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 El perdón de los pecados.

Se requiere
además el arrepentimiento y confesión de la
persona que recibe el sacramento.
 La unión a la Pasión de Cristo. Se recibe la
fuerza y el don para unirse con Cristo en su
Pasión y alcanzar los frutos redentores del
Salvador.
 Una gracia para la Iglesia. Los enfermos que
reciben este sacramento, uniéndose
libremente a la Pasión y Muerte de Jesús,
Tema:
contribuyen al bien del Pueblo de Dios y a su LA UNCIÓN DE ENFERMOS
santificación.
 Una preparación para el paso a la vida
eterna. Este sacramento acaba por
conformarnos con la muerte y resurrección
de Cristo como el bautismo había
comenzado a hacerlo. La Unción del
Bautismo sella en nosotros la vida nueva, la
de la Confirmación nos fortalece para el
+
combate de la vida. Esta última unción Alumno:
ofrece un escudo para defenderse de los
últimos combates y entrar en la Casa del
Alexander Reátegui Vásquez
Padre. Se ofrece a los que están próximos a Grado:
morir, junto con la Eucaristía como un 4° “H”
"viático" para el último viaje del hombre.
¿QUE ES?
El nombre del sacramento de acuerdo con el
El sacramento de la unción de los Concilio Vaticano II
enfermos es un acto litúrgico comunitario Este sacramento se conocía antes como
realizado por parte de distintas Iglesias "Extrema Unción", pues sólo se
cristianas (Iglesia católica, Iglesia administraba articulo mortis (a punto de
ortodoxa, Comunión anglicana) por el cual morir). Actualmente el sacramento se
un presbítero signa con óleo sagrado a un denomina canónicamente "Unción de los
fiel por estar enfermo, en peligro de muerte Enfermos" y se puede administrar más de
o simplemente por su edad avanzada. Con una vez, siempre que el enfermo se
esta acción se significa que le es encuentre grave.
concedida al enfermo o al anciano una
gracia especial y eficaz para fortalecerlo y
reconfortarlo en su enfermedad, y
prepararlo para el encuentro con Dios.

Efectos del sacramento de la Unción


 Un don particular del Espíritu Santo. La primera gracia
es de consuelo, paz y ánimo para vencer las
dificultades propias de la enfermedad o la fragilidad
de la vejez. Es un don del Espíritu Santo que renueva
la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las
tentaciones del maligno, como el desaliento y la
desesperación.

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