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9 claves para la vida consagrada: Mensaje del Papa Francisco a los religiosos de Bolivia

franciscoenbolivia.org/En medio de un ambiente cargado de fe, esperanza y júbilo, el Papa Francisco se reunió en el Coliseo Don
Bosco con toda la vida consagrada de Bolivia. Fue un encuentro de aproximadamente una hora, en el cual se escuchó el testimonio
de un sacerdote, una religiosa y un seminarista. Luego, el Papa dirigió un discurso lleno de cariño y anécdotas personales.
A continuación te compartimos un resumen con las enseñanzas más importantes del Papa a la vida religiosa en su visita a Bolivia:
1. La indiferencia: el peligro de naturalizar el dolor ajeno Francisco advirtió sobre el peligro de ser indiferentes: “Pasar al lado de
los problemas y que éstos no nos toquen. No es mi problema”. Llegar a pensar que: “Sí, es natural que haya enfermos, que haya
pobres, que haya gente que sufre, entonces ya es tan natural que ya no me llama la atención un grito, un pedido de auxilio,
acostumbrarse. Nos decimos: es normal, siempre fue así”.
2. El corazón blindado Tener el corazón blindado es acostumbrarse a vivir “sin dejarse tocar; una existencia que, pasando de aquí
para allá, no logra enraizarse en la vida de su pueblo, simplemente porque está en esa elite que sigue al Señor”. Cuántos seguidores
de Jesús corren este riesgo tener “un corazón blindado, un corazón cerrado que ha perdido la capacidad de asombro y por lo tanto,
la posibilidad de cambio”.
3. La espiritualidad del “zapping”.: “Pasa y pasa, pasa y pasa, pero nada queda. Son quienes van atrás de la última novedad, del
último best seller pero no logran tener contacto, no logran relacionarse, no logran involucrarse. ¡Incluso con el Señor al que están
siguiendo! Porque la sordera avanza, eh?” Comparando la espiritualidad con la costumbre de hacer zapping con el control remoto
y elegir lo que se quiere – y lo que no se quiere – ver, el Papa denunció la indiferencia del zapping e hizo un llamado a involucrarse
más: “reír con los que ríen, llorar con los que lloran, he ahí, parte del misterio del corazón sacerdotal y del corazón consagrado”.
4. Escuchar a Dios y al Pueblo con el mismo cuidado y atención: “Dividir esta unidad entre escuchar a Dios y escuchar al hermano,
es una de las grandes tentaciones que nos acompañan a lo largo de todo el camino de los que seguimos a Jesús y tenemos que ser
conscientes de esto: de la misma forma que escuchamos a nuestro Padre es como escuchamos al Pueblo fiel de Dios. Si no lo
hacemos con los mismos oídos, con la misma capacidad de escuchar, con el mismo corazón, algo se quebró”.
5. “Dale una caricia por favor, escúchalo, dile que Jesús lo quiere”: El Papa pidió un cambio de actitud a aquellos religiosos y
religiosas que muchas veces se dirigen al pueblo Y pobre pueblo fiel de Dios, cuántas veces es retado por el mal humor o por la
situación personal de un seguidor o seguidora de Jesús. Es la actitud de quienes frente al pueblo de Dios, lo están continuamente
reprendiendo, rezongando, mandándolo callar. Dale una caricia por favor, escúchalo, dile que Jesús lo quiere, eso no se puede
hacer, Señor saque al chico de la Iglesia que está llorando y yo estoy predicando, como si el llanto de un chico no fuera una sublime
predicación.
6. La compasión no es silenciar el dolor: “La compasión no es zapping, no es silenciar el dolor, por el contrario, es la lógica propia
del amor, el padecer con”. La compasión que predicó el Papa Francisco en este encuentro viene de “la lógica que no se centra en el
miedo sino en la libertad que nace de amar y pone el bien del otro por sobre todas las cosas. Es la lógica que nace de no tener miedo
de acercarse al dolor de nuestra gente. Aunque muchas veces no sea más que para estar a su lado y hacer de ese momento una
oportunidad de oración”.
7. Pedir al Señor “la gracia de la memoria”; El Santo Padre invitó a cada religioso a recordar: “de dónde te sacaron, te sacaron de
detrás del rebaño, no te olvides nunca, no te la creas, no niegues tus raíces, no niegues esa cultura que aprendiste de tu gente porque
ahora tenés una cultura más sofisticada, más importante”. Luego hizo énfasis en pedir esta gracia de la memoria y no avergonzarse
de la lengua originaria de cada uno: “hay sacerdotes que les da vergüenza hablar su lengua originaria y entonces se olvidan de su
quichua, de su aymara o de su guaraní porque no, ahora hablo en fino, la gracia de no perder la memoria del pueblo fiel es una
gracia”.
8. Ser testigos del amor, no de una ideología: “No somos testigos de una ideología, no somos testigos de una receta o de una manera
de hacer teología. Somos testigos del amor sanador y misericordioso de Jesús. Somos testigos de su actuar en la vida de nuestras
comunidades”.
9. Recuerden su historia con Jesús: Uno de los momentos más emotivos, fue cuando el Santo Padre pidió a los presentes recordar el
día que Jesús los encontró y en qué situación los encontró: “Un día Jesús nos vio al borde del camino, sentados sobre nuestros
dolores, sobre nuestras miserias. Sobre nuestras indiferencias, cada uno conoce su historia antigua. No acalló nuestros gritos, por el
contrario se detuvo, se acercó y nos preguntó qué podía hacer por nosotros”.
Finalizó su discurso, recordando a los presentes que en este caminar “no estamos solos”, sino que es necesario ayudarse mutuamente
con el ejemplo y la oración y que además “tenemos a nuestro alrededor una nube de testigos”, mencionando entre ellos a la Beata
Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y a la venerable Virginia Blanco Tardío, ambas bolivianas, con un testimonio de vida
admirable y dignas de imitar.
Reflexiones - La Vasija de Misericordia
El maestro estaba buscando una vasija para usar. En el estante había muchas- ¿Cuál escogería? Llévame, gritó la dorada. “Soy
brillante, tengo un gran valor y todo lo que hago, lo hago bien; mi belleza y mi brillo sobrepasa al resto y para alguien como tú,
Maestro, el oro sería lo mejor”.
El maestro pasó sin pronunciar palabra; él vio una plateada, angosta y alta; “Yo te sirvo amado Maestro, vertería tu vino y estaría
en tu mesa cada vez que comieras; mis líneas son agraciadas y mis esculturas son originales, y la plata te alabaría para siempre”.
Sin prestar atención el Maestro camino hacia la de bronce, era superficial, con una boca ancha y brillaba como un espejo: “Aquí.
Aquí” grito la vasija. “Sé que te seré útil, colócame en tu mesa donde todos me vean”. “Mírame” gritó una copa de cristal muy
limpia. “Mi transparencia muestra mi contenido claramente, soy frágil y te serviré con orgullo y se con seguridad que seré feliz de
morar en tu casa”.
Vino el maestro seguidamente hacia la vasija de madera, sólidamente pulida y tallada: “Me puedes usar Maestro amado, pero
úsame para las frutas dulces y no para el insípido pan” Luego el Maestro miró hacia abajo y fijó sus ojos en una vasija de barro,
vacía, quebrantada y destruida, ninguna esperanza tenía la vasija de que el Maestro la pudiera escoger para depurarla y volverla a
formar, para llenarla y usarla.
Ah, esta es la vasija que he deseado encontrar, la restauraré y la usaré, la haré toda mía”. “No necesito la vasija que se
enorgullezca de sí misma, ni la que se luzca en el estante, ni la de boca ancha, ruidosa y superficial, ni la que demuestre su
contenido con orgullo, ni la que piensa que todo lo puede hacer correctamente, pero si esta sencilla llena de mi fuerza y de mi
poder” Cuidadosamente el Maestro levantó la vasija de barro; la restauró y purificó y la llenó en ese día, Le habló tiernamente
diciéndole: “Tienes mucho que hacer solamente viértete en otros como yo me he vertido en ti”.
Y mientras leía y meditaba en estas palabras recordé que soy simplemente una vasija que por misericordia Dios me ha llenado.
Hoy, por lo tanto no debo olvidar que sigo siendo la vasija de misericordia para que el orgullo no se eleve por encima de mi
corazón y termine perdiendo fácilmente lo que por misericordia he recibido. “Señor. Para mostrar tu amor y tu misericordia, un día
tomaste mi vida quebrantada, inútil, destruida y tristemente deshecha, pero en tus manos toda mi existencia cambio.
Hoy soy lo que soy, solo por misericordia. Ayúdame en este día a no creerme la vasija de cristal, de oro o de plata, mas recordar
en mi diario caminar que soy simplemente una vasija quebrantada, más en tus manos restaurada.
Romanos 9:22-23
“ Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para
destrucción y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de
antemano para gloria”.
Serafin Contreras
Un tesoro en vasos de barro
Tenemos como creyentes un potencial, es cierto, pero no nos pertenece a nosotros ni se encuentra supeditado a nuestras capacidades o fortaleza.
Mas bien, es un regalo de Dios por la fe que hemos depositado en nuestro Señor Jesucristo.
En la medida que podamos entender que es lo que Biblia nos enseña acerca de la perspectiva que debemos tener de la vida cristiana, mas fácil nos
será poder descansar en Dios y mas esperanza tendremos en la verdad de que nos encontramos en las manos del Señor, que no desmerita o anula
nuestros esfuerzos: con todo el corazón debemos buscar amar y servir al Señor con todas nuestras fuerzas; pero hallaremos consuelo en saber que
Dios ha provisto todo para nuestro desarrollo y gozo en la fe del Señor Jesús.
El apóstol Pablo no niega la debilidad que posee: es débil, vulnerable y dependiente de Dios. No se confiaba ni basaba el éxito de su ministerio en
su capacidad intelectual, sino que reconocía que su capacidad venia de Dios (2 Corintios 3:5); asimismo, su fortaleza no provenía de el mismo, sino
de quien moraba en su interior.
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento
de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros,
que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no
destruidos” (2 Corintios 4:6-9)
El creyente es un vaso de barro. El barro es un material común, frágil y reemplazable. Sin embargo, al ser horneado y procesado, permitía hacer
vasijas que eran resistentes al duro trato y a las inclemencias del tiempo. así procesado, se volvía en una vasija muy útil para diversos propósitos:
guardar alimentos, objetos valiosos, para la alimentación, etc.
Es decir, no somos nada especial, ni somos llamados a ser “súper estrellas” o gente “súper especial”, llamativa por ser exitosos, grandes, populares
e influyentes. Si somos honestos ante el Señor y ante nosotros mismos debemos reconocer que tenemos muchos defectos, luchamos contra nosotros
mismos, pasamos tribulaciones y momentos duros, somos tercos, orgullosos, obstinados, nos es fácil juzgar y criticar a otros, y una larga lista de
"cualidades". Aún así, tenemos un tesoro, el cual no es nuestro, sino que reside en nuestro interior: tenemos el conocimiento de la gloria de Dios en
la faz de Jesucristo, a través del Espíritu Santo que mora en nuestro interior. El evangelio del Señor nos ha resplandecido a nosotros, y hemos sido
salvados por la fe en el Señor, la cual nos ha sido dada por Dios.
El creyente tiene un tesoro que le garantiza el verdadero éxito. El tesoro de la presencia del Espíritu Santo en nosotros es una bendición sin igual,.
En la soberanía de Dios, le ha agradado permitir que vivamos con ese tesoro glorioso pero rodeado de debilidad: aun tenemos muchas batallas que
pelear; pero todo creyente verdadero jamás perderá la guerra.
¿Cuál es el resumen de estos puntos? “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13) y “somos mas que vencedores por medio de aquel
que nos amó” (Romanos 8:37). ¡Tenemos verdadera victoria en Cristo Jesús!
No sólo somos barro en las manos del Señor, sino que somos moldeados para su servicio: somos llamados a ser vasos de honra y gloria para El. No
somos nada especial, sin embargo somos portadores de la gloria de Dios por el Espíritu Santo que mora en nosotros y nos guía a toda verdad. Y
eso, es el mayor tesoro que un ser humano puede aspirar. Por mas situaciones difíciles que podamos pasar, la Biblia declara que somos victoriosos:
Dios nos tiene en sus manos, nos está moldeando para su gloria y honra, y podemos confiar en que Dios cumplirá sus propósitos en nosotros
(Salmos 138:8) ¡Amen!
Un tesoro en vasos de barro
Hoy día quiero meditar en la perspectiva correcta que debemos tener acerca de nosotros mismos. Tenemos como creyentes un potencial, es
cierto, pero no nos pertenece a nosotros ni se encuentra supeditado a nuestras capacidades o fortaleza. Mas bien, es un regalo de Dios por
la fe que hemos depositado en nuestro Señor Jesucristo.
En la medida que podamos entender que es lo que Biblia nos enseña acerca de la perspectiva que debemos tener de la vida cristiana, mas
fácil nos será poder descansar en Dios y mas esperanza tendremos en la verdad de que nos encontramos en las manos del Señor, lo cual
para nada desmerita o anula nuestros esfuerzos: con todo el corazón debemos buscar amar y servir al Señor con todas nuestras fuerzas; pero
hallaremos consuelo en saber que Dios ha provisto todo para nuestro desarrollo y gozo en la fe del Señor Jesús.

El apóstol Pablo en la 2 carta a los corintios se encuentra defendiendo su apostolado y ministerio con los gentiles, con respecto a los falsos
maestros que lo acusaban de muchas cosas; entre ellas, debilidad (2 Corintios 10:10). Es interesante notar que Pablo no niega la debilidad
que posee; pero la enfoca: Si, Pablo es débil, pero no en el sentido en que lo querían mostrar los falsos maestros que lo atacaban. Pablo, como
todo creyente es débil, vulnerable y dependiente de Dios. No se confiaba ni basaba el éxito de su ministerio en su capacidad intelectual, sino
que reconocía que su capacidad venia de Dios (2 Corintios 3:5); asimismo, su fortaleza no provenía de el mismo, sino de quien moraba en
su interior.
Al examinar estos versos, podremos entender el motor y la fuerza detrás de la vida de este gran apóstol, y ruego a Dios nuestros ojos sean
abiertos a tan hermosa y sublime realidad:
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de
Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no
desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:6-9)
1. El creyente es un vaso de barro
En los tiempos bíblicos, el barro era utilizado por la gente común para confeccionar vasijas que utilizaban en su vida diaria. El barro era
un material común, frágil y reemplazable. Sin embargo, al ser horneado y procesado, permitía hacer vasijas que eran resistentes al duro
trato y a las inclemencias del tiempo. El barro entonces, así procesado, se volvía en una vasija muy útil para diversos propósitos: guardar
alimentos, objetos valiosos, para la alimentación, etc.
Es interesante que el apóstol Pablo dice que los creyentes somos vasijas de barro, comunes, frágiles (pero a la vez resistentes) y
reemplazables. Es decir, no somos nada especial, ni somos llamados a ser “súper estrellas” o gente “súper especial”, llamativa por ser
exitosos, grandes, populares e influyentes. Si somos honestos ante el Señor y ante nosotros mismos debemos reconocer que tenemos muchos
defectos, luchamos contra nosotros mismos, pasamos tribulaciones y momentos duros, somos tercos, orgullosos, obstinados, nos es fácil
juzgar y criticar a otros, y una larga lista de "cualidades". Aún así, tenemos un tesoro, el cual no es nuestro, sino que reside en nuestro
interior: tenemos el conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo, a través del Espíritu Santo que mora en nuestro interior. El
evangelio del Señor nos ha resplandecido a nosotros, y hemos sido salvados por la fe en el Señor, la cual nos ha sido dada por Dios.
2. El creyente tiene un tesoro que le garantiza el verdadero éxito
El tesoro de la presencia del Espíritu Santo en nosotros es una bendición sin igual, la cual nos garantiza el verdadero éxito. En la soberanía
de Dios, le ha agradado permitir que vivamos con ese tesoro glorioso pero rodeado de debilidad: aun tenemos muchas batallas que pelear;
pero todo creyente verdadero jamás perderá la guerra. Pablo nos explica la naturaleza de nuestra debilidad y como en Dios somos mas que
victoriosos:
1. “Atribulados mas no angustiados”: En medio del sufrimiento, los problemas y las situaciones difíciles, los creyentes no podemos
estar angustiados, temerosos ni ansiosos. Podemos “echar toda nuestra ansiedad sobre el, porque el tiene cuidado de nosotros” (1
Pedro 5:7), sabiendo que tenemos un “Padre celestial que sabe que tenemos necesidad de todas estas cosas” (Mateo 6:32)
2. “en apuros mas no desesperados”: Cuando no sabemos qué hacer y todo es incierto, realmente no estamos desesperados y sin
salida; hay algo que con seguridad podemos hacer: acercarnos al Señor en oración, sabiendo que si “lo reconocemos en todos
nuestros caminos, el enderezará nuestras veredas” (Proverbios 3:6). Podemos confiar en que el Señor nos enseñe a hacer su
voluntad y que “tu buen Espíritu nos guie a tierra de rectitud” (Salmos 143:10).
3. “Perseguidos mas no desamparados”: En medio de la persecución, el rechazo, la soledad y la incomprensión por causa de nuestra
fe podemos saber que Dios no nos desampara. El está con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20b) y que
justamente esa persecución es prueba de “que el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre nosotros” (1 Pedro 4:14).
4. “Derribados pero no destruidos”: Podemos caer en pecado en algún momento, o en desánimo; pero son momentáneos. El creyente
verdadero sabe que puede y debe acudir “al trono de gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia” (Hebreos 4:16) y que si
“confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9)
¿Cuál es el resumen de estos puntos? “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13) y “somos mas que vencedores por medio
de aquel que nos amó” (Romanos 8:37). ¡Tenemos verdadera victoria en Cristo Jesús!

No sólo somos barro en las manos del Señor, sino que somos moldeados para su servicio: somos llamados a ser vasos de honra y gloria
para El. No somos nada especial, sin embargo somos portadores de la gloria de Dios por el Espíritu Santo que mora en nosotros y nos guía
a toda verdad. Y eso, es el mayor tesoro que un ser humano puede aspirar. Por mas situaciones difíciles que podamos pasar, la Biblia
declara que somos victoriosos: Dios nos tiene en sus manos, nos está moldeando para su gloria y honra, y podemos confiar en que Dios
cumplirá sus propósitos en nosotros (Salmos 138:8) ¡Amen!

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