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EL LANGOSTINO CELESTE ENTRE LOS

CARIBES-INSULARES

Sebastián Robiou-Lamarche

RESUMEN

El autor, investigador de la evidencia etnohistórica sobre la astronomía antillana, estudia en


esta ocasión la constelación citada pero no identificada por Breton (1665) llamada Coulúmon,
conceptualización de un gran langostino de río que era llamado ychourou a principios del siglo
XVII, el cual se identifica con la especie Macrobrachium. Basado en la anotación del cronista
francés y en la investigación de Taylor (1946), postula que ésta resulta ser una "constelación nega-
tiva" formada por parte de la Vía Láctea, cuyas zonas claras y oscuras configuran el crustáceo. La
aparición en él cielo matutino del langostino celeste durante febrero, marzo y abril señalaría los
mejores meses de su captura y correspondería, a la vez, a la época de sequía antillana, llamada
isura por las caribes insulares.
Coulúmon parece ser parte de un conjunto de constelaciones asociadas a la época de sequía,
opuestas estacional y simbólicamente a otro conjunto de constelaciones relacionadas con la época
de lluvia y al inicio del año caribe insular.

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Los caribes-insulares de las Antillas Menores parece que poseían un complejo sistema as-
tronómico basado en la observación de la salida y puesta de ciertas constelaciones simbólicas,
relacionando éstas con períodos del año, los estados climatológicos y sus actividades económi-
cas. Este sistema astronómico, integrado a su cosmovision y trasmitido por la tradición oral,
constituía una especie de calendario de doce lunaciones quizás relacionado, a la vez, con la
observación del paso del sol por el cénit. De este modo, los caribes-insulares parece que unifica-
ban el ciclo estelar con el ciclo solar, dando paso a un posible calendario que regía las principa-
les épocas de siembra, recolección, pesca, caza, navegación y otras actividades (Robiou, 1988,
1990).
Los cronistas franceses del siglo XVII recogen al menos la existencia de ocho estrellas o
constelaciones; la investigación de Douglas Taylor ( 1946) entre los descendientes de los caribes
de la Dominica permite añadir cuatro adicionales, para establecer doce estrellas o constelacio-
nes indígenas. Entre éstas, en los últimos años creemos haber identificado plenamente dos
constelaciones: la serpiente celeste, llamada Bakámo, cuya cabeza aparece dentro del caracol
burgao formado por las manchas claras y oscuras de la Vía Láctea, y la constelación de la
tortuga celeste, que por su posible origen caribe continental hemos llamado Kataruyuman,
ambas pertenecientes a un sistema de oposición simbólica relacionado con la inclinación de la
Vía Láctea en la bóveda celeste (Robiou, 1992).
En este trabajo pretenderemos identificar adecuadamente la constelación llamada por las
mujeres Coulúmon y Oulíao por los hombres según Breton (1665:421), la cual "cuando está un
poco elevada por la mañana, el mar está picado en la costa y calmado en alta mar". Esta condi-
ción ocurre, según Taylor (1946:219) investigó, particularmente en abril en la Dominica y los
caribes se referían al fenómeno como "rat d'marée", del francés "raz de marée", equivalente a la
oleada producida por la marea, la cual creían que era causada por una pequeña bestia marina.
De La Borde (1674) relacionó la constelación con una estrella, Curumon Caribe, la cual,
según escribió, "es quien hace las grandes olas del mar y vuelca las canoas... es éste también,
por su viento, quien produce el flujo y reflujo del mar" (Cárdenas Ruiz, 1981: 505).
Taylor (1946:219), por su parte, cree que esta constelación era la llamada entre los descen-
dientes caribes "kwibis", vocablo proveniente del francés "écrivisse", un "crustáceo comestible
de agua dulce" (Larousse, 1988), equivalente al "crayfish" o "crawfis" en inglés y en español al
bogavante o langosta de río, que mejor llamaremos langostino de río. Señala, además, que
Breton registra el nombre "kulúanu" ("kulúali", en singular) para una "clase de langostino con
grandes pinzas amarillas".
La constelación fue señalada a Taylor (1946:219,220) por un informante de la Dominica en
la noche del 14 de octubre de 1944. Según este etnólogo, la constelación estaría a una elevación
de unos 40-45 grados sobre el horizonte sureste, sobre una línea imaginaria que iría de la estre-
lla Fomalhaut a Deneb-Kaitos, cerca de donde se encontraría la cola del langostino, mientras
sus pinzas estarían en dirección noroeste.
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Como se desprende del dibujo que hizo, Taylor no logró realmente visualizar la forma del
langostino celeste. Su versión contrasta notablemente con el dibujo del crustáceo basado en el
informante caribe. Esta situación nos parece que es similar a la observación reportada de Baká-
mo, la serpiente celeste, cuando Taylor (1946:219) no pudo observar la parte del burgao (Citta-
rium pica L) que le señalaba el informante. La razón en esta ocasión, como creemos haber
demostrado (Robiou, 1992), es que este caracol celeste estaba configurado por las manchas
claras y oscuras de la Vía Láctea en lugar de por estrellas, las cuales simulan el diseño del
burgao. Con la constelación del langostino celeste tal parece que se repite la historia: la conste-
lación Coulúmon, según veremos, parece que era conceptualizada por los caribes-insulares
más bien como u n segmento de la Vía Láctea que contenía ciertas estrellas.
El "écrivisse", "crayfish" o langostino de río que servía para la conceptualización de la cons-
telación Coulúmon se recolectaría principalmente al inicio de la primavera, época de sequía
cuando los ríos tienen menos caudal y cuando el crustáceo abandona su escondite entre las
rocas o en el fondo de los ríos para efectuar su actividad nocturna (Huxley, 1974:8,10, Heads-
trom, 1985:66). Este crustáceo pluvial era una importante fuente de alimentación para los cari-
bes-insulares. Un expedicionario anónimo francés que convivió en las Antillas Menores años
antes de la colonización oficial francesa, nos ofrece la más antigua referencia de este langosti-
no. Lo llama "ychourou" y lo describe con "la pinza derecha tan larga y gruesa como su cuer-
po", señalando que era una excelente comida que se conseguía en los ríos (Moreau, 1990:143,297).
Breton, como vimos, llamó "kulúanu" a esta especie de crustáceo y Coulúmon ó Ouliao a la
constelación que lo representaba, mientras La Borde, aparentemente creyéndole una estrella,
lo llamó Curumon Caribe.
Taylor (1946:219) escribe los vocablos de Breton como "ulíhao" ó "kulúmo", según los hom-
bres o las mujeres le llamaban, y el registro de La Borde como "kurúmo". Este etnólogo inglés
personalmente recogió el vocablo "iculu" para un "river crayfish" y "wacu" para un "large varie-
ty river crayfish" entre los descendientes caribes de la Dominica (Taylor, 1938: 160). Entre los
negros-caribes, llevados por los ingleses a la isla de Roatán frente a Honduras a finales del siglo
XVHI, Taylor (1951:61, 167) reporta el langostino de río como "isuru", nombre, al fin y al cabo,
fonéticamente más cercano al "ychourou" escrito a principios del siglo XVII.
El langostino de río no debe confundirse con el camarón ni con otras especies de cangrejos
como los llamados en Puerto Rico popularmente chágara o guábara, buruquena y la jaiba (Ma-
laret, 1955; Hernández Aquino, 1977) y en Santo Domingo la también jaiba (Tejera, 1977). El
"iculu" reportado por Taylor podría ser el abundante camarón pluvial antillano Xiphocaris elon-
gata. El langostino de río, por su parte, pertenece a la familia Palemonidae y físicamente se
asemeja más a una langosta de mar por su tamaño y por el desarrollo de sus pinzas. El "wacu"
de Taylor, el "kulúanu' de Breton, el "ychourou" o "isuru", es decir, el motivo de la constelación
Coulúmon aquí estudiada, vendría a ser la especie Macrobrachium olfersü, impresionante crus-
táceo de río de grandes pinzas tan gruesas como su cuerpo (Figura 1 ). Taylor (1938:152) incluso
menciona la existencia del "Crayfish River" en la Dominica, río donde la especie era abundante.
El Dr. Agustín Stahl (1882:218), pionero científico puertorriqueño, poseía en su colección va-
rios ejemplares clasificados como Palaemon jamaicensis. Un espécimen de 22 pulgadas de lon-
gitud, identificado como Macrobrachium carcinum, se reporta capturado en el río de la Cueva
de Camuy, en Puerto Rico (Gurnee, 1974:137-39). Actualmente este gran crustáceo pluvial prác-
ticamente ha desaparecido de los ríos antillanos. En Santo Domingo, se conoce el llamado
Arrayao debido a las rayas claras y oscuras en su cuerpo, en algunos casos reportado con hasta
unas 20 pulgadas de longitud, los cuales todavía se capturan en ciertos ríos del litoral sur (Ro-
biou, investigación personal 1992).
Veamos ahora la Figura 2 donde se muestra la bóveda celeste alrededor de las 4:00 AM
hacia mediados de abril, época cuando Coulúmon estaría en la mañana un "poco elevada"
sobre el horizonte y el mar estaría "picado en la costa y calmado en alta mar", según Breton
(1665:421) y Taylor (1946:129). Este mapa celeste de abril antes del amanecer equivale al cielo
observado por Taylor en octubre en horas de la noche.
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La Figura 3 amplía el segmento de la Vía Láctea comprendido aproximadamente entre


Deneb (alfa Cygnus) y Antares (alfa Scorpius), región de la llamada Gran Hendedura o Grieta
de la Vía Láctea. A la vez, la figura muestra la constelación del langostino según Taylor lo
visualizó y de acuerdo al informante caribe, comparación que denota la diferencia ya señalada,
y reproduce el Macrobrachium identificado. Podemos entonces comenzar a visualizar el lan-
gostino celeste en la Vía Láctea: su cola corresponde a la forma de la constelación Cisne; su
cuerpo está delineado por la larga franja oscura enmarcada por los contornos de la propia Vía
Láctea, en el área de la constelación Águila, extendiéndose con sus grandes pinzas, así mismo
configuradas, hasta la constelación de Escorpión.
De este modo, el langostino de río se convierte en el langostino celeste, la constelación
Coulúmon o Ouliao de los caribes insulares del siglo XVII, la "kwibis" de sus descendientes de
este siglo. Constelación idealizada con simples líneas en el dibujo del informante y que Taylor
no logró visualizar al estar formada como una "constelación negativa" por las zonas claras y
oscuras de la Vía Láctea, en lugar de estar constituida sólo por estrellas.
De las estrellas relacionadas a Coulúmon, tanto Altair de la constelación Águila como De-
neb de Cisne son estrellas cuya salida heliacal tienen lugar a mediados de enero en el horizonte
noreste. Cada mañana antes del amanecer estas estrellas pueden observarse, en su movimiento
en la bóveda celeste junto a la Vía Láctea, hasta desaparecer en el horizonte: Antares a princi-
pios de mayo y Altair y Deneb hacia finales de junio.
La Figura 4 muestra el ciclo anual matutino de la Vía Láctea junto a las constelaciones
caribes-insulares. Podemos observar que entre las constelaciones caribes insulares cercanas a
Coulúmon se encuentran Hánnao, Boucan y la ya citada Bakámo. La estrella Altair de la cons-
telación de Águila, junto a dos pequeñas estrellas que le acompañan a cada lado, constituían la
constelación caribe insular Hánnao, llamada por los hombres Asínnao, conceptualización del
pez llamado "bourse" en las Antillas Menores, que hemos identificado con el llamado en Puerto
Rico Peje Puerco (Batistes vetula), el cual se pescaba principalmente en enero cuando esta es-
trella salía sobre el horizonte. Esta, se decía, producía fuertes y frescos vientos con lluvia ligera
(Taylor, 1946:219, 221). Breton (1665:14) llamó la constelación Achinnao y La Borde, Achinao
Caribe (Cárdenas Ruiz, 1981: 505). Por su parte, Boucan correspondía, de acuerdo a Taylor
(1946:219), al Cuadrado de Pegaso, constelación que representaba un barbecue o barbacoa,
aunque el término también correspondía a la limpieza que, utilizando fuego, se efectuaba en
las plantaciones principalmente en el mes de abril (Taylor, 1951:155).
Por lo antes expresado, la configuración del langostino celeste surge del horizonte en enero,
observándose completo en febrero, marzo y abril hasta desaparecer en mayo. En la figura 4
podemos apreciar que el ciclo de Coulúmon en la bóveda celeste es muy similar al de la serpien-
te celeste Bakámo, idealización de la boa antillana (Epicrates inornatus), ya estudiado anterior-
mente (Robiou, 1992). Ambas constelaciones, total o parcialmente constituidas por la Vía Lác-
tea, se observan a plenitud de febrero a abril, los meses correspondientes a la época de sequía
en las Antillas Menores. Este período de tiempo de unos tres meses era llamado por los caribes
con u n solo nombre: "isura" (Taylor, 1951:156). "Ychourou" o "isuru", como ya vimos, era el
nombre dado al langostino de río de hábito nocturno abundante en los meses de primavera. Por
tanto, el langostino celeste sería sinónimo y signo de la época de sequía antillana, época duran-
te la cual predomina en la bóveda celeste.
Pero el paralelismo entre la serpiente y el langostino celeste va más allá de su coincidencia
estacional en el firmamento. Para Bakámo existe u n mito de origen conocido: esta constelación
surgió cuando, finalmente, una gran serpiente con su cabeza humana dentro del caracol bur-
gao, fue arrastrada por un gran río (Robiou, 1992). Aunque no logró información alguna sobre
el mito de origen de Coulúmon, Taylor (1946:219) está seguro que debió existir. A nivel surame-
ricano tampoco hemos encontrado mito alguno sobre el langostino de río, pues esta especie
parece no existir o no ser abundante en el Orinoco (Huxley, 1974:308). No obstante, tanto Baká-
mo como Coulúmon, uno como serpiente y otro como crustáceo pluvial, son de actividad noc-
turna y tienen al río como factor común. En muchos mitos suramericanos, como anteriormen-
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te hemos estudiado (Robiou, 1992), la Vía Láctea representa un río celeste, lo cual explicaría a
nivel antillano la asociación entre ambas constelaciones. Existe además u n paralelismo zooló-
gico: ambos géneros, uno terrenal otro acuático, mudan sea su piel o su carapacho en determi-
nada época del año, tiempo durante el cual experimentan un estado de aislamiento y reposo
que simbólicamente recuerda el ritual de iniciación del chamán por medio del cual comenzaba
una nueva vida.
Más aún: además de su coincidencia estacional, su factor común hidrográfico, su paralelis-
mo zoológico y su asociación astronómica, tanto Bakámo como Coulúmon parecen identificar-
se con un sistema de oposición simbólica que ya hemos planteado entre constelaciones opues-
tas en la bóveda celeste, unas relacionadas con la época de sequía y otras con la época de lluvia.
En este sentido, el conjunto de Hánnao, Boucan, Bakámo, y Coulúmon, constelaciones integra-
das al período "isura" o época de sequía, se opondría simbólicamente al conjunto de Sírik, es
decir, las Pléyades, relacionadas a un cangrejo de tierra (el juey, Cardisoma guanhumi L.), a la
constelación Kataruyuman, la tortuga celeste, idealización de la tortuga verde (Chelonia my-
das), que hemos identificado con Auriga (Robiou, 1992), y a Lukúni-yábura, la-canoa-de-la-
garza, identificada con la Osa Mayor, e idealización de la garza nocturna "crabier-bois", la
Yaboa o Guanabá (Nyctanassa violácea bancroftí) (Robiou, 1988, 1990), constelaciones relacio-
nadas con la época de lluvia y el inicio del año caribe-insular. Cabe subrayar, como puede
apreciarse en la Figura 4, que las constelaciones "secas" parecen moverse en el hemisferio sur
de la bóveda celeste, mientras las "húmedas" lo hacen en el norte, reafirmando así la oposición
simbólica.
En conclusión, postulamos que la constelación Coulúmon o Ouliao de los caribes-insulares
queda identificada como una parte de la Vía Láctea en la cual las zonas claras y oscuras permi-
tieron al indígena antillano conceptualizar el gran langostino de río, llamado originalmente
"ychourou". Que esta "constelación negativa" puede observarse horas antes del amanecer en el
cielo durante febrero, marzo y abril, meses durante los cuales era más propicia la recolección
del crustáceo y meses correspondientes a la época de sequía, llamada "isura" por los caribes.
Que esta constelación era parte de un conjunto de constelaciones identificadas con la época de
sequía, opuestas simbólicamente a otro conjunto de constelaciones identificadas con la época
de lluvia y con el inicio del año. Y que, en fin, este sistema de conjuntos estacionales simbólica-
mente opuestos, integrado al calendario que hemos venido estudiando, respondería a la poco
estudiada cosmovision de los caribes insulares.

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350 SEBASTIÁN ROBIOU-LAMARCHE

^ig. 2. Bóveda celeste al amanecer en abril,

Fig. 1. Macrobrachium alfersii.

3UUI0-SIRISO JOLIO-EOIOIMU AGOSTO- Mi«l»V-l»»A

»«""»«-»A«*1,U ItlilO-MlNA» FMt«U>~l«iU.

C0ULUM0N NARXO-ISURA
AlajL-isumfc. «*V°-I5UM-IIR.I40

Fig. 3. Coulumon en la Vía Láctea.


Fig. 4. Ciclo anual matutino de la Vía Láctea.

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