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social, laboral y escolar. El enfoque de género nos permite reflexionar sobre
estas determinaciones que instituyen desigualdades e injusticias; también
imaginar cómo podemos hacer para que nuestra escuela, nuestra enseñanza,
nuestros vínculos en el espacio escolar promuevan igualdad de condiciones
para el desarrollo de una trayectoria educativa plena y respetuosa, para todos
y todas. Y por ello mismo, habrán notado, aquí estamos hablando de mujeres
y varones, “los y las” porque en el habla cotidiana las referencias genéricas
son masculinas, por eso nombrar la diversidad, facilita reconocerla y
valorarla. Esto nos lleva al siguiente eje.
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lectura o un recuerdo, vinculado a la sexualidad, que nos haya
“movilizado/a”, “conmovido/a”, “asustado/a”, “incomodado/a”…La ESI
reconoce que docentes y estudiantes somos sujetos, personas que sentimos,
atravesados/as por emociones. Es fundamental, reflexionar sobre qué nos
pasa, qué sentimos, nuestras dudas y temores, nuestras expectativas y
deseos. Por eso, la escuela tendrá que ofrecer espacios de diálogos para
poner en juego esta dimensión afectiva. La ESI la considera un eje que debe
ser tenido en cuenta, valorado, reconocido, en la interacción cotidiana, pero
también en las propuestas pedagógicas que realizamos desde este enfoque.
Si hablamos de trayectoria y experiencia educativa positiva, es porque
consideramos que la escuela debe ser una instancia para el reconocimiento
del mundo emocional, para la expresión y la comunicación.
El cuidado del cuerpo: Cuando iniciamos este curso virtual, les pedimos
una foto de rostro, para poder “conocer” quiénes están del otro lado,
imaginarnos “cómo es” aquel/lla colega que también realiza y comparte esta
formación. Así como decíamos que la afectividad forma parte de nuestra
definición sobre sexualidad, nuestro cuerpo también; somos cuerpo, en él nos
reconocemos, construimos una imagen y una autopercepción, nos valoramos
(más o menos), desde y en él sentimos, disfrutamos. El cuerpo, no es
solamente aquello que viene “de los genes”, de la naturaleza, sino aquello
que hacemos y que el medio social nos permite hacer con esa materialidad
que constituye el cuerpo, lo vamos “moldeando” cada día que pasa, lo vamos
“construyendo”. Y no lo hacemos en soledad, sino en relación con otros/as,
en función de, por ejemplo, las imágenes de belleza que circulan en nuestra
sociedad, en función de lo que se considera “saludable”, en función de lo que
se considera “correcto”, etc. Son ideas de cuerpo “normal” que consumimos,
imágenes de lo “ideal” con las que a veces nos comparamos. Lo hacemos
nosotros/as y también nuestros/as estudiantes. La idea de “una construcción
social del cuerpo” resulta de darnos cuentas, hacer conscientes, las
definiciones que sobre el cuerpo se imponen o proponen de distintos
instituciones de la sociedad (familia, escuela, medios de comunicación). Este
eje sobre el cuerpo constituye un núcleo fundamental de la enseñanza y el
aprendizaje. Aprendemos a respetar el propio cuerpo y el cuerpo de los y las
otros/as desde la niñez hasta la adultez y constituyen contenido de enseñanza
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para la modalidad. La ESI garantiza que esos procesos de enseñanza y
aprendizaje se realicen en las escuelas.