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FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS

LITERATURAS GRIEGA Y LATINA


Cátedra: Ivana S. Chialva; Ma. Victoria Martínez
Alumna: Camusso Araceli 40990607
Parcial domiciliario individual: Eneida de Virgilio

1. A partir de la lectura de Bravo (Historia de la Roma antigua) y de Grimal (El siglo de Augusto),
explicar en tres párrafos las características centrales del contexto de producción en el cual
surge Eneida.
2. A partir del Libro VI, explicar el proceso de imitatio de la épica griega y los elementos originales
del poema virgiliano en el episodio del descenso al Averno. Tener en cuenta los estudios de
Florio (La Eneida: reinvención de la épica) y Galán (Virgilio. Eneida. Una introducción crítica)
para el análisis de los aspectos más relevantes de ese fragmento del poema.

Formato: mínimo: 3 pág. /máximo 4 pág. Fuente: Calibri 11, espaciado 1.5

Fecha de entrega: 16 de noviembre de 2018 (sin excepción).

Condición de regularidad: el derecho a recuperatorio será sólo para aquellos que entreguen
este trabajo en tiempo y forma.

1. Lo que Grimal llama “el siglo de Augusto” hace referencia al período que comienza luego
de la muerte de Julio César el 15 de marzo del 44 a. c., hasta la muerte de quien se hacía
llamar Augusto, Octavio Turino, el 19 de agosto del 14 a. c. El mismo tiene lugar en Italia,
más específicamente en Roma. Tal como su nombre lo indica, la participación de Augusto
se destaca a lo largo de esta etapa tratándose de un “hombre que, al llegar al poder,
encontró Roma en el caos, y que cuando murió dejó un estado organizado, pacificado,
armado de un ideal y de una razón de ser” (1972: 6). Después de una serie de relaciones
cercanas a la familia de César y tras la muerte de su padre en el año 58 a. c., Julio César
adopta a Octavio. De esta manera, a su muerte, el joven recibió la herencia del dictador,
aunque no aún el lugar en el poder que habría de hacerse con el pasar del tiempo a través
de astutas estrategias políticas.

Luego de contadas guerras civiles contra Antonio -seguidor de César que aspiraba a
adueñarse del poder- y consiguiendo el reconocimiento de sus derechos legales, Octavio
se hizo de una posición de poder que fue creciendo con el tiempo. No obstante, no es
hasta su victoria ante Antonio y Cleopatra -en la batalla de Accio en el año 31 a. c.- que

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acapara totalmente el poder sobre Roma. A raíz de este acontecimiento, un tiempo
después, en el 27 a. c., Octavio recibe el título de Augustus. El mismo le permite desde
entonces construir el principado, tomar el lugar de presidente del senado y de jefe
supremo de estado. Podía ejercer el control sobre cualquier rama de la administración
pública. Así, establecido el principado que le otorgaba el gobierno sobre las instituciones,
se hallaba conferido de una autoridad moral casi religiosa. De esta manera Augusto
instaura un nuevo régimen: “’restituyó’ una república que estaba a mitad de camino entre
una oligarquía y una monarquía ‘ilustrada’” (1972: 49).

Así, la estrategia política de Augusto sentaba sus bases en la necesidad de establecer la


paz, se propone entonces el proyecto de la pax romana. Dicho proyecto tenía el objetivo
de generar la estabilidad del imperio, acabar con las guerras civiles y mantener la
seguridad, condiciones que operaron en función del desarrollo económico y la expansión
territorial. Una de las estrategias que marcan la diferencia en el mandato de Augusto es
lo que Grimal llama el recurso de la “propaganda”. Haciendo así, un inteligente uso de la
literatura latina, arte que en la época alcanzó su apogeo, en favor de su estrategia política.
De esta manera, entran en juego los poetas del círculo de Mecenas, amigo muy cercano
de Augusto. Tanto Horacio como Virgilio forman parte del establecimiento de la política a
través de la poética. Al segundo de estos se le encarga, por parte de Augusto en el 29 a.
c., la escritura de Eneida, la idea de una obra que relatara la gesta de un “héroe
justificador”. Para finalizar se puede afirmar que la tarea política de Augusto no se basó
simplemente en la conquista violenta del poder, sino en el establecimiento de un orden,
el usar la literatura en servicio de esa “’revolución de los espíritus’ indispensable para que
tuviera pleno éxito la revolución política en que trabajaba Octavio” (1972: 59).

2. La Eneida, obra escrita por Virgilio, a pesar de sus grandes diferencias, sienta sus bases en
la épica homérica. Esto le provee a Virgilio los cimientos para la creación de un nuevo
modelo heroico que se adapta al contexto y los objetivos del encargo de Augusto. La
misma relata el periplo del viaje de Eneas -héroe troyano- desde que huye de Troya hasta
que llega al lacio para fundar el imperio Romano. La estructura del texto combina las
características de Ilíada y Odisea, pero esta se sirve del mito para llegar a la historia. El
autor, Virgilio, se sirve de la noción de imitatio como procedimiento central para la
escritura de este texto.

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En muchos apartados de Eneida puede demostrarse el uso de la imitatio al que recurre
Virgilio. Un ejemplo de este se da en el libro VI en el que, en contraste con el canto XI de
Odisea, puede observase el desarrollo del recurso en diferentes aspectos. En el primero
de los casos, el libro VI de Eneida, Eneas debe recorrer el mundo de los muertos en busca
de Anquises, su padre, quien le confesará el futuro de su estirpe y de la nueva ciudad que
debe fundar:

“-Ahora –dijo- quiero que sepas la gloria que a la raza de Dárdano reserva el porvenir y cuál
será un día tu posteridad italiana; quiero que conozcas a las ilustres almas que perpetuarán
nuestro nombre y sus destinos (…) la ilustre Roma extenderá su imperio a todo el mundo (…)
tú, romano, recuerda que a ti te pertenece conquistar y gobernar el mundo” (2007: 174-177).

Por otro lado, en el canto XI de Odisea, el héroe debe ir al inframundo a consultar al


adivino Tiresias sobre su regreso a Ítaca:

“Vino después el alma de Tiresias, (…) y me habló de esta manera: - (…) Buscas la dulce vuelta,
preclaro Odiseo, y un dios te la hará difícil; pues no creo que le pases inadvertido al que sacude
la tierra, quien te guarda rencor en su corazón, porque se irritó cuando le cegaste el hijo. (…)
llegarás tarde y mal, habiendo perdido todos los compañeros en nave ajena, y hallarás en tu
palacio otra plaga: unos hombres soberbios que se comen tus bienes y pretenden a tu divinal
consorte” (2015: 170-171).

Puede decirse entonces, que Virgilio ha realizado el proceso de imitatio respecto del canto
XI de Odisea. Por ejemplo, esto puede observarse en el hecho de que ambos héroes, tanto
Eneas como Odiseo, reciben las instrucciones precisas para descender al infierno –de la
Sibila, en el caso de Eneas, y de Circe, en el caso de Odiseo-. A su vez, en cada poema, el
héroe recibe el encargo de un amigo muerto recientemente de la realización de los
correspondientes ritos fúnebres, tarea que ambos héroes concretan luego del regreso de
su descenso (Miseno en el caso de Eneas). Por otro lado, también cabe destacar las
diferencias significativas que se establecen entre ambos poemas. Un ejemplo de estas es
que, Odiseo no realiza un descenso al averno propiamente dicho, sino que ejecuta una
invocación a los muertos, procedimiento que es denominado nékuia. A diferencia de esto,
en la Eneida se produce una katábasis, es decir que el héroe desciende y recorre el hades,
teniendo como guía a la Sibila. La diferencia radica en que Odiseo solo invoca el alma de
los muertos en la espera de que Tiresias aparezca con la respuesta a sus preguntas y
posteriormente poder hablar con su difunta madre. El héroe realiza el nékuia con el
objetivo principal de los nostoi, regresar a la tierra paterna. En cuanto a Eneas, desciende

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al hades con el único objetivo de encontrar a su padre Anquises, quien en vida había sido
interprete de las señales divinas, y que, muerto, tiene el deber de revelar a su hijo el
futuro. Dicho de otra manera, Eneas tiene el deber de realizar la katábasis para lograr
conocer y cumplir su único destino (fatum), la fundación de Roma. Asimismo, Eneas debe
descender al infierno para poder dejar atrás su pasado y avanzar en el camino asignado
por su fatum. Así, y en función de esto, en su recorrido por el hades, el héroe se encuentra
a distintos personajes. El primer encuentro tiene lugar entre Eneas y Palinuro, la muerte
más reciente de la que ha sido testigo. Luego, al alcanzar el campo de los llantos, Eneas
encuentra a Dido, quien, dolida, lo ignora por completo. Este encuentro representa lo que
el héroe ha tenido que sacrificar para cumplir su fatum: el amor por la reina de Cartago.
El mismo, no tiene lugar en su destino, ya que otra esposa le ha sido asignada y el fatum
no puede ser alterado. Por último, antes de su encuentro con Anquises, Eneas tiene un
encuentro con Deífobo, hijo del rey Príamo y representante de sus pérdidas más lejanas:
la guerra y su ciudad natal. Así, puede decirse que a partir de esto el héroe deja atrás los
acontecimientos pasados y se concentra en los futuros, la pronta fundación de Roma.

Dejando aparte del proceso de imitatio, otra de las innovaciones de Virgilio en su obra es
la oportunidad de leer el libro VI de Eneida en clave metapoética. Esto se advierte ya desde
el principio con la introducción intertextual del relato del laberinto de Dédalo: “Aquí
también, el laberinto y sus revueltas falaces, por lo cual Dédalo, compadecido por el
profundo amor de Ariadna, salvó a Teseo dándole un hilo que salvase sus pasos.” (2007:
152). A partir de este fragmento, cabe la posibilidad de interpretar a Eneas como un lector
que debe mantener el hilo de las señales que debe interpretar para concretar lo que su
fatum establece. Por último, a diferencia de la Odisea, puede decirse que la Eneida se
reconoce a sí misma como ficción literaria, a través del mito se justifica la historia. Así, si
bien Virgilio utilizo el proceso de imitatio en su poema, pueden observarse varias
diferencias con la obra homérica.

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Bibliografía

 BRAVO, G. Historia de la Roma antigua. Ed. Alianza, Madrid, 1998.


 FLORIO, R. “La Eneida: reinvención de la épica” en Quaderni urbinati di cultura
classica. Nuova Serie 70, N. 1 – 2002, Instituti Editoriali e Poligrafici
Internazionali. Pisa, Roma.
 GALÁN, L. Virgilio. Eneida. Una introducción crítica. Santiago Arcos editor, Buenos
Aires, 2015.
 GRIMAL, P. El siglo de Augusto. Editorial universitaria de Buenos Aires, Buenos
aires, 1972.
 HOMERO, Odisea. Mestas Ediciones. España, 2015.
 VIRGILIO, P. La Eneida. Colección Malva, Gradifco. Buenos Aires, 2007.

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