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Ciencia y filosofía para comprender el mundo.

Semánticamente, son contiguos los significados de filosofía y de ciencia. Es más, al


menos desde una perspectiva espontánea, hoy como tiempo atrás, filosofía y ciencia
pueden ser la misma cosa; con frecuencia parecen ocuparse de lo mismo, perseguir
objetivos similares, develar los mismos misterios y proceder muchas veces con métodos
similares. Veamos, según las lecturas, la relación entre filosofía y ciencia para aclarar
las diferencias y similitudes entre ellas y la manera en la cual ambas disciplinas aportan
para la comprensión del mundo.

Rolando García inicia su ensayo Epistemología y Teoría del conocimiento (García, R.,
2006) con una cita de Bertrand Russell en la cual este último indica que el
conocimiento humano es insignificante en términos cósmicos y causales. No obstante,
afirma García, aquello que es fugaz, precario y transitorio para el universo, “es sin duda
la base de la vida […] y, quizás lo más trascendente hoy en día” (p.114).

Al final del periodo clásico y al inicio de la era cristiana, aquel asunto fundamental para
la vida misma, presenta un cambio hacia la doctrina de la “doble verdad”, dándose una
división entre la Verdad, de la que se encargaría la teología y a la cual solo se podía
acceder por medio de la fe y, de otro lado, las verdades relativas, a las cuales llegaba el
ser humano mediante la observación y la experimentación (García, R., 2006).

Como lo señala Francisca Tomar, “no se distinguía entre ciencia y filosofía porque se
usaban los métodos filosóficos para estudiar cualquier tipo de realidad […] Así pues,
ciencia y filosofía se identifican durante el largo camino que desde el paso del mito al
logos llega hasta la Baja Edad Media”. El esfuerzo estaba orientado a la configuración
de agregado coherente de conocimientos que dieran cuenta de las “causas y orden de la
realidad natural” (Tomar R. F. 2012; p. 158).

Para el siglo XVII se presenta un punto de inflexión con el advenimiento de la “ciencia


moderna y la escisión entre ciencia y filosofía”. La ciencia se ocuparía, no de buscar las
causas, sino de hallar regularidades expresables matemáticamente (Tomar R. F. 2012; p.
157). La comprensión de la realidad se podía expresar de forma matemática porque el
universo se organizaba matemáticamente, y el conocimiento humano, la ciencia y la
filosofía, solo tenían que prestar atención, observar y descifrar.

Así las cosas parecería que, en ese momento, los objetivos perseguidos por la ciencia y
por la filosofía eran muy cercanos, cuando no dependientes uno de otro. El papel central
de la filosofía estaba dado por su tarea de interpretar la ciencia y, para decirlo de alguna
manera, armar la totalidad del panorama. Dicha tarea alcanzará su apogeo con aquel
imponente “monumento de la filosofía especulativa”, como la denomina Rolando
García (García, R. 2006; p. 116), que es la teoría elaborada por Kant.

Pero la filosofía especulativa, capaz de dar cuenta del mundo y aún del universo en su
totalidad, mediante la fundamentación de la ciencia y de “cada uno de los conceptos
que daba Kant como establecidos, va a ser sistemáticamente demolida en lo que resta
del siglo XVIII y en el comienzo del siglo XIX” (p. 116). Para finales del siglo XIX y
comienzos del XX, las ciencias habían sufrido tal transformación que conservaban
pocos de los problemas sobre los cuales Kant había trabajado y sentenciado.

Entrados como estamos, en el siglo XXI, la filosofía y la ciencia comparten algunos de


los elementos que se reconocen como convencionalmente científicos, aún por aquellas
personas que no entienden del tema. Estos elementos típicamente científicos proceden
del modelo paradigmático de la física y han sido reproducidos por las demás ciencias.

“la ciencia moderna se caracteriza por considerar que sólo es objeto de conocimiento
científico aquello que es observable de manera empírica y que, además, puede ser
expresado matemáticamente. Limita su campo de estudio a los fenómenos y sus leyes:
ya no pretende conocer las causas de las cosas, su porqué último, sino las leyes de cómo
funcionan, es decir, la explicación de la regularidad de los procesos según su grado de
probabilidad” (Tomar. R. F. 2012; p160).

En este paradigma científico o, como lo llama Mosterín, en esta “gran empresa de


racionalidad teórica colectiva” (Mosterin. J., 2013), ¿dónde se ubica la filosofía y cómo
aporta a la comprensión del mundo?
Antes que responder de una manera concluyente, cierro con estas observaciones. Según
Francisca Tomar, el método característico de la ciencia incluye “la observación, la
formulación de una hipótesis, la contrastación empírica, la verificación de dicha
hipótesis y su generalización en una ley que, a su vez, puede integrarse en una teoría”.

Ahora, si la filosofía puede formular sus teorías bajo características como las señaladas
atrás y, además, haciendo uso de la consistencia, la objetividad, la provisionalidad y el
progreso (Mosterín. J. 2013), y dado que, la filosofía maneja modelos científicos de
abordaje de su objeto de estudio que, como lo expresa el Equipo A (Equipo A, 2009), la
filosofía hace parte de las disciplinas que emplean métodos típicamente usados en las
ciencias fácticas, podría decirse en consecuencia, que la filosofía es una ciencia.

Agregaríamos que, siguiendo a Francisca Tomar, bajo ciertos sistemas de clasificación,


se puede distinguir “entre la filosofía como ciencia universal y las ciencias particulares;
ciencias formales y ciencias materiales (ciencias naturales, humanas y ciencias del
espíritu); ciencias empíricas y ciencias especulativas; ciencias teóricas, ciencias
normativas (o prácticas) y ciencias aplicadas”.

Podríamos afirmar entonces, que el papel de la filosofía entre las ciencias, sigue siendo
primordial para la elaboración del conocimiento y sobre la manera, sobre de qué forma
se conoce.

Bibliografía

- Tomar. R. F. 2012. Filosofía Fundamental.


- Equipo A. 2009. Reseña crítica de los textos de Mario Bunge.
- García, R. Epistemología y teoría del conocimiento. En: Salud Colectiva.
Buenos Aires, 2 (2): 113 – 122. Mayo – Agosto, 2006.
- Mosterin, J. 2013. Ciencia, filosofía y racionalidad.

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