Cabe hablar en este punto de los trabajos realizados por Marañón y
por Schachter. Así, creemos que el trabajo de Gregorio Marañón (1924) ha sido fundamental para el desarrollo de las posteriores orientaciones cognitivistas en el estudio de la emoción. En su experimentación, tras administrar una inyección de epinefrina a un conjunto de sujetos, descubre que el 30% de los mismos decía experimentar una auténtica emoción, mientras que el 70% restante decía que experimentaba algo parecido a una emoción, pero su experiencia era más fría y no típica de lo que ellos consideraban una auténtica emoción. Marañón descubre que los sujetos que habían informado acerca de la experiencia de una auténtica emoción tenían un motivo para esa experiencia, ya que habían experimentado pensamientos relacionados con la tristeza mientras se producían los efectos de la epinefrina. Este aspecto es fundamental, pues, como señala Marañón -y más tarde el propio Schachter- , permite enfatizar el papel importante de la cognición en el desencadenamiento de una emoción. Si bien la activación fisiológica, que se había producido por efecto de la inyección de epinefrina, es un factor importante en el proceso emocional, no menos importante resulta lo que Marañón denomina “razón intelectual”, aspecto éste que permite la interpretación de los cambios fisiológicos. En última instancia, Marañón propone una teoría de la emoción en la que existen dos factores: la activación del sistema simpático, que produce los cambios fisiológicos, y la evaluación de la situación, que permite interpretar esos cambios fisiológicos. El primero de los dos factores estaría referido a la emoción vegetativa, y el segundo factor a la emoción psíquica.
A partir de las aportaciones de Marañón, de una forma bastante
similar, Schachter (1959, 1964, 1972), plantea una teoría en términos fisiológicos/cognitivos, estableciendo que los estados emocionales están determinados principalmente por factores cognitivos y fisiológicos. Según Schachter (1964, 1965, 1970, 1972) y Schachter y Singer (1962, 1979), cualquier estado emocional es el resultado de dos factores: por una parte el arousal o activación fisiológica, y, por otra parte, los aspectos cognitivos relacionados con las causas ambientales de dicha activación fisiológica. Los dos factores son necesarios para que se produzca la emoción, de tal suerte que cada uno de ellos, individualmente, no puede originar la emoción. Es de la interacción de ambos de la que surge la emoción. En esta argumentación teórica, la emoción se produce a partir de la percepción del arousal por parte del sujeto, haciendo que éste sienta la necesidad de buscar las causas de dicha activación. Tal como plantea el propio Schachter (1972), el sujeto, cuando experimenta su activación fisiológica, busca realizar una atribución causal en su medio ambiente externo. La percepción de la activación o arousal es previa al proceso de atribución, haciendo que la emoción adquiera la característica de la intensidad -en cierta medida, se trata de una argumentación al estilo de James. Una vez el sujeto busca en el ambiente las causas de esa emoción, o, lo que es lo mismo, cuando el sujeto realiza la atribución causal de esa emoción, la emoción adquiere la característica de la especificidad o cualidad. Esta situación concreta se produciría cuando el sujeto se siente activado y no sabe por qué. En última instancia, los clásicos trabajos de Marañón (1924) y de Schachter y Singer (1962) demuestran que la activación fisiológica y los factores cognitivos pueden ocurrir de forma independiente, aunque, en ausencia de la activación fisiológica, los factores cognitivos por sí solos son insuficientes para que la experiencia de la emoción resulte completa. De modo general, el modelo planteado por Marañón y por Schachter puede ser considerado como una combinación de las aportaciones de James y de Cannon. Concretamente, la formulación de estos dos autores, al igual que la de James, plantea que los cambios corporales están implicados y anteceden a la experiencia de la emoción. Por otra parte, al igual que la teoría de Cannon, se propone que la interpretación de un evento es importante para la completa experiencia de la emoción. Ahora bien, la teoría de Schachter de forma particular va más allá de las teorías de James y Cannon, en tanto que plantea que los cambios fisiológicos y los factores cognitivos son necesarios para la experiencia de la emoción.
Es importante este matiz, pues, al menos así lo estimamos, permite
considerar la formulación de Schachter entre las teorías cognitivistas. Como quiera que el propio Schachter (1964) llega a expresar que sería más pertinente encuadrar su propia teoría como neojamesiana, pues la evaluación se realiza sobre los cambios fisiológicos, sobre el arousal, cabría la posibilidad de encuadrar su argumento como no cognitivista. Sin embargo, creemos que, realmente, Schachter está salvando uno de los errores o problemas implícitos en la argumentación de James: el referido a la evaluación de los cambios corporales. Para Schachter (1964), sería muy difícil considerar la emoción sólo como los cambios viscerales o periféricos; es necesario considerar también el componente cognitivo. Aquí es donde más se ve la influencia de Marañón, pues Schachter defiende que los cambios fisiológicos, por sí solos, no son suficientes para iniciar la experiencia de una emoción. Los cambios fisiológicos han de ser explicados e interpretados, y, cuando ello ocurre, el sujeto experimenta una emoción particular, o cualquier otro estado no emocional. La secuencia causal en la formulación de Schachter es la siguiente: estímulo, cambios corporales, percepción de los cambios corporales, interpretación de los cambios corporales, emoción; como se aprecia, es una especificación cognitivista de la teoría de James. La diferencia entre James y Schachter se centra en que, para aquél, los cambios fisiológicos o corporales ya poseen su propio rótulo emocional (aunque James no explica qué sucede entre la ocurrencia de los cambios corporales y la experiencia subjetiva de la emoción), mientras que, para Schachter, se requiere alguna forma de cognición que interprete esos cambios fisiológicos (esto es, Schachter indica que lo que ocurre entre los cambios corporales y la experiencia subjetiva de la emoción es un proceso de evaluación de dichos cambios corporales). Tras ese proceso de cognición, el sujeto pone rótulo a la emoción. En cualquier caso, para que ocurra una emoción, son necesarios los dos factores, ya que cada uno de ellos, de forma aislada, no puede producir la emoción.
El concepto de activación general inespecífica, surgió en 1950, confluyendo tres hechos fundamentales: 1) Los estudios de Cannon, 1929, sobre el SNA ¬ preparación energía adaptativa 2) Teoría del impulso de Hull, 1943, ¬ considera la motivación como un impulso inespecífico no asociativo 3) Técnicas electroencefálicas y trabajos de Moruzzi y Magoun, 1929, ¬ información reticular troncoencefálico (desincronización del ritmo alfa) Duffy, 1930, utilizó el término de activación para referirse a los cambios fisiológicos periféricos. activación entendida como la cantidad de movilización de energía presente en el organismo en un momento dado. Incluyen dos tipos de respuestas: Mediadas por SNA dominante en la activación Mediadas por SNP dominante en los estados vegetativos El concepto de activación periférica o aurosal, según Duffy supone la existencia de una única dimensión general del organismos manifiesta a través de indicadores somáticos, autonómicos y corticales,sugiere un continuo de activación que va desde el sueño a la excitación extrema.