El presente artículo trata de la importancia de ser docente, en la medida de sus roles de
saber ser, saber hacer, saber convivir, a fin de responder a los múltiples retos impuestos por las brechas de acceso y aprendizaje que se dan en el sistema educativo del país. Para ello se requiere establecer nuevas pautas institucionales, organizacionales, de desempeño y climas favorables a la comunicación, la coordinación y concertación efectivas. En tal sentido, enfrentamos el desafío de formar equipos de gestores, ubicados en los planos político, estratégico y operativo, que les permita lograr desempeños laborales concordantes con los nuevos perfiles que el proceso de cambio del sistema educativo les exige. Por esta razón, estamos seguros de que el presente servirá de base para seguir comprometiéndose en la ardua tarea de ser maestros. En primer lugar destacaremos la importancia de conocernos acerca de qué tipo de docente queremos ser; cuál es el perfil que deseamos, qué es lo que espera la sociedad de nuestras personas como docentes; cómo queremos ver nuestra institución educativa; que es lo que quisiéramos transformar en beneficio de nuestros estudiantes. En este sentido, debemos tener apertura autocrítica, y, a partir de allí, debemos empezar la deconstrucción y emprender con la nueva construcción de lo que desearía ser. En consecuencia, es muy significativo que el docente permanezca en una constante autoevaluación con respecto a su práctica pedagógica; en estas circunstancias, es muy necesario que el docente sea de vocación y no de ocasión. Hay que considerar que la tarea de ser maestro es muy difícil, y, por lo tanto, debemos empezar a trabajar con mucho cuidado, sin descuidar la importancia que tiene la relación ALUMNO – DOCENTE – FAMILIA. Si se rompiera este trinomio, no se lograrían los objetivos de la educación. El docente tiene que ser un mediador en todo conflicto; su rol debe generar un clima escolar favorable para el aprendizaje; debe tratar de minimizar los posibles conflictos que puedan existir; no solo en el interior de la institución educativa, sino también en los hogares, puesto que el maestro debe proyectarse a la familia. Por otra parte, la formación del estudiante no solo debe ser cognoscitiva, sino que además debe ser integral. Debe darse mucho énfasis a los aspectos espiritual y personal de los educandos. La tarea del maestro de hoy debe erradicar y dejar en el olvido aquellos desempeños que lo llevaron por la rutina, la abulia, la falta de un proyecto de vida de sus alumnos y de él mismo. Es hora de pensar en la formación de ciudadanos justos y solidarios, líderes, conscientes de sí mismos, disciplinados, responsables, independientes, con capacidad de resolver conflictos y tomar decisiones de manera asertiva y oportuna, sin presión de grupos y que puedan discernir con coherencia en los momentos en que su única compañera sea su consciencia. El verdadero docente debe manejar adecuadamente su lenguaje tanto verbal como no verbal, ya que por ese medio se expresan más cosas que por las mismas palabras, aplicando en todo momento las reglas de la comunicación asertiva y las habilidades comunicacionales. En tal sentido, el ejercicio docente debe tomar en cuenta a la persona toda, integrando las dimensiones de su sentir – pensar – actuar de una manera organizada e interrelacionada. Para ello se debe considerar lo siguiente: • Capacidades Facultades intrínsecas de la persona humana y de las instituciones que le permiten encarar distintos tipos de necesidades y problemas. El desarrollo de capacidades Si las capacidades son una condición para la formación, desempeño y bienestar de la persona y la institución, su desarrollo deberá permitir incrementar los conocimientos y desarrollar habilidades y destrezas de las personas y organizaciones, a fin de que les permitan un manejo eficiente y eficaz de programas, planes y proyectos en favor de la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos beneficiarios. • El fortalecimiento de capacidades Permitirá una mejor comprensión del proceso en marcha, el conocimiento de métodos e instrumentos de trabajo que propicien un clima adecuado para el cumplimiento de los objetivos estratégicos trazados.