Professional Documents
Culture Documents
Llevamos tiempo hablando de cómo implantar un Plan Estratégico, y quizás sea la hora de dejar
claro en qué consiste un Plan Estratégico, y qué pasos me llevan a completarlo.
Entre las diferentes definiciones que hay de estrategia, esta es una de las más claras: “Una
estrategia es un conjunto integrado de decisiones que posicionan a una compañía dentro de
un sector para obtener mejores resultados en el largo plazo”.
Hablar de los pasos para realizar un Plan Estratégico, es hablar de qué tareas tenemos que hacer
para asegurarnos que esas decisiones son las correctas.
El proceso no deja de tener valor por ser intuitivo. Se compone de tres pasos: visualizar dónde
quiero estar, entender dónde estoy y, trazar el camino que me lleve de un estado al otro.
Misión: Es una frase que refleja la razón de ser de la empresa. Para qué existe. Debe ser una
frase inspiradora, que hable del fin último de sus actividades. En qué mejora el mundo gracias a
las actividades de la compañía. Una de las que más me gustan es la declaración de misión de
Disney: “Creamos felicidad proporcionando el mejor entretenimiento a personas de todas las
edades en todos los lugares del mundo”.
Visión: La visión es un concepto mucho más concreto. Indica dónde queremos que la compañía
se posicione en un tiempo determinado. Una declaración de visión eficaz debería concretar, por
lo tanto:
Cuál es el ámbito del mercado o negocio en el que opera la empresa.
Cuál es el plazo temporal.
Cuál es la forma de saber si la visión se ha conseguido en ese plazo.
Por ejemplo: “Queremos estar entre las tres primeras cadenas hoteleras de España en volumen
de habitaciones antes de 2016”.
Valores: Es el marco dentro del cual la empresa no quiere salirse. Refleja qué está permitido y
qué no para conseguir su objetivo. Consiste en un conjunto de principios que indican el código
de conducta y el marco dentro del que la empresa se compromete a actuar para conseguir su
visión.
Hay que tener cuidado de realizar estos dos tipos de análisis a un nivel adecuado de profundidad.
Tan malo es quedarse en la superficie como invertir todos los recursos en análisis infinitos que no
lleven a ningún sitio.
El resultado de este análisis se suele resumir en un modelo muy conocido: el modelo SWOT
análisis o DAFO con sus siglas en español, para visualizar en una página los aspectos internos
(positivos y negativos) y externos (positivos y negativos) que afectan o pueden afectar a la
compañía.
Formular la estrategia es definir aquellos aspectos clave en los que se tiene que centrar la
compañía para conseguir lo que se ha propuesto. Es decir, identificar las decisiones que hay que
tomar. Necesariamente, la compañía debe decir NO a algunas cosas para centrarse en otras.
Como consecuencia de estas decisiones, la formulación de la estrategia se completa con tres
documentos:
Los asunciones y los riesgos. En qué se basan las decisiones que se están tomando y qué
riesgos estoy asumiendo.
Las acciones clave en forma de inversión que van a permitir lograr el resultado esperado.
Qué proyectos va a acometer la compañía y cuándo va a invertir.
Los estados financieros esperados, que reflejan la financiación de esos proyectos y
surentabilidad esperada al final del horizonte de planificación.
Para completar la formulación de la estrategia, un Plan Estratégico debe contener también aspectos
que ayuden a la implantación, que explicaremos en detalle en próximos artículos. Estos son:
La Agenda de Cambio. Se trata de una herramienta de comunicación que sirve para explicar a
la compañía los aspectos principales en los que consistirá el cambio necesario para lograr
la estrategia.
El Mapa Estratégico, que es una representación gráfica de los objetivos estratégicos a
conseguir ligados por relaciones causa efecto, que sirve para explicar cómo se logrará la
estrategia.
El Cuadro de Mando Integral o Balanced Scorecard, que es el desarrollo de indicadores y
metas para cada uno de los objetivos que permitirá el seguimiento de la estrategia.
En resumen, un Plan Estratégico no es más que analizar dónde quiero ir, entender dónde
estoy y trazar el camino para ir de un punto a otro. Algo que no deja de ser intuitivo y obvio,
pero que pocas compañías realizan de forma sistemática.
Cambiar es una de las tareas más difíciles que existen pero, no es algo nuevo. En 1513, Nicolás
Maquiavelo escribía estos párrafos sobre este mismo tema:
”…Y a este respecto se debe tener en cuenta hasta qué punto no hay cosa más difícil de tratar, ni
más dudosa de conseguir, ni más peligrosa de conducir, que hacerse promotor de la implantación
de nuevas instituciones.
La causa de tamaña dificultad reside en que el promotor tiene por enemigos a todos aquellos que
sacaban provecho del viejo orden y encuentra unos defensores tímidos en todos los que se verían
beneficiados por el nuevo.
Esta timidez nace en parte al temor de los adversarios, que tienen la ley de su lado, y en parte
también la incredulidad de los hombres, quienes -en realidad- nunca creen en lo nuevo hasta que
adquieren una firme experiencia en ello.
De ahí nace que, siempre que los enemigos encuentran la ocasión de atacar, lo hacen con ánimo
faccioso, mientras los demás sólo proceden a la defensa con tibieza, de lo cual resulta un serio
peligro para el príncipe y para ellos.” El Principe, Nicolás Maquiavelo, 1513.
John Kotter, uno de los autores más influyentes sobre temas de liderazgo, nos presentaba en su
obra “Leading Change” hace 15 años los ocho pasos para liderar con éxito el cambio en una
organización:
Estos ocho pasos tienen hoy toda su vigencia cuando se aplican las nuevas herramientas de
gestión de nuestro siglo.
Las compañías líderes no tienen miedo de comprometerse con objetivos audaces con el fin de salir
permanentemente de la autocomplacencia, aun cuando aparentemente todo vaya bien.
En un momento de cambio, los líderes deben identificar qué directivos son capaces de trabajar en
equipo, y quizás pedir al resto que no está dispuesto al esfuerzo, que considere nuevas
oportunidades en otro puesto. El líder no puede permitirse el lujo de que sus colaboradores
transmitan resistencia y negativismo.
Otra de las herramientas es el rediseño de procesos, que traduce los objetivos internos en mejoras
concretas en las distintas fases del proceso. Los sistemas de medición de los procesos operativos
por medio de scorecards y dashboards permiten que los empleados tengan de referencias
concretas para mejorar su trabajo diario.
En este punto debe tenerse en cuenta que dependiendo de la tipología de los objetivos, los plazos
son diferentes. Los objetivos que tienen que ver con las mejoras operativas tienen plazos menores
de un año. Los que tiene que ver con la gestión de los clientes pueden tener plazos incluso de dos
años y, los que tienen que ver con los procesos de innovación y generación de nuevos productos
pueden necesitar plazos incluso superiores.
Una de las fuentes de resultados a corto plazo es la selección de iniciativas. Con la estrategia
claramente definida, sólo con los recursos que se obtienen de eliminar iniciativas en curso no
estratégicas puede financiarse gran parte de esfuerzo de cambio.
Para mantener ese esfuerzo es necesario realizar además reuniones de revisión estratégica
separadas de las reuniones operacionales, en las cuales se maximice el aprendizaje y la mejora. Al
separar estas reuniones de las reuniones operativas, se garantiza que los temas que se tratan son
únicamente aquellos que todos han decidido que son los importantes.
Periódicamente, quizás una vez al año, es necesario que la reunión de “revisión estratégica” se
convierta en una reunión de “revisión de la estrategia en sí”, en la que no se hable de si estamos o
no consiguiendo nuestra estrategia, sino de si la estrategia que hemos diseñado sigue siendo
correcta. En otras palabras, ¿no conseguimos los resultados que queremos porque estamos
implantando mal una buena estrategia o porque estamos implantando una mala estrategia?
En resumen, el cambio en las organizaciones es algo que siempre ha sido complejo y sigue
siéndolo, porque está ligado a la naturaleza humana. Los ocho pasos que definió Kotter hace
quince años para liderar el cambio siguen estando más vigentes que nunca. La diferencia está en
que ahora disponemos de herramientas de gestión más potentes. Las organizaciones sean
capaces de aprovecharlas seguirán teniendo éxito incluso en estos tiempos de crisis.
Este mismo problema surgió al hablar sobre el objetivo de satisfacción de los clientes, cuyo
indicador principal era una encuesta de satisfacción anual que se enviaba a todos los clientes para
evaluar su satisfacción. No se volvería a disponer de este dato hasta la fecha de la próxima
encuesta, que se realizaría después de varios meses.
Está claro que podrían diseñarse otras soluciones que nos permitieran disponer de información
cada mes cuando el indicador es anual, como por ejemplo definir otro indicador
complementario, o realizar la misma encuesta mensualmente a la doceava parte de los clientes o
empleados. Pero el debate en ese momento consistía en si convenía valorar el objetivo en este
caso, para el cual no existía nueva información “fiable”.
El debate nos llevó a saber cómo valorar la información de que disponemos. Revisando
conocimientos de estadística, recordé el concepto de “intervalo de confianza”: es el par de
números entre los cuales se estima que estará un valor desconocido con una determinada
probabilidad de acierto, normalmente el 95%.
Si preguntamos a una persona al azar si sabe cuántos autos hay en Lima, seguramente nos diga
que no tiene ni idea, ya que no dispone de esa información. Si le seguimos preguntando y le
decimos que nos diga dos números entre los cuales exista una probabilidad del 95% de que se
sitúe el valor correcto, podría saber que Lima tiene alrededor de trece millones de habitantes, y
podría calcular que podría tener una media de un vehículos por cada cuatro habitantes. Como no
está muy seguro de ninguno de los dos datos, nos podría contestar que el número de autos de
Madrid está entre 500,000 y 1,500,000 con un 95% de probabilidad.
Si esa misma pregunta se la hacemos al Director Municipal de Transporte, que dispone de mucha
más información, nos podría decir que el número de autos de Lima está entre 655,000 y 665,000
con una probabilidad del 95%, ya que accede a estadísticas semanales actualizadas.
Ninguno de los dos conoce la información exacta en el momento de la pregunta, pero es obvio que
ambos tienen una cantidad de información diferente, que se mide por la amplitud del intervalo de
confianza.
Llevando este concepto al asunto concreto del indicador del “Clima Laboral” mi punto de vista es
que no debemos dejar de valorar ningún objetivo importante (y el hecho de que esté presente
en el Cuadro de Mando indica que sí lo es) porque no disponemos del valor del indicador
actualizado. El responsable del objetivo debería buscar información que le permita reducir la
amplitud del intervalo de confianza sobre cual es la satisfacción del cliente o el clima laboral de
los empleados en ese momento. En último caso, si no existiera ninguna información, siempre se
puede preguntar a alguien que sepa más que él sobre el tema, o coger el teléfono y preguntar al
azar a una serie de clientes o de empleados, para tratar de obtener más información, aunque es
obvio que esa información nunca será completa.
Lo importante es ser creativo, y buscar por todos los medios disponibles (siempre dentro del coste
asumible) “información” adicional.
En resumen, si algo es importante, y en este caso lo es ya que se trata de un objetivo del mapa
estratégico, no es aceptable decir que no se dispone de información. Siempre hay información
por pequeña que sea, que sea mejor que la ausencia absoluta de información. El responsable
del objetivo debe buscar indicios que le permitan completar la información de que dispone, para
poder ofrecer al Comité el valor del indicador y/o del objetivo con el menor intervalo de confianza
posible.
La Implantación de la estrategia y el bambú chino
El bambú chino tiene la especial característica de que una vez plantada la semilla, y tras ser regada
y cuidada durante un año, no aparece ninguna muestra de crecimiento visible desde el exterior
después de haber transcurrido un año completo. Lo curioso es que tras el segundo año de
cuidados, tampoco existe muestra alguna. Ni al final del tercer año. Ni siquiera al cuarto año de
cuidados, puede verse la más mínima señal de crecimiento.
Sólo después de transcurridos cinco años completos aparece una pequeña ramita en la
superficie. A partir de ese momento, se puede ver el crecimiento día a día, incluso hora a hora, ya
que en sólo seis semanas el brote crece y crece hasta alcanzar treinta metros.
La alegoría del Bambú Chino resulta muy útil para abordar la implantación de un Plan
Estratégico. Nos hemos encontrado en muchas ocasiones Planes Estratégicos que son
abandonados una vez transcurridos tres o cuatro meses de su definición, cuando los directivos ya
están preguntando por sus resultados, y empiezan a ponerse nerviosos. ¿Dónde está el
crecimiento de las ventas y de los resultados esperados? Muchas de estas preguntas finalizan con
la sustitución de las ambiciosas y costosas iniciativas estratégicas definidas por otras de mucho
menos calado. En no pocas ocasiones se acaba llegando al abandono del Plan Estratégico, cuando
una vez transcurridos seis meses de su definición no se han producido resultados financieros
visibles.
Nos olvidamos de que, igual que ocurre con el bambú, es necesario un crecimiento de las raíces,
en este caso de las capacidades y activos inmateriales (sistemas IT, organizaciones dinámicas
gestionadas por proyectos, programas de formación, comunicación y cambio de cultura, sistemas
eficaces de recursos humanos, etc…), que lejos de producir resultados a corto plazo, generan
incluso el empeoramiento de los mismos, ya que demandan recursos y no contribuyen durante
meses e incluso años al crecimiento de las ventas.
De la misma manera que ocurre con el bambú chino, estas “raíces” van creciendo, pero no se ve el
resultado hasta que pasan varios años. Se trata de modificaciones profundas, pero ocultas, que
deben mantenerse con perseverancia. Es necesario “defender” estos proyectos de los
ataques de los cortoplacistas, que demandan resultados inmediatos. Sólo pasados varios
años, las iniciativas de este tipo empiezan a producir mejoras en los procesos que pronto se
convierten en mejoras radicales, que producen después efectos radicales en la percepción de los
clientes y finalmente crecimientos exponenciales en los resultados.
Este ciclo es diferente además en las distintas líneas estratégicas que la empresa puede escoger.
Así por ejemplo, la línea estrategia de excelencia operativa puede necesitar entre uno y dos años
en producir resultados. La línea estratégica de relación con el cliente puede necesitar entre dos y
tres años. Y finalmente las líneas estratégicas que tienen que ver con lainnovación no suelen
producir resultados visibles en menos de tres años.
A medida que el entorno económico es más cambiante, es más necesario disponer de un modelo
de gestión como éste, que te permite medir el avance del Plan Estratégico aunque no se vean los
resultados financieros. El sistema de seguimiento presupuestario tradicional lleva
irremediablemente al aumento de la tensión, cuando se comprueba durante meses e incluso años
que los resultados no mejoran a pesar de las fuertes inversiones en iniciativas estratégicas. Como
ocurre con el bambú, estas inversiones son necesarias, y producirán crecimientos exponenciales si
se dispone de paciencia y perseverancia suficiente.
Si no disponemos de esta herramienta, pronto llegarán las tormentas coyunturales, que harán que
el barco cambie de dirección y se dirija a objetivos pragmáticos y de corto plazo que impedirán
conseguir los objetivos estratégicos definidos. El Plan Estratégico morirá si no cuidamos y
medimos el crecimiento de las raíces, de la misma manera que ocurriría con el bambú
cuando después de un par de años dejamos de regarlo porque pensamos que la semilla ha
muerto.
Pero además de controlar, tienen otro objetivo más importante y de más valor: Aprender la nueva
manera de gestionar la compañía, enfocada en la Estrategia.
Para conseguirlo, el lider debe ayudar a que el equipo se haga las preguntas adecuadas.
Los responsables de cada objetivo, ayudados por el resto del equipo, deberían ser capaces de
responder a un mayor número de preguntas a medida que aumenta la madurez de la organización
en su capacidad de gestionar estratégicamente.
Las primeras son más administrativas y de control, y las últimas reflejan un estado más avanzado
de gestión:
Preguntas administrativas y de control: ¿Se ha ejecutado el Plan?, ¿Se han conseguido los
objetivos?, ¿Qué resultado han obtenido los indicadores?
Preguntas descriptivas: ¿Qué ha ocurrido?, ¿Dónde?, ¿Cuándo?, ¿Cómo? Reflejan un mayor
análisis en la descripción de los hechos. Suponen haber investigado diferentes dimensiones de
los hechos de manera analítica, preferiblemente apoyados por sistemas de “business
intelligence” adecuados.
Preguntas de diagnóstico: ¿Por qué crees que ha ocurrido?, ¿Cuáles han sido las causas?
Reflejan una opinión, y suponen un mayor nivel de análisis y un conocimiento mayor del negocio.
Implican encontrar las causas últimas de los hechos.
Preguntas creativas: ¿Qué alternativas existen?, ¿Qué podemos hacer? Suponen un mayor
trabajo. Quizás debería iniciarse un proceso de brainstorming para obtener el mayor número
posible de alternativas.
Preguntas predictivas: ¿Qué crees que ocurriría con cada alternativa? Este nivel necesita
predecir las consecuencias de cada una de las alternativas. Es necesario un conocimiento
todavía mayor del negocio, y muchísimo mejor si se disponen de modelos estadísticos y
econométricos que soporten estas predicciones.
Preguntas de evaluación y toma de decisiones: ¿Cuál es la mejor opción?, ¿Qué acción
debemos tomar? Es el estado más avanzado y de más valor: el de la toma de decisiones
colectiva.
A medida que el equipo de líderes aprende, la discusión se traduce en preguntas de mayor nivel.
Para poder llegar con éxito al último nivel es necesario haber trabajado previamente los niveles
anteriores. No podemos esperar llegar al nivel más elevado si la mayoría de las personas del
comité viene a la reunión sin haber trabajado adecuadamente antes.
Idealmente, la persona responsable del objetivo debería tener preparadas estas respuestaspara
ayudar al equipo a llegar al final, y el lider debería asegurarse de que el equipo adquiere la
madurez necesaria para que le permita que la mayor parte de la discusión se refiera a las
fases predictiva y de evaluación.
Esta es la muerte de muchas compañías que no son capaces de encontrar ese punto de disparo
para el cambio. Si se espera demasiado tiempo, los recursos pueden haberse agotado, y de la
misma manera que le ocurre a la rana del cuento, no encontrará la energía necesaria para saltar.
Para ser capaces de cambiar a tiempo es necesario ser conscientes de las tres etapas de cambio:
Liberación. Es la parte que consume la mayor cantidad de energía. Hay que acumular la
energía necesaria para “salir de la atmósfera” del día a día y vencer su “energía gravitacional”.
Consiste en hacer que los individuos y la organización estén preparados para el cambio. Darse
cuenta de que estamos sobre una plataforma ardiendo, y hay que saltar para sobrevivir. Si es
obvio que está ardiendo, sólo hay que ponerlo de manifiesto. Si no lo está todavía, hay que
“prenderla fuego”, es decir, hay que construir los argumentos por los cuales el cambio es la única
opción. Las tareas del líder en esta fase son estas tres:
En este proceso, la metodología del Cuadro de Mando Integral es de gran ayuda, porque nos
permite convertir la estrategia en un conjunto integrado de objetivos que sean fáciles de entender y
comunicar. Una vez entendidos, forman parte del día a día de los empleados y sirven para
ayudarles a tomar la multitud de decisiones que su puesto de trabajo les requiere, garantizando que
todos estén alineados. El Cuadro de Mando Integral no es un proyecto de indicadores, sino
un proceso de transformación que permite a la organización ejecutar el cambio que necesita.
El cambio en el arte de encontrar el equilibrio entre liderazgo y gestión. El liderazgomantiene la
visión. La gestión proporciona el rigor y la disciplina necesarios para mantenerlo.Gestionar la
estrategia es gestionar el cambio.
Manejar con cuidado el status, para que refleje la realidad y no sea únicamente el resultado de
una operación matemática.
Entender que el status rojo no significa “mal rendimiento”, ni mucho menos la necesidad de
encontrar un culpable, sino que “el equipo tiene que hacer algo”.
3. Comunicación de resultados
Además de comunicar las conclusiones a los asistentes, es necesario actualizar al resto de la
organización con los aspectos del avance de la estrategia que correspondan. Además, será
necesario establecer el mecanismo para recibir el correspondiente feedback por parte de los
empleados de la organización.
En resumen, el marco de trabajo del Cuadro de Mando Integral nos proporciona una herramienta
para comunicar el avance de la estrategia. En este proceso deben estar implicados
los responsables de los indicadores, iniciativas y objetivos, y para hacerlo bien,
debe prepararse con cuidado, aprender en las reuniones y comunicar los resultados a la
organización.
Gracias a esta herramienta disponemos de un marco para revisar el avance de los objetivos
estratégicos. Si el valor real de los indicadores es muy diferente al valor de la meta seránecesario
actuar. Quizás revisando el avance de las iniciativas, incluyendo iniciativas nuevas o bien
verificando si las metas planteadas eran realistas. En cualquier caso, el objetivo último de este
proceso es generar discusión, hacer correcciones y determinar los siguientes pasos en la
implantación de la estrategia.
En efecto, este año, lo mismo que los años anteriores, nos encontramos que la situación
económica y las bases sobre las que se hicieron los presupuestos hace seis meses han
cambiado, y en estos momentos nos encontramos con un panorama económico muy
diferente. Hace nueve años surgió el movimiento “Beyond Budgeting” con la edición del libro del
mismo nombre de Jeremy Hope y Robin Fraser, que ponía en evidencia las debilidades de los
obsoletos procesos presupuestarios de las empresas. Entre ellas:
El presupuesto se queda obsoleto a los pocos meses de su preparación, debido a los cambios
del entorno.
Supone una alta inversión en tiempo y recursos organizativos que difícilmente se
rentabiliza.
Proporciona un falso sentimiento de seguridad. Tener previsto hasta el último detalle de la
cuenta de pérdidas y ganancias en todos los niveles de la organización no garantiza en absoluto
que esas previsiones se cumplan.
Genera un incentivo en contra de la innovación y de la asunción de riesgos, en la medida
en que premia las estrategias conservadoras y el inmovilismo en los departamentos de servicio.
Además, al ser usado como base para multitud de procesos relacionados con remuneraciones e
incentivos, está influido por las luchas de poder dentro de la organización, y ésto no garantiza la
mejor asignación de recursos.
Ahora bien, superar las debilidades del sistema presupuestario no supone prescindir directamente
del presupuesto. Eso sería mucho peor. Se trata de sustituir los presupuestos por un conjunto de
herramientas integradas que permitan a las empresas gobernarse de una manera más ágil y más
adaptada a las exigentes necesidades de nuestro tiempo. Estas herramientas son tres:
2. Rolling Financial Forecast. Consiste en una previsión financiera de los próximos cinco
trimestres realizada trimestralmente. Se diferencia del presupuesto en varios puntos:
Supone poca inversión en recursos, ya que se realiza en poco tiempo, con ayuda de modelos
basados en parámetros.
Se realiza desde arriba hacia abajo en la organización, y no desde abajo hacia arriba, como
ocurre con el presupuesto. Esto garantiza la coherencia de todas las cifras, al estar basadas en
parámetros homogéneos, y no en las “negociaciones internas” realizadas en los diferentes
niveles de la organización.
El mismo hecho de no ser el fruto de una “negociación interna” sino el resultado de untrabajo
realizado por especialistas, basado en modelos parametrizables y con ayuda de herramientas
de software específicas, garantiza una precisión muy alta.
Independientemente de que esto suponga o no cargos internos por el coste de dichos servicios, el
mero hecho de ver a las Unidades de Negocio como “Clientes Internos” obliga a las Unidades de
Servicio a alinearse con ellas, y a ambas a alinearse con el Cliente Final de la organización, que es
el que al final debe pagar el precio de todos los ellos incluido en el precio del producto final.
Ingresos por nuevos modelos de negocio, productos y servicios actuales y nuevos productos y
servicios obtenidos a través de adquisiciones o alianzas.
Ahorro de costes, a partir de la mejora de los procesos clave.
Debe además reflejar el nivel de riesgo que la compañía está dispuesta a asumir en la búsqueda
de estos nuevos modelos de negocio.
La Perspectiva de Clientes representa la propuesta de valor única y diferenciada para el
cliente, que se debe traducir en un aumento en la cuota de mercado o un incremento de la fidelidad
de los clientes. A la hora de construir el Mapa Estratégico de Innovación será necesariovalidar la
propuesta de valor del cliente y la diferenciación estratégica frente a la competencia en la cual
merece la pena invertir.
La Perspectiva Interna podría tener estos tres temas o líneas estratégicas que servirían para
construir el valor para los clientes:
En resumen, para desarrollar una empresa innovadora, no es suficiente con intentar construir
una serie de procesos, sino que debe abordarse de una manera más amplia. El Cuadro de Mando
Integral se ha utilizado con éxito para implantar cualquier tipo de estrategia en las empresas, y
puede utilizarse también para implantar un Plan Estratégico de Innovación. Para ello hay que
comenzar con definir un Mapa Estratégico de Innovación que estructure una serie de objetivos en
las cuatro perspectivas, enlazados por una serie de relaciones causa efecto que terminan en la
perspectiva financiera con la búsqueda de la “prima de innovación” o mayor valor de la empresa
por el hecho de tratarse de una empresa innovadora.
2. El control presupuestario.
El sistema de gestión basado en el Balanced Scorecard es incompatible con el control
presupuestario tradicional. Si al control presupuestario que analiza cuenta por cuenta y centro de
coste por centro de coste, identificando y explicando las diferencias, le añadimos más indicadores y
controles, lo más probable es que la empresa o el departamento se colapse. No podemos pedir
resultados a los mandos intermedios y simultáneamente someterles a un control estricto de los
recursos empleados para conseguirlos.
Sin una relajación en el control presupuestario, el Cuadro de Mando Integral como sistema de
gestión de la estrategia no puede funcionar. Se colapsa, porque las tensiones en el corto plazo
pronto ahogan los esfuerzos de cambio a largo plazo. La única forma de resolverlo es lo que los
profesores Kaplan y Norton llaman el Stratex. Es decir, la parte del presupuesto (que se localiza en
el Opex o en el Capex, dependiendo de su naturaleza contable) que se dedica a la financiación de
las acciones o iniciativas estratégicas, y que se protege de las tensiones presupuestarias
coyunturales.
3. El proceso presupuestario.
Una buena alternativa al control presupuestario tradicional es el “rolling forecast” o presupuesto
dinámico. Esta herramienta, a diferencia del presupuesto, consiste en una previsión de resultados
hecha desde arriba de la organización hacia abajo (no de abajo hacia arriba como el
presupuesto), basada en drivers de negocio. Normalmente es bastante más sencilla, ya que no se
trata de desglosar cada una de las naturalezas del Plan de Cuentas, sino de llegar a determinar el
comportamiento probable de las principales magnitudes económicas de cada centro de
responsabilidad durante los próximos cinco o seis trimestres. De esta manera se obtiene una
previsión móvil que sirve para gestionar el negocio sin tanta rigidez como el presupuesto, y sobre
todo con mayor agilidad y enfoque al negocio. El objetivo no se centra en el cumplimiento estricto
de las diferentes partidas presupuestarias, sino en el logro de los objetivos de negocio implícitos en
la previsión.
4. El reporting de objetivos
El Cuadro de Mando Integral no es un sistema informático de reporting de indicadores. Ni
siquiera un sistema de medición y control. Es un mecanismo de cambio en la organización, que
lleva implícita la involucración de toda la compañía en los diferentes niveles organizativos. Las
reuniones de dirección pierden el componente de control y reporting, según el cual cada
directivo responde del cumplimiento de sus objetivos, normalmente financieros, y se convierten en
reuniones de verdadero trabajo en equipo, en el que todos los miembros del Comité se sienten
responsables por igual de todos los objetivos e indicadores, y proponen acciones correctoras
independientemente de su responsabilidad funcional.
5. La comunicación interna
La gestión estratégica debe dejar de ser un tema de la alta dirección y se debe comunicar a
toda la compañía. Cada empleado debe saber qué aporta su trabajo a la estrategia de su
departamento o unidad de negocio y a la estrategia de la empresa, para que sus “pequeñas
decisiones” diarias puedan alinearse con ella. Para ello es necesario que los objetivos se
comuniquen y que periódicamente se comunique también el grado de cumplimiento de los mismos
y las acciones correctoras e iniciativas en curso.
El Cuadro de Mando Integral tiene especial aplicación en el sector del Turismo porque este
sector es intensivo en personas, y son las personas las que deben convertir la estrategia en
realidad.
En todos los sectores, pero más aún en éste, las personas son precisamente las que tienen el
contacto con el cliente, y las que marcan la diferencia en este trato. Para que las personas se
puedan convertir en una verdadera palanca de ejecución, es necesario que estén alineadas. Para
ello existen estas tres herramientas:
Comunicación: Cada una debe entender la estrategia, y cómo su trabajo sirve para conseguirla.
La comunicación interna debe hacerse de manera intensiva, por diferentes canales y con la
frecuencia adecuada.
Formación: Las personas deben estar formadas y disponer de las competencias adecuadas
asociadas a su rol para que la estrategia se pueda ejecutar.
Objetivos personales: Las personas deben tener definidos objetivos personales asociados al
cumplimiento de la estrategia en su labor concreta.
La Agenda de Cambio
El Mapa Estratégico
El Cuadro de Mando Integral o Balanced Scorecard
La agenda de cambio
Es una página que deja claro qué va a cambiar a todas las personas de la empresa. Sirve para
comunicar a la organización cuáles son los aspectos fundamentales en los que se va a centrar el
cambio. Toca temas como el enfoque a resultados, la relación con los clientes, la estructura
organizativa, el modelo de gestión, la tecnología, los recursos humanos, etc… Indica cómo eran
antes las cosas y cómo serán a partir de ahora, y permite comenzar a gestionar las expectativas.
Aquí vemos un ejemplo de una agenda de cambio utilizada en una compañía hotelera:
Después de leer estas pocas líneas, las personas de la organización pueden hacerse una idea de
cuáles son los principales aspectos que van a cambiar y cómo les pueden afectar. Ven cómo
algunas debilidades de la organización van a convertirse en fortalezas con el cambio, y pueden
empezar a comprometerse con él.
El Mapa Estratégico
Supone un paso más en la concreción de la nueva estrategia. Puede tener diferentes formatos,
pero casi siempre tiene los siguientes componentes:
Los objetivos estratégicos, son frases cortas que concretan lo que la empresa quiere
conseguir. En el mapa de ejemplo se representan con círculos con la frase incluida en el interior.
Las perspectivas, son las bandas horizontales en las que se muestran los objetivos
estratégicos.
En el modelo de Kaplan y Norton son cuatro: Perspectiva Financiera, con los objetivos de tipo
económico; la Perspectiva de Clientes, con los objetivos que representan el valor a aportar a los
clientes; la Perspectiva Interna o de Procesos, con los objetivos que tienen que ver con la mejora
de los procesos internos de la empresa; y Perspectiva de Aprendizaje y Crecimiento, que incluye
objetivos que se relacionan con el activo inmaterial de la empresa: capital de información, capital
humano y capital de organizacional.
Las relaciones causa-efecto, que explican esta lógica, según la cual los objetivos de nivel
inferior ayudan a conseguir objetivos superiores, a más largo plazo, hasta llegar a los objetivos
financieros y en último término, al logro de la visión.
La función principal del Mapa Estratégico es COMUNICAR la estrategia a todas las personas que
tienen que ejecutarla, que son los empleados de la compañía. El Mapa Estratégico cuenta la
historia de la estrategia. Muestra cómo la empresa logrará su visión a través de objetivos concretos.
Los doctores Kaplan y Norton explican en su libro “Mapas Estratégicos” HBS 2004 en detalle cómo
utilizar esta herramienta para representar y comunicar una estrategia.