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TLC,¿tratado o imposición?

El 25 de octubre se realiza en Guayaquil la quinta ronda de negociaciones del


TLC con Ecuador. Sin embargo, la oposición cada vez es mayor, grandes y
pequeños empresarios se han unido a los movimientos sociales en contra de
este acuerdo (imposición).

El Tratado de Libre Comercio (TLC) que impulsa Estados Unidos con Colombia,
Perú y Ecuador desde el año pasado, y que debe estar caminando en el 2005,
no es un tratado o acuerdo voluntario entre las partes, sino una imposición más
de los EE.UU. a los países de América Latina.

Frente al evidente fracaso del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA),
Estados Unidos ha realizando reuniones con varios ministros de comercio
exterior de Latinoamérica, desde septiembre del 2003, con el fin de fomentar
los TLC. en toda el área.

Con la Ministra de Comercio Exterior de Ecuador, Ivonne Juez de Baki, a la


cabeza y Cristian Espinosa, jefe negociador ecuatoriano, el Gobierno de Lucio
Gutiérrez promueve este acuerdo y el servilismo al gobierno norteamericano.

Pero ¿qué son estos TLC. Son acuerdos binacionales que consisten en eliminar
todas las restricciones arancelarias entre los miembros del grupo; en este caso
Colombia, Perú, Ecuador y Estados Unidos, manteniendo sus aranceles
individuales frente a los países extraños al área.

Pero en realidad, al firmar este devastador tratado, los países miembros deben
asumir y cumplir inmediatamente las leyes y normas norteamericanas de
comercio exterior. Así, poco a poco Latinoamérica estaría en manos de los
gobiernos estadounidenses.

Por otro lado, ¿qué beneficios traen estos acuerdos para Estados Unidos? Como
es lógico, no son netamente económicos. Son sobre todo políticos, para
engrandecer su influencia frente a otros mercados regionales y mundiales,
como el MERCOSUR y la Unión Europea.

Es así que las exportaciones ecuatorianas al mercado estadounidense


representan para el país el 41%; sin embargo, este porcentaje apenas significa
el 0,16% de las compras que hace EE.UU. a todo el mundo, por lo que no tiene
mayor incidencia desde el punto de vista comercial.

Para el presidente Lucio Gutiérrez, el TLC es una oportunidad para que los
ecuatorianos salgamos de la pobreza. Pero en realidad está dejando de lado la
defensa del interés nacional. Con la firma de este acuerdo, los recursos
humanos y naturales del Ecuador se anexarían a los EE.UU., y el Ecuador poco
a poco desaparecería.
La quinta ronda de negociaciones del TLC es crucial para los representantes
latinoamericanos, porque es en ella donde se discutirá el mejoramiento de las
ofertas para el acceso a mercados de los bienes industriales y agrícolas.
También se concretará si el acuerdo será bilateral o multilateral, y se
prepararán para la última ronda que se realizará en EE.UU.

El concepto difundido del TLC, fácilmente engaña a la población involucrada.


Aparentemente, el reducir los aranceles a cero beneficiaría al país en las
importaciones y exportaciones; pero lo que no se dice es que también se
propicia la entrada masiva en el país de productos de estos países, que
vendrían con precios sumamente más bajos que los ecuatorianos, debido a que
en el Ecuador, por la dolarización, los costos de producción, como la mano de
obra por ejemplo, son más caros, y no existen subsidios a ningún tipo de
empresa o industrial, los créditos son escasos, así como las políticas estatales
de inversión en empresas, microempresas, en el sector ganadero, agrícola,
artesanal, entre otros es nula.

Estados Unidos quiere expandir su mercado en nuestros países, sin fronteras ni


impedimentos, quiere que sus empresas se lo lleven todo, sin pagar nada,
como es el caso de la compañía Occidental. EE.UU., expandiría sus monopolios
en servicios de telecomunicación, servicios financieros (bancarios, seguros y
valores), servicios de distribución (ventas al por mayor y menor, concesiones),
servicios de entrega inmediata, computadoras, implementos audiovisuales y de
diversión, energía, transporte, construcción, ingeniería, turismo, servicios
publicitarios y profesionales, además del medio ambiente y la propiedad
intelectual de los recursos naturales. Esto acabaría con las empresas
nacionales, a más que con los profesionales y personas especializadas del
Ecuador.

Por otro lado, el sector más sensible es el agrícola-ganadero. En los productores


agropecuarios en general se evidencia una gran preocupación, pues temen que
con el TLC exista una invasión de productos norteamericanos que gozan de
subsidios, y con ello poseen precios menores, lo que podría generar graves
consecuencias económicas y sociales para dichos sectores.

El Gobierno planteó buscar facilidades para la importación de semillas e


insumos, innovaciones tecnológicas, financiamiento, mecanismos de
comercialización y fortalecimiento gremial, los cuales deberían realizarse aún sin
ningún TLC. También se introduciría como legal el consumo de transgénicos,
perjudicando no solo a la salud de los ecuatorianos sino a la agricultura.

Estados Unidos también está planteando la ‘flexibilización laboral’, lo que


significaría que los trabajadores ecuatorianos serán víctimas inmediatas de los
explotadores nacionales y extranjeros. El TLC propone que se revisen los
derechos del trabajador; plantean cambios como que se permita al patrono la
movilidad del empleado, que el trabajador ya no tenga estabilidad; propone
que el salario sea ‘asignativo’ y no distributivo, es decir, que los patronos
determinen el salario según el rendimiento productivo en la empresa.
Además sostiene que el Estado no debe intervenir en la fijación de los salarios;
se eliminaría el 15% de utilidades, los beneficios por cargas familiares, el fondo
de reserva, la jubilación estaría en manos del Estado; y por último, demanda el
aumento de la jornada laboral a 44 y 48 horas.

Otro de los sectores en el que se evidencia preocupación es el referido a la


propiedad intelectual. La aspiración norteamericana es extender la duración de
las patentes farmacéuticas por 20 años adicionales.

Entre estos temas entra la patentabilidad de plantas, animales, procedimientos


quirúrgicos, diagnósticos y terapéuticos. Los países andinos no han aceptado
esta extensión de los plazos para las patentes, ni tampoco la protección para
los datos de prueba. Es más, incluso doce congresistas estadounidenses
enviaron una carta a Bush, exponiéndole su oposición al TLC, sustentándose en
que varias disposiciones sobre la propiedad intelectual restringiría de
medicamentos genéricos a América Latina.

Y el problema no solo es este, sino que en el caso del Ecuador, que es un país
rico en recursos naturales, los mismos ya han sido explotados por extranjeros.
Existen millones de plantas y animales ecuatorianas patentadas en Estados
Unidos, las mismas que han servido como medicamento para miles de
enfermedades. Firmar el TLC sería entregar con los ojos cerrados todas las
riquezas del Ecuador a Estados Unidos.

Los medios de comunicación y el Gobierno no han difundido la suficiente


información en el país acerca del TLC. Los medios de comunicación
tradicionales han ayudado al Gobierno a desinformar con la poca cabida que le
han dado al tema. En su mayoría, se han dedicado solo a promocionar los
beneficios del acuerdo, debido a que defienden sus mismo intereses
económicos.

Es así, que según la empresa encuestadora Monitor, solo el 25% de la


población ecuatoriana conoce qué es el TLC; el 72,38 % no sabe/ o no
contesta. Mientras que por la grandiosa campaña publicitaria que se le dio al
evento de Miss Universo que no dejó nada para el país, según Monitor, el
95,95% de ecuatorianos conocían acerca del concurso.

Esta es la verdad sobre los convenios que hace la Ministra Baki, supuestamente
“a favor” del Ecuador, al igual que Miss Universo, el TLC solo dejará gastos y
pérdidas, en esta ocasión no abra ni siquiera una corona de consuelo.

El pueblo debe decidir su futuro: Consulta Popular. Los movimientos sociales,


con el respaldo de más de cien organizaciones productivas, no se han quedado
quietos, después de sus ofensivas contra el ALCA, ahora están luchando por
que no se dé paso al TLC. Las protestas y movilizaciones se han intensificado
en los últimos meses, cuando se acerca más el fin de las negociaciones entre
los países.
Es por esto que, desde inicios del mes de octubre, comenzó la campaña
“Ecuador decide, tu firma es tu voz”, con el fin de recolectar firmas para
proponer una consulta popular sobre las negociaciones del TLC con Ecuador.

El objetivo es reunir un millón de firmas para entregarlas al Tribunal Supremo


electoral (TSE) y así acabar con este tipo de acuerdos binacionales con EE.UU.
Las organizaciones y movimientos sociales tienen que fortalecer las protestas
en todo el país. Deben promover y continuar la resistencia al imperialismo
norteamericano, la sumisión de los gobierno de turno y la erradicación de las
políticas neoliberales implantadas en Latinoamérica.

*Aranceles: son medios para recaudar ingresos públicos como parte de la


política económica general. Estas tasas se aplican a los productos de
importación y exportación nacional o extranjera. Son tarifas oficiales designadas
al cobro en aduanas.

Sin TLC, Ecuador tendrá problemas

Los empresarios ecuatorianos esperan que el Gobierno de Alfredo Palacio defina


el Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU. y qué sectores va a proteger en
Propiedad Intelectual dijo a 106.9 Alfredo Corral, negociador de esta mesa en el
TLC. La mesa de Propiedad Intelectual ha logrado un avance del 50% y
mantendrá reuniones entre el 7 y 23 de noviembre. Patentes, datos de prueba
y biodiversidad son los temas más sensibles.

En cuanto a patentes, indicó que existe preocupación porque en Ecuador se


demora más de cinco años en la concesión de patentes químicas y tendrá que
compensar a las empresas si no ha logrado tramitarlas en ese plazo. Existe una
“demora irracional” por falta de recursos, explicó Corral, por lo que se ha
pedido al presidente de la República la expedición de un decreto que permita al
Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI) funcionar como un ente
autónomo e independiente. Por diversos motivos se ha limitado la capacidad del
organismo que no tiene como pagar a expertos y técnicos que deben encargase
de las patentes, señalo.

En datos de prueba, Corral informó que el equipo nacional trabaja en una


oferta que incluye flexibilidades o salvaguardias para que la protección no sea
tan extensa. La intención es proteger los datos de prueba de nuevas “entidades
químicas”. Con esto “se restringe el ámbito de protección” en beneficio para el
país. También se garantiza el acceso de la población a medicamentos con
precios más bajos. El plazo podría fijarse entre tres y cinco años.

Con respecto a biodiversidad, dijo que es un tema importante para los andinos,
pero EE.UU. no lo ha incluido y la Organización Mundial del Comercio (OMC) no
está de acuerdo con que se vincule la biodiversidad con propiedad intelectual.
Los andinos en el TLC exigen que si acceden a esos recursos genéticos, lo
hagan legalmente pidiendo autorización a los pueblos indígenas y locales. “Con
esto se busca que no se emitan mal las patentes en EE.UU.”.
Corral advirtió que la última ronda de negociación será muy complicada y de
definición política. No obstante se mostró optimista de los resultados al señalar
que “Estados Unidos no se va a arriesgar a no tener un TLC con los países
andinos”. Para el país es importante vincularse al mayor mercado que tiene
Ecuador, caso contrario se generarán problemas en las exportaciones y en la
mano de obra nacional, añadió.

Andinos buscan frente común para TLC en Ecuador

Los delegados comerciales de Colombia, Perú y Ecuador iniciaron el


lunes una reunión en esta ciudad para afinar estrategias comunes antes
de la octava ronda de negociaciones con Estados Unidos del Tratado de
Libre Comercio (TLC), en Washington.

El ministerio de Comercio Exterior ecuatoriano, dijo que en esta décima


reunión de coordinación andina se buscará "unificar criterios en algunos
temas de la negociación para presentar sus propuestas a Estados
Unidos".

En un documento, el organismo afirmó que los andinos, que gestionan


en conjunto la firma del acuerdo comercial con Estados Unidos, revisarán
en Quito "todas sus propuestas", antes de la decisiva octava ronda en
Washington, prevista para el 14 al 18 de marzo.

En la cita de Quito participan los ministros de Comercio Exterior de


Colombia, Jorge Botero; de Ecuador, Ivonne Baki; y el viceministro de
Comercio y jefe negociador peruano, Pablo de la Flor.

También, se reúnen a puerta cerrada los jefes negociadores de los tres


países: Hernando José Gómez, de Colombia; de la Flor, de Perú, y
Cristian Espinosa, por Ecuador, y sus respectivos equipos para analizar
los avances de las siete rondas previas, y las expectativas antes de la de
Washington.

En esta cita se realizan 12 mesas de negociación, en temas como


agricultura, acceso a mercados, telecomunicaciones, y dos de los temas
más sensibles: propiedad intelectual, y obstáculos al comercio.

Además, se espera realizar una mesa especial, en la cual se trate la


solución de controversias y textiles, que se abordará el 3 de marzo.

"Hay temas que han avanzado significativamente, pero estamos


zanjando diferencias en esta cita", dijo Cristian Espinoza, jefe negociador
ecuatoriano en rueda de prensa.
El TLC y la liquidación del Estado-nación

"El TLC se firma o se firma", habría respondido un prepotente Lucio Gutiérrez


ante un requerimiento reciente de la prensa y, en una nueva prueba de autismo
político, demandó el apoyo unánime de los 13 millones de ecuatorianos para la
suscripción del ya celebérrimo TLC, soslayando que supondría el genocidio de
tres millones de indígenas y campesinos compatriotas. ¿Cómo explicar la
obsesión del edecán-presidente por la propuesta integracionista-"anexionista"
de Washington?

Gran parte de la respuesta se encuentra en que, después de la ruptura con la


CONAIE/Pachacutik, el Coronel asumió abiertamente la decimonónica tesis
aperturista de los exportadores e importadores, representados en el gabinete
por la ministra de Comercio, Ivonne "Malinche" Baki. No menos determinante
habría sido el vasto desconocimiento del régimen de las implicaciones de un
TLC Ecuador-Estados Unidos.

Esta última cuestión quedó evidenciada cuando Cristian Espinosa, el jefe


negociador ecuatoriano, reconoció sin ruborizarse que el país no dispone de un
proyecto nacional para las tratativas con la superpotencia. Confesión
reveladora, por otra parte, de que el oficialismo no tiene la más remota idea
que el TLC no constituiría sino la culminación de la reestructuración
subordinada impuesta a nuestra atribulada nación desde hace un cuarto de
siglo.

La obsecuencia viene nublando el entendimiento de las cosas. En Carondelet


nunca ha podido percibirse que el TLC de marras comporta un instrumento
geoestratégico de la potencia encaminado a consolidar su hegemonía
productiva, comercial, financiera, científica, tecnológica, ambiental, política,
legal, institucional e ideológica en los territorios que, a escala hemisférica, se
extienden entre Alaska y el Cabo de Hornos. Al parecer, la expectativa máxima
del gutierrismo y sus comparsas no va más allá de preservar lo logrado con las
preferencias arancelarias andinas (ATPDEA, conforme a sus siglas inglesas), las
insignificantes compensaciones decididas por el Congreso norteamericano por el
involucramiento de nuestros países en la fementida cruzada contra el
narcotráfico.

Gutiérrez, Baki, Espinosa et al, por acción u omisión culposas, vienen


soslayando que la firma del TLC tendría implicaciones liquidacionistas del
Estado-nación ecuatoriano como las denunciadas por el heteróclito y
ascendente movimiento anti-integración corporativa. Tales consecuencia es
posible condensar en puntos como los siguientes:
 La liberalización de los mercados de bienes, servicios, inversiones y
derechos de propiedad intelectual solo puede conducir a una integración
favorable a las corporaciones yanquis y, en contrapartida, a una mayor
desarticulación de la economía, la sociedad y la cultura nacionales, así
como a una escalada en la depredación medioambiental, al imponerse
los derechos privados de las empresas transnacionales por encima de la
Constitución y leyes locales.
 El TLC Ecuador-Estados Unidos extendería el desempleo como una
pandemia implacable, a la par que, en la medida que se implanten la
maquila y las zonas francas, fomentaría la sobreexplotación de los
trabajadores que serían pagados con salarios varias veces inferiores a los
que las corporaciones admiten solventar en la metrópoli. Se suprimirían
los derechos laborales, ambientales, de salud, de seguridad social, de
género y de sindicalización, con la correlativa precarizarían del empleo.
 Ampliaría los flujos migratorios y profundizaría la sobreexplotación, la
discriminación, la persecución y la represión a los trabajadores migrantes
e indocumentados.
 Precipitaría al país en el foso de la subordinación financiera, agravada
por el inmenso peso de la deuda externa-interna, haciendo que la nación
pierda hasta la menor capacidad de resistencia a las corporaciones y
bancos internacionales.
 La agricultura quedaría expuesta a una competencia ruinosa frente al
tecnificado y subsidiado agrobussines norteamericano. Los trabajadores
rurales se verían obligados en mayor medida al éxodo y a una vida
miserable en las ciudades, dañando así la riqueza cultural y multiétnica,
la biodiversidad, las reservas de agua potable y forestales, además de
erosionar el trabajo agrícola como fuente de empleo y sustento
alimentario.
 El TLC llevaría a la industria sobreviviente y a la mayoría de ramas
artesanales a su ruina definitiva, retrotrayendo a parte significativa de la
población a un estadio agro pastoril, dentro de un curioso proceso
modernizante que avanza hacia atrás.
 Complementariamente, cobraría auge un deplorable sector terciario
lumpesco responsable de actividades reñidas con valores que el
establecimiento dice defender: prostitución, turismo sexual, coyoterismo,
sicariato, tráfico de drogas y órganos vitales, comercio de armas,
deforestación... En una frase, el Ecuador transformado en un inmenso
gueto socioeconómico.
 Los derechos de propiedad intelectual se constituirían aún más en un
monopolio tecnológico de las corporaciones estadounidenses. Además
que el TLC está diseñado para que se explote el conocimiento tradicional
de los pueblos vernáculos, que se verían despojados de gran parte de
sus riquezas naturales y privadas.
 La conversión de los derechos sociales en pura mercancía profundizaría
la exclusión y la crisis generalizada que ya padecen nuestros pueblos en
derechos básicos como la educación, la salubridad y la salud.
 Las transnacionales y los inversionistas estarían facultados a presentar
demandas contra el gobierno y a que estas se diriman en tribunales
arbitrales internacionales, bajo el principio de que el interés corporativo
transnacional debe imponerse sobre el derecho y el interés nacional.
 El Estado ecuatoriano cedería la prerrogativa de realizar compras al
sector privado o público de la propia nación, si las transnacionales se
consideran en capacidad de presentar ofertas más competitivas.
 Si la dolarización cercenó al Ecuador su soberanía monetaria, el TLC
cercenaría su soberanía territorial de múltiples maneras. Cabe preguntar:
¿existe república sin un gobierno en capacidad de organizar los
intercambios y administrar un territorio?

El TLC y la tierra prometida

Gutiérrez-candidato tipificó como autodestructivo un “suicidio”, según su


expresión a un eventual acuerdo de integración con Estados Unidos. Gutiérrez-
dictador, en ador, en cambio, declaró sin inmutarse que “La alternativa al TLC
es el TLC”; y, en una nueva prueba de autismo político, demandó el apoyo
unánime de ecuatorianos para la suscripción del ya celebérrimo acuerdo con la
superpotencia, soslayando que supondría el genocidio de tres millones de
indígenas y campesinos compatriotas y la liquidación del fragilizado Estado-
nación. ¿Cómo explicar esta última postura del ex edecán de Abdalá Bucaram
frente a la propuesta recolonizadora de Washington?

Una parte de la respuesta se encuentra en que el líder de la “Sociedad


Patriótica”, luego de la ruptura con la CONAIE, adhirió sin reservas a las tesis
librecambistas de los agro exportadores e importadores costeños y serranos,
representados en el gabinete por la ministra de Comercio, Ivonne “Malinche”
Baki; la otra, y acaso la más determinante, habría sido el enciclopédico
desconocimiento oficial de las implicaciones para el país de la firma de un TLC
con la superpotencia, lo cual quedó en evidencia cuando Cristian Espinosa, el
jefe negociador nacional, reconoció sin ruborizarse que el Ecuador no disponía
de ninguna estrategia para las tratativas con Washington, ignorando que la
suscripción del TLC de marras culminaría la reestructuración subordinada
impuesta al país por el capital financiero internacional y sus acólitos nativos –los
Robalino, Dahik, Armijos, Pachano, Pozo, Yépez desde hace un cuarto de siglo.

El defenestrado mandatario nunca pudo –o quiso- percibir que los TLC que
promueve la Casa Blanca comportan instrumentos geoestratégicos de la
potencia unipolar encaminados a consolidar su hegemonía productiva,
comercial, financiera, científica, tecnológica, ambiental, política, legal,
institucional, ideológica y cultural de cara a la competencia con la Unión
Europea y los gigantes asiáticos.

A partir de ese desconocimiento, el enfoque “gutierrista” del TLC se limitó a la


cuestión comercial en su connotación más restringida. De hecho, la expectativa
máxima del régimen del PSP se constriñó a preservar lo logrado con las
preferencias arancelarias andinas (ATPDEA), las insignificantes compensaciones
tributarias decididas por el Congreso norteamericano por el involucramiento de
nuestras naciones en la fementida cruzada contra el narcotráfico.

Al obrar de ese modo, ¿qué aspectos específicos de la dominación de amplio


espectro impulsada por Washington y Wall Street fueron soslayados por el
folklórico “dictócrata”? A la luz de los tratados ya suscritos por Estados Unidos
con México, Centroamérica pueden apuntarse, al menos, los siguientes:

º La liberalización de los mercados de bienes, servicios, inversiones y derechos


de propiedad intelectual solo puede conducir a una integración favorable a las
corporaciones yanquis y, en contrapartida, a una mayor desarticulación de la
economía, la sociedad y la cultura nacional, así como a una escalada en la
depredación medioambiental, al imponerse los derechos privados de las
empresas transnacionales por encima de la Constitución y leyes locales.

° El TLC Ecuador-Estados Unidos extendería el desempleo como una pandemia


implacable, a la par que, en la medida que las inversiones se implanten en la
maquila y las zonas francas, fomentarían la sobreexplotación de los
trabajadores que serían pagados con salarios varias veces inferiores a los que
las corporaciones solventan en la metrópoli.

° Ampliaría los flujos migratorios y profundizaría la sobreexplotación, la


discriminación, la persecución y la represión a los trabajadores migrantes e
indocumentados.

° Precipitaría al país en el foso de la subordinación financiera, agravada por el


peso de una deuda externa-interna que más crece mientras más se paga,
haciendo que el Estado nacional pierda hasta la menor capacidad de resistencia
a las corporaciones y bancos internacionales y criollos. ° La agricultura quedaría
expuesta a una competencia ruinosa frente al tecnificado y subsidiado
agrobussines norteamericano. Los trabajadores rurales se verían compelidos a
una muerte lenta y/o a una vida miserable en las ciudades. La riqueza cultural y
multiétnica del Ecuador sería destruida sin contemplaciones. El petróleo y los
minerales, la biodiversidad, las reservas de agua y forestales serían apropiados
por el Gran Capital y los comisionistas nativos. El trabajo agrícola como fuente
fundamental de empleo y de sustento alimentario se convertiría en un hecho
pretérito.

° El TLC llevaría al grueso de la industria sobreviviente y a la mayoría de ramas


artesanales a su ruina definitiva, retrotrayendo a remanentes de la población
rural a un estadio agro pastoril, dentro de un curioso proceso de modernización
que avanza hacia atrás.
° Correlativamente cobraría impulso un sector terciario lumpen, responsable de
actividades reñidas con valores que el establecimiento dice defender, como la
prostitución, el turismo sexual, el coyoterismo, el sicariato, el tráfico de drogas
y órganos vitales, la compraventa de armas, la deforestación… En una frase, el
Ecuador se convertiría en un gigantesco gueto socioeconómico.

° Los derechos de propiedad intelectual se constituirían aún más en un


monopolio de las corporaciones estadounidenses. Aparte que el TLC está
diseñado para que se explote el conocimiento tradicional de los pueblos
vernáculos que se verían despojados de su riqueza cognitiva y cultural.

° La conversión de los derechos sociales en pura mercancía profundizaría la


exclusión que ya padecen los contingentes poblacionales mayoritarios en rubros
como la educación, la salubridad y la salud.

° Las transnacionales y los inversionistas podrían presentar demandas en


contra del gobierno ecuatoriano, a dirimirse en tribunales arbitrales
internacionales, cuando consideren que el interés corporativo ha sido lesionado
por alguna decisión de las autoridades locales.

Al parecer, la maldición de Gutiérrez, Baki y su alegre muchachada sigue


planeando en el horizonte del atribulado Ecuador. Malabarismos orwellianos
mediante, la Tierra Prometida por el TLC parece haber sido incorporada a su
agenda por el nuevo inquilino de Carondelet, Alfredo Palacio, quien accediera al
poder el pasado abril en la cresta de vastas y policlasistas movilizaciones que,
principalmente en las calles de Quito, enarbolaron la ética y el nacionalismo
defensivo como valores absolutos.

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