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CASO PRACTICO «HOGAR, DULCE HOGAR»

La Orientación Familiar ayuda a las personas a conocerse a sí mismas y a quienes


permanecen a su alrededor, con el propósito de desarrollar y potencializar sus habilidades y
capacidades, como las de mejorar relaciones interpersonales, comunicación, clarificar valores,
etc., cuando ya todas esas capacidades y habilidades estén fortalecidas, el sistema familiar
establecerá conexiones entre los diversos subsistemas existentes: parental, conyugal y fraternal,
los cuales finalmente constituyen el sistema familiar en su totalidad.

La orientación familiar pretende que las relaciones en el núcleo familiar sean afectivas, sanas,
eficaces y eficientes, para poder proporcionar estabilidad a cada miembro de la familia (Lemus
Rosas, 2015).

En el caso que se presenta, el estudio tendría que enfocarse en la funcionalidad de la familia,


como están conformado los roles, la calidad y cantidad de tiempo que comparte la familia, es
decir, padres e hijos, sus relaciones internas y externas y en definitiva todo aquello que sirva a su
propia autoestima, buen funcionamiento y satisfacción vital.

La familia es parte del ser social e integral de cada sujeto, pues es ahí donde tenemos
nuestros primeros acercamientos al mundo que nos rodea, es la que nos educa de manera
informal, donde forjamos vínculos afectivos y de socialización, los cuales nos ayudaran a
formar parte de nuestra identidad, esta se afirmara más adelante en la adolescencia de
acuerdo al contexto en que se haya resuelto el individuo (Lemus Rosas, 2015).

Adentrándonos en el tema de la educación familiar se podría sugerirle a los miembros de la


familia los siguientes objetivos:

• Fortalecer la sana convivencia familiar para animar el interés mediante la


inteligencia emocional para consolidar los lazos afectivos y comunicación asertiva
en la familia.
• Valorar la comunicación como un factor precautorio para el sano desarrollo
familiar.
• Fomentar un clima de confianza mutua para una buena relación familia-escuela
• Generar nuevos conceptos para la participación y colaboración familiar
• Buscar formas de aproximación entre los miembros de la familia
ESTRATEGIAS

• Fortalecimiento de la dimensión socio-afectiva en la familia, mediante


actividades lúdicas: Reconociendo las emociones y sentimientos del otro.

El conocimiento mutuo y el tiempo compartido: El tiempo es una condición


imprescindible para la creación de un vínculo afectivo. No sólo en cantidad, sino un tiempo de
calidad, en el que haya comunicación, conocimiento mutuo y actividades compartidas. Los
vínculos afectivos se crean compartiendo esferas de relación y desarrollo en las que la presencia
afectiva y física son imprescindibles. Conforme avanza el desarrollo el niño puede integrar mejor
la ausencia física sin que eso dañe su configuración afectiva, pero durante las primeras fases de
desarrollo y de la creación del vínculo afectivo la presencia física es un factor imprescindible.
(Horno Goicoechea)

El compromiso y el cuidado del otro: Las personas han de comprometerse, tanto en un


proyecto de vida a largo plazo que posibilite la permanencia de la persona querida en la vida del
niño o niña, que necesita una cierta seguridad sobre eso para vincularse, como en el cuidado del
otro. Apoyar al otro en las dificultades, acompañarle, escuchar, dar consejo o sencillamente “estar
ahí” son estrategias psicológicas de creación de un vínculo afectivo.

• Proporcionar talleres acerca de la importancia de la familia como primer agente


socializador y la influencia de esto en el desarrollo de la personalidad del
adolescente

Mediante el proceso de socialización se transmiten las pautas culturales que permiten que
unas personas ajusten sus comportamientos a otras, construyendo un esquema sobre lo que se
puede esperar de los demás y sobre sus expectativas de relación. Queda claro, por tanto, que las
aportaciones del proceso de socialización se dirigen en dos direcciones (Elkin y Handel, 1972): 1)
por un lado, facilitan los medios para hacer efectiva la participación social del individuo y, 2) a
su vez, posibilitan el mantenimiento de la sociedad de la que el individuo socializado forma
parte. Es pues, un proceso de interés mutuo tanto para el individuo - de cara a insertarse en el
entramado social en el que se encuentra - como para la sociedad - en relación con su
supervivencia - (Yubero, 2002).

Podríamos afirmar que: “... cada una de las personas con que interactuamos en nuestra vida
cotidiana es un agente socializador, alguien que posee la capacidad de influir en nuestro
comportamiento... En este sentido entendemos que la socialización es un proceso de
interacción, donde los protagonistas poseen distintas posibilidades de influencia social, durante
un período variable y en segmentos específicos de la relación” (Yubero, 2002). Finalmente,
también entendemos que a lo largo del ciclo vital pueden atravesarse diversos momentos en los
que es posible que comiencen nuevas fases de nuestra socialización.

Para llevar a cabo estas transformaciones, se requiere de algunos pasos relevantes: primero
aproximarse a las formas de vinculación familiar en la relación entre unos adultos y unos
niños cumpliendo su función de padres e hijos, o en su caso, los cuidadores y los niños; como
último paso es el encontrar en esas formas de vincularse alternativas para cambiar las formas
de relación que se están viendo, a través de una manera en la que se pueda expresar el afecto
como lo es la caricia y de esta manera romper cualquier aislamiento emocional y afectivo que
se haya asentado (Oliveros Amador , 2004), independientemente de cual haya sido el factor
desencadenante.

Referencias

Horno Goicoechea, P. (s.f.). Los vinculos afectivos.

Lemus Rosas, B. (2015). El papel del orientador ante la nueva familia. México, D.F.

Oliveros Amador , L. (2004). El vinculo afectivo como opcion de vida en la convivencia familiar
. Ibague.

Yubero, S. (2002). Socialización y aprendizaje social.

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