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PROVINCIA ECLESIÁSTICA DE MONTERREY

REUNIÓN DE ANIMADORES DE LA PASTORAL PRESBITERAL

DIRECTORIO PARA LA FORMACIÓN PRESBITERAL


Introducción
El siguiente Directorio para la Formación Permanente del Clero, que las Comisiones
Diocesanas la Provincia Eclesiástica de Monterrey hemos elaborado en comunión, es fruto de
una paciente espera ya que fueron pocas las reuniones que tuvimos y la distancia fue un factor
que frenó nuestros buenos deseos de terminarlo en menos tiempo.

Este documento surgió de un cuestionamiento que Mons. Alfonso Cortes, que en ese momento
era Obispo auxiliar de Monterrey, y designado por los Obispos de la Provincia Eclesiástica como
responsable de acompañar las reuniones de las Comisiones de la Formación Permanente del
Clero de las Diócesis de nuestra Provincia. Se nos preguntaba lo siguiente:
a. Tener claro el objetivo que tiene esta Comisión

b. Ampliar la efectividad de los servicios que se ofrecen a nuestros hermanos

sacerdotes

c. Ubicarnos en cuanto el método, seguimiento, consecución de objetivos

planteados, periodicidad de las reuniones

d. Que los que participen en la experiencia de renovación sacerdotal, se les ofreciera

un seguimiento, para darle continuidad a su formación permanente.

El enunciado del objetivo de la pastoral presbiteral quedó de esta manera:


Que las comisiones del clero de la provincia eclesial de Monterrey promueven e iluminan la
pastoral presbiteral, en un espíritu de comunión y participación para vivir nuestra vocación y
misión a imagen del buen pastor.

El siguiente Directorio creemos que contiene lo esencial para que cada Obispo, con sus
Comisiones de la Formación Permanente del Clero, elabore un programa de formación para
sus presbiterios.

1
DESAFÍOS DE LA REALIDAD SOCIO CULTURAL, PRESBITERAL Y ECLESIAL
EN LA VIDA Y EN EL MINISTERIO DE LOS PRESBÍTEROS

DE LA PROVINCIA ECLESIÁSTICA DE MONTERREY

Estamos interesados en apoyar la vida y el ministerio de los presbíteros y esto nos


impulsa a profundizar los desafíos que nos plantea la realidad socio cultural, presbiteral y
eclesial. Por lo cual realizaremos un ejercicio antropológico y evangelizador que nos permita
acercarnos a las necesidades y desafíos que presenta esta triple realidad a los presbíteros de
la Provincia Eclesiástica de Monterrey.1

La realidad socio cultural es tomada en una acepción muy propia. Lo que está sucediendo
en el Noreste de México actualmente y que plantea unos desafíos concretos a la vida y al
ministerio de los presbíteros.

La realidad presbiteral será evidenciada y analizada para tomar consciencia de los


grandes dones y recursos con los que cuentan nuestros presbiterios para responder a la misión
encomendada por Cristo a sus discípulos y misioneros. Estudiaremos los signos positivos y los
problemas actuales en la vida, formación y ministerio de los sacerdotes.2

Y finalmente, la realidad eclesial es tomada también en una acepción muy propia. Lo que
está sucediendo en la Provincia Eclesiástica de Monterrey, lo cual plantea unos desafíos a la
vida y al ministerio de los presbíteros.

Consideramos conveniente recordar que la Constitución Pastoral Gaudium et spes y los


Documentos de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida nos invitan a analizar la realidad
como un elemento indispensable para evangelizar en profundidad a la persona humana y a la
sociedad, y desde este ángulo ofrecer algunos elementos valiosos a la vida y al ministerio de
los presbíteros, señalando sólo los fenómenos más profundos y extendidos.

1
Cf. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 47.
2
El presente documento no pretende ofrecer una exposición exhaustiva acerca de los desafíos de la realidad social, presbiteral y eclesial del Noreste de México.

2
“Sin olvidar que hay una fisonomía esencial del sacerdote que no cambia: en efecto, el
sacerdote de mañana, no menos que el de hoy, debe asemejarse a Cristo”. 3

1. DESAFÍOS QUE SE PLANTEAN DESDE LA REALIDAD SOCIO CULTURAL

El análisis de las mega tendencias socio-culturales nos ayuda a tomar conciencia de que
“estamos viviendo un cambio de época que cuestiona fuertemente la manera de vivir de las
personas y de nuestros pueblos, está emergiendo una nueva civilización que propone desafíos
y puntos de referencia también nuevos a la acción pastoral de la Iglesia y por tanto también a
la vida y al ministerio de los presbíteros”.4

Este cambio de época afecta a los sacerdotes, sobre todo por el ambiente socio-cultural
de hoy. El problema ha existido siempre, pero en nuestros días ha adquirido un relieve especial
y una urgencia más viva debido a una serie de factores y motivos entre los cuales están
especialmente los siguientes.

1.1. La dependencia de una sociedad individualista, materialista y hedonista que propicia


la posesión egoísta, la instrumentalización del otro y el deseo de vivir
placenteramente. Además esto genera dificultades para vivir el sacrificio, impulsa a
la defensa exacerbada de la subjetividad de la persona y a tomar al consumo y a la
posesión como medidas del valer humano.
1.2. La influencia que ejerce el núcleo familiar del cual procede el sacerdote y sus
consecuencias en su vida y ministerio, porque existen nuevas formas y estructuras
familiares.
1.3. La educación se ha hecho más extensiva; pero existe un claro deterioro en su
calidad, en ella se da más importancia a la preparación técnica o profesional que a
la académica y a la investigación. “Las fallas profundas en el modelo educativo
nacional han generado que nuestros niños y jóvenes se encuentren expuestos a un

3
PDV 5.
4
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 51.

3
proyecto cultural con graves deformaciones éticas, antropológicas y cívicas”. 5 Los
proyectos educativos “son pobres en aprender a trascender con la consecuencia de
una ausencia de formación en los valores y en la dimensión trascendente del ser
humano”.6 Situación que tenemos que afrontar, implementando proyectos de
formación presbiteral que nos ayuden a nivelar y superar esta carencia.
1.4. La visión de la sexualidad humana privada de su dignidad y reducida simplemente a
placer egoísta o a un bien de consumo en películas, revistas e Internet, y La
relativización y tolerancia para vivir la castidad como un valor.
1.5. Los medios de comunicación social que generan un tipo de cultura globalizada en
relación al lenguaje, las costumbres, las normas sociales y los valores que otorgan
identidad a la persona y a la sociedad y con ello la influencia que ejercen en el
pensamiento y en el estilo de vida de los presbíteros.
1.6. La dependencia del Internet, el ansia de sentirse acompañado por alguien en los
chat o de sentirse tomado en cuenta en los e-mail y el encubrimiento de la propia
identidad. Así como la basta información que se genera sin discernir si ésta es
realmente verdadera y si sus fuentes de información son confiables y fundadas.
1.7. La proliferación de table dance y de anuncios disfrazados que ofrecen servicios de
prostitución, se convierten en fuertes incentivos que despiertan la curiosidad.
1.8. La compensación de la soledad con formas agudas de hedonismo y de experiencias
individuales lo más intensas posibles y gratificantes en el plano de las emociones y
de las sensaciones inmediatas.
1.9. La experiencia desviada de la libertad, vivida como asentimiento ciego a las fuerzas
instintivas y a la voluntad de poder del individuo.
1.10. “Nos duele en carne propia la situación de un México herido y desencantado por los
problemas de inseguridad, secuestros, sobrepoblación en las cárceles, corrupción
general, hambre y marginación, desintegración familiar, rezago educativo, ineficacia
en la búsqueda y aplicación de la justicia, narcotráfico, violación a los derechos

5
CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO, LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, La misión propia de los laicos en el
mundo no es nada fácil, los retos son gigantescos. Lago de Guadalupe, Estado de México, 13 de noviembre de 2008, en
http://www.cem.org.mx/prensa/homilias/081110.htm.
6
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 59.

4
humanos y crimen organizado que ponen en evidencia una falla en la conciencia
personal y social al momento de reconocer la inalienable dignidad de la persona
humana en todas sus fases de desarrollo. Así como la falta de valor civil y de
denuncia”.7
1.11. Una cultura que tiene como propio credo el relativismo, el cual se ha convertido en
una especie de dogma. “Toma forma una dictadura del relativismo que no reconoce
nada que sea definitivo y que deja como última medida sólo al propio yo y a sus
deseos".8
1.12. “En ocasiones, el clericalismo se ha extendido tanto en laicos como en clérigos,
dificultando que la identidad laical sea realmente reivindicada y proyectada en todos
los ámbitos de la vida social”. 9
1.13. Una ola agigantada de violencia y matanzas bestiales para controlar el tráfico de
drogas y los diferentes carteles en ciudades importantes del Noreste de México.
1.14. Escándalos sacerdotales relacionados con problemas de pedofilia, con sociopatías
en Internet en donde encubren su verdadera identidad, con una doble vida: la
sacerdotal y la matrimonial, escándalos homosexuales y el manejo dudoso de
economías millonarias.

Junto con estos y otros múltiples factores negativos, están relacionados los siguientes
factores positivos:
1.15. “Vemos un buen número de laicos decididos a dar razón y testimonio público de su
fe en los diversos ambientes en que viven: matrimonio, familia, trabajo, política,
empresarios, cultura, medios de comunicación y defensa organizada de la vida
humana”.10

7
CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO, LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, La misión propia de los laicos en
el mundo no es nada fácil, los retos son gigantescos. Lago de Guadalupe, Estado de México, 13 de noviembre de 2008, en
http://www.cem.org.mx/prensa/homilias/081110.htm.
8
RATZINGER J., Homilía del Cardenal Ratzinger al iniciar el Cónclave, en http://www. Aciprensa.com/benedictoxvi/homilia.htm, (18.04.2005); Cf. ROMANO
GÓMEZ MIGUEL, Retos para el sacerdote en este cambio de época. Las aportaciones del Documento de Aparecida, Guadalajara, Fototecnia, Guadalajara,
2007, 18.
9
CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO, LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, La misión propia de los laicos en
el mundo no es nada fácil, los retos son gigantescos. Lago de Guadalupe, Estado de México, 13 de noviembre de 2008, en
http://www.cem.org.mx/prensa/homilias/081110.htm.
10
CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO, LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, La misión propia de los laicos en
el mundo no es nada fácil, los retos son gigantescos. Lago de Guadalupe, Estado de México, 13 de noviembre de 2008, en
http://www.cem.org.mx/prensa/homilias/081110.htm.

5
1.16. Una conciencia más madura de la dignidad de la persona.11
1.17. En la sociedad encontramos una sed de justicia y de paz muy difundida
e intensa.
1.18. Una solidaridad social en las situaciones de catástrofes naturales.
1.19. Flujo de información social abundante y rápida que nos permite estar bien
informados de lo que acontece en nuestra sociedad y en el mundo entero.
1.20. El desarrollo tecnológico de la realidad virtual que abre nuevas formas de
evangelización, de encuentro con las personas y de contención de grandes bases de
datos para los archivos diocesanos y parroquiales.
1.21. Conciencia más viva del cuidado del hombre por la creación y por el respeto de la
naturaleza.

2. LA REALIDAD PRESBITERAL

El Documento de Aparecida, al hablar de la identidad y misión de los presbíteros, nos


invita a dirigir nuestra mirada al momento actual que vivimos para descubrir algunas situaciones
que afectan y desafían la vida y el ministerio de los presbíteros y que pueden convertirse en
áreas de oportunidad para el crecimiento de los sacerdotes de nuestra Provincia.12

2.1. Desafíos en la vida y ministerio de los presbíteros13

 El primer desafío consiste en fortalecer la identidad presbiteral, a través de un


crecimiento integral que lo lleve a configurarse con Jesús, el Buen Pastor y a vivir la
caridad pastoral.
 El segundo desafío consiste en conocer e insertarse en la cultura actual para sembrar
en ella la semilla del Evangelio, respondiendo a las grandes interrogantes del hombre
de hoy. Este desafío incluye la necesidad de potenciar adecuadamente la formación

11
PDV 6.
12
V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que
nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 192.
13
Cf. V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para
que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 193-197

6
permanente de los presbíteros, en sus cuatro dimensiones: humana, espiritual,
intelectual y pastoral.
 El tercer desafío se refiere a aspectos vitales y afectivos, al celibato y a una vida
espiritual intensa fundada en la caridad pastoral.14 Recordando lo que menciona el
Departamento de vocaciones y ministerios sobre las cuatro experiencias espirituales
que no pueden faltar en la búsqueda de la santidad: La escucha de la Palabra de
Dios, la oración, la celebración de la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación.
Por otra parte, el celibato pide asumir con madurez la propia afectividad y sexualidad,
viviéndola con serenidad y alegría en un camino comunitario.
 El cuarto desafío contempla aspectos que se refieren a las relaciones interpersonales
que facilitan o dificultan la vivencia del ministerio sacerdotal.
 Otros desafíos son de carácter estructural como por ejemplo la existencia de
parroquias demasiado grandes, muy pobres o situadas en sectores de extrema
violencia e inseguridad.

2.2. ALGUNAS PROBLEMÁTICAS SACERDOTALES

Tomando en consideración los desafíos anteriormente mencionados, la atención a los


problemas de los sacerdotes de la Provincia nos interpela para avanzar en la solución o en el
alivio de los mismos.

Hay sacerdotes con problemas de salud física y psíquica, algunos viven en una soledad
abrumadora y con carencias afectivas importantes, con dificultades para interactuar y socializar
con el Párroco o con el Vicario Parroquial, con relaciones tensas y agresivas con el personal
que labora en la parroquia y/o con la gente de su comunidad, con baja autoestima, involucrados
en problemáticas sexuales y envueltos en un activismo frenético. Otros se enfrentan a los
problemas específicos de la ancianidad, la enfermedad o la jubilación, algunos se sienten
lastimados y están resentidos por cambios de comunidad parroquial o cargo que

14
V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que
nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 195.

7
desempeñaban. Finalmente, se observa en algunos sacerdotes la falta de una vida espiritual
sólida, de actualización e interés intelectual y de celo pastoral.

Se trata de abordar, partiendo de la realidad, una reflexión sobre estos problemas


humanos de los sacerdotes que tienen una mayor resonancia.
Podemos afirmar que las ocho áreas de oportunidad que es necesario afrontar son:

2.2.1. Salud y desarrollo físico

El sacerdote tiende a llevar una vida sedentaria, descuida aspectos de su vida que le
permiten llevar una mejor calidad de vida como pueden ser una buena alimentación, practicar
el deporte, usar la medicina preventiva, descansar suficientemente, superar la hipocondría, auto
liberarse de la toxicodependencia del alcohol y del tabaco, lograr un adecuado manejo del
estrés, asumir responsablemente la enfermedad y los problemas específicos de la ancianidad.

Cuando la salud y el desarrollo físico no están bien integrados y armonizados propician


dificultades serias en los niveles de colesterol, triglicéridos, glucosa, hipertensión arterial. Otras
dificultades en este factor de la personalidad pueden manifestarse con insomnio, gastritis y
úlceras en el estómago y el intestino, disminución de la función renal, agotamiento, depresión,
ansiedad, dolores de cabeza, indigestión, sarpullidos, palpitaciones rápidas y nerviosismo.

2.2.2. Integración afectiva y sexual del sacerdote

Un número significativo de sacerdotes no ha logrado vivir su sexualidad como un valor


positivo y como una riqueza de su personalidad para manifestar, vivir y expresar el amor como
don de sí mismo para los demás, como hombres y como sacerdotes.

Las dificultades que se presentan en este factor de la personalidad son: incapacidad para
dar y recibir afecto, actos masturbatorios, relaciones heterosexuales con una o varias mujeres,
obsesiones o compulsiones sexuales, necesidad de autoerotismo viendo pornografía en

8
películas, revistas e Internet, asistencia a table dance, homosexualidad y pocos casos de
pedofilia.

Es importante resaltar como en algunos casos se da una desintegración entre sus


valores, ideales y estilo de vida, de tal manera que pueden dejar el sacerdocio y vivir
establemente con una mujer que estuvo casada o asistir a antros homosexuales, revelar su
identidad homosexual en Internet, dificultad para aceptar y enfrentar sus problemas afectivo-
sexuales y con mucha resistencia y mecanismos de defensa al respecto.

2.2.3. Baja autoestima

En el trasfondo de algunas problemáticas sacerdotales se encuentra que el presbítero


no ha logrado desarrollar un concepto positivo de sí mismo así como un sentido de autoestima.
Se percibe un bajo nivel de auto conocimiento, auto comprensión y auto valoración. Esto se
refleja cuando algunos sacerdotes se encuentran resentidos por un cambio de parroquia, o de
cargo que desempeñaban, cuando manifiestan rasgos de prepotencia o arrogancia en su
interacción con los demás, cuando tienden a compararse con otros hermanos sacerdotes,
cuando tienen necesidad de criticar y destruir a otros sacerdotes o a proyectos pastorales
creyendo que eso los revalúa o eleva, cuando se dan devaluaciones continuas por parte del
Párroco o de la comunidad a la que sirve, cuando tiene expectativas personales insanas, deseos
desmedidos de sobresalir y protagonismo exagerado.

2.2.4. Procesos de socialización

La relación, el diálogo y el encuentro son características básicas del ser humano, por ello
cuando no existe una adecuada y positiva interacción con los demás, el sacerdote tiende a
conflictuarse y a buscar compensaciones que lo dañan en su vida sacerdotal.

Las problemáticas más comunes en este factor de la personalidad son: dificultades en


las relaciones humanas básicas entre Párroco y Vicario Parroquial, problemas con el personal
que labora en la parroquia, agresividad o rechazo de los fieles de la comunidad, incapacidad

9
para dialogar serenamente, bajo control de la agresividad, poca tolerancia ante las fallas de los
demás, cerrarse o dejar de comunicarse como medida de solución a un conflicto vivido,
dificultad para asistir a reuniones del presbiterio, de la zona o del decanato, tendencia al
aislamiento, dificultades para trabajar en equipo, cerrazón para sacar adelante sus proyectos
pastorales o su manera de concebir la pastoral, dificultad para aceptar una sugerencia o
corrección, toma de decisiones al margen de los demás y ofuscamiento en las decisiones que
toma, dificultades para relacionarse con su Obispo, alteraciones temperamentales, rigidez,
psicopatología disociativa en la realidad virtual y psicopatología de la adicción al Internet.

2.2.5. Autoafirmación por el poder, tener o placer

El sacerdote está llamado a ser discípulo y misionero de Jesucristo, servidor de los


demás. Cuando este proceso de configuración con Cristo falla, el sacerdote tiende a
autoafirmarse por el poder, tener o placer.

Las problemáticas más comunes en este campo se manifiestan como ambición de


desempeñar cargos importantes, deseos de tener muchos bienes materiales, tendencia al
confort y a la vida cómoda, deseos desmedidos de estar en una parroquia pudiente, prestar
servicios religiosos para obtener ganancias económicas personales y vida social intensa.

2.2.6. Vida espiritual sólida

El Departamento de vocaciones y ministerios habla de cuatro experiencias espirituales


que no pueden faltar en la búsqueda de la santidad: la escucha de la Palabra de Dios, la oración,
la celebración de la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación.

Un número significativo de sacerdotes reduce su vida de oración y de encuentros con


Dios a la celebración de la Misa, cuando le toca; al rezo de la Liturgia de las horas
esporádicamente y la dirección espiritual no es buscada, y algunos descuidan los ejercicios
espirituales. Se percibe un área de oportunidad relevante en la consolidación de una vida
espiritual sólida.

10
2.2.7. Caridad pastoral

Existe un creciente interés por la acción pastoral, sin embargo algunos sacerdotes se
conforman con una pastoral de mantenimiento, se les dificulta trabajar en equipo, están
ocupados en tareas personales, con poca tolerancia a la frustración, se conforman con realizar
sólo lo que se les pide, con poca iniciativa y celo apostólico, de tal manera que falta que realicen
su tarea pastoral en comunión con el Obispo y con los demás presbíteros de la Diócesis.

Un problema estructural, para otros sacerdotes es que su parroquia es demasiado


grande, muy pobre o está situada en sectores de extrema violencia e inseguridad.

2.2.8. Interés intelectual

La actualización del sacerdote es un aspecto importante para su formación, sin embrago


se percibe una falta de interés intelectual, de profundización de la cultura actual y formación
permanente personal que lo capacite para sembrar la semilla del Evangelio, respondiendo a las
grandes interrogantes del hombre de hoy.

A la luz de estas áreas de oportunidad que descubrimos en la vida de los sacerdotes de


nuestra Provincia es conveniente asegurar el cuidado-acompañamiento que la Iglesia debe
ofrecer a su Presbiterio para que cada sacerdote viva y proyecte su ministerio como discípulo y
misionero de Jesucristo.

Por ello, si logramos incentivar a los sacerdotes a profundizar, analizar y diagnosticar su


vida personal, para trabajarla y mejorarla en un proyecto de vida bien definido, podremos
ofrecerles, aquellos elementos necesarios y adecuados de la formación sacerdotal, que

11
menciona la Pastores dabo vobis.15 Y responder a “la necesidad que el pueblo de Dios tiene de
presbíteros discípulos que tengan una profunda experiencia de Dios, configurados con el
corazón del Buen Pastor, dóciles a las mociones del Espíritu, que se nutran de la Palabra de
Dios, de la Eucaristía y de la oración. De presbíteros misioneros que estén atentos a las
necesidades de los más pobres, comprometidos en la defensa de los derechos de los más
débiles y promotores de la cultura de la solidaridad. Presbíteros llenos de misericordia y
disponibles para administrar el sacramento de la reconciliación”.16

2.3. SIGNOS POSITIVOS EN LA VIDA DE LOS SACERDOTES

El Consejo Episcopal Latinoamericano menciona que “el sacerdote de hoy es más


consciente de su identidad, ha clarificado su espiritualidad y la responsabilidad de su
compromiso evangelizador, tiene mayores posibilidades de comunión con el presbiterio, el
pueblo de Dios y el mundo”.17

Además, como menciona la Congregación para el Clero, “es motivo de alegría constatar
que son ya muchas las Diócesis y las Conferencias Episcopales actualmente empeñadas en
prometedoras iniciativas para dar una verdadera formación permanente a los propios
sacerdotes. Es de desear que todas las Diócesis puedan dar respuesta a esta necesidad,
ofreciendo una formación permanente completa: humana, espiritual, intelectual, pastoral,
sistemática y personalizada”.18

Por ello, estos signos positivos, nos darán pie para encontrar nuevas necesidades y
áreas de oportunidad para el crecimiento de los sacerdotes de nuestra Provincia.

15
Cf. PDV 43; MCWILLIAMS N., Il caso clinico. Dal colloquio alla diagnosi, Milano, Raffaello Cortina, 2002; PRESTON J., Psicoterapia breve integrata.
Approccio cognitivo, psicodinamico, umanistico e neurocomportamentale, Roma, Sovera, 2001; WEISS J., Come funziona la psicoterapia, Torino, Bollati
Boringhieri, 1999; LUBORSKY L., Principi di psicoterapia psicanalitica. Manuale per il trattamento supportivo – espressivo, Torino, Bollati Boringhieri,
1989; CASTELLAZZI V.L., Introduzione alle tecniche proiettive, Roma, LAS, 2000.
16
V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que
nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 199.
17
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 215.
18
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, Librería Editrice Vaticana, 31 de Enero de 1994, 70, 74.

12
2.3.1. Signos positivos en la dimensión humana

Los sacerdotes de la Provincia hemos ido tomando consciencia de la importancia de


formarnos humanamente. Podemos afirmar que la formación humana del presbítero es vista en
la actualidad, por la inmensa mayoría de los sacerdotes, como un valor positivo, necesario e
importante para potenciar la vida presbiteral.

Existe un interés creciente por buscar elementos para madurar humanamente, para
consolidar la personalidad e identidad presbiteral e incrementar la propia salud mental para vivir
y proyectar el ministerio sacerdotal de manera significativa, creativa y positiva, basados en el
espíritu y según el estilo de vida de Jesús el Buen Pastor.19

Contamos con sacerdotes que se esfuerzan por fortalecer su identidad presbiteral como
prolongación visible y signo sacramental de Cristo,20 que han desarrollado cualidades humanas
que favorecen el ejercicio del ministerio presbiteral como la honradez, la sinceridad, la
responsabilidad, la disciplina, la solidaridad, la capacidad para trabajar en equipo, la constancia,
la gratitud, la fidelidad a la palabra dada, la sencillez en el trato, la capacidad de dar y recibir
afecto, la capacidad para dialogar y tomar decisiones ponderadas, el autodominio de sí mismo,
el respeto y la valoración de los demás.

Existen sacerdotes que como verdaderos hermanos apoyan a otros sacerdotes que
están pasando por situaciones humanas difíciles.

2.3.2. Signos positivos en la dimensión espiritual

Han surgido algunos grupos sacerdotales que se esfuerzan por dar primacía a la vida
espiritual evitando descuidarla a causa de las diversas actividades. Realizan retiros espirituales,
Horas Santas, reflexión con la Palabra de Dios, confesiones, dirección espiritual y actos de
devoción mariana.

19
Cf. PDV 71,73; CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe,
Bogotá, D.C., Colombia, DEVYM, 2003, 102-106.
20
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, Librería Editrice Vaticana, 31 de Enero de 1994, 4.

13
Somos conscientes del valor incalculable que la celebración diaria de la Santa Misa tiene
para nuestra vida sacerdotal y la vivimos como el momento central de cada día y del ministerio
cotidiano, como fruto de un deseo sincero y como ocasión de un encuentro profundo y eficaz
con Cristo.

Se da una búsqueda continua del sacramento de la reconciliación por parte de los


sacerdotes, somos conscientes de la necesidad que tenemos de confesar los propios pecados
y debilidades para fortalecernos en la fe y en la caridad hacia Dios y los hermanos, y recibir la
gracia que nos ayude a superar nuestras fallas y debilidades.

Un número representativo de sacerdotes se esfuerza por vivir la caridad pastoral como


manifestación de su espiritualidad, expresando actitudes y conductas de donación total de sí
mismo a la grey que le ha sido confiada, con esfuerzos y sacrificios que los llevan hasta el
cansancio.

Los ejercicios espirituales anuales son parte de la vida de muchos de los sacerdotes.

Por ello, conviene que la vida espiritual del sacerdote y su ministerio pastoral vayan unidos
a aquel continuo trabajo sobre sí mismo, que permite profundizar y recoger en armónica síntesis
tanto la formación espiritual, como la humana, intelectual y pastoral.21

2.3.3. Signos positivos en la dimensión intelectual

Hemos ido tomando consciencia de la importancia que tiene la actualización en la vida


sacerdotal para poder responder desde la fe a las interrogantes que se plantean en el mundo
de hoy, sembrando la semilla del Evangelio.

Hay interés en asistir a cursos de actualización en diferentes materias útiles para un mejor
desempeño del ministerio sacerdotal, se realizan semanas de estudio y cada año las diferentes

21
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, Librería Editrice Vaticana, 31 de Enero de 1994,
70.

14
Diócesis envían sacerdotes a especializarse, y llegan sacerdotes especializados para ofrecer
un mejor servicio en su Diócesis y en la Provincia.

2.3.4. Signos positivos en la dimensión pastoral

Es un motivo de alegría señalar que hoy, un número significativo de sacerdotes de todas


las edades desarrollan su ministerio con un esfuerzo gozoso, frecuentemente fruto de un
heroísmo silencioso. Trabajan hasta el límite de sus propias energías, sin ver, a veces, los frutos
de su labor, dando un ímpetu siempre nuevo al ejercicio del sagrado ministerio.

Vamos creciendo en la búsqueda de la comunión y participación de todos los agentes de


pastoral, buscando implementar nuevas herramientas y recursos para la evangelización.

Existe una consciencia clara de que somos discípulos y misioneros; y aquilatamos la


urgencia de pasar de una pastoral de mantenimiento a una pastoral misionera.

3. DESAFÍOS QUE SE PLANTEAN DESDE LA REALIDAD ECLESIAL

Ahora señalamos algunos de los aspectos eclesiológicos más sobresalientes que están
en la primera línea de la evangelización, como desafíos a los sacerdotes, discípulos y
misioneros de Cristo.

3.1. Una Iglesia llamada a la santidad

El Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros menciona que “la nueva
evangelización requiere nuevos evangelizadores, y éstos son los sacerdotes, que se esfuerzan
por vivir su ministerio como camino específico hacia la santidad”.22

22
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, Librería Editrice Vaticana, 31 de Enero de 1994, 97.

15
“En nuestra Iglesia, todos estamos llamados a la santidad, en este sentido, la santidad
es la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral y es el fundamento de la
programación pastoral”.23

3.2. Una Iglesia Comunión

La Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte nos invita a “hacer de la Iglesia la casa y la
escuela de la comunión: este es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que
comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas
esperanzas del mundo”.24

3.3. Una Iglesia Ministerial de Participación

En una Iglesia Comunión es imprescindible la ministerialidad y la participación. El Espíritu


que lleva nuestra Iglesia suscita los ministerios tanto ordenados como los no ordenados en
donde se acoge todos los dones del Espíritu Santo.25

“La experiencia de ministerialidad a la cual estamos llamados es fundamentalmente


Cristológica: Jesucristo Siervo”.26

Se percibe un escaso acompañamiento a los fieles laicos en su tarea de servicio a la


sociedad que tenemos que afrontar como pastores del Pueblo que Dios nos ha confiado.

23
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 72-73.
24
NMI 43.
25
Cf. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 77-78.
26
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 78.

16
3.4. Una Iglesia Misionera

Nuestra Iglesia está llamada a ser misionera, que lleve el mensaje de salvación a todos,
principalmente a los más alejados, a los más pobres, superando el mantenerse solamente en
una pastoral de conservación o mantenimiento, ayudando a redescubrir nuestro ser discípulos
y misioneros de Cristo.

Una acción misionera que no podrá ser delegada a unos pocos especialistas, sino que
acabará por implicar la responsabilidad de todos los bautizados.27

3.5. Una Iglesia Solidaria

La solidaridad es el fruto de la comunión. El sínodo de América nos invita a construir una


Iglesia solidaria, fruto maduro del encuentro con Jesucristo vivo. Su mejor expresión se
encuentra en la parábola del buen samaritano en donde es el mismo Dios que se hace prójimo
de la humanidad para que todos descubramos el camino de la compasión.28

“Tenemos que actuar de tal manera que los pobres, en cada comunidad cristiana, se
sientan como en su casa”.29

3.6. Una Iglesia Inculturada

“La belleza del rostro pluriforme de la Iglesia proviene de una Iglesia que se incultura en
cada pueblo y en cada ambiente y así refleja la luz de Cristo en cada época de la historia. La
Nueva Evangelización pide un esfuerzo lúcido y serio para evangelizar la cultura”.30

27
Cf. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 78-79.
28
Cf. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 80-81.
29
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 83.
30
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 83. Cf. NMI. 16.39.

17
No se ve una presencia importante de la Iglesia en la generación de cultura, de modo
especial en el mundo universitario y en los medios de comunicación social.

“La experiencia de inculturación a la cual estamos llamados es fundamentalmente


Cristológica: Jesucristo, Verbo Encarnado”.31

3.7. Acrecentar la valoración y el aprecio al sacerdocio

Nuestro pueblo tiene gran aprecio a los sacerdotes y esto debemos cultivarlo, fortalecerlo
y acrecentarlo con nuestro testimonio de vida. Además nuestro pueblo reconoce la santidad de
muchos sacerdotes, como también su testimonio de vida, su trabajo pastoral incansable y
particularmente el trabajo de aquellos sacerdotes que se encuentran en lugares lejanos en
situaciones de verdadera pobreza.32

3.8. Unidos como Provincia Eclesiástica

Son muchos los trabajos y esfuerzos que realizan nuestros obispos, los encargados de
diferentes comisiones, secretariados y pastorales de las Diócesis que integran esta Provincia
Eclesiástica por compartir experiencias, proyectos pastorales y realizar acciones pastorales en
comunión, los cuales tienen que ser impulsados, apoyados y fortalecidos.

CONCLUSIÓN

La profundización de los desafíos de la realidad socio cultural, presbiteral y eclesial en la


vida y en el ministerio de los presbíteros de la Provincia Eclesiástica de Monterrey nos permite
visualizar lo que está sucediendo en el Noreste de México actualmente.

31
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 83.
32
Cf. V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para
que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 99.

18
El análisis de las mega tendencias socio-culturales nos ayuda a tomar conciencia de que
“estamos viviendo un cambio de época que cuestiona fuertemente la manera de vivir de las
personas y de nuestros pueblos. Está emergiendo una nueva civilización que propone desafíos
y puntos de referencia también nuevos a la acción pastoral de la Iglesia y por tanto también a
la vida y al ministerio de los presbíteros”.33

Además, lo que acontece en la realidad presbiteral nos impulsa a tomar consciencia de


los grandes dones y recursos con los que cuentan nuestros presbiterios para responder a la
misión encomendada por Cristo a sus discípulos misioneros.

Y la realidad eclesial nos interpela a evangelizar en profundidad a la persona humana y


a la sociedad y desde este ángulo ofrecer elementos valiosos a la vida y al ministerio de los
presbíteros.

El Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros menciona que “la nueva
evangelización requiere nuevos evangelizadores, y éstos son los sacerdotes, que se esfuerzan
por vivir su ministerio como camino específico hacia la santidad”.34

Es esperanzador descubrir la presencia de tantos sacerdotes que se esfuerzan por


reproducir como presbíteros, la imagen del Buen Pastor, que se entregan totalmente por la vida
de la comunidad que les ha sido confiada, y que manifiestan con su vida un elocuente testimonio
de la caridad.

Estos signos positivos y problemas en la vida de los sacerdotes de la Provincia que


hemos analizado, son un testimonio elocuente y un reto que pretende trasformar las deficiencias
en áreas de oportunidad que se refleja en su vida humana, espiritual, intelectual y pastoral y
que se palpan en cada una de las acciones pastorales que realizan a favor del Pueblo de Dios.

33
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 51.
34
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, Librería Editrice Vaticana, 31 de Enero de 1994, 97.

19
Anhelamos que los proyectos de pastoral presbiteral impulsen a los sacerdotes a vivir
siendo discípulos y misioneros de Cristo, de tal manera que su vida y ministerio sirva de puente
y no de obstáculo en el encuentro que las personas deben tener con Jesucristo Redentor.

Tomamos consciencia de que “en la fase actual de la vida de la Iglesia y de la sociedad,


los presbíteros son llamados a vivir con profundidad su ministerio, teniendo en consideración
las exigencias más profundas, numerosas y delicadas, no sólo de orden pastoral, sino también
las realidades sociales y culturales a las que tienen que hacer frente”.35

Por ello, la acción del sacerdote deberá estar dirigida a los diversos campos de
apostolado, que requieren dedicación completa, generosidad, preparación intelectual y, sobre
todo, una vida espiritual madura y profunda, radicada en la caridad pastoral, que es el camino
específico de santidad para ellos y, además, constituye un auténtico servicio a los fieles en el
ministerio pastoral.36

Así, podemos decir que nuestro reto es ofrecer a los sacerdotes de nuestra Provincia
aquellos recursos necesarios, desde la pastoral presbiteral, para que reciban el cuidado y
acompañamiento que cada Diócesis debe facilitar a sus presbíteros, para que cada sacerdote
viva y proyecte su ministerio sacerdotal como discípulo y misionero de Jesucristo.

“A María, Madre de la Esperanza, se confíe todo sacerdote. En Ella, modelo del amor
materno, los sacerdotes encontrarán la ayuda, que les permitirá renovar sus vidas; la protección
constante de María hará brotar de sus vidas sacerdotales una fuerza evangelizadora cada vez
más intensa y renovada, a las puertas del tercer milenio de la Redención”.37

35
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, Librería Editrice Vaticana, 31 de Enero de 1994,
34.
36
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, Librería Editrice Vaticana, 31 de Enero de 1994, 31.
37
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, Librería Editrice Vaticana, 31 de Enero de 1994, 97.

20
LA FORMACIÓN PERMANENTE DE LOS PRESBÍTEROS

“Desde hace varios años está creciendo en toda la Iglesia la conveniencia y urgencia de
la formación permanente de los sacerdotes como condición necesaria para llevar a cabo la
evangelización que las circunstancias actuales están demandando.

La Pastores dabo vobis menciona que dicha formación debe de ser integral, es decir
abarcar todas las dimensiones del sacerdote: humana, espiritual, intelectual y pastoral”. 38

Al mismo tiempo señala que debe de ser una formación sistemática, señalando la
necesidad de establecer unas etapas y unos contenidos precisos.

La Congregación para el Clero menciona que “es motivo de alegría constatar que son ya
muchas las Diócesis y las Conferencias Episcopales actualmente empeñadas en prometedoras
iniciativas para dar una verdadera formación permanente a los propios sacerdotes. Es de
desear que todas las Diócesis puedan dar respuesta a esta necesidad, ofreciendo una
formación permanente completa: humana, espiritual, pastoral, sistemática y personalizada”.39

El Papa Benedicto XVI en las últimas visitas Ad limina Apostolorum del año 2005, en sus
discursos conclusivos, exhorta a los obispos a que prevean prioritariamente una seria formación
permanente para sus sacerdotes, trazando programas regulares que incluyan el desarrollo y
acompañamiento humano, espiritual, intelectual y pastoral.40

El interés de Su Santidad por los sacerdotes y por su formación permanente es grande,


prueba de ello es el reciente Año Sacerdotal que hemos vivido. Un año positivo y propositivo en

38
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 87; Cf. PDV 70-72.
39
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, Librería Editrice Vaticana, 31 de Enero de 1994, 70, 74.
40
Cf. BENEDICTUS PP XVI., A los obispos de la Conferencia Episcopal de Papúa Nueva Guinez e Islas Salomón con ocasión de la visita “ad limina
Apostolorum”, en www.vatican.va/phome/holy_father/benedict_xvi/speeches/2005/june/documents/hf_ben-xvi_spe_20050625_new-guinea-
salomon_sp.html, (25 de junio de 2005); BENEDICTUS PP XVI., A la Conferencia Episcopal de Madagascar con ocasión de la visita “ad limina
Apostolorum”, en www.vatican.va/phome/holy_father/benedict_xvi/speeches/2005/june/documents/hf_ben-xvi_spe_20050618_madagascar_sp.html, (18
de junio de 2005); BENEDICTUS PP XVI., A los obispos de Sudáfrica, Botsuana, Suazilandia, Namibia y Lesotho con ocasión de la visita “ad limina
Apostolorum”, en www.vatican.va/phome/holy_father/benedict_xvi/speeches/2005/june/documents/hf_ben-xvi_spe_20050625_ad-limina-south-
africa_sp.html, (10 de junio de 2005); BENEDICTUS PP XVI., A los obispos de la Conferencia Episcopal de Zimbabue con ocasión de la visita “ad limina
Apostolorum”, en www.vatican.va/phome/holy_father/benedict_xvi/speeches/2005/july/documents/hf_ben-xvi_spe_ 0050702_ad-limina-
zimbabwe_sp.html (2 de julio de 2005).

21
el que la Iglesia ha manifestado, sobre todo a los Sacerdotes, pero también a todos los
cristianos, a la sociedad mundial, que está orgullosa de sus Sacerdotes, que los ama y que los
venera, que los admira y que reconoce con gratitud su trabajo pastoral y su testimonio de vida. 41

El Documento de Aparecida menciona que la Diócesis debe “privilegiar la espiritualidad


específica y la formación permanente e integral de los sacerdotes, sin olvidar que la formación
permanente, precisamente porque es permanente, debe acompañar a los sacerdotes siempre,
esto es en cualquier período y situación de su vida, así como en los diferentes cargos de
responsabilidad que se les confíen”. 42

Por ello pretendemos que los animadores de la pastoral presbiteral de la Provincia


Eclesiástica de Monterrey, unidos a nuestros Obispos, busquemos caminos que nos conduzcan
a cumplir con este reto que la Iglesia hoy nos propone, iluminando desde nuestras necesidades
y nuestra experiencia sacerdotal las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal que a
continuación les presentaremos.

Unamos esfuerzos para que nosotros y nuestros hermanos sacerdotes reavivemos el


Don de Dios que hemos recibido en la ordenación.

41
Cf. BENEDICTUS PP XVI., Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en la Asamblea plenaria de la Congregación para el Clero en
www.clerus.org/clerus/dati/2009-03/26-13/DisSanto PBened XVI.html (16 de marzo de 2009); CONGREGATIO PRO CLERICIS CARDENAL CLAUDIO HUMMES.,
El Año Sacerdotal en www.clerus.org/clerus/dati/2009-05/20-13/ANO_SACERDOTAL .html. (20 de Mayo 2009).
42
PDV 76; Cf. V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de
Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 200.

22
OBJETIVO DE LA PASTORAL PRESBITERAL

Que las Comisiones del Clero de la Provincia Eclesiástica de Monterrey promuevan e


iluminen la pastoral presbiteral, en espíritu de comunión y participación, para vivir nuestra
vocación y misión a imagen del Buen Pastor.

LA FORMACIÓN HUMANA

La formación humana es el fundamento de toda la formación sacerdotal, pues como


menciona la Pastores dabo vobis: “sin una adecuada formación humana toda la formación
sacerdotal estaría privada de su fundamento necesario”. 43 Ella busca favorecer “el crecimiento
como persona de los presbíteros para que sirvan como pastores, asemejándose a Jesucristo,
Verbo encarnado, y así, ser como Él, puente entre Dios y los hombres, al cultivar el desarrollo
humano”.44

OBJETIVO DE LA DIMENSIÓN HUMANA

Que el sacerdote continúe su proceso de maduración humana, para que crezca en la


consolidación de su personalidad presbiteral e incremente su salud física, psíquica y social,
según el estilo de vida de Jesús el Buen Pastor.

MARCO DOCTRINAL DE LA DIMENSIÓN HUMANA

Uno de los retos de la Iglesia del tercer milenio consiste en ofrecer al sacerdote algunos
elementos que faciliten su proceso de maduración humana, la consolidación de su personalidad
presbiteral iniciada en el seminario y su salud mental para que viva y proyecte su ministerio
sacerdotal de manera significativa, creativa y positiva, basados en el espíritu y según el estilo
de vida de Jesús el Buen Pastor.45

43
PDV 43.
44
CELAM, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América Latina y el Caribe, Bogotá, DEVYM, 2003, 170.
45
Cf. PDV 71,73; CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe,
Bogotá, D.C., Colombia, DEVYM, 2003, 102-106.

23
Dicho proyecto de maduración involucra directamente a la dimensión humana de la
formación sacerdotal. Por ello consideramos oportuno buscar caminos y recursos que
armonizados con una psicopedagogía y antropología cristiana incentiven y faciliten nuestro
crecimiento, para que nuestro ministerio sacerdotal sea humanamente más creíble y aceptable,
sirviendo de puente y no de obstáculo a los demás en el encuentro con Jesucristo Redentor. 46

La formación humana es una dimensión básica de la formación sacerdotal que pretende


impulsar el desarrollo integral y armónico de la persona, llevando al debido nivel de crecimiento
todas sus capacidades y potencialidades específicamente humanas. Dicha formación ha sido
considerada por la Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis como fundamento de toda la
formación presbiteral, ya que “sin una adecuada formación humana toda la formación sacerdotal
estaría privada de su fundamento necesario”.47

Podemos afirmar que la formación humana del presbítero es vista en la actualidad, por la
inmensa mayoría de los sacerdotes, como un valor positivo, necesario e importante para la
formación sacerdotal. Hoy difícilmente, algún sacerdote pretendería buscar su crecimiento y
cultivar una serie de cualidades humanas necesarias para la formación de una personalidad
equilibrada, sólida, libre que lo capacite para llevar el peso de las responsabilidades pastorales,
sin tomar en consideración las propuestas y los avances de las ciencias humanas.48

La formación humana, aunque actualmente es vista como un valor y como necesaria, es un


problema difícil y delicado, sobre todo por tres razones.49

Primero porque aunque existe una creciente conciencia e interés por dicha formación no se
ve con claridad cómo concretizar un proyecto formativo de este género, qué elementos tiene
que incluir, qué proceso psicopedagógico conviene seguir para alcanzar los objetivos deseados,
qué criterios seguir para elegir los recursos idóneos que favorezcan la formación humana
sacerdotal, cómo facilitar el encuentro personal para hablar sobre los problemas humanos del

46
Cf. PDV 43. Este concepto pone de manifiesto que un auténtico proceso de maduración sacerdotal pretende favorecer el encuentro con Jesucristo y el
desempeño de un ministerio sacerdotal fructífero, es decir no se encierra finalísticamente en la autorrealización de la persona.
47
PDV 43.
48
Cf. NBFSM 103; PDV 52; RFIS 39 y sus notas.
49
Cf. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 148-151.

24
sacerdote, qué hacer cuando se presenten algunas situaciones delicadas o graves, cómo tratar
el asunto para no humillar al sacerdote, pero también para no minimizar o valorar con falsas
esperanzas su problemática humana, qué se entiende por integrar la dimensión humana con la
dimensión espiritual sacerdotal, cómo evitar que el sacerdote que requiere de un
acompañamiento psicológico no sea señalado, infravalorado o despreciado por sus hermanos
sacerdotes, cómo superar las dificultades para distinguir los recursos propios del
acompañamiento psicológico, de la formación permanente del clero y de la dirección espiritual.

Segundo, es un problema difícil y delicado sobre todo por el ambiente socio-cultural de


hoy. El problema ha existido siempre, pero en nuestros días ha adquirido un relieve especial y
una urgencia más viva.

Tercero, la formación humana es un problema difícil y delicado por la complejidad que


en sí misma tiene esta dimensión de la personalidad, porque en ella están involucrados
aspectos biológicos, psicológicos, sociales y espirituales.

Para responder a esta situación consideramos oportuno valernos del modelo


biopsicosocial integrado porque en la actualidad es comúnmente aceptado a nivel científico que
para comprender la situación humana de una persona, su comportamiento, las diferentes
formas de psicopatología o para describir la etiología de un trastorno mental, no conviene
recurrir a un modelo mono causal, sino a un modelo teórico integrado que facilite la
comprensión del comportamiento de la persona a través de procesos que impliquen
interacciones recíprocas y dinámicas de un ser humano biopsicosocial en el que convergen no
sólo las aportaciones de las diferentes teorías psicológicas, sino también de las diferentes
disciplinas, como la neurología, la endocrinología, la genética, la anatomía, la fisiología y la
sociología.50

El modelo biopsicosocial integrado pretende hacer, en la medida de lo posible, una


lectura completa del comportamiento humano, buscando comprender y explicar cómo la

50
Cf. EDELMAN G.M., Sulla materia della mente, Milano, Adelphi, 1993, 61-72; LORIEDO C. – PICARDI A., Dalla teoria generale dei sistemi alla teoria
dell’attaccamento. Percorsi e modelli della psicoterapia sistemico-relazionale, Milano, Franco Angeli, 2000, 103-117; MORIN E. – LE MOIGNE J.L.,
L’intelligence de la complexité, Paris, L’Harmattan, 1999, 252.

25
dimensión humana de la persona no puede entenderse de manera parcial, monocausal o
reductiva, en detrimento de la comprensión de un organismo constituido por dimensiones que
interactúan entre sí y que puede ser comprendido científicamente en una lectura
multidimensional,51 apoyados sólidamente en una antropología cristiana.

El ser humano es un ser biopsicosocial constituido por una dimensión biológica, una
dimensión psicológica y una dimensión social que interactúan entre sí favoreciendo o
impidiendo los procesos de salud, crecimiento y adaptación del organismo. 52

La dimensión humana de una persona no puede ser comprendida por la mono causalidad
de la dimensión biológica, de la dimensión psicológica o de la dimensión social.

En este sentido, no son los procesos y mecanismos psíquicos aislados los que nos
ayudan a comprender el comportamiento de la persona. No son sólo las elaboraciones que el
individuo establece en su mundo interior consciente o inconsciente, en su sistema cognoscitivo,
emotivo o motivacional, ni son los mecanismos de defensa que utiliza o lo que sucede en sus
procesos perceptivos, los que nos permiten, aisladamente, conocer su situación humana.

Tampoco son los procesos biológicos aislados de los sistemas neurológico, anatómico,
fisiológico, hormonal, neuroquímico, auxiológico, genético o hereditario los que nos ayudan a
comprender la totalidad del ser humano.

Ni los procesos sociales, a nivel de figuras significativas, de procesos de vínculo, de


interacciones familiares, de expectativas personales, religiosas o institucionales, lo explican en
su totalidad.

Es más bien, la integración de estas tres dimensiones la que nos permite comprender la
situación humana de la persona, tomando en consideración un campo fenoménico propio, el

51
Cf. VERGARA F.C. – IBBA P. – TACCONI M., Unicità e complessità dell’essere umano. Proposta di un modello integrato di psicoterapia, Assisi, Cittadella,
1999, 31; CASTELLAZZI V.L., Psicopatologia dell’infanzia e dell’adolescenza. Le nevrosi, Roma, LAS, 2001, 29-30.
52
Cf. SARAFINO E.P., Health Psychology: Biopsychosocial interactions, New York, John Wiley and Sons, 1990, 16-20.

26
campo psicológico, el de los procesos y mecanismos psíquicos, integrados a nivel
psicobiológico y psicosocial.

De esta manera, podemos decir que el modelo biopsicosocial requiere de “una psicología
multidimensional, que privilegiando el campo fenoménico de los procesos y de los mecanismos
psicológicos, esté en grado de integrar en su propio campo, las dimensiones de los campos
fenoménicos biológico y social, considerados como niveles estructurales constitutivamente
interconexos de la organización psicológica misma”.53

Nuestra labor consiste en ofrecer a los sacerdotes una formación sólida en la dimensión
humana a través quince factores de la personalidad del sacerdote 54 que puede profundizar,
analizar y diagnosticar y que involucran los aspectos biológicos, psicológicos, sociales y
espirituales de la formación humana presbiteral que afectan el desarrollo humano sacerdotal, a
saber:
1. Salud y desarrollo físico.
2. Sexualidad.
3. Estabilidad de ánimo.
4. Concepto de sí mismo.
5. Expectativas personales y sociales.
6. Manejo del estrés.
7. Socialización.
8. Vivencia toxicodependiente.
9. Identidad vocacional.
10. Integración afectiva.
11. Desintegración manifestada como conflicto entre valores, ideales y estilo de vida.
12. Propensión a los trastornos mentales con suficiente conservación del juicio de la
realidad.
13. Tendencias homosexuales.
14. Autoafirmación por el poder, tener y placer.

53
EDELMAN G.M., Sulla materia della mente, Milano, Adelphi, 1993, 67.
54
Cf. DE LEÓN RODRÍGUEZ A., La formación humana en los seminarios como fundamento para la salud mental del sacerdote. Aportaciones psicológicas a la
luz del modelo biopsicosocial, Tesis Doctoral, Roma, UPS, 2002.

27
15. Relaciones familiares.

Consideramos que si logramos que los sacerdotes trabajen y mejoren estos aspectos de
su vida personal en un proyecto de vida bien definido, podremos ofrecerles el elemento humano
necesario y adecuado de la formación sacerdotal que menciona la Pastores dabo vobis, sin el
cual toda la formación sacerdotal estaría privada de su fundamento necesario. 55

Por otra parte, los últimos Documentos de la Iglesia,56 nos proponen los siguientes
contenidos para la formación humana sacerdotal.
1. Integración de la personalidad.
2. Autoconocimiento.
3. Cultivar cualidades humanas para formar personalidades equilibradas, sólidas y libres.
4. Equilibrio de juicio y comportamiento.
5. Internalización de valores: verdad, lealtad, respeto, justicia, fidelidad a la palabra dada,
compasión, coherencia.
6. Madurez humana, afectiva y sexual.
7. Educación afectiva, sexual y celibataria.
8. Educación a la libertad y dominio de sí mismo.
9. Autoestima y concepto de sí mismo.
10. Estructuración de su personalidad humana y pastoral.
11. Identidad personal y vocacional.
12. Subsanar deficiencias de formación.
13. Equilibrio personal.
14. Relaciones interpersonales.
15. Fraternidad presbiteral.
16. Sensibilidad humana.
17. Diálogo con el mundo actual.

55
Cf. PDV 43; MCWILLIAMS N., Il caso clinico. Dal colloquio alla diagnosi, Milano, Raffaello Cortina, 2002; PRESTON J., Psicoterapia breve integrata.
Approccio cognitivo, psicodinamico, umanistico e neurocomportamentale, Roma, Sovera, 2001; WEISS J., Come funziona la psicoterapia, Torino, Bollati
Boringhieri, 1999; LUBORSKY L., Principi di psicoterapia psicanalitica. Manuale per il trattamento supportivo – espressivo, Torino, Bollati Boringhieri,
1989; CASTELLAZZI V.L., Introduzione alle tecniche proiettive, Roma, LAS, 2000.
56
PDV; CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América Latina y el Caribe,
Bogotá, DEVYM, 2003.

28
18. Modo de vida de los presbíteros.
19. Situación económica.
20. Racionalización del trabajo.
21. Salud integral: física y psíquica.
22. Soledad y carencias.

29
LA FORMACIÓN ESPIRITUAL

La expresión de la Escritura «Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1Ts. 4,


3), aunque vaya dirigida a todos los cristianos, se refiere en modo particular a nosotros, los
sacerdotes, que hemos aceptado no sólo la invitación a santificarnos, sino también a
convertirnos en ministros de santificación para nuestros hermanos.

Esta voluntad de Dios, en nuestro caso, por decirlo así, se ha doblado y multiplicado al
infinito, tanto que a ella podemos y debemos obedecer en cada acción ministerial que llevamos
a cabo.

Este es nuestro estupendo destino: no podemos santificarnos sin trabajar para la


santidad de nuestros hermanos, y no podemos trabajar para la santidad de nuestros hermanos
sin que antes hayamos trabajado y trabajemos para nuestra santidad.

Al introducir a la Iglesia en el nuevo milenio, el Beato Juan Pablo II nos recordaba la


normalidad de este ideal de perfección, que debe ofrecerse en seguida a todos: «Preguntar a
un catecúmeno: ¿quieres recibir el bautismo?”, significa al mismo tiempo preguntarle: ¿quieres
ser santo?.

Ciertamente, en el día de nuestra Ordenación sacerdotal, esta misma pregunta bautismal


resonó de nuevo en nuestro corazón, pidiendo una vez más nuestra respuesta personal; pero
se nos ha confiado para que supiésemos dirigirla también a nuestros fieles, custodiando su
belleza y preciosidad.

La conciencia de nuestros incumplimientos personales no contradice esta persuasión,


como tampoco lo hacen las culpas de algunos que, a veces, han humillado el sacerdocio a los
ojos del mundo.

30
A distancia de diez años -considerando que las noticias difundidas se agravan- debemos
dejar que resuenen de nuevo en nuestro corazón, con mayor fuerza y urgencia, las palabras
que Juan Pablo II nos dirigió el Jueves Santo del año 2002: Además, en cuanto sacerdotes, nos
sentimos en estos momentos personalmente conmovidos en lo más íntimo por los pecados de
algunos hermanos nuestros que han traicionado la gracia recibida con la Ordenación, cediendo
incluso a las peores manifestaciones del mysterium iniquitatis que actúa en el mundo. Se
provocan así escándalos graves, que llegan a crear un clima denso de sospechas sobre todos
los demás sacerdotes beneméritos, que ejercen su ministerio con honestidad y coherencia, y a
veces con caridad heroica. Mientras la Iglesia expresa su propia solicitud por las víctimas y se
esfuerza por responder con justicia y verdad a cada situación penosa, todos nosotros -
conscientes de la debilidad humana, pero confiando en el poder salvador de la gracia divina-
estamos llamados a abrazar el mysterium Crucis y a comprometernos aún más en la búsqueda
de la santidad. Hemos de orar para que Dios, en su providencia, suscite en los corazones un
generoso y renovado impulso de ese ideal de entrega total a Cristo que está en la base del
ministerio sacerdotal».

Como ministros de la misericordia de Dios, sabemos, por tanto, que la búsqueda de la


santidad siempre se puede retomar, a partir del arrepentimiento y el perdón. Pero a la vez
sentimos la necesidad de pedirlo, cada sacerdote, en nombre de todos los sacerdotes y para
todos los sacerdotes3.(Mensaje de la congregació0n del Clero , Para la Jornada de oración por
la Santificación del Clero 2012).

OBJETIVO DE LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL

Que el sacerdote viva su encuentro con Jesucristo a la escucha orante y en el ejercicio


de su ministerio, para fortalecer su configuración con Él.

MARCO DOCTRINAL DE LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL

El Decreto del Concilio Vaticano II, Presbyterorum Ordinis, señala de manera categórica
cuál es el fundamento de la santificación de los presbíteros y por ende la fuente de su vida

31
espiritual: Los presbíteros conseguirán propiamente la santidad ejerciendo sincera e
infatigablemente en el Espíritu de Cristo su triple función.

Ministros de la Palabra

Por ser ministros de la Palabra de Dios, leen y escuchan diariamente la palabra divina
que deben enseñar a otros; y si al mismo tiempo procuran recibirla en sí mismos, irán
haciéndose discípulos del Señor cada vez más perfectos, según las palabras del apóstol Pablo
a Timoteo: “Esta sea tu ocupación, éste tu estudio: de manera que tu aprovechamiento sea a
todos manifiesto. Vela sobre ti, atiende a la enseñanza: insiste en ella. Haciéndolo así te
salvarás a ti mismo y a los que te escuchan" (1 Tim., 4, 15-16).

Ministros de los Sacramentos

Como ministros sagrados, sobre todo en el Sacrificio de la Misa, los presbíteros ocupan
especialmente el lugar de Cristo, que se sacrificó a sí mismo para santificar a los hombres; y
por eso son invitados a imitar lo que administran; ya que celebran el misterio de la muerte del
Señor, procuren mortificar sus miembros de vicios y concupiscencias. En el misterio del
Sacrificio Eucarístico, en que los sacerdotes desempeñan su función principal, se realiza
continuamente la obra de nuestra redención, y, por tanto, se recomienda con todas las veras su
celebración diaria, la cual, aunque no pueda obtenerse la presencia de los fieles, es una acción
de Cristo y de la Iglesia.

De igual forma se unen con la intención y con la caridad de Cristo en la administración


de los Sacramentos, especialmente cuando para la administración del Sacramento de la
Penitencia se muestran enteramente dispuestos, siempre que los fieles lo piden
razonablemente. En el rezo del Oficio divino prestan su voz a la Iglesia, que persevera en la
oración, en nombre de todo el género humano, juntamente con Cristo, que "vive siempre para
interceder por nosotros" (Hb., 7, 25).

32
Guías de la Comunidad con la Caridad Pastoral

Rigiendo y apacentando el Pueblo de Dios, se ven impulsados por la caridad del Buen
Pastor a entregar su vida por sus ovejas, para poder consolar a los que se hallan atribulados,
con el mismo consuelo con que Dios los consuela a ellos mismos; como rectores de la
comunidad, cultivan la ascesis propia del pastor de las almas, dando de mano a las ventajas
propias, no buscando sus conveniencias, sino la de muchos, para que se salven, progresando
siempre hacia el cumplimiento más perfecto del deber pastoral, y cuando es necesario, están
dispuestos a emprender nuevos caminos pastorales, guiados por el Espíritu del amor, que sopla
donde quiere.

Exigencias peculiares espirituales en la vida de los presbíteros

Las exigencias peculiares de la vida del presbítero, derivan de la naturaleza del


sacerdocio, y que ontológicamente ha sido configurado con Cristo cabeza y sacerdote. De
esta condición brota su perfil espiritual. Sin estas exigencias se desfigura la imagen de
Jesucristo, quien no vino a ser servido, sino a servir. La plenitud de la vida espiritual del
sacerdote es dejarse modelar por el Espíritu Santo para que vaya esculpiendo en él la imagen
de Jesucristo: Maestro, sacerdote y pastor. El ejercicio del ministerio en toda su riqueza y
esplendor es fuente inagotable de la peculiar espiritualidad sacerdotal.

Humildad y obediencia

Entre las virtudes principalmente requeridas en el ministerio de los presbíteros hay que
contar aquella disposición de alma por la que están siempre preparados a buscar, no su
voluntad, sino la voluntad de quien los envió. Porque la obra divina, para cuya realización los
tomó el Espíritu Santo, trasciende todas las fuerzas humanas y la sabiduría de los hombres,
pues "Dios eligió los débiles del mundo para confundir a los fuertes" (1 Cor., 1, 27). Conociendo,
pues, su propia debilidad, el verdadero ministro de Cristo trabaja con humildad, buscando lo
que es grato a Dios, y como encadenado por el Espíritu, es llevado en todo por la voluntad de
quien desea que todos los hombres se salven.

33
Pero como el ministerio sacerdotal es el ministerio de la misma Iglesia, no puede
efectuarse más que en la comunión jerárquica de todo el cuerpo. La caridad pastoral urge, pues,
a los presbíteros que, actuando en esta comunión, consagren su voluntad propia por la
obediencia al servicio de Dios y de los hermanos, recibiendo con espíritu de fe y cumpliendo los
preceptos y recomendaciones emanadas del Sumo Pontífice, del propio obispo y de otros
superiores.57

Hay que abrazar el celibato y apreciarlo como una gracia

La perfecta y perpetua continencia por el reino de los cielos, recomendada por nuestro
Señor, aceptada con gusto y observada plausiblemente en el decurso de los siglos e incluso en
nuestros días por no pocos fieles cristianos, siempre ha sido tenida en gran aprecio por la
Iglesia, especialmente para la vida sacerdotal. Porque es al mismo tiempo emblema y estímulo
de la caridad pastoral y fuente peculiar de la fecundidad espiritual en el mundo.58

Posición respecto al mundo y los bienes terrenos, y pobreza voluntaria

Por la amigable y fraterna convivencia mutua y con los demás hombres, pueden aprender
los presbíteros a cultivar los valores humanos y a apreciar los bienes creados como dones de
Dios. Aunque viven en el mundo, sepan siempre, sin embargo, que ellos no son del mundo,
según la sentencia del Señor, nuestro Maestro. Disfrutando, pues, del mundo como si no
disfrutasen, llegarán a la libertad de los que, libres de toda preocupación desordenada, se hacen
dóciles para oír la voz divina en la vida ordinaria. De esta libertad y docilidad emana la discreción
espiritual con que se halla la recta postura frente al mundo y a los bienes terrenos.

Más aún, siéntanse invitados a abrazar la pobreza voluntaria, para asemejarse más
claramente a Cristo y estar más dispuestos para el ministerio sagrado. Porque Cristo, siendo
rico, se hizo pobre por nosotros, para que fuéramos ricos con su pobreza. Y los apóstoles

57
Cf. PO 15.
58
Cf. PO 16.

34
manifestaron, con su ejemplo, que el don gratuito de Dios hay que distribuirlo gratuitamente,
sabiendo vivir en la abundancia y pasar necesidad.59

La profunda renovación espiritual fundamentada en la oración constante debe ser la


prioridad de todo sacerdote para mantenerse fiel a su ser y misión, identificado con Jesucristo.

La formación del presbítero en su dimensión espiritual es una exigencia de la vida nueva


y evangélica a la que ha sido llamado de manera específica por el Espíritu Santo infundido en
el sacramento del Orden. El Espíritu, consagrando al sacerdote y configurándolo con Jesucristo,
Cabeza y Pastor, crea una relación que, en el ser mismo del sacerdote, requiere ser asimilada
y vivida de manera personal, esto es, consciente y libre, mediante una comunión de vida y amor
cada vez más rica, y una participación cada vez más amplia y radical de los sentimientos y
actitudes de Jesucristo. En esta relación entre el Señor Jesús y el sacerdote -relación ontológica
y psicológica, sacramental y moral- está el fundamento y a la vez la fuerza para aquella vida
según el Espíritu y para aquel radicalismo evangélico al que está llamado todo sacerdote y que
se ve favorecido por la formación permanente en su aspecto espiritual. Esta formación es
necesaria también para el ministerio sacerdotal, su autenticidad y fecundidad espiritual.
¿Ejerces la cura de almas?, preguntaba san Carlos Borromeo. Y respondía así en el discurso
dirigido a los sacerdotes: «No olvides por eso el cuidado de ti mismo, y no te entregues a los
demás hasta el punto de que no quede nada tuyo para ti mismo. Debes tener ciertamente
presente a las almas, de las que eres pastor, pero sin olvidarte de ti mismo. Comprended,
hermanos, que nada es tan necesario a los eclesiásticos como la meditación que precede,
acompaña y sigue todas nuestras acciones: Cantaré, dice el profeta, y meditaré (cf. Sal. 100,
1). Si administras los sacramentos, hermano, medita lo que haces. Si celebras la Misa, medita
lo que ofreces. Si recitas los salmos en el coro, medita a quién y de qué cosa hablas. Si guías
a las almas, medita con qué sangre han sido lavadas; y todo se haga entre vosotros en la
caridad (1 Cor. 16, 14). Así podremos superar las dificultades que encontramos cada día, que
son innumerables. Por lo demás, esto lo exige la misión que se os ha confiado. Si así lo
hacemos, tendremos la fuerza para engendrar a Cristo en nosotros y en los demás.60

59
Cf. PO 17
60
Cf. PDV 72.

35
En concreto, la vida de oración debe ser renovada constantemente en el sacerdote. En
efecto, la experiencia enseña que en la oración no se vive de rentas; cada día es preciso no
sólo reconquistar la fidelidad exterior a los momentos de oración, sobre todo los destinados a
la celebración de la Liturgia de las Horas y los dejados a la libertad personal y no sometidos a
tiempos fijos o a horarios del servicio litúrgico, sino que también se necesita, y de modo especial,
reanimar la búsqueda continuada de un verdadero encuentro personal con Jesús, de un
coloquio confiado con el Padre, de una profunda experiencia del Espíritu.

Lo que el apóstol Pablo dice de los creyentes, que deben llegar al estado de hombre
perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo (Ef. 4, 13), se puede aplicar de manera especial
a los sacerdotes, llamados a la perfección de la caridad y por tanto a la santidad, porque su
mismo ministerio pastoral exige que sean modelos vivientes para todos los fieles.61

El Documento de Aparecida hace unas recomendaciones muy particulares para


fortalecer la vida espiritual. (191-199).

Que cultiven una vida espiritual que estimula a los demás presbíteros, centrada en la
escucha de la Palabra de Dios y en la celebración diaria de la Eucaristía: “¡Mi Misa es mi vida
y mi vida es una Misa prolongada!” (“Hacer de la fórmula Eucarística una fórmula de vida”
Mensaje de Juan Pablo II a los Sacerdotes 2005).

El primer desafío dice relación con la identidad teológica del ministerio presbiteral. El
Concilio Vaticano II establece el sacerdocio ministerial al servicio del sacerdocio común de los
fieles, y cada uno, aunque de manera cualitativamente distinta, participa del único sacerdocio
de Cristo. Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. HURTADO, Alberto, “Un fuego que enciende otros
fuegos”, pp. 69-70.98.

El sacerdote no puede caer en la tentación de considerarse solamente un mero delegado


o sólo un representante de la comunidad, sino un don para ella por la unción del Espíritu y por

61
Cf. PDV 72.

36
su especial unión con Cristo cabeza. “Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres
y puesto para intervenir a favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de
Dios” (Hb. 5,1).

El tercer desafío se refiere a los aspectos vitales y afectivos, al celibato y a una vida
espiritual intensa fundada en la caridad pastoral, que se nutre en la experiencia personal con
Dios y en la comunión con los hermanos; asimismo al cultivo de relaciones fraternas con el
Obispo, con los demás presbíteros de la diócesis y con laicos. Para que el ministerio del
presbítero sea coherente y testimonial, éste debe amar y realizar su tarea pastoral en comunión
con el obispo y con los demás presbíteros de la diócesis. El ministerio sacerdotal que brota del
Orden Sagrado tiene una “radical forma comunitaria” y sólo puede ser desarrollado como una
tarea colectiva.

El sacerdote debe ser hombre de oración, maduro en su elección de vida por Dios, hacer
uso de los medios de perseverancia, como el Sacramento de la confesión, la devoción a la
Santísima Virgen, la mortificación y la entrega apasionada a su misión pastoral.

En particular, el presbítero es invitado a valorar, como un don de Dios, el celibato que le


posibilita una especial configuración con el estilo de vida del propio Cristo y lo hace signo de su
caridad pastoral en la entrega a Dios y a los hombres con corazón pleno e indiviso. En efecto,
esta opción del sacerdote es una expresión peculiar de la entrega que lo configura con Cristo y
de la entrega de sí mismo por el Reino de Dios.

La vida espiritual del sacerdote se nutre en la plena identificación con Jesucristo, en la


plena imitación; porque corremos el riesgo de hacer una vida neurótica: representar algo y vivir
totalmente otra cosa.

37
TEMÁTICA DE LA FORMACIÓN ESPIRITUAL

Antes que pastor y guía de la comunidad, el presbítero ha de vivir como creyente y como
discípulo que se identifica con Jesucristo hasta llegar a ser un signo transparente de su
presencia entre los hombres.

Estos pueden ser algunos temas que ayudarían al presbítero en la formación espiritual:
 Sentido del servicio en el ministerio
 Incentivar la experiencia de fraternidad de pequeños grupos, para revisar y compartir la
vida.
 Seguimiento de Jesús en la pobreza evangélica, de la castidad celibataria y de la
obediencia apostólica.
 Caminos para la conversión personal.
 Proyecto de Vida
 La dirección espiritual
 Devoción mariana y santoral
 Experiencia de discipulado
 La vivencia litúrgica: sentido sagrado de los símbolos.
 La espiritualidad diocesana unida al proyecto de pastoral de la diócesis
 Cultivar una espiritualidad cimentada en la palabra de Dios: Lectio divina, liturgia de las
horas, etc,
 Retiros espirituales.

38
La Formación Intelectual

La Pastores dabo vobis enseña que la formación intelectual es “como una exigencia
insustituible de la inteligencia con la que el hombre, participando de la luz de la inteligencia
divina, trata de conseguir una sabiduría que, a su vez, se abre y avanza al conocimiento de
Dios y a su adhesión” (PDV 51). Dicha formación requiere que sea continuada y profundizada
durante toda la vida del sacerdote, concretamente mediante el estudio y la actualización
cultural seria y comprometida, pues el sacerdote, participando de la misión profética de Jesús
e inserto en el misterio de la Iglesia Maestra de verdad, está llamado a revelar a los hombres
el rostro de Dios en Jesucristo, y, por ello, el verdadero rostro del hombre. Pero esto exige
que el mismo sacerdote busque este rostro y lo contemple con veneración y amor (cf. Sal
26,8; 41,2); sólo así puede darlo a conocer a los demás.62

OBJETIVO DE LA DIMENSIÓN INTELECTUAL

Que el sacerdote cultive sus facultades intelectuales con procesos académicos y


culturales que le ayuden a interpretar la realidad y responder a las necesidades pastorales a
ejemplo de Cristo maestro.

MARCO DOCTRINAL DE LA DIMENSIÓN INTELECTUAL

No hay duda que hoy, más que nunca, la cultura interpela insistentemente nuestra
identidad sacerdotal, subrayando la importancia de estructurar de manera profunda nuestra
formación permanente. Ciertamente en las últimas décadas los documentos oficiales de la
Iglesia nos han estimulado fuertemente a este respecto. Además las muchas exhortaciones
del Papa Benedicto XVI, han calado profundamente sobre este tema. Es más, nuestra
experiencia personal nos dice que es una necesidad; que el tiempo deja huella en nosotros y
que es muy importante estar actualizados. Mucho más en las vertiginosas circunstancias en
las que hoy ejercemos el ministerio presbiteral y desarrollamos nuestra identidad sacerdotal.

62
Cf. PDV 72.

39
Tras la celebración del Concilio Vaticano II y, sobre todo de la recuperación de un
planteamiento integrador de la espiritualidad sacerdotal en los documentos posconciliares del
magisterio pontificio, se ha adquirido una visión integral de la formación permanente. Esta es
más que la actualización intelectual y teológica, e incorpora las demás dimensiones de la vida
personal y comunitaria de los sacerdotes. El Concilio Vaticano II, en su decreto sobre la
formación de los presbíteros, Optatam totius, subrayó claramente la importancia fundamental
de la formación continua en la vida sacerdotal: “La formación sacerdotal, sobre todo en las
condiciones de la sociedad moderna, debe proseguir y completarse aun después de
terminados los estudios en el seminario”.63 Este decreto invita a las conferencias episcopales
a buscar los medios que permitan una renovación y una actualización continua de los
conocimientos espirituales, intelectuales y pastorales adquiridos en el seminario.

Durante la ordenación, el obispo recuerda a los presbíteros que deberán ser “maduros
en la ciencia y que la doctrina de los mismos deberá resultar como medicina espiritual para
el pueblo de Dios”.64 La madurez en la ciencia, para el sacerdote, es un desafío constante
que no se supera en un estadio determinado, sino que presupone una disponibilidad
incesante para afrontar los nuevos análisis y conclusiones del propio tiempo. Este esfuerzo
continuo se extiende a todas las disciplinas de la teología: la profundización de las Sagradas
Escrituras, el estudio intenso de los padres de la Iglesia y los escritos de los santos de todos
los tiempos, como el estudio de la teología contemporánea. El estudio de los documentos del
Magisterio (concilios, encíclicas, cartas apostólicas, etc.) deberá acompañar todo el camino
sacerdotal. Una formación adecuada comprende, sin embargo, también algunos segmentos
de la ciencia que no pertenecen directamente a la teología, ya que las ciencias naturales, la
literatura, la historia y la sociología funcionan como puente con el mundo moderno. “En
nuestros tiempos los presbíteros se ven impulsados a completar, convenientemente y sin
intermisión, la propia ciencia teológica y la propia cultura, para estar en condición de sostener
con buenos resultados el diálogo con los hombres del propio tiempo”.65

63
OT 22.
64
PO 19.
65
PO 19.

40
Es tarea de los obispos, como buenos pastores y padres, sostener a los presbíteros
en esta misión de formación continua de los mismos, en un espíritu de caridad y premura. El
Concilio estimula a los obispos a favorecer instituciones y organizar congresos en “las que
los sacerdotes participen algunas veces, bien para practicar algunos ejercicios espirituales
más prolongados para la renovación de la vida, o bien para adquirir un conocimiento más
profundo de las disciplinas eclesiásticas, sobre todo de la Sagrada Escritura y de la Teología,
de las cuestiones sociales de mayor importancia, de los nuevos métodos de acción
pastoral”.66

No hay duda que la preocupación de la Iglesia es muy seria en cuanto a la formación


intelectual del sacerdote. Sin embargo, y de una manera casi imperceptible, ha habido una
devaluación general, salvando algunas excepciones, de la importancia del estudio sistemático
y riguroso una vez que se han concluido los estudios seminarísticos. En otras épocas aquellos
exámenes quinquenales para la renovación de las licencias sacramentales obligaban a que
se repasara la teología aprendida en el seminario, pero ya hemos llegado a la hora de
reconocer que la formación intelectual es un bien intrínsecamente conectado con el bien del
sacerdote; es derecho y deber de cada sacerdote formarse para una vida sacerdotal plena.

No es que los documentos del magisterio no subrayen la formación intelectual y


académica con la debida importancia. Sí lo hacen, y con ribetes de exigencia. Pero hay una
cierta desmotivación al respecto que todos percibimos y debemos vencer. De aquí surge la
necesidad de estructurar la formación intelectual dentro del Plan de Formación permanente
para los sacerdotes de cada una de nuestras diócesis, y de manera más general, para la
Provincia Eclesiástica de Monterrey.

Por ello, consideramos importante recordar lo que nos dice la Exhortación Pastores
dabo vobis en su No. 72: “También la dimensión intelectual de la formación requiere que sea
continuada y profundizada durante toda la vida del sacerdote, concretamente mediante el
estudio y la actualización cultural seria y comprometida. El sacerdote, participando de la

66
CD 16.

41
misión profética de Jesús e inserto en el misterio de la Iglesia, Maestra de verdad, está
llamado a revelar a los hombres el rostro de Dios en Jesucristo y, por ello, el verdadero rostro
del hombre. Pero esto exige que el mismo sacerdote busque este rostro y lo contemple con
veneración y amor (cf. Sal 26, 8; 41, 2); sólo así puede darlo a conocer a los demás. En
particular, la perseverancia en el estudio teológico resulta también necesaria para que el
sacerdote pueda cumplir con fidelidad el ministerio de la Palabra, anunciándola sin titubeos
ni ambigüedades, distinguiéndola de las simples opiniones humanas, aunque sean famosas
y difundidas. Así, podrá ponerse de verdad al servicio del Pueblo de Dios, ayudándolo a dar
razón de la esperanza cristiana a cuantos se la pidan (cf. 1 Pe 3, 15). Además, el sacerdote,
al aplicarse con conciencia y constancia al estudio teológico, es capaz de asimilar, de forma
segura y personal, la genuina riqueza eclesial. Puede, por tanto, cumplir la misión que lo
compromete a responder a las dificultades de la auténtica doctrina católica y superar la
inclinación, propia y de otros, al disenso y a la actitud negativa hacia el magisterio y hacia la
tradición”.67

En este texto queda claro que el estudio de la teología no es un requisito exclusivo del
período de formación seminarístico. En este momento es fundamental, pero debe continuar
y esta continuación ha de ser profunda. Calificativos como “seria” o como “comprometida”
dibujan el nivel de exigencia eclesial de la formación permanente del clero. No es un lujo para
algunos sacerdotes inquietos que les agrada leer y estudiar. Es parte de nuestro ministerio
de la Palabra y de la ayuda y servicio al pueblo de Dios. Los sacerdotes debemos aceptar
que el tiempo que dedicamos a nuestra formación se lo estamos dedicando al Pueblo de Dios.

Teniendo en cuenta la gran influencia que las corrientes humanístico-filosóficas tienen


en la cultura moderna, así como también el hecho de que algunos presbíteros no han recibido
la adecuada preparación en tales disciplinas porque no existían aún cuando cursaron el
seminario, se hace necesario que en la formación continua estén presentes los temas más
relevantes de carácter humanístico y filosófico o que, en cualquier caso, estos temas tengan

67
PDV 72.

42
una relación con las ciencias sagradas, particularmente en cuanto pueden ser útiles en el
ejercicio del ministerio pastoral.68

Una formación que debe ser consciente y constante. Que exige método y esfuerzo
sistemático, que entre en nuestro proyecto personal de vida. Cualquier profesional sabe que
la capacitación permanente es fundamental; incluso los convenios laborales en cualquier
profesión incluyen el tiempo debido a esta formación permanente de los trabajadores. Con
cuánta más razón debemos exigirnos nosotros esto cuando nuestra labor es más que una
profesión; es más que un trabajo de labor social. El sacerdote pretende erigir el Reino de
Dios, tocar conciencias y liberar a nuestros hermanos del error y del pecado. ¡El sacerdote
pretende ser instrumento de salvación para el pueblo!.

En la dimensión intelectual la tarea de la formación permanente de los presbíteros


abarcará perspectivas como las siguientes:

 Tomar conciencia del nivel de la formación intelectual de los sacerdotes de la diócesis


y de sus principales carencias y necesidades.
 Ofrecer un proyecto de formación permanente para los presbíteros de la diócesis,
favoreciendo las modalidades más viables para su realización, de modo que se
estimule y promueva la participación de la mayoría de los sacerdotes.
 Favorecer la estabilidad de los promotores de la formación permanente.
 Promover las reuniones por decanatos como un lugar propio para la formación
permanente con garantías de seriedad y constancia.
 Informar y estimular la participación en jornadas de formación, conferencias, y cursillos
locales, provinciales, nacionales e internacionales.
 Buscar el bien del presbiterio fomentando que dentro de sus miembros se eligen a los
más idóneos para el estudio y obtención de grados pontificios, maestrías, licenciaturas
y doctorados.

68
Cf. PDV 77.

43
 En contacto con las otras dimensiones episcopales, ofrecer y estimular el estudio
actualizado de los fundamentos teológicos en cada uno de los sectores de la acción
pastoral, así como los programas pastorales diocesanos.
 Tener presente y ayudar a conocer las corrientes socio-culturales de nuestro tiempo y
discernirlas a la luz de la fe.
 Ayudar al presbítero a vitalizar su contacto con el Logos, fuente de toda sabiduría, para
que abra la mente y el corazón a los nuevos retos de la historia y las nuevas llamadas
que el Espíritu dirige a la Iglesia.
 Capacitar y actualizar al presbítero para que como maestro de la fe, acompañe a los
fieles en la búsqueda de la verdad, para que a su vez se formen como agentes que lleven
más allá el testimonio del Evangelio.
 Lograr que el presbítero encuentre entre las ciencias teológicas y humanas el diálogo
fecundo entre la fe y la razón, entre el Evangelio y las culturas.
 Fomentar el hábito del estudio en el presbítero para dar continuidad a la formación inicial
recibida en el seminario.
 Buscar que el presbítero se actualice en los métodos y en las expresiones para poder
brindar un testimonio comprensible del Evangelio al mundo de hoy.

Formando así el intelecto del sacerdote, con el favor de Dios, tendremos en nuestra
Provincia más presbíteros auténticamente discípulos que serán también más eficazmente
presbíteros-misioneros.69

TEMÁTICA DE LA FORMACIÓN INTELECTUAL

La misión pastoral reclama del presbítero una sabiduría que le permita orientar al pueblo con
criterios claros en consonancia con el plan de salvación.
Algunos temas que pueden desarrollarse en esta dimensión:
 Interés y análisis constante de la realidad social. Atención a los nuevos desafíos.

69
Cf. V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo,
para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 199.

44
 Búsqueda de respuesta a los interrogantes de la gente. Tratar temas de relevancia en el

debate cultural y en la praxis pastoral, como aquellos relativos a la ética social, bioética,

progreso científico, particularmente influyentes sobre la mentalidad y la vida de los

hombres contemporáneos,

 Formación en las diversas disciplinas filosóficas y teológicas.

 Profundización y difusión de la doctrina social de la Iglesia

 Capacitación en uso de los MCS y nuevos lenguajes,

45
La Formación Pastoral

La formación pastoral ha de proponerse a través de distintos medios ayudando a que el


presbítero vaya configurándose progresivamente como imagen transparente y viva de Jesús el
Buen Pastor. Por ello ha de ir creciendo y asimilando en el ejercicio de la caridad pastoral
aquellas actitudes de Jesús Pastor de su Iglesia y de la humanidad. De esta forma el presbítero
irá creciendo en la sensibilidad del pastor que lo capacite para asumir responsabilidades,
resolver problemas, establecer prioridades, y elegir medios adecuados de solución desde la fe
y según las exigencias de la pastoral.

La formación pastoral no puede reducirse a un simple aprendizaje, dirigido a


familiarizarse con una técnica pastoral, sino que es fundamentalmente un modo de ser y de
estar entre los hombres y con los hombres, que le lleva a actualizar los sentimientos y actitudes
de Cristo el Buen Pastor70.

OBJETIVO DE LA DIMENSIÓN PASTORAL

Que el Sacerdote haga suyos los sentimientos y los criterios pastorales de Jesús, en una
vivencia plena de la caridad pastoral.

MARCO DOCTRINAL DE LA DIMENSIÓN PASTORAL

Les daré pastores que cumplan mi voluntad, para que los guíen con sabiduría (Cf. Jer.
3, 15), es la promesa de Dios a su pueblo. Los sacerdotes, como colaboradores de los obispos,
han recibido la misma misión de Jesús, el gran pastor de las ovejas (Cfr. Hb. 13,20) a ellos les
encomienda el Señor la misión de animar la nueva evangelización. Así son empujados por el
Espíritu para que mediante la caridad pastoral evangelicen a esta sociedad de forma actual,
creíble y eficaz.

70
Cfr. Reaviva el don de Dios, la formación permanente de los presbíteros en América Latina y el Caribe, pág 160 y161.

46
La formación permanente, en esta dimensión pastoral, mantendrá al sacerdote en esta
tensión misionera, en permanente escucha del Espíritu que guía a su Iglesia en la extensión del
Reino de Dios.

La Exhortación Apostólica Pastores Dabo Vobis nos recuerda que: “Para vivir cada día
según la gracia recibida, es necesario que el sacerdote esté cada vez más abierto a acoger la
caridad pastoral de Jesucristo”.71

La caridad pastoral es un don y un deber, una gracia y una responsabilidad, a la que es


preciso ser fieles, es decir, hay que asumirla y vivir su dinamismo hasta las exigencias más
radicales.

Esta misma caridad pastoral empuja y estimula al sacerdote a:


1. conocer cada vez mejor la situación real de los hombres a quienes ha sido enviado;
2. discernir la voz del Espíritu en las circunstancias históricas en las que se encuentra;
3. buscar los métodos más adecuados y las formas más útiles para ejercer hoy su
ministerio.

Plasmada con esta caridad, la actividad ministerial será una manifestación de la caridad de
Cristo, de la que el presbítero sabrá expresar actitudes y conductas hasta la donación total de
sí mismo a la grey que le ha sido confiada.

La formación permanente ayuda al sacerdote a superar la tentación de llevar su ministerio


a un activismo finalizado en sí mismo, a una prestación impersonal de servicios, sean
espirituales o sagrados, a una especie de empleo en la organización eclesiástica.

El Documento de Aparecida menciona que la Dimensión Pastoral y Misionera del sacerdote


debe ser un auténtico camino cristiano que llene de alegría y esperanza el corazón y mueva al
presbítero a anunciar a Cristo de manera constante en su vida y en su ambiente .Lo proyecta

71
PDV 72.

47
hacia la misión de formar discípulos misioneros al servicio del mundo. Lo habilita para proponer
proyectos y estilos de vida cristiana atrayentes, con intervenciones orgánicas y de colaboración
fraterna con todos los miembros de la comunidad. Y contribuye a integrar evangelización y
pedagogía, comunicando vida y ofreciendo itinerarios pastorales acordes con la madurez
cristiana, la edad y otras condiciones propias de las personas o de los grupos. Incentiva la
responsabilidad de los laicos en el mundo para construir el Reino de Dios. Despierta una
inquietud constante por los alejados y por los que ignoran al Señor en sus vidas.72

Exigencias del presbítero para configurarse con el Buen Pastor:

 El presbítero está llamado a ser pastor, esa es su misión, y como tal, es necesario que
entre en contacto con el mundo actual con todos los desafíos que éste le presenta.
Desafíos en la dimensión social, política, económica y sobre todo, cultural. Para entrar
en este diálogo con la realidad del pueblo al que está llamado a servir, acompañar y
conducir, es necesaria una sólida formación pastoral, que le prepare para entender al
hombre y a la mujer de hoy en toda su complejidad.
 El sacerdote es pastor para todos. En su ministerio se enfrentará a realidades muy
distintas. Tendrá que orientar al ser humano en las diferentes etapas de su vida y en las
circunstancias muy particulares en que le toca vivir.
 La dimensión pastoral, implica una formación en todas las áreas de su personalidad. Su
“pastoreo” es la expresión de un itinerario formativo que incluye las dimensiones
espiritual, intelectual y humana también. Como pastor deberá predicar, aconsejar,
acompañar, comprender, organizar, dirigir, etc., se trata de una formación global que lo
capacite para incidir en la realidad que le toca servir.
 El ser pastor es fruto del ser humano completo e integrado, con una plena madurez que
le haga capaz de dialogar eficazmente con la comunidad a la que sirve. Un ser humano
fragmentado, no puede ser un buen pastor, porque sus carencias lo harán incapaz de
salir de sí mismo.

72
Cf. V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo,
para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 280.

48
 Hoy más que nunca, el mundo necesita guías, líderes, que orienten y den sentido a la
vida de los hombres y mujeres. La sociedad actual ha cambiado de una manera tan
vertiginosa, con cambios drásticos y profundos, que dejan a las personas en la confusión
e incertidumbre. Se necesita de pastores convencidos de la verdad que predican,
capaces de transmitir esperanza y dirección al pueblo.
 Los pastores de hoy, no pueden ignorar las aportaciones de las ciencias humanas y los
frutos de sus investigaciones y descubrimientos. En diálogo con las mismas, los pastores
podrán comprender mejor al ser humano y podrán realizar su misión de una forma más
efectiva.
 Desde la perspectiva de las ciencias humanas, el presbítero es guía, líder, consejero,
modelador, organizador, dirigente, facilitador, etc., por ello, deberá formarse para
desarrollar estas habilidades en su pastoreo.
 El presbítero se encuentra al servicio de una Iglesia en Misión Permanente, que le exige
una actitud y trabajo pastoral más allá de las paredes del templo y le pide ir en busca de
los más alejados, en una auténtica pastoral misionera.
 El presbítero es discípulo antes que apóstol y misionero, por lo que deberá vivir en
constante actitud de escucha y docilidad al Espíritu que lo seguirá formando en los
diversos momentos de su ministerio. Un sacerdote enamorado de Dios y apasionado por
el Reino que no puede más que compartir lo vivido en medio de una comunidad
parroquial, en constante renovación y crecimiento.

Rasgos del Buen Pastor por cultivar en el presbítero desde la dimensión pastoral:

1. Pastor en un triple ministerio.73


 Un pastor competente en la comprensión del Palabra y en relacionarla con la vida del
pueblo, que tenga palabra profética.
 Un liturgo que vive lo que celebra y ayuda a los fieles a que vivan el misterio de Dios que
se da en la liturgia
 Un guía seguro del pueblo de Dios que se gasta y desgasta por la comunidad.

73
Cf. PO 4-6. Desarrollado este triple ministerio en CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El presbítero, maestro de la palabra, ministro
de los sacramentos y guía de la comunidad, ante el tercer milenio cristiano, 1999.

49
2. Artífice de comunión y unidad.74
 Maestro en la Iglesia que es escuela de comunión
 Capaz de trabajar y dialogar con otros, abierto y nunca solitario, de fuerte experiencia
comunitaria y de corresponsabilidad.
 Con una clara opción por la pastoral de conjunto, y disponible para trabajar de acuerdo
al plan pastoral de su diócesis

3. En diálogo con la cultura y la sociedad.75


 Hombre inserto, respetuoso e identificado con la cultura; inserto en la realidad en que
vive sin perder su identidad
 Audaz para encarnar el evangelio en este cambio de época, en los valores y en las
posibilidades del pueblo, compartiendo las alegrías, esperanzas y expresiones de
religiosidad de su pueblo

4. Solidario con los pobres.76


 Un pastor comprometido con los sectores más vulnerables y marginados de su pueblo,
promotor de la solidaridad y de valores como la justicia y la caridad.
 Como continuador de la misión de Cristo ha de vivir un desprendimiento afectivo y
efectivo de los bienes del mundo. Un uso sobrio que exprese que su herencia y su
riqueza es el Señor.

TEMÁTICA DE LA FORMACIÓN PASTORAL

Un servicio de mayor calidad y eficacia a la comunidad cristiana exige al presbítero un


entrenamiento y una capacitación para desarrollar adecuadamente las habilidades que pide el
ministerio, sin olvidar que el principal objetivo es la reflexión sobre el plan pastoral del a
Diócesis.
Por lo que es conveniente incluir dentro de un programa de formación pastoral los siguientes
temas:

74
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, Librería Editrice Vaticana, 1994, 30.
75
Cf. PO 3.
76
Cf. DA 199.

50
 Educación pedagógica para transmitir el evangelio.

 Ejercitarse en el arte de celebrar los sacramentos.

 Capacitación para el liderazgo.

 Capacitación para el trabajo en equipo.

 Creatividad pastoral

 Planificación pastoral

 Atención a las directrices de la iglesia universal, de la CEM, del CELAM

 Renovación parroquial.

 Formación en la doctrina social de la Iglesia.

 Análisis de los procesos pastorales

 Formación para la misión permanente.

51
APÉNDICE77

UNA PROPUESTA CONCRETA

PARA LA FORMACIÓN PERMANENTE DEL CLERO POR EDADES

LA FORMACIÓN PERMANENTE POR EDADES

Cada etapa de la vida sacerdotal presenta un llamado renovado al seguimiento de Jesús


que espera del presbítero una respuesta en fidelidad continua hasta la muerte. Las diferentes
edades ofrecen al mismo tiempo riesgos y oportunidades a las que debe adecuarse la
Formación permanente.

EL PRIMER QUINQUENIO

Los primeros años después de la ordenación tienen una importancia especial pues ponen
las bases y de alguna manera marcan el futuro de la vida y ministerio del Sacerdote. Es tiempo
de asimilar en forma vivencial la gracia recibida en el sacramento y pasar de la condición de
estudiante a la de pastor con nuevas responsabilidades ante el pueblo de Dios.

Posibilidades

- Durante los años del Seminario se anhela el día de la ordenación, y es ahora cuando se
abre al joven sacerdote un campo amplio para canalizar sus ideales y poner en juego
toda la riqueza de su creatividad.
- En un nuevo ambiente de mayor responsabilidad se ha de consolidar la gracia recibida
asimilándola en el estudio y la oración, correspondiendo a ella con generosidad y alegría.
- Con una implicación mayor en la vida de la comunidad se ofrece la oportunidad de un
conocimiento mucho más realista del mundo, lo que va educando progresivamente al

77
¡Reaviva el Don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América Latina y el Caribe, pág. 176 a la 184.

52
sacerdote en el descernimiento, en una mentalidad más amplia y en mayor sensibilidad
humana.
- Se debe ir logrando la inserción en el Presbiterio, dando desde su energía e ilusión y
recibiendo desde la experiencia y sabiduría de los mayores.
- Es el tiempo de continuar la formación inicial subsanando carencias en todas las
dimensiones.

Riesgos y dificultades

- Desorientación y desaliento ante los conflictos que se encuentran en la relación con las
personas, en la llegada a un ambiente difícil. Frustración por que las cosas quizá no
resultan como se esperaban.
- Falta de compresión mutua con los sacerdotes mayores, en especial con el Párroco.
Impaciencia al querer imponer sus criterios sobre valorando los proyectos personales.
Aislamiento peligroso.
- Tendencia al activismo y a la superficialidad al no tener una autodisciplina y una recta
programación del tiempo. Descuido de la oración personal y abandono del estudio.
- Dejarse llevar por el ambiente secularizado, no cuidar la elección de amistades,
tendencia al aburguesamiento. Laxismo en comportamientos.
- Rigidez en las posturas sin la disposición de ir aprendiendo en el curso del ministerio.
Autosuficiencia y falta de disposición para dejarse ayudar en la dirección espiritual y en
la corrección fraterna.

Objetivos
Ofrecer a los neo-sacerdotes aportes para el crecimiento y maduración de su
personalidad humana y sacerdotal que les ayuden a afianzar su identidad y experimentar el
gozo de ser y vivir como sacerdotes.
- Fortalecer y ampliar la formación integral inicial recibida en el Seminario prolongándola con
nuevos métodos.
- Procurar una adaptación positiva en la vida pastoral.

53
- Ayudar a ir adquiriendo una sabiduría que permita llevar a la práctica los conocimientos
teóricos.
- Lograr una inserción progresiva en la familia presbiteral.

Contenidos

- Dimensión humana: Temas referentes a madurez humana y afectiva, proyecto de vida


personal, manejo de conflictos, liderazgo. Relaciones humanas con la propia familia, en
el presbiterio y con otros colaboradores en el trabajo.
- Dimensión espiritual: Métodos de oración, lectio divina, ejercicio de las virtudes
teologales, especialmente de la caridad pastoral. El ministerio como fuente de
santificación, tentaciones y gracias de crecimiento, revisión de la vida sacerdotal.
- Dimensión intelectual: Introducción a los programas de Formación Permanente de la
diócesis. Documentos recientes del Magisterio. Derecho canónico parroquial. Doctrina
Social de la Iglesia.
- Dimensión pastoral: Planificación y programación pastoral de la parroquia y de la
diócesis. Administración parroquial. Homilética, arte de presidir las celebraciones,
conducción pastoral de grupos, uso de los medios de comunicación.

Propuestas de acción

- Reuniones con el Obispo en fechas establecidas.


- Nombramientos de un delegado del Obispo para acompañar a los sacerdotes jóvenes.
- Programar el quinquenio con ellos mismos.
- Evaluación periódica.
- Posibilidad de estudios de especialización, después de un tiempo de ministerio.

ETAPA MEDIA ( DE 6 A 20 AÑOS DE ORDENACIÓN)

Normalmente durante este período el sacerdote vive la experiencia de algún cambio de


destino (parroquia u otro oficio). Recibe su primer nombramiento de párroco o alguna otra

54
responsabilidad. Es el tiempo de consolidar la personalidad sacerdotal, adquiriendo una visión
más amplia de la Iglesia y una mejor compresión de la problemática humana y eclesial.

Posibilidades

- Se espera que el sacerdote se haya identificado más plenamente con su vocación y


misión poniendo al servicio sus carismas propios.
- Mayor estabilidad emocional y capacidad de comprender a los demás, superación de
crisis personales.
- Un amor más realista a la Iglesia, aceptando serenamente las limitaciones humanas,
pero manteniendo la ilusión.
- Integración progresiva al colegio de los presbíteros colaborando como promotor de
comunión.

Riesgos y dificultades

- Búsqueda de privilegios, tendencia a la instalación y al aburguesamiento, complejos de


superioridad, afán de dinero.
- Estancamiento intelectual y pastoral, rutina, conformismo y mediocridad.
- Competitividad y rivalidades, individualismo y aislamiento de la comunión, resentimiento
y lejanía de los superiores.
- Búsqueda de compensaciones, adicciones, desviaciones afectivas y sexuales.

Objetivo

Brindar espacios y medios que ayuden a la unidad de vida sacerdotal, integrando lo que
se es y lo que se hace a imagen de Jesús Buen Pastor.

55
Contenidos

- Aspectos humanos como salud, equilibrio emocional, afectividad.


- Actualización en diferentes áreas de conocimientos y habilidades en orden al ministerio.
Capacitación en el uso de los medios tecnológicos. Conocimiento de las leyes jurídicas
y régimen fiscal del país. Contabilidad. Temas de teología, Biblia y moral.
- Mayor caridad pastoral en el trato a personas y comunidades. Métodos de oración.
- Creatividad en la renovación pastoral. Disciplina y perseverancia en la programación.

Propuestas de acción

- Encuentros de amistad y de oración con el Obispo y hermanos presbíteros.


- Delegado o comisión para la Pastoral Presbiteral.
- Programa de Formación Permanente en cada diócesis, provincia o nación.
- Evaluación periódica y auto-evaluación.
- Subsidios y asesoría de personas competentes como psicólogos, sociólogos,
economistas, juristas, etc.

ETAPA DE MADUREZ (DE 21 A 45 AÑOS DE ORDENACIÓN)

Suele ser el grupo más numeroso en nuestros presbiterios y quienes brindan mayor
apoyo en las responsabilidades principales como vicarios episcopales, decanos, directores de
instituciones y párrocos de las principales parroquias, etc. Se supone que es la etapa de
madurez no sólo cronológica sino psicológica, espiritual y pastoral.

Posibilidades

- La experiencia que se aprovecha positivamente favorece la adquisición de una madurez


integral.
- Una actitud más reposada facilita un mejor servicio en la dirección espiritual, en guiar a
los jóvenes y comprender a quienes viven situaciones difíciles.

56
- Los logros conseguidos y el reconocimiento de las propias limitaciones ayudan a tener
una justa autoestima y una mayor donación en el ministerio.
- Su servicio puede ser de gran ayuda al Obispo, a la comunión del presbiterio y a los
proyectos de la acción pastoral.
- Llegar al amor oblativo al ofrendar un proyecto culminado para que otros asuman la
dirección del mismo. Asimilación al gran amor del Padre que entrega a su Hijo.

Riesgos y dificultades

- Con autosuficiencia presumir de la experiencia. Dificultad para obedecer y para aceptar


la corrección fraterna.
- Incapacidad para trabajar con sacerdotes jóvenes y para acompañar a la juventud.
- Cansancio y pesimismo, frustración, resentimiento.
- Los vicios se pueden hacer más arraigados.
- Tentación de instalarse, de buscar seguridad económica o afectiva.

Objetivo

Animar a los sacerdotes a mantener una actitud de apertura y disponibilidad en orden a


la Formación Permanente e integral y contribuir mejor así a la comunión y misión en la Iglesia.

Contenidos

- Las cuatro dimensiones de la formación Permanente requieren una debida valoración,


fortalecimiento y medidas preventivas.
- Actualización integral apoyada en los documentos de la Iglesia y en el estudio de la
realidad cambiante. Adaptación a las exigencias de la época actual.
- Comunión afectiva y efectiva en orden a la misión.

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Propuestas de acción

- Programa que incluya atención a la salud, espacios de descanso comunitario y


sacerdotal, sistema de seguridad y prevención social.
- Aprovechamiento de su experiencia sacerdotal para encomiendas pastorales y programa
de formación.
- Encuentro con el Obispo al menos anualmente.
- Evaluación en encuentros fraternos su autoformación, su nivel de comunión, su vivencia
en la misión en la Iglesia.

LOS SACERDOTES MAYORES (DE 46 AÑOS DE ORDENACIÓN EN ADELANTE)

Las condiciones actuales hacen que las personas vivan más tiempo, por eso crece el
número de sacerdotes que llegan a esta etapa y los que por razón de su edad, renuncian a su
cargo. Siguen siendo sacerdotes toda la vida y la mayoría pueden mantener una cierta actividad
aunque con menor responsabilidad. A medida que el sacerdote envejece tiene todavía
necesidad de Formación Permanente aunque adaptada a su condición propia.

Posibilidades

- El sacerdote mayor suele tener un sentido de sabiduría fruto de una experiencia


pacientemente asimilada y gozosamente vivida.
- Es el tiempo de concentrarse en lo esencial dejando a un lado lo secundario.
- Hay que cultivar especialmente entonces la virtud de la esperanza que no consiste en
una ilusión fantasiosa sino en la confianza en el Señor dueño de la vida y de la muerte.
- La renuncia que implica el celibato encuentra un sentido de paternidad fecunda en el
orden de la gracia.
- Se puede dar un hermoso testimonio de la fidelidad y misericordia de Dios que han
sostenido al sacerdote hasta hacerlo capaz de una donación total de sí mismo.
- Entregarse a una oración más prolongada es un servicio sacerdotal de valor incalculable
para la comunidad.

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Riesgos y dificultades
- No saber aceptar con generosidad las limitaciones físicas crecientes. Temor ante la
enfermedad que lo haga dependiente.
- Es peligroso no tener en cuenta que lo más valioso es el ser sacerdote por encima de lo
que pudiera hacer como tal. Pensar como funcionario.
- Es difícil el desprendimiento sereno de un oficio o lugar al que se está apegado viviendo
la preparación para el encuentro definitivo con el dador de todos los bienes.
- Surge la tentación de pensar que la vida ha sido estéril cayendo en la tristeza o la
angustia.
- Tentación de encerrarse en la soledad y el aislamiento.

Objetivo

Apoyar a los sacerdotes mayores a enfrentar los desafíos de esta etapa y alentarlos a
seguir dando su contribución valiosísima a la Iglesia.

Contenidos

- El arte de entender y vivir el envejecimiento. Alegría de haber servido.


- Renovación espiritual más profunda en base al significado de la vida y de la muerte.
- La virtud de la esperanza ante el misterio pascual.
- Amor a la Iglesia y cariño a los sacerdotes jóvenes

Propuestas de acción

- Proyecto y plan de vida para esta edad.


- Atención amable del Obispo y hermanos presbíteros.
- Charlas, dinámicas y retiros adaptados a su situación.
- Ofrecimiento de acciones que pueden cumplir dentro de sus posibilidades (confesiones,
capellanía, colaboración en parroquias).

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- Seguridad de una pensión y atención médica.
- Encuentros con seminaristas y sacerdotes jóvenes.
- Signos de reconocimiento y gratitud por su entrega de servicio.

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