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Fútbol.

Felicidad y Vida
“Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del
hombre. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida.”
Para algunas personas el fútbol es solo un deporte. Sí bien tienen razón en
eso, el fútbol ya hace varias décadas que se ha convertido en algo mucho más
que un balón y 22 jugadores. Se ha convertido en alegría popular, en una
maquina generadora de esperanzas, así como en un monstruo devorador de
ilusiones.
El fútbol es una cuna de valores. El fútbol nos presenta constantemente un
escenario dónde se reta nuestra capacidad de tolerancia y de compañerismo.
Un escenario donde se ponen a prueba los propios valores de las personas,
donde se puede reflejar la decadencia del ser, o la belleza de la naturaleza
humana. Jugar en un equipo de fútbol es una excelente escuela de valores de
presente y futuro para los niños. El fútbol ayuda a que los niños interioricen los
valores adecuados gracias al ejemplo que perciben en las personas que son
importantes para ellos. Y a la constancia de ponerlos en práctica una y otra
vez. Porque hay que muscular los valores del mismo modo que las piernas.
El fútbol genera muchas cosas en los nenes al jugarlo. Por eso cuando
comienzan a disputar torneos, la mayoría busca que los nenes crezcan sin
importarle el resultado. Yo quiero que los nenes se diviertan con el fútbol. No
busquemos ganar títulos. Ellos verán después si quieren apuntar a más, pero lo
importante es que vean de chicos lo que es.
Si nos preguntan cuál es el deporte que tiene más adeptos en el mundo entero,
seguramente la mayoría responda el fútbol, y por eso se le conoce como
deporte rey. No importa la nacionalidad, la raza, la ideología, la cultura ni la
edad de las personas que se juntan para ver un partido de fútbol y sienten la
fuerza que este deporte transmite cuando vemos a nuestro equipo favorito
jugar en el campo.
Para los jugadores profesionales y aquellos que quieran serlo, se trata de una
felicidad proveniente del esfuerzo, la constancia y la disciplina, o mejor aún, de
sangre, sudor, y lágrimas. Una felicidad muchas veces inexplicable, tan
abstracta como real, tan pasajera como profunda, tan única. Pues eso es la
felicidad, un sentimiento irracional por lo emotivo. El fútbol nos la regala con
una condición, la de compartirla.
Pero lo mágico del fútbol es que siempre ofrece una segunda oportunidad.
Otorga una revancha que deriva en la más dulce de las victorias, o nos
devuelve a ese oscuro lugar de la derrota, sin embargo, nacen de nuevo los
más profundos sentimientos de esperanza.
Este deporte, a pesar de todas sus imperfecciones, nos ha demostrado que es
capaz de detener batallas como en la Tregua de Navidad y de unir naciones
enteras como en la Guerra Civil de Costa de Marfil. Nos ha demostrado que es
capaz de salvar vidas siendo una salida a la pobreza, el vicio y la violencia. Nos
ha dado una muestra de lo que significa el esfuerzo y la dedicación, de las
consecuencias de hacer algo con pasión. Nos invita a soñar constantemente, a
creer, a vivir siempre con una meta, ya sea la de jugar la final de un mundial o
la de ver a tu país celebrando por ganar la Copa. ¿Y luego qué? Más. En el
fútbol como en la vida no existen limite a los objetivos, no hay restricción
alguna de seguir soñando. Es por esto que este juego de humanos para
humanos, nos enseña que la vida tiene un propósito mucho más grande que
vivir para morir.
¿Es el fútbol sinónimo de vida? Este deporte ha llegado a detener guerras y
salvar miles de vidas, como en el caso de La Tregua de Navidad en la primera
guerra mundial y la Guerra Civil en Costa de Marfil.
¿Es el fútbol alegría popular? Finalmente, la respuesta la juzga cada quién. De
algo sí existe una seguridad absoluta, este juego se hizo para
divertirnos. Y la diversión es felicidad. ¿Quién no vive para ser feliz? El fútbol
es como la vida, o quizás debería serlo…

Eduardo Sacheri

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