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El país más pequeño en Centroamérica, El Salvador cuenta con 6.4 millones de habitantes (2017) y
es uno de los países más densamente poblados, ubicado en el 83º percentil en el mundo en términos
de densidad poblacional.
El crecimiento del PIB en El Salvador alcanzó el 2.3 por ciento en 2017 y el PIB per cápita fue de casi
US$ 4,000 ese mismo año. La agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca, la manufactura y la
minería, y el comercio, restaurantes y hotelería representaron en conjunto alrededor de dos tercios del
crecimiento observado. El país también continúa beneficiándose de un fuerte ingreso de remesas, el
cual sumó US$5.4 millardos en 2018 (21.3 por ciento del PIB).
Sin embargo, El Salvador continúa sufriendo bajos niveles de crecimiento económico. El crecimiento
anual del PIB ha superado el 3 por ciento solo dos veces desde 2000 y ha promediado un 2.3 por
ciento en los últimos cinco años, una de las tasas de crecimiento más bajas en Centroamérica. Se
espera que el país crezca un 2.6 por ciento en 2019.
El bajo crecimiento del país se ha traducido en una modesta reducción de la pobreza y una elevada
pobreza rural. La pobreza, medida por la línea de US$5.5 por día, disminuyó del 39 por ciento hasta
el 31 por ciento entre 2007 y 2016. Por su parte, la pobreza extrema, medida por la línea de US$3.2
por día, disminuyó del 15 por ciento al 10 por ciento en el mismo período.
El alto nivel de la deuda (70.7 por ciento del PIB en 2018) es motivo de preocupación. La reforma al
sistema de pensiones realizada en 2017 redujo las presiones de financiamiento del sector público.
Como resultado, se espera que el déficit fiscal se mantenga estable alrededor del 2.5 por ciento del
PIB en los siguientes años. No obstante, el incremento en los costos de la deuda debido a las
crecientes tasas de interés presenta altos riesgos, por lo que es necesario realizar mayores esfuerzos
hacia una consolidación fiscal que reduzca el nivel de deuda pública.
En cuanto a los aspectos políticos y sociales, el país ha logrado avances notables en ambos frentes.
La democracia y la paz se han consolidado desde el final de la guerra civil en 1992, y se han llevado
a cabo cinco elecciones presidenciales democráticas consecutivas con transiciones pacíficas de
poder. Además, El Salvador continúa haciendo progresos en los indicadores de desarrollo humano,
principalmente a través de la expansión del acceso a los servicios públicos. Por ejemplo, un mayor
acceso a los centros de salud, particularmente por parte de personas en pobreza, contribuyó a que El
Salvador alcanzara el ODM 4 (reducción de la mortalidad en menores de 5 años).
También las tasas de inmunización han aumentado del 76 por ciento en la década de 1990 al 93 por
ciento en 2016. Asimismo, la proporción de la población con acceso a fuentes mejoradas de agua se
incrementó del 79 por ciento al 89 por ciento y la proporción con acceso a saneamiento mejorado pasó
del 56 por ciento a más del 95 por ciento durante el mismo período. En educación, tanto el acceso
(particularmente en el nivel primario) como las tasas de alfabetización han aumentado, siendo las
áreas urbanas las que han presentado los avances más significativos. Aun así, la deserción en
secundaria sigue siendo un desafío.
El Salvador también se está convirtiendo en un país más equitativo. La desigualdad -medida por el
coeficiente de Gini- disminuyó en alrededor de 5 puntos porcentuales entre 2007 y 2016. Esta
reducción fue impulsada por el crecimiento del ingreso para el 20 por ciento de las personas más
pobres, situando a El Salvador como el país con menor desigualdad en América Latina en 2016,
después de Uruguay.
Sin embargo, el crimen y la violencia presentan una amenaza al desarrollo social y el crecimiento
económico en El Salvador y afectan negativamente la calidad de vida de sus ciudadanos. Si bien la
violencia relacionada con pandillas ha disminuido sustancialmente en los últimos años (OSAC, 2018),
El Salvador sigue teniendo una de las tasas de homicidios más altas del mundo: 60.07 homicidios por
cada 100,000 habitantes en 2017. El crimen y la violencia hacen más costoso hacer negocios, afectan
negativamente las decisiones de inversión y obstaculizan la creación de empleo.
El país también tiene exposición y vulnerabilidad muy altas a los riesgos por eventos naturales
adversos, incluidos terremotos y erupciones volcánicas. También es altamente vulnerable a los
impactos del cambio climático, incluido el aumento de inundaciones, sequías y tormentas tropicales.
El viernes pasado se adoptó una nueva metodología para medir el PIB, cuyo principal cambio es el
año base. La estructura de la economía – el tipo de actividades productivas que se desarrollan en el
país – ahora se basa en 2005 y ya no en la que se tenía en 1990.
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Con esto, el PIB de 2016, por ejemplo, pasó de $26,797.47 millones con base en 1990 a $23,912.23
millones con base en 2005, 10.77 % menos.
El PIB per cápita es un indicador que resulta de dividir el PIB nominal entre la población. El BCR estima
que El Salvador albergó a 6,581,940 salvadoreños en 2016 y con ello el PIB por habitante se ubicó en
$3,768.71 con el nuevo método, 8.3 % menos que los $4,109.62 de la anterior metodología.
El Ingreso Nacional Bruto también se redujo, así como su indicador por habitante. El INB pasó de $
$25,572.07 millones a $22,686.83 millones. Con ello, el INB per cápita se ubicó en $3,548.66, frente
a los $3,921.69 estimados en base a 1990.
El INB per cápita es el principal criterio que utilizan las organizaciones internacionales para asignar
cooperación para el desarrollo y por ello se realizan clasificaciones con base en este indicador.
El Banco Mundial publicó una nueva clasificación para 2017 y 2018, y según los datos El Salvador se
mantiene como un país de ingreso mediano bajo, pues su INB(INGRESO NACIONAL BRUTO) per
cápita no supera los $3,955 pero tampoco es inferior a $1,006.
Definición: Esta entrada proporciona el producto interno bruto (PIB) o el valor de todos los bienes y servicios
finales producidos dentro de una nación en un año determinado. El tipo de cambio del PBI de un país a paridad
del poder adquisitivo (PPA) es el valor total de todos los bienes y servicios producidos en el país valorados a
precios prevalecientes en los Estados Unidos en el año anotado. Esta es la medida que prefieren la mayoría de
los economistas cuando se analiza el bienestar per cápita y cuando se comparan las condiciones de vida o el uso
de los recursos en los países. La medida es difícil de calcular, ya que se debe asignar un valor en dólares
estadounidenses a todos los bienes y servicios del país, independientemente de si estos bienes y servicios tienen
un equivalente directo en los Estados Unidos (por ejemplo, el valor de un carro de bueyes o equipamiento
militar no estadounidense); como resultado, las estimaciones de PPP para algunos países se basan en un
conjunto pequeño y a veces diferente de bienes y servicios. Además, muchos países no participan formalmente
en el proyecto PPP del Banco Mundial que calcula estas medidas, por lo que las estimaciones del PIB resultante
para estos países pueden carecer de precisión. Para muchos países en desarrollo, las medidas del PBI basadas en
el PPA son múltiplos de la medida del tipo de cambio oficial (REA). Las diferencias entre los valores del PIB
denominados en REA y PPP para la mayoría de los países industrializados ricos son generalmente mucho
menores.
Fuente: CIA World Factbook - A menos que sea indicado, toda la información en esta página es correcta hasta
Enero 1, 2018
Descripción: El mapa que se muestra aquí muestra cómo Producto Interno Bruto (PIB) varía según el país. El
tono de color del país corresponde a la magnitud del indicador. Cuanto más oscuro sea el tono de color, mayor
será el valor.
El Banco Central de Reserva (BCR) revisó al alza su proyección de crecimiento del Producto Interno Bruto
(PIB) al cierre de 2018, pasando de un 2.5 % a 2.6 %. De cumplirse esta previsión, 2018 terminaría como el año
en que más creció la economía durante este quinquenio.
Según el presidente del BCR, Óscar Cabrera, la economía salvadoreña crecería una décima más de lo previsto
por la institución, impulsada principalmente por el aumento del consumo en los hogares, el impulso fiscal a
través de la inversión y consumo público, así como la evolución de la demanda externa.
“Hemos tomado la decisión, dadas las condiciones de mayor crecimiento de la economía de los Estados Unidos,
y de mayor crecimiento de la región centroamericana, de subir una décima (la previsión) de este año”, aseguró.
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La predicción se ajustaría, además, debido al crecimiento de los mayores socios comerciales de El Salvador: la
tasa de crecimiento esperada por la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), pasó hace tres días de un 2.8 %
a un 3.1 %; mientras que el crecimiento en Centroamérica será de 3.9 %.
Cada trimestre el BCR presenta un balance de la economía, y ayer, informó que el PIB creció un 2.5 % entre
abril y junio pasado, 1.5 puntos por arriba del 1 % reportado en el mismo período de 2017; y un punto mayor al
1 % del segundo trimestre de 2016.
Aunque la tasa de crecimiento durante el primer trimestre fue de 3.1 %, menor al 3.4 % previsto por el BCR en
marzo; entre enero y junio de este año el PIB se incrementó en un 2.8 %, es decir, 0.9 % más que durante el
mismo período en 2017.
Según Cabrera, el buen desempeño de los primeros seis meses de 2018, permitió actualizar la previsión de
cierre de este año y de 2019, con una variación de 2 décimas, pasando de 2.4 % a 2.6 %.
Esta es la proyección más elevada realizada hasta la fecha sobre el comportamiento de la economía salvadoreña
para este año, por arriba de los 2.4 % vaticinados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) y Fitch Ratings; y superior al 2.3 % que proyectan tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI)
como el Banco Mundial.
Comportamiento económico
El informe económico del BCR se centró en el comportamiento del PIB por el componente del gasto, uno de los
tres enfoques que incorpora el Sistema de Cuentas Nacionales (SCNES) adoptado en marzo pasado, que toma
como base el año 2005 para calcular el desempeño de la economía, y el 2014 como año de referencia.
Con esta metodología, el PIB puede medirse por el enfoque de producción, ingresos y gasto. Este último,
responde a qué se destinan los recursos de la economía, basándose en la evolución de los mercados, el
comercio, y la exportación.
Durante el segundo trimestre se registró una expansión del consumo de los hogares en 5.2 %, un alza en la
inversión y consumo público en 2.7 %; y un aumento en las exportaciones de 1.4 %.
En cuanto a la formación bruta de capital fijo, es decir, la inversión privada y pública registrada entre abril y
junio, la tasa de variación anual de Índice de Volumen Encadenado ajustado estacionalmente, indica un
crecimiento de apenas 0.1 %; mientras las importaciones crecieron en 6 %.
Remesas y exportación equilibraron balanza
Déficit comercial
La cuenta de bienes, que mide la evolución del déficit comercial (diferencia entre importaciones y
exportaciones), inclina la balanza negativamente en $2,700 millones para el país.
Utilidades
El ingreso primario, que representa el rendimiento de las instituciones en sus activos financieros, ascendió a
$777 millones en el segundo trimestre. De éstos, $542 egresaron por envío de utilidades al exterior.
Remesas
El ingreso secundario, por su parte, logró un superávit durante el segundo trimestre, impulsado por las remesas
familiares recibidas, que sumaron $3,604.1 millones hasta agosto de este año.
Servicios
La cuenta de servicios también mostró un superávit este período. Las exportaciones de servicios BPO (call
center y transmisión de datos), así como los servicios aeronáuticos, sumaron $415 millones.
El Salvador actualizó la forma en la que mide su economía incorporando los últimos datos disponibles, este
proceso se llama cambio de año base. Así, el Banco Central de Reserva (BCR) dejó de medir con base a la
estructura productiva de 1990 para pasar a 2005.
Además, cambió el manual del sistema de cuentas para adoptar el último de 2008, este es una metodología de
cómo contar los datos.
Tras este cambio, el Producto Interno Bruto (PIB), que es la suma de todo lo que se produce en un año, resultó
más pequeño que lo que se creía. "Para 2016, el producto nominal calculado previamente ascendía a
US$26,797.5 millones, en cambio, con el nuevo sistema la cifra es de $23,912.2 3 millones, lo que implica
aproximadamente un 12% más pequeño", señaló la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y
Social (FUSADES).
Al ser el PIB más pequeño, cambian muchos indicadores que están relacionados directamente con el PIB. Por
ejemplo, tras los nuevos datos se reveló que el país está más endeudado, pero esto no significa que la deuda es
más alta, sino que es más alta en relación al PIB.
FUSADES, que criticó en el pasado el tiempo que le tomó al BCR dar a conocer los nuevos datos, señaló que al
ser la economía más pequeña, el país es más pobre, ya que el PIB per cápita, también se vuelve inferior.
Este indicador resulta de dividir el PIB por la población y a veces se utiliza para determinar qué tan rico es
realmente un país. Por ejemplo, el PIB per cápita de El Salvador era mayor que el de Guatemala, aunque el PIB,
es decir la economía guatemalteca es más grande. Esto se debe a que hay más guatemaltecos que salvadoreños.
El PIB per cápita o renta per cápita sería lo que le correspondería a cada habitante de un país si se dividiera toda
la riqueza en partes iguales.
Así, con los nuevos datos "el PIB per cápita para 2017 es de $3,768.7, en cambio, usando la cifra del PIB
anterior, este indicador era de $4,164.0 para el año indicado, lo que implica aproximadamente un 10.5 %
inferior", señaló FUSADES.
"Se aprecia un país más pobre de lo que se pensaba antes, lo que refuerza la necesidad de enfocar los esfuerzos
para que El Salvador alcance mejores tasas de crecimiento del producto y de manera sostenida, con el objeto de
que la población logre mejor calidad de vida y mayor bienestar", agregó la institución.
Cuando fue la presentación del nuevo sistema de cuentas, el BCR abordó el tema de la pobreza, en ese
momento, Óscar Cabrera, presidente de la institución, apuntó en que la medición de la pobreza no ha cambiado
porque esta no se hace en base al PIB.
Actualmente hay dos formas de medir la pobreza, en el país se utiliza la medición por el lado de los ingresos,
así quien no pueda comprar la canasta básica está en pobreza extrema y quien no pueda pagar lo que se toma
como canasta ampliada, que es el valor de dos canastas básicas, están en pobreza relativa.
Esta diferencia es porque la canasta básica mide la alimentación que necesita una persona, mientras que la otra
tendría que incluir otros gastos como transporte, vivienda etc...
La otra forma de medir es la pobreza multidimensional que toma en cuenta si las personas tienen una vivienda
adecuada, el acceso a la salud, y otros factores.
En 2016, en El Salvador el 38.2 % de personas vivían en pobreza, lo que equivale a 2,493,777 al medir por los
ingresos. Bajo el método multidimensional, es el 39.4 % de las personas que vivían en pobreza, lo que equivale
a 2,569,774.
Estos datos son de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2016. La de 2017 aún no ha
sido publicada.