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Universidad Católica

Nuestra Señora de la Asunción


Facultad de Sagrada Teología

Profesora: Dra. Mirthia Caballero de Tessada


Integrantes:

 Coronel Vallejos, Jorge Abraham


 Blanco Abarca, Mauricio Antonio
 González Díaz, Luis Manuel
 Candía Insfran, Ruben Alexis
 Benitez Aguilera, Gustavo Adolfo

Asunción, Paraguay
2019
Adentrándonos en la historia de la civilización hebrea, es imposible no detenernos a
estudiar su religión, pues, es el centro y cumbre de toda su ley y norma de vida.

Los hebreos desde tiempos antiguos, han sido el pueblo que mantiene el monoteísmo,
la fe en Dios inquebrantable, teniendo su ley escrita en su libro Sagrado llamado la thora, cual
fue la dictaminada por su Dios y creador de todo.

Es el pueblo privilegiado de Dios, porque ha querido poner su morada entre ellos. Se


encontraban situados en lo que antiguamente lo conocían como Palestina, hoy estado dividido
de Israel, por conflictos generados a causa de terratenientes de la época, quienes vendieron a
los judíos sus tierras a precios muy elevados. Hoy el conflicto entre Israel y Palestina, se genera
a raíz de esto, acusando Palestina a los judíos de robarles toda su tierra

Ordenamos los temas de la civilización hebrea según la siguiente distribución:

1- La importancia del Pueblo hebreo.


2- Origen, raza y breve reseña histórica de los hebreos.
3- Las costumbres del pueblo hebreo.
4- La religión de los hebreos. El monoteísmo. La esperanza en el Mesías redentor.
5- El mosaísmo. Decálogo: la ley del Sinaí.
6- Culto mosaico. El arca de la alianza. El tabernáculo. El templo de Jerusalén. Las
sinagogas.
7- El sacerdocio hebreo. La tribu de Leví. Fiestas y sacrificios.
8- El cisma religioso. Los samaritanos. Las sectas: fariseos, saduceos, esenios.
9- El gobierno de los hebreos: Patriarcal, judicial, monárquico y más que todo teocrático.
La ley y los profetas.
10- El consejo de ansíanos. El gran sanedrín.
11- La ley mosaica o thora; su carácter nacional. Organización social del pueblo hebreo.
Justicia. Año sabático y año jubilar. Educación. Ejércitos.
12- Artes y letras hebreas. La biblia: antiguo y nuevo testamento.
13- Los escribas de Israel, doctores de la ley. El talmud.
14- Mesianismo hebreo.
15- La diáspora. La sinagoga. El sionismo.

Es el pueblo que tiene su esperanza puesta en la venida del Mesías, el hijo de Dios
1. Importancia del pueblo hebreo.
La historia y la civilización hebrea nos son perfectamente conocidas
merced al más célebre de todos los libros: la Biblia.

La Palestina tuvo en la antigüedad y conserva en nuestros días una


importancia muy superior a su reducida extensión.

Esa importancia no provino, por cierto, de su situación intermedia


entre Egipto y la Caldea, ni de la gran fertilidad que la hizo llamar tierra de
promisión y comarca donde manan leche y miel, sino de la ventaja peculiar
de haber sido la tierra del pueblo de Dios, y la patria de Cristo, empapada
con la sangre del Redentor de la Humanidad.

La historia cultural de los hebreos reviste una importancia singular por


haber sido el único pueblo, en la antigüedad, que logró conservar, sin
desvíos ni agregados, las nociones del monoteísmo primitivo, o sea la
creencia en un solo Dios, espiritual, invisible, eterno, infinito y
todopoderoso, junto con la esperanza en el Salvador prometido a la
humanidad. Ese pueblo de Dios –Israel- tuvo, pues, en el mundo una
misión privilegiada: la de ser el depositario de la verdad y el precursor de
los pueblos cristianos. La religión fue su razón de ser, su vida, su gobierno,
su ley, su sagrada literatura y toda su civilización. De ahí la imposibilidad
de estudiar la cultura de los hebreos independientemente de su religión.

2. Origen, raza y breve reseña histórica de los hebreos


Los hebreos, a la par de los pueblos circunvecinos –fenicios, amonitas,
moabitas, amalecitas, idumeos y madianitas-, eran semíticos y procedían
de caldea. El patriarca Abrahám puede mirarse como el fundador de la
nación hebrea.

La tribu de Israel vivía pacíficamente en la proximidad de Ur, Caldea,


cuando hacia 2050 a. J. C. se hizo intolerable la tiranía de los reyes
babilónicos. Molestados, quizás, por cauda de su culto, los hebreos
decidieron retirarse de la Mesopotamia en dirección al mar Mediterráneo.
Abrahán dirigió la pintoresca emigración de la tribu y de su numerosa
hacienda.

El desierto les ofreció cierta tranquilidad y parecían elegirlo por


morada, cuando Abrahán oyó la voz de Dios que le decía: Sal de tu tierra y
de tu parentela y ven al país que yo te mostraré. Allí, serás el fundador de
un gran pueblo, y de tu raza surgirá la Bendición de todas la naciones de la
tierra.

Obediente a la voz del Señor, el Patriarca Abrahán, con Sarta, su


esposa, y su sobrino Lot, abandono su patria y penetró Canaán, seguido
de su familia, de sus servidores y de sus ganados, en brillante caravana.

Al salir del desierto, la Palestina apareció muy fértil. Tras breve lucha
con los ocupantes, asentaron allí sus reales, abandonaron casi por
completo su vida nómada, llegando pronto a la abundancia y a la
prosperidad.

La historia del pueblo hebreo se divide muy naturalmente en cuatro


periodos –de los patriarcas, jueces, reyes y dominación extranjera- como
de 500 años cada uno. Los principales patriarcas fueron Abrahán, Isaac y
Jacob. Hacia 1500, los hebreos cautivos en Egipto, fueron liberados por
Moisés. Al gobierno de este caudillo en 1400 siguieron los jueces como
Gedeón, Jefté, Sansón y Samuel. Después de ese segundo período, Israel
pidió reyes para su gobierno -1000- sobresalieron los tres primeros: Saúl,
David y Salomón. Este último mereció los castigos divinos; su reino fue
dividido, y a partir de su colapso final, en 587, fue sojuzgado
sucesivamente por los Asirios, Babilonios, persas, griegos y romanos,
durante el periodo de dominación extranjera. Por su dura cerviz el otro
pueblo elegido del Señor quedo luego disperso por todos los ámbitos del
mundo donde ha formado colectividades bajo el nombre de hebreos,
israelitas o judíos año 70 d. C.

3. Las costumbres del pueblo hebreo


Las costumbres del pueblo de Israel se mantuvieron a través de los
tiempos en su sencillez patriarcal.

4. La religión de los hebreos. El monoteísmo. La


esperanza en el Mesías Redentor.
Si la religión de un pueblo es la que da mejor a conocer su grado de
cultura, los hebreos pueden vanagloriarse de haber marchado a la cabeza
de la civilización, porque les cupo el honor de conservar intacto el
depósito de la revelación primitiva y la fidelidad al culto del supremo
creador. Israel conservo, pues, la fe en un Dios único, Yahveh, el eterno,
autor del mundo. Providencia universal y Padre de los hombres,
esplendido remunerador del bien y justiciero castigador del mal.

Yahveh creó a los ángeles, espíritu de superior inteligencia y gran


poder. Su jefe lucifer o belcebú, que pretendió igualarse a Dios, vio
castigado su orgullo, siendo arrojado, con otros muchos ángeles, o
espíritus malignos al suplicio del infierno, perdiendo la felicidad pero no
sus prendas naturales de inteligencia. Envidioso del destino celestial del
hombre, lucifer indujo a Eva en el primer pecado –pecado original o de
origen- y fue causa de la caída del género humano. Pero el Señor
compadeciéndose de nuestro linaje, prometió al mundo la venida del
Mesías, es decir del Salvador. Mediante esta imprescindible condición: la
de esperar firmemente en aquella promesa y de observar con fidelidad los
preceptos de la ley natural, infusos en el corazón humano, la desdichada
humanidad pudo lograr su salvación durante muchos siglos que tardara en
llegar el redentor, si bien había de quedar impenetrable el cielo hasta que
viniera Cristo a abrir las puertas de la gloria. Mientras tanto, los santos
aguardaron su llegada en el limbo de los justos o seno de Abrahán.

Tal fue a grandes rasgos, y en su divina sencillez, la religión de los


patriarcas que sacrificaron animales en ofrenda al Señor. Abrahán recibió
la promesa de que el Redentor saldría de su raza y desde luego, el pueblo
hebreo pudo considerarse con razón, como el predilecto de Dios, llegando
su fe religiosa y su confianza en Yahveh a constituir el rasgo dominante de
Israel. Por esa fe sagrada se vio neutralizada en las almas hebreas por los
engañosos encantos de la idolatría durante los 300 años de su
permanencia en Egipto, haciéndose necesaria la nueva proclamación de la
ley, por boca de Moisés, en el monte Sinaí.

5. El mosaísmo. Decálogo: la ley del Sinaí.


Llámese mosaísmo a la organización religiosa, social y política que
Moisés impuso al pueblo hebreo en nombre de Dios.

En la cumbre del Sinaí, entre relámpagos y truenos, Moisés recibió del


Señor dos tablas de piedra donde estaba grabado el decálogo, expresión
perfecta de la ley natural en los diez mandamientos de la ley de Dios.
1. No adoraréis a otro Dios; no fabricaréis ídolos, ni los adoraréis –monoteísmo-
porque yo soy Yahveh vuestro Dios.

2. No pronunciar en vano el santo nombre del Señor.

3. Santificar el día Sábado y descansa en honor de Dios

4. Honrar al padre y a la madre, a fin de vivir largo tiempo

5. No matar

6. No cometer adulterio

7. No robar

8. No mentir ni levantar falso testimonio contra el prójimo

9. Respetar la mujer del prójimo

10. No codiciar los viene ajenos.

Moisés proclamo la ley, en medio del mayor entusiasmo, y viendo la


funesta propensión del pueblo a la idolatría, fulmino tremendos castigos y
aún la pena de muerte contra los sectadores de los cultos extranjeros.

La personalidad de Moisés ilumina toda la historia de Israel con los


destellos de su genio. Alcanzó ascendiente sin par entre las tribus de
Israel: fue su profeta, su libertador, su juez, su jefe, su legislador y su
figura se agigantó ante los ojos de su pueblo al ver este los prodigios que
Dios realizaba por sus manos. Por su mediación, el Señor contrajo alianza
–pacto o testamento- con el pueblo de Israel, su pueblo de predilección.

6. Culto mosaico. El Arca de la Alianza. El Tabernáculo.


El Templo de Jerusalén. Las sinagogas.
Moisés reglamentó muy detalladamente en el levítico todo lo
concerniente al culto.

7- El Sacerdocio hebreo. La tribu de Leví. Fiestas y


Sacrificios.
En la época de los patriarcas, correspondía al primogénito de la familia
desempeñar el oficio sacerdotal; pero la Ley Mosaica designo a la tribu de
Leví para ejercer esas funciones. Repartidos en clases los sacerdotes
ejercían durante un mes su ministerio religioso mientras vivían en el
templo observaban exacta continencia, vestían ropa de lino y no bebían
vinos ni licores luego, a ejemplo de los patriarcas, ejercían vida pastoril en
ciudades designadas al efectos y llamadas, por tal motivo, ciudades
sacerdotales o levíticas. La dignidad del sumo sacerdote estaba reservada
a la familia de Aarón.

La tribu de Leví, bastante acomodada vivía de los réditos del templo y


de los diezmos que pagaba todo el pueblo.

No se admitía representación alguna de la dignidad por temor de que


el pueblo recayera en la idolatría.

8- El cisma religioso. Los Samaritanos. Las sectas:


Fariseos, Saduceos, Esenios
La unidad religiosa de Israel se quebrantó después del reinado de
Salomón. El hijo de este gran monarca, Roboam, se negó a reducir los
pesados impuestos establecidos por su padre, y esa negativa provocó la
escisión de 10 tribus o provincias que formaron el reino de Israel, con su
capital Samaria, frente al debilitado reino de Judá, que se vio reducido a
dos tribus en los alrededores de Jerusalén.

9- El gobierno de los Hebreos: patriarcal, judicial,


monárquico y más que todo teocrático. La ley de
los profetas.
La primera forma de gobierno impuesta a los hebreos fue la forma
patriarcal. El patriarca anciano venerable, jefe de la familia o de la tribu,
concentraba en si todo el prestigio de la autoridad paterna con dominio
absoluto sobre la persona y los bienes de sus descendientes; a la vez
sacerdote, juez y rey era considerado cual vicario del Señor. A su muerte
el patriarca transmitía el mando al heredero, otorgándole su beneficio. El
sucesor solía ser el primogénito, estableciéndose así el llamado derecho
de primogenitura. Los principales patriarcas fueron Abraham, Isaac y
Jacob

La Monarquía hebrea, aparentemente absoluta, era en realidad


constitucional, porque los reyes lejos de mandar a su antojo veían su
omnipotencia limitada con la obligación de observar la ley y escuchar la
voz de los profetas. La Ley Mosaica, en efecto, además de encerrar los
preceptos religiosos y culturales del pueblo de Israel, venía a ser también
su Código civil y su Constitución política, que lo colocaban bajo el gobierno
del Señor. Patriarcas, jueces y reyes no eran más que sus lugartenientes;
por medio de ellos el mismo Yahveh gobernaba a su privilegiado pueblo;
no se tomaban decisión alguna sin haber consultado al eterno y ese
régimen de continua intervención divina y predominio de la religión en la
vida civil constituyó lo que se llama gobierno divino o gobierno teocrático.

Yahveh en efecto, cual Dios celoso, vigilaba de cerca la conducta de


Israel, pronto para castigarlo con la guerra y la dominación extranjera si se
mostraban fiel a la ley del Señor, dispuesto en cambio, a libertarlo y a
favorecerlo si se arrepentía o le permanecía fiel. Son muy notables esas
alternativas de castigos y bendiciones en la historia de Israel.

De ahí que surgieran de tiempo en tiempo algunos hombres


extraordinarios, los profetas, inspirados por Dios para manifestar su
voluntad al pueblo, recordarles sus deberes y amenazarle con desgracias y
también reconfortar su esperanza en el anuncio repetido de la venida del
Mesías redentor. Frecuentemente de humilde origen, los profetas
hablaban en nombre del Señor y su palabra vehemente y misteriosa
causaba siempre una saludable impresión.

Los principales profetas de Israel fueron Isaías, Jeremías, Ezequiel y


Daniel.

Tanta fue la autoridad de estos hombres inspirados que todo el


pueblo hebreo, desde el hombre del pueblo hasta los gobernantes, hacían
profesión de observar –la ley y los profetas-.

10- Consejo de ancianos. El gran sanedrín.


Entre los hebreos tuvieron siempre especial importancia los
consejos de ancianos, reunidos en casos excepcionales en tiempo de
Moisés y de los mismos reyes. Pero a partir del día en que Israel cayó bajo
la dominación extranjera, dichos consejos se volvieron permanentes, a
modo de gobierno propio, en asuntos de índoles particular, que los judíos
procuraron mantener, anuencia del dominador sin inspirarle
desconfianzas ni recelos.

Efectivamente como los persas, griegos y romanos solían conceder


bastante libertad a los pueblos vencidos, exigiéndoles solamente un buen
tributo y leal sumisión, aprovecharon los hebreos estas disposiciones para
organizar un concejo llamado El gran sanedrín, cuyo 70 miembros se
reclutaron, en un principio entre las más dignas familias de la clase
sacerdotal y civil. Entraron luego en el concejo los más doctos escribas o
letrados y los más influyentes fariseos. Su nombramiento era vitalísimo. El
presidente del consejo solía ser el sumo sacerdote, que prolongaba así, a
los ojos del pueblo, gobierno teocrático de Israel.

11- La ley mosaica o thora; su carácter nacional.


Organización social del pueblo hebreo. Justicia.
Año sabático y año jubilar. Educación. Ejércitos
La ley del Sinaí, la ley por excelencia promulgada por Moisés, fue
luego comentada por él en el Deuteronomio –segunda ley- en el levítico,
libros que encierran el código civil y religioso de los hebreos, y dictan
numerosas disposiciones en el orden moral y social.

En numerosos puntos, la ley hebrea aventaja a los diversos códigos


entonces en vigor en Egipto y Caldea. Merced a ella, Israel marchaba a la
cabeza de los demás pueblos, bajo ciertos aspectos de la civilización.

La thora revestía un carácter netamente nacional, pues legislaba


especialmente para los hebreos, considerando como extraños e inferiores
a los demás pueblos circundantes.

El Deuteronomio dicta además disposiciones de higienes y policía:


abluciones, aislamientos de los leprosos, respeto de los mojones en el
campo, reglas para la guerra, y servicio militar, o sea un conjunto de leyes
superiores, en muchos puntos, a los códigos vigentes entre los pueblos
del Asia menor.

A decir verdad no existía la esclavitud entre los hebreos porque el


esclavo recobra su libertad cada siete años y cada vez que fuera
maltratado por su amo.

Cada siete años, año sabático, la tierra descansaba y lo que sin


cultivo pertenecía a los pobres. Cada cincuenta años se celebraba el año
jubilar: descansaba la tierra, caducaban las deudas, todos los presos
recobraban su libertad y cada cual volvía a poseer las tierras que se viera
obligado a vender; de este modo se evitaba la formación de latifundios y
el acaparamiento de las tierras. El año sabático y el año jubilar resultaba,
pues, excelentes medidas sociales, esencialmente humanas y
desconocidas para el resto de la humanidad.

12- Artes y letras hebreas. La Biblia: Antiguo y


Nuevo Testamento.
En las artes y ciencias los hebreos progresaron poco. El único
monumento que elevaron, el Templo de Jerusalén, fue imitado de los
templos egipcios y construido por arquitectos y artífices fenicios. Sin
embargo, su música sacar enternecía a los babilonios durante el
cautiverio.
En las letras, en cambio, los hebreos ocupan el primer puesto en
antigüedad. Sus pensadores son profundos, sus profetas sublimes,
juiciosos y concisos sus historiadores, según consta por la Biblia, libro
único que encierra las páginas más bellas que se hayan escrito y se
escribirán; comprende toda la historia de Israel y las seguras bases del
cristianismo; escrito por inspiración divina, es Sagrada Escritura y
palabra de Dios.

La Biblia se divide en dos partes bien distintas: El Antiguo y el Nuevo


Testamento, es decir las normas de la antigua y la nueva Alianza
trabadas por Dios con la humanidad, correspondiendo la antigua a los
siglos anteriores a Cristo, con la esperanza del Mesías, y la nueva a los
tiempos que acompañaron y siguieron el advenimiento del Redentor.

Entre los libros proféticos descuellan los que nos han dejado los
cuatro principales profetas de Israel: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel.

Las profecías de Isaías -700 a. J. C-, el más grande los profetas,


resaltan por la sublimidad incomparable del lenguaje y la claridad de
sus anuncios mesiánicos o sea relativos al advenimiento, a la vida y
sufrimientos del Mesías; son tan exactos y completos, que se los ha
llamado un Evangelio anticipado.

Jeremías 600 a.J.C animaron la fe del pueblo hebreo durante el


cautiverio en Babilonia y anunciaron con sorprendente exactitud la
época del advenimiento de Jesucristo. Ezequiel se muestra gran poeta
descriptivo en sus simbólicas visiones.

Finalmente aparecieron doce pequeños profetas, así llamados por la


poca extensión de sus escritos.

En cuento al nuevo Testamento, consta especialmente de cuatro


evangelios; de San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan, que
narran la vida, los milagros y las enseñanzas de Jesucristo; de las 14
epístolas o cartas de San Pablo, de otras 7 epístolas de los Apóstoles;
de los Hechos, narración de sus primeros viajes y predicaciones y,
finalmente, del Apocalipsis de San Juan, fulgurante visión del porvenir
del mundo y del triunfo final del Señor.
No solo la religión, sino también la poesía y el arte se alimentan de
la biblia, de ahí su importancia moral y religiosa, literaria y artística. Por
ella, el pueblo hebreo ha sido siempre conocido y siempre lo será.

13- Los escribas de Israel, doctores de la Ley. El Talmud.


A pesar de los detallados preceptos de la Ley Mosaica, no pocos
puntos quedaron indecisos. De ahí que surgieran letrados y juristas a
fin de explicar las cuestiones oscuras y solucionar los casos discutidos.
Dichos letrados se llamaron escribas y doctores de la Ley, dándoseles
también el nombre de ‘’Rabí’’, maestro, transformado hoy en rabino.

El Talmud es una vasta recopilación de los comentarios orales


acumulados durante varios siglos en torno a la Ley, por los más
autorizados doctores de Israel. La primera recopilación, completada
aun después de Cristo, se llamó Michna, o repetición más detallada de
la Ley.

Por lo visto, no es por la guerra, por las ciencias ni las artes, sino por
la superioridad de su literatura y de su religión que los hebreos ocupan
un puesto privilegiado en la historia de la civilización.

14- Mesianismo Hebreo


Al mosaísmo hebreo le fue destinado un papel más elevado aun en
medio de la humanidad, no solo para conservar en toda su pureza el
monoteísmo, sino como preparación y prólogo del Cristianismo.

Hay en efecto, una estrecha relación entre el Cristianismo y


Mosaísmo. La religión de Moisés sirvió a modo de eslabón entre la
primitiva religión natural y la doctrina de Jesucristo. Puede decirse que
el pueblo elegido de Dios solo lo fue a fin de preparar la Redención. La
religión cristiana es el coronamiento de la religión mosaica, porque
vino a cumplir con la promesa del Mesías y a colmar la esperanza del
orbe con la llegada del redentor del género humano.

Efectivamente, a raíz de la caída de Adán y Eva en el paraíso


terrenal, un Salvador fue prometido a la humanidad. Esa promesa,
reiterada al patriarca Abraham, avivo las esperanzas de Israel. En su
historia todo presagiaba al Salvador; sus grandes personajes fueron
figuras del Mesías y los sacrificios de su culto símbolos de la oblación
cristiana; la voz de los profetas descorrió gradualmente el velo; el
mundo entero suspiraba por un redentor, todo hablaba de él y todo lo
anunciaba, cuando por fin, en los tiempos de Augusto, apareció Jesús,
que, por su muerte, reconcilio en universo con la Divinidad.

En consecuencia, la religión cristiana es el complemento de la


religión hebrea; el mosaísmo del Antiguo Testamento ha sido el
preámbulo del Evangelio y la aurora de la nueva Ley.

Esa larga espera del Mesías Redentor, que mantuvo anhelante al


pueblo hebreo durante más de 20 siglos, se llama el Mesianismo. Pues
bien, aconteció un hecho inesperado. Ese pueblo que tanto suspiraba
por el advenimiento del Mesías, no supo reconocer por tal a Jesucristo,
a pesar de realizarse en el todas las profecías que habían de darle a
conocer a Israel; de ahí que 2000 años después de su venida, la
mayoría de los judíos sigan aun apegados a la religión mosaica, a su
mesianismo, a la espera de otro redentor.

15- La diáspora. La Sinagoga. El Sionismo


Después de la muerte de Jesús surgieron unos cuantos falsos cristos
en Israel para encabezar sublevaciones contra los romanos, fracasando
todos miserablemente ante la fuerza de un Imperio Colosal. El último
de esos alzamientos fue reprimido en el año 70 d.J.C. con extrema
severidad. Acudió el propio hijo del emperador Vespasiano, Tito,
asegurándose de que perecieron unos 300000 judíos en el horrible sitio
y saqueo de Jerusalén. A fin de terminar con sus continuas revueltas,
Roma ordenó la dispersión de todos los hebreos por los ámbitos del
Imperio, fundándose entonces en las principales ciudades del mundo
humildes y luego florecientes colectividades judías, en cuyo seno se
desarrolló el comercio y la finanza en forma progresiva hasta hoy.

Muchas colonias judías fundadas con anterioridad, contaban ya


millares de israelitas en los barrios o ghettos que le fueron reservados
en Roma, Babilonia, Alejandría, Salónica, Esmirna, etc. Que fueron
centro de cultura hebrea, como lo demuestran el Talmud de Babilonia
y la escuela filosófica neo helénica de Alejandría, donde brillaron Filon
y Plotino.

Esa emigración de la raza hebrea a través del mundo conocido,


efectuada en parte antes y en parte después de la ruina del templo y
de Jerusalén, se llama Diáspora o dispersión de los judíos, y explica su
presencia actual en casi todas las naciones.

En resumen, en innegable que el pueblo hebreo ha desarrollado en


la antigüedad una apreciable civilización y ha contribuido a diversos
progresos en el transcurso de la historia de la humanidad.

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