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Odontología del imperio inca.

Alguna vez te has


preguntado qué hubieras
hecho si vivieras en
Cusco hace 500 años, en
pleno periodo incaico, y
de pronto te aqueja un
fuerte dolor de
muela. Acaso ¿ya existían
odontólogos en esa
época? Pues, sí.

Investigadores de la
Universidad de Nueva
York y del Ministerio de Cultura del Perú publicaron en la revista Journal of
Comparative Human Biology un hallazgo que puede aclarar un poco el
panorama. Se trata de dos cráneos encontrados en Cusco (dos varones de
unos 27 y 40 años), que datan del periodo horizonte tardío (1476 – 1532,
coincidente con el Imperio Inca), donde ambos presentan un diente canino
perforado. ¿Esto podría ser una evidencia del trabajo realizado por un
odontólogo incaico?

Según la revisión que hacen los autores, es probable que las infecciones
dentales hayan sido muy comunes en el periodo prehispánico y que los
odontólogos incaicos hayan usado como primer tratamiento la masticación de
hoja de coca y “ccollpa” (nombre que se le daba al salitre, pero que contenía
también arsénico, el cual ha sido tradicionalmente usado para combatir
infecciones dentales).

Sin embargo, cuando ya era necesario intervenir, es posible que hayan usado
la hoja de coca como anestésico local y procedieran a remover la pulpa
dentaria infectada con un taladro de mano, que pudo haber sido hecho de
hueso o metal. Este es un procedimiento parecido —aunque tal vez mucho
más doloroso— al que se realiza actualmente.
Procesos dentales en la civilización Inca

El tratamiento de problemas orales en la civilización Inca fue relatada


Sebastián Garcilaso de la Vega, cronista y descendiente incaico.
La historia nos cuenta que los Incas eliminaban material cariado de una pieza
dental con un palillo encendido. Además los dentistas de aquella época con el
objetivo de sanar enfermedades gingivales en casos graves y cauterización
ocupaban Myroxylon pereirae o bálsamo del Perú.

Para tratar los tejidos gingivales, los curanderos de la época, calentaban


la raíz de una planta y la cortaban en 2. Después y todavía con la raíz
caliente, esta era aplicada y presionada sobre las encías hasta que se enfríe.
De esta manera el tejido gingival inflamado e hiperplástico quedaba quemado
lo que permitía el desarrollo de un tejido en buenas condiciones y nuevo.
Así mismo durante las extracciones, en primer lugar se aplicaba resina
cáustica alrededor y debajo de la encía desprendida. De un solo golpe de
estaca era arrancada la pieza. Eso sí, para aliviar el dolor del proceso, los
pacientes mordían hoja de coca.
Así mismo, investigaciones han sido testigo de mutilaciones a base de limado
de dientes. Incrustaciones de oro y orificaciones en cavidades preparadas
con anterioridad en superficies gingivolabiales de los incisivos.

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