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El Estado Corporativo

Brava Palabra
on miércoles, noviembre 14, 2012
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El estado comunal representa el paroxismo de la lógica


oficialista. Es quizás, el más sofisticado mecanismo de
control y subordinación de la sociedad, que ha pasado por
las mentes de los ilustres pensadores del llamado
socialismo del siglo XXI, la ecuación fundamental, que,
cual Bosón de Higgs, vino a desenmarañar los grandes
misterios que se escondían, en ese universo caótico e
incomprensible al que nos ha dado por llamar chavismo.
La formula es sencilla: el partido es el gobierno, y el
gobierno es el estado. Ergo; partido, estado y gobierno son
una misma cosa, y todo lo que esté fuera de esa
nomenclatura, simplemente se subordina, se somete, se
sacrifica en nombre de los “intereses” supremos del Estado.
Ese Estado que es el gobierno, que es el partido, que
estotal.

Estado Comunal ¿Hecho en socialismo?

La producción endógena ha sido siempre la consigna del


régimen chavista. El endogenismo bolivariano ha aparecido
en todos los espacios de la vida nacional. Con grandes
vallas y micro cadenas los miércoles de cada semana, las
agencias de noticias del estado, nos recuerdan que somos
una economía boyante y soberana. 14 años después de la
primera victoria electoral de Chávez, podemos sentirnos
orgullosos al afirmar que contamos con cultivos endógenos,
areperas endógenas, y por si fuera poco -la marca de
fábrica de la casa- derecha endógena.

Sin embargo, pese a la incesante producción endógena, por


alguna misteriosa razón, seguimos importando más del 80% de
las cosas que consumimos. Desde un par de zapatos hasta un
paquete de caraotas, todo viene de afuera, bien sea de los
países hermanos de la comunidad del Alba, de los países
hermanos del Mercosur, o por qué no, del enemigo imperial y
sus aliados. Producimos petróleo y algunas otras cosas, es
verdad, pero las brillantes ideas de los ilustres
pensadores socialistas del siglo XXI, no son tan criollas.
No fueron hechas en socialismo, y tal vez sus orígenes se
remonten a épocas anteriores a las hazañas vividas por el
presidente-arañero, y muy probablemente hayan visto la luz
en tierras bastante lejanas al cajón de Arauca.

El discurso oficial asombra y confunde. Pareciera que la


dicotomía entre el verbo y la acción fuera una zanja
inmensa, imposible de atravesar, y que la incoherencia
fuese un lugar común en este gobierno. Contrario a esa
creencia, la coherencia gobiernera se muestra cada vez más
clara y definida, hay que importar, importar todo, tanques,
fusiles, aviones, aliados, guerras, enemigos… todo, todo
hay que importarlo, incluso las ideas más atrasadas y
reaccionarias.

En noviembre de 1933, durante un discurso pronunciado ante


el Consiglio Nazionale delle Corporazioni, Benito
Mussolini, trazó las líneas sobre las que se construiría el
estado fascista. El Duce, planteaba que el fascista en
tanto estado “orgánico, humano, íntimamente unido a la
realidad del pueblo italiano”, debía dotarse de mecanismos
que hicieran posible la realización de las aspiraciones de
grandeza e inmortalidad, que una vez marcaron el camino de
los Fasci italiani di combattimento, cuando estos
ascendieron en su mítica marcha sobre Roma.

Para ello, era necesaria la creación de una instancia capaz


de aglutinar y cobijar en su seno, al resto de las formas
organizativas de la sociedad. Unir al capital, a
la técnica, a la política, en un solo órgano controlado y
vigilado desde el poder, ese era el objetivo. Las
Corporaciones, fueron el instrumento.
La Cámara de Diputados -a pesar de ser mayoritariamente
fascista-, era asunto del pasado, un mundo demolido por los
fascios. Mussolini afirmó que nunca le había gustado, y que
por tanto, debía ser disuelta.

Las organizaciones de trabajadores y campesinos, debían


responder y obedecer la disciplina de la fe. Debían
sacrificar sus aspiraciones por la edificación de un Estado
que encarnaría todas sus esperanzas, sus energías y sus
luchas. La movilización, fue lentamente sustituida por la
subordinación.

La Corporazioni

Las leyes del poder popular –afirman los voceros oficiales-


anuncian el avance indetenible hacia la construcción del
estado comunal. Nuevas instancias organizativas han nacido
bajo la égida del estado para asegurar el control de las
organizaciones sociales y la sociedad en su conjunto. Con
ellas se han ido creando formas novedosas de interrelación
y vinculación, entre la ciudadanía y el gobierno, que
progresivamente han desplazado a los espacios naturales de
organización, participación y expresión de la colectividad,
minando su autonomía y capacidad de movilización, e
intentando transformarlos en apéndices burocratizados del
partido-estado-gobierno, en gestores del conflicto y en
corporaciones al servicio del poder.

El artículo 7 de la Ley Orgánica del


Poder Popular señala entre los fines de éste el “coadyuvar
con las políticas del estado en todas sus instancias con la
finalidad de actuar coordinadamente en la ejecución del
Plan de Desarrollo Económico y Social de la nación”. El
Poder Popular, no nace entonces como un espacio real de
participación del pueblo para el diseño y construcción de
los planes de la nación, al contrario, las instancias que
lo componen, actúan como instrumentos de mera ejecución y
coordinación de la política ya definida. Más adelante el
artículo 17 de la misma ley, destaca como ámbito del poder
popular “el cumplimiento de los lineamientos estratégicos
del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación”.

Las instancias del Poder Popular (consejos comunales,


consejos de trabajadores, consejos educativos), concebidas
bajo la lógica oficialista, obedecen a la idea de
consolidar los mecanismos de control y subordinación; el
descontento y la protesta social se “institucionalizan”
mediante la tramitación de una forma legal ante
el Ministerio del Poder Popular con competencia en la
materia. Además, pareciera que el registro exitoso de estas
instancias responde a intereses clientelares, basados en la
afiliación y lealtad al partido de gobierno.

El estado corporativo de Mussolini requería “un partido


único que permita la acción de la disciplina política… y
que esté por encima de todos los intereses en contraste;
que sea un vínculo que une a todos en una misma fe”. Este
modelo actual de corporativismo, intenta absorber las
demandas y exigencias de la sociedad, cooptar sus luchas y
clientalizar al movimiento de masas, poniéndolo al servicio
del partido oficial.

El Andamiaje represivo

Paralelamente, el corporativismo chavista crea el andamiaje


legal que garantice el eficaz empleo de la represión al
servicio del estado total. La nueva Ley Orgánica del
Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (LOTTT)
contiene restricciones al ejercicio de la libertad sindical
y el derecho a huelga, la Ley Orgánica de Seguridad de la
Nación, criminaliza el derecho a la protesta, imponiendo
penas a quienes realicen manifestaciones en zonas
catalogadas de seguridad.

Por su parte, la Ley Orgánica contra la Delincuencia


Organizada y Financiamiento al Terrorismo (Ley Sapo),
aprobada en abril del presente año, contempla penas para
las personas naturales y jurídicas, que sean calificadas
como terroristas o cooperantes con el terrorismo. La
Oficina Nacional contra la Delincuencia Organizada y
Financiamiento al Terrorismo, organismo creado con este
instrumento jurídico, diseñará –discrecionalmente- las
políticas de estado en materia de control a las actividades
catalogadas comoterroristas, que deberán ser ejecutadas por
los entes de control señalados en la misma ley.
El estado corporativo no es una invención del socialismo.
Es la “síntesis nueva” que refería Mussolini en su discurso
de 1933. Un partido-estado-gobierno que habla de revolución
y socialismo, pero es socio directo de las transnacionales
y la banca internacional, que habla de obrerismo, pero
persigue y encarcela a los obreros. Una síntesis perfecta
entre el capitalismo más entreguista y antiobrero, con un
discurso de redención social. El corporativismo chavista,
es el intento de construir una sociedad adormecida,
desarticulada, escondida de los miedos creados desde el
poder, ese poder que se sustenta en el culto a la
personalidad del líder, en la creencia ciega en sus
facultades extra terrenales, en la voluntad de
poder, la “Der Wille zur Macht” de la que hablaba
Nietzsche.

El dique construido por la corporazioni bolivariana para


contener el descontento y la protesta popular, lentamente
se irá agrietando, por esa grieta pasarán los miles que han
sido estafados durante años, gritaran su ira, sus
frustraciones, sus aspiraciones. Darán una bofetada al
poder y proclamaran que el verdadero Poder Popular no puede
ser engavetado en ningún Ministerio.

Inti Rodríguez
En twitter: @intiamaru79

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