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TEMA:
BETHESDA CENTRAL.
En la presente investigación se trabajará con estudiantes que incumplen con el horario de ingreso a
Bethesda, durante los meses de abril y mayo del año 2018.Esta investigación se llevará a cabo a
OBJETIVOS
GENERAL:
Determinar las causas de la impuntualidad de los estudiantes de la carrera de teología del grupo
ESPECIFICOS:
boliviana”.
En la mayoría de los casos la impuntualidad de los estudiantes de la carrera de teología del grupo
formación en la familia.
JUSTIFICACION:
El presente trabajo nos permitirá conocer las diferentes causas que de la impuntualidad de los
Variables:
universidad bethesda.
Variable dependiente: la idiosincrasia social ¨la famosa hora boliviana¨. en los estudiantes de
MARCO TEORICO
Quizá algunas veces el retraso en llegar a algún lugar o postergar una cita previamente
convenida, no sea del todo culpa de quien cae en la impuntualidad, hay razones
comprensibles y adversas que cualquiera comprendería, pero cuando la impuntualidad
pasa a formar parte del carácter de una persona, y es algo que los demás notan de la
misma, la impuntualidad es un problema en su vida, le hace quedar mal, le hará perder la
confianza de los demás y a la larga perjudicará sus negocios o su vida personal, porque
en cualquier ámbito de la vida, ser impuntual es una falta total de consideración (cuando
no existen atenuantes claro está) y una falta de respeto inadmisible.
La BBC de Londres da cuenta de una encuesta realizada entre los lectores de América
Latina a la que muchos respondieron en una manera que se interpretaría "es que soy
latino" algo que resulta chocante para los que lo somos también y cumplimos con los
horarios, porque se asume que sea algo normal o ese "es que soy latino" pareciera
decirnos que por eso precisamente debemos ser impuntuales, no es nuestra culpa, es
que "somos así", ¿nacimos con un gen especial que nos inclina a la impuntualidad? yo
me pienso que es una mala y tonta manera de justificar la impuntualidad de aquellos que
parecen encontrar normal quedar mal con todos. He sufrido la impuntualidad de muchos
durante mucho tiempo, me exaspera esperar por la gente y tengo como consigna llegar a
tiempo, hago el trabajo a tiempo, cumplo con mis fechas en tiempo y si alguna vez no lo
logro es porque algo surgió que estuvo fuera de mi control, eso no me ha causado
problema cuando ha sucedido, no es que me esté halagando, pero luego de cumplir
siempre cuando la falla llega insisto por factores que no puedo controlar, he encontrado
comprensión al respecto, lo que sin duda no encontraría si lo mio fuera, como lo de miles
¡ser impuntual!
Y digo, hay alguna manera que alguien se entere que es una falta de respeto, porque eso
es lo que es y no lo pienso solo yo sino muchos de esos lectores que opinaron sobre los
impuntuales y sobre casi cualquiera que siendo puntual sufre la impuntualidad de otros.
Que ésta es una virtud que se aprende en casa dicen, creo que todo mundo aprende
cosas en casa, si las aplica o no es una decisión que toma convertido en adulto, y quizá
esté equivocada, pero creo que muchos impuntuales están conscientes de que tienen un
problema y no hacen nada para arreglarlo, he ahí para mí la causa directa por la que
muchos son despedidos cada año, cuando lo vemos detenidamente una de las causas
más frecuentes es "impuntualidad en cumplir con horarios" "impuntualidad en cumplir con
fechas", que digan que no tienen un problema los que abusan cada día llegando tarde a
todo lugar.
La puntualidad
Posibles razones
Un artículo del diario español La vanguardia (*) de hace algún tiempo, se preguntaba
justamente, qué lleva a algunas personas a ser impuntuales en forma sistemática.
Además de algunos testimonios personales, se consultó a algunos técnicos. Por
ejemplo, Pau Obiol, psicólogo de Isep Clínic Barcelona especialista en bienestar
emocional, asegura que son muchos los impuntuales que son tardones crónicos por la
falacia de la planificación, porque subestiman el tiempo que necesitan para hacer una
tarea. "Son personas con un sesgo cognitivo, que hacen juicios ilusorios, incorrectos,
del tiempo y de sus recursos", indica. "De hecho, diversos experimentos han constatado
que los tardones crónicos no perciben el tiempo de la misma manera que quienes
acostumbran a ser puntuales. "En realidad, como el tiempo es algo que no existe,
siempre se procesa de forma subjetiva, y hay muchas variables internas y externas que
modulan esa percepción subjetiva, desde la edad, la personalidad, el estado de ánimo,
los fármacos, la temperatura o los desórdenes psiquiátricos hasta la complejidad de la
tarea que hacemos, la cantidad de información y estímulos que recibimos, la
familiaridad o si recibimos estímulos auditivos o visuales", explica Judit Castellà,
investigadora de la UAB especializada en memoria, atención y percepción."
Según la especialista, cada persona tiene un tempo interno, una tasa metabólica propia,
marcado por factores medioambientales, pero también fisiológicos, que está
relacionada con su ritmo de vida y se correlaciona con la puntualidad. "Si tienes un
tempo interno muy elevado, tienes tendencia a sobrestimar el tiempo, y si te dicen que
aprietes un cronómetro cuando calcules que han transcurrido 60 segundos, lo pararás
unos segundos antes de que haya pasado el minuto; en cambio, si tienes un tempo
más lento, subestimas el tiempo y creerás que han pasado 60 segundos cuando en
realidad hayan pasado varios más", ejemplifica."
Puedo llegar a entender los motivos psicológicos y personales que pueden tener
algunas personas, pero los uruguayos no hacemos del respeto a la puntualidad, uno de
nuestras virtudes. La irresponsabilidad con la que manejamos el tiempo de los otros -
que son los afectados, cuando somos impuntuales- da la sensación que está
demasiado arraigado en nuestro ADN. El mundo y la consideración por el prójimo, urgen
cambiar la actitud.
La impuntualidad esconde razones fisiológicas, psicológicas y sociales
Todos conocemos algún tardón crónico, personas que, se quede para lo que se
quede, nunca llegan a la hora prevista. Y normalmente lo suyo no es un retraso de
cinco minutos, sino de al menos media hora. Los hay que incluso responden con
un "no te preocupes que ya estoy saliendo de casa" cuando se les telefonea para
saber por qué no han comparecido a la hora acordada. ¿Por qué? ¿Qué lleva a
algunas personas a ser impuntuales por sistema?
"En mi caso, el problema es que me gusta que me cunda el tiempo, aprovecharlo
mucho, y siempre pienso que tengo margen para hacer algo más antes de acudir
a una cita; pero luego me lleva más tiempo de lo que había calculado, el trayecto
también, y llego tarde", dice Esther, que tras décadas de hacer esperar a todo el
mundo decidió dar mayor prioridad a la puntualidad porque su hijo sufría mucho
cuando llegaba tarde a recogerlo. "No me resulta fácil, pero me obligo a
prepararme unos quince o veinte minutos antes de lo que lo hacía antes",
confiesa.
Pau Obiol, psicólogo de Isep Clínic Barcelona especialista en bienestar emocional
y mindfulness, asegura que son muchos los impuntuales que, como Esther, son
tardones crónicos por la falacia de la planificación, porque subestiman el tiempo
que necesitan para hacer una tarea. "Son personas con un sesgo cognitivo, que
hacen juicios ilusorios, incorrectos, del tiempo y de sus recursos", indica.
De hecho, diversos experimentos han constatado que los tardones crónicos no
perciben el tiempo de la misma manera que quienes acostumbran a ser puntuales.
"En realidad, como el tiempo es algo que no existe, siempre se procesa de forma
subjetiva, y hay muchas variables internas y externas que modulan esa percepción
subjetiva, desde la edad, la personalidad, el estado de ánimo, los fármacos, la
temperatura o los desórdenes psiquiátricos hasta la complejidad de la tarea que
hacemos, la cantidad de información y estímulos que recibimos, la familiaridad o si
recibimos estímulos auditivos o visuales", explica Judit Castellà, investigadora de
la UAB especializada en memoria, atención y percepción. Y detalla que cada
persona tiene un tempo interno, una tasa metabólica propia, marcado por factores
medioambientales pero también fisiológicos, que está relacionada con su ritmo de
vida y se correlaciona con la puntualidad.
"Si tienes un tempo interno muy elevado, tienes tendencia a sobrestimar el tiempo,
y si te dicen que aprietes un cronómetro cuando calcules que han transcurrido 60
segundos, lo pararás unos segundos antes de que haya pasado el minuto; en
cambio, si tienes un tempo más lento, subestimas el tiempo y creerás que han
pasado 60 segundos cuando en realidad hayan pasado varios más", ejemplifica.
Diane DeLonzor, que ha sacado partido a su impuntualidad crónica con el libro
Never be late again (No vuelvas a llegar tarde) y organiza talleres sobre el tema,
realizó un ejercicio similar para justificar que hay motivos fisiológicos y
psicológicos que hacen muy difícil dejar de retrasarse. DeLonzor pidió a un grupo
de personas que leyeran un pasaje de un libro y parasen cuando creyeran que
llevaban un minuto haciéndolo. Y constató que para los puntuales los 60 segundos
pasaban antes que para los impuntuales, y si los primeros dejaban de leer a los 58
segundos de media, los impuntuales lo hacían a los 77. "Quienes tienen un tempo
más lento subestiman el tiempo y sobreestiman lo que pueden hacer en ese
tiempo, y piensan que hacen algo en cinco minutos cuando en realidad tardan
ocho o diez", dice Castellà.
Pero no todos los impuntuales responden a este perfil. "No hay unos rasgos ni una
personalidad característica que los defina a todos; hay tardones crónicos que
simplemente lo son por aprendizaje, porque sus padres siempre llegaban tarde,
han aprendido esa conducta, se les ha reforzado a lo largo del tiempo, se han
acostumbrado a que los demás les esperen y si un día han llegado pronto no
recibieron halagos por ello y vuelven a llegar tarde", comenta Obiol. Agrega que
también hay impuntuales que lo son por problemas de falta de atención, porque
son olvidadizos y les cuesta gestionar el tiempo y su agenda, y otros en los que la
retarditis crónica va ligada a ciertos rasgos patológicos de personalidad. "Existen
narcisistas que llegan sistemáticamente tarde porque creen que pueden
permitírselo, que su tiempo vale más que el de los demás; otros que lo hacen para
llamar la atención; o para no tener que iniciar conversaciones con los que van
llegando; algunos perfeccionistas que pasan tanto tiempo acabando sus tareas
que no pueden gestionar bien su tiempo...", pormenoriza el especialista de Isep
Clinic.
Judit Castellà apunta que algunos estudios sugieren que entre las personas
puntuales predomina la personalidad tipo A, que se vincula a gente más
organizada, más impaciente, más ambiciosa, más preocupada por cumplir los
plazos y más ansiosa. En cambio, la personalidad tipo B -personas más relajadas,
más creativas, poco estresadas- es más frecuente entre quienes siempre van
tarde.
La impuntualidad se acostumbra a relacionar también con cuestiones éticas y a
menudo se califica como falta de respeto, lo que sitúa a los tardones crónicos en
la esfera de los maleducados, irrespetuosos o poco empáticos. "En realidad a la
mayoría de los impuntuales no les gusta serlo, querrían luchar contra ello, pero les
cuesta porque es un hábito muy interiorizado", rechaza Castellà. Y agrega que
además del tempo interno, de la personalidad o de los modelos parentales
recibidos, en la puntualidad inciden otras variables culturales y de estatus. "Uno
puede tener más o menos predisposición a ser puntual, pero también te
condicionará la presión social que tengas, si la cultura y el país en el que vives
valora o no la puntualidad; y en las sociedades occidentales, donde el tiempo es
un valor económico, el estatus socioeconómico de cada uno también influye en
que se castigue o no su impuntualidad", precisa. De hecho, hay personas que se
esfuerzan por cumplir con sus citas laborales pero siempre llegan tarde cuando
quedan con amigos porque el contexto de ocio es más permisivo.
Como confiesa Esther, corregir la impuntualidad, sobreponerse a la retarditis
crónica, no es fácil pero sí posible con entrenamiento y disciplina. Algunos
especialistas aseguran que la clave está en poner en práctica algunos hábitos que
caracterizan a quienes siempre llegan a la hora a sus citas: ser realistas en la
planificación de las tareas, estimar un tiempo para imprevistos o retrasos
inesperados, no tener miedo a llegar pronto, sentirse cómodos si quedan tiempos
vacíos y hacer las cosas con anticipación.
Soluciones para superar el mal de la impuntualidad
Aunque hay diferentes tipos de 'llegatardistas', todos ellos suelen caracterizarse
por tener una excusa siempre a mano y ser incapaces de romper con la manía.
Sin embargo, hay soluciones.
¿Es un hábito? ¿Un gen? ¿Una enfermedad? ¿Un embrujo? ¿Mal de ojo? ¿Todo
lo anterior? Si eres portador de este virus o has cometido la imprudencia de
poner llegatardistas en tu vida, quizá hayas observado que es más fácil que el
camello entre por el ojo de la aguja que romper la costumbre, bastante extendida
en este país, de la impuntualidad.
Aunque hay diferentes tipos de llegatardistas, como se verá enseguida, todos ellos
suelen caracterizarse por tener una excusa siempre a mano y ser incapaces de
romper lo que a veces parece una manía de la que es imposible zafarse. A causa
de su costumbre de llegar siempre tarde, la consultora Diana DeLonzor sufrió
graves problemas en el trabajo, conyugales y entre sus amistades; a pesar de
todo, no consiguió cambiarlo. Esto es, hasta que escribió su libro, titulado Never
be late again (Nunca llegues tarde de nuevo), y comenzó a dar talleres y
seminarios sobre el asunto (monetizando con habilidad su mal). “Decirle a alguien
que llega crónicamente tarde que sea puntual es como plantearle a una persona a
dieta que no coma tanto”, señala DeLonzor. “La gente puntual no lo entiende.
Creen que es algo que tiene que ver con el control, pero es un problema mucho
más complejo”.
En el estudio que la autora realizó en la Universidad de San Francisco, encontró
que el 17 por ciento de los participantes llegaba crónicamente tarde, y entre ellos
se repetían algunos patrones: tendían a posponer más las cosas pendientes y
sufrían más dificultades relacionadas con el autocontrol y la atención. A partir de
esta modesta investigación (participaron 225 personas), De Lonzor agrupó a los
llegatardistas en siete categorías:
Los productivos. Se caracterizan porque desean hacer lo máximo en el menor
tiempo posible. Estos tipos tienden a utilizar el “pensamiento mágico” que consiste
en infravalorar la cantidad de tiempo que lleva, en la realidad, completar las tareas
pendientes. Como odian malgastar el tiempo, se organizan de forma que vayan a
emplear cada segundo de cada minuto aunque sea a costa de hacer esperar a los
demás.
Los que apuran hasta el último momento. Estas personas aseguran que son más
productivas si se encuentran bajo presión. A veces es difícil motivarlos si no hay
algún tipo de crisis de por medio.
Los distraídos. Fácilmente identificables por la cantidad de vuelos y trenes que
pierden, no tienen noción del tiempo y se les olvidan desde los cumpleaños de sus
madres a las entrevistas de trabajo.
Al lado de estos tres grandes grupos se encuentran otros cuatro: los que nunca
admiten su falta y saltan de excusa en excusa; los que carecen de autocontrol; los
que buscan hacerse los interesantes llegando tarde y, por último, los rebeldes, que
utilizan la falta de puntualidad como una forma de demostrar su poder. Lo más
habitual, sin embargo, es pertenecer a dos o más categorías al mismo tiempo.
Como en tantas cosas, el primer paso para cambiar es ser consciente de ello,
palabras mayores entre el llegatardista que siempre tiene alguna excusa a mano,
y analizar el fenómeno de cerca, planteándose cuestiones como estas: ¿Llegas
tarde sistemáticamente a todo o sólo en determinados asuntos, como las
reuniones familiares? ¿Una vez en la calle te invade súbitamente la duda de si te
dejaste la luz del baño encendida y has de volver a casa? ¿Eres de los que ha de
enviar ese último e-mail antes de salir de la oficina? ¿Crees que quedarás
absuelto a base de SMS en los que avisas de tus retrasos?
Un escollo importante para cambiar es que, como habrán notado quienes hayan
pasado temporadas en países como Estados Unidos o la mayoría de los
europeos, la impuntualidad es algo aceptado en nuestra sociedad. El experto en
productividad personal Daniel Aguayo recuerda que en las reuniones de trabajo es
habitual que se concedan diez minutos de cortesía a quien llega tarde.
“Penalizamos a los asistentes y nos compadecemos de los no presentes”, señala.
“Por supuesto cualquiera puede no ser puntual excepcionalmente a causa de un
imprevisto. El problema surge cuando se convierte en un hábito y mostramos una
falta de compromiso, cuando no de respeto. Algo que repercute, como es lógico,
en la productividad”.
Aguayo sugiere atajar el problema calculando llegar a la cita quince minutos
antes. “Eso te dará cierto margen para los inconvenientes de la vida real (el tráfico,
las colas, las averías, etc). Parece que de esa forma serás tú quien pierda el
tiempo si llegas antes; para evitarlo, lleva algo que hacer durante la espera”. Es
útil, por otra parte, coger lápiz y papel y escribir cuánto tiempo, en realidad, lleva
emprender una tarea. Por ejemplo, por la mañana, en lugar de utilizar el
“pensamiento mágico” (me ducho, me arreglo y desayuno en cinco minutos) tomo
nota del tiempo real y actúo en consecuencia.
Erik Larsson, de HabitosVitales, cree que para cambiar necesitamos una fuerte
motivación. “Esta puede enmarcarse dentro de un plan de mejora personal más
amplio, o ser muy específica: lograr ese ascenso en el trabajo, estar preparado
para una presentación o no volver a perder una avión”. “La solución”, apunta por
su parte Antonio José Masiá, del blog de productividad Cambiando Creencias,
“pasa por una buena gestión del calendario. Si tienes todo recogido en el
calendario y lo revisas a diario, no se te pasa nada. Solemos dejar que nuestra
mente nos recuerde las cosas y ya sabemos que no es el mejor lugar para guardar
fechas, reuniones, etc, dado que cuando lleguen no nos avisará”.
Quizá pensar en el otro sea el mejor estímulo para romper el hechizo. “Cuando no
eres puntual, estás robando a la persona afectada uno de sus recursos limitados
más valiosos: su tiempo. Ser impuntual puede mermar la confianza en una
persona y esta situación puede llegar a generar mucho estrés”, apunta Masiá. “Me
fio poco de las personas que llegan tarde sin avisar, sobre todo si no las conozco.
Si a una primera cita llegan tarde, ¿qué ocurrirá después?”.
III.- TRABAJO
DE CAMPO
RESULTADOS DE LA ECUESTA
CUADRO N° 1
SI NO
CUADRO N° 2
CUADRO N° 3
CUADRO N° 4
El 64% de los encuestados llegar con frecuencia tarde a sus clases de teología.
CUADRO N° 5
CUADRO N° 6
El 50% de los encuestados conocen a muchos compañeros (más de 5) que llegan tarde a
clases.
El 9% de los encuestados solo conocen a una persona que llegue tarde a clases.
7. ¿conoces el significado de la frase “hora boliviana”?
CUADRO N° 7
SI NO
CUADRO N° 8
SI NO A VECES SIEMPRE
CUADRO N° 9
SI NO A VECES SIEMPRE
El 95% de los encuestados creen que la impuntualidad siempre se debe a los malos
hábitos.
10. ¿crees que una las causas de llegar tarde a clases, es salir tarde?
CUADRO N° 10
SI NO A VECES SIEMPRE
CUADRO N° 11
SI NO A VECES SIEMPRE
El 64% de los encuestados piensan que el tráfico no es una excusa para llegar tarde a
clases.
El 5% de los encuestados piensan que el tráfico siempre es una excusa para llegar tarde
a clases.
CUADRO N° 12
SI NO A VECES SIEMPRE
CUADRO N° 13
SI NO
El 100% de los encuestados saben que la impuntualidad afecta de forma negativa al final
de cada materia.
CUADRO N° 14
El 82% de los encuestados creen que la impuntualidad si empaña la imagen del siervo de Dios.
El 18% de los encuestados creen que la impuntualidad siempre empaña la imagen del siervo de
Dios.
CONCLUSION
conclusiones:
RECOMENDACIÓN