
a la necesidad de preservar a los jueces de presiones externas, de asegurar el
prestigio de la magistratura, etc.
5.1.1. Inglaterra: La judicatura inglesa está constituida por jueces profesionales,
elegidos entre aquellas personas que se han distinguido en la profesión y con
suficiente experiencia; su número es reducido y a dedicación exclusiva; de otra
parte por jueces legos, constituidos por hombres y mujeres normales que no
tienen nada que ver con los profesionales legales y que dedican parte de su
tiempo a juzgar la gran masa de causas pequeñas, principalmente los procesos
penales menores y en materia civil, sobre todo de derecho matrimonial[20]. Entre
ambos existe diferente tratamiento en cuanto a su responsabilidad. Así los jueces
profesionales o superiores ingleses gozan de la inmunity from civil –
Libiality, esto es, la inmunidad civil absoluta por cualquier acto realizado en el
ejercicio del cargo. Es de advertir que incluso actuando dolosamente no les
alcanza responsabilidad ninguna[21].

5.1.2. Estados Unidos: También rige el principio de la irresponsabilidad civil del


juez en el ejercicio de su función jurisdiccional. Naciendo solo la responsabilidad
cuando el juez actúa in clear absense of jurisdiction, es decir, sin que sus actos
puedan referirse en modo alguno a su competencia por materia. “En la práctica –
señala Montero Aroca–es muy difícil encontrar un caso en el que se haya
estimado la ausencia de jurisdicción. De ello es sintomático el caso Stump V.
Sparhman de 1978[22]. Por lo que la irresponsabilidad es casi absoluta”.

Un subtipo de responsabilidad política se presenta en el caso norteamericano; y


es el denominado “constitucional”. Esta responsabilidad aparentemente puede
consignarse en el rubro de responsabilidad legal, sin embargo, como bien señala
Cappelletti: “El carácter legal de esas violaciones es muy borroso. Las conductas
que sean condenables ante política que legalmente, pueden ser incluidas con
facilidad entre las que merecen sancionarse por violar la constitución (..), pueden
ser sancionados mediante juicio político (la traición, el cohecho y otros delitos
más o menos graves)”; estableciéndose el procedimiento en dos etapas: La
acusación por la Cámara de Representantes y el Enjuiciamiento por el Senado.

Por ello no sorprende que el juicio político a los jueces federales, como dice
Smith: “No haya sido usado desde 1936. Solo nueve Jueces han sido enjuiciados
en toda la historia de Estados Unidos y sólo cuatro de ellos fueron separados de
sus cargos”. Cabe señalar que solo cinco jueces federales fueron destituidos por
juicios políticos (uno de los acusados renunció antes de que se le separase por su
evidente culpabilidad, a tres se les imputó ser coimeros; uno fue separado por
alcoholismo crónico); y en caso del juez Humphreys, por haberse vuelto
confederado. De los cuatro jueces absueltos por el Senado, a dos se les acusó por
abuso de autoridad (excesivas denuncias por desacato y espíritu persecutivo); uno
por designar síndicos incompetentes que pretendían desproporcionar honorarios;
y otros, por contraer pequeñas deudas.

5.2. Sistema continental: En los países del sistema continental, se encuentra en


cierta medida sometida a un régimen especial. El juez civil law no responde en
los mismos términos que el resto de ciudadanos. Su responsabilidad se encuentra
sometida a limitaciones tanto de carácter material como procesal. Traduciéndose
lo material en la limitación del concepto de imputación a los supuestos de culpa
grave o incluso dolo, en tanto que las procesales se concretan –como acontece en
derecho francés, italiano y alemán– en que no se puede reclamar directamente al
juez: el ciudadano se dirige contra el Estado y este después, por vía de regreso,
contra el juez.

El juez en este sistema es jurídicamente responsable por los actos realizados en el


ejercicio de su función, ya que resultaría incompatible la inmunidad con el juez
funcionario, dado que la independencia personal del juez, no puede apoyarse
sobre la piedra angular de la irresponsabilidad, abriéndose al problema de
intentar compatibilizar responsabilidad e independencia conforme lo señala Luis
Díez-Picazo. Es una preocupación de un sistema conciliar la necesidad de exigir
responsabilidad civil del juez a los jueces por los errores que comentan con la
independencia y autoridad que precisan para cumplir su función. En ese intento
de conciliación, las diversas legislaciones de los países europeos han diseñado
límites que pueden ser materiales (por cuanto restringen el criterio de imputación
por el que responden los jueces), o procesales (por establecer trabas de carácter
formal para la exigencia de responsabilidad).

5.2.1. Francia: En cuyo modelo del juez burócrata ejerció una influencia notable
en los ordenamientos europeos, la responsabilidad civil del juez se hizo efectiva,
desde la Edad Media, a través de la institución de la PRISE A’ PARTIE. Su
inclusión en el Code de Procedure Civile 1806 (artículo 505 a 516), llevó
consigo la limitación de la responsabilidad civil del juez a los supuestos de dolo,
prevaricación, cohecho y las hipótesis de denegación de justicia. En 1933, se
produjo una reforma de ese precepto y se introdujo el término faute lourde
professionnelle (Ley 7 de febrero de 1933); que extendió la responsabilidad civil
del juez al caso de la culpa grave. La Ley de 1933 introdujo también una
responsabilidad estatal de carácter subsidiario e indirecto. Con posterioridad se
han promulgado algunas leyes que han supuesto la modificación del régimen del
viejo Code de procédure civile; entre ellas destaca la Ley del 5 de julio de
1972 (72-626) que introdujo un sistema de responsabilidad directa del Estado,
por los daños ocasionados por los jueces; de este modo el ciudadano ha de
reclamar al Estado que después por vía de regreso podrá dirigirse contra el juez,
en el mismo sentido, se pronunció después la Ley del 18 de enero de 1979, Nº
79-43, que reformó el Statut de la Magistratura, de 22 de diciembre de 1958; Nº
58-1270.

Debe señalarse que el artículo 505 del Code de Procédure Civile de 1806 según
el texto de la Ley del 7 de febrero de 1933, señala las conductas antijurídicas que
motivan la responsabilidad civil del juez. No toda conducta del juez que cause
daño genera responsabilidad civil, sino lo que expresamente señala dicha norma.

Asimismo, existe una delimitación de tipo procesal contenida en el mismo


artículo 505, consistente en que la acción de responsabilidad civil del juez, no
puede dirigirse directamente contra este, sino contra el Estado y ello hasta el
extremo de que el juez no será parte del proceso, no pudiendo comparecer en él.
La pretensión contra el Estado se sustentará dentro los límites materiales, con lo
que no se trata aquí de responsabilidad objetiva, sino de un simple
desplazamiento de la legitimación para evitar enfrentamiento directo entre el
justiciable y el juez.

Si el Estado es condenado y paga la indemnización se pasa a un segundo proceso


instalado por el Estado contra el juez, en el que la pretensión será la de
reembolso; es la Action recursoire a la que se refiere el artículo 11.1 del Estatuto
de la Magistratura. No obstante ello, como bien apunta Montero Aroca[23]: “en
el mismo lo único que esta claro es la competencia que se atribuye a la Sala o
Cámara Civil de la Corte de Casación, pero quedan indeterminados aspectos tan
importantes como lo que puede alegar el Juez demandado, es decir, si puede
volverse a discutir sobre los hechos configuradores de la responsabilidad y su
calificación jurídica (téngase en cuenta que el juez no puede quedar vinculado
por la cosa juzgada formada en el proceso anterior, dado que él no fue parte”.
5.2.2. Derecho alemán: El artículo 34 de la Constitución de Bonn del 23 de
mayo de 1949, hace referencia a que si alguien infringiera, en el cumplimiento de
la función pública a él encomendada, los deberes propios del cargo que le
incumben frente a un tercero, será responsable en principio el Estado o la
Corporación en la que estuviera sirviendo. En caso de dolo o culpa grave quedará
reservado el derecho de repetición, no pudiendo quedar excluida la vía judicial
ordinaria en lo que afecta al derecho de reparación del daño y al derecho de
repetición.

Por su parte el segundo parágrafo del Código Civil alemán del 19 de agosto de
1896, hace referencia a la violación del deber de oficio por un funcionario del
Estado se realiza por medio de una sentencia en una controversia, la
responsabilidad se limita a aquellos casos en que la violación del deber está
sancionada con una pena a imponer por medio del proceso penal correspondiente,
encontrándose tipificados en el Código Penal alemán, como delitos: la aplicación
conscientemente errónea del derecho por parte del juez y la corrupción (en
nuestra legislación se califica como el prevaricato y cohecho); por lo que la culpa
aún cuando sea grave no generará responsabilidad civil en el ejercicio
jurisdiccional.

Caso distinto se presenta en cambio cuando fuera del ejercicio estrictamente


jurisdiccional, el juez actúa con imprudentemente; en cuyo caso generará
responsabilidad por lo tanto y en cuanto el daño no pudo haberse evitado
mediante la utilización de un recurso, presentándose que si infringiera un
funcionario, dolosa o imprudentemente, los deberes propios del cargo que le
incumben frente a un tercero, deberá resarcirle a causa de los daños ocasionados
por ello.

5.2.3. Derecho español: Esta institución en el derecho español, durante la Edad


Media se recogieron un gran número de textos legales[24], pasando después a ser
reconocida en todas las constituciones que a lo largo del siglo XIX se sucedieron.

La legislación española reconoce la responsabilidad personal del juez junto con


una responsabilidad estatal objetiva. En cuanto a los conceptos de imputación
que reconoce la Ley Orgánica del Poder Judicial, parece que ya no limita la
responsabilidad a la “culpa grave”, como lo hacía la anterior Ley Orgánica; pues
como se puede advertir de la redacción del artículo 411, no se hace ninguna
referencia a la inexcusabilidad o gravedad de la culpa; por lo que se puede
concluir que cualquier acto doloso o culposo que incurriera el juzgador en el
ejercicio de sus funciones que produjera daño, originará responsabilidad civil. En
consecuencia no existe límite de orden material, como si lo señalan las
legislaciones de Alemania y Francia.

Ahora bien, para interponerse la demanda de acción de responsabilidad existen


requisitos de admisibilidad, que en buena cuenta son filtros, no obstáculos para
evitar demandas prematuras o temerarias; estos son: 1) La utilización de los
recursos contra la resolución dañosa; 2) La firmeza de la resolución definitiva del
proceso; 3) El plazo de seis meses de prescripción para la interposición de la
demanda de responsabilidad contados desde la sentencia o auto que ponga fin al
pleito o causa.

Atienza Navarro[25] escribe al respecto, que se pueden distinguir dos principales


corrientes doctrinales. De un lado la que parte de la conveniencia de exigir
responsabilidad civil al Poder Judicial, actitud que es dominante entre los autores
continentales. Y de otro lado, aquella que propugna la exención de la
responsabilidad de los jueces en todos los supuestos; tal posición suele
compartida por sistema anglosajón.

Pero la tendencia más moderna consiste en conceder más importancia a la


responsabilidad patrimonial del Estado-juez, pudiendo este ser de carácter
subjetivo o objetivo que en términos generales pretende un aumento de las
garantías de los ciudadanos en su derecho a ser indemnizados por los daños
injustos ocasionados por las actuaciones judiciales.

5.2.4. Derecho italiano: Debe referirse que el Código de Procedimiento Ley


117/1988 “sobre resarcimiento de los daños causados en ejercicio de las
funciones judiciales y de responsabilidad civil de los jueces”, se ha eliminado la
responsabilidad personal del juez y ha introducido un sistema de responsabilidad
exclusiva del Estado frente al ciudadano (excepto en los casos de delitos, en los
que responde directamente el juez), que después de pagar, puede exigir –por vía
de regreso– una cantidad muy reducida y meramente simbólica (1/3 del sueldo)
al juez (art. 7 y 8 de la Ley), sólo en los supuestos de dolo o culpa inexcusable
del juez tipificado en la ley.
Siendo dichas tipificaciones de carácter positiva y negativa: supuestos que
pueden considerarse culpa grave (tipificación positiva) y aquellos que en ningún
caso pueden originar la responsabilidad civil (tipificación negativa).

La primera de las indicadas es recogida en el artículo 2.3 de la Ley en referencia,


en el cual se precisa: Constituye culpa grave:

a) la grave violación de una ley por negligencia;

b) La afirmación, por negligencia inexcusable, de un hecho cuya existencia


resulte excluida incontrastablemente de los autos;

c) La negación, por negligencia inexcusable, de un hecho cuya existencia resulta


incontrastablemente de los autos;

d) Dictar resoluciones referentes a la libertad personal fuera de los casos


previstos por la ley o sin motivación.

Apareciendo como la tipificación negativa en el artículo 2.2 de la Ley. Se


excluyen como supuestos que pueden originar la responsabilidad civil del juez: la
actividad de interpretación de normas y la valoración de los hechos y pruebas.

En cuanto a los límites procesales vemos que la pretensión del resarcimiento no


se formula contra el magistrado, sino contra el Estado, evitándose el
enfrentamiento directo entre el juez y el justiciable. En ese proceso el magistrado
puede intervenir voluntariamente y solo en este caso la sentencia dictada
producirá efectos en el proceso posterior entre el Estado y el magistrado, en el
que el primero ejercitará la acción de regreso.

6. Responsabilidad del juez en el derecho peruano

La Constitución Política de 1993 vigente, establece en su artículo 139 lo


siguiente: “Son principios y derechos de la función jurisdiccional: 7) La
indemnización en la forma que determine la ley, por los errores judiciales en los
procesos penales y por las detenciones arbitrarias, sin perjuicio por la detención
a que hubiere lugar”.
En tanto, la Ley Orgánica del Poder Judicial, reconoce la responsabilidad civil de
los jueces en los artículos 192 y 200 de la Ley, sin regularla específicamente,
señalándose en su artículo 192 que: “Los magistrados comprendidos en la carrera
judicial, responden penal o civilmente en los casos y en la forma determinada en
las leyes administrativas de conformidad con lo establecido por la Ley”, y en
tanto el artículo 200 prevé: “Los miembros del Poder Judicial son responsables
civilmente por los daños y perjuicios que causan, con arreglo a las leyes de la
materia. Son igualmente responsables por los delitos que cometan en el ejercicio
de sus funciones. Las acciones derivadas de esta responsabilidad se rigen por las
normas respectivas”. Asimismo la Ley de la Carrera Judicial establecida por Ley
29277 recoge el mismo sentido[26]. Existiendo una responsabilidad penal y
administrativa de los jueces, pero la norma acotada, no señala las diferencias y
nos remite a la Ley de la materia.

El Código Procesal Civil regula que el juez es civilmente responsable cuando en


ejercicio de su función jurisdiccional causa daño a las partes o a terceros, al
actuar con dolo o culpa inexcusable, sin perjuicio de la sanción administrativa o
penal que merezca (artículo 509). Esta norma tiene que ser vista con el artículo
516 del mismo Código, que estable que la obligación del pago de daños y
perjuicios es solidaria entre el Estado y el juez o jueces colegiados que
expidieron las resoluciones causantes del agravio. Se percibe claramente de
dichos artículos, que nos encontramos frente a un caso de responsabilidad civil
de la persona jurídica Estado a través de su órgano jurisdiccional (juez). En igual
situación se encuentran los representantes del Ministerio Público, cuya
responsabilidad en algunos casos, se encuentra prevista en el Código Civil[27],
pudiendo también incurrir en responsabilidad el secretario judicial[28].

Se prescribe que este tipo de acción se tramitará en la vía de proceso abreviado,


que es un proceso más o menos lato, Se dispone la intervención del Ministerio
Público, y como factor de atribución de dolo y la culpa grave, acaeciendo una
multa a quien actúa con malicia o si durante el proceso ha difundido información
a través de medios de comunicación masiva que afecte el honor del demandado.

La competencia actualmente conforme al artículo 511 del Código procesal Civil,


se establece en primera instancia del juez especializado en lo civil o el juez mixto
en su caso para conocer este tipo de procesos, inclusive si la responsabilidad
fuera atribuida a los vocales de las cortes superiores y de la Corte Suprema, lo
cual me parece una medida acertada, dado que poco a poco la Corte Suprema de
Justicia, se está encaminando a asumir su rol de ser exclusivamente una instancia
casatoria, dado que anteriormente actuaba como una instancia de revisión de las
sentencias emitidas en primera instancia por parte de las salas superiores, lo cual
no resultaba adecuado, teniéndose en cuenta que esto generaba una carga
procesal superior a la ya existente en dicha sede nacional[29].

7. Reparación de las víctimas por error judicial en el derecho


peruano

En nuestro país poco se ha investigado en torno al daño causado al justiciable


víctima del error judicial y de la manera efectiva cómo debe indemnizársele,
dado que solo se encuentra contemplado constitucionalmente la indemnización
por los errores derivados de los procesos penales y por detenciones arbitrarias, a
través de una Ley que tiene muchas deficiencias, que es la que regula la
indemnización por los errores judiciales que lo contempla, la Ley 24973 y su
reglamento establecido en la Resolución 001-90-FNI, que regula la
indemnización por errores judiciales y detenciones arbitrarias[30], el cual
establece que se encargará del pago de las indemnizaciones[31], siendo correcta
la finalidad de dicha norma, toda vez que se pretendió crear un Fondo Nacional a
efectos de indemnizar a las víctimas por errores judiciales. Dicho Fondo en la
realidad no funciona, toda vez que no se ha implementado hasta la actualidad y
presenta una serie de limitaciones, como el hecho de que no tiene un fondo
adscrito a ningún pliego presupuestal y que no contempla todas las situaciones,
siendo en muchos casos las indemnizaciones pagadas con fondo de naturaleza
distinta[32], varios años después del requerimiento al Estado del cumplimiento
de la sentencia ejecutoriada.

Sin embargo, este Fondo fue creado solo para el ámbito penal, y no para el
ámbito civil, es decir para los errores judiciales que provengan de procesos
civiles, comerciales, laborales o de otra índole, habiéndose hecho una diferencia
por parte del legislador. Consideramos que tal diferencia radica en el hecho de
que en los procesos penales, al cometerse un error judicial, el bien que se vulnera
es la libertad individual, que es un derecho absoluto por parte de los ciudadanos,
en tal sentido, si hacemos un paralelo con los procesos civiles, tendríamos que
ellos se vulnera el patrimonio de las personas, que por supuesto es del todo
considerable, pero al poner en una balanza entre la libertad personal y el
patrimonio personal, el legislador ha optado únicamente por proteger la libertad
personal.

Por lo que debería crearse una Ley de responsabilidad del Estado por errores
judiciales, que comprenda a todos los perjudicados con derecho a una
indemnización a cargo del Estado, estableciéndose como única exclusión los
casos de hecho fortuito o fuerza mayor, o la conducta dolosa o culposa del
perjudicado, el cual se constituya por una partida directa asignada por parte del
Estado para el pago de las reparaciones a las víctimas por el error judicial y que
se establezca el derecho de repetición, fijada la responsabilidad personal del
magistrado, para que el procurador público correspondiente inicie proceso
judicial para obtener a su vez, el resarcimiento de los daños y perjuicios
ocasionados.

8. Conclusiones

1. Los procesos judiciales de indemnización por error judicial en nuestro país


ha tenido una aplicación casi nula, debido a la falta de implementación por
parte del legislador de un sistema de reparación efectiva del Estado hacia las
víctimas del error judicial y así como la interpretación restrictiva que se ha
realizado al precepto constitucional que la consagra, entre otras razones en el
gran costo económico que significa al Estado asumir la responsabilidad e
indemnizar a las víctimas y la eventualidad de que el este pueda repetir
contra el juez.
2. El error judicial que es producido por la decisión jurisdiccional emitida por
parte del juez, se encuentra enmarcado dentro de la responsabilidad civil que
ha sido estudiada en principio como una de las formas de control del Poder
Judicial a través de su órgano jurisdiccional, como contrapeso a la
independencia del juez, valor reconocido en un Estado de derecho. A dicha
función se aúna la de resarcir los daños producidos a los justiciables como
una modalidad de responsabilidad extracontractual; encontrándose su
regulación impregnada de las características del Poder Judicial de cada país.
3. No responde el juez del civil law en los mismos términos que al resto de los
ciudadanos, sino que, su responsabilidad está sometida a limitaciones tanto
materiales como procesales. Las materiales se traducen en la limitación del
concepto de imputación a los supuestos de culpa grave o incluso dolo. Las
procesales se concretan en que, como ocurre en el derecho francés, alemán e
italiano, no se puede reclamar directamente al juez: el ciudadano ha de
dirigirse contra el Estado y este después, por vía de regreso, contra el juez.
En tanto, que se ha seguido un camino autónomo e independiente por parte
del derecho español, pues paralelamente a la acción contra el Estado se puede
accionar directamente contra el juez que ha causado daño por dolo o culpa.
4. El principal obstáculo procedimental dentro de un proceso indemnizatorio es
que el único marco normativo, que regula la indemnización por los errores
judiciales es la contemplada por la Ley 24973 y su reglamento establecido en
la Resolución 001-90-FNI, el mismo que hasta la actualidad no ha sido
implementado, y no cuenta con recursos económicos efectivamente
asignados para el pago de las sentencias ejecutoriadas; no contemplando
todos los supuestos, siendo en muchos casos las indemnizaciones resarcidas
económicamente después de varios años con fondo de naturaleza distinta.
5. Resulta necesaria la modificación legislativa de la norma constitucional, para
que de esa manera se haga efectiva la responsabilidad del Estado y reparen
los daños derivados de los errores judiciales, no encontrándose el derecho de
acción restringido solamente a materias penales, sino ampliarse a los demás
procesos, para que así la acción indemnizatoria cobre plena aplicación y
quede librada de los elementos que afectaban su existencia práctica de los
derechos que esta acción está obligada a tutelar, no pudiendo continuar
sumida en la nebulosa del subjetivismo y la malentendida interpretación,
respetándose los derechos de las personas y reparándose de manera eficaz los
errores cometidos, pudiendo de esta manera el Estado avanzar hacía el
desarrollo y aspirar a una nación unida, que respete los derechos
constitucionales de sus ciudadanos.
6. Se deben modificar los errores que presentan los articulados de nuestra
norma procesal, necesarios para una correcta regulación de la responsabilidad
personal del juez; y por otro lado extenderse la responsabilidad del Estado a
todo supuesto de daños por errores judiciales que se produce aun cuando el
juez haya actuado con una diligencia razonable, o por el contrario con dolo o
culpa inexcusable o leve, no importando, en consecuencia, la culpabilidad del
juez, sino el daño injustamente producido; alcanzando los fines de la
responsabilidad civil, cuales son la incentivación de precauciones necesarias
a efectos de evitar daños por los errores judiciales o el mal funcionamiento
de la administración de justicia; la compensación efectiva de la víctima, y la
reducción de los costos administrativos de funcionamiento del sistema de
responsabilidad civil en materia de actividad judicial.

[1] Publicado en la Revista de Derecho Sociedad Jurídica: Homenaje a los 50


años de la Facultad de Derecho y ciencias políticas de la Universidad Nacional
Federico Villarreal (2016). pp. 25-39.

[2] TICONA POSTIGO, Víctor. “La motivación de las sentencias objetivas y


materialmente justas”. Cuadernos de Investigación y Jurisprudencia Año 3/ N° 9,
Agosto- Octubre 2005, Centro de Investigaciones Judiciales del Poder Judicial.

[3] Gelsi Bidart citado por HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. “Procesos


Abreviados”, Editorial Gaceta Jurídica S.A, Lima, 2000. 199 p.

[4] Entendiéndose el error judicial como “..todo acto judicial ejecutado por el
juez en un proceso, que resulta objetivamente contradictorio con los hechos de la
causa o con el derecho y la equidad, desviando la solución al resultado justo al
que naturalmente debió llegar. Es así que el “error judicial” es un verdadero acto
ilícito o contrario a la ley, cometido por el juez, sea por acción u omisión en el
curso del proceso sometido a jurisdicción”. BUSTAMANTE ALSINA, Jorge.
“Responsabilidad del Estado por error judicial (el auto de prisión preventiva y
absolución)”. Revista Jurídica Argentina La Ley. t. 1996-B. 314.p

[5] MONTERO AROCA, Juan. “Responsabilidad Civil del Juez y del Estado por
la actuación del Poder Judicial” Editorial Tecnos, Madrid, 1988, 28 p.

[6] PEREIRA ANABALÓN, Hugo (2003). La responsabilidad civil del Estado


por el error judicial, Gaceta Jurídica N° 275 VLex, Chile, 7 p.

[7] SARAVIA FRÍAS, Santiago (2007). La responsabilidad del Estado por el


error judicial y la deficiente administración de justicia.
En: http://www.bibliojuridica.org/libros/5/2499/12.pdf.
[8] Debe referirse que el Código de Processo Civil de Brasil en su artículo 133º
refiere al respecto: “Responderá por las perdidas y daños el Juez cuando: En el
ejercicio de sus funciones procede con dolo o fraude”.

[9] Ariano Deho, citada por ESPINOZA ESPINOZA, Juan. “Derecho de


Responsabilidad Civil”. Editorial Gaceta Jurídica, 1º Edición, Lima, Junio 2002.
431 p.

[10] Alessi, refiere: “Si se trata de actos de los funcionarios o titulares de los
órganos que desarrollan lo que podría llamarse la actividad institucional del
ente público, sus actos, que además deben importar el ejercicio de un poder o de
una función pública, son imputados directamente por el Estado, cuya
responsabilidad es directa. En tanto que el estado responde indirectamente por
el hecho dañoso de agentes públicos no funcionarios, vinculados al ente por
mera relación de servicio y que realizan actividades de naturaleza puramente
natural”citado por TRIGO REPRESAS, Felix A. “La responsabilidad civil del
Estado en el Derecho Argentino”. Instituciones de Derecho Privado:
Responsabilidad Civil. Derecho de Daños. Responsabilidad de los Profesionales.
Responsabilidad civil de las personas jurídicas y del Estado. Tomo 5, Editorial
Grijley EIRL, Lima, 2006, 780 p.

[11] ATIENZA NAVARRO, María Luisa. “La Responsabilidad civil del Juez”.
Editorial Tirant lo Blanch, Valencia 1997. 131 p.

[12] ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Op. Cit. 89 p.

[13] ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Op. Cit. 89 p.

[14] SOUZA LASPRO, Oreste Nestor. “A responsabilidad civil do Juiz”. Editora


Revista Dos Tribunais, Sao Paulo 2000. 238 p. Traducción fue efectuada por el
autor del presente artículo.

[15] SOUZA LASPRO, Oreste Nestor. Op. Cit. 234 p.

[16] Citado por Angela María Salazar Ventura en la Tesis titulada: “La
Responsabilidad Civil del Juez”, presentada para optar el grado académico de
Magíster en Derecho Civil y Comercial en la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos (1999).

[17] MOSSET ITURRASPE. “Responsabilidad del Estado por errores


judiciales”. Rubinzal y Culzoni S.C.C Editores, Santa Fe, Argentina. 126 p.

[18] Dromi, José Roberto citado por AMARAL DERGINT, Augusto.


“Responsabilidade do Estado pelos atos Judiciais”. Editoria Revista Dos
Tribunais, São Paulo 1994. 34 p.

[19] Montero Aroca, Juan, “Responsabilidad Civil del Juez y del Estado por la
actuación del Poder Judicial”, Editorial Tecnos, Madrid, 1988. 24 p.

[20] En Inglaterra hay que distinguir entres Jueces de Paz y el resto de la


Judicatura. Existe en Inglaterra 11 Magistrados de la Cámara de Lores, 24 en la
denominada Corte de Apelaciones y 82 en la Alta Corte y unos 300 Jueces de
Paz de cada distrito, siendo todos ellos nombrados entre juristas y casi siempre
entre abogados inscritos en el “Bar” por el Lord Canciller. Frente a ello existen
varios miles de Jueces de Paz que son también nombrados por el mismo Lord,
pero ahora no cualificados en el mundo del derecho, y que no se dedican
profesionalmente a la Judicatura, sino sólo a tiempo parcial (con algunas
excepciones) y que dedican parte de su tiempo a Juzgar la gran masa de causas,
pequeñas principalmente procesos penales menores y en materia civil, todos los
temas de derecho matrimonial. (Texto extraído de la Tesis para obtar el grado de
Magíster en Derecho Civil y Comercial en la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos de Angela María Salazar Ventura).

[21] En este sentido se dejo establecido en un juicio inglés de 1863: que “es un
principio de nuestro derecho que ninguna acción pueda intentarse contra un Juez
de los Tribunales Superiores por actos judiciales, aunque se alegue que han sido
realizados maliciosa y corruptamente. En Crompton, J. en Fray V. Blackbam
(1863), citado por CAPPELLETTI, Mauro. “Responsabilidad Civil de los
Jueces”– JUS Fundación para la investigación de ciencias jurídicas – La Plata,
Argentina – 1986. 29-30 p.

[22] Montero Aroca, en la obra citada. Refiere que: “ante un juez se presentó una
solicitud de esterilización de su hija de 15 años, alegando que ésta, que era un
poco deficiente mental, estaba conviviendo con hombres, de lo que podía
derivarse deplorables consecuencias”. El Juez no formó proceso alguno,
limitándose que se hiciera la joven una ligadura de trompas, lo que se hizo al
cabo de ocho días; y creyendo está que se le iba a efectuar una operación
quirúrgica de apendisectomia. Los hechos se conocieron dos años después
cuando la menor contrajo matrimonio. Entonces demando al Juez alegando la
sección 1983. A pesar de lo que pueda aparecer a los juristas españoles, la Corte
Estadounidense desestimo la pretensión y proclamo la irresponsabilidad absoluta
del Juez. La argumentación también desde nuestro punto de vista, es peregrina y
se basa: 1) Como no existía prohibición a los Jueces de realizar actos relativos a
la esterilización de personas, cabía deducir la competencia por materia; 2) Como
la madre había invocado la autoridad judicial, esta debía responder a la petición,
por lo que no puede haber falta absoluta de jurisdicción. Como dice Schuch
apartir del caso Stump, se ha hecho casi imposible el éxito de una demanda de
responsabilidad civil contra el Juez. Y ello a pesar de la críticas que han
motivado”.

[23] Montero Aroca, Juan. Op. Cit., 33 p.

[24] En este sentido: El Fuero Juzgo (L. XIX, Título II, Libro II) establecía la
responsabilidad del Juez por dolo (“El iuez si iudga tuerto…”) y por culpa grave
o negligencia (“…si el juez iudgo tuerto por ignorancia…”); aunque únicamente
se concedía el resarcimiento del daño es el supuesto de las actuaciones dolosas.
El Fuero Real señalaba que los jueces eran responsables no sólo en los supuestos
dolosos, sino también en los casos de negligencia grave. (L. II; citada por
Almagro Nosete, J., “La responsabilidad civil judicial”.Editorial El Almendro,
Córdova, 1984, 13 p, que recoge esa disposición del Fuero Real de
España,Editorial Madrid, MDCCLXXXI, tomo I, 177 p).

Esta misma línea se pronunció el Espéculo, al reconocer al ciudadano la


posibilidad de demandar ante el Rey al Juez, por los daños que hubiese
producido en el ejercicio de su cargo. Por su parte las partidas marcaron un hito
importante en la regulación de esta materia. Por una parte, consolidaron los
criterios anteriores relativos a la responsabilidad civil de los jueces por
actuaciones con culpa grave (Libro 24, Título XXIII de la Partida III). Y por otra,
introdujeron un nuevo instrumento para posibilitar el control de la actividad
judicial: el juicio de residencia. A través de este procedimiento el Juez rendía
cuentas del comportamiento que había observado en el ejercicio de su función
jurisdiccional. Es decir una vez cesado en su cargo, se le exigía responsabilidad
por sus actuaciones con dolo o culpa grave. (“Para el estudio del juicio de
residencia y de sus orígenes: vid. Gonzáles Alonso. B. “El juicio de residencia
en Castilla I)– Origen y evolución hasta 1480”, en Anuario de Historia del
Derecho español, 1978. 203 p).

[25] Atienza Navarro, María Luisa. Op. Cit. 05 p.

[26] Estableciéndose en el artículo 43°: “Los miembros del Poder Judicial son
responsables civil, penal y administrativamente con arreglo a la ley de la
materia”.

[27] Espinoza Espinoza, Juan. Op. Cit., 430 p.

[28] Si tenemos en cuenta lo prescrito por el artículo 376° del Código Procesal
Civil, que establece su responsabilidad en elevar los autos que hayan sido
apelados, dentro de cinco días de concedida la apelación o adhesión, bajo
responsabilidad, si bien es cierto ello puede entenderse que se hace referencia a la
responsabilidad disciplinaria, sin embargo, no es óbice para también se le pueda
responsabilizar civilmente, recuerdo en dicho sentido, un caso que conocí en el
cual fue demandado un Secretario Judicial, por haber causado daños
indemnizables al haber realizado el lanzamiento de una Tienda Comercial sobre
la cual no tenía mandato alguno del Juzgado, disponiendo para tener acceso a la
misma la ruptura de las chapas y la puerta metálica, retirando todos los enseres y
bienes que se encontraba en su interior, al encontrarse esta contigua al
Establecimiento cuya desocupación si correspondía realizarse por el Juzgado.

[29] Anteriormente conforme a lo establecido por la Resolución Administrativa


399-CME-PJ, se reconocía la competencia para este tipo de acción en Primera
Instancia a la Sala Transitoria Superior Contencioso Administrativo de las
acciones de responsabilidad civil de los jueces, proveyéndose (conforme al
artículo 511° del Código Procesal Civil), que refiere que cuando la
responsabilidad se atribuya a un Juez Civil, Juez de Paz Letrado o Juez de Paz, es
competente la Sala Superior Civil del distrito judicial correspondiente y cuando
se trate de responsabilidad atribuida a vocales de la Corte Suprema y de las
Cortes Superiores es competente la Sala Civil de la Corte Suprema (debe
señalarse que estando a la Resolución Administrativa antes citada, le
correspondería conocer estos casos a la Sala de Derecho Constitucional y Social
Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República).

[30] En esta Ley se establece que tiene derecho a indemnización por detención
arbitraria quien es privado de su libertad por la autoridad policial o administrativa
sin causa justificada o existiendo esta si se excede de los límites fijados por la
Constitución o por la sentencia. También tiene derecho a indemnización quien no
es puesto oportunamente a disposición del Juez competente dentro del término
establecido por la Constitución. Asimismo se establece que tienen derecho a
indemnización por error judicial: Los que luego de ser condenados en proceso
judicial, hayan obtenido en juicio de revisión resolución de la Corte Suprema que
declara la sentencia errónea o arbitraria y los que hayan sido sometidos a proceso
judicial y privados de su libertad como consecuencia de éste y obtenido
posteriormente auto de archivamiento definitivo o sentencia absolutoria.

[31] Señalándose en la norma bajo comentario que los recursos del fondo, se
constituirán por:

a. El aporte directo del Estado, equivalente al 3% del Presupuesto Anual


asignado al Poder Judicial.

b. Las multas impuestas a las autoridades judiciales, cuando hayan incurrido en


error por festinación del trámite judicial.

c. Las multas que se impongan a las autoridades policiales o administrativas que


hayan cometido o coadyuvado a cometer la detención arbitraria, en los locales
policiales o en otros.

d. Las multas que se impongan a las personas que bajo falsos cargos procuraren
la detención arbitraria o coadyuvaren a ella maliciosamente.

e. Los que perciba por concepto de intereses sobre sus depósitos y

f. Los que perciba por concepto de donaciones.


Asimismo se dispone que los miembros que deberían integrar dicho fondo, sean:

a. Un representante del Ministerio de Justicia.

b. Un representante de la Corte Suprema de Justicia.

c. Un representante del Fiscal de la Nación.

d. Un representante de la Federación del Colegio de Abogados del Perú; y

e. Un representante del Colegio de Abogados de Lima.

[32] Como es el caso del Fondo Especial de Administración del dinero obtenido
ilícitamente en perjuicio del Estado FEDADOI creado por Ley 28476, que si bien
es cierto, estuvo destinada a efectuar los pagos por violación a los derechos
humanos ordenados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sin
embargo, sirvió también para reparar otros daños de distinta naturaleza.

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