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LA DIABLADA

La diablada puneña es una danza que se practica en la región Puno y que representa la eterna
lucha entre el bien y el mal, exhibiendo los elementos de la religiosidad autóctona y cristiana.

LA DIABLADA
Esta danza se aprecia fundamentalmente durante la Festividad de la Candelaria
en Puno y algunos investigadores consideran que esta danza, tiene sus orígenes en el
altiplano andino y que esta tradición es producto de un proceso histórica que trasciende
fronteras.

HISTORIA DE LA DANZA
En 1577, los jesuitas se establecieron en Juli (Puno) y durante días donde había
festividades, realizaban funciones teatrales a los que ya estaban acostumbrados los
aimaras, quienes se presentaban en comedias y autos sacramentales.
El Dr. Ricardo Arbulú indica que en una carta del padre Diego González Holguín
a su superior, los jesuitas en su misión en Juli, enseñaron a los nativos, un canto-danza
sobre los siete pecados capitales y como los ángeles vencen a los demonios, para
cristianizar a los habitantes de la zona. Juli fue conocida como "La Roma de las Indias".
Juli es uno de los centros culturales desde donde se difunde la figura del diablo.
El director Miguel Rubio Zapata recoge la versión del profesor Edwin Loza
Huarachi, danzante y mascarero, quien afirma que la diablada puneña tiene su origen
en la Danza del Anchanchu, y es anterior a los autos sacramentales. En aimara Alajpacha
es el reino superior de luz y bondad, Manqapacha es el reino de la oscuridad y lo malo;
y Akapacha es el reino medio donde viven los aimaras. En el Manqapacha viven
anchanchus, dueños de minas, malignos y gentiles; a quienes se debe pedir permiso para
explotar una mina. Leyendas relatan que el anchanchu es un humanoide pequeño, con
nariz de cerdo y cuernos de becerro.
El antropólogo Alejandro Ortiz Rescaniere, recopila el "Mito del Supaya" en Puno de
un relato de Isidro Rojas, aymara de 89 años. En el relato Jesucristo se enfrenta a su
hijo Supaya. Isidro Rojas afirma que el mito es el origen de la Morenada y la Diablada
de Puno. En la cosmología aymara, Jesucristo es Thunupa y Supaya son demonios.

La danza estuvo siempre vinculada con la fiesta de la Virgen de la Candelaria


desde 1606. Ésta surge a raíz de una leyenda popular. En 1675, cerca de la mina
Lakaikota, el español José Salcedo mandó a destruir las casas de los mineros, pero
desistió porque vieron a la Virgen María luchando contra el diablillo de la mina. Por el
fuego observado en la mina, nace el culto a la Virgen de la Candelaria.

La representación tuvo muchos cambios desde esas fechas, cambios como


las máscaras que en su tiempo eran de yeso y para los cabellos eran utilizados los
hilos de los costales de bayeta de la época; todo era tradicional y pequeño, se
presentaba en fechas importantes de la Iglesia católica. El personaje incorporó
características del diablo europeo, como un fauno con cola y tridente.

COSMOVISIÓN ANDINA

Para el hombre de los Andes, desde el comienzo existieron seres espirituales de


naturaleza maligna, que no eran odiados sino respetados. Este es el caso de Supay, quien
era un pequeño dios solitario y destructor, al que rendían cultos temerosos porque
desde sus alforjas derramaba la inmensa variedad de males que conoce el mundo.

Cuando los españoles llegaron con su diablo, éste le preguntó a Supay: ''¿Quién eres?''
''¿Supay... y tú quién eres?''. ''Yo soy Satanás''. Una vez vencidos los indios, Satanás
invitó a Supay a irse con él para que le enseñara muchas cosas, pero Supay no quiso y
prefirió quedarse con los indios, huyendo para esconderse en las quiebras de las
montañas.

Supay sólo reaparece para ayudar a sus antiguas víctimas, a cuidar a las llamas, de las
vacas, de los asnos cuando están en peligro. Supay es quien libra a los indios de las
enfermedades, quien enjuaga sus lágrimas. Es quien ayuda a los mineros''.

Al identificarse la mina con la imagen de la Virgen del Socavón se produce un extraño


sincretismo, surgiendo la danza de la diablada, mezcla de ángeles y demonios que
coexisten en una continua lucha donde se hacen sutiles y difusas las líneas que
diferencian el bien y el mal.
VESTIMENTA
El arcángel San Miguel utiliza un casco metálico, escudo y espada, coraza de
metal, alas bordadas con los hilos de plata y oro, chaqueta de piel de ángel, faldellín
blanco y botas blancas y pantalón blanco.

Los caporales utilizan careta de metal o yeso, donde sobresalen los dragones y la
corona que la distingue de los demás diablos, peluca adicionada a una máscara de tela
colocada bajo la máscara de metal. Capa bordada sobre la base de cartón con pedrería
e hilos de oro y plata, cepellón bordado, pechera bordada con hilos de oro y plata, palcas
bordadas y sujetas a un cinturón de monedas, pantalón ancho bordado, camisa blanca,
corbata, botas de color rojo y blanco, se adornan con pañolones y guantes.

Los diablos utilizan capa de tela bordada, careta y peluca, pechera, palcas, pantalón
ajustado y botas. Se adornan con pañoletas que usan en la mano.
Las chinas diablas o supay, utilizan coronitas de pelas, capitas, blusas de encaje, faltas
cortas y fustantes, botines y se adornan con pañoletas que usan en la mano.

Las diablesas utilizan capas, pecheras, máscaras con peluca, palcas, blusas de
colores y faltas cortas fustantes y botines.
Los osos utilizan máscaras de metal combinadas con pellejo de oveja y pantalón
de piel de oveja.

COREOGRAFÍA
La danza mantiene en pocos lugares, la secuencia de la representación de los siete
pecados capitales. En Puno, la diablada del barrio Porteño y la diablada del barrio
Bellavista, ostentan los galardones de ser los iniciadores de la nueva etapa de difusión
de la diablada por los años 60.

En su coreografía, distingue en la parte inicia la lucha entre el bien y sometiendo a los


diablos, quienes bajo el mando del arcángel, desarrollan una vistosa y alegre
coreografía, con pasos espectaculares en el caso de los diablos, cimbreantes en el caso
de las chinas y diablesas y marciales por parte de los caporales.

La danza se desarrolla con una riqueza en sus movimientos y desplazamientos


plásticos, los danzantes realizan mudanzas independientes, que al ensamblarse
expresan toda su majestuosidad, resaltando las aspas y cruces, figuras del sol, cruces
de diablos y chinas, círculos y figuras como dragones y máscaras.

Al final y quitándose la máscara, se realiza el cacharpari fin de fiesta, con pasos


corridos y trotes que se bailan al compás de un huayno, culminando de esa forma la
danza.

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