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1er libro de samuel

Nacimiento de Samuel
1:5 Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le
había concedido tener hijos.

1:6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había


concedido tener hijos.

Ana y su esposo vivían en Ramatayin. Ellos amaban a Dios e iban al templo. El


esposo de Ana la amaba mucho. Pero Ana estaba triste. Ella no tenía niños. Penina se
reía de Ana porque no tenía niños. Ana lloraba y lloraba. Penina la había tratado muy
mal.
¿Qué piensan que hizo Ana? Ella fue al templo y oró. Ella oró de tal manera que sus
labios se movían pero no le salían palabras. Ella prometió que si Dios le daba un hijo
ella se lo dedicaría al Señor. Ella lo dejaría con el sacerdote para que aprendiera
acerca de Dios en el templo.
El sacerdote se llamaba Elí. Elí vio a Ana orando. Él no sabía que era lo que Ana
estaba haciendo. Elí pensó que estaba borracha y le preguntó--¿Estás borracha?
Ana se sorprendió y le dijo a Elí que ella estaba orando. Elí le dijo: — Que el Dios de
Israel te conceda lo que le has pedido.

Entregaría usted a su hijo, como Ana lo hizo?

Ana si dio a luz un hijo. Le puso por nombre Samuel, pues dijo: Al Señor se lo pedí. Ha
de haber sido una gran tentación quedarse con su hijo pero se acordó de su promesa
al Señor.
Ella sabía que tenía que guardar su promesa.
Cuando estaba destetado Samuel, Ana lo llevó al templo. Ella permitió que Elí lo
cuidara y le enseñara acerca de Dios. Cada año Ana visitaba a Samuel y le traía
vestuario nuevo. Ella amaba mucho a Samuel. Ana estaba muy agradecida que Dios
había contestado sus oraciones.

Dios cumplió su promesa a Ana. Ana cumplió su promesa a Dios. ¿Sabían que Dios
nos ha dado una promesa? El prometió que si creemos en Él, tendremos vida con Él
en el cielo para siempre. ¿Crees en Cristo? ¿Le has pedido que venga a tu vida? Dios
nos promete que Él nunca nos dejara. Él se quedará con nosotros para siempre y nos
ayudará a vivir de la mejor manera.

Llamado de Samuel

Elí era un buen hombre, pero sus hijos, Ofni y Finees, eran muy impíos. No conocían
al Señor. Eran egoistas y codiciosos y cometían muchas pecados horribles. Ellos
aborrecían las ofrendas del Señor, y aun tenían relaciones sexuales con las mujeres
que llegaron al Tabernáculo para adorar. Elí tenía la mayor culpa por los pecados de
sus hijos. Las Escrituras enseñan que "sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha
estorbado".

Dios se decidió traer juicio sobre la casa de Elí, y dio este mensaje de condenación al
niño Samuel.

Mientras Samuel dormía, escuchó una voz y pensó que Elí lo había llamado. Eso pasó
dos veces. Elí reconoció eso como un llamado de Dios. Él le dijo al joven Samuel que
la próxima vez que escuchara la voz, debería decir: "Habla, porque tu siervo oye".
La tercera vez Dios habló al pequeño Samuel con un mensaje de condenación para Elí
y su casa. Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará.

La vida de Samuel fue un milagro desde sus inicios, ya que Ana clamó fervientemente
porque era estéril y Dios le concedió tener a Samuel quien fue dedicado al Señor y quien
siempre estuvo al servicio en la casa de Dios. Me es interesante detenerme en estos
versículos, porque el capítulo 2 comienza detallando la oración de gratitud que Ana ofrece
a Dios y el regocijo que siente porque Dios le concedió la petición tan ansiada de ser
madre. Luego del versículo 12 en delante de ese capítulo, se comienza a relatar la
perversidad de los hijos de Elí y una profecía contra la familia de Elí.
Cuando comenzamos a leer los episodios que nos narra la historia a través de estos
capítulos del libro de Samuel, puede uno observar que desde el principio de los tiempos
siempre ha habido personas sin ningún tipo de temor hacia Dios. Este era el caso de los
hijos de Elí. Hijos de un sacerdote que hacían lo que les daba la gana y que vivían como
mejor les parecía. ¿Qué pasó con Elí qué como padre y sacerdote permitió que esto
pasara y no los corrigió? Eso es tema para otro escrito, pero lo que sí es cierto, es que
había una nube grande de testigos que estaban observando la maldad y la irreverencia de
los hijos de Elí. Y más aún lo que más peso tiene es saber que Dios desde los cielos
estaba observando cada cosa que ellos hacían, porque al ser humano se puede lograr
engañar, pero a Dios jamás. Él no puede ser burlado.
En aquellos tiempos donde escaseaban las personas con visión espiritual, llama mi
atención y aquí es donde quiero concentrarme, un joven llamado Samuel. Estos versículos
nos resaltan que pese a que los hijos de Elí actuaban de una manera tan contradictoria y
con un proceder tan diferente a lo que debe ser una persona que tiene a Dios en
el corazón y que le teme, Samuel seguía sirviendo a Dios y ministrando. Había un
crecimiento continuo en su vida. Lo que acontecía a su alrededor no lo detenía de hacer
aquella misión para la que había sido llamado aún sin él saberlo todavía. Aunque tal vez
hubieran dudas, confusión y preguntas en la vida de Samuel por lo que pasaba a su
alrededor, eso no fue pretexto ni excusa para que él dejará de hacer lo bueno ante los ojos
de Dios. Porque cuando concentramos nuestra mirada en las cosas que pasan alrededor
nuestro podremos encontrar muchas veces desánimo, motivos para querer desistir o
renunciar y comenzamos a mirar las faltas de los demás. Y el tiempo y las experiencias me
han enseñado que cuando esto pasa, estamos a un paso de detenernos en el camino o de
estancarnos. Porque tenemos que tener presente que no podemos permitir que nada ni
nadie nos aparten del Señor y del propósito que él tiene en nuestras vidas.
Es tan maravilloso notar que cuando Dios da la inspiración al hombre para que escriba
muchas de las cosas que sucedieron en la Biblia, hace que resalten algunos detalles
sutiles. El autor se toma el tiempo bajo la inspiración divina de relatar lo que estaba
aconteciendo y en medio de ello tomarse una pausa para decir que pese a todo lo que
pasaba alrededor de Samuel, él seguía viviendo en la presencia del Señor. Y este es un
ejemplo que todos debemos imitar. Que todo aquel cristiano que de verdad quiere hacer la
diferencia tiene que meditar. Porque yo creo que Dios ve nuestros esfuerzos cuando
tratamos de no contaminarnos, cuando nos esforzamos por ser seres integrales, cuando
caminamos la milla extra, cuando luchamos por querer dar testimonio aún cuando muchas
veces estamos sujetos a pasiones carnales. Aún cuando experimentamos sentimientos
como la ira y cuando pasamos por malos ratos en los que quisiéramos actuar de manera
precipitada y tratamos de apaciguarnos porque sabemos que tenemos que actuar como
hijos de Dios.
Es hermoso cuando podemos percatarnos de que por más oscura que sea la noche, hay
parezca que la luz es poquita, se notará. Que la luz se sobrepone a las tinieblas. Que
actuamos con sabiduría y no permitimos que las circunstancias nos saquen de carrera y
estorben el crecimiento que el Señor quiere darnos en su presencia y en su servicio. Tal
vez hoy tú te sientas como tal vez se pudo haber sentido Samuel en medio de aquellos
hijos de Elí. Posiblemente te encuentres dolido o indignado al ver como gente que dicen
ser de Dios, actúan contrariamente, pero no puedes permitir que eso te saque de carrera.
Porque si te vas a estudiar el libro de 1 Samuel y sigues leyendo verás en el capítulo más
adelante, la visitación y la revelación tan tremenda que Dios le da a Samuel porque aún en
tiempos en que parece que todo es oscuro, Dios envía gente que son como faros en medio
de la tormenta, como estrellas en medio del cielo a través de la noche. Dios trató de
manera especial con la vida de este joven, Dios depositó de su unción y sabiduría sobre él.
Y también tomó justicia contra los hijos de Elí por toda la maldad que cometieron y aún Elí
falleció a causa de la noticia de la muerte de sus hijos.

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