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Minería

LA TECNOLOGÍA SEGÚN
ANTAMINA
11 abril, 2018

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Por Jean Piere Fernández

No es para nadie una sorpresa que Compañía de Minas Antamina, la actual mayor
productora de zinc del país, utilice drones para supervisar los trabajos en su
operación en la región Áncash, a más de 4,000 msnm. Unos seis drones supervisan
los movimientos de 120 camiones mineros y están alertas al aumento del tránsito y
el posible embotellamiento, lo que implica una merma en la producción. Los
gerentes de la compañía, desde cualquier parte del mundo, y con conexiones a
Internet, pueden ver en tiempo real lo que sucede en la operación. Sin embargo, esta
tecnología no es lo importante sino la estrategia de la empresa y su concatenación
con las nuevas tecnologías. En otras palabras, como dice Rafael Estrada, gerente de
Tecnología, Información y Telecomunicaciones de Antamina, lo vital es conocer si
los avances agregan valor a la empresa. No toda nueva tecnología es buena para una
empresa minera de las dimensiones de Antamina.

¿Cómo está cambiando la tecnología a Compañía Minera Antamina?

La tecnología nos ayuda a tener operaciones productivas, eficientes y más seguras


para todos nuestros trabajadores.

¿Qué tan automatizados son los procesos en Antamina?

Por la época en que fue implementada nuestra planta, nuestra operación ya venía con
un buen nivel de automatización. A manera de ejemplo, en nuestra planta
concentradora tenemos un nivel de automatización muy avanzado. Cuenta con
alrededor de 700 lazos de control, lo que permite que el operador, desde la sala de
control, tenga una visión completa de la mina y al mismo tiempo pueda coordinar
con los operadores de las diferentes etapas del proceso y tomar acciones desde las
computadoras con las que gestionamos todo Antamina.

¿Es una ambición de Antamina aumentar la automatización en sus procesos?

Uno de los puntos importantes es que para una operación a gran escala como lo es
Antamina siempre hay espacios para hacer mejor las cosas, para ser más eficientes.
Lo que hacemos es tomar ideas y sugerencias de los propios trabajadores, quienes
son los que mejor conocen los procesos. Buscamos siempre implementar las
mejoras en los sistemas de control existentes. Y por supuesto, automatizar los
procesos siempre y cuando mejoren la eficiencia productiva.

¿Cómo es que ha mejorado la seguridad laboral con la digitalización en


Antamina?
En el caso de la seguridad de las personas, o la seguridad industrial, gracias al
esfuerzo de todos los trabajadores, a lo largo de los años nuestros índices de
seguridad han venido mejorando sostenida y sustancialmente. Hoy tenemos un
índice de frecuencia de accidentes registrables menor a dos. Pero como decimos en
la compañía: nunca debemos descuidarlo. La seguridad es un esfuerzo constante, de
todos los días.

La tecnología nos ayuda diariamente con el uso de diversos softwares que nos
permiten hacer el registro de riesgos, de inspecciones, para identificar zonas que
requieren urgente atención para de inmediato tomar cartas en el asunto y comunicar
a toda la organización.

Usamos softwares que nos ayudan a brindar charlas de seguridad industrial a través
de plataformas en teleeducación.

¿Más que el cambio digital, es mayor reto el cambio cultural? ¿Hay temor en
los trabajadores frente al cambio tecnológico?

Desde mi punto de vista, no. Creo que hay, sí, mucha curiosidad e interés por saber
cómo la tecnología cambiará la forma en que hoy hacemos las cosas. Reconocemos
en Antamina que la comunicación es importante y por eso generamos los espacios
para dar a conocer e involucrarnos en el proceso, y creo que está dando buenos
frutos.

Por la época en que fue implementada nuestra


planta, nuestra operación ya venía con un
buen nivel de automatización
Sin embargo, las futuras operaciones mineras necesitarán otro tipo de perfil
profesional.

Depende de cómo ha nacido la operación. En una operación greenfield es más fácil


adoptar nueva tecnología. En nuestro caso, una operación brownfield, las mejoras se
han ido dando de la mano de las personas. En muchos casos, por iniciativa de ellos
mismos y progresivamente.

¿Por qué la tecnología para minería debería ser hecha por mineros?

Antamina comparte ese punto de vista. En nuestra compañía ejecutamos los


proyectos de la mano con los usuarios para estar siempre en sus zapatos y dado que
ellos son quienes tienen la experiencia y experimentan los problemas en los
procesos. En el área de tecnología de Antamina, que yo dirijo, no imponemos los
cambios ni la tecnología. Construimos todo en conjunto. Somos el modelo IKEA de
la minería: las cosas se construyen en conjunto.

¿Este podría ser uno de los errores de la minería en general: imponer antes que
llegar a consensos?

No sé si sea un problema de la industria y de otras compañías, pero creo que es un


enfoque absolutamente válido el de hacer las cosas en conjunto. De temas tan
sencillos como el desarrollo de un aplicativo móvil, hasta la evaluación de una
solución de manejo de flota. Todo esto siempre se hace de la mano con nuestros
usuarios.

¿Conforme aumenta la automatización aumentan también los riesgos de un


ciberataque?

Por supuesto, nosotros en Antamina nos encontramos en proceso para certificación


de ISO 27001, que es el estándar de seguridad en la información. También desde
hace varios años nos encontramos implementando otros modelos de ciberseguridad,
siempre de la mano con el cambio cultural, la educación y el entrenamiento para los
trabajadores.

¿Por qué la minería necesita un roadmap en cuanto a tecnologías?

Creo que muchos hoy escuchamos diferentes términos que están de modo: big data,
IIoT, analytics, revolución industrial 4.0, machine learning… Sin embargo, lo difícil
es identificar qué es lo que realmente agregará valor a nuestra propia compañía. La
propuesta de desarrollar un roadmap es la de hacer un ejercicio en donde evaluemos
los temas fundamentales, las prioridades concretas de cada compañía en un
momento particular, y desde allí, fijado el punto de partida, mirar hacia el futuro e
identificar cómo la tecnología puede ayudarnos a completar esa visión. Este es un
ejercicio individual que cada compañía debe afrontar.

Antamina ha pasado de ser un gran explotador de cobre a uno de zinc. ¿Ha


influido la tecnología en ese cambio para aprovechar desde mucho antes la
subida en modo cohete del precio del zinc?

Nosotros creemos que una operación minera de gran escala es imposible de operarse
sin tecnología. Esta nos acompaña en prácticamente todos los procesos productivos,
desde el modelado de mina y el desarrollo de los planes de corto, mediano y largo
plazo, pasando por los trabajos de exploración, voladura, explotación, carguío y
acarreo, chancado, molienda, flotación, transporte embarque. No existe un proceso
en el que la tecnología no nos dé una mano.
En otras palabras, ¿ninguna decisión que se toma en Antamina es impulsiva?

Por supuesto, la minería a gran escala está acostumbrada a tomar decisiones basadas
en data.

¿La tendencia es sacar a la gente de las minas y alejarla de las máquinas?

Definitivamente no. La tendencia es tener operaciones más eficientes, en donde la


participación de los trabajadores es fundamental. El futuro se construye en conjunto.

¿Vamos a contar con operaciones mineras totalmente automatizadas?

No lo sé. Depende de la visión de cada empresa. En Antamina tenemos un


relacionamiento en equilibrio con la fuerza laboral, con los trabajadores y la
tecnología que con la que contamos. Nuestro yacimiento tiene para muchos años
más, y creemos que nos encontramos en el punto adecuado para seguir aspirando a
una larga vida en mina.

Rio Tinto ya usa camiones de acarreo autónomos en una operación en


Australia. ¿Antamina estudia al menos esa posibilidad?

Debemos considerar que hay condiciones muy diferentes. La operación de Rio Tinto
en la que se han hecho las pruebas es una de hierro, es Pilbara, situada a 700 u 800
km del poblado más cercano; es un lugar muy aislado al que los trabajadores, no
todos, pero la mayoría, se rehúsa a ir. Son pues condiciones diferentes, contextos
distintos, negocios disímiles. Antamina es una operación en la zona norte de los
Andes peruanos, de 4,200 a 4,800 msnm. Tenemos todos los climas en algún
momento del año, desde un verano muy cálido hasta nieve.

Se habla de «cuatro olas» en el campo de la tecnología y la industria minera:


conectividad, inteligencia artificial, big data y automatización. ¿Antamina
surfeará esas olas?

El punto es que la innovación tecnológica ocurrirá con o sin nosotros. En efecto, son
decisiones que hay que tomar pero sin perder de vista la seguridad de las personas,
la seguridad de los datos, de las instalaciones y no olvidar en el camino los objetivos
fundamentales de la compañía: la eficiencia, la productividad, el relacionamiento
comunitario y el respeto al medio ambiente.

¿Si la tecnología no agrega valor, entonces no es útil?


Hay tecnología que suena fantástica, pero sucede que no agrega valor a la compañía
en el momento actual. Son parte de las decisiones que debemos tomar.

¿Qué tecnología planea implementar Antamina en el corto plazo?

Ahora estamos evaluando instalar sensores que contabilicen y analicen los


parpadeos de los conductores de camiones mineros, así como la calidad de su
descanso, en los mismos camiones mineros. Estamos en conversaciones con algunas
empresas y tomaremos la decisión antes de fin de año.

Los drones de Antamina van a la


caza de la eficiencia
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Los drones a la caza de la eficiencia, es el título de la publicación que hizo esta


semana la revista Semana Económica en su especial dedicado a la innovación y
tecnología, denominado “La hora de la transformación”.
Hace 3 años Antamina apuesta por nuevas tecnologías que generen mayor eficiencia, como es el
caso del uso de los drones en la operación, a más de 4300 msnm, para garantizar una mejor
supervisión y permitir seguir implementando buenas prácticas en tema de seguridad.

Reproducimos el reportaje en las siguientes líneas.


Seis drones ‘robustos’, especialmente diseñados para sobrevivir en la altura, empezarán a sobrevolar
la operación de Antamina en Áncash en los próximos meses. Desde lo alto, 120 camiones gigantes
CAT y Komatsu serán monitoreados a toda hora. La imagen —cenital y en ultra HD— llegará al
circuito cerrado de la empresa y podrá ser vista por cualquier ejecutivo autorizado desde su celular
en cualquier parte del mundo. Abajo, a más de 4,300 msnm, nadie controlará los drones en el aire:
un sistema será el gran operador de la flota, que no necesitará de una guía humana para desplazarse.

Los drones estarán programados para salir automáticamente a dar rondas de


supervisión de manera inopinada o por orden de los ejecutivos y las
autoridades de la mina, en el momento en que quieran hacer zoom a una
determinada zona desde un punto geográfico cercano o a miles de kilómetros
de allí.
La tecnología instalada y ad hoc para la mina será, entonces, única en el mundo.

Abajo, a más de 4,300 msnm, nadie controlará los drones en el aire: un


sistema será el gran operador de la flota, que no necesitará de una guía
humana para desplazarse.
El objetivo es simple: la eficiencia. Cada camión tiene un valor de mercado promedio de US$4
millones y carga alrededor de 280 toneladas métricas de desechos o minerales. Que una fila de ellos
se quede inmovilizada es dinero detenido en el tiempo. Suena a metáfora, pero no lo es: en una
operación como la de Antamina —con un tajo abierto de cuatro kilómetros de largo por dos de
ancho— es fácil que esto suceda. La mina tiene sus protocolos. Un camión se encuentra con una
retroexcavadora y tiene que permanecer a 50 metros de distancia a menos que sea autorizado a pasar
a través de un contacto radial. Imagine las proporciones: un camión tiene llantas de aros de entre 57
y 63 pulgadas, y siete metros de alto que se convierten en 14 cuando eleva su tolva, con lo que
alcanza el tamaño de un edificio de tres pisos. La pala que los carga deposita ahí 100 toneladas de
material por ‘cucharada’. Cualquier mal cálculo, un retroceso inesperado fuera de los protocolos,
puede acabar en un accidente. Y generar tráfico: un atolladero de vehículos de millones de dólares.

Innovación minera:
Drones de Antamina realizan mapeo geológico de manera más segura y
rápida llegando a zonas inaccesibles
“Si hacemos un mejor uso de los equipos críticos y evitamos los tiempos muertos, podemos mover
más material con ellos. Eso se traduce en números”, resume José Carlos del Valle, vicepresidente de
Finanzas y Administración de Antamina.

Poner a volar drones, entonces, no es un artilugio de modernidad: es parte —explica— de esa


búsqueda de eficiencias que agarró tracción con la caída del precio de los metales, cuando la
industria volvió a tomar consciencia de sus propias limitaciones. Tras el fin del boom, hace dos años
Antamina empezó a explorar las oportunidades que le podían otorgar los drones. La tecnología era
oportuna —las primeras imágenes mostraron el tajo abierto desde un ángulo nunca antes visto—,
pero no suficiente: por la menor densidad del aire, los drones comerciales apenas resistían siete
minutos de vuelo y podían distanciarse sólo 50 metros de su punto de partida. Habían dos
alternativas: esperar a que la tecnología se desarrolle o impulsar su desarrollo. Antamina eligió la
segunda opción. Y empezó a contar su propia historia.
José Carlos del Valle, vicepresidente de Finanzas y Administración de Antamina.
“Si hacemos un mejor uso de los equipos críticos y evitamos los tiempos
muertos, podemos mover más material con ellos. Eso se traduce en números”,
resume José Carlos del Valle, de Antamina.

Excelencia minera en Antamina:


Se inaugura el edificio de gestión y control Flota Mina DISPATCH

Una tecnología propia


La semana pasada Antamina probó el funcionamiento de su primer dron ad hoc: un equipo
construido por la startup qAIRa exclusivamente para la minera bajos sus requerimientos. El dron
deja atrás los insuficientes siete minutos y los cambia por media hora de vuelo, permite el control a
miles de kilómetros de distancia —y sin necesidad de que un operador esté en la mina— y puede ser
programado para que recorra rutas específicas a horas predeterminadas de manera automática. El
equipo acaba con las limitaciones de la tecnología comercial ante las condiciones climáticas de San
Marcos —el distrito a 200 kilómetros de Huaraz donde está la operación polimetálica— y abre paso
a un sistema de supervisión minera único, conformado por seis de estos drones en su primera etapa.
En los siguientes meses hasta inicios del 2018, estos reemplazarán uno a uno a los siete drones
comerciales marca DJI —valorizados en US$ 2,200 cada uno— con los que Antamina experimentó
y descubrió su utilidad en la mina.

“Si ganamos segundos o minutos en el uso de activos, ganamos productividad


y eficiencia”, sentencia Rafael Estrada, gerente de Sistemas,
Telecomunicaciones y Control de Procesos de Antamina, y artífice del
proyecto.

Pero el resultado no es sólo numérico: también incide positivamente sobre la seguridad al interior de
un tajo abierto de 900 metros de profundidad y en una operación con picos geográficos de más de
4,800 msnm. Ahí donde una pala levanta el material, una cuchilla o ‘torito’ mantiene una distancia
medida por protocolo para limpiar y nivelar el terreno, y tiene indicaciones precisas sobre por dónde
entrar y salir de la zona de trabajo, y cómo estacionarse para evitar un choque. Los siete drones
comerciales que hoy utiliza Antamina ya han demostrado su utilidad para registrar estas actividades
y proveer de las imágenes que soportan el feedback que los supervisores de seguridad le dan a los
operarios. Dichas imágenes, además, ya se pueden ver en el circuito cerrado y vía streaming a través
de una app interna, con clave y token digital para mayor seguridad, desarrollada internamente por la
minera.
Pero el resultado no es sólo numérico: también incide positivamente sobre la
seguridad al interior de un tajo abierto de 900 metros de profundidad y en
una operación con picos geográficos de más de 4,800 msnm.
“Y quién mejor que el propio usuario para identificar el potencial de la tecnología”, dice Estrada.
Esa —insiste— es la filosofía del proyecto en Antamina. Así, por ejemplo, el equipo de
entrenamiento consideró que podía usar los drones para supervisar qué tan bien centrado iba el
cargamento en las tolvas de los volquetes. Entonces siguió a los vehículos, tomó fotografías y
videos, y estableció en imágenes la forma correcta de cargado que le permite al volquete utilizar por
completo su capacidad de 300 toneladas y no sólo 280 de ellas. Por otro lado, el equipo de seguridad
industrial solicitó los drones para monitorear el cumplimiento de las best practices de seguridad “y
hoy ellos pueden hacer sus vuelos con la frecuencia y el momento que consideren necesarios”,
destaca Estrada. Frente al protocolo que establece que para sobrepasar un camión se requiere de por
lo menos 200 metros de línea recta visible, sin curvas ni un vehículo en contra, la ‘visita inopinada’
de los drones tiene el mismo efecto disuasivo de una cámara de seguridad en un semáforo.

Un futuro promisorio
“Desde Suiza he podido controlar el dron que estaba en Lima. Basta con que vuele en una zona con
cobertura de Internet”, dice Mónica Abarca, fundadora y CEO de qAIRa, una startup con una
historia reciente de premios en innovación y que hoy es financiada por Javier Calvo, el ex CEO de
Liderman.

Mónica Abarca, fundadora y CEO de qAIRa.


La flota de drones que prepara cumple con los requisitos que le pidió la
minera: mayor autonomía de vuelo, y posibilidades de control a distancia y
automatización.
Pero el nivel alcanzado es superior: el equipo de Abarca —que trabaja en el Centro de Tecnologías
Avanzadas de Manufactura (CETAM) de la PUCP— ha perfeccionado la función Return to home de
los drones comerciales y le ha dado precisión: al volver, el dron no se estacionará en un radio de
varios metros a la redonda del punto de partida, sino en el lugar exacto que se le indique. Esto le dará
la posibilidad a Antamina de construir pequeños hangares para sus drones, en donde estos puedan
recargarse y protegerse de las condiciones climáticas adversas hasta su siguiente vuelo.

La flota de drones que prepara cumple con los requisitos que le pidió la
minera: mayor autonomía de vuelo, y posibilidades de control a distancia y
automatización.
Los nuevos drones podrán seguir rutas predeterminadas y sus hangares incluirán una pequeña
estación meteorológica: un pluviómetro (para detectar las lluvias), un medidor de viento y un sensor
del espectro electromagnético (para las tormentas). “Los sistemas existen de manera aislada. El reto
es integrarlos y que, con la información que recaben, el sistema decida si el dron puede realizar un
vuelo o no”, explica Estrada. Antamina ha solicitado que, en su siguiente versión, los drones tengan
capacidad de visión nocturna a través de lámparas infrarrojas, y la posibilidad de uso de video
analytics para el procesamiento de las imágenes y el feedback automático. Pero las aspiraciones —
destaca Del Valle— pueden ser infinitas: “Hoy basamos nuestras expectativas en lo que existe hoy.
Pero no sabemos lo qué existirá en un año. Eso, no saber hasta dónde podemos llegar —o, dicho de
otro modo, pensar que el cielo es el límite— emociona a cualquiera”.

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