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Con respecto al fracaso generalizado del proyecto de Simón Bolívar a la hora de unificar a
las nacientes repúblicas hispanoamericanas en una única entidad política, Sucre, uno de
sus más fieles seguidores políticos, estaba ya seguro de que los proyectos políticos de
Bolívar se encontraban condenados a fracasar, “porque sus cimientos eran necesariamente
de arena y barro” (Halperin Donghi, 1969:172) con una predestinación a su olvido, habiendo
mencionado esto incluso cuando el mismo Bolívar seguía intentando llevarlos a cabo,
aunque consciente de la dificultad de cambiar el viejo orden del dominio español en el
territorio ahora independiente, más que en lo político, los contratiempos más grandes eran
discernibles en lo económico y social, pues la dificultad de alterar en pocos años lo vivido
durante el extenso y singular dominio español era, sin duda, enorme, por lo que en
Colombia restauró el viejo sistema impositivo aplicado durante el régimen español y en Perú
proclamó la abolición del tributo indígena, aunque no la aplicó.
En cuanto a su visión de la situación internacional, Bolívar no era ajeno al contexto en el
que América Latina se estaba independizando, por lo que buscó decididamente el apoyo de
Gran Bretaña, cuya decisión consistió en brindar una asistencia sumamente discreta,
aunque no por ello carente de fuerza, ya que por su parte, Gran Bretaña se vio decidida a
dar su aval a Bolívar para limitar de cierto modo el carácter que iban adquiriendo estos
movimientos independentistas, cada vez más radicales y semejantes a la Revolución
Francesa, cuya naturaleza era considerada peligrosa de ser reproducida en episodios
similares en América Latina por parte de los intereses británicos que veían en Bolívar una
prometedora moderación en cuanto a las medidas tomadas para mantener el control en las
regiones bajo su poder, donde, como se ha mencionado, primaba una intención relativa a
conservar ciertos rasgos del viejo orden español, bajo una entidad política independiente,
siendo esta la circunstancia ideal que los intereses británicos buscaban promover en esta
región, a la que los sectores acaudalados de la sociedad criolla brindaron su apoyo ante la
posibilidad de verse perjudicados por la disensión de los sectores más populares de esta
sociedad, que habían sido en muchos casos, los principales artífices de la independencia de
estas regiones, y que por lo tanto, eran sumamente peligrosos ya que podían a continuación
arremeter contra sus privilegios y propiedades.
En cuanto a Brasil, Chile y Buenos Aires, éstos veían al Congreso de Panamá al que
asistieron delegados de Colombia, México, Perú y Centroamérica, con suma hostilidad, al
igual que el proyecto de Bolívar a la hora de unificar estas regiones.
El sistema bolivariano contó con el apoyo británico, sin embargo gran parte de los países de
América Latina no estaban de acuerdo con este sistema.
Luego de la ruptura colonial a los ingleses les preocupaba fundamentalmente el comercio.
no les disgustaba el aspecto republicano que el sistema conservaba.
Esta simpatía que Gran Bretaña demostraba, no era dañada por el deseo de unificación que
proponía Bolívar; sin embargo el apoyo brindado por los ingleses no bastó para salvar el
proyecto.
Surgen varias preguntas ante este hecho: ¿Por qué fracasó el plan de Bolívar contando con
recursos que más adelante no se tendrían? ¿Por qué fracasaría el intento de hegemonizar
América Latina? El plan de Bolívar era muy ambicioso, y en muchas ocasiones no se
apoyaba con una imagen de la realidad posrevolucionaria.
Esta realidad estaba compuesta por las élites urbanas, a las cuales Bolívar intentó ganar
concediéndoles una parte del poder de las asambleas censitarias.
Bolívar no ponía en duda que luego de la revolución, el orden establecido era
esencialmente militar; sin embargo él planteaba que esta característica tenía muy poca
duración, y que luego de un período corto se volverían a establecer los rasgos esenciales
del prerrevolucionarismo.
Podemos decir entonces que el fracaso de Bolívar se puede vincular a “pronóstico errado”
de su parte, por un lado, contrariamente a lo que él creía, las innovaciones aportadas por la
guerra de la Independencia habían venido para quedarse. Por el otro existió una dificultad
de orden táctico que no pudo superar, Bolívar se presentaba como el representante de ese
orden militar con el que no quería identificarse, encontrando así el recelo de los sectores
con los que se proponía compartir el poder; éstos se oponían y juzgaban su republicanismo
como utópico, aunque “siéndolo en sus manifestaciones teóricas, era a la vez expresión de
fuerzas demasiado bien arraigadas en la realidad”.
A su vez, los militares en los que Bolívar se suponía que debía apoyarse se satisfacían
cada vez menos con su papel de instrumentos de gobierno que les exigía sacrificios
demasiado prolongados, ya que significaba que, por ejemplo, las tropas colombianas
debían permanecer indefinidamente guardando el orden en comarcas muy lejanas a sus
tierra de origen.
Es por esto que los opositores y los mismos aliados de Bolívar han conspirado para librarse
de él. Hispanoamérica posrevolucionaria, desde Caracas a Potosí comienza a reconciliarse
consigo misma e irá descubriendo los rasgos del orden posrevolucionario que todavía no
estaban claros y que era muy distinto del antiguo y del esperado en 1810.