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CARIBES-INSULARES
Sebastián Robiou-Lamarche
RESUMEN
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Los caribes-insulares de las Antillas Menores parece que poseían un complejo sistema as-
tronómico basado en la observación de la salida y puesta de ciertas constelaciones simbólicas,
relacionando éstas con períodos del año, los estados climatológicos y sus actividades económi-
cas. Este sistema astronómico, integrado a su cosmovision y trasmitido por la tradición oral,
constituía una especie de calendario de doce lunaciones quizás relacionado, a la vez, con la
observación del paso del sol por el cénit. De este modo, los caribes-insulares parece que unifica-
ban el ciclo estelar con el ciclo solar, dando paso a un posible calendario que regía las principa-
les épocas de siembra, recolección, pesca, caza, navegación y otras actividades (Robiou, 1988,
1990).
Los cronistas franceses del siglo XVII recogen al menos la existencia de ocho estrellas o
constelaciones; la investigación de Douglas Taylor ( 1946) entre los descendientes de los caribes
de la Dominica permite añadir cuatro adicionales, para establecer doce estrellas o constelacio-
nes indígenas. Entre éstas, en los últimos años creemos haber identificado plenamente dos
constelaciones: la serpiente celeste, llamada Bakámo, cuya cabeza aparece dentro del caracol
burgao formado por las manchas claras y oscuras de la Vía Láctea, y la constelación de la
tortuga celeste, que por su posible origen caribe continental hemos llamado Kataruyuman,
ambas pertenecientes a un sistema de oposición simbólica relacionado con la inclinación de la
Vía Láctea en la bóveda celeste (Robiou, 1992).
En este trabajo pretenderemos identificar adecuadamente la constelación llamada por las
mujeres Coulúmon y Oulíao por los hombres según Breton (1665:421), la cual "cuando está un
poco elevada por la mañana, el mar está picado en la costa y calmado en alta mar". Esta condi-
ción ocurre, según Taylor (1946:219) investigó, particularmente en abril en la Dominica y los
caribes se referían al fenómeno como "rat d'marée", del francés "raz de marée", equivalente a la
oleada producida por la marea, la cual creían que era causada por una pequeña bestia marina.
De La Borde (1674) relacionó la constelación con una estrella, Curumon Caribe, la cual,
según escribió, "es quien hace las grandes olas del mar y vuelca las canoas... es éste también,
por su viento, quien produce el flujo y reflujo del mar" (Cárdenas Ruiz, 1981: 505).
Taylor (1946:219), por su parte, cree que esta constelación era la llamada entre los descen-
dientes caribes "kwibis", vocablo proveniente del francés "écrivisse", un "crustáceo comestible
de agua dulce" (Larousse, 1988), equivalente al "crayfish" o "crawfis" en inglés y en español al
bogavante o langosta de río, que mejor llamaremos langostino de río. Señala, además, que
Breton registra el nombre "kulúanu" ("kulúali", en singular) para una "clase de langostino con
grandes pinzas amarillas".
La constelación fue señalada a Taylor (1946:219,220) por un informante de la Dominica en
la noche del 14 de octubre de 1944. Según este etnólogo, la constelación estaría a una elevación
de unos 40-45 grados sobre el horizonte sureste, sobre una línea imaginaria que iría de la estre-
lla Fomalhaut a Deneb-Kaitos, cerca de donde se encontraría la cola del langostino, mientras
sus pinzas estarían en dirección noroeste.
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Como se desprende del dibujo que hizo, Taylor no logró realmente visualizar la forma del
langostino celeste. Su versión contrasta notablemente con el dibujo del crustáceo basado en el
informante caribe. Esta situación nos parece que es similar a la observación reportada de Baká-
mo, la serpiente celeste, cuando Taylor (1946:219) no pudo observar la parte del burgao (Citta-
rium pica L) que le señalaba el informante. La razón en esta ocasión, como creemos haber
demostrado (Robiou, 1992), es que este caracol celeste estaba configurado por las manchas
claras y oscuras de la Vía Láctea en lugar de por estrellas, las cuales simulan el diseño del
burgao. Con la constelación del langostino celeste tal parece que se repite la historia: la conste-
lación Coulúmon, según veremos, parece que era conceptualizada por los caribes-insulares
más bien como u n segmento de la Vía Láctea que contenía ciertas estrellas.
El "écrivisse", "crayfish" o langostino de río que servía para la conceptualización de la cons-
telación Coulúmon se recolectaría principalmente al inicio de la primavera, época de sequía
cuando los ríos tienen menos caudal y cuando el crustáceo abandona su escondite entre las
rocas o en el fondo de los ríos para efectuar su actividad nocturna (Huxley, 1974:8,10, Heads-
trom, 1985:66). Este crustáceo pluvial era una importante fuente de alimentación para los cari-
bes-insulares. Un expedicionario anónimo francés que convivió en las Antillas Menores años
antes de la colonización oficial francesa, nos ofrece la más antigua referencia de este langosti-
no. Lo llama "ychourou" y lo describe con "la pinza derecha tan larga y gruesa como su cuer-
po", señalando que era una excelente comida que se conseguía en los ríos (Moreau, 1990:143,297).
Breton, como vimos, llamó "kulúanu" a esta especie de crustáceo y Coulúmon ó Ouliao a la
constelación que lo representaba, mientras La Borde, aparentemente creyéndole una estrella,
lo llamó Curumon Caribe.
Taylor (1946:219) escribe los vocablos de Breton como "ulíhao" ó "kulúmo", según los hom-
bres o las mujeres le llamaban, y el registro de La Borde como "kurúmo". Este etnólogo inglés
personalmente recogió el vocablo "iculu" para un "river crayfish" y "wacu" para un "large varie-
ty river crayfish" entre los descendientes caribes de la Dominica (Taylor, 1938: 160). Entre los
negros-caribes, llevados por los ingleses a la isla de Roatán frente a Honduras a finales del siglo
XVHI, Taylor (1951:61, 167) reporta el langostino de río como "isuru", nombre, al fin y al cabo,
fonéticamente más cercano al "ychourou" escrito a principios del siglo XVII.
El langostino de río no debe confundirse con el camarón ni con otras especies de cangrejos
como los llamados en Puerto Rico popularmente chágara o guábara, buruquena y la jaiba (Ma-
laret, 1955; Hernández Aquino, 1977) y en Santo Domingo la también jaiba (Tejera, 1977). El
"iculu" reportado por Taylor podría ser el abundante camarón pluvial antillano Xiphocaris elon-
gata. El langostino de río, por su parte, pertenece a la familia Palemonidae y físicamente se
asemeja más a una langosta de mar por su tamaño y por el desarrollo de sus pinzas. El "wacu"
de Taylor, el "kulúanu' de Breton, el "ychourou" o "isuru", es decir, el motivo de la constelación
Coulúmon aquí estudiada, vendría a ser la especie Macrobrachium olfersü, impresionante crus-
táceo de río de grandes pinzas tan gruesas como su cuerpo (Figura 1 ). Taylor (1938:152) incluso
menciona la existencia del "Crayfish River" en la Dominica, río donde la especie era abundante.
El Dr. Agustín Stahl (1882:218), pionero científico puertorriqueño, poseía en su colección va-
rios ejemplares clasificados como Palaemon jamaicensis. Un espécimen de 22 pulgadas de lon-
gitud, identificado como Macrobrachium carcinum, se reporta capturado en el río de la Cueva
de Camuy, en Puerto Rico (Gurnee, 1974:137-39). Actualmente este gran crustáceo pluvial prác-
ticamente ha desaparecido de los ríos antillanos. En Santo Domingo, se conoce el llamado
Arrayao debido a las rayas claras y oscuras en su cuerpo, en algunos casos reportado con hasta
unas 20 pulgadas de longitud, los cuales todavía se capturan en ciertos ríos del litoral sur (Ro-
biou, investigación personal 1992).
Veamos ahora la Figura 2 donde se muestra la bóveda celeste alrededor de las 4:00 AM
hacia mediados de abril, época cuando Coulúmon estaría en la mañana un "poco elevada"
sobre el horizonte y el mar estaría "picado en la costa y calmado en alta mar", según Breton
(1665:421) y Taylor (1946:129). Este mapa celeste de abril antes del amanecer equivale al cielo
observado por Taylor en octubre en horas de la noche.
ACTAS DEL XV CONGRESO INTERNACIONAL DE ARQUEOLOGÍA DEL CARIBE 347
te hemos estudiado (Robiou, 1992), la Vía Láctea representa un río celeste, lo cual explicaría a
nivel antillano la asociación entre ambas constelaciones. Existe además u n paralelismo zooló-
gico: ambos géneros, uno terrenal otro acuático, mudan sea su piel o su carapacho en determi-
nada época del año, tiempo durante el cual experimentan un estado de aislamiento y reposo
que simbólicamente recuerda el ritual de iniciación del chamán por medio del cual comenzaba
una nueva vida.
Más aún: además de su coincidencia estacional, su factor común hidrográfico, su paralelis-
mo zoológico y su asociación astronómica, tanto Bakámo como Coulúmon parecen identificar-
se con un sistema de oposición simbólica que ya hemos planteado entre constelaciones opues-
tas en la bóveda celeste, unas relacionadas con la época de sequía y otras con la época de lluvia.
En este sentido, el conjunto de Hánnao, Boucan, Bakámo, y Coulúmon, constelaciones integra-
das al período "isura" o época de sequía, se opondría simbólicamente al conjunto de Sírik, es
decir, las Pléyades, relacionadas a un cangrejo de tierra (el juey, Cardisoma guanhumi L.), a la
constelación Kataruyuman, la tortuga celeste, idealización de la tortuga verde (Chelonia my-
das), que hemos identificado con Auriga (Robiou, 1992), y a Lukúni-yábura, la-canoa-de-la-
garza, identificada con la Osa Mayor, e idealización de la garza nocturna "crabier-bois", la
Yaboa o Guanabá (Nyctanassa violácea bancroftí) (Robiou, 1988, 1990), constelaciones relacio-
nadas con la época de lluvia y el inicio del año caribe-insular. Cabe subrayar, como puede
apreciarse en la Figura 4, que las constelaciones "secas" parecen moverse en el hemisferio sur
de la bóveda celeste, mientras las "húmedas" lo hacen en el norte, reafirmando así la oposición
simbólica.
En conclusión, postulamos que la constelación Coulúmon o Ouliao de los caribes-insulares
queda identificada como una parte de la Vía Láctea en la cual las zonas claras y oscuras permi-
tieron al indígena antillano conceptualizar el gran langostino de río, llamado originalmente
"ychourou". Que esta "constelación negativa" puede observarse horas antes del amanecer en el
cielo durante febrero, marzo y abril, meses durante los cuales era más propicia la recolección
del crustáceo y meses correspondientes a la época de sequía, llamada "isura" por los caribes.
Que esta constelación era parte de un conjunto de constelaciones identificadas con la época de
sequía, opuestas simbólicamente a otro conjunto de constelaciones identificadas con la época
de lluvia y con el inicio del año. Y que, en fin, este sistema de conjuntos estacionales simbólica-
mente opuestos, integrado al calendario que hemos venido estudiando, respondería a la poco
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