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Apego

La necesidad de bebé de estar próximo a su madre, de ser acunado en brazos, protegido y


cuidado ha sido estudiada científicamente.
Fue el psicólogo John Bowlby que en su trabajo en instituciones con niños privados de la
figura materna le condujo a formular la Teoría del apego.
El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y
que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la
personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad,
ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y
capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el
vínculo).
El apego proporciona la seguridad emocional del niño: ser aceptado y protegido
incondicionalmente. Está planteamiento también puede observarse en distintas especies
animales y que tiene las mismas consecuencias: la proximidad deseada de la madre como
base para la protección y la continuidad de la especie. El trabajo de Bowlby estuvo
influenciado por Konrad Lorenz (1903-1989) quien en sus estudios con gansos y patos en
los años 50, reveló que las aves podían desarrollar un fuerte vínculo con la madre (teoría
instintiva) sin que el alimento estuviera por medio. Pero fue Harry Harlow (1905-1981)
con sus experimentos con monos (del cual nos habló recientemente Lola), y su
descubrimiento de la necesidad universal de contacto quien le encaminó de manera
decisiva en la construcción de la Teoría del Apego.
El bebé –según esta teoría- nace con un repertorio de conductas las cuales tienen como
finalidad producir respuestas en los padres: la succión, las sonrisas reflejas, el balbuceo, la
necesidad de ser acunado y el llanto, no son más que estrategias por decirlo de alguna
manera del bebé para vincularse con sus papás. Con este repertorio los bebés buscan
mantener la proximidad con la figura de apego, resistirse a la separación, protestar si se
lleva a cabo (ansiedad de separación), y utilizar la figura de apego como base de seguridad
desde la que explora el mundo.
Más tarde Mary Ainsworth (1913-1999) en su trabajo con niños en Uganda, encontró una
información muy valiosa para el estudio de las diferencias en la calidad de la interacción
madre-hijo y su influencia sobre la formación del apego. Ainsworth encontró tres patrones
principales de apego: niños de apego seguro que lloraban poco y se mostraban contentos
cuando exploraban en presencia de la madre; niños de apego inseguro, que lloraban
frecuentemente, incluso cuando estaban en brazos de sus madres; y niños que parecían no
mostrar apego ni conductas diferenciales hacia sus madres. Estos comportamientos
dependían de la sensibilidad de la madre a las peticiones del niño.
La teoría del apego tiene una relevancia universal, la importancia del contacto continuo
con el bebé, sus cuidados y la sensibilidad a sus demandas están presentes en todos los
modelos de crianzas según el medio cultural.
“Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas les da un
fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alimenta a valorar y continuar la
relación” (John Bowlby).Dentro de la teoría, apego significa un vínculo afectivo o enlace
entre un individuo y una figura de apego (por lo general un cuidador). Estos enlaces
pueden ser recíprocos entre dos adultos, pero entre el niño y el cuidador se basan en las
necesidades de seguridad y protección del niño, fundamentales en la infancia. La teoría
propone que los niños se apegan instintivamente a quien cuida de ellos, con el fin de
sobrevivir, incluyendo el desarrollo físico, social y emocional. La meta biológica es la
supervivencia, y la meta psicológica es la seguridad. La teoría del apego no es una
descripción exhaustiva de las relaciones humanas, ni es sinónimo de amor o afecto,
aunque estos puedan indicar que existen los vínculos. En relación niño-adulto, el vínculo
entre el niño se llama «apego» y el equivalente recíproco del cuidador se clasifica como
«enlace de cuidado».
Los recién nacidos establecen enlaces afectivos con cualquier cuidador compatible que sea
sensible y receptivo en interacciones sociales con ellos. La calidad del compromiso social
es más influyente que la cantidad de tiempo invertido. La madre biológica es,
normalmente, la figura principal de apego, pero el papel puede ser tomado por cualquier
persona que se comporte comparativamente de una manera «maternal» durante un
período. En la teoría del apego, esto significa un conjunto de comportamientos que
envuelven una activa interacción social con el recién nacido y reacciones inmediatas a las
señales y abordajes. Nada en la teoría sugiere que el padre, u otros, no estén igualmente
susceptibles a convertirse en las principales figuras de apego, basta que ellas provean la
mayor parte del cuidado y de la interacción social al niño en cuestión. Algunos bebés
direccionan el comportamiento del apego (búsqueda por proximidad) a más de una figura
tan pronto como empiezan a para discriminar entre los cuidadores, la mayoría viniéndolo
a hacer durante su segundo año. Estas cifras se organizan jerárquicamente, con la
principal figura de apego en la parte superior.
El conjunto de metas del sistema de comportamiento de apego es la de mantener un
vínculo con una figura de apego accesible y disponible. «Alarma» es el término usado para
la activación del sistema conductual del apego causado por el miedo o el peligro.
«Ansiedad» es la anticipación o el miedo de ser descartado por la figura de apego. Si la
figura no está disponible o no responde, ocurre la angustia de separación. En los recién
nacidos, la separación física puede causar ansiedad y rabia, seguida por tristeza y
desesperación. A los tres o cuatro años de edad, la separación física no es más una
amenaza a los vínculos del niño con la figura de apego. Surgen amenazas a la seguridad en
los niños mayores y adultos a partir de la ausencia prolongada, interrupción en la
comunicación, indisponibilidad emocional o signos de rechazo o abandono.
Comportamientos
El sistema conductual del apego sirve para mantener o lograr una mayor proximidad a la
figura de apego. Los comportamientos pre-apego se producen en los primeros seis meses
de vida. Durante la primera fase (las primeras ocho semanas), los niños sonríen, balbucean
y lloran para atraer la atención de los cuidadores. Aunque los niños de esta edad aprendan
a diferenciar los cuidadores, estos comportamientos están dirigidos a cualquier persona
que esté cerca. Durante la segunda fase (dos a seis meses), el bebé aumenta su capacidad
para discriminar entre adultos conocidos y desconocidos, por lo que es más receptivo al
cuidador; seguir y asegurarse se añaden a la gama de comportamientos. El apego claro y
cierto se desarrolla en la tercera fase, de entre seis meses y dos años. El comportamiento
del bebé en relación con el cuidador se organiza sobre la base de un comportamiento
intencional para lograr las condiciones que lo hagan sentirse seguro. Al final del primer
año, el bebé es capaz de demostrar una serie de comportamientos de apego destinadas a
mantener la proximidad. Estos se manifiestan como protesta contra la partida del
cuidador, saludando a su regreso, aferrándose a él cuando se asusta y le acompañará
cuando pueda.21 Con el desarrollo de la locomoción, el bebé comienza a usar el cuidador o
cuidadores como una base segura para explorar. La exploración del bebé es mayor cuando
el cuidador está presente, debido a que su sistema de apego está relajado y libre de
explorar. Si el cuidador está inaccesible o no responde, la conducta de apego se muestra
con más fuerza.
La ansiedad, el miedo, la enfermedad y la fatiga provocarán en el niño un aumento de los
comportamientos de apego. Después del segundo año, cuando el niño comienza a ver al
cuidador como una persona independiente, se forma una asociación corregida por
objetivos más complejos. Los niños empiezan percibir objetivos y los sentimientos de los
demás y planifican sus acciones en consecuencia. Por ejemplo, mientras que los recién
nacidos lloran por el dolor, los bebés de dos años lloran para llamar a sus cuidadores, y si
eso no funciona, lloran más fuerte, se callan o van tras el cuidador.
Principios
Los comportamientos de apego y las emociones humanas son adaptables. La evolución
humana trajo como consecuencia la selección de los comportamientos sociales que hacen
la supervivencia del individuo o del grupo más probable. El comportamiento de apego más
comúnmente observado en niños de brazos que están cerca de personas familiarizadas
tendrían ventajas claras en el ambiente de la adaptación primitiva, y tiene esas ventajas
hoy en día. Bowlby consideró el entorno de adaptación primitiva similar a las actuales
sociedades cazadoras-recolectoras. Existe una ventaja de supervivencia en la capacidad de
percibir condiciones potencialmente peligrosas, tales como la ignorancia, la soledad o la
aproximación rápida. Según Bowlby, la búsqueda de la proximidad a la figura de apego
frente a la amenaza es el objetivo del sistema conductual del apego.
El sistema de apego es muy robusto y los humanos jóvenes crean vínculos con facilidad,
incluso en circunstancias nada ideales. A pesar de esta robustez, una separación
significativa de un cuidador conocido –o cambios frecuentes de cuidadores que impiden el
desarrollo del apego– pueden resultar en psicopatologías en algún punto futuro en la vida.
Los recién nacidos en sus primeros meses no tienen preferencia por sus padres biológicos
o por extraños. Las preferencias por ciertas personas, además de los comportamientos que
soliciten su atención y cuidado, son desarrolladas durante un período considerable de
tiempo. Cuando un recién nacido se irrita por su separación del cuidador, esto indica que
el enlace afectivo ya no depende de la presencia del cuidador, pero es de naturaleza
permanente.
Las experiencias prematuras con los cuidadores dan como consecuencia la aparición
progresiva de un sistema de pensamientos, recuerdos, creencias, expectativas, emociones
y comportamiento acerca de sí mismo y de los otros.
El período crítico de Bowlby, que va desde los seis meses a dos o tres años, ha sido
modificado para un abordaje menos radical. Hay un período sensible durante el cual es
muy deseable desarrollar vínculos selectivos, pero este período es más grande y el efecto
es menos fijo e irreversible que el propuesto originalmente. Con más investigación, los
autores, examinando la teoría del apego, han evaluado que el desarrollo social se ve
afectada tanto por las relaciones iniciales como posteriores. Los primeros pasos en la
vinculación se producen más fácilmente si el recién nacido tiene un cuidador, o el cuidado
ocasional de un pequeño número de otras personas. Según Bowlby, casi desde el principio,
muchos niños tienen más de una figura a quién ellas dirigen el comportamiento de apego.
Estas cifras no son tratadas de la misma manera, para un niño, hay una fuerte tendencia en
dirigir el comportamiento de apego a una persona en particular, principalmente. Bowlby
utiliza el término "«monotropia» para describir esta tendencia. Los investigadores y
teóricos han abandonado este concepto en la medida en que puede ser tomado en el
sentido de que el relacionamiento con la figura especial difiere cualitativamente de aquel
con otras figuras. Por el contrario, el pensamiento actual postula la existencia de
jerarquías definidas de relacionamientos.
Las experiencias prematuras con los cuidadores dan gradualmente origen a la aparición
progresiva de un sistema de pensamientos, recuerdos, creencias, expectativas, emociones
y conductas sobre sí mismo y los demás. Este sistema, llamado «modelo interno de
funcionamiento de relaciones sociales», continúa desarrollándose con el tiempo y la
experiencia. Los modelos internos regulan, interpretan y predicen la relación entre el
comportamiento de unión en sí mismo y en la figura de apego. A medida que ellas se
desarrollan de acuerdo con los cambios en su medio ambiente y desarrollo, incorporan la
capacidad de reflexionar y comunicarse sobre las relaciones de apego pasadas y futuras.
Ellos permiten que los niños jueguen con los nuevos tipos de interacciones sociales,
sabiendo, por ejemplo, que un recién nacido deben ser tratado de manera diferente que un
niño mayor, o las interacciones con los maestros y los padres comparten características.
Este modelo interno de trabajo continúa desarrollándose hasta la edad adulta, ayudando a
hacer frente a las amistades, el matrimonio y la paternidad, los cuales implican diferentes
comportamientos y sentimientos. El desarrollo del apego es un proceso transitorio. Los
comportamientos específicos de apego comienzan con conductas predecibles
aparentemente innatas, en la infancia. Ellos cambian con la edad de maneras que se
determinan, en parte, por la experiencia y, en parte por factores situacionales. Como las
conductas de apego cambian con la edad, lo hacen de maneras moldeadas por las
relaciones. El comportamiento de un niño cuando se une con su cuidador está
determinado no solo por cómo el cuidador ha tratado al niño antes, sino también por la
historia de los efectos que el niño tiene sobre el cuidador.

Cambios en apego durante la infancia y la


adolescencia
Continuamente la edad, el desarrollo cognitivo y la experiencia social promueven el
desarrollo y la complejidad del modelo interno de trabajo. Las conductas de apego del
período recién-nacido/niño de pecho pierden algunas de sus características típicas y
asumen las tendencias relacionadas con la edad. El período preescolar implica el uso de la
negociación y gangas. Por ejemplo, los niños de cuatro años se angustian por la separación,
si ellos y sus cuidadores ya han negociado un plan común para la separación y reunión.
Idealmente, estas habilidades sociales son incorporadas por el modelo interno de
funcionamiento para ser usados con otros niños y, más tarde, con pares adultos. Cuando
los niños mudan a los años de la escuela en torno a seis años de edad, la mayoría
desarrolla una asociación corregida meta con los padres, en la que cada participante está
dispuesto a ceder con el fin de mantener una relación gratificante. Durante la tercera
infancia (7-11 años), la meta del sistema conductual del apego cambia de proximidad a la
figura de apego a la disponibilidad. Generalmente, un niño queda satisfecho con largas
separaciones, con la condición de que el contacto —o la capacidad para reunirse
físicamente, si es necesario— estén disponibles. Las conductas de apego, como aferrarse y
seguir al cuidador disminuye y aumenta la autoconfianza. Durante la tercera infancia,
puede haber un cambio en relación con la coregulación mutua de base segura en el que
cuidador y el niño negocian métodos de mantener una comunicación y supervisión,
mientras el niño se mueve hacia un mayor grado de independencia.
En la primera infancia, las figuras paternas permanecen como el centro del mundo social
del niño, aunque pasen largos períodos de tiempo sobre cuidado alternativo. Esto
disminuye gradualmente, sobre todo durante la entrada del niño en la educación formal.
Los modelos de apego de la escuela de los niños pequeños suelen ser evaluados en
relación a las cifras concretas, como los padres y otros cuidadores. Parece que hay
limitaciones en el pensamiento de los niños que restringen su capacidad para integrar las
experiencias de relación en un único modelo general. En general, los niños comienzan a
desarrollar un único modelo general de las relaciones de apego en la adolescencia, aunque
esto ya se puede producir en la tercera infancia.
Las relaciones con los padres tienen una influencia en el niño que es distinta de la relación
padre-hijo, aunque este último pueda influenciar en la forma de la relación del niño con
sus semejantes. Aunque sus compañeros se vuelvan importantes en la infancia media, la
evidencia sugiere que no se convierten en una figura de apego, aunque los niños puedan
dirigir las conductas de apego a sus compañeros, si las figuras parentales no están
disponibles. Las relaciones con los compañeros tienden a surgir en la adolescencia, aunque
los padres sigan siendo figuras de apego. Con los adolescentes, el papel de las figuras
parentales es estar disponible cuando sea necesario, mientras que el adolescente hace
excursiones al mundo exterior.

Postulados de apego
Gran parte de la teoría del apego fue esclarecida por la metodología innovadora y los
estudios observacionales de Mary Ainsworth. Usando la formulación inicial de Bowlby,
realizó una investigación observacional con pares padre/madre-bebé (o díada) durante el
primer año del niño, combinando extensas visitas a domicilio con el estudio del
comportamiento en situaciones particulares. Ainsworth identificó tres estilos de apego, o
patrones, que un niño puede tener con las figuras de apego: seguro, evitativo (inseguro) y
ambivalente o resistente (inseguro). Ella desarrolló un procedimiento conocido como
el Protocolo de Situación Extraña como la parte de laboratorio de su estudio más
amplio, para evaluar el comportamiento de la separación y reencuentro. Esta es una
herramienta de investigación estandarizada que se utiliza para evaluar los patrones de
apego en bebés y niños en brazos. Al crear tensiones diseñados para activar la conducta de
apego, el procedimiento pone de manifiesto cómo los niños pequeños usan a su cuidador
como fuente de seguridad. El cuidador y el niño se colocan en un cuarto de juegos familiar,
mientras que un investigador registra comportamientos específicos, observando a través
de un espejo unidireccional. En ocho episodios diferentes, el niño experimenta separación
/ reunión con el cuidador y la presencia de un extraño desconocido.
El trabajo de Ainsworth atrajo a muchos estudiosos en este campo en los Estados Unidos,
inspirado investigaciones y desafiando el dominio del conductismo. Las investigaciones
posteriores realizadas por Mary Main y sus colegas de la Universidad de California en
Berkeley identificaron un cuarto patrón de vinculación, llamado apego desorganizado /
desorientado. El nombre refleja la falta de una estrategia coherente para hacer frente a
estos niños.
El tipo de apego desarrollado por los recién nacidos depende de la calidad de la atención
que reciben. Cada patrón de apego está asociado a un cierto patrón de comportamiento
característico, como se describe en la siguiente tabla:

Patrón de comportamiento del niño y del cuidador antes de los 18 meses de edad

Patrón
Niño Cuidador
de apego

Seguro Utiliza el cuidador como una base Reacciona de forma


segura para la exploración. Protesta apropiada, rápida y
contra la partida del cuidador y busca consistente a las
proximidad, y es consolado por la necesidades. El
espalda, volviendo a la exploración. cuidador formó, con
Puede ser consolado por extraños, éxito un vínculo
pero muestra una clara preferencia por paternal seguro con el
el cuidador. niño.

Ansioso Ceñido, incapaz de hacer frente a las Excesivamente


ausencias del cuidador. Busca protector del niño, y no
garantías constantemente. puede permitir la toma
de riesgos, y da paso
hacia la independencia.

Ambivalente/Resistente No se puede utilizar el cuidador como Inconsistente entre las


una base segura, buscando la respuestas apropiadas
proximidad antes de que ocurra la y negligentes. Por lo
separación. Se irrita con la separación general, reacciona solo
con ambivalencia, rabia, renuencia a después de aumento de
acurrucarse al cuidador y enseguida la conducta de apego
volver a jugar. Se preocupa por la del recién nacido.
disponibilidad del cuidador, buscando
contacto, pero resistiendo
furiosamente cuando es alcanzado. No
es aliviada fácilmente por extraños. En
este relacionamiento, el niño siempre
se siente ansioso porque la
disponibilidad del cuidador nunca es
consistente.

Evitativo Poco intercambio afectivo en el juego. Pequeña o ninguna a la


Poca o ninguna irritación con la salida, irritación del niño.
poca o ninguna respuesta visible al Desalienta el lloro y
volver, ignorando o alejándose sin alienta la
ningún esfuerzo para mantener independencia.
contacto, se asegura. Trata al extraño
de manera similar al cuidador. El niño
siente que no hay apego, por lo tanto
el niño es rebelde y tienen baja
autoimagen y autoestima.

Desorganizado Vuelven los estereotipos como si Comportamiento


tuviera frío o se balanceara. La falta de asustado o asustador,
una estrategia coherente de apego intrusión, retiro,
demuestra comportamientos negatividad, confusión
contradictorios y / o confundidos, cómo de roles, errores de
acercarse, pero con el rostro boca comunicación afectiva y
abajo. los malos tratos. Muy a
menudo asociado a
muchas formas de
abuso infantil.

La presencia de un vínculo se diferencia por su calidad. Los recién nacidos forman vínculos
si hay alguien para interactuar con ellos, incluso si son maltratados. Las diferencias
individuales en las relaciones reflejan la historia de la atención, ya que los bebés
comienzan a predecir el comportamiento de los cuidadores a través de las repetidas
interacciones. El foco es la organización (estándar) en lugar de la cantidad de conductas de
apego. Los patrones de apego inseguro no son ideales, pues ellos pueden comprometer la
exploración, la autoconfianza y el conocimiento más profundo del ambiente. Sin embargo,
los patrones de inseguridad también son adaptativos, ya que son reacciones apropiadas a
la indiferencia del cuidador. Por ejemplo, en el patrón de evitación, para minimizar las
expresiones de unión, incluso bajo condiciones de amenaza leve, evitará alejar a los
cuidadores que ya están rechazados, dejando, así, la posibilidad de respuesta en el caso de
que surja una amenaza más grave.
A corto plazo, la estabilidad de las clasificaciones de apego es alta, pero, a largo plazo, se
hace más pequeña. Parece que la estabilidad de la clasificación está conectada a la
estabilidad en las condiciones de cuidado inferido. Los eventos estresantes o negativos —
como la enfermedad, la muerte, el abuso o el divorcio— se asocian a los patrones de
inestabilidad de la infancia al comienzo de la edad adulta, particularmente de seguro a
inseguro. Por otra parte, estas dificultades reflejan, algunas veces, levantamientos en la
vida privada de las personas, que pueden cambiar. En ocasiones, las reacciones de los
padres cambian con el desarrollo del niño, cambiando también la clasificación de inseguro
a seguro. Las transformaciones fundamentales pueden y toman lugar después del período
crítico inicial. Los niños abusados o descuidados físicamente son menos propensos a
desarrollar apegos seguros, y sus clasificaciones inseguras tienden a persistir a lo largo de
los años preescolares. La negligencia está asociada únicamente a las organizaciones
inseguras, y las tasas de apego desorganizado están marcadamente elevadas en los recién
nacidos maltratados.
Significado de los patrones de apego
Existe un amplio cuerpo de investigaciones que demuestran una asociación significativa
entre las organizaciones del apego y el propósito de los niños en diversos campos. El
apego inseguro prematuro no prevé, necesariamente, dificultades, pero es una
inadecuación para el niño, sobre todo si las conductas parentales similares continúan
durante toda la infancia. Comparado con el ajuste de los niños con apego seguro, los niños
con apego inseguro no está tan bien apoyados en muchos ámbitos de la vida, colocando
sus relaciones futuras en peligro. Aunque la conexión no esté totalmente establecida por la
investigación y haya otras influencias, además del apego, los recién nacidos seguros son
más propensos a ser socialmente competentes que sus pares inseguros. Las relaciones
formadas con semejantes influencian la adquisición de habilidades sociales, el desarrollo
intelectual y la formación de la identidad social. La clasificación del estado (popular,
descuidado o rechazado) de los niños ha sentado las bases para la predicción de ajuste
posterior.10 Los niños inseguros, sobre todo los evitativos, son especialmente vulnerables
al riesgo de familia. Los problemas sociales y de comportamiento aumentan o disminuyen
con el deterioro o mejora de la atención de sus padres. Sin embargo, un apego seguro
prematuro parece tener una función protectora duradera. Así como la vinculación a
figuras paternas, las experiencias posteriores pueden alterar el curso del desarrollo.
El patrón más preocupante es el apego desorganizado. Alrededor del 80 % de los recién
nacidos que sufrieron maltrato son susceptibles de ser clasificados como desorganizados,
en contraposición al 12 % encontrados en grupos que no sufrieron maltrato. Solo
alrededor del 15 % de los recién nacidos que sufrieron maltrato son propensos a ser
clasificados como seguros. Los niños con un patrón desorganizado en la infancia tienden a
mostrar, en las relaciones, claros patrones de disturbio. A continuación sus relaciones con
sus pares, muchas veces, se caracterizan por el patrón de la agresión y retirada llamado
«reacción de lucha o huida». Estos niños tienen más probabilidades de convertirse en
padres que maltratan. Una minoría de estos niños no tienen, en lugar de lograr vínculos
seguros, una buena relación con sus compañeros y estilo paterno no abusivo. La relación
entre el apego inseguro, sobre todo la clasificación desorganizada, y el surgimiento
de psicopatología en la infancia está bien establecida, aunque un factor de riesgo no
específico para problemas futuros, no una patología o una causa directa de patología en sí.
En el aula, al parecer, los niños ambivalentes tienen un mayor riesgo de trastornos de
internalización, y los niños desorganizados y evitativos, externalización de trastornos.
Una explicación para los efectos de las clasificaciones de apego prematuro puede estar en
el mecanismo interno de funcionamiento. Los modelos internos no son solo «imágenes»,
sino también se refieren a los sentimientos despertados. Ellos permiten a la persona
anticipar e interpretar el comportamiento del otro y planificar una reacción. Si un recién
nacido percibe a su cuidador como una fuente de seguridad y apoyo, es más propenso a
desarrollar una autoimagen positiva y espera reacciones positivas de los otros. Por otro
lado, un niño que pasa con un cuidador por una relación de abuso, puede internalizar una
autoimagen negativa y generalizar las expectativas negativas en otras relaciones. Los
modelos internos de funcionamiento en los cuales el comportamiento de apego está
basado muestran un grado de continuidad y estabilidad. Los niños son propensos a caer en
las mismas categorías que los cuidadores primarios, lo que indica que los modelos de los
cuidadores afectan a la forma de relacionarse con sus hijos. Bowlby creía que los primeros
modelos formados son más propensos a persistir porque existen en el subconsciente.
Estos modelos no son, sin embargo, impermeables al cambio, dadas experiencias de
relacionamiento, una minoría de los niños tienen diferentes clasificaciones de apego con
diferentes cuidadores.
Existe cierta evidencia de que las diferencias de género en patrones de apego de
significancia adaptable comienzan a emerger en la infancia media. El apego inseguro y el
estrés psicosocial prematuro indican la presencia de un riesgo en torno al niño (pobreza,
enfermedad mental, inestabilidad, estatus de minoría, violencia, por ejemplo). Esto tiende
a facilitar el desarrollo precoz de estrategias de reproducción. Sin embargo, diferentes
patrones son valores adaptativos diferentes para hombres y mujeres. Los niños inseguros
del sexo masculino tienden a adoptar estrategias de evitación, mientras que las del sexo
femenino tienden a adoptar estrategias de ansiedad/ambivalencia, a menos que estén en
un ambiente de alto riesgo.

Privación materna
La idea inicial de la escuela psicoanalítica de la relación de los objetos, especialmente
de Melanie Klein, influenció a Bowlby. Sin embargo, estaba profundamente en desacuerdo
con la creencia psicoanalítica predominante de que las reacciones de los bebés se
relacionan con su vida de fantasía interna en lugar de con los acontecimientos de la vida
real. Bowlby formuló sus conceptos influenciados por los estudios de casos de los
delincuentes y los niños con trastornos como las de William Goldfarb, publicado en 1943 y
1945.
El contemporáneo de Bowlby, René Spitz observó la tristeza de los niños separados,
proponiendo que los resultados «psicotóxicos» eran causados por las experiencias
inapropiadas de cuidadores prematuros.
En su monografía para la Organización Mundial de la Salud, escrita en 1951, Cuidado
Maternal y Salud Mental, Bowlby presentó la hipótesis de que «el recién nacido y el niño
deben experimentar una relación continua, íntima y cálida, con su madre (o madre
sustituta permanente) en el que ambos puedan encontrar tanto satisfacción como placer»,
cuya falta puede acarrear consecuencias significativas e irreversibles para la salud mental.
En este artículo también se publicó bajo el nombre «Cuidado Infantil y el Crecimiento del
Amor» para el consumo público. La propuesta central fue influyente pero muy
controversial. En la época, había datos empíricos y limitados y ninguna teoría completa
para explicar esta conclusión. Sin embargo, la teoría de Bowlby despertó considerable
interés en la naturaleza de las relaciones iniciales, dando un fuerte impulso a (en las
palabras de Mary Ainsworth) un «gran cuerpo de investigación» en un área muy difícil y
compleja.72 El trabajo de Bowlby y (las películas de Robertson) causaron una revolución
virtual en las visitas hospitalarias por sus padres, provisión del hospital para la diversión
de los niños, las necesidades sociales y educativas y el uso de viveros residenciales. Con el
tiempo, los orfanatos fueron abandonados en favor de las casas de estilo familiar o la
adopción provisoria en los países más desarrollados.
Formulación de la teoría
El origen formal de la teoría comenzó, en 1958, con la publicación de dos artículos, siendo
el primero «La naturaleza del vínculo de los niños con su madre» de Bowlby, en el que se
introdujeron los conceptos precursores «apego». El segundo fue «La naturaleza del amor»,
de Harry Harlow. Este último se basa en experimentos que mostraban las crías de monos
rhesus pareciendo formar un vínculo emocional con madres adoptivas que no ofrecían
comida, pero no formaban con madres adoptivas que proporcionaron una fuente de
alimento, pero fueron menos comprensivos al tacto. Bowlby publicó, a continuación, dos
artículos: «Ansiedad de separación» (1960), y «Dolor y luto en la primera infancia»
(1960b). Al mismo tiempo, su colega Mary Ainsworth, con las teorías etológicas de Bowlby
en mente, estaba completando sus extensos estudios observacionales sobre la naturaleza
de los vínculos en bebés, en Uganda.6 La teoría del apego se presentó finalmente en 1969
en Apego, el primer volumen de la trilogía Apego y pérdida. El segundo y el tercer
volumen, Separación: ansiedad y rabia y Pérdida: tristeza y depresión, se presentaron en
1972 y 1980 respectivamente. Apego fue revisado en 1982 para incorporar investigación
posterior.
La teoría del apego se produjo en un momento en que las mujeres estaban reclamando sus
derechos a la igualdad y a la independencia, dándole a las madres una nueva causa de
ansiedad. La teoría del apego en si no es específica en cuanto al género, pero en la sociedad
occidental las madres eran, en gran parte, quienes asumían la responsabilidad del cuidado
de los niños en sus primeros años. Por lo tanto, la falta de atención adecuada a los niños
fue atribuida a las madres, a pesar de la nueva organización social que las dejó
sobrecargadas. La oposición a la teoría del apego se unió en torno a esta cuestión. Las
feministas ya habían criticado la suposición de que la anatomía es el destino, que ellas la
veían implícita en la hipótesis de la privación materna.
Políticas en el cuidado de niños
Las políticas sociales relacionadas al cuidado de los niños fueron la fuerza motriz del
desarrollo de la teoría del apego de Bowlby. La dificultad reside en la aplicación de
conceptos de apego a la política y a la práctica. Esto se debe a que la teoría hace hincapié
en la importancia de continuidad y sensibilidad en las relaciones de cuidado en vez de un
enfoque behaviorista de estímulo o refuerzo de los comportamiento del niño. En
2008, Charles H. Zeanah y sus colegas señalaron que «apoyar las primeras relaciones entre
padres e hijos es una meta cada vez más importante de los profesionales de salud mental,
proveedores de servicio a la comunidad y formuladores de políticas (...) La teoría del
apego y la investigación han generado importantes descubrimientos sobre el desarrollo
infantil y estimuló la creación de programas para apoyar a las primeras relaciones entre
padres e hijos».
Históricamente, la teoría tiene implicaciones políticas importantes para los niños
hospitalizados o institucionalizados, y para aquellos en guarderías de mala calidad. Existe
controversia sobre si el cuidado no maternal, sobre todo en contextos grupales, tiene
efectos perjudiciales en el desarrollo social. Se desprende de la investigación que la
atención de mala calidad conlleva riesgos, pero que aquellos que experimentan un cuidado
alternativo de buena calidad lo afrontan bien, a pesar de que es difícil proporcionar una
buena calidad de atención individualizada en ambientes grupales.
La teoría del apego también puede orientar decisiones en el servicio social y procesos
judiciales de acogimiento o de otras colocaciones. Teniendo en cuenta las necesidades del
apego del niño, la teoría puede ayudar a determinar el nivel de riesgo que representan las
opciones de posicionamiento. En el ámbito de la adopción, el cambio de las adopciones
«cerradas» a las «abiertas» y se espera la importancia de la búsqueda de los padres
biológicos basada en la teoría del apego. Muchos investigadores en el campo fueron
fuertemente influenciados por ella.

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